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1. .

Desde hace algún tiempo los temas relacionados con la liberación de


América latina dejaron de tener interés en los medios de comunicación
social y en las prioridades políticas y académicas. En algunos casos se
sintió claramente un proceso de represión y de silencio, que se justificaban
calificando de decadentes o superadas las teorías de la liberación. A pesar
de su aparente fracaso, la verdad es que las teorías de la liberación
latinoamericanas han continuado estando presentes en movimientos
sociales, organizaciones no gubernamentales, reivindicaciones ecológicas,
comunidades religiosas y un largo etcétera, llegando a integrarse de forma
más amplia en los forums sociales internacionales. Este trabajo tiene como
finalidad recordar las luchas por la dignidad y la liberación de los grupos
humanos oprimidos y mantener vivo el deseo de la liberación heredado de
épocas anteriores. Comienza analizando la emergencia de un pensamiento
latinoamericano que se va configurando paso a paso, hasta llegar a la
formación de sistemas filosóficos de liberación, con un carácter
eminentemente latinoamericano. Entre estos sistemas hemos elegido la
Ética de la Liberación sistematizada por Enrique D. Dussel. Para eso
partimos de sus primeras obras, en donde estudia la realidad del hombre
latinoamericano para llegar a la conclusión de la conciencia de su opresión
y su deseo de liberación. El método analéptico será su propuesta de
transformación, permitiendo que el explotado de América latina sea el
protagonista de su propia liberación. Concluimos el estudio con sus últimas
obras, identificando los seres humanos oprimidos con el término general de
víctimas y analizando la necesidad de la liberación como una necesidad
ética. Por tratarse de un nuevo momento histórico, Dussel plantea la
cuestión ética dentro de una realidad de globalización que provoca
exclusión. La liberación tiene que repensarse, con organismos
institucionales y movimientos sociales, que intenten una política práctica,
en la que las prioridades a alcanzar sean éticas y no consumistas.

2.- Hacer un sumario, en que partes de estas expresiones de distintas


culturas y la ética, se asemejan a la actual en la que vivimos.

