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PROPIEDAD INTELECTUAL
INTRODUCCIÓN
Artículo 17 de la Constitución Nacional:
La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia
fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad pública, debe ser calificada por ley y previamente indemnizada.
Sólo el Congreso impone las contribuciones que se expresan en el artículo 4º. Ningún servicio personal es exigible,
sino en virtud de ley o de sentencia fundada en ley. Todo autor o inventor es propietario exclusivo de su obra,
invento o descubrimiento, por el término que le acuerde la ley. La confiscación de bienes queda borrada para
siempre del Código Penal argentino. Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni exigir auxilios de ninguna
especie.
1. Derecho de autor: que comprende las creaciones del intelecto, que tienen como objeto una recreación del
espíritu, una satisfacción personal (Art. 1, ley 11.723)
2. Propiedad Industrial: hace referencia a la creación del intelecto que debe ser:
3. Novedoso: conforme al estado de conocimiento de la técnica
4. Aprovechamiento Económico
5. Aplicación Industrial
Cuadro Comparativo
DERECHO DE AUTOR
Es la rama del derecho que regula los derechos subjetivos del autor sobre las creaciones que representan
individualidades resultantes de su actividad intelectual, que habitualmente son enunciadas como obras literarias,
musicales, teatrales, artísticas, científicas y audiovisuales.
Todo creador de una obra intelectual, ya sea ésta artística o literaria, se considera un autor. Para proteger a éste y a
su creación respecto del reconocimiento de su calidad como autor y la facultad de oponerse a cualquier modificación
de su creación sin su consentimiento, así como para el uso o explotación por sí mismo o por terceros, existe un
conjunto de normas conocido como el DERECHO DE AUTOR.
El derecho de autor reconoce en cabeza del creador de dichas obras intelectuales facultades exclusivas, oponibles
erga omnes, que forman el contenido de la materia:
1. Facultades de carácter personal concernientes a la tutela de la personalidad del autor en relación con su obra,
destinadas a garantizar intereses intelectuales, que conforman el llamado derecho moral.
2. Facultades de carácter patrimonial concernientes a la explotación de la obra que posibilitan al autor la obtención
de un beneficio económico y que constituyen el llamado derecho patrimonial.
Es preciso anotar que al autor se le reconocen estas dos facultades desde el mismo momento de la creación de la
obra.
Los derechos morales nacen como resultado de la creación misma, más no del reconocimiento administrativo. Estos
derechos son personalísimos, a través de los cuales se busca salvaguardar el vínculo que se genera entre el autor y
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su obra, en tanto ésta constituye la expresión de su personalidad. En tal carácter, los derechos morales son
inalienables, inembargables, intransferibles e irrenunciables.
En virtud de estos derechos, el autor tiene la potestad de:
· Conservar la obra inédita o divulgarla;
· Reivindicar la paternidad de la obra en cualquier momento;
· Oponerse a toda deformación, mutilación o modificación que atente contra el mérito de la obra o la reputación
del autor;
· Modificar la obra, antes o después de su publicación;
· Retirar la obra del mercado, o suspender cualquier forma de utilización aunque ella hubiese sido previamente
autorizada.
Por otro lado, tenemos los derechos patrimoniales de autor que están relacionados con la explotación económica de
la obra, y, a diferencia de los morales, son transferibles, prescriptibles y renunciables.
Para Juan Pablo RIVEROS, el contenido económico o patrimonial del derecho de autor, se entiende como la potestad
de éste para enajenar su obra sin más limitaciones que las fijadas en la ley; a título gratuito u oneroso, haciendo uso
de tres prerrogativas básicas: la reproducción de la obra, la comunicación al público y la transformación. Estas
facultades pueden estar radicadas en cabeza de otras personas naturales o jurídicas.
A su vez, la Dirección Nacional de Derecho de Autor, tratándose de los derechos patrimoniales, establece que: “son
prerrogativas de naturaleza económico - patrimonial, con carácter exclusivo, que permiten a su titular controlar los
distintos actos de explotación de que la obra puede ser objeto. Lo anterior implica que todo acto de explotación de la
obra, amparado por un derecho patrimonial, deberá contar con la previa y expresa autorización del titular del derecho
correspondiente, quien podrá señalar para tal efecto las condiciones onerosas o gratuitas que tenga a bien definir, en
ejercicio de su autonomía privada”.
En virtud de los derechos patrimoniales, el autor o la persona natural o jurídica a quien se le transfieran estos
derechos, puede realizar, autorizar o prohibir:
· La reproducción,
· La comunicación pública,
· La distribución pública de ejemplares;
· La traducción, adaptación, arreglo u otra transformación de la obra;
· La importación de ejemplares de su obra reproducidos sin su autorización.
Es importante recalcar que este tipo de derechos si están dentro del comercio, y por esta misma razón, pueden ser
expropiados y están sujetos a licencias obligatorias y al régimen de las limitaciones o excepciones al derecho de autor
consagradas por la Ley.
BREVE HISTORIA Y DERECHO COMPARADO.
Podemos volver al antiguo mundo y encontrar ideas incipientes del concepto moderno de derecho de autor. El punto
de vista de los griegos sobre la individualidad revoca nuestro reconocimiento de la singularidad del autor y su obra. En
Roma se dio la firma de contratos con libreros, donde el poeta Martial se quejaba de la recitación ilegal de su obra.
Sin embargo, los autores no empezaron a reclamar el derecho sobre su trabajo intelectual hasta la llegada de la era
moderna, cuando la invención de la imprenta de Gutenberg permitió la distribución masiva –y la piratería- de las
obras. Un autor precoz en la venta de sus derechos fue John Milton, quién concedió la licencia de su famoso poema
El paraíso perdido en 1667. Desgraciadamente, según parece la licencia sólo le hizo ganar 10 libras antes de su
muerte en 1674.
El británico Estatuto de Ana de 1710 se conoce por la mayoría como la primera ley moderna de derecho de autor. Sin
embargo, su protección se limita a la piratería de las obras impresas.
FRANCIA Y EE.UU. Dos hechos históricos – La Revolución Francesa y la Independencia de Estados Unidos –
condujeron al derecho de autor a su forma contemporánea, basada en dos principios fundamentales. Por un lado, un
derecho de propiedad económicamente comerciable, otorgado por primera vez por la Constitución de Estados Unidos
de 1787. Por otro lado, Francia y Alemania desarrollaron la idea de expresión única del autor. Inspirado por el filósofo
alemán Kant, que decía que una obra de arte no puede separarse de su autor, el escritor francés Beaumarchais
empezó a organizar a los autores en torno a la primera sociedad de autores del mundo. En 1791, la Asamblea
Nacional francesa aprobó la primera ley de derechos de autor.
Casi un siglo más tarde, se dio a los autores la protección internacional de su obra. La Convención de Berna para la
protección de las Obras Literarias y Artísticas se firmó en 1886. A finales de 2004 casi 157 países habían adherido a
este tratado.
La historia moderna fue escrita en 1996, cuando los tratados Internet de la OMPI prepararon a los derechos de autor
para el siglo XXI. En 2002, ambos tratados entraron en vigor, ya que fueron ratificados por un mínimo de 30 países
Cuadro comparativo entre el sistema jurídico anglosajón del copyright y el latino continental del derecho de
autor.
1. El derecho de autor se ejerce sobre una creación intelectual y no sobre una cosa.
2. El derecho de autor nace del acto de creación de la obra y no por las formas previstas para adquirir el dominio
de las cosas (apropiación, especificación, tradición, etc.) y, en particular no se adquiere por prescripción.
