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EN EL PERÚ
Introducción
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I. Ver la realidad de la mujer peruana frente a la violencia
1. Naturalización de la violencia contra las mujeres en el contexto
Latinoamericano y peruano
1.1. Feminicidios en el Perú
El feminicidio es el crimen ejercido directamente contra la vida de la mujer, por
el solo hecho de su condición de mujer. Es, así mismo, la forma más extrema de
violencia porque comporta la muerte de ella.
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en general existe la tendencia social de minimizar estos casos de violencia contra la
mujer.
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Una vieja comprensión atribuida a las mujeres y perpetuada por siglos y que aún no ha
sido superada aún del todo estos tiempos.
En esta línea, la Asamblea General de las Naciones Unidas refiere a ella y reconoce
su existencia cuando la violencia física, sexual y psicológica perpetrada es tolerada por
un Estado. Es decir, cuando un Estado no cumple con su deber primordial de proteger
la vida de las mujeres, apelando a un sinfín de justificaciones. Por ejemplo, entre ellas,
que carece de presupuestos para garantizar la protección, atención y asistencia a las
víctimas.
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agresión, sino que va más allá, generando traumas en ella y en los hijos, que no
solamente lo perciben, sino que en muchos casos también presencian la violencia.
En el Perú, el número de casos atendidos por violencia contra la mujer en los CEM
(Centro Emergencia Mujer) a nivel nacional, se observa un incremento en 46 puntos
porcentuales de enero del 2019 frente a lo registrado en el mismo mes del año anterior.
Así, lo que se tienen en enero de 2019 registrados, son 14,491 casos de violencia
contra la mujer (Fuente: Registro de casos del CEM – PNCVFS).
Sin duda, esto se debe a la arraigada naturalización de la violencia hacia las
mujeres, en la que están involucradas ellas mismas y la gran mayoría de la población.
Es decir, que aún se ve como natural que los maridos o parejas masculinas dominen a
sus mujeres, que las niñas sean restringidas de ciertos deportes, actividades o trabajos
que se consideran propios de los hombres. Aun cuando no están normadas tales
restricciones, prevalecen en las creencias y valores de una gran parte de la población –
e incluso en algunas mujeres- y se reproducen a través de la educación familiar y hasta
escolar. Por ello, “ser mujer” y “ser hombre” en sociedades como las
Latinoamericanas nos coloca todavía lejos de la igualdad de género.
Según Labrador, Paz, Luis & Fernández (2004), nombran diferentes creencias que
perduran en la sociedad en cuanto a la violencia intrafamiliar:
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contra la mujer no es exclusiva de sectores socioeconómicos bajos, simplemente en
este sector es más visible. De igual manera, no se puede asumir que el consumo de
alcohol sea una causa de la violencia, como tampoco se puede decir que la mujer que
permanece con su maltratador sea porque le guste. Existen diferentes motivos por los
cuales las mujeres decidan soportar aquello: los hijos, el miedo y las amenazas de la
persona maltratadora, entre otras. La violencia psicológica muchas veces es más fuerte
que la física, pues las personas pueden llegar a caer en un estado de depresión
poniendo en riesgo su vida.
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El otro fuerte del sexismo es el androcentrismo, y funciona en relación al
patriarcalismo. Este considera que lo representativo del ser humano es el humano
hombre, y que la mujer es un añadido al hombre, su complemento. Es decir, esta
expresión se maneja a nivel de pensamiento. Por tanto, quién es hacedor de historia,
quien define la realidad y la comprende, incluso quien define a las mujeres y dice lo
que debe o no debe hacer es el hombre. De aquí se explica muy bien que las mujeres
sean vistas como incapaces para cuidarse a sí mismas y que se piense que necesitan de
un varón que las guie y las proteja.
Es posible que estas dos expresiones sean suficientes para explicar la violencia
hacia las mujeres, pero no hay que dejar de mencionar la misoginia, pues existe y tiene
fuerza en sectores en los que subyace tanto el sexismo como el patriarcalismo.
