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El enfoque de Disciplina con Dignidad sigue siendo popular por su relevancia y sus
aplicaciones prácticas. En tanto que los avances tecnológicos siguen revolucionando
nuestro mundo y trasformando nuestros métodos de educación, las decisiones
humanas y los factores que influyen en esas decisiones marcan a la larga la diferencia
entre los estudiantes que tienen éxito y quienes no lo tienen. La disciplina en uno
mismo y la capacidad para relacionarse con los demás de manera efectiva, más que la
habilidad tecnológica, son lo que determina quiénes serán los triunfadores. La
tecnología cambia en un abrir y cerrar de ojos, en tanto que ser capaz de comunicarse
con efectividad, tomar decisiones, solucionar problemas, seguir las reglas que tienen
sentido y cuestionar con respeto las que no lo tienen, son cualidades vitales, aplicables
en prácticamente todas las situaciones. La enseñanza y la reafirmación de un
comportamiento humano responsable son justamente lo que forma el núcleo de la
Disciplina con Dignidad.
Los educadores saben que debemos tener escuelas seguras, que promuevan la
dignidad para todos. Cuando se dé un mal comportamiento, debe confrontárselo con
firmeza y claridad, mezclados con respeto y dignidad. Lo que es más importante,
debemos entender las necesidades que llevan a los alumnos a lastimarse a sí mismos y
a los demás, para luego desarrollar y aplicar estrategias que funcionen para evitar estos
problemas.
Hace más de diez años identificamos factores externos a la escuela que afectan el
comportamiento y contribuyen a que haya problemas de disciplina: violencia en la
sociedad, los efectos de los medios, la falta de un ambiente familiar seguro y el
temperamento difícil. Aunque podrían agregarse otros factores a la lista, entonces y
ahora, lo importante es que 80% de los problemas de disciplina o de los
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comportamientos violentos tienen sus raíces fuera de la escuela. Sin embargo, el
desafío que enfrentamos como educadores es llevar al máximo el poder que tenemos
para ejercer influencia en las vidas de los niños. Muchos niños que alguna vez fueron
etiquetados como “en riesgo”, quienes al crecer tuvieron éxito, suelen atribuir su éxito a
un maestro cariñoso quien se interesó en ellos de manera especial. Hay muchos
factores compitiendo por los corazones, las mentes y los espíritus de nuestros alumnos.
Cuando no logramos captar su interés, se incrementa su vulnerabilidad a las drogas, las
pandillas y otras influencias desagradables.
Disciplina con dignidad ofrece un enfoque afirmativo de la disciplina, que promueve el
respeto para uno mismo y para los demás. Hace hincapié en estrategias y estructuras
específicas para que los educadores ayuden a los alumnos a tener éxito.
En la última década del siglo XX, los educadores han introducido varias iniciativas para
mejorar tanto los logros académicos como el comportamiento. El aprendizaje en
cooperación, las inteligencias múltiples, la evaluación auténtica, la reapropiación, el
constructivismo, la inclusión y el aprendizaje con base en el cerebro son términos que
en 1988 apenas se conocían y que desde entonces se han vuelto familiares para la
mayoría de nosotros y populares entre sus defensores.
Tal vez la Disciplina con Dignidad continúa siendo relevante por ser compatible con
tantos programas que han surgido después. Los educadores reconocen que la buena
disciplina, igual que la buena instrucción, tiene muchas líneas. Estas líneas deben
incluir prácticas que permitan a los alumnos sentirse seguros y correr riesgos. Para
sobrevivir y prosperar en el mundo, los seres humanos tienen necesidades básicas que
deben cumplirse. Si estas necesidades no se cumplen de una manera positiva, los
alumnos se comportarán de maneras que cumplan con estas necesidades básicas,
incluso si esos comportamientos no son socialmente aceptables. Las necesidades
sicológicas básicas incluyen a las necesidades de seguridad, pertenencia y
significancia, poder y autonomía, competencia y dominio. La buena disciplina se
relaciona con una instrucción efectiva que busque la motivación.