3. El plazo de protección del derecho patrimonial del autor es limitado, la duración del derecho de dominio es
ilimitado.
4. El régimen de coautoría es distinto al régimen del condominio.
5. El derecho moral, característico del derecho de autor, es ajeno al ámbito del derecho de dominio.
6. No existe transferencia plena del derecho de autor, pues la obra nunca sale por completo de la esfera de la
personalidad de su creador, al menos por la obligación de mencionar su nombre cada vez que aquella se utiliza
de respetar la integridad de la misma.
La diversidad de posiciones sobre la naturaleza jurídica del derecho de autor, condujo a la división de las teorías en
dos grandes grupos:
1. las dualistas: que separan el conjunto de las facultades reconocidas a los autores en dos clases de derechos
(morales y patrimoniales), considerando que no deben ser confundidos aunque se interrelacionen.
2. las monistas: consideran que esa separación es ficticia e insostenible porque todos los derechos reconocidos
al creador deben entenderse como desdoblamientos de un derecho de autor único y uniforme.
Esta teoría fue elaborada por Josef Kohler, para quien el dominio, en su construcción tradicional, es un poder jurídico
que solo puede referirse a las cosas materiales, en tanto que el derecho del creador no es de esta clase: se trata de
un derecho exclusivo sobre la obra considerada como un bien inmaterial, económicamente valioso y, en
consecuencia, de naturaleza distinta del derechote propiedad que se aplica a las cosas materiales.
Por ello, es necesario admitir una categoría nueva: la del derecho sobre bienes inmateriales (Immaterialguterrecht), la
que sin embargo, como señala Baylos, ¨conserva una nota consustancial a la doctrina de la propiedad, que es la
interpretación de este poder jurídico como un señorío sobre un bien autónomo independiente del sujeto¨. Baylos
destaca que una de las finalidades que persigue la tesis de Kohler es, en efecto, construir un tipo de objeto adecuado
a la naturaleza especial de la protección que se dispensa al autor y al inventor.
El derecho de autor, según Kohler, tiene únicamente naturaleza patrimonial, tanto por su origen histórico (ya que
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surgió con la finalidad de garantizar los intereses patrimoniales de los autores) como porque las normas principales de
las leyes están dirigidas a la tutela de las facultades exclusivas de reproducción, representación, ejercicio, recitación,
etc., de la obra mediante las cuales su autor se asegura la obtención de un beneficio económico.
Al autor también le corresponden otros derechos sobre su obra que no tienen naturaleza patrimonial, sino personal, a
los que Kohler denominó Individualrechte. Pero estos derechos no forman parte del campo jurídico del derecho de
autor. Sostuvo que se trata de dos derechos diferentes: un derecho de carácter patrimonial que tiene el autor para la
explotación económica de un bien inmaterial (su obra) que se encuentra fuera del individuo, pero que no es corporal,
tangible o asible. Y el otro: no forma parte del contenido del derecho de auto, sino que constituye una expresión
concreta del derecho general de la personalidad.
Esta exclusión fue muy criticada. Según Piola Caselli, la teoría de Kohler quiebra, sin razón, la unidad y armonía del
derecho de autor produciendo una fractura injustificada entre el momento de la creación de la obra (en la que el
derecho es de carácter personal) y aquel en la cual, al dar a conocer la obra al publico, se manifiestan los derechos
personales.
La teoría de los bienes inmateriales es la posición doctrinal que repara por primera vez en el objeto del derecho de los
creadores, como un tema que precisa ser examinado separadamente.
Esta teoría se alinea en las teorías dualistas y se opone a la teoría del derecho de la personalidad, enfilada en las
teorías monistas.
OBJETO DE LA PROTECCIÓN.
En el sistema jurídico latino el objeto del derecho de autor es, la creación intelectual expresada en obras que
presenten originalidad o individualidad, a diferencia del sistema angloamericano en el que también pueden ser objeto
del copyright bienes que no son obras de creación.
En la concepción jurídica latina la fijación de la obra sobre un soporte material no es condición previa para la
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protección, salvo algunas excepciones (obras corográficas pantomímicas en Francia, Italia, etc.).
El objeto de la protección del derecho de autor es la obra. Para el derecho de autor, obra es la expresión personal de
la inteligencia que desarrolla un pensamiento que se manifiesta bajo una forma perceptible, tiene originalidad o
individualidad suficiente, y es apta para ser difundida y reproducida.
Criterios generales:
Las ideas no son obras y, por ende, su uso es libre. No se puede adquirir sobre ellas protección o propiedad alguna,
aun cuando sean novedosas.
El derecho de autor esta destinado a proteger la forma representativa, la exteriorización de su desarrollo en obras
concretas aptas para ser reproducidas, representadas, ejecutadas, exhibidas, radiodifundidas, etc., según el genero al
cual pertenezcan, y a regular su utilización.
Solo esta protegida la forma sensible bajo la cual se manifiesta la idea y no la idea misma, ya sea que se encuentre
expresada de manera esquemática o bien en una obra. El derecho de autor protege la expresión formal del desarrollo
del pensamiento, otorgando al creador derechos exclusivos de carácter patrimonial a la publicación, difusión y
reproducción de la obra y derechos de carácter personal.
El derecho de autor propugna la creación de obras. Si se otorgan derechos exclusivos sobre las ideas consideradas
en si mismas, se obstaculizaría su difusión y con ello se impediría el desenvolvimiento de la creatividad intelectual, se
trabaría, como dice Villalba, la creación de una ilimitada cantidad de obras diferentes. Una misma idea, una misma
investigación, un mismo tema son retomados infinidades de veces. En su desarrollo, cada autor aporta la impronta de
su personalidad, su individualidad. En ocasiones el resultado es altamente enriquecedor, en otras es trivial, pero lo
que permite que cada generación impulse el lento avance de la civilización es la posibilidad de trabajar sobre lo
existente, de proseguir el camino sin tener que rehacerlo.
Sin embargo, las ideas pueden tener gran valor comercial y también artístico. La apropiación de una idea ajena puede
provocar un daño que, de no ser reparado, daría lugar a una situación injusta. En estos casos se debe tener presente
que la desprotección de las ideas en el derecho de autor, que obedece razones precisas, no significa que dicha
situación deba, necesariamente, quedar sin reparación. La obligación de reparar puede encontrarse en otras
instituciones del derecho privado como son el enriquecimiento sin causa y la competencia desleal. Incluso puede
entraren el área penal si llegara a tipificarse el delito de violación de secretos.
1. El valor cultural o artístico de la obra no cuenta para que se beneficie de la protección que acuerda el derecho
de autor. Se trata de una cuestión de gustos cuya consideración corresponde al público y a la crítica y no al
derecho.
2. La obra se encuentra protegida con independencia de que este destinada a un fin cultural o utilitario. Esta
cuestión interesa particularmente en materia de obras de artes o ciencia aplicadas al comercio o a la industria.
El hecho de que un dibujo o cualquier otra obra artística hayan sido realizados con destino a la actividad
comercial o a la actividad industrial, no los priva de la protección que les otorga el derechote autor contra
reproducción, y, en general, contra la utilización no autorizada.
3. Tampoco importa la forma de expresión de la obra. A los fines de la protección del derecho de autor no tiene
efecto alguno que la obra sea expresada escrita u oral, que haya sido representada o bien fijada sobre una
cinta sonora o audiovisual. Tampoco interesa lo forma en que la obra es difundida o comunicada al público.
