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La obra El desierto prodigioso y el prodigio del desierto es una obra escrita por el
neogranadino Pedro de Solís y Valenzuela, esta fue escrita alrededor del año 1650 y fue
redescubierta en Madrid, siendo publicada en 1977 por parte del instituto Caro y Cuervo.
Su autor, Pedro de Solís y Valenzuela, nació en Santafé en el año 1624 y murió en 1711.
Hijo de los españoles: Pedro Fernández de Valenzuela y Juana Vásquez de Solís, Pedro fue
a su vez hermano de Fernando Fernández de Valenzuela, quien escribió la obra de teatro
“colombiana” más antigua de la que se tenga registro. Sobre su vida se sabe que, siendo
criollo, perteneció a una elite neogranadina con acceso a una educación eclesiástica que
explicaría la producción escrita tanto de Pedro como de su hermano Fernando. Pedro
estudio entonces en el Colegio Mayor de San Bartolomé, donde entro en contacto no solo
con las letras y el latín, sino también tuvo un acercamiento a las órdenes religiosas como la
de los agustinos y jesuitas; es entonces allí donde se empieza a configurar su producción
escrita y un estilo de vida que lo llevara a ser uno de los primeros administradores de la
iglesia de Monserrate. Otros de sus escritos fueron: Panegírico Sagrado en alabanza del
serafín de las soledades; San Bruno (1647); Epítome Breve de la vida y la muerte del
Ilustrísimo doctor Bernardino de Almansa (1647); Fénix Cartuxana: vida del gloriosísimo
patriarca San Bruno (1647); El desierto prodigioso y el prodigio del desierto (1650).
El desierto prodigioso y el prodigio del desierto es una obra hibrida, compuesta por
variedades de géneros que complican su estudio y evitan una única calificación sobre el
texto de Solís y Valenzuela. Su trama comienza cuando Don Andrés, siguiendo a un ciervo,
encuentra la cueva de un eremita llamado Arsenio, allí encuentra algunos poemas y
cartapacios que le inspiran gran piedad por su propia existencia y su relación con Dios. Al
salir de la cueva les cuenta el suceso a sus amigos Don Pedro, Don Fernando y Antonio y
estos empiezan a leer los poemas y a escribir otros siempre con relación a Dios, la muerte y
su propia relación con estos tópicos. Vuelven a discutir con Arsenio, este les cuenta su vida
y las aventuras de Pedro Porter, siempre entremezclando géneros como la narrativa,
sonetos, romances, e incluso autos sacramentales. Al final los personajes principales entran
en la orden de los cartujos inspirados por los sucesos en el desierto la Candelaria.
Un claro ejemplo es El carnero de Juan Rodríguez Freyle; allí las historias entrelazadas
forman un gran relato donde se evidencia cierta consciencia del territorio y la intención de
abordar un contexto histórico y contexto social de una forma arbitraria y con una intención
de relatar la verdad. Algo similar sucede en El desierto, allí Solís y Valenzuela demuestra
una consciencia importante sobre el territorio neogranadino, así que ya no estamos
hablando de un español que habla sobre América, sino un americano que habla sobre
América y le otorga un carácter divino a una de sus locaciones, puesto que el desierto de La
candelaria tiene efectos místicos sobre quienes transcurren allí. Por otro lado, el texto de
Solís y Valenzuela no tiene la intención de pasar por ficción, al igual que El carnero, en el
desierto se busca que el texto este dotado de una apariencia de verdad, puesto que los
milagros que allí ocurrieron tienen que cumplir un efecto retorico sobre el lector. Así
mismo, los personajes principales si existieron y se tienen registros de sus vidas y oficios,
por lo que la construcción de ambos textos se aleja de la mera ficción, aunque lo sea, y
busca mas bien proponer un texto histórico que guarde la memoria de acontecimientos que
forjaron la historia de la Nueva Granada y sus habitantes.
Por otro lado, el tema religioso ya ha aparecido con los afectos espirituales de la Madre
Josefa del Castillo, en este sentido la relación con Dios explicada por parte de americanos
ya ha sido explorada por la monja del Castillo. Aquí es interesante explorar dos ideas; por
un lado, el misticismo expresado en los afectos a partir de las formas poéticas del cantar de
los cantares es reemplazado en el desierto a partir de un tópico barroco como lo es la
muerte, así pues, la relación con la divinidad puede establecerse desde distintos registros,
aunque siempre se busque establecer una relación directa con Dios. Por otro lado, la idea
humanista de que el autoconocimiento lleva al conocimiento de Dios es compartida en
ambos textos a partir de la escritura. Tanto la escritura personal de la madre Josefa del
Castillo, como la escritura constante de los personajes de el desierto, implica una
reconstrucción del sentido del sujeto a partir de experiencias místicas que acercan a estos a
la divinidad y, a fin de cuentas, a la salvación del alma.
La relación de los neogranadinos con las órdenes religiosas ya había producido textos como
el Poema heroico a San Ignacio de Loyola de Domínguez Camargo. Ambos textos buscan
exaltar a personajes religiosos, así como a las ordenes religiosas agustinas y jesuitas, ambas
organizaciones educaron a la mayoría de los criollos en la Nueva Granada. Cabe destacar
aquí también la retorica barroca que se usa en ambos textos, si bien el desierto es mucho
mas rico en formas, el poema de Domínguez Camargo hace gala del ingenio y la agudeza
barroca, tan importante para la época.
Sobre los autos sacramentales, La laurea critica de Fernando Fernández de Valenzuela, sin
entrar del todo a corresponder al género, comparte con este la intención moralizante, puesto
que busca corregir vicios mostrándolos en escena.
Por último, quiero poner en cuestión la idea que se expresa en el articulo “La ciudad
letrada” de Ángel Rama; allí se menciona como la escritura sirvió en la colonia como una
forma de poder sobre la organización social, la historiografía y los discursos de poder,
valga la redundancia. En este sentido podemos notar que Solís y Valenzuela hacia parte de
esta elite criolla con acceso a las letras, y que a partir de estas legitima su posición social en
la colonia; de esta forma, los personajes de El desierto prodigioso expresan esta misma
situación ya que ellos, quienes tienen acceso a la escritura, tienen a su vez el acceso directo
a escrituras sagradas, por lo que pueden así mismo ascender socialmente al convertirse en
monjes recoletos, Atehortúa menciona: “Los personajes se afirman en su condición social
privilegiada mediante la escritura y lectura de textos sagrados. Las páginas en blanco
aparecen como la principal prueba que deben superar; ellos la asumen y superan por
completo.” (p. 111).
De esta manera podemos establecer de una forma simplificada, la posición del texto de
Solís y Valenzuela en el corpus colonial neogranadino, y en las letras hispanas en general.
Bibliografía
Atehortúa, Arley (2002) “La metáfora del camino Aproximación a El desierto prodigioso y
el prodigio del desierto” Editado por Universidad tecnológica de Pereira. Pereira.
Martínez Cuesta, Ángel (1978) “«El desierto prodigioso» de pedro de Solís y Valenzuela”.
Thesaurus Tomo XXXIII. Núm. 2. Bogotá
Orjuela, Héctor Hugo (1984). El desierto prodigioso y prodigio del desierto: de Pedro de
Solís y Valenzuela, primera novela hispanoamericana. Publicaciones del Instituto Caro y
Cuervo, 68. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.