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Habla
El habla es lenguaje verbal, o el proceso de producir voz y sonidos, combinándolos en
palabras que se emiten para comunicarse. El habla hace posible ser muy específico o preciso
cuando se desea comunicar. Porque al oír a una persona resulta más fácil saber lo que desea
cuando habla. Por ejemplo, comprendéis lo que vuestro hijo quiere decir cuando dice “Vamos
a por pizza” o “Vamos al súper”, mejor que si sólo señala el exterior de la casa o el coche.
Cuando es capaz de encargar pizza de pepperoni que esté bien tostadita, sabes exactamente
lo que desea. Al hablar se envían mensajes más específicos y más fácilmente descodificables
que si sólo se señalan con el dedo.
El habla es un sistema difícil de aprender y de usar. El habla implica fuerza, coordinación y
ritmo por parte de precisos movimientos musculares. Implica también la coordinación de
muchos centros cerebrales que primero formulan y después producen el mensaje hablado. Es
el sistema más complejo en términos neurológicos y fisiológicos de cuantos usamos para
comunicarnos. Para que sea útil en la vida diaria, el habla, además, ha de ser entendida con
facilidad.
Si comparamos habla, lenguaje y comunicación en los niños con síndrome de Down, el habla
es con mucho el más difícil de emplear. Con frecuencia comprenden muy bien los conceptos
de comunicación y lenguaje y muestran el deseo de comunicar en edades tempranas. La
mayoría son capaces de comunicarse y de utilizar el lenguaje muchos meses —e incluso años
— antes de ser capaces de usar el habla.
En los primeros años de la escuela primaria, la mayoría de los niños con síndrome de Down
ya están hablando: puede que usen palabras ya combinadas pero no conversaciones largas.
No suelen usar marcadores de palabras o terminaciones de palabras, tienen dificultad con la
gramática y con las frases. Su habla puede ser muy difícil de entender a esa edad. En los
últimos años de la escuela primaria ya usan frases más largas. Aun cuando cometen errores
de articulación, por lo general se les entiende mejor que en edades más tempranas.
Funcionan bien en situaciones sociales pero muestran mayor dificultad con el lenguaje en la
escuela, especialmente en lo que concierne al seguimiento de instrucciones y órdenes y a las
contestaciones relacionadas con temas académicos.
Los niños con síndrome de Down pueden mostrar una amplia variedad de problemas con el
habla y el lenguaje. Muchos tienen ya amplio vocabulario pero tienen dificultad para combinar
las palabras en frases gramaticales. La inteligibilidad del habla varía desde excelente a
ininteligible. Parece que las diferencias están relacionadas con la función neurológica, y
dependen especialmente de si el niño tiene dificultad para combinar y secuenciar los sonidos
en forma de palabras, algo que también se conoce con el nombre de apraxia verbal. Algunos
niños hacen también sonidos extra como son aclarar la garganta o ruidos guturales que
llaman la atención sobre sí mismos pero que interfieren con la comunicación.
En los años de la adolescencia, la mayoría de los adolescentes con síndrome de Down usan
frases y tienen conversaciones. A menudo, sin embargo, sus conversaciones son cortas
porque tienen dificultad para saber qué decir en relación con temas específicos. Las
conversaciones pueden parecer también dispersas e irregulares, algo que está relacionado
con la capacidad para mantenerse en un tema. Los niños que han tenido experiencias de
inclusión e integración, en la escuela o en la comunidad, parece que se manejan mejor en las
habilidades del lenguaje, pero la inteligibilidad del habla continúa siendo un problema. En los
últimos años de la escuela primaria y en los primeros de la enseñanza media, las dificultades
de fluidez pueden sumarse a los problemas del habla.
Una clave importante en el desarrollo de un habla comprensible es desarrollar las habilidades
de los movimientos bucales (motricidad oral) que son necesarios para hablar. Conforme tu hijo
se desarrolla y madura, habréis de trabajar los movimientos bucales y el habla mediante
ejercicios y práctica. La mayor parte de este trabajo se ha de realizar en casa, si es posible
bajo la guía y supervisión de un especialista en lenguaje. La mayoría de los niños con
síndrome de Down necesitarán tratamientos de terapia del lenguaje a largo plazo durante su
niñez. Conforme mejoren sus habilidades de la motricidad oral, así como las de planificación y
producción del habla, mejorará la inteligibilidad de su habla. La investigación ha demostrado
que el habla puede seguir mejorando a lo largo de la adolescencia, la juventud y la adultez; y
que también en estas etapas puede ser útil la terapia del lenguaje para seguir mejorando el
habla.