Una de las preocupaciones iniciales y constantes de la labor filosófica del


argentino y naturalizado mexicano, Enrique D. Dussel A.(, ha sido la
problemática de la cultura. Desde sus primeros escritos, en 1964, ha
expresado la importancia de una reconstrucción total de la historia mundial
para "descubrir el lugar de América Latina" en el proceso del desarrollo de
la humanidad desde su origen y, con ello, responder a la pregunta acerca
del "origen, desarrollo y contenido" de la cultura latinoamericana. Ahora
bien, sus interpretaciones en torno a esta problemática han sufrido
transformaciones importantes. Dussel parte de
un modelo de análisis sustancialita y eurocéntrico, apoyado en la obra del
filósofo francés Paul Ricouer, para luego desembarazarse de él. La crisis y
superación de esta visión será posible gracias a la recepción de la obra del
filósofo y Escritor lituano, nacionalizado francés Emmanuel Lévinas como
también de la "teoría de la dependencia". En efecto, será justamente el
indio el punto de partida de una diferente interpretación de la historia: el
Otro en su exterioridad. El devenir de tales transformaciones presenta al
menos tres momentos: a) la cultura latinoamericana "fuera de la historia de
las culturas", b) la cultura latinoamericana dominada y excluida, y c) la
cultura popular entendida como la cultura del bloque social de los
oprimidos. Nuestro interés es indicar cómo la cuestión del reconocimiento o
no de la Alteridad está presente en cada uno de ellos. Para este propósito
nos ceñiremos en la presente comunicación a su obra Filosofía de la
cultura y la liberación publicada en 2006 y que reúne
la producción dusseliana sobre este tópico de los últimos cuarenta años.
En efecto, mostrar el devenir interpretativo en torno a la problemática de la
cultura latinoamericana es el propósito de esta obra. No es la primera vez
que aparecen reunidos en un volumen los trabajos de Dussel en torno a
la filosofía de la cultura. Con anterioridad, una obra publicada en 1997 y en
portugués reunía estos trabajos: "Oito ensayos sobre cultura latino-
americana e libertação", que traducido al español, es: "Ocho ensayos no
destructivos sobre la cultura latinoamericana y la liberación".
El problema de la cultura es para Dussel un tema central de su reflexión
filosófica. Así una de las preguntas centrales es la que interroga acerca de
quiénes somos culturalmente. Su interés es entender el origen, el
desarrollo y el contenido de la cultura latinoamericana. Desde las primeras
obras de Dussel, en 1964, ha expresado la importancia de un replanteo
total de la Historia Mundial, para descubrir el lugar de América Latina. El
Otro en su exterioridad es el origen de una diferente interpretación de la
historia. Es justamente el indio el punto de partida de la interpretación
dusseliana de la Historia.
Para Dussel, es preciso situarse en una visión de historia universal para
desentrañar el sentido de la cultura latinoamericana. Dicho de otro modo:
reconstruir la historia cultural latinoamericana dentro del marco de la
historia universal. En efecto, es necesario no sólo sobrepasar las fronteras
nacionales sino incluso ciertos límites históricos productos de una
periodización estrecha. Tales periodizaciones son las propuestas por
diversas posiciones políticas e ideológicas y han sido identificadas por
Dussel en las siguientes: a) revolucionarios, para quienes el tiempo mítico
está ubicado en el futuro; b) tradicionalistas, para quienes el tiempo mítico
está situado en el proceso de Independencia; c) colonialistas o hispanistas,
quienes sitúan el tiempo mítico en la conquista de América y d)
indigenismo, quienes lo sitúan antes de la conquista. Este proceso es
entendido hacia 1965 en su ensayo "Iberoamérica en la historia universal"
como desmitificación. Definido como la destrucción de los particularismos
que impiden la auténtica comprensión de un fenómeno que sólo puede y
debe ser comprendido teniendo en cuenta los horizontes que lo limitan (en
último término, la historia universal). Mitificar es, contrariamente, pretender
explicar la historia de un pueblo a partir de algunos hechos relevantes
determinando hechos con un valor absoluto. Así entonces hay -para
Dussel- una conciencia cultural formada a partir de un relato histórico
mitificado.
La teoría del desarrollo afirmaba que los países subdesarrollados poseen
un modelo económico defectuoso respecto del modelo económico de los
países desarrollados. De modo que lo que los países subdesarrollados
deben imitar el modelo de los desarrollados y, por lo tanto, progresar y
desarrollarse hasta identificarse con él. A partir de la década del '60 se
empieza a ver en América Latina los límites de esta teoría. La primera fase
fue la exportadora, el modelo hacia afuera; la segunda fue la
industrialización sustitutiva de importaciones, el modelo hacia adentro. Sin
embargo entre las décadas del 60 y 70 se produce la crisis del modelo de
desarrollo. Los argumentos de esta crisis provienen de Raúl F. Prebisch L.,
André Gunder Frank, Enzo D. Faletto V., Felipe H. Cardoso, Helio
Jaguaribe, Theotonio dos Santos, Franz Hinkelammert, Samir Amin. La
cuestión es planteada de manera tal que los países desarrollados y los
países subdesarrollados no conforman realidades independientes, antes
bien son parte de una misma totalidad. Los países subdesarrollados
constituyen la periferia de esa totalidad en tanto que los desarrollados
