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Por una Pedagogía más allá del paradigma del sujeto víctima

Entrevista a Jorge Blandón. Corporación Cultural Nuestra Gente.


Por: Martha Cecilia Herrera
Profesora Universidad Pedagógica Nacional
6 de enero de 2017

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Martha: Bueno estamos aquí con Jorge Blandón de la Corporación Cultural Nuestra Gente de
Medellín. Hola Jorge, hablando de las políticas públicas de memorias oficiales que enfatizan sólo
los eventos en que los sujetos han sido afectados por la violencia política, estamos interesados en
recoger otras experiencias sobre lo que las comunidades han hecho, hombres, mujeres, niños,
niñas, para desmarcarnos de pensar las subjetividades unicamente desde la victimización.

Para eso queremos que nos cuentes las experiencias que habido, en el Salado que fue en un lugar
de masacres de paramilitares donde los sujetos y las poblaciones de allí han tenido experiencias
que muestran que los sujetos somos mucho más que victimas, Jorge cuéntanos.

Jorge: Bueno quiero abordar la pregunta primero, desde el territorio, segundo desde los
imaginarios. Primero desde el territorio, mencionar que estamos en la vereda La Oculta, donde se
desarrolló una novela muy importante por parte de un autor colombiano (Facio Lince) que habla
de esas memorias y de este territorio. Pero también del territorio que establecen las imágenes, las
emociones, los imaginarios y, qué bueno poder dialogar sobre estas preocupaciones.

Creo que la memoria de los sujetos tiene que ser reconocida y valorada desde la dimensión
compleja que tiene la humanidad y creo que en esa medida la memoria debe ser valorada, debe
ser reescrita, a su vez, por esas mujeres y hombres que han vivido y que digámoslo también han
padecido pero también en algunos otros momentos han gozado, pues aún en medio de la tragedia
las comunidades han logrado reconfigurar también todo este dolor.

A mi me ha parecido que lo que han venido haciendo las mujeres y los hombres en Colombia en
muchos lugares del país es reconfigurar el sentido de la memoria, es poder dialogar entre ellos,
encontrar las propias salidas en ellos, en sus territorios, en sus comunidades.

Entender que las comunidades han sido violentadas, que esos territorios han sido invadidos, que
han intentado ser colonizados, precisamente por unas fuerzas del poder que están siempre en la
búsqueda de capturar no solo el sueño de la gente, sino también las pocas pertenencias de la
gente. Y en medio de ese dolor y de esa tragedia, a mi me ha sorprendido mucho lo que ha
ocurrido en Montes de María.

Reconociendo y valorando las expericiencias que hay en la gente de Montes de María, los
procesos de comunicación, los procesos de memoria, los procesos artísticos, los procesos
culturales que se han dado allí.

Una vez escuchando al arquitecto Simón Hosie en una conferencia que compartía con nosotros en
uno de los eventos en el país, hablaba que ellos lograron encontrar en la gente, en un territorio
mancillado, en un territorio violentado, esa comunidad que dice: no nos vamos del territorio!!

Aún en medio de esa tragedia, en medio de esas cosas que nos han hecho los actores de la guerra,
que nos han hecho ese monstruo de tres cabezas que hay en Colombia, que genera la guerra, será
también desde ahí donde las comunidades logran hablar.

Entonces lo primero que me sorprendió es como esa comunidad del Salado decide borrar las
líneas de esa placa polideportiva donde fueron masacradas más de 100 personas y, borrarlo, es
literal, es decir, quitar la pintura, y aquello queda como un piso completamente limpio, blanco,
donde ellos puedan volver a reescribir sus historias, donde ellos puedan volver a resignificar el
sentido de humanidad que aún tienen ellos.

Eso es absolutamente doloroso pero tambien guarda en sí mismo una potencia de la dignidad
humana de estas mujeres y hombres, entonces creo que recoger experiencias como estas tienen
mucho sentido.

Lo otro que nos contaba Simón Hosie, tambien, era lo que ocurria alli en Montes de María en ese
Salado (Sur de Bolívar) en donde él comienza a lograr hacer como una hibridación entre la silla
mecedora y las hamacas, y reconfigura un nuevo concepto de un lugar del descanso, de un lugar
donde la gente puede aposentarse y aposentarse es sentarse a la contemplacion, sentarse al lugar
del cuidado, al lugar del amigo, al lugar del otro con el que puede dialogar, e inventa las amadoras
(sillas). Esas amadoras son una maravillosa esencia de resignificacion del dolor, cómo amarnos,
cómo lograr encontrar en un lugar para el descanso un espacio para la memoria del sujeto

Pero el sujeto lleno de alegria, el sujeto potente, el sujeto vigoroso que está en una comunidad de
cuyo dolor no queremos seguir hablando más, sino que lo que queremos es reconocer y valorar a
esas mujeres y hombres en la potencia, en la fortaleza que tienen estas comunidades.

Creo que es hacia esos sujetos que tenemos que ser capaces de llevar la mirada, al sujeto que
resignifica su propio dolor y creo que el papel del Estado tiene que estar ahí, reconocer y valorar
las fortalezas de esos territorios, de esas comunidades, no es que nos sigan viendo como seres
sonnolientos si no que nos vean como seres soñadores, como seres capaces de trasnformar
nuestra propia realidad, seres potentes vitales absolutamente capaces de disponer de nuestra
propia existencia.
MARTHA: Desde el punto de vista educativo cuáles son las enseñanzas y los aprendizajes que
tenemos respecto a ese tipo de experiencias.

JORGE: Bueno, yo creo que hay muchas y son muy valiosas yo que recuerde una que a mi me me
saco como una profunda angustia y es lo que significa el castigo en una sociedad y cuanto conoci a
Gabriel latorre un hombre de bucaramanga que desarrollaba un proyecto que se llamaba museo
del nunca jamas y es ir recogiendo en boces de niñas y niños los objetos del castigo, los objetos
del horror, objeto que tienen que ver como una familia maltrata a un niño con el pensamiento de
que solo asi se levante, de que solo asi se educa, una educacion en colombia pensada que la letra
entra con sangre y ahí entonces es cuando uno se da cuenta de esos objetos del horror, de esos
objetos que absolutamente lo que hacen es condenar a una niña o a un niño es quitarle la libertad,
es negarle el espacio de expresion, es imponerle el yugo es imponerle la cadena y creo que en esa
medida tambien entonces la educación tiene que ser liberadora una educación que permita que
sea la palabra.

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