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La mixtura ocurre entonces cuando se mezclan acordes de diversos modos. Sin embargo,
hemos de aclarar las reglas que dentro de la práctica del tonalismo determinan dicha
mezcla. La regla primordial en cualquier mixtura es que las posibilidades de relación entre
los modos están reducidas. Esto es, que en el marco del sistema tonal, las relaciones son
unilaterales y además se enmarcan en las tonalidades mayor y menor. En este sentido,
encontramos ambiguo el término intercambio modal, utilizado por algunos autores para
describir el fenómeno del que trata el presente capítulo. Lo consideramos así porque la
palabra intercambio tiene, etimológicamente, una connotación de reciprocidad y esto
conlleva una consecuencia que se contradice con el uso que los compositores han hecho
de la mixtura: podría pensarse que la mixtura, como sinónimo de intercambio modal, es
un fenómeno que sucede indistintamente entre todos los modos. Esto es inconcebible en
el tonalismo, dado el uso casi exclusivo de los modos mayor y menor como sistemas
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Otro asunto importante que hemos tenido presente en este respecto es el significado que
tiene esta palabra para algunos autores como D. de la Motte, J. Zamacois, R. Gauldin, S.
Kostka y D. Payne, P. Harder y G. Steinke. Es común encontrar, en algunos de ellos, la
categoría mixtura reducida al traslado de acordes de menor a mayor o viceversa. Aunque
la mixtura sí es más común entre los modos mayor y menor (como haremos evidente más
adelante), queda excluida, no obstante, la mezcla que resulta de otros traslados entre los
cuatro modos medievales básicos (dórico, frigio, lidio y mixolidio) y los antedichos. No
encontrará el lector dicha diferenciación en nuestra teorización. Por el contrario,
concebimos mixtura como categoría general y consideramos varios tipos de traslados (o
transferencias), entre los que se encuentran los mencionados anteriormente. Tampoco
puede considerarse mixtura, por ejemplo, el III en mayor, ya que ningún modo con tercer
grado a distancia de tercera mayor, tiene el acorde de éste con calidad de mayor.
Escala 1 b2 2 b3 3 4 #4 5 b6 6 b7 7
cromática
o
Mayor I ii iii IV V vi vii
o
Menor i ii bIII iv V, v bVI bVII
o o
m. melód. i ii bIII5# IV V vi vii
o o
m. arm. i ii bIII5# iv V bVI vii
o
dórico i ii bIII IV v vi bVII
o
frigio i bII bIII iv v bVI bvii
o
lidio I II iii #iv V vi vii
o
mixolidio I ii iii IV v vi bVII
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La tabla anterior nos muestra, en total, veintitrés acordes diferentes que tenemos a
disposición para la elaboración de progresiones más complejas enriquecidas por el
cromatismo. A consecuencia de la ampliación de este sistema, resulta la tonalidad
extendida.
Las mixturas que ocurren con mayor frecuencia son los traslados del modo menor
al mayor. Esto se debe al hecho de que existen algo más sonidos en la escala
menor con sus variantes melódica y armónica, que resulta integrada entonces por
nueve de ellos: 1 – 2 – b3 – 4 – 5 – b6 – 6 – b7 – 7; mientras que la escala mayor
consta de sólo siete: 1 – 2 – 3 – 4 – 5 – 6 – 7 y la tonalidad extendida mayor –
menor quedaría entonces con diez sonidos posibles.
En el fenómeno de mixtura, la percepción nos confirma que la inclusión de acordes
modales genera mayor riqueza o “coloración” (cromatismo). En cuanto a su
representación gráfica, la mixtura se escribe en notas alteradas dentro de un
pentagrama, como se estila ordinariamente, y se añaden las alteraciones
pertinentes en relación con la armadura de clave establecida. Por otra parte, en
cuanto a la notación simbólica y analítica se refiere (cifrados funcional y de
Weber), se establecen los símbolos de bemol (b) y sostenido (#) para la escritura
de números romanos o de letras (T,D,S) de acordes diatónicos cuya fundamental
ha sido disminuida o elevada en un semitono respecto a la armadura de clave
establecida. Por ejemplo, el re becuadro en la tonalidad de Ab, será representado
por el grado #4, mientras que, en la de B, se verá como b3. En cuanto a su
cualidad de mayor o menor, se siguen conservando las mayúsculas para los
acordes mayores y las minúsculas para los menores (de las funciones principales,
en el caso del cifrado funcional).
Los acordes de mixtura son cromáticos y, cuando se escuchan, efectivamente se
perciben como acordes de constitución no diatónica. Sin embargo, estos mismos
acordes son diatónicos en sus contextos modales originarios y así los percibe un
oyente informado auditivamente en la música tonal.
Los acordes mixtos tienen la misma función armónica de sus homólogos
diatónicos.
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Ejemplo de II lidio
Ejemplos de IV dórico:
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Ejemplo de vo frigio:
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Los límites del Tonalismo se caracterizan por un cromatismo avanzado en el que todavía
es posible, así sea en cortos fragmentos y con alguna dificultad, reconocer un centro tonal
y una relativa funcionalidad de los acordes, aunque ya más bipolar que tripolar, en vista
de que, en vez del triángulo subdominante – dominante - tónica, se presenta un sistema
binario que oscila entre lapsos temporales de tensión y de descanso; los acordes de
tensión, difícilmente discernibles, a veces, entre lo dominante y lo subdominante y los de
distensión, cada vez más pocos y separados entre sí o adobados con tantos posibles
acordes del grupo tónico o con disonancias o en cadencias evitadas en las que un acorde
que debía ser tónico se vuelve un nuevo dominante o una tónica de escaso valor de
reposo, que pasa a ser también tenso. De esa manera, el estado prevaleciente durante
casi todo el tiempo es de tensión que no se relaja sino a medias, como en la wagneriana
melodía infinita o, mejor pensado, armonía infinita, ya que la melodía tiene contornos
estructurales que la hacen divisible en fragmentos sintagmáticos que dan forma a la
pieza, especialmente con la ayuda del ritmo y, frecuentemente, de la secuencia y, como
resultado, se descansa melodicorrítmicamente cada tramo aunque en forma provisional;
en cambio, es la armonía la que parece no dar tregua al discurso mismo ni a su
percepción por el oyente informado, con lo que tiende al pantonalismo y logra, de otra
manera, lo mismo que lograría el antitonalismo de Schönberg y de la segunda escuela
vienesa (ellos hablaban de atonalismo): la desaparición progresiva del centro tonal, es
decir, atonalismo (ausencia de tonalismo); el dodecafonismo, en cambio, sería un sistema
opuesto, es decir, no sólo sin tonalismo sino contra él.