constituyen el centro de la misma. La totalidad es el mercado internacional
con un centro y una periferia. La Teoría de la Dependencia mostraba la
asimetría económica entre centro y periferia: dos categorías que pasan a
ser centrales para todo posible análisis sobre la problemática. La tesis
fuerte de esta teoría afirmaba que "la dominación del Norte que
condicionaba el subdesarrollo del Sur". En efecto, los países del "centro"
desarrollado son desarrollados porque han usufructuado la explotación de
los países coloniales.
"Esta visión permite rehacer la historia y descubrir que desde el origen del
mundo moderno hay una injusticia radical.
La teoría de la dependencia le ha permitido a la filosofía tomar conciencia
de la exterioridad de América Latina respecto del centro europeo. Una
exterioridad que se asienta en una injusticia. La filosofía de la liberación se
constituye como una filosofía crítica de la cultura y su interés es articularse
a los intereses del bloque social de los oprimidos.
La dependencia desde el punto de vista económico es:
"Simplemente el hecho de que ciertos países, en concreto Nord atlánticos,
han podido auto expandirse porque se han apropiado de ciertos bienes de
las colonias, produciéndose así una acumulación originaria que después se
reproducirá, primeramente, con las grandes industrias del lujo, como son el
tejido, el perfume y una serie de industrias secundarias que reproducen
enormemente el capital. Esta primera acumulación esta bañada con
la sangre del indio, está envuelta en los "cueros de los esclavos del África",
y de los chinos de la "guerra del opio". Son pueblos enteros los que han
sido "cambiados" e inmolados al dios oro.
¿Por qué es esto importante para la problemática de la cultura? Pues
porque la lógica de la dependencia desde el punto de vista económico tiene
su correlato en la dependencia cultural. El hombre moderno europeo se
constituye a partir de la conquista de América. Ese hombre es previo al ego
cogito cartesiano y es caracterizado por Dussel como "ego conquiro"
("yo conquisto"(). Ese sujeto moderno europeo forma parte de una cultura
particular que niega todo otro particularismo cultural y se arroga como la
cultura universal. En nombre de ese particularismo sostenido como
universal es que se da el proceso de dominación cultural respecto de la
exterioridad de las otras culturas. La filosofía de la liberación ha
denominado a esta relación como pedagógica. En el proceso de
dominación cultural o pedagógica, el centro -portador de una cultura
imperial- proyecta, mediante una pedagogía de la dominación, en la propia
conciencia del dominado su cultura como la única, negando así la cultura
del Otro. La contraparte es el proceso de desvalorización de su cultura
propia que acontece en el colonizado.
En este mecanismo de dominación cultural Dussel observa los siguientes
momentos: a) cultura imperial, en tanto que la cultura del centro dominador
que impone su particularismo y b) la cultura colonial, la que se desdobla en:
b.1) cultura colonial ilustrada y b.2) cultura popular. Así, pues, Dussel
describe dos proyectos culturales contrapuestos:
1) el proyecto cultural vigente, de la oligarquía cultural ilustrada o grupo
dominador que se impone a la totalidad del sistema; y 2) el proyecto de
liberación cultural popular, es el proyecto futuro al que tiende el pueblo
oprimido.
La categoría de "pueblo" es para Dussel una categoría "interpretativa". En
tal sentido, el pueblo oprimido por el sistema o la totalidad puede ser: a)
toda la "nación" con respecto al "centro"; b) el trabajador o
la clase trabajadora con respecto a una burguesía ilustrada nacional; c)
una juventud negada en tanto que ella es indeterminación o "resto
escatológico" y que no está comprometida con el sistema; d) las provincias
o lo federal con respecto a las capitales nacionales.
El rasgo común de estos cuatro significantes es la "exterioridad". Un
momento esencial de la categoría "pueblo" es su exterioridad. Todos se
sitúan más allá de la totalidad del sistema. Es desde de esa exterioridad de
donde el pueblo crea una cultura.
"La cultura popular, lejos de ser una cultura menor, es el centro más
incontaminado e irradiativo de resistencia del oprimido contra el opresor."
Acá se ve la valoración que Dussel otorga a la cultura popular. También en
el siguiente pasaje:
"Para crear algo nuevo hay que tener una palabra nueva, la cual irrumpe
desde la exterioridad. Esa exterioridad es el pueblo mismo que parece que
está del todo en el sistema y en realidad es extraño a él."
Dussel contrapone dos proyectos: uno, el proyecto cultural vigente y
dominante cuyo sujeto es la oligarquía cultural ilustrada; el otro, el proyecto
de liberación cultural cuyo sujeto es el pueblo concreto y oprimido.
Ahora bien, una crítica recurrente hacia Dussel tiene que ver con su
paternalismo. En efecto, este es evidente al notar que el proyecto de
liberación cultural popular debe ser pensado estratégicamente por el
intelectual comprometido. Dussel se entiende a sí mismo como un
"intelectual orgánico" del pueblo latinoamericano oprimido y en camino de
su liberación.
Dussel es un filósofo latinoamericano que, no obstante, es capaz de
comprender y hacer comprender el significado de la globalización y de
mantener una actitud crítica hacia toda teoría ética que no asuma el rol de
la víctima. En efecto, su Ética de la Liberación es antes que nada una
historia crítica de la ética.
 
