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INTRODUCCION

El presente trabajo tiene como finalidad principal, indagar sobre el tema “control de
emociones” que se divide en distintos apartados. El primer aparado temático aporta varias
definiciones conceptos y concluye con un resumen de los aspectos más importantes y
destacados.
Las emociones se han estudiado, principalmente, por el papel adaptativo que han jugado
a través de la evolución del hombre.
Gracias a las emociones se produce una activación que nos proporciona la energía
necesaria para responder, rápidamente, a un estímulo que atente a nuestro bienestar
físico o psicológico, permitiendo así, nuestra supervivencia.
Sin embargo, en los últimos años, se ha descubierto que las emociones pueden ser,
también, perjudiciales para la salud, influyendo en la contracción de ciertas
enfermedades, perdiendo, en este sentido, su valor adaptativo.
Pensar, actuar y sentir son las tres acciones que integran la personalidad del ser humano y
lo definen en esencia. El estudio de la emotividad es, por tanto, un aspecto fundamental
para entender el comportamiento de los sujetos y poder interpretar su manera de actuar.
La tristeza, la alegría, el resentimiento, la vergüenza, la soledad, la impotencia, la
melancolía, la compasión, la atracción, el enamoramiento... todas estas sensaciones son,
casi seguro, experimentadas por cada sujeto a lo largo de su vida. Son emociones que nos
separan y nos unen unos con otros, que nos hacen entrar en conflicto, que nos hacen
disfrutar, pero también padecer.
Se puede decir, que las emociones no son entidades psicológicas simples, sino una
combinación compleja de aspectos fisiológicos, sociales, y psicológicos dentro de una
misma situación polifacética, como respuesta orgánica a la consecución de un objetivo, de
una necesidad o de una motivación.
Las emociones también actúan como depósitos de influencias innatas y aprendidas, y
poseen ciertas características invariables y otras que muestran cierta variación entre
individuos, grupos y culturas (Levenson, 1994).
OBJETIVO
OBJETIVO GENERAL:
El objetivo principal a desarrollar en este trabajo es:

 Desarrollar a profundidad el tema “control de emociones”.


MARCO TEORICO
LAS EMOCIONES:
Son reacciones naturales que nos permiten ponernos en alerta ante determinadas
situaciones que impliquen peligro, amenaza, frustración, etc.
Se entiende por emoción el conjunto de reacciones orgánicas que experimenta un
individuo cuando responden a ciertos estímulos externos que le permiten adaptarse a una
situación con respecto a una persona, objeto, lugar, entre otros.
La palabra emoción deriva del latín emotio, que significa “movimiento”, “impulso”.
La emoción se caracteriza por ser una alteración del ánimo de corta duración pero, de
mayor intensidad que un sentimiento. Por su parte, los sentimientos son las
consecuencias de las emociones, por ello son más duraderas y se pueden verbalizar.
Las emociones son las causantes de diversas reacciones orgánicas que pueden ser de tipo
fisiológico, psicológico o conductual, es decir, son reacciones que pueden ser tanto
innatas como estar influenciadas por las experiencias o conocimientos previos.
Dichas reacciones orgánicas que generan las emociones se encuentran controladas por el
Sistema límbico, compuesto por varias estructuras cerebrales que controlan las respuestas
fisiológicas. Sin embargo, una emoción también puede producir un comportamiento que
puede ser aprendido con anterioridad como, una expresión facial.
Asimismo, Charles Darwin presumió que expresiones faciales expresan diversas
emociones que, en general, son muy similares en todos los seres humanos. Incluso,
determinó que las conductas de las emociones evolucionan según sus posturas o
movimientos.
Por otra parte, existen otras teorías de la emoción también enmarcadas en la fisiología,
psicología o conducta del ser humano y animal. Entre las teorías más destacadas están las
realizadas por James-Lange, Cannon-Bard, Schachter-Singer, James Papez, entre otros.
No obstante, también cabe mencionar que la Neurociencia afectiva, término dado por J.A.
Panksepp, es una rama de la neurociencia que se encarga de estudiar los componentes
neurológicos de las emociones, los procesos afectivos y el estado de ánimo en los seres
humanos y animales.
¿Cómo funcionan las emociones?
En cada instante experimentamos una forma particular de percibir y manifestarnos. El
estado emocional varia a lo largo del día en función de lo que nos ocurre y de los
estímulos que percibimos.
Las emociones son experiencias muy complejas y para expresarlas utilizamos una gran
variedad de términos, además de gestos y actitudes. De hecho podemos utilizar todas las
palabras del diccionario para expresar emociones distintas y, por tanto, es imposible hacer
una descripción y clasificación de todas las emociones que podemos experimentar.