¨.....La protección del derecho de autor abarcará la expresión de ideas, procedimientos, métodos de operación
y conceptos matemáticos pero no esas ideas, procedimientos, métodos y conceptos en sí.¨ (Art. 1 ley 11.723)
OBRAS COMPRENDIDAS.
El derecho de autor protege toda clase de obras intelectuales. Tradicionalmente, la protección esta reservada a las
llamadas creaciones intelectuales de forma: las obras originales, en el sentido de originarias o primigenias (literarias,
musicales, artísticas, teatrales, etc.) y las obras derivadas (adaptaciones, traducciones, complicaciones, anotaciones y
comentarios, resúmenes, etc.) cualquiera se su modo o forma de expresión, aunque para estar protegidas deben ser
originales, es decir, presentar originalidad e individualidad.
A) Obras originales
La expresión obras originales es habitualmente utilizada para denominar las obras originarias o primigenias y
diferenciarlas de las obras derivadas de estas.
En el proceso de creación de una obra literaria se distinguen básicamente tres etapas: primero el autor concibe la idea
de la obra, luego elabora un plan de su desarrollo, su composición y, finalmente, la expresa.
En el derecho de autor se consideran obras absolutamente originales aquellas que lo son tanto en la composición
como en la expresión.
Obras literarias
Las obras literarias se expresan por escrito; también oralmente.
Escritas:
La protección se acuerda con criterios amplios. Además de las obras literarias tradicionales (cuentos, poemas, etc.) se
consideran protegidos los eslóganes publicitarios, almanaques, nomencladores, folletos, etc., que por la selección y
ordenamiento de los materiales que contiene importantes esfuerzos intelectuales que merecen ser protegidos por el
derecho de autor en cuanto denotan algún grado de originalidad o individualidad que los diferencia de los existentes.
También esta protegida la correspondencia epistolar, respecto de la cual se debe distinguir: el derecho del autor del
texto de la carta cuya autorización es necesaria para su publicación, y los derechos del destinatario de la carta, tanto
sobre el documento que le pertenece en cuanto a objeto físico como al secreto de la correspondencia. Este último
constituye una valla par el ejercicio libre del derecho de divulgación del autor de la carta. Los derechos de los
destinatarios no tienen naturaleza autoral.
En general se excluyen de la protección del derecho de autor los textos oficiales, también las informaciones de
prensa.
Orales
Las obras comunicadas al público en forma oral están protegidas por el derecho de autor. El proceso creador y el
esfuerzo de expresión que requieren son análogos al de las obras escritas. Reflejan la personalidad de su autor y la
originalidad aparece tanto en la composición como en la expresión.
También están protegidas las clases que dictan en el marco de las actividades docentes. Por esta razón, los apuntes
que los alumnos toman durante las clases no pueden ser reproducidos sin autorización expresa del profesor,
cualesquiera que fueran los medios empleados.
Obras musicales
La música es le arte e combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez
conmoviendo la sensibilidad.
Las obras musicales comprenden todo tipo de combinaciones originales de sonidos, con o sin palabras. Los
elementos constitutivos de las obras musicales son:
1. La melodía
2. La armonía
3. El ritmo
La originalidad de las obras musicales resulta del conjunto de sus elementos constitutivos. Sin embargo, puede residir
en la melodía, la armonía o el ritmo.
Ello no obstante, para el derecho de autor solo se puede adquirir derechos exclusivos sobre la melodía. Ella equivale
a la composición o al desarrollo de la idea en las obras literarias, y no a la idea misma. La melodía es una creación
formal.
No se pueden adquirir derechos exclusivos sobre la armonía porque la forman los acordes, cuyo número es limitado.
Tampoco sobre el ritmo, porque no seria lógico otorgar derechos exclusivos sobre el bolero, la salsa, etc.
La misma melodía puede ser objeto de armonizaciones diferentes y de cambios de ritmo. Para poder reconocerla,
cuando en una composición musical se han cambiado la armonización, el ritmo o ambas a la vez, es necesario
conocer la música; la obra sonará muy diferente aunque la melodía siga siendo la misma.
Obras teatrales
Las obras teatrales son las destinadas a ser representadas. En un sentido amplio el teatro se podría definir como la
comunión de un público con un espectáculo viviente.
Algunas legislaciones (Francia) condicionan la protección si la puesta en escena se encuentra fijada por escrito o de
otra forma, esto no es coherente, ya que lo que se reconoce es el acto de creación, pero lo que si, facilita la prueba de
a obra.
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Obras artísticas
Las obras artísticas impactan el sentido estético de quien las contempla. Comprenden la pintura, el dibujo, el grabado,
la escultura, la fotografía y la arquitectura.
Las obras artísticas están protegidas, cualquiera que sean los materiales y las técnicas empleadas. La originalidad
tiene, en esta materia, connotaciones particulares.
En la expresión de la obra, el artista utiliza líneas, colores, formas, materiales. La ejecución personal tiene un
importancia decisiva, a diferencia de lo que ocurre en materia de obras literarias y musicales, respecto de las cuales
no tiene entidad que el autor manuscriba o mecanografié o haga la notación musical por si mismo.
Obras científicas
Se consideran obras científicas aquellas en las cuales los temas son desarrollados de manera adaptada a los
requisitos del método científico. Comprenden tanto las obras de las ciencias exactas, naturales, médicas, etc., como
las obras literarias de carácter científico y también las obras didácticas, los escritos de carácter técnico, de divulgación
científica, etc., los mapas, las topografías, y en general a la ciencia.
La originalidad, la impronta del autor, se encontrará pues, en la selección de los elementos, en los detalles y en la
forma de expresión.
Obras audiovisuales
Las obras audiovisuales son las creaciones expresadas por medio de una sucesión de imágenes asociadas, con o sin
sonorización incorporada, que para ser mostradas, requieren de aparatos de proyección o de cualquier otro medio de
comunicación pública de la imagen y del sonido, con independencia de la naturaleza de los soportes materiales de
estas obras.
1. Obras cinematográficas: son obras complejas, protegidas en si mismas como una clase particular de obras
en colaboración, con independencia de las creaciones y de los aportes artísticos que concurren a su
realización. Se plantea entonces la necesidad de determinar quienes, entre todas las personas que efectúan
aportes creativos, deben ser considerados coautores y que derechos se les debe reconocer sobre la obra
global.
2. Obras audiovisuales: la locución de obras audiovisuales se emplea para designar todas las obras que
presentan ciertos elementos comunes decisivos de estas, sin tomar en consideración el procedimiento técnico
empleado para la fijación ni el destino esencial para el cual fueron creadas. Comprende: las obras
cinematográficas, las obras videográficas y las radiofónicas.
B) Obras derivadas
Son obras derivadas las que se basan en una obra preexistente. Se considera como tales las adaptaciones,
traducciones, actualizaciones, antologías, resúmenes, extractos y cualquier transformación de una obra anterior de la
que resulta una obra diferente. La originalidad de la obra derivada se puede hallar en la composición y en la expresión
(adaptaciones) solo en la composición (complicaciones y antologías), o solo en la expresión (traducciones).
Cuando la obra preexistente se encuentra en el dominio privado, es necesario que su autor autorice la realización de
la obra derivada. Es el derecho de transformación.
En cambio cundo la obra preexistente se encuentra en dominio público no es necesaria autorización alguna para
realizar obras derivadas, ya que el derecho de transformación constituye un aspecto patrimonial del derecho del autor.
Las obras derivadas que son el fruto del esfuerza personal de su autor y presentan algún grado de creatividad, están
protegidas sin perjuicio de los derechos del autor de la obra anterior.