La inmensa mayoría de los niños con síndrome de Down llegan a utilizar todos los canales de
comunicación para transmitir sus mensajes. En general y desde su más tierna edad, señalan y
hacen gestos, usan las expresiones faciales, saben imitar. Para cuando tienen tres o cuatro
años, en general articulan al menos una cierta habla con significado que los miembros de la
familia llegan a entender. Al principio de su decena de años, habrá un amplio margen de
habilidades del habla. La mayoría de los adolescentes hablan lo suficientemente bien como
para enviar mensajes importantes a sus interlocutores familiares. Emplean frases y tienen
cortas conversaciones. Algunos de estos adolescentes hablan con fluidez e inteligibilidad y
mantienen largas conversaciones. Si uno de estos adolescentes tiene otras alteraciones,
como pueden ser el autismo o la apraxia infantil del lenguaje, estos problemas afectarán a las
habilidades del lenguaje y el habla. Estas habilidades siguen desarrollándose durante la
adultez. Los trabajos, los viajes, las aficiones y las relaciones: todo ello contribuye a mejorar
las destrezas lingüísticas.
Nuestro objetivo es que el niño desarrolle su lenguaje y use el habla como sistema principal
de comunicación en su vida cotidiana. Como ya se ha mencionado, la mayoría de los niños
con síndrome de Down comprenden y utilizan el lenguaje muchos meses e incluso años antes
de que sean capaces de utilizar el habla como su principal sistema de comunicación. Aunque
la mayoría estará utilizando al menos algo de habla para cuando entran en jardín de infancia,
muchos lo pasarán mal para hacerse entender. Y hemos de aceptar que un pequeño
porcentaje de niños y adolescentes con síndrome de Down no desarrollarán un habla que
pueda entenderse y que sirva de apoyo para la comunicación en la escuela y en la vida diaria.
Esta es la razón de por qué utilizamos el lenguaje de signos, los tableros de comunicación, los
pictogramas, y otros instrumentos de comunicación que permiten al niño que tiene problemas
hacer llegar su mensaje, de modo que siga comunicándose con la gente que le rodea.
Nosotros utilizamos siempre el abordaje de Comunicación Total, proporcionando modelos de
habla al niño incluso cuando todavía no es capaz de utilizar el habla para responder. Lo que
queremos es que el niño siga desarrollando el lenguaje.
Vuestro hijo necesita un sistema de comunicación que pueda manejarse en cada edad y
etapa. Por lo general, eso será el habla; pero para algunos niños y en ciertas etapas, puede
que el habla haya de ser completada mediante tecnología de apoyo (comunicación
aumentativa / alternativa CAA), tal como queda descrita en el capítulo 11 de nuestro libro
mencionado al principio del artículo.
Es necesario proporcionar información y recursos a los padres de niños de entre 6 a 14 años,
y a los profesionales que se relacionan con ellos. Para los niños con síndrome de Down de
edades comprendidas en este grupo. las necesidades de comunicación se vuelven más
complejas. El lenguaje ha de servir de apoyo al aprendizaje del niño y también para sus
relaciones con los demás. El niño tiene que saber pedir y ofrecer ayuda. Su círculo de
amistades y conocidos se amplía, y tiene que saber comunicarse con todas esas personas de
forma que le entiendan. Ha de saber interpretar lo que le dicen los otros y decidir cómo
reaccionar. Tiene que saber proporcionar y pedir información; dar u obedecer instrucciones.
En resumidas cuentas, las habilidades de lenguaje y habla han de servir de soporte en la vida
de cualquiera. Estas habilidades tienen que ayudarnos a hacer lo que queremos hacer y
ayudarnos a preguntar lo que necesitemos preguntar. Han de servir de apoyo en la vida del
niño tanto en casa como en la escuela o la comunidad. Y éste es un objetivo ambicioso,
aunque para alcanzarlo, vuestro hijo necesitará ayuda. La más eficaz provendrá de la propia
familia, de quienes pasáis más tiempo con el niño.
