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La obra La tempestad de William Shakespeare fue presentada por primera vez el 1 de

Noviembre de 1611 en Londres. La obra que fue presenciada por el mismísimo monarca
Jacobo I, fue representada en el marco de las bodas de la princesa Isabel con Federico V.

La obra empieza con el naufragio del navío en que se encontraba el rey de Nápoles;
Alonso, y otros miembros importantes de la corte napolitana y el ducado de Milán. Este
naufragio fue causado por Prospero, el antiguo duque de Milán que fue desterrado por su
propio hermano Antonio, y que a su vez le arrebato la posición de Duque. Prospero, que
obtuvo poderes mágicos a partir de la obsesiva lectura de textos antiguos, buscará venganza
por los hechos que lo llevaron a habitar una isla alejada de la sociedad acompañado de su
pequeña hija Miranda y sus disimiles siervos Ariel y Calibán. Prospero utiliza sus poderes y
a su siervo Ariel para jugar un poco con sus nuevos inquilinos, sin embargo al final de la
obra decide perdonar las viejas ofensas y vuelve a Milán para ver el matrimonio de su hija
Miranda con el príncipe Fernando.

A la par de las obras más importantes de Shakespeare; La tempestad, a lo largo del tiempo,
ha permitido múltiples lecturas que han enriquecido y complejizado la comprensión de la
obra. Sus personajes y la forma en que se relacionan han sido el foco de interés de muchos
críticos, así mismo el personaje de Calibán es una figura bastante particular que ha
inspirado distintas interpretaciones poscolonialistas al ser él una representación de
América, al menos en apariencia.

Es importante resaltar el caso de los escritores latinoamericanos Rubén Darío y José


Enrique Rodó quienes publicaron los ensayos El triunfo de Calibán (1898) y Ariel (1900).
Textos en los que se usa al personaje Shakesperiano para preguntarse sobre la identidad
latinoamericana en contraposición a la idea de nación que representaba los Estados Unidos,
país que durante el siglo XIX se expandió hasta el pacifico a partir de campañas militares
que terminarían por exterminar a la mayoría de la población nativa de América del Norte.
Esta actitud imperialista llegaría a ofender a Rubén Darío en el momento en que le son
arrebatadas a España; Cuba, Puerto Rico y las Filipinas.

Las primeras frases de su ensayo El triunfo de Calibán permiten ver el ataque constante a
los norteamericanos, que se extenderá durante el todo el texto, así como la defensa a la
herencia latina traída desde España; “Son enemigos míos, son los aborrecedores de las sangre latina,
son los Bárbaros. Así se estremece hoy todo noble corazón, así protesta todo digno hombre que algo conserve

de la leche de la loba.” (Darío…02). Sin duda Rubén Darío propone en su texto una forma de
entender la identidad latinoamericana desdeñando la influencia cultural norteamericana que
empezaba a permear a los países hispanohablantes “En el arte, la ciencia, todo lo imitan y lo
contrahacen, los estupendos gorilas colorados. Más todas las rachas de los siglos no podrán pulir la enorme

bestia” (Darío…02). Definitivamente el 98 significa para España el fin de su etapa imperial


y para Rubén Darío, ese golpe a la cultura latina solo puede dar como resultado la cohesión
de los países latinos, tanto europeos y americanos, para resguardar la cultura y
salvaguardarse del mounstro del norte, que invade y se adueña del mundo a su gusto. “…
Pues bien; todos los que escuchamos a esos tres hombres, representantes de tres grandes naciones latinas,
todos pensamos y sentimos cuán justo era ese desahogo, cuan necesaria esa actitud y vimos palpable la
urgencia de trabajar y luchar porque la Unión latina no siga siendo una fatamorgana del reino de Utopia, pues
los pueblos, sobre las políticas y los intereses de otra especie, sienten, llegado el instante preciso la oleada de

la sangre y la oleada del común espíritu.” (Dario…03)