Los maestros con energía y entusiasmo, a quienes encanta lo que enseñan, tienen
menos problemas de disciplina. La buena disciplina se obtiene de mejor manera en
ambientes que hacen hincapié en el salón de clases como comunidad. Disciplina con
dignidad recomienda maneras específicas de involucrar a los alumnos como
importantes tomadores de decisiones, quienes participan en la definición de los
procedimientos, las reglas y las consecuencias en el salón de clases, con base en
valores o principios compatibles con el aprendizaje. Los educadores necesitan tanto
una buena filosofía como métodos prácticos.
DISCIPLINA TRIDIMENSIONAL
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La Disciplina Tridimensional ofrece varias maneras para ayudar a que usted se haga
cargo de esos conflictos. Las tres dimensiones son:
Prevención. Lo que puede hacerse para prevenir los problemas.
Acción. Lo que puede hacerse cuando se da el mal comportamiento, para resolver el
problema sin empeorarlo.
Resolución. Lo que puede hacerse por los alumnos fuera de control.
Esto le ayudará a prevenir los problemas, al reconocer que los habrá y proporcionar
varias habilidades de comportamiento, interpersonales y de manejo de la ansiedad, lo
que reducirá el impacto de los alumnos con mal comportamiento en el proceso de
enseñanza–aprendizaje.
Informe a los alumnos lo que usted necesita. Para dirigir el salón de clases,
usted debe establecer lineamientos claros y específicos que definan las reglas y
las consecuencias tanto para usted como para sus alumnos.
Brinde instrucción a niveles que concuerden con la habilidad de los
alumnos. Si un alumno se porta mal, asuma que se trata de su defensa para no
sentirse como un fracaso porque no puede, o cree que no puede, con el material.
Tal vez le convenga llevar a cabo algunas pruebas breves para determinar el
nivel académico o hacer que el niño acuda a los especialistas en educación en
su escuela para que lo evalúen. Igual que las expectativas demasiado altas
llevan a la frustración, las que son demasiado bajas llevan al aburrimiento y a la
sensación de que el éxito es barato y de que no vale la pena esforzarse por él.
Cuando hacemos demasiado fácil el aprendizaje, los alumnos le encuentran
poco valor y se enorgullecen poco con sus logros. Es importante elevar el
desafío sin elevar el tedio. Las habilidades de pensamiento a un nivel más alto,
que requieren imaginación, creatividad, síntesis y análisis, tienen más valor que
aumentar el número de preguntas aburridas.
Escuche lo que los alumnos piensan y sienten. Es probable que no exista una
habilidad más importante que la escucha activa (véase Gordon, 1974) para
desactivar las situaciones que pueden ser problemáticas.
Los alumnos se portan mal cuando se sienten ansiosos, temerosos o
enojados. Los maestros que aprenden a identificarse con los alumnos que
tienen sentimientos negativos y pueden trasmitir su comprensión y empatía por
medio de la escucha reflexiva o activa, suelen ser capaces de desactivar el ciclo
que lleva a la alteración.
Use el humor. A usted no se le paga por ser un comediante ni tiene por qué
llegar a clases preparado con un arsenal de chistes. Pero muchas situaciones
frustrantes pueden aligerarse si se aprende a reir de uno mismo y se evita
ponerse a la defensiva.
Cerciórese de que los alumnos no sean el blanco de sus chistes.
Moscowitz y Hayman (1974) descubrieron que los alumnos que calificaban a sus
maestros como los “mejores” mencionaron las siguientes características en esos
maestros: eran buenos para escuchar, tenían la capacidad de concentrarse en
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los intereses presentes de los alumnos, evitaban los gritos al impartir disciplina y
usaban el humor.
Varíe su estilo de presentación. La investigación ha demostrado que los niños
mayores tienen un rango máximo de atención de 15 minutos y los menores uno
de diez minutos, con cualquier estilo de presentación.