Si habéis leído y seguido las instrucciones de nuestro libro antes citado, o habéis trabajado
con algún logopeda o asistido a algunos talleres sobre las habilidades de la comunicación, es
muy probable que ya contéis con una buena base para seguir trabajando con estas
habilidades ahora que vuestro hijo ha ido creciendo y está en edad escolar. Tal vez notéis que
el niño experimenta algunos episodios pasajeros de pérdida auditiva, y que no oye las
palabras con claridad. Pero posiblemente habréis aprendido a enfatizar determinadas
palabras y, en general, a hacerle destacable el lenguaje importante de su entorno. Tal vez ya
hayáis aprendido a hacer ejercicios para fortalecer los músculos de los labios, la lengua y la
mandíbula; o hayáis recurrido a practicar (mediante ensayos o guiones) las situaciones de
comunicación en que sepáis va a encontrarse vuestro hijo, o a darle pistas e indicaciones,
según las necesidades. Y seguramente habréis aprendido a utilizar el punto fuerte de las
habilidades visuales de vuestro hijo para ayudarle en su aprendizaje.
Y es muy posible que ya hayáis trabajado con un logopeda cuando el niño estaba en
intervención temprana o preescolar. La mayoría de los niños con síndrome de Down siguen
necesitando los servicios de un logopeda en los primeros años de la escuela elemental, y son
muchos los que siguen recurriendo a estos servicios en su primera decena y posteriormente.
Los niños con síndrome de Down tienen factores de riesgo que les dificultan más el habla y el
lenguaje. La logopedia es esencial para la mayoría de ellos, pues logra elevar al máximo sus
capacidades comunicativas. La logopedia (también llamada fonoaudiología) es la evaluación y
el tratamiento especializados de las dificultades de comunicación, lenguaje y habla. Un buen
programa de logopedia para un niño con síndrome de Down deberá:
a) ser proporcionado por un experto cualificado;
b) nestar diseñado individualmente para vuestro hijo;
c) ser global y abarcar todas las áreas precisas;
d) recurrir a las prácticas óptimas ―a los métodos que ya se hayan usado con éxito con otros
niños―;
e) educar e incluir a vuestra familia, de manera que la práctica se convierta en parte de la vida
cotidiana y no se limite a las sesiones de logopedia.
El logopeda posee los conocimientos profesionales necesarios para ayudar al niño a adquirir y
perfeccionar sus habilidades comunicativas. Sin embargo, la familia (incluyendo a los
hermanos y demás parientes), los profesores, los profesionales de la educación especial, los
terapeutas ocupacionales y los fisioterapeutas, los amigos y los miembros de la comunidad
habrán de participar también para que la comunicación del niño llegue a ser un éxito. El
lenguaje es parte de la vida diaria y ha de practicarse y reforzarse como parte de la vida
cotidiana. Aunque el niño tenga que aprender las habilidades en las sesiones de logopedia, la
práctica de la comunicación tiene que continuar en la vida real: Esto es lo que importa.
Por desgracia, en la mayoría de los colegios los padres nunca o rara vez observan las
sesiones de logopedia. Se basan en los informes del logopeda, que tal vez sólo les lleguen
una vez al año. Cuando a la familias se la mantiene al margen de este modo, los niños y
adolescentes con síndrome de Down reciben pocos o ningún beneficio de las sesiones de
logopedia.
La comunicación tiene que ser bidireccional: entre la escuela y la casa y entre la casa y la
escuela. Tanto los padres como los logopedas necesitan tener información continua para
ayudar a los niños a aprender las habilidades de habla y de lenguaje, a practicarlas y a
generalizarlas, de manera que los niños usen de verdad estas habilidades en su vida diaria.
Las familias tienen que participar en el tratamiento del habla y del lenguaje con niños
mayores.
Cuando Kyle, que tiene seis años, está en casa entiende lo que dicen sus padres y entiende
muy bien sus indicaciones. Pero cuando está en la escuela, donde hay ruido de fondo, tiene
dificultades para seguir las instrucciones y a veces sale corriendo y se esconde debajo del
pupitre. La profesora dice que Kyle tiene un problema de conducta.
Devon, de 8 años, es un buen lector, pero cuando se le pregunta cómo se llaman dos
hermanos, tiene que esforzarse para decir sus nombres. Es capaz de señalar sus fotos en un
álbum. Cuando su madre escribió los nombres bajo las fotos, Devon fue capaz de leer sus
nombres; sin embargo, no siempre puede pronunciarlos. En casa, cuando quiere llamar a su
hermano dice "mano" en vez de "hermano". Para llamar a su hermana dice "Ti" en vez de
Tina.