Rodo también encontró en el ascenso norteamericano un peligro para la cultura greco-


latina. El ensayo del uruguayo se enfoca más en criticar el utilitarismo norteamericano en
contraposición a los valores espirituales heredados de España. La figura de Ariel, el
espíritu que representaba el aire, algo más etéreo e intangible le sirvió a Rodo para
asimilarla con la cultura latina, en contraposición a Calibán, que representa la tierra, lo
corporal y a fin de cuentas lo utilitario. “Es así como la visión de una América deslatinizada por
propia voluntad, sin la extorsión de la conquista, y regenerada luego a imagen y semejanza del arquetipo del
Norte, flota ya sobre los sueños de muchos sinceros interesados por nuestro porvenir, inspira la fruición con
que ellos formulan a cada paso los más sugestivos paralelos y se manifiesta por constantes propósitos de
innovación y de reforma. Tenemos nuestra nordomanía. Es necesario oponerle los límites que la razón y el

sentimiento señalan de consuno.” (Ariel1)

Tanto El triunfo de Calibán como Ariel son obras imprescindibles para entender la idea de
identidad latinoamericana que se estaba construyendo a finales del Siglo XIX y comienzos
del XX, dando lugar al Arielismo, corriente ideologica que tomaria el nombre del ensayo de
Rodo. Sin embargo, Fernandez Retamar en su ensayo Caliban va a problematizar la
selección de Caliban como figura representativa de America del Norte. Para el la figura de
Caliban representa perfectamente a los paises hispanohablantes, ya que este recibe a

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Prospero, “el conquistador”, el cual le roba la tierra en la que vivia, lo obliga a realizar
trabajos para su beneficio, y le impone la lengua con la que ha de dominarlo, Fernandez
Retamar menciona; “Próspero invadió las islas, mató a nuestros ancestros, esclavizó a Caliban y le enseñó
su idioma para entenderse con él: ¿Qué otra cosa puede hacer Caliban sino utilizar ese mismo idioma para

maldecir… (Fernadez Retamar…49).

Para Fernandez Retamar la construccion del personaje de Caliban no es fortuita, sino


responde tanto a la lectura del ensayo De los caníbales de Montaigne, asi como a la
dicomotia Buen salvaje/Bárbaro que existiria en el imaginario europeo desde el primer
contacto con el indigena, es decir, las cartas de Colon. Ante esta disyuntiva Shakespeare
decide usar al canibal (Caliban es un anagrama de canibal), figura que menciona Colon en
su primera carta de viajes y que representara al nativo hostil, que al ser hostil merece o la
eliminacion o la imposicion de la civilizacion.

En el libro Bloom’s Shakespeare Through the Ages: The Tempest, los editores Harold
Bloom y Brett Foster realizan breves resúmenes de la visión crítica que se tuvo de La
tempestad en diferentes momentos de la historia, aparte de organizar una colección de
textos de distinguidos críticos e intelectuales que en algún u otro momento analizaron
diversos aspectos de La tempestad. Así, de acuerdo al análisis que hacen Bloom y Foster de
los textos críticos de La tempestad más significativos de cada siglo desde su publicación, se
realizará aquí un breve resumen de las principales corrientes críticas frente a la obra de
Shakespeare, empezando por aquellas del siglo XVII. Para empezar, podemos asumir con
absoluta confianza —como lo hacen Bloom y Foster— que Shakespeare habría leído el
ensayo De los caníbales, de Michel de Montaigne, en el que se cuestiona si el canibalismo
que los europeos encontraban en las sociedades indígenas americanas es una característica
suficiente para considerarlos como seres inferiores y «barbáricos». Dicho esto, aunque no
sería correcto hacer un juicio sobre la postura política de Shakespeare, el hecho de que
diversos estudios lingüísticos crean haber encontrado similitudes entre el lenguaje de La
tempestad y el de De los caníbales (Bloom’s Shakespeare…32), pone sobre la mesa la
posibilidad de que Shakespeare, al igual que Montaigne, concibiera a los nativos del Nuevo
Mundo como seres con virtudes humanas ejemplares. Sin embargo, lo anteriormente
mencionado no es más que un análisis contemporáneo de la posible recepción de La
tempestad durante el siglo de su publicación, e, infortunadamente, el más importante y tal
vez el único comentario crítico que se hace de La tempestad durante el siglo XVII viene de
la introducción que John Dryden escribe para The Enchanted Island —adaptación de La
tempestad creada por Sir William Davenant y por el mismo Dryden, que, hasta el siglo XIX
gozaría de más popularidad teatral que la misma obra de Shakespeare—, en la que califica a
The Tempest como una obra que, a pesar de que fue de su agrado, no lo maravilló
completamente (Bloom’s Shakespeare…32). Ya en el siglo XVIII, cuando se contaba con
The Enchanted Island, surgieron numerosas adaptaciones teatrales de La tempestad que
motivaron a que la crítica se acercara más al texto. Así, las preocupaciones principales de
críticos como Alexander Pope y Samuel Johnson se orientaron principalmente hacia
pequeños detalles del texto que podrían mostrar incosistencias con el Folio de 1623, o que
servirían para vislumbrar el genio imaginativo de Shakespeare. Es debido a esto que
durante el siglo XVIII se prepararon versiones de La tempestad que corrigieron errores de
edición presentes desde el siglo anterior y que hicieron uso de nuevas técnicas teatrales para
explotar los posibles efectos audiovisuales de la obra (Bloom’s Shakespeare…56).