En el lenguaje cotidiano, expresamos nuestras emociones dentro de una escala (como el


atlas de las emociones presentado por Paul Ekman y Daniel Lama). En ella juzgamos como
positivo-negativo y en magnitudes variables, como “me siento bien”, “me siento muy
bien”, “me siento extraordinariamente bien” (intensidades o grados del polo positivo) o
“me siento mal”, “me siento muy mal”, “me siento extraordinariamente mal”
(intensidades o grados del polo negativo).
Según sea la situación que provoca la emoción, escogemos una palabra u otras como
“amor”, “amistad”, “temor”, “incertidumbre”, “respeto”, ect. Que, además, señala su
signo (positivo o negativo). Y según sea la intensidad de la emoción escogemos palabras
como “nada”, “poco”, “bastante”, “muy”, etc. Y asi componemos la descripción de una
emoción decidimos, por ejemplo, “me siento muy comprometido” (positiva) o “me siento
un poco defraudado” (negativa).
En consecuencia, podemos reconocer en toda emoción dos componentes bien
diferenciados. Por un lado, un componente cualitativo que se expresa mediante la palabra
que utilizamos para describir la emoción (amor, amistad, temor, inseguridad, etc.) y que
determina su signo positivo o negativo. Por otro lado toda emoción posee un componente
cuantitativo que se expresa mediante palabras de magnitud (poco, bastante, mucho, gran,
algo, etc.) tanto para las emociones positivas como negativas.
La complejidad con la que podemos expresar nuestras emociones nos hace pensar que la
emoción es un proceso multifactorial o multidimensional. Uno siempre tiene la impresión
de que le faltan palabras para describir con precisión sus emociones.
Pero debajo de esta complejidad subyacente, un factor común de todas las emociones:
cada emoción expresa una cantidad o magnitud en una escala de positivo / negativo. Así
experimentamos emociones que juzgamos como negativos y positivas en grados variables
y de intensidad diversa. Podemos experimentar cambios de intensidad emocional brusco
o graduales bien hacia lo positivo o bien hacia lo negativo. Es decir, toda emoción
representa una magnitud media a lo largo de un continuo, que puede tomar valores
positivos o negativos.

SALUD Y ENFERMDAD:
Se puede definir enfermedad como una alteración mas o menos grave en la fisiología o
funcionamiento del cuerpo, y se pude definir salud estar libre de enfermedad, pero para
nuestro efecto, la enfermedad no es únicamente dolor y la salud no es únicamente
ausencia de enfermedad sino un proceso complejo de adaptación en el que confluyen
factores biológicos, psicológicos y sociales.
La salud del hombre es un proceso complejo sustentado sobre la base de un equilibrio
entre factores biopsicosociales. Lograr que el hombre se adapte a su medio implica la
mantención de la adecuada sincronización de las funciones de los sistemas de su
organismo y en caso del surgimiento de un desbalance, esta adaptación depende del
restablecimiento de ese equilibrio (López, 1999).
La enfermedad afecta tanto al cuerpo como a la mente y ante todo debemos aceptarla y
cada cual debe tomar la dirección y la responsabilidad de su salud.
¿CÓMO UNFLUYE LAS EMOCIONES EN NUESTRA SALUD?
El miedo ansiedad, la ira, la tristeza-depresión y el asco son reacciones emocionales
básicas que se caracterizan por una experiencia afectiva desagradable o negativa y una
alta activación fisiológica. Las tres primeras son las emociones más estudiadas en relación
con el proceso salud-enfermedad.

En un primer momento, las emociones se consideran adaptativas y dependerán de la


evaluación que la persona haga del estímulo, es decir, del significado que le dé a este, y de
la respuesta de afrontamiento que genere. Existen estímulos emocionales objetivamente
perturbadores que pueden no dejar secuelas, y al contrario, otros estímulos emocionales
aparentemente inocuos pueden llegar a ocasionar un daño más o menos importante. La
diferencia entre las dos posibilidades estriba en la percepción que cada persona tiene de
esos estímulos.

Dependiendo de esa percepción, puede surgir una respuesta desadaptativa, es decir,


permanecemos indefinidamente enfadados, tristes, ansiosos o aterrados, una vez
desaparecido el estímulo inicial; con el consiguiente sobreesfuerzo, insostenible en el
tiempo, y un sobrecoste en forma de trastorno de la salud, física y mental.

Hay varias explicaciones por las que un elevado estado de emocionalidad negativa puede
tener consecuencias para la salud:

 Al experimentar ira, tristeza, ansiedad o depresión de manera intensa, tienden a


producirse cambios de conducta que hace que abandonemos hábitos saludables
como la alimentación equilibrada, el ejercicio físico o la vida social y los
sustituyamos por otros como el sedentarismo o la adicciones (tabaco, alcohol) para
contrarrestar o eliminar estas experiencias emocionales.

 Las reacciones emocionales prolongadas en el tiempo mantienen niveles de


activación fisiológica intensos que pueden deteriorar nuestra salud si se cronifican:
la activación del sistema nervioso autónomo con elevación de la frecuencia
cardíaca, hipertensión arterial, aumento de la tensión muscular, disfunción central
de la neurotransmisión, activación del eje hipotalámico-hipofisario-
corticosuprarrenal con perturbación de ritmos circadianos de cortisol etc. Esta alta
activación fisiológica puede estar asociada a un cierto grado de inmunosupresión,
lo que nos vuelve más vulnerables al desarrollo de enfermedades infecciosas o de
tipo inmunológico.
En relación a los trastornos cardiovasculares, varios estudios han mostrado que la
depresión es un factor de riesgo significativo de enfermedad coronaria, infarto de
miocardio y mortalidad cardíaca y también se ha relacionado con una peor evolución de
los pacientes coronarios.

En definitiva, existe una relación estrecha entre emociones y salud. La reacción ante
determinadas situaciones y las emociones son diferentes en cada individuo. Hay personas
que ante un exceso de carga emocional tienen problemas físicos (cefáleas o trastornos
digestivos) cognitivos (excesiva preocupación, obsesiones) o conductuales (adicciones).
Por tanto, hay un síntoma de alarma diferente para cada persona.

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