2.2. La misoginia
La misoginia es la visión negativa y odio que se tiene de las mujeres por el
hecho mismo de serlo. Esta actitud va acompañada de desprecio y humillaciones.
Aunque se fundamenta en el aspecto sexual, va mucho más allá. Parte de biológico,
pero entiende que esto es solo una mínima parte. Cree que la diferencia biológica es
expresión de una diferencia mucho más profunda. Una diferencia que es vista como en
relación a superioridad e inferioridad; donde la superioridad está en el hombre y la
inferioridad se atribuye a la mujer. Y aún hay más, puesto que todo parte de lo
biológico, se piensa que la mujer ha nacido para estar en inferioridad. Y esto en el
sector eclesial, se entiende como que esto es así porque así lo quiere Dios.
2.3. Los estereotipos socioculturales de la exclusión de las mujeres
Como ya se ha ido aludiendo, uno de los estereotipos naturalizados contra las
mujeres es la supuesta inferioridad que poseen en relación a los hombres. De este
modo, las mujeres deben estar lejos de aquellos espacios sonde se organiza la sociedad
o se toman las decisiones más importantes. De aquí que se piense aún que las mujeres
no deben llegar a la política porque lo harían mal. A esto responde que no hace mucho,
la actual ministra de economía, joven y mujer, en un puesto tan importante, sea
criticada por llegar a ese puesto. Para ello intentaron buscar modos de probar que
estaba en el lugar incorrecto.
Lo anterior está muy relacionado a la idea de que ella es impulsiva y poco
racional. Y que la racionalidad la tiene única y exclusivamente el hombre. Sin
embargo, en otras tareas, que comportan también racionalidad, las mujeres están
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permitidas de asumirlas. Esto nos lleva a pensar que quizás, la permisión se da no por
cuenta de la racionalidad escasa en las mujeres, sino porque no se le quiere abrir paso
a cargos que hasta ahora han ocupado los hombres por autodenominación.
Otro estereotipo bastante conocido es que las mujeres son vistas como fuente de
mal e incluso de su propio mal. Es por eso que aún se oye decir que las mujeres
violadas lo han sido porque ellas se lo han buscado. No obstante esto es contradictorio.
Si los hombres son racionales y capaces de controlar sus deseos sexuales por el buen
uso que hacen de su racionalidad, porque no se saben controlarse ante una supuesta
artimaña de las mujeres. De aquí la idea de que la mujer debe ser controlada o tutelada
por el hombre para que no desate sus instintos embaucadores y deba permanecer
preferencialmente en la casa para evitar la vergüenza o deshonra.
Habiendo echado un vistazo a la realidad que viven las mujeres entorno a la
violencia y los límites del feminicidio, veamos que se nos dice a la luz de la reflexión
teológica.
II. Juzgar la realidad de violencia que viven las mujeres desde la revelación
bíblica y la reflexión teológica
En esta segunda parte nos acercaremos a la Escritura bíblica para ver que dice de
la realidad narrada en el punto anterior. Qué se puede decir a la luz de la fe en el Dios
que camina con su pueblo, también con las mujeres, y que se explicitó en el
movimiento jesuánico. Al menos así lo dicen los evangelios.
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puerta de su casa. Además, la mujer debía sufrir el control de su cuerpo y vestimenta.
Si la mujer salía a la calle, en Jerusalén, debía taparse el rostro con dos velos para que
no sea vista. De este modo quedaba invisibilizada y controlada. Así mismo, no debía
conversar con ningún varón, ni para saludar. Es decir, estaba controlada también en su
voz. En caso de desobedecer había normas que se aplicaban para divorciarse y dejar a
la mujer.
La mujer estaba supeditada al control del varón. Por eso, debía estar siempre
bajo la autoridad de uno de ellos, ya sea su padre, su esposo, su hermano o su hijo. No
tener a un varón que la tutele suponía una desgracia para ella. Esta situación la ubicaba
como una menor de edad, quien tiene que esperar tomen decisiones por ella y sobre
ella; por ejemplo, con quien casarse y cuándo. El poder del varón llegaba a
posibilitarle la poligamia, ante lo cual la esposa no podía tener ninguna objeción. Más
contrariamente, la mujer encontrada con otro hombre relaciones sexuales era
condenada a mujer por la ley mosaica bajo el método del apedreamiento. Dependía del
varón a tal punto que si una mujer quedaba viuda debía casarse con el hermano del
esposo para que le diera hijos. Y esto estaba normado en la ley del levirato. En este
sentido, vemos que la ley favorece la autonomía del hombre y la dependencia de la
mujer ante el hombre.
