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TEMA 02. Arquitectura y Revolución Industrial

Historia de la Arquitectura II (Universidad de Granada)

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Descargado por Ana Guadalupe Martinez Rodriguez (ana.martinez1@ujcv.edu.hn)
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Tema 2
ARQUITECTURA Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. HISTORICISMO Y ECLECTICISMO.

EL IMPACTO DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

La Revolución Industrial se inició en Inglaterra a mediados del siglo XVIII y rápidamente se propagó por el mundo
occidental. Como consecuencia, durante las primeras décadas del siglo XIX empezaron a producirse cambios que
hicieron que la vida cotidiana cambiara de manera radical.

Las consecuencias de este gigantesco cambio global en el terreno arquitectónico fueron:


1. A nivel de tecnología constructiva, la Revolución Industrial ofreció a la arquitectura nuevos materiales que
complementaban a los tradicionales. La arquitectura anterior era básicamente de madera, piedra o ladrillo. A
partir de ese momento, los nuevos materiales producto de las transformaciones industriales de alta tecnología
empiezan a tomar protagonismo. El hierro y el vidrio empezaran a ser usados de forma masiva y se inventará el
hormigón armado, combinándolo con el hierro y produciendo cementos cada vez más sofisticados.
2. Aparece una serie de tipologías arquitectónicas nuevas que nacen como respuesta a las nuevas necesidades de
la sociedad industrial. El nuevo mundo exige cada vez más un esfuerzo de respuesta a los arquitectos para
elaborar los nuevos tipos de edificios (la estación de ferrocarril, el puente, los viaductos, los grandes almacenes,
etc.).
3. Dualismo arquitectónico. En este tiempo habrá coexistencia entre el nuevo mundo de la arquitectura industrial y
la arquitectura que sigue utilizando formas tradicionales en plena modernidad.
4. Todos los cambios anteriores afectan a la propia estructura de los oficios. El arquitecto deja de ser un artista
para convertirse en un profesional. Se crean estudios formados por varios arquitectos, con delineantes,
aparejadores, calculistas de estructuras, especialistas en decoración, etc. También cambia el trabajo del albañil,
pasando de una construcción completamente artesanal a una industrialización del proceso de construcción.

LA ARQUITECTURA DEL HIERRO

Los PUENTES METÁLICOS son unos de los símbolos de la época, y


conforme avance el siglo XIX, irán creciendo las posibilidades
técnicas en mayor medida. El hierro de la primera fase de la
Revolución Industrial es relativamente malo técnicamente -muy
frágil y quebradizo. Algunos ejemplos son el Puente sobre el
Severn, cerca de Coalbrookdale (1779) por A. Darby, Wilkinson y
Pritchard, Puente de Sunderland (1796) por Burdony Wilson, Pont
des Arts (París, 1802) L. de Cessart.

Un aspecto esencial es la unión entre el puente y el ferrocarril,


dando lugar al viaducto. Ejemplo de ellos es el puente tubular
Britannia (1852), por Stephenson

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Con el tiempo se llegará al puente colgante, que en lugar de ser


directamente sostenido por una estructura de arcos, cuelga de
cables de acero que a su vez están sostenidos por torres con unas
luces infinitamente mayores a las de los puentes tradicionales.
Puente sobre el Avon en Cliffton (1829-1864), por I. K. Brunel.
Puente de Brooklyn, Nueva York (1868-1870) por John y
Washington Roebling

En España, puente en Portugalete (1890-1893), por Alberto


Palacio y Elisagüe.

Sin lugar a dudas, los mayores iconos de la nueva época son las
ESTACIÓNES DE FERROCARRIL. En el tren convergen tres de los
pilares fundamentales de la Revolución Industrial: el hierro, el
carbón y la máquina de vapor. A nivel urbano, estas estaciones se
convertirán en las verdaderas puertas de la ciudad, sustituyendo a
las aperturas en murallas y arcos de triunfo. La mayoría de las
estaciones de ferrocarril mostrarán en su interior la más alta
tecnología de precisión de los nuevos materiales, pero en cuanto a
su relación con la ciudad en el exterior, asume la forma
tranquilizadora de la arquitectura tradicional. Con el tiempo,
según aumenta el número de viajeros y la cantidad de mercancías transportadas irán aumentando su tamaño, hasta
convertirse en auténticos puertos dentro de la ciudad.