Todas las alteraciones usadas en el lenguaje tonal son categorizables en dos grupos: las
que resultan a) de mezclar modos (mayor y menor, dórico, frigio, lidio y mixolidio, capítulo
17) y b) de añadir alteraciones ulteriores, más allá de los grados diatónicos y de los
alterados que provienen de esas mixturas; por tanto, más allá de estas primeras
alteraciones, es decir, metaalteraciones. En algunos casos, habrá acordes específicos
que pueden pertenecer a ambos grupos, en virtud de que su funcionalidad también sea
diferente. Por ejemplo, un acorde “alemán” de 6ª aumentada puede cumplir funciones de
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Los acordes metaalterados pueden ser muchos pero hagamos una lista de algunos: V7,#5,
#iio7, viio4/3,#3, viio4/3,#3, #iio6/5,b3, #iio6/5,b3,b5, #iio4/3,b5, VII, VII7, III, VI, I5#, IV5#, viio6/5,b3,#10,
V4/3,b5,#12, etc.
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Nota importante. En beneficio del rigor y de una hermenéutica correcta del uso funcional
de los acordes, es pertinente advertir sobre la necesidad de utilizar una grafía tan estricta
y precisa como sea posible, es decir, ortografía, tanto en la notación misma como en los
cifrados. Es común hallar en los libros, tanto de jazz como de algunos otros tratadistas de
la música académica, notación y cifrados absurdos, como cuando se habla de la famosa
pero falsa substitución tritonal (aplicable sólo a la modulación o tonulación enarmónica),
en donde hallamos afirmaciones sorprendentes como que puede substituirse un acorde
de C7 por F#7 o por Gb7, haciendo caso omiso de esa ortografía que ningún teórico puede
darse el lujo de olvidar. Otra cosa podría darse en la práctica pero jamás en la teoría y en
la escritura. Permitirlo equivaldría a la aceptación de la mala ortografía en cualquier
lengua so pretexto de que así suena. Veamos:
Los acordes cromáticos pueden servir como contrapuntísticos o intermediarios sin implicar
cambio de tónica (unitónicos) pero también como acordes comunes para cambio de tono.
Las alteraciones sobre los acordes diatónicos, tonales y modales, que llamaremos
diatónicos y modales en el cuadro siguiente, se explican: a) por mixturas entre todos ellos
y b) por alteraciones ulteriores, es decir, más allá de las anteriores, que llamaremos
entonces metaalteraciones.
de de de modal de modal
diatónico a de de de de diat. a de modal
diatónico a modal
a modal diatónico metaalt. metaalt. metaalt. metalt. a
a
a a a modal metaalt.
diatónico
metaalt. diatónico
Ejemplos:
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explicar como enarmonía de un viio7,3+ sin 5ª. Habría que leerlo, entonces, nó como (b1,
b3, b6), sino como (7, +2, b6); nó sin advertir y establecer con toda claridad que sólo para
cambiar de centro tonal puede alterarse el grado 1. El biii6 puede verse como (bvi6)V , es
decir, (viio7,3+)V sin 5ª.
Otros ejemplos:
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Ejes tonales de Erno Lendvai. Establezcamos ahora la relación con la teoría de los ejes
(diámetros en el círculo de quintas) de Ernö Lendvaï sobre la música de Bartok, que
considera los doce grados de la escala cromática. El círculo de quintas es presentado
aquí por nosotros como planisferio, pero la funcionalidad está dada en forma precisa y
detallada, a partir de nuestro cuadro de funciones tonales y nó con las simples
mayúsculas S, T y D siempre. Tampoco olvidemos nuestra conclusión de la posibilidad de
posibles funciones dobles sobre los acordes de los grados segundo, tercero, cuarto, sexto
y séptimo y de sus contrapartes cromáticas, ni los cuatro niveles de funcionalidad que
establecimos.
Ab Eb Bb F C G D A E B F# Db
3# 3# 3# 3# ’5#/3#
s” t” D” S T D S’ T’ D” S”’ #T” bd”’
Fm Cm Gm Dm Am Em Bm F#m Dbm Abm Ebm Bbm
5# 3b 3b 3b 3b
s’ t’ d’ S’ T’ D” S”’ #T”’ bd”’ s” t” d’
o o o o o o o o o o o o
F =B Co= D#o D =B A =D# B F# =D# G# =B D#
3#
D’ #S’
Utilíce alternativamente los cifrados cordales con números romanos (Weber) o las letras T, D y S
(funcional) en los ejemplos siguientes; el símbolo = para los acordes comunes, como en [ii=vi] en
los casos de cambio de tónica y los paréntesis para acordes calificados en relación con el
siguiente, como en (V6/5) – iv o (V4/3)IV – vi, que deben entenderse como V6/5 del iv y V4/3 del IV,
reemplazado por otro acorde subdominante, el vi, respectivamente.
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