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presenta la aceptación de la Virgen María (Lc 1,38), con lo cual se está aludiendo a su
permisión libre para colaborar con Dios en el plan de salvación. Hay que resaltar
también que no había hombre mediando la plática entre una mujer y Dios. En esta
línea, se podría decir sin temor que la concepción de Jesús está en un marco de respeto
a la mujer y de valorización de su ser: una mujer no necesita de un hombre para
dirigirse a Dios y ella es portadora de salvación.
Pero a qué se debe esta opción contracultural de Jesús en favor de las mujeres. Si
el eje de la vida de Jesús fue el Reino de Dios, habrá que pensar en el Reino como la
razón de la apertura de Jesús a favor de las mujeres de su tiempo. Como dice Aguirre,
es posible que las mesas compartidas de Jesús, donde también participaban mujeres,
son signo de que el Reino de Dios ya ha llegado y que ese Reino no concibe ni permite
la exclusión de nadie. Esto se opone tajantemente a la violencia que Jesús vio padecer
en las mujeres.
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Jesús se encuentra con un hecho de violencia física a una mujer, según Juan 8, 1-
11. Al parecer es una mujer tomada prisionera, pues “la llevan” ante Jesús. En manos
de los escribas y fariseos se pretende matar, bajo ley, por haber sido sorprendida en
adulterio. Víctima de un juicio público, se atribuyen el hecho y derecho de decidir su
vida y su muerte. Este juicio favorece al varón y vulnera a la mujer. Quieren apedrear
a ella, pero no condenar al hombre con quien la encontraron infraganti. Pareciera que
el varón queda justificado, olvidado y avalado y que la única responsable del mal es
ella. Es evidente la parcialidad de este juicio, que da privilegios al varón. Jesús no
actúa así y no acepta esta situación. No porque no ve el pecado o mal, sino porque no
avala la desigualdad de las mujer frente al varón.
Leyendo la escena bíblica desde los cuerpos en escena y sus esfuerzos físicos
podemos descubrir varias cosas. El espacio de la escena es el Templo de Jerusalén que
representa el centro del poder religioso sobre las personas. Es, además, el centro de la
moral y lugar del culto divino. Jesús está sentado enseñando, ellos están de pie con el
juicio en acción. Los escribas y fariseos exponen el acto inmoral y la Ley de Moisés,
Jesús se inclina más abajo hasta tocar el suelo y decide callar, creando un acto
simbólico como respuesta. Su dedo escribe en el suelo es la respuesta no violenta.
Ante la mentalidad de muerte, ley y poder sobre la vida frágil, Jesús hace un gesto
artístico en el suelo y con el dedo. Genera suspenso ante la maldad de quienes desean
poner en aprietos a Jesús, sin importarles la vida y el sentir de la mujer. El tacto de
Jesús denota delicadeza y respeto incluso por el cuerpo en pecado, sentido orgánico
del momento. Pero, a la vez, da la espalda y se expone a la violencia. Jesús se
acercarse desde abajo a quien está a punto de perder la vida. La incorporación de Jesús
y su Palabra irrumpe el acto violento del grupo: "Aquel de vosotros que esté sin
pecado, que le arroje la primera piedra". Con esto, desnuda el velo falso de la pureza
social, todos son pecadores. Se desarma la violencia al verse todos en pecado. Porque
ya la lógica se vuelve masivamente contra ellos: merecen también morir por ser
pecadores. Entonces abandonan la escena y se crea un momento de intimidad.