Cabe destacar que las enunciaciones que hace el artículo 1 de la ley 11.723 son de carácter ejemplificativa.
¨A los efectos de la presente ley, las obras científicas, literarias y artísticas comprenden los escritos de toda
naturaleza y extensión, entre ellos los programas de computación fuente y objeto; las compilaciones de datos
o de otros materiales; las obras dramáticas, composiciones musicales, dramático-musicales; las
cinematográficas, coreográficas y pantomímicas; las obras de dibujos, pintura, escultura, arquitectura;
modelos y obras de arte o ciencia aplicadas al comercio o a la industria; los impresos, planos y mapas; los
plásticos, fotografías, grabados y fonogramas; en fin, toda producción científica, literaria, artística o didáctica,
sea cual fuere el procedimiento de reproducción ....¨ (Art. 1 ley 11.723)
El Título
El título es una parte sustancial de la obra que designa. La individualiza y la evoca o sugiere su contenido con una
capacidad de identificación que evita confusiones con otras obras y permite relacionarla con el éxito que ha alcanzado
y con su autor.
El autor tiene derecho sobre el título como parte integrante de su obra; la modificación de este sin su autorización
afecta su derecho moral sobre la obra, ligado a su derecho sobre la paternidad y a la integridad de la misma.
Al igual que los demás elementos constitutivos de la obra, el titulo puede ser objeto de negociación. El autor puede
autorizar su uso por separado de la obra y, por tanto, también tiene derecho a defenderlo contra la utilización no
autorizada, las imitaciones y en general, contra los usos indebidos.
Clasificación:
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1. Títulos originales: los títulos constituyen creaciones literarias. Las expresiones arbitrarias o de fantasías que
importan una creación también constituyen títulos originales.
2. Títulos banales: son los que carecen de toda originalidad. No representan un esfuerzo creativo aunque se
adecuen muy bien a la obra y el encontrarlo le haya demandado al autor tiempo y trabajo.
Régimen de protección
1. Protección por el derecho de autor: cuando el título es original, por tratarse de una creación, resultan
aplicables las normas del derecho de autor.
2. Protección contra actos de competencia desleal: Aun tratándose de un titulo banal, la utilización por un
tercero puede originar un perjuicio que de lugar a reparaciones a favor del autor lesionado.
Titulares originarios
Titular originario es la persona en cabeza de quien nace el derecho de autor.
El autor de una obra derivada es el titular originario de los derechos sobre la misma, sin perjuicio de los derechos del
autor de la obra de la cual deriva, es decir, de la obra originaria.
La utilización de la obra derivada se encuentra sujeta a doble autorización: del titular de esta y del titular de la obra
originaria. Si se admitiera que la sola autorización del autor de la obra derivada es suficiente para explotarla, se
estaría aceptando una forma de burlar los derechos del autor de la obra original.
Se presume que la calidad de autor, salvo prueba en contrario, corresponde a quien aparece como tal en la obra
mediante su nombre, firma, signo o cualquier otra expresión que lo identifique.
Titularidades derivadas
Son las personas físicas o jurídicas que han recibido la titularidad de algunos de los derechos del autor. La titularidad
derivada nunca puede abarcar la totalidad del derecho del autor (moral y patrimonial)
La titularidad derivada puede obtenerse por acto inter vivos (donación, cesión, venta, etc.) o por transmisión mortis
causa.
Coautoría
Cuando varios autores contribuyeron a la creación de una obra trabajando juntos, o bien por separado pero creando
sus aportes, del mismo o de diferente genero, para que sean explotados en conjunto y formen una unidad, nos
encontramos ante obras en coautoría.
Comprenden las obras en colaboración y las obras colectivas.
Las obras en colaboración y las obras colectivas constituyen categorías distintas de obras en coautoria y sus
regimenes jurídicos también son diferentes.
Las obras audiovisuales y las cinematográficas están sometidas a un estatuto especial.
Las obras compuestas no son consideradas como obras en coautoría por la nueva obra incorpora a la preexistente sin
la colaboración del autor de esta ultima. Tampoco hay coautoría en los casos en que, sin haber transformación de la
obra preexistente, se le agrega una obra nueva, por ejemplo, letra o corografía a una obra musical o música al texto
de un poema.
Es por ello que en el derecho de autor, se distingue entre coautoría y pluriautoría.
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Al editor de una obra anónima o seudónima corresponderán, con relación a ella, los derechos y las
obligaciones del autor, quien podrá recabarlos para sí justificando su personalidad. Los autores que empleen
seudónimos, podrán registrarlos adquiriendo la propiedad de los mismos. (Art. 3 ley 11.723)
La ley crea una ficción, como es la de contribuir el editor al ejercicio de los derechos sobre la obra, con lo cual de
hecho se convierte en el poseedor de los derechos morales y patrimoniales, en tanto el autor real no acredite su
vinculación con la obra.
De esta manera resulta que el editor tiene amplio derecho para explotarla, modificarla, transformarla y hasta
destruirla, sin que la sociedad pueda proteger su patrimonio cultural. (Obras anónimas)
En el caso de las obras seudónimas la relación del editor con el autor se establece a partir de la representación o
mandato tácito que organiza la ley hasta el momento en que el autor real se identifique expresamente, motivo por el
cual, en la eventualidad, el editor debe ajustar su conducta a la normativa legal, o podrá ser sujeto pasivo de una
reclamación si su actuación fuera contra legem.
El autor conserva la posibilidad de revelar su identidad en cualquier momento y ejercer sus derechos por si mismo.
Pero solo al autor le corresponde esa facultad pues los derechos al anónimo y al seudónimo forman parte de su
derecho moral a la paternidad de la obra.
Mientras la obra permanezca anónima, el plazo de duración de los derechos patrimoniales sobre ella se contará a
partir de su divulgación. Lo mismo sucede cuando el seudónimo no sea, por lo conocido, equivalente al nombre.
Las obras inéditas
Es la que no ha sido publicada.
Por tanto una obra se encuentra inédita mientras el autor no haya ejercido a su respecto su derecho moral de
divulgación, aun cuando haya hecho conocer a un grupo determinado de personas, incluso distribuyendo entre ellas
ejemplares obtenidos por fotocopiado u otra forma de duplicación.
Salvo convenios especiales, los colaboradores en una obra cinematográfica tiene iguales derechos,
considerándose tales al autor del argumento, al productor y al director de la película. Cuando se trate de una
obra cinematográfica musical, en que haya colaborado un compositor, éste tiene iguales derechos que el
autor del argumento, el productor y el director de la película. (Art. 20 ley 11.723)
La ley 11.723 solo reconoce tres autores o titulares del derecho: el productor, que de acuerdo con el articulo 21 de
dicha ley, tiene la mayor parte de los derechos, el autor del argumento y el compositor de la música si fue creada
especialmente para esta obra.
El resto de los autores o intérpretes carecen del reconocimiento legal a pesar de ser inexcusables en la producción de
la obra y de que, en muchos casos, su participación es claramente diferenciable como lo es en el caso de los actores,
guionistas, etc.
En estos últimos roles no existe el derecho patrimonial, ya que la ley presume una relación de derecho común, de
dependencia laboral o de locación de obra, ni el derecho moral, presuponiendo una cesión legal de los derechos
autorales.
Las relaciones entre los tres autores o titulares posibles del derecho de autor de la película cinematográfica, a
excepción de su calidad de colaborador y de autor respectivos de su trabajo individual, se regirá por las normas del
derecho común, en lo que a sus derechos económicos se refiere.