La actitud de tomar posición junto a la víctima del sistema permite
comprender que no existe sistema social bueno en sí mismo. El criterio de
bondad es entonces definido por las víctimas de los sistemas “buenos”,
porque es “a partir de las normas, de los actos, de las microestructuras, de
las instituciones o de los sistemas éticamente ‘buenos’ que, por
contradicción radical (...), se causan no-intencionalmente y de manera
inevitable, víctimas, efectos de este ‘bien’ (...). El ‘bien’ se da vuelta, se
transforma dialécticamente en ‘mal’ dando origen a estas víctimas (...). La
crítica ético-material inaugura el pensamiento negativo” (pág. 13). Como se
advierte en el lenguaje de Dussel, estamos frente a una renovación de la
metodología dialéctica y a una afirmación fuerte: el verdadero pensamiento
negativo es el de aquel que quiere subvertir radicalmente el sistema,
porque éste no pone solamente en peligro el sentido de la existencia, sino
la existencia misma.
 
Además, Dussel se impone un deber ético, que no es original y es
considerado como ya pasado de moda: darle una voz a las víctimas del
sistema. Esta voz parte obligatoriamente de las necesidades más humanas
de los hombres y, entonces, es una ética universal material: “Para una
Ética de la Liberación las reglas formales intersubjetivas de la
argumentación práctica tienen sentido como procedimiento para aplicar las
normas, mediaciones, fines y valores de cultura, generadas a partir del
ámbito del ‘principio universal material’, que es pre-ontológico y
precisamente ético” (pág. 183). El principio material universal de la ética es
el heredero de las éticas precedentes, las cuales no obstante están
subsumidas en él a partir de los valores del cuerpo y de la vida. Entonces
su enunciado será el siguiente: “quien procede éticamente debe producir,
reproducir y desarrollar auto responsable mente la vida concreta de cada
sujeto humano en una comunidad de vida, a partir de una ‘vida buena’
cultural e histórica que se comparte pulsional y solidariamente teniendo
como última referencia a toda la humanidad, lo cual es un enunciado
normativo con pretensión de verdad práctica y, además, con pretensión de
universalidad”
 
La Ética de la Liberación es una ética universal, porque “para una Ética de
la Liberación es necesario integrar ambos niveles de modo que la
materialidad de las pulsiones permanezca articulada con la racionalidad
material, la racionalidad formal discursiva con la ‘factibilidad’ y la
‘negatividad’ de la razón instrumental y práctica crítica” De este modo
permite comprender las reglas internas del sistema capitalista globalizado
que existe solamente en la medida en que logra producir víctimas.
 
La Ética de la Liberación es universal porque se basa en reconocerles a las
víctimas del sistema el derecho a una comunidad de vida y a un proyecto
de vida. En este sentido La Ética de la Liberación es una ética de la vida
cotidiana (cf. pág. 302) y al mismo tiempo es una superación crítica de la
complicidad inconsciente e implícita de todos aquellos que asumen una
posición de negación de las víctimas del sistema). Sin un análisis del por
qué se niega a la víctima, será imposible proyectar una superación de
estas posiciones de negación. En la práctica, lo de Dussel es, por un lado,
un acto de palabra visto desde el lugar de la víctima negada, oprimida y
excluida, y por otro, una invitación a unirse a la comprensión de las razones
del sistema que, para existir, tiene necesidad de crear víctimas.
Naturalmente, también en las oposiciones entre las víctimas se pide una
toma de conciencia o, como Dussel retoma del pedagogo brasileño Paulo
Freyre, una concientiza cao, es decir, un constante y progresivo proceso de
toma de conciencia, que lleve a una liberación de las víctimas y a la
construcción de una nueva realidad, donde las víctimas dejen de ser tales.

