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Pero esto es así porque estamos acostumbrados a pensar en el recurso al endeudamiento

como una necesidad, y solemos olvidar que esta actividad también es una oportunidad.
En los ejemplos que se acaba de mencionar se recurre al endeudamiento por necesidad,
porque el agente económico en concreto no tiene suficiente dinero para lograr sus objetivos.
Pero pedir dinero prestado no es útil solo para aquellos que no tengan suficiente dinero, sino
que también es útil (y mucho) para aquellos que sí tienen dinero suficiente para realizar sus
actividades.

La clave del asunto reside en que endeudarse ofrece ventajas notables independientemente
del dinero que uno tenga. Cuando una persona realiza una actividad rentable (esto es, que al
cabo de un tiempo le rinda frutos) puede utilizar para ello su propio dinero o utilizar dinero
ajeno. Si la actividad sale bien, resulta mucho más rentable haberla llevado a cabo con dinero
prestado, y no con dinero propio. Es decir, para una actividad o inversión determinada, uno
puede ganar mucho más dinero si utiliza dinero prestado en vez de dinero propio (la operación
que consiste en endeudarse para realizar una actividad económica se denomina
“apalancamiento”).

Esto es algo que se puede entender fácilmente con un simple ejemplo.


Imaginemos que una determinada empresa quiere realizar una inversión en concreto que al
cabo de un año le otorgue ganancias. Esta inversión requiere utilizar 100 €, y al cabo de un año
la empresa obtiene 120 €. El dinero que se ha ganado en un año con esta inversión es 20 €
(120 € obtenidos menos los 100 € utilizados).

Si la operación la lleva a cabo la empresa con dinero propio, la rentabilidad será del 20%.
Porque por cada 100 € gastados, ganará 20 € (20/100 = 20%).

Si la operación la lleva a cabo la empresa en parte con dinero propio y en parte con dinero
prestado, la rentabilidad será mayor que ese 20%. Para que quede bien ilustrado, tomemos el
caso extremo (pero en ocasiones real) de que la empresa utiliza 10 € propios y 90 € ajenos. Es
decir, la empresa pedirá prestado 90 € y aportará 10 € propios para tener los 100 € que
necesita para iniciar la inversión. Cuando transcurra el año la empresa obtendrá 120 €. Pero
tendrá que devolverle los 90 € al banco que le haya prestado dinero, más un pago extra por
intereses que suponemos alcanza los 4 €. En definitiva, la empresa ha obtenido 120 €, pero
tendrá que pagar al banco 94 € (90 + 4). Le sobrarán entonces 26 € (120 – 94). Pero
recordemos que 10 € los sacó de su bolsillo para iniciar la inversión; por lo que en realidad la
empresa ha ganado 16 €, ya que obtuvo 26 € gastando 10 € de su bolsillo. Si calculamos la
rentabilidad obtenemos que la misma asciende a un 160%. Porque por cada 10 € gastados, ha
ganado 16 € (16/10 = 160%).

La cantidad ganada es menor que en el caso anterior (16 € cuando en el caso anterior fue de
20 €), pero es que lo que importa es la ganancia en relación al dinero que aportó la empresa.
En este sentido es mucho más rentable el segundo caso, ya que aportando poco dinero se
obtienen ganancias muy grandes. Imaginemos las ganancias que obtendría la empresa si en
vez de aportar 10 € propios, aportase 100 €. En ese caso las ganancias serían de 160 euros
(porque por cada 10 euros que aporta, gana 16).
Si para esta inversión la empresa no se endeudase, ganaría 20 euros. Si se endeudase en las
cantidades indicadas, ganaría 160 euros. La diferencia es colosal. Es mucho mejor invertir
utilizando dinero prestado que utilizando dinero propio.

El apalancamiento ha sido la estrategia que han adoptado las grandes empresas y las grandes
fortunas para invertir en el sector de la vivienda y también en los mercados financieros.
Aunque tenían dinero suficiente para invertir sin tener