Lila, de 9 años, a veces puede decir una frase entera y lo hace muy bien; sin embargo nunca
es capaz de repetirla. Cuando su mamá intenta que Lila repita las palabras, a la niña le resulta
muy difícil, y no es infrecuente que termine llorando y saliendo de la habitación. Su madre
dice, "Sé que puede hacerlo mejor, pero es que ni lo intenta."
Allen, de diez años, tiene excelentes habilidades sociales. Siempre que viene gente a casa, él
se encarga de hacer las presentaciones, recordando los nombres correctamente y
pronunciándolos con claridad. Pero cuando intenta contar a sus padres algo que ha sucedido
en la escuela, no es capaz de transmitir lo que pasó, ni quiénes intervinieron o por qué está
molesto. Esto resulta muy frustrante, tanto para Allen como para sus padres.
El habla de Brian siempre ha sido difícil de entender. En cuarto grado, empezó a retraerse
cuando se encontraba en reuniones sociales. Él lo intentaba, pero la combinación de la
hipotonía de sus músculos faciales, sus dificultades para secuenciar sonidos y su tartamudez
hacían que su habla resultara muy difícil de entender. A Brian se le evaluó para proporcionarle
un aparato de comunicación aumentativa y alternativa (CAA). Cuando el niño aprendió a
utilizar este sistema, fue capaz de comunicarse mejor tanto en la escuela como en casa. Este
sistema cuenta con un sintetizador de voz, que "habla" electrónicamente en lugar de Brian,
una vez que él ha formulado un mensaje. Brian empezó a interactuar más con los demás
niños y se unió a un club de fans deportivos de su escuela.
Jennifer, de trece años, tiene unas habilidades de comprensión del lenguaje y unas
habilidades de lectura adecuadas para su edad. Posee un amplio vocabulario y se expresa
con frases largas y gramaticalmente correctas. Aunque los demás casi nunca tienen
problemas para entenderla, a veces habla muy deprisa o en un tono demasiado alto, y su
habla puede sonar ligeramente automática. Las subidas y bajadas de su tono y la cadencia
de su voz suenan un poco "raras", lo que a veces provoca que los demás se queden más
pendientes de su forma de hablar que de lo ella está diciéndoles.
Michelle es una chica de 14 años a quien le encanta hablar y que además tiene muchas cosas
que decir. Habla por teléfono con sus amigos y con su hermana en el colegio. También se
mantiene en contacto con ellos por medio del correo electrónico. Le encanta salir de compras
y le gustan las manualidades; en su comunidad pertenece a un club donde hacen bisutería y a
otro donde hacen repostería. A veces su conversación es inconexa y parece inacabable, y va
cambiando de tema frecuentemente. Aunque Michelle es muy sociable y comunicativa, no
siempre capta cuándo sus interlocutores se están cansando de la conversación o están
teniendo que hacer esfuerzos para seguirla.
Todos los niños de estos ejemplos tienen síndrome de Down. Y habréis notado que tienen
algún tipo de dificultad con el habla y/o con el lenguaje, aunque sus habilidades de
comunicación sean muy diversas entre sí. Esto viene a avalar el hecho de que no existe un
único "perfil del síndrome de Down" en lo que respecta a las habilidades comunicativas.
Existe una amplia gama de habilidades comunicativas en los niños con síndrome de Down en
edad escolar. Algunos niños y adolescentes tienen unas habilidades de comprensión del
lenguaje excelentes; son capaces de procesar, de integrar y de formular los mensajes, y su
habla se entiende con facilidad. Otros tienen más dificultades para entender las indicaciones y
los mensajes más complejos de la escuela, sin embargo entienden mejor las cosas en casa y
en su comunidad, porque ahí se usa un lenguaje menos formal y hay más pistas contextuales
(ambientales). A otros les cuesta mucho entender la información auditiva, pero responden bien
a las direcciones escritas o en imágenes. Otros tienen un habla que resulta muy difícil de
entender. Y la mayoría tiene una combinación de dificultades de habla y lenguaje.
