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Todos llevamos dentro el niño que

fuimos. Cuidar al niño interior es de vital


importancia para la mejora emocional y para
mantener una sana autoestima. Casi todos en
la infancia hemos tenido heridas emocionales y,
si no las solucionamos en su momento, el niño
interior estará dañado.

EL NIÑO ALEGRE Y EL Material para el curso online


“SANANDO EL NIÑO INTERIOR”

NIÑO HERIDO Facilitado por


KATHERYNE J. ROBLES
Psc. Holística, Consteladora a nivel familiar,
individual y de pareja

CONSCIENCIA H’INFINITA
EL NIÑO ALEGRE Y EL NIÑO HERIDO

Nuestro niño interior constituye esa parte inocente y espontánea de


nosotros mismos.
Todos nacemos con la capacidad natural de amar; tanto para amarnos a
nosotros mismos, como para amar a los demás. Pero para desarrollar esta
capacidad, tenemos primero que sentir que nos dan amor.
Por eso es tan importante el cuidado físico y emocional que recibimos de
nuestros padres, así como de las personas que nos cuidaron.

El arquetipo del niño representa el impulso más fuerte e ineludible de cada


ser, el deseo de realizarse a él mismo.
Carl Gustav Jung

¿Qué ocurre si no sentimos que nos dan amor?

Cuando no recibimos todo el amor que necesitamos de nuestros padres,


nos desconectamos con mayor facilidad de nuestra esencia y de nuestro
auténtico ser.
Si no podemos recibir ese amor, tampoco podemos llenar nuestro tanque
de amor personal; es decir, nuestro tanque de amor propio, el amor que
nos damos a nosotros mismos.
Y sucede que ese tanque de amor, cuando está vacío, nos causa una herida
interna…, y dolor.

Ese dolor es el que crea otra parte del niño interior, el niño interior herido.
La mayoría de nosotros en la infancia tuvo heridas emocionales que, si no
pudo solucionar en su momento, aún están vivas en nuestro interior.
La buena noticia es que ahora, de adultos, podemos intentar comprender lo
que le pasa a nuestro niño interno para sanarlo.
Cuando sientas una emoción negativa, pregúntate por qué te sientes así y
trata de comprenderte. Cuando sientes dolor, es porque tu niño interior
necesita amor y aceptación.
De este modo, al lado de nuestro niño interior inocente y espontáneo, que
representa el amor que somos, también vive un niño interior herido que
representa el amor que no pudimos recibir.

El niño interior alegre y espontáneo nos habla de la unidad con la Fuente,


mientras que el niño interior herido nos habla de la separación de la Fuente.

EL NIÑO INTERIOR Y LA PAREJA

¿Qué ocurre con nuestro niño interior cuando tenemos


una pareja?
…Que nuestro universo de emociones se multiplica por dos porque tenemos
que tener en cuenta, además de las emociones propias, las emociones de
nuestra pareja.

De esta manera, en la relación de pareja vivimos y compartir momentos


agradables, y entonces sucede que disfrutamos de la alegría de estar juntos.

Detrás de estos momentos se expresa el niño interior sano y feliz que aporta
valor a la vida conyugal.

Pero en pareja también vivimos discusiones y momentos de tensión que


alteran esa sana convivencia que todos deseamos.

Detrás de estos momentos desagradables hay un niño interior herido y


temeroso que tiende a sabotear la convivencia.
La relación que existe entre nuestro niño interior y las relaciones de pareja
es un vínculo muy poderoso.

Tengamos en cuenta que antes de ser adultos y formalizar una relación de


pareja, fuimos niños y niñas que se alimentaban de las emociones de
los padres, así como de todas aquellas personas adultas que formaban parte
de nuestro particular universo.

¿Quiénes fueron, por tanto, nuestros primeros modelos


de pareja?

…Nuestros padres.

Toda relación de pareja comienza con papá y mamá. Para la mente infantil
no existe otra realidad que la que representan los padres.

Y sucede que cuando iniciamos el camino del amor, éste conlleva aprender
a amar no sólo a la parte adulta de nuestra pareja, sino que también al niño
o niña que ésta trae consigo de fábrica.

Si en nuestra familia hubo espacios en los que compartir las alegrías y


también las tristezas de la vida, así como espacios de comunicación,
entonces es más probable que nuestro niño interior genere una idea
armoniosa o sana de lo que es una pareja.

Si en nuestra familia de origen hubo gritos y discusiones constantes, y


sentíamos miedo o nos hacíamos responsables de lo que ocurría, entonces
es más probable que nuestra forma de vincularnos y de entender la pareja
conlleve más quebraderos de cabeza, al menos en las etapas iniciales.

Nuestra primera idea de la pareja se creó en la infancia, mirando a papá y


mamá.
Toda la información de la que se empapa el niño o niña durante las primeras
etapas de la vida, constituyen para él o ella la única verdad existente.

Hay, por lo tanto, un poderoso vínculo entre nuestro niño interior y las
relaciones de pareja.

Solo podemos dar a nuestra pareja el amor que tenemos dentro, ese amor
contenido en el «tanque emocional personal».