El siglo XIX da un paso al costado frente a las ornamentadas representaciones teatrales de


La tempestad, que tan fácilmente se prestan para alterar elementos ambientales de la obra
—además del poco uso que el público hace de la imaginación—, y, por lo tanto, opta por el
análisis crítico del contenido textual y de los personajes. Es de suma importancia el enfoque
crítico que es introducido por Thomas Campbell —crítico y poeta escocés—, cuando
afirma: «Shakespeare, as if conscious that [The Tempest] would be his last [play], and is if inspired to tipify
himself, has made its hero a natural, dignified, and benevolent magician, who could conjure up spirits…
Shakespeare himself is Prospero, or rather a superior genius who commands both Propspero and Ariel. But

the time was approaching when the potent sorcerer was to break his staff» (Bloom’s Shakespeare…72).
Así, por primera vez en la historia de la crítica shakesperiana queda por escrito la idea de la
posible identificación de Próspero con Shakespeare, sobre la que se construirían numerosos
artículos críticos hasta el día de hoy. Además, los textos críticos y creativos que producen
intelectuales como George Bernard Shaw, John Ruskin, y Robert Browning, incluyen ahora
a la religiosidad, la naturaleza de la esclavitud, y la democracia, dentro del acervo de
problemas literarios encontrados en La tempestad.
Finalmente, el análisis crítico de La tempestad en el siglo XX es el más variado de la
historia, haciendo imposible que se generalicen estos cien años de estudio bajo una
categoría amplia. El inicio del siglo tuvo un enfoque principalmente formalista, que trataba
de esclarecer problemas como lo son el del género de la obra, el de las relaciones entre los
personajes, el del uso del simbolismo, etc., pero, al mismo tiempo, surgieron estudios de La
tempestad que intentaron rastrear las diferentes fuentes históricas que Shakespeare podría
haber utilizado para componer su obra. Asimismo, el gran alcance que tendrían los estudios
de Shakespeare durante la segunda mitad del siglo XX llegaría ahora a escuelas críticas
como el colonialismo, el anticolonialismo, el feminismo, y demás, que a su vez
desencadenarían estudios críticos enfocados en examinar la validez de estas diversas
posturas ideológicas frente a La tempestad (Bloom’s Shakespeare…120).

Bibliografia
Fernandez Retamar, R. (2005). Todo Calibán. Bogotá: Ediciones Antropos.
Ruben Dario . (1898). El triunfo de Caliban. Buenos Aires : El Tiempo.
Rodo, J. (1900). Ariel en Sitio web: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/ariel--
0/html/

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