En todos estos niños, las dificultades con el habla y el lenguaje son mayores de lo que cabría
esperar de su nivel cognitivo. En el proceso de la comunicación, casi siempre entienden más
de lo que son capaces de expresar. Es decir, su comprensión y su lenguaje receptivo son
superiores a su lenguaje expresivo. Las modalidades de salida ―el habla y la escritura― les
resultan más difíciles que las modalidades de entrada ―comprensión y lectura―.
¿Por qué tienen más dificultades con el habla y con el lenguaje? ¿Qué es lo que sabemos y
qué podemos hacer para ayudarles a comunicarse mejor? Durante los últimos 30 años,
hemos aprendido mucho sobre sus habilidades de habla, lenguaje y comunicación. Vamos a
revisar parte de la información más relevante descubierta por los investigadores sobre los
tipos y las causas de las dificultades en sus habilidades comunicativas. Esto no significa que
vuestro hijo haya de tener todos los problemas que voy a describir, sino que posiblemente
tendrá algunos de ellos. Es muy importante identificar las áreas en las que tiene dificultades, y
cuáles son las que están afectando el desarrollo del habla y del lenguaje. El primer paso para
tratar las dificultades de un niño consiste en identificarlas. El tratamiento siempre ha de ser
individualizado, y ha de basarse en los puntos fuertes y en las dificultades de cada niño.
Dependiendo de las necesidades de vuestro hijo, habrá que recurrir a unas técnicas y a una
información específica que le ayuden a progresar al máximo en el desarrollo de su
comunicación.
Como ya hemos dicho, no existe un perfil único de persona con síndrome de Down en lo que
respecta a estas habilidades, sino una amplia variabilidad en lo referente al desarrollo del
habla y del lenguaje. Por ejemplo, algunos niños pueden decir sus primeras palabras a los 9
meses y otros a los 7 años, y empiezan a combinar dos palabras en un rango de edad que va
desde los 18 meses a los 11 años. Sin embargo, sus puntos fuertes y débiles casi siempre
implican una combinación de ciertas áreas de la comunicación. Lo que varía mucho es el
número y el alcance de las dificultades de cada niño en particular.
No desarrollan al mismo nivel todas las áreas del lenguaje, ni alcanzan el mismo nivel en
todas ellas. Esto da lugar a lo que los logopedas denominan asincronía de las habilidades de
lenguaje; es decir, algunas habilidades andan más avanzadas que otras.
Puntos fuertes relativos
Es posible que estéis habituados a escuchar cómo se compara el desarrollo de vuestro hijo
con el de los niños de la población ordinaria en los test de habilidades académicas. Por
ejemplo, los especialistas usan "normas" para determinar cómo se compara vuestro hijo con el
nivel medio de las habilidades correspondientes a su edad cronológica. Por eso pueden decir
que un niño está por debajo de la media o que tiene un año de retraso en su vocabulario,
según las puntuaciones obtenidas en el test. Pero hay otra forma de describir el desarrollo de
vuestro hijo comparándolo consigo mismo en varias áreas de su desarrollo. Por ejemplo,
podréis oír que el niño tiene un punto fuerte relativo en lectura, comparado con las
matemáticas. Esto no significa necesariamente que su nivel de lectura esté en el promedio o
por encima de él, sino que sus habilidades de lectura son superiores a sus habilidades en
matemáticas.
En el lenguaje, señalar los puntos fuertes y débiles relativos se denomina a
veces referenciación intralingüística; esto consiste en comparar el funcionamiento del lenguaje
en un área, como puede ser el vocabulario, con el funcionamiento en otra área, como por
ejemplo la morfosintaxis (gramática). Así, el logopeda dirá en su informe que el vocabulario es
un punto fuerte relativo en vuestro hijo de 8 años, si el niño ha puntuado al nivel de siete años
en vocabulario y al nivel de cinco años en morfosintaxis. O sea, que, comparándolo con las
dificultades que el niño tiene con la gramática, el vocabulario es uno de sus puntos fuertes.
Los tres puntos fuertes relativos más comunes en la comunicación de los niños con síndrome
de Down son:
el vocabulario;
la pragmática; y
el aprendizaje visual de las habilidades comunicativas.
a) El vocabulario
El vocabulario o la semántica, es decir, el entender el significado de las palabras y usarlas
adecuadamente, suele ser un punto fuerte relativo en los niños con síndrome de Down, y
pueden seguir aumentando su vocabulario durante toda la vida. Cuanta más experiencia vaya
teniendo, más palabras irá aprendiendo. No hay límite ni techo para la ampliación del
vocabulario, y la adquisición de nuevas palabras y nuevos conceptos habrá de seguir siendo
un objetivo tanto en la infancia como en la edad adulta. Entre estas personas existe una
amplia variedad con respecto a su nivel de vocabulario. Muchos adolescentes y adultos tienen
un vocabulario rico y variado, mientras que otros lo tienen más limitado.