Ese tanque de amor propio pudimos llenarlo, o no, cuando fuimos niño.

¿De qué manera podemos saber si nuestro tanque de


amor está lo suficientemente lleno?
Observando la relación entre nuestros padres, apreciando la manera como
ellos nos veían y descubriendo como los vemos a ellos.

Si queremos hallar la respuesta de por qué nuestras relaciones de pareja no


son satisfactorias, tal vez deberíamos mirar primero en nuestra familia y,
como comentamos anteriormente, observar los modelos de pareja que
tuvimos durante las primeras etapas del desarrollo.

«Y con la leche templada y en cada canción», como dice Serrat, nuestros


padres nos van transmitiendo sus frustraciones.
…De este modo vamos llenando el tanque de amor de la mejor manera
posible.

¿Cómo podemos cuidar a nuestro niño interior?

Abandonando tus creencias infantiles puedes salir de ese estado de


inmadurez en el que amas como un niño asustado que no puede ver la
verdad. Eva Pierrakos
El trabajo con el niño interior consiste en ponerse en contacto con aquellas
etapas de nuestra infancia que nos causaron un dolor que no pudimos
manejar porque éramos muy pequeños.

Sanar nuestro niño interior es revivir de nuevo el pasado para dejar salir el
dolor que aún nos sigue afectando en el presente.

Pero también tenemos que recuperar a nuestro niño interno feliz, sano y sin
miedo; porque esa parte de nosotros nos dará la fuerza necesaria para
abrirnos a la vida como adultos responsables.

Cuando estamos en pareja, el niño herido puede aflorar de las profundidades


de nuestra conciencia y demandar toda nuestra atención.

Si somos consciente de ello, podremos oír su voz pidiendo ayuda.

Abrazándolo y sanándolo, podemos sentir plenamente el impulso de la vida


fluyendo de nuevo en nosotros.

Dentro de cada uno de nosotros hay un niño que grita:


«¡Escucha! Estoy harto de que me ignores día tras día. Vas a trabajar,
sales con amigos, duermes, comes, vives tu vida como si yo no existiera.
Solo alguna vez me oyes cuando estás triste o en cama, pero en verdad,
¿te importo? ¿Te preguntas alguna vez qué es lo que yo quiero?
He estado esperando a que me reconozcas, mis padres empezaron por
olvidar partes de mí.
Soy tus sueños, tus sentimientos y fantasías; yo soy esa parte de ti a la que
le gusta jugar; a la que le gusta ser abrazado y que le digan «te quiero»;
soy el niño que llevas dentro; yo soy tú.
No me importa que ahora seas adulto. ¿Por qué esto iba a significar que te
tengas que olvidar de mí?»
Bruce Davis
El niño interior herido es nuestra parte vulnerable, solitaria y dolorida; esa
parte que se creó una armadura para protegerse del exterior, así como del
miedo de ser de nuevo herido.
Esa parte herida y asustada aún vive dentro de nosotros. Se mantiene
inconsciente o semiconsciente, esperando a ser reconocida e integrada.

Ese niño herido aún está esperando que su dolor sea sanado. Y es desde la
madurez como podemos integrar y liberar ese dolor.

Porque ya somos adultos, ya crecimos, como Wendy al final de Peter Pan.


Nos hicimos mayores y aprendimos a relacionarnos con el mundo exterior a
través de nuestros personajes y de nuestra íntima coraza.

Ha llegado el momento de rescatar a nuestro niño interior. Aprendamos a


escucharlo, y podremos comprender por qué en ocasiones repetimos
modelos de pareja que nos dañan o crean conflicto.

La vida es un devenir. Todo lo que sucede en nuestra vida tiene una razón
de ser, y comprenderlo es el primer paso para transformar aquellos patrones
de comportamiento que nos causan dolor.

Deja fluir tu tristeza, tu miedo, tu ira…; porque son emociones necesarias


para nuestro organismo. Con ellas y a través de ellas también expresamos
lo que le pasa y ha pasado a ese niño interior. Los adultos que tienen su niño
interior saludable no se reprimen cuando les apetece hacer algo no propio
de adultos. Por ejemplo, pasar por un parque y montarse en un columpio, ya
que no les importará que la gente se extrañe. Y hasta se ría de ellos.

Los adultos con el niño interior herido se reprimen cuando deseas hacer
cosas propias de la infancia. Desean dar una imagen correcta, seria, de
adultos. No se dan cuenta de que todos los humanos tenemos la necesidad
de volver a ser niños de vez en cuando. Y no es malo, no es inmadurez, sino
que están dejando a su niño interior que se divierta.
“Los hombres o las mujeres no dejan de jugar porque envejecen; envejecen
porque dejan de jugar” –Oliver Wendell Holmes-

Lo cierto es que no hay nada más saludable que dejar que tu niño interior sea
espontáneo. No lo reprimas, la edad adulta también necesita de vez en
cuando sacar esa parte divertida.

Gracias a “Francisco Gutierres”. “EDTe” por el Artículo y a todo el equipo de


Consciencia H’infinita por darse el espacio de compartir esta información.

Esperamos que sea de mucha ayuda en tu proceso se sanación y para más


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