El verso 10 contiene el diálogo de Jesús con ella. Le dice, Mujer, el mismo título
dado a su madre en la cruz. En seguida vienen dos preguntas que abren paso a una
nueva consciencia social: “¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado? Preguntas que la
llevan a pensar y descubrir su realidad. Ella no solo ha sido liberada de la muerte, sino
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que ahora tiene voz, puede hablar y es escuchada con dignidad lejos de la muerte.
Entonces, emerge quien no condena e invita a otra vida. Jesús ha salvado a la mujer y
al grupo de violentos de quitar la vida.
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Nuria Calduch-Beneges. “El perfume del Evangelio. Jesús se encuentra con las mujeres”.. LA mujer
sería el único caso en los Evangelios de una mujer que tiene una hemorragia ginecológica. Pg. 16.
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Dios hecho hombre de forma diferente a todos lo que están en contacto con Jesús,
como deja saber el texto “Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: "¿Quién me
ha tocado?”. V31b. El acceso a Jesús está disponible para la gente sencilla y humilde
que tiene fe, incluso para las mujeres.
Este texto como el de la hija de Jairo, revelan el poder de Jesús -un poder que
descompone los tabúes sociales y los preceptos de la ley–, y exalta el poder de la fe:
una fe sencilla, pero fuerte, madura en la prueba, la fe de una mujer...” (p. 19).
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confunde nada de ella. Se convierte en espacio seguro, donde hay un vínculo sano y
donde tiene sentido profundo la expresión gestual. Es un derroche sensorial de amor a
Jesús, comenta la autora “La mujer esta lo más bajo posible. Y, desde abajo, la mujer
llora, le mira y le habla. Habla en silencio, sin palabras. Habla con su cuerpo” (p. 65).
Entonces, el diálogo del cuerpo es ya una terapia que reconstruye esa violencia contra
la mujer. El lenguaje del cuerpo está dando un mensaje potente al medio violento.
Jesús deja a la mujer en su rito de amor, en su gesto y lenguaje femenino. Se está
reparando su historia y su relación con el medio social y público.
En cambio, Pio XI y Pio XII, pedía un mejor sueldo al Pater Familia, para que la
mujer no se vea obligada a salir a trabajar en el ámbito público descuidando el decoro
femenino. De este modo, la mujer es pensada una vez más en el ámbito doméstico y en
la sola labor maternal.
Es desde el Concilio Vaticano II, donde Juan XXIII irrumpirá con un modo más
creíble para las mujeres. Ellas con su aporte pueden cambiar la sociedad. Y es
presentada como uno de los signos de nuestros tiempos. Esto será importante porque,
de una u otra manera, la mujer está siendo visibilizada. Más tarde, en Laborem
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Exercen de Juan Pablo II, no obstante, se vuelve a mirar hacia atrás, insiste en el
sueldo familiar al cabeza de familia, que sea capaz de sustentarla, sin la necesidad de
que la mujer salga a trabajar fuera de casa y descuide el hogar. Esto significa que la
mujer sigue siendo pensada como la ayuda del varón. Es más, ella es considerada la
única responsable del buen llevar la casa-hogar y la formación de los hijos. Mientras el
padre, se deslinda de estas responsabilidades y su aporte es meramente económico.
Afortunadamente, el papa Francisco dará otro tono a esta mirada: las mujeres no
solo aportan al mundo con la intuición y el corazón, también con la sabiduría que
poseen. Pero no solo esto, sino que también abre espacios para que ocupen puestos
importantes en el Vaticano. Del mismo modo, lo dice explícitamente, la mujer no está
hecha para lavar platos. Ella puede hacer mucho más como: dirigir una empresa o una
organización con mucha habilidad y capacidad. Sin embargo, no hay que dejar de ver
y decir que aún queda camino por andar. Las mujeres se han ido forjando espacios
abiertos, pero aún hay puertas cerradas, por tanto, la voz viva ha de seguir vigente y
activa.
De este modo, el reino de Dios presentado por Jesús, es una gran propuesta
integradora, holística e inclusiva para todos, no solo para las mujeres. Ver la realidad
desde otro yo o un tú permite pensar a los demás con respeto.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Calduch-Beneges, N. “El perfume del Evangelio. Jesús se encuentra con las mujeres”.
P. 16.
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