La Ética de la Liberación no tiene solamente raíces latinoamericanas, ya


que más allá de ello, Dussel logra reconstruir una corriente cálida de la
Ética de la Liberación a partir de las éticas y de las filosofías que fueron
excluidas de la historia. Y así recupera, desde la filosofía de los antiguos
egipcios hasta la denuncia de la opresión por parte de Rigoberta Menchú,
una conciencia crítica que es a la vez un pensamiento fecundo, aunque
también el menos conocido.
 
La corriente cálida de la Ética de la Liberación pasa también por Marx y por
el marxismo, pero más bien, la Ética de la Liberación está fundada sobre
una relectura de Marx y de algunas pocas figuras clave del marxismo
occidental (Rosa Luxemburgo, Gramsci, Bloch y Lukács), y también del
pensamiento de Levinas que fue maestro de Dussel durante sus estudios
en Francia.
 
Más que un pensamiento crítico, el de Dussel es un pensamiento herético,
característico de un filósofo que tiene tanto el coraje como la necesidad de
remar contra la corriente para comprender –haciendo, además, el esfuerzo
de compartir el lugar de la víctima–, las reglas internas y la complejidad de
un sistema opresor y negador. Dussel tiene la “ventaja” de vivir en México y
de ser latinoamericano, y por lo tanto de comprender Occidente a partir del
otro Occidente, que tiene más explotados que explotadores y que también
es el segundo Occidente, es decir, la parte del Occidente que a partir del
comienzo de la modernidad permitió a Europa primero y a Norteamérica
después, gozar de la posición central del sistema gracias al hecho de que
su propia centralidad se fundaba en la exclusión de la periferia de este
Occidente y con él del planeta entero.
 
No es entonces casual que hacia el fin del milenio y del siglo más “breve”
de la historia, venga desde este segundo Occidente un acto-de-palabra a
recordarnos que una ética humana no puede ser sino universal

Enrique Dussel ofrece al estudioso un precioso instrumento para la


comprensión de los problemas éticos relacionados con la actualidad, es
decir, con la época de la globalización. Hasta ahora ningún proyecto ético
se planteó el problema de encarar con profundidad la definición de una
nueva ética para un mundo dividido desde su propia integración. Los
intelectuales del primer mundo no han ido más allá de lo que significa
delinear una ética de la comunicación o del discurso, o sea de un
intercambio de experiencias lingüísticas, que en el fondo dejan de lado, si
no es que niegan, las necesidades primarias de los hombres. El rasgo
característico de las éticas contemporáneas es considerar resueltos los
problemas humanos de los hombres como son la reproducción de la vida y
del cuerpo, como comer, tener una casa, vestirse, reproducirse, tener una
instrucción y una cultura y, en definitiva, poder tener un proyecto de vida.
Esta convicción denuncia cómo las éticas del primer mundo no tienen en
cuenta los verdaderos problemas de la mayor parte de la humanidad, que
son también los problemas de la vida y del cuerpo. En el fondo, si se
considera esta situación de la filosofía contemporánea desde el punto de
vista de quien es víctima del sistema, se nota claramente que la filosofía
del primer mundo está ocultando una realidad inaceptable para cualquiera
que tenga principios morales humanos.

Bibliografía
http://campusvirtual.cemlad.org/pluginfile.php/3612/mod_resource/content/2
/50.Etica_liberacion.pdf. (s.f.). Obtenido de
http://campusvirtual.cemlad.org/pluginfile.php/3612/mod_resource/content/2
/50.Etica_liberacion.pdf
[ CITATION htt25 \l 3082 ]

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