Desde el punto de vista del ejercicio de los derechos autorales, es condición inexcusable para el productor el de
reconocer la paternidad de quienes han compartido la creación intelectual, como lo establece el artículo 22 de la ley
11723: ¨El productor de la película cinematográfica, al exhibirla en público, debe mencionar su propio nombre,
el del autor de la acción o el argumento o aquel de los autores de las obras originales de las cuales se haya
tomado el argumento de la obra cinematográfica, el del compositor, el del director artístico o adaptador y el de
los intérpretes principales.¨
https://mi.ubp.edu.ar/A423960FC64A4A25B5B6218317A253F9/LoadFile.do/file=UBP-CG/MATERIAL/201201/cd_ABG-2003-D/ABG-2003-D_dpin/modulos/modu
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DURACIÓN
La limitación al derecho patrimonial de autor más importante es, sin duda, el carácter temporal de la duración de los
derechos de autor.
Esta restricción temporal tiene sus fundamentos en la esfera económico-patrimonial del
derecho de autor, ya que los derechos morales tienen una existencia ilimitada.
Los plazos de protección del derecho patrimonial tienen por finalidad fomentar el acceso a las obras protegidas por el
derecho de autor. Se pueden contar desde la muerte del autor (post mortem) o desde la fecha de la primera
publicación de la obra (post publicationem), según la obra de que se tratare. Cumplidos esos plazos, la obra ingresa
en el dominio público.
El dominio público del derecho común se refiere a la propiedad de bienes materiales afectados al uso directo de la
comunidad y susceptibles de apropiación privada.
El dominio público del derecho de autor tiene connotaciones diferentes.
Transcurrido el plazo de duración del derecho patrimonial, las obras no pasan al domino del Estado. Pueden ser
usadas -reproducidas, comunicadas al público (representadas, ejecutadas, exhibidas, radiodifundidas, etc.).- por
cualquier persona sin que ninguna pueda adquirir derechos exclusivos sobre ella; si en cambio, sobre los aportes
creativos que se le adicionen
La primera ley de derechos de autor, Nº 7092 disponía un plazo genérico de protección de 10 años después de la
muerte del autor.
Al momento de la sanción de la 11.723 se estableció en 30 años post mortem el plazo genérico dentro del cual la obra
estaría en dominio privado. En 1957, en virtud del decreto-ley 12.063/57 se elevó el plazo de protección genérico de
30 a 50 años
En 1997, la ley 24.870 modificó el Art. 5* de la ley 11.723, aumentando el plazo de protección de 50 a 70 años post
mortem; y la forma de contarlo, que sería en vez de la fecha de la muerte del creador, el 1 de enero del año siguiente
del deceso del autor
En 1958 se estableció en nuestro país la obligación de pagar por el uso de obras en domino público al instituirse el
dominio publico pagante, por decreto ley 1224/58 de creación del Fondo Nacional de las Artes y en cuyo Art. 6*, inc.c)
se dispone como fuente de recursos del Fondo, "Los derechos de autor que deberán abonar las obras caídas en
dominio publico..."
Los plazos de duración del dominio privado establecidos en la ley 11.723 son:
Plazo genérico: 70 años a partir del primero de enero del año siguiente de la muerte del autor (Art. 5, primera
parte)
Obras en coautoría perfecta: 70 años a partir del primero de enero del año siguiente de la muerte del último
coautor (Art. 5, segunda parte)
Obra colectiva: 50 años a partir de la primera publicación (Art. 8)
Obras póstumas: 70 años a partir del primero de enero del año siguiente de la muerte del autor (Art. 5, tercera
parte)
Obras anónimas o seudónimas: 50 años a partir de la primera publicación (Art. 3 y 8)
Plazos especiales:
Obras cinematográficas: 50 años desde la muerte del último colaborador (autor del guión o de la música o el
director) (Art. 34, segunda parte) según la reforma dispuesta por la ley 24.249 (Boletín Oficial del 17/9/1993),
de la ley 25.006 (B.O. del 13/8/98) y de la ley 25.847
Obra fotográfica: 20 años a partir de su primera publicación (Art. 34, primera parte)
Retrato fotográfico: 20 años después de la muerte de la persona retratada (Art.35, primera parte)
Correspondencia epistolar: 20 años a partir de la muerte del autor de la carta (Art. 35, segunda parte)
Asimismo, cuando se trata de una obra anónima o colectiva publicada en tomos que se publican en distintos
años, como también los folletos los plazos se contarán por cada aparición por separado, (Art. 11).
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Como los plazos de protección son de orden publico, no admiten prorroga a instancia de acuerdos de particulares
Cumplido este periodo de pertenencia al dominio público pagante, la obra queda incluida en el dominio público no
pagante, es decir, puede ser utilizada libremente sin que sea necesario pedir autorización ni abonar los derechos
patrimoniales.
El derecho de cita
El Art. 10 de la ley 11.723 dice: "Cualquiera puede publicar con fines didácticos o científicos, comentarios,
críticas o notas referentes a las obras intelectuales, incluyendo hasta mil palabras de obras literarias
o científicas u ocho compases en las musicales y en todos los casos sólo las partes del texto indispensable a
ese efecto.
Quedan comprendidas en esta disposición las obras docentes, de enseñanza, colecciones, antologías y otros
semejantes"
Citar significa, según el Diccionario de la Real Academia Española, “Referir, anotar o mencionar los autores, textos o
lugares que se alegan o discuten en lo que se dice o escribe”
La cita es la más corriente de las restricciones y afecta el derecho patrimonial de reproducción. Esta limitación es la
facultad que tienen los autores de incorporar a su obra pasajes breves de otra con el propósito de hacer más
entendible la propia o para referirse a la opinión de otro autor. En algunos trabajos científicos, como el de una tesis,
trabajos doctrinarios o investigaciones de toda naturaleza, es casi de rigor y no se podría hacer verdadera ciencia sin
la ineludible referencia a los trabajos o pensamientos precedentes, en los que funda su posición el autor de la obra.
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Isidro Satanowsky sintetiza claramente el alcance de esta limitación, explicando que “el derecho de cita implica
inmunidad para el que copia, una limitación al derecho absoluto, al monopolio completo del autor sobre su obra...No
proviene de la naturaleza ni del destino de la producción aprovechada, sino del propósito o circunstancia del que la
utiliza, de la verdadera intención del autor que crea esta última. Ello no significa un ataque contra el monopolio del
autor, sino por el contrario, un reconocimiento del mismo, disminuido patrimonialmente, pero respetado y aun elevado
moralmente por la tolerancia tradicional de las citas, que afecta únicamente el derecho de reproducción (Derecho
Intelectual, T° I, Pág. 352, ED. Tea, Buenos Aires, 1952)
El ejercicio de este derecho requiere que la cita sea fidedigna, es decir que transcriba la obra y mencione a su autor
de manera que pueda ser consultada y por ello que se trate de una obra ya divulgada.
Además, el ejercicio de esta limitación debe permitir al lector poder acceder fácilmente a la obra citada indicando,
claramente, cual es la fuente. De tal manera que en el caso de tratarse de un libro de texto, la cita realizada en forma
correcta deberá indicar, por lo menos, el pasaje utilizado, el nombre completo del autor, el título de la obra, número de
la página, la editorial y el año de la publicación.