Estación de Liverpool (1830), por John FosterII y George Stepheson, Estación de King’s Cross, Londres(1851-1852), por
Lewis Cubitts, Estación de S. Pancras, Londres (1863-1876), por Barloty Ordish, Gare du Nord, París (1863), por Jacques
I. Hitorff, Gare d’Orsay, París (1900) por Laloux.

En España, la primera máquina de vapor llega en 1848 (aunque lo


hizo con anterioridad en Cuba) para conectar Barcelona con
Mataró. Estación de Huelva(1880), por Font; Estación de la plaza
de Armas, Sevilla; Estación de Atocha, Madrid (1883-1894), por
Alberto Palacio y Elisagüe.

En el mundo de la Revolución Industrial ya es normal el movimiento y la velocidad frente a la quietud de la época


anterior. Pasamos de la posada tradicional al GRAN HOTEL.

La Revolución Industrial hace que aumente exponencialmente el


número de mercancías. Para almacenarlas aparece el GRAN
MERCADO CENTRAL. Los mercados centrales suponen el paso de
lo doméstico a las infraestructuras que tienen que dar servicio a
metrópolis de millones de habitantes. El ejemplo más destacado
es el de LES HALLES de París, de Victor Baltard. Se trata de un
edificio de hierro de escala descomunal que desafortunadamente
fue derribado en los años 70.

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Otro invento fue el PASAJE COMERCIAL, interesante híbrido tanto


en arquitectura como en situación. No es ni un interior ni un
exterior, ya que pretende ser un sucedáneo de calle pero a
cubierto. A pesar de utilizar las mejores tecnologías para sus
cubiertas, las fachadas de las tiendas son totalmente tradicionales.
En ciudades como París llegaron a crearse grandes redes de
galerías, pero que han desaparecido en su mayoría. Pasaje
Panoramas, París (1800); BurlingtonArcade, Londres (1818);
Galería Vivienne, París (1825); Galería de Orleans, París (1829);
Bazar de Hamburgo (1845); Galería St.Hubert, Bruselas (1847); Galería Vittorio Emanuele, Milán (1867); Galería Kaise,
Belín (1867), Galería de Clevaland (1890).

La nueva tecnología también se empleó en dotar a los grandes


parques urbanos con dispositivos que mezclan lo científico con el
ocio de masas. Un ejemplo de ello son los grandes
INVERNADEROS que aparecen en muchos parques públicos de
Europa. Volvemos a ver esas columnas de fundición a las que se
les intenta dar una forma tradicional que no era para nada
necesaria desde el punto de vista estructural.

En el comercio de lujo también se pasa de la pequeña a la gran


escala con los GRANDES ALMACENES. Estos edificios se tratan con
esplendores de palacio, fomentando el lujo y las necesidades de
comprar. Ahora aparece la función del escaparatista, especialista
en diseñarlos para convertir los productos en objeto de deseo.
También al arquitecto se le pide que el espacio sea lo más flexible
posible para ir cambiando los flujos de clientes conforme vayan
dictándolo las necesidades del mercado. Galería comercial Au Bon
Marché, París (1872), Galería comercial Au Printemps, Paris
(1882), Galerías Lafayette.

EXPOSICIONES UNIVERSALES

Las exposiciones universales se desarrollan a partir de la segunda mitad del siglo XIX como signo del avance industrial
y comercial y supusieron un momento verdaderamente interesante para las nuevas arquitecturas surgidas a raíz de la
Revolución Industrial. Estos eventos eran considerados todo un acontecimiento, símbolo de un mundo cada vez más
abierto, lugares donde iban los distintos países a enseñar su cultura, sus producciones y conquistas más recientes. Las
exposiciones universales se convirtieron también en el escaparate perfecto para mostrar al mundo la arquitectura más
vanguardista y atrevida de la que el país anfitrión era capaz. La ciudad elegida para montar una de estas exposiciones

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creaba una nueva ciudad efímera que se plantea casi como una alternativa a la ciudad real, donde los arquitectos
tenían libertad total para ensayar nuevas tecnologías y tipos de edificios.

El máximo ejemplo lo encontramos en el CRYSTAL PALACE, edificio que albergó la primera EXPOSICIÓN UNIVERSAL
CELEBRADA EN 1851 EN LONDRES, capital de la entonces primera potencia mundial.

La organización necesitaba un espacio de gran volumen que fuera,


a la vez, simple, económico y de rápida construcción. El proyecto
elegido fue el de Joseph Paxton, que no era arquitecto sino
constructor de invernaderos. El emplazamiento original fue el
céntrico Hyde Park. Con 600 metros de largo, 137 de ancho y una
altura de 34 metros era el edificio más grande construido hasta
entonces. Los materiales empleados en su construcción fueron el
hierro, el cristal y la madera. El aspecto más sorprendente, a parte
de sus dimensiones y sus materiales, fue el breve tiempo en que
se construyó, solo nueve meses, gracias a la estandarización y la
fabricación en serie.