Si usted expone durante 15 minutos, será útil tener una discusión durante el
siguiente intervalo. Si tiene una discusión de grupo grande, cambie a grupos
pequeños. Usar el mismo sistema de manera continua generará desatención e
inquietud, lo que puede llevar a una alteración del orden.
Ofrezca opciones. A los alumnos se les debe ofrecer siempre una opción y
debe ayudárseles a ver que las consecuencias son resultado de sus elecciones.
Niéguese a aceptar excusas. Si ya se establecieron reglas y consecuencias
sensatas en el salón de clases, cualquier mal comportamiento será recibido con
una consecuencia específica.
Legitime el mal comportamiento que no pueda detener. Si ha hecho todo lo
humanamente posible para detener un comportamiento y este sigue, piense en
maneras creativas de legitimarlo.
Use abrazos y contacto al comunicarse con los chicos Una palmada en la
espalda, un toque en el hombro o un apretón de manos puede ser un gran
avance en el establecimiento de lazos con los chicos. Una de las mayores
falacias educativas es la prohibición de usar el contacto con los alumnos.
Para los maestros que están en la línea de combate cada día, lo que ofrecemos
es la Disciplina Tridimensional. Dicho en términos simples, la Disciplina
Tridimensional es una integración de varios enfoques de la disciplina
desarrollados por educadores y sicólogos, quienes otorgan valor a mantener la
dignidad de los alumnos y a enseñar a comportarse de manera responsable.
LA DIMENSIÓN DE LA PREVENCIÓN
La primera meta del enfoque tridimensional es conformar un entorno donde se
prevengan los problemas de disciplina. Vemos a la dimensión de la prevención como
algo similar a un currículo de materia.
Un currículo brinda a los maestros y a los alumnos un plan bien pensado para guiar
el aprendizaje de una lección o un curso en particular. Los mejores currículos tienen
la suficiente flexibilidad para permitir cambios de un día al otro, según surjan nuevas
necesidades, y para incorporar evaluaciones para saber qué tan bien funciona el
plan. La dimensión de la prevención brinda estructura y dirección pero tiene la
suficiente flexibilidad para acomodar cambios, tanto día a día como a largo plazo, a
medida que usted y sus alumnos desarrollen necesidades y conciencia nuevas. Igual
que un currículo de contenidos, nuestra dimensión de la prevención incluye
componentes cognitivos, de comportamiento y afectivos, mezclados de forma tal que
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la conciencia lleve al entendimiento, el que lleva a la acción, la que lleva a la
conciencia. A continuación se describen las ocho etapas de la prevención.
LA DIMENSIÓN DE LA ACCIÓN
A pesar de todos los esfuerzos de usted (y los de sus alumnos) por evitar que
sucedan problemas de disciplina, los conflictos se presentarán, de manera inevitable,
en cualquier situación en la que se espere que 20 o 30 personas estén juntas por un
largo periodo de tiempo. El propósito de la dimensión de la acción tiene dos
vertientes. Cuando se presenta un problema de disciplina, es necesario que alguien
(suele ser el maestro) haga algo para detener el problema lo más pronto posible.
Para esto se requiere la acción.
LA DIMENSIÓN DE LA RESOLUCIÓN
La dimensión de la resolución está compuesta por actividades diseñadas para llegar
al alumno fuera de control. La mayoría de estos alumnos ya han perdido la
esperanza y se han visto sobrexpuestos e insensibilizados a varias intervenciones
disciplinarias en la escuela y el salón de clases.
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La dignidad de la infancia está vinculada directamente con la dignidad de la persona
y los Derechos Humanos que nuestro Texto Fundamental reconoce y garantiza que
se corresponde con los derechos fundamentales, a los que no pertenecen según el
articulado constitucional la infancia la cual tiene un muy escaso, podríamos
aventurar incompleto tratamiento constitucional.