Art. 28, segunda parte: "Las noticias de interés general podrán ser utilizadas, transmitidas o retransmitidas;
pero cuando se publiquen en su versión original será necesario expresar la fuente de ellas"
Las restricciones para uso de prensa fueron las únicas reconocidas en la primer ley de derechos de autor, N° 7092
sobre Propiedad Científica, Literaria y Artística en cuanto su artículo 8 disponía que “Los artículos de periódicos
podrán reproducirse citándose la publicación de donde se toman. Se exceptúan los artículos que versen sobre
ciencias y artes y cuya reproducción se hubiere prohibido expresamente por sus autores
Explica Gelli que “la libertad informativa integra el haz de derechos que constituyen la libertad de expresión. Incluye el
derecho a la información y el libre acceso a las fuentes de aquellas; a buscar, transmitir y difundir noticias de fuente
propia o ajena...” (Conf. “Constitución de la Nación Argentina” –Comentada y Concordada, Ed. La Ley, Buenos Aires
2003 pág. 95).
Con las limitaciones impuestas en la norma actualmente vigente, los artículos comentados responden a la garantía
social que la población pueda estar libremente informada.
Uno de los pilares de la libertad de información radica en la exigencia al periodista de una actuación diligente que
respete los principios de veracidad y el carácter noticiable de los hechos. Y para que realmente funcione como tal, la
transmisión de la información como acontecimiento debe ser libre.
Esta restricción no se extiende a las crónicas, columnas, y otras elaboraciones originales que el autor periodista crea
en un medio de comunicación, ya que las mismas serían protegidas como obras literarias.
Si está demostrado que no se trata de noticias exclusivas, la reproducción por otro periódico no resulta punible por
que el Art. 28 de la ley 11.723 solo veda la reproducción de “...las informaciones en general...publicadas por un
diario...por haber sido adquiridos por éste o por una agencia de informaciones con carácter de
exclusividades...”, (CNCiv, Sala “D”, The Buenos Aires Herald c/ La Nación s/ propiedad intelectual ley 11.723 del
29/10/90).
Art.: 27, en su parte pertinente dice “Los discursos parlamentarios no podrán ser publicados con fines de lucro,
sin la autorización del autor”
Los discursos parlamentarios tienen como principal destino convencer a los colegas del Congreso fijando una posición
y de obtener un resultado político. Por ello, muchas veces en su texto se ve reflejando la impronta de la personalidad
del autor resultando ser una obra literaria más. Sin embargo, no se puede desconocer que resulta ser la fuente de la
creación de las normas –que no se encuentran protegidas por el derecho de autor-, lo que produce una restricción al
titular de la misma cuando terceros pretenden en forma gratuita difundir dichos textos.
Art. 36:"(segunda parte) "Será lícita y estará exenta de pago de derechos de autor y de los intérpretes que
establece el Art. 56, la representación, la ejecución y la recitación de obras literarias o artísticas ya
publicadas, en actos públicos organizados por establecimientos de enseñanza, vinculados en el
cumplimiento de sus fines educativos, planes y programas de estudio, siempre que el espectáculo no sea
difundido fuera del lugar donde se realice y la concurrencia de los intérpretes sea gratuita”.
Este supuesto restringe afecta al derecho patrimonial de comunicación pública del titular del derecho.
Aquí se contempla, por ejemplo, los recitales de los alumnos de un conservatorio en un acto de fin de curso destinado
a familiares y por supuesto, sin percepción de un precio en dinero ni especie para el ingreso al evento.
El carácter didáctico queda claro en la norma por cuanto limita el uso al cumplimiento de los planes de estudio. De
otra manera el uso de la obra estaría compitiendo contra la normal comercialización de la misma.
En cuanto a la difusión de obras fijadas en fonogramas, el último párrafo del art. 35 del Decreto 41.233/34,
reglamentario de la ley 11.723 dispone que “no será necesario abonar compensación alguna por utilizaciones
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Art. 36, tercera parte “También gozarán de la exención del pago del derecho de autor a que se refiere el párrafo
anterior, la ejecución o interpretación de piezas musicales en los conciertos, audiciones y actuaciones
publicas a cargo de las orquestas, bandas, fanfarrias, coros y demás organismos musicales pertenecientes a
instituciones del Estado Nacional, de las provincias o de las municipalidades, siempre que la concurrencia de
público a los mismos sea gratuita."
Art. 31, ley 11.723, tercera parte: "Es libre la publicación del retrato cuando se relacione con fines científicos,
didácticos y en general culturales, o con hechos o acontecimientos de interés público o que se hubieran
desarrollado en público"
Si bien el retrato fotográfico no es un objeto protegido por el derecho de autor, la ley 11.723 regula el aspecto
comercial de la imagen de una persona como se fuera un derecho afín por su íntima vinculación con el derecho del
fotógrafo sobre el retrato. En tal caso, el uso exclusivo del retrato fotográfico sufre las limitaciones aún más extensas
que las consagradas genéricamente a las obras tuteladas por el derecho de autor
Pueden conferir únicamente un derecho no exclusivo. O sea, no se puede impedir que terceras personas
ejercer la misma facultad
No deben lesionar el derecho moral de autor,
Son intransferibles
Deben asegurar una retribución al titular del derecho de autor
Sus efectos se limitan al país que las ha establecido
En nuestro derecho positivo no se encuentran contemplados casos de licencia legales, encontrando algunos
supuestos de las obligatorias
Art. 6: "Los herederos o derechohabientes no podrán oponerse a que terceros reediten las obras del causante
cuando dejen transcurrir más de diez años sin disponer su publicación.
Tampoco podrán oponerse los herederos o derechohabientes a que terceros traduzcan las obras del causante
después de diez años de su fallecimiento."
En estos casos, si entre el tercero editor y los herederos o derechohabientes no hubiera acuerdo sobre las
condiciones de impresión o la retribución pecuniaria, ambas serán fijadas por árbitros."
Estamos en un supuesto donde el interés de los derechohabientes y el del público de hacer uso del patrimonio cultural
se encuentran. En este caso, la ley da por supuesto necesario la voluntad del autor originario en que su obra sea
difundida y editada.
De todas maneras, podrían existir motivos fundados por los cuales los derechohabientes en general no reediten la
obra en el plazo sentado en la norma (por ejemplo: acciones legales por piratería, usos derivados de la misma, etc.)
que podrían ser un impedimento para forzarlos a conceder la licencia obligatoria.
No constituye una limitación al derecho de autor el uso personal de la obra cuando la misma es el destino de una
licencia de uso, expresa o tácita, aunque no siempre es fácil establecer la línea divisoria entre ambos conceptos.
La comunicación pública como todo acto mediante el cual una pluralidad de personas reunidas o no en un mismo
lugar tienen acceso a una obra sin previa distribución de ejemplares.
La ley 11.723 no establece el límite entre uso domestico y comunicación pública. Pero el decreto reglamentario Nº
41.233/34 en su art. 33 define la “representación o ejecución pública aquella que se efectúe –cualquiera fueren
los fines de la misma- en todo lugar que no sea un domicilio exclusivamente familiar y, aún dentro de éste,
cuando la representación o ejecución sea proyectada o propalada al exterior.
Se considerará ejecución pública de una obra musical la que se efectúe por ejecutantes o cantantes, así como
también la que se realice por medios técnicos: discos, films sonoros, transmisiones radiotelefónicas y su
retransmisión o difusión por altavoces”. (TO Decreto 9.723/45)
Sin embargo, pese a la rigidez de la norma antes mencionada, conviene analizarla dentro de la época que fue
sancionada. En efecto, en 1945 todo instrumento de reproducción sonora que traspasara los límites del ámbito
familiar era de por sí, poco común.