Siendo el edificio más moderno en aquel momento, el peso de la historia es tan fuerte que ni siquiera este puede
liberarse. A nivel de composición arquitectónica, está basado en el esquema de planta basilical: nave central con
naves laterales más bajas y crucero. El encargado de la decoración interior fue Owen Jones, arquitecto británico gran
conocedor de la Alhambra. Él estaba convencido de que en el monumento nazarí se encontraban las bases científicas
sobre cómo usar el color en arquitectura, por lo que repite en el pabellón el mismo esquema de colores de la
Alhambra.

Posteriormente, en 1854, fue desmontado y trasladado a la zona del sur de Londres conocida como Upper Norwood.
Aprovechando el traslado se modificó ligeramente el diseño original. Fue allí donde permaneció hasta su destrucción
por un incendio en 1936.

París organizó varios de estos eventos, pero la EXPOSICIÓN


UNIVERSAL DE 1889 era especial, pues se cumplían 100 años de la
toma de la Bastilla. La primera Exposición Universal, con la
construcción del magnífico Crystal Palace causó un impacto sin
precedentes, inaugurando una escalada competitiva en la que en
cada exposición pretendía superar los logros arquitectónicos
conseguidos en la anterior. El edificio más importante de la
exposición de 1889 fue la GALERÍA DE MÁQUINAS, culminación de
la arquitectura del hierro del siglo XIX. Se trataba de un edificio
alargado de 420 m de largo y 110 m de ancho. Contaba con una
nave central cubierta mediante arcos triarticulados de hierro de 110 metros de luz, con sendas articulaciones en los
arranques y una tercera en la clave. Constituyó, en su época, el edificio de mayor luz del mundo y uno de los hitos del
desarrollo de la tecnología de las estructuras metálicas. Con el tiempo se derribó, convirtiéndose uno de las mayores
pérdidas patrimoniales de la ciudad.

El otro símbolo de la Exposición Universal de 1889 fue la TORRE EIFFEL. Estaba pensada para simbolizar el progreso
tecnológico de Francia y ser al mismo tiempo un monumento en el sentido tradicional. Con sus 300m de altura, servía
como puerta de entrada al recinto de la feria. Incluso siendo un símbolo de progreso, no se libra de las referencias a la
arquitectura histórica con ese arco central, que no es estructural pero que le da aspecto de arco de triunfo. La
construcción de la torre fue muy polémica desde el principio y su permanencia generó un gran debate entre la
arquitectura contemporánea y la ciudad tradicional. Finalmente se salvó porque su altura era ideal para las
comunicaciones telegráficas. Ahora, ya es un icono inseparable de París.

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ECLECTICISMO E HISTORICISMO

En estas grandes ciudades del siglo XIX, el revestimiento de los edificios con rasgos históricos se consideraba necesario
cuando estos tenían un carácter representativo o monumental.

Ejemplo de esto es la reconstrucción que se hace del


PARLAMENTO DE LONDRES después del incendio que lo destruye.
Se decide que un edificio tan simbólico en Inglaterra tiene que ser
reconstruido con lo que los británicos consideran su estilo
nacional, el gótico. Por lo tanto, se construye un edificio de unas
proporciones gigantescas donde la geometría está marcada
fuertemente por esa tradición. Al final, la orilla del Támesis queda
marcada con ese espectacular edificio acompañado del Big Ben.

Lo mismo ocurre en la nación húngara, que elige como estilo de su


parlamento el neogótico.

Otros edificios de tipo político prefieren recurrir al neogriego porque plantean la asociación entre la democracia
moderna y la democracia griega antigua. Ejemplos de ello son el parlamento de Viena o el de Madrid.

Proliferan también en el siglo XIX los monumentos


conmemorativos. Un ejemplo es el edificio que se construye en
Roma a finales de este siglo para conmemorar el proceso de
unidad italiana. El MONUMENTO VITTORIO EMANUELE II es brutal
respecto a sus dimensiones e invade el área de los foros romanos.
Si analizamos parte por parte, vemos que están todos los rasgos
posibles de la arquitectura clásica combinados.

También la arquitectura religiosa es objeto de todo este tipo de


reflexiones sobre el estilo adecuado. Cuando se construye la
nueva CATEDRAL DE MARSELLA se decide evocar las relaciones de
la ciudad con el mediterráneo oriental y darle un cierto estilo
neobizantino. La antigua catedral es la mini ruina de al lado.

De esta arquitectura historicista, quizás el ejemplo más conocido de todos es la ópera de París.

El neo islámico es fortísimo en Granada y cuando se construye el primer hotel moderno, el Alhambra Palace, se decide
hacer en este estilo.

Vemos también el castillo de Baviera en estilo neogótico (castillo de Disney).

Hay incluso edificios en estilo neoquattrocento como el mercado de Venecia, evocando los momentos más gloriosos
de la república.

PATRIMONIO Y RESTAURACIÓN

En este momento también surge cierta conciencia sobre el patrimonio. Se dispone de edificios antiguos y hay que
restaurarlos. En este debate hay muchas posturas que podemos simbolizar en dos personajes.

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VIOLLET-LE-DUC (1814-1879) fue el gran crítico de la época, y


padre de una teoría restauradora que buscaba devolver los
edificios históricos, que han llegado mutilados, transformados o
inconclusos, a un estado ideal inicial. A él le debemos la imagen
actual de prácticamente toda la arquitectura medieval francesa.

En 1840 se encargó de la restauración de NOTRE-DAME DE PARÍS.


Completó todos los remates y colocó la aguja. Una de sus mayores
intervenciones la realizó en la ciudad medieval abandona de
CARCASSONE.

El principal inconveniente de este método de restauración es que no sólo consolida, sino que crea. Además, destruye
parte del valor del edificio, porque borra parte de la historia, y no distingue qué es original y qué no.

Frente a la idea de Viollet-le-Duc, en el extremo opuesto se encuentra JOHN RUSKIN (1819-1900). A Ruskin le
horrorizaba cualquier intento de restauración de un edificio, pues decía que era como tratar de devolver la vida a un
cadáver. Se opone por completo a la corriente restauradora de Viollet-le-Duc pues considera que al reformar se
destruye, pervierte y falsifica. Para Ruskin la única intervención legítima para la ciudad contemporánea es consolidar
lo que hay. Uno de sus libros más relevantes es "Las siete lámparas de la arquitectura".

HENRY LABROUSTE (1801-1875)

Henri Labrouste realiza en los años centrales del siglo XIX dos edificios que son intentos de diálogo entre los mundos
de la máquina y la historia. Los dos edificios son BIBLIOTECAS, lugares culturales marcados de simbolismo. La
aparición de las primeras bibliotecas públicas estuvo motivado por el aumento progresivo del número de lectores y
personas alfabetizadas y el abaratamiento vertiginoso de los libros, consecuencia de la Revolución Industrial.

La primera de ellas es la BIBLIOTECA DE STE. GENEVIÈVE (1843-


1850), situada justo al lado del panteón de Soufflot. Es una
biblioteca en la que, exteriormente, se recurre a las formas
tradicionales de la historia, en este caso el acueducto. Hace un
guiño entre interior y exterior, colocando ventanas altas que
iluminan la galería y por debajo, un muro ciego ocupado por las
estanterías del interior. Sin embargo, lo más interesante es la
solución para la cubierta de la sala de lectura: aplica los
experimentos que se estaban realizando en las galerías de
máquinas de las exposiciones universales a un espacio tan
simbólico como es una biblioteca. Al final, el resultado es una enorme nave basilical dividida en dos por una espina de
columnas de hierro fundido.

En la BIBLIOTECA NACIONAL DE PARÍS (1868-1878) también vuelve


a aparecer este diálogo entre las formas de la historia y la
arquitectura industrial. Labrouste diseña una sala estructurada a
base de columnas altísimas de hierro fundido y cubierta por
bóvedas metálicas y óculos que dejan entrar la luz. El resultado es
un aspecto neobizantino pero conseguido gracias al uso de la alta
tecnología constructiva. El elemento que mejor representa este
intento de diálogo entre tecnología e historia es la gran puerta de
cristal que da acceso al depósito de libros. Este depósito es una de
las piezas más innovadoras de la arquitectura, ya que se construye
tomando como modelo el diseño de los grandes barcos de vapor,
donde el espacio interior está dividido por una serie de galerías metálicas. Esto estaba pensado en función de los
flujos y de las circulaciones de los empleados que buscaban los libros. La puerta de vidrio que unía estos dos espacios
permitía que el lector pudiera ver todo lo que ocurría tras ella.

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