También sabemos que suelen tener un desarrollo del vocabulario más avanzado que su
desarrollo gramatical. La diferencia entre estos dos tipos de desarrollo se acentúa a medida
que los niños van creciendo. Es decir, que el vocabulario avanza y se amplía, mientras que la
gramática suele quedarse más estancada.
b) La pragmática
La pragmática o el uso social del lenguaje, es otra de las áreas que suele ser un punto fuerte
relativo. La pragmática incluye habilidades como son el uso adecuado de los saludos y la
comprensión de las reglas no escritas de la conversación (por ejemplo, que no debemos
hablar todos a la vez sino aguardar nuestro turno). Con práctica y experiencia, los niños con
síndrome de Down suelen desenvolverse bien en estas áreas. También, por lo general,
aprenden a formular sus mensajes dependiendo de los interlocutores a quienes se dirijan. Por
ejemplo, aprenden a hablar con sus profesores usando unas estructuras sintácticas y un
vocabulario distintos de los que usarían si estuvieran hablando con un primito de dos años.
Además, a la mayoría se les dan bien los aspectos no verbales de la pragmática, o sea, el uso
de los gestos y de las expresiones faciales para hacer que los demás les entiendan. Les
resultan más difíciles otras áreas de la pragmática, como hacer preguntas, pedir aclaraciones
o quedarse en el tema que se esté tratando. Sin embargo, y con la ayuda de los padres y los
logopedas, suelen progresar bien en estas áreas. Es esencial que trabajéis las habilidades de
comunicación social con vuestro hijo, ya que ellas favorecerán enormemente su inclusión en
la comunidad.
c) Aprendizaje visual
El aprendizaje visual de las habilidades comunicativas es también uno de los puntos fuertes.
Generalmente les resulta más fácil aprender a través de lo que ven y experimentan, mediante
pistas e indicaciones visuales, fotos, etc., que de lo que escuchan. De hecho, se ha
demostrado que les resulta especialmente difícil seguir indicaciones y nombrar imágenes
cuando el estímulo es la palabra hablada (el estímulo verbal), y que les resulta más fácil leer
las palabras o las indicaciones. Por ejemplo, si el profesor dice "señala la puerta y la ventana",
al niño le costará más seguir esas indicaciones que si las viera por escrito.
La dificultad con el aprendizaje auditivo y el punto fuerte con el aprendizaje visual hacen que
la utilización de signos, los sistemas de comunicación por medio de imágenes y los
organizadores visuales, sean todos métodos y estrategias valiosas para ayudarles a aprender.
Puntos débiles relativos
Las dificultades que tienen con el habla y con el lenguaje dependen de las enfermedades
anatómicas, fisiológicas y psicológicas con las que se estén enfrentando, aparte de su propio
síndrome de Down. Por ejemplo, los niños que tienen crónicamente fluido en el oído medio,
con la consiguiente pérdida auditiva, tienden a tener dificultades con el lenguaje relacionadas
con las fluctuaciones de su audición. Los que tienen hipersensibilidad al tacto en la zona que
rodea la boca tendrán más dificultades para aprender la necesaria colocación de los labios, de
los dientes y de la lengua para articular los sonidos. Los que tienen un diagnóstico dual de
síndrome de Down y trastorno del espectro autista, posiblemente tendrán ciertos problemas
que los demás niños con síndrome de Down no tienen en lo que respecta a la interacción
social del lenguaje (pragmática). De manera que existen muchas combinaciones posibles de
puntos fuertes y débiles relativos.
Los niños con síndrome de Down en edad escolar suelen tener, entre otras, las siguientes
dificultades con las habilidades comunicativas:
6. Conclusión
Ya vemos la complejidad de los problemas que dificultan el desarrollo del lenguaje y el habla
en los niños y adolescentes con síndrome de Down. ¿Por qué ocurren? Lo analizaremos en el
siguiente artículo del mes que viene. Y más adelante expondremos las estrategias más
adecuadas para afrontarlos.