En vía de graficar con ejemplos, a nadie se le ocurriría hoy en día, reclamar derechos por usos secundarios de obras
musicales a una familia que coloca música para animar una fiesta de cumpleaños dentro de su hogar, solamente por
que se escucha desde la vía pública. Pero seguramente se apersonará un inspector de SADAIC para percibir los
derechos correspondientes por el uso de las obras musicales que se utilicen un salón de fiestas cuando la misma
reunión se realice en un club u Hotel.
Y aquí la diferencia radica en los distintos ámbitos que se desarrollan los acontecimientos. El primero es domestico y
el segundo, no.
En cambio, los actos de reproducción para fines domésticos de obras de cualquier género no están previstos fuera de
los casos de libre utilización tratados anteriormente.
En definitiva, el uso doméstico se diferencia del público no solo por las finalidades, sino por la difusión de la obra. Si la
creación es utilizada dentro de un ámbito donde un grupo reducido y familiar –en el sentido amplio de la palabra-, no
cabe dudas que es uso doméstico. Y cuando traspasa esa frontera, o sea, se coloca la obra a disposición de un
número indeterminado de personas, será comunicación pública o reproducción en cualquier soporte material.
Obras extranjeras
Los obras extranjeras son protegidas, con tal de que la reciprocidad con el país pertinente exista. Las obras
extranjeras no necesitan ser registradas en Argentina, pero es aconsejable de todas formas realizar el registro para
preconstituir prueba en caso de conflicto.
Para la protección de la ley argentina, los extranjeros deben demostrar que ellos han obedecido las formalidades del
país de publicación.
¨ Todas las disposiciones de esta ley, salvo las del Art. 57 son igualmente aplicables a las obras científicas,
artísticas y literarias, publicadas en países extranjeros, sea cual fuere la nacionalidad de sus autores, siempre
que pertenezcan a naciones que reconozcan el derecho de propiedad intelectual.¨(Art. 13 ley 11.723)
¨ Para asegurar la protección de la ley argentina, el autor de una obra extranjera sólo necesita acreditar el
cumplimiento de las formalidades establecidas para su protección por las leyes del país en que se haya
hecho la publicación, salvo lo dispuesto en el Art. 23, sobre contratos de traducción.¨ .(Art. 14 ley 11.723)
¨ La protección que la ley argentina acuerda a los autores extranjeros no se extenderá a un período mayor que
el reconocido por las leyes del país donde se hubiere publicado la obra. Si tales leyes acuerdan una
protección mayor regirán los términos de la presente ley.¨ (Art. 15 ley 11.723)
b) Se entenderá por obras de base de datos, incluidas en la categoría de obras literarias, a las producciones
constituidas por un conjunto organizado de datos interrelacionados, compilado con miras a su
almacenamiento, procesamiento y recuperación mediante técnicas y sistemas informáticos.
c) Se considerarán procedimientos idóneos para reproducir obras de software o de base de datos a los
escritos o diagramas directa o indirectamente perceptibles por los sentidos humanos, así como a los
registros realizados mediante cualquier técnica, directa o indirectamente procesables por equipos de
procesamiento de información.
d) Se considerará que una obra de software o de base de datos tiene el carácter de publicada cuando ha sido
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puesta a disposición del público en general, ya sea mediante su reproducción sobre múltiples ejemplares
distribuidos comercialmente o mediante la oferta generalizada de su transmisión a distancia con fines de
explotación.
e) Se considerará que una obra de software o de base de datos tiene el carácter de inédita, cuando su autor,
titular o derechohabiente la mantiene en reserva o negocia la cesión de sus derechos de propiedad intelectual
contratando particularmente con los interesados.
2. Para proceder al registro de obras de base de datos publicadas, cuya explotación se realice mediante su
transmisión a distancia, se depositarán amplios extractos de su contenido y relación escrita de su estructura
y organización, así como de sus principales características, que permitan a criterio y riesgo del solicitante
individualizar suficientemente la obra y dar la noción más fiel posible de su contenido.
3. Para proceder al registro de obras de software o de base de datos que tengan el carácter de inéditas, el
solicitante incluirá bajo sobre lacrado y firmado todas las expresiones de la obra que juzgue convenientes y
suficientes para identificar su creación y garantizar la reserva de su información secreta.
4. De forma.
LA COPIA DE SOFTWARE
Criterio adoptado por la Jurisprudencia cuando el bien jurídico protegido era un programa de computación.
Uno de los principios sentados es que se ha diferenciado el llamado "uso personal" del "uso privado o corporativo", ya
que la jurisprudencia no ampara este segundo uso aun cuando sea realizado en forma gratuita
En efecto, la CNFed. Crim y Correc Sala I en los autos "Lotus Developtment Corp. y Ashton Tate" del 4 de abril de
1994 al resolver una acción contra una compañía petrolera por la copia de programas de computación dentro del
ámbito de la empresa, entendió en cuanto a la reproducción no autorizada de un único ejemplar que..."es tan ilícito
como la practicada en múltiples ejemplares ya que los perjuicios causados a los autores con la copia doméstica
resulta tan gravoso como los ocasionados con la piratería, pues si bien la primera obedece a una acción individual, su
reiteración constante trasunta en una seria reducción del mercado con la consabida pérdida de beneficios."
Este tribunal revocó la sentencia de grado respecto a la atipicidad de la conducta del imputado por supuesta
inexistencia de fin de lucro o animo comercial, toda vez que dicho elemento no es el requerido en el tipo penal.
Si bien en el fuero civil no hubo discusión sobre la tutela del programa de ordenador por la ley 11.723, en el penal la
solución no fue conteste.
En un fallo de la Cámara Nacional de Casación Penal, Sala I del 19 de julio de 1995 en E.D. del 25 de febrero de
1998, confirmó el decisorio de la Sala IV de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
sosteniendo que la reproducción no autorizada de software no constituye el delito previsto en el art. 72 inc. A) de la ley
11.723 en razón de considerar que no puede sostenerse que con el decreto 165/94 se puedan definir conductas que
no se hallaban penalmente reprimidas al complementar el precepto del art. 72 de la ley de derechos de autos ya que
el legislador no puede delegar en el Poder Ejecutivo la configuración de delitos penales.
Este hecho motivó que se modificara el art. 1* de la ley 11.723 por medio de la sanción de la ley 25.036 en cuanto
introduce como bienes jurídicos protegidos “...los programas de computación fuente y objeto,...” zanjando de esta
manera la discusión sobre la tutela de dicho objeto de protección. La misma reforma también agregó los párrafos 2do
y 3ro del art. 9 de la ley de Propiedad Intelectual disponiendo que “quien haya recibido de los autores o sus
derechohabientes de un programa de computación una licencia para usarlo, podrá reproducir una única copia de
salvaguarda de los ejemplares originales del mismo”...”Dicha copia deberá estar debidamente identificada, con
indicación del licenciado que realizó la copia y la fecha de la misma. La copia de salvaguardia no podrá ser utilizada
para otra finalidad que la de reemplazar el ejemplar original del programa de computación licenciado si ese original se
pierde o deviene inútil para su utilización”
Como podemos apreciar, no se trata este supuesto de una limitación al derecho de autor del titular del programa de
computación sino un medio para asegurarse que se pueda utilizar la licencia lícitamente obtenida cuando la obra no
puede ser ejecutada cuando el soporte original queda inutilizado.
Esta norma reafirma el principio de no conceder limitación alguna en materia de utilización de programas de
ordenador en nuestro sistema normativo.
Depósito
- 3 obras / 1 obra
- croquis o fotografía del original
- diálogos, argumentos, etc.
(el editor tiene 90 días)
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Juicio
Resolución del ministerio
Apelación ante el ministerio que corresponda
Resuelve el director
(10 días)
DE LA EDICIÓN
Habrá contrato de edición cuando el titular del derecho de propiedad sobre una obra intelectual, se obliga a
entregarla a un editor y éste a reproducirla, difundirla y venderla.
Este contrato se aplica cualquiera sea la forma o sistema de reproducción o publicación. (Art. 37 ley 11.723)
El titular conserva su derecho de propiedad intelectual, salvo que lo renunciare por el contrato de edición.
Puede traducir, transformar, refundir, etcétera, su obra y defenderla contra los defraudadores de su
propiedad, aun contra el mismo editor. (Art. 38 ley 11.723)
El editor sólo tiene los derechos vinculados a la impresión, difusión y venta, sin poder alterar el texto, y sólo
podrá efectuar las correcciones de imprenta si el autor se negare o no pudiere hacerlo. (Art. 39 ley 11.723)
En el contrato deberá constar el número de ediciones y el de ejemplares de cada una de ellas, como también
la retribución pecuniaria del autor o sus derechohabientes; considerándose siempre oneroso el contrato,
salvo prueba en contrario. Si las anteriores condiciones no constaran se estará a los usos y costumbres del
lugar del contrato. (Art. 40 ley 11.723)
Si la obra pereciera en poder del editor antes de ser editada, éste deberá al autor o a sus derechohabientes
como indemnización la regalía o participación que les hubiera correspondido en caso de edición. Si la obra
pereciera en poder del autor o sus derechohabientes, éstos deberán la suma que hubieran percibido a cuenta
de regalía y la indemnización de los daños y perjuicios causados. (Art. 41 ley 11.723)
No habiendo plazo fijado para la entrega de la obra por el autor o sus derechohabientes o para su publicación
por el editor, el tribunal lo fijará equitativamente en juicio sumario y bajo apercibimiento de la indemnización
correspondiente. (Art. 42 ley 11.723)
Si el contrato de edición tuviere plazo y al expirar éste el editor conservase ejemplares de la obra no
vendidos, el titular podrá comprarlos a precio de costo, más un 10% de bonificación. Si no hace el titular uso
de este derecho, el editor podrá continuar la venta de dichos ejemplares en las condiciones del contrato
fenecido. (Art. 43 ley 11.723)
El contrato terminará cualquiera sea el plazo estipulado si las ediciones convenidas se agotaran. (Art. 44 ley
11.723)
DE LA REPRESENTACIÓN
Hay contrato de representación cuando el autor o sus derechohabientes entregan a un tercero o empresario y
éste acepta una obra teatral para su representación pública. (Art. 45 ley 11.723)
Tratándose de obras inéditas que el tercero o empresario debe hacer representar por primera vez, deberá dar
recibo de ella al autor o sus derechohabientes y les manifestará dentro de los treinta días de su
representación si es o no aceptada.
Toda obra aceptada debe ser representada dentro del año correspondiente a su presentación. No siéndolo, el
autor tiene derecho a exigir como indemnización una suma igual a la regalía de autor correspondiente a veinte
representaciones de una obra análoga. (Art. 46 ley 11.723)
La aceptación de una obra no da derecho al aceptante a su reproducción o representación por otra empresa,
o en otra forma que la estipulada, no pudiendo hacer copias fuera de las indispensables, ni venderlas, ni
locarlas sin permiso del autor. (Art. 47 ley 11.723)
El empresario es responsable de la destrucción total o parcial del original de la obra; y si por su negligencia
ésta se perdiere, reprodujere o representare, sin autorización del autor o sus derechohabientes, deberá
indemnizar los daños y perjuicios causados. (Art. 48 ley 11.723)
El autor de una obra inédita aceptada por un tercero no puede, mientras éste no la haya representado, hacerla
representar por otro, salvo convención en contrario. (Art. 49 ley 11.723)
A los efectos de esta ley se consideran como representación o ejecución pública, la transmisión
radiotelefónica, exhibición cinematográfica, televisión o cualquier otro procedimiento de reproducción
mecánica de toda obra literaria o artística. (Art. 50 ley 11.723)
DE LA VENTA
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El autor o sus derechohabientes pueden enajenar o ceder total o parcialmente su obra, esta enajenación es
válida sólo durante el término establecido por la ley y confiere a su adquirente el derecho a su
aprovechamiento económico sin poder alterar su título, forma y contenido. (Art. 51 ley 11.723)
Aunque el autor enajenare la propiedad de su obra, conserva sobre ella el derecho a exigir la fidelidad de su
texto y título, en las impresiones, copias o reproducciones, como asimismo la mención de su nombre o
seudónimo como autor. (Art. 52 ley 11.723)
La enajenación o cesión de una obra literaria, científica o musical, sea total o parcial, debe inscribirse en el
Registro Nacional de Propiedad Intelectual, sin cuyo requisito no tendrá validez. (Art. 53 ley 11.723)
La enajenación o cesión de una obra pictórica, escultórica, fotográfica o de artes análogas, salvo pacto en
contrario, no lleva implícito el derecho de reproducción que permanece reservado al autor o sus
derechohabientes. (Art. 54 ley 11.723)
La enajenación de planos, croquis y trabajos semejantes, no da derecho al adquirente sino para la ejecución
de la obra tenida en vista, no pudiendo enajenarlos, reproducirlos o servirse de ellos para otras obras. (Art. 55
ley 11.723)
Estos derechos quedan reservados a su autor, salvo pacto en contrario.
(Texto según ley 25036, art. 4). La explotación de la propiedad intelectual sobre los programas de
computación incluirá entre otras formas los contratos de licencia para su uso o reproducción. (Art. 55 bis ley
11.723)
DE LOS INTÉRPRETES
El intérprete de una obra literaria o musical, tiene el derecho de exigir una retribución por su interpretación
difundida o retransmitida mediante la radiotelefonía, la televisión, o bien grabada o impresa, sobre disco,
película, cinta, hilo o cualquier otra substancia o cuerpo apto para la reproducción sonora o visual. No
llegándose a un acuerdo, el monto de la retribución quedará establecido en juicio sumario por la autoridad
judicial competente.
El intérprete de una obra literaria o musical está facultado para oponerse a la divulgación de su
interpretación, cuando la reproducción de la misma sea hecha en forma tal que pueda producir grave e injusto
perjuicio a sus intereses artísticos.
Si la ejecución ha sido hecha por un coro o una orquesta, este derecho de oposición corresponde al director
del coro o de la orquesta.
Sin perjuicio del derecho de propiedad perteneciente al autor, una obra ejecutada o representada en un teatro
o en una sala pública, puede ser difundida o retransmitida mediante la radiotelefonía o la televisión, con el
solo consentimiento del empresario organizador del espectáculo. (Art. 56 ley 11.723)
Bibliografía:
Derecho de Autor y derechos conexos. Ediciones: UNESCO/ CERLALC/ ZAVALIA. Edición 2001. Delia Lipszyc.
Revista de Derecho Informático ISSN 1681-5726 Edita: Alfa-Redi (vinculo web: http://www.alfa-redi.org/rdi-
articulo.shtml?x=1092 )
• http://www.noticias.info/asp/aspcomunicados.asp?nid=98539
Limitaciones al derecho de autor en la ley 11.723 (Por Federico Andrés Villalba Díaz)
• http://www.ipresearch.com.ar/es/serv/autor2.htm#top
https://mi.ubp.edu.ar/A423960FC64A4A25B5B6218317A253F9/LoadFile.do/file=UBP-CG/MATERIAL/201201/cd_ABG-2003-D/ABG-2003-D_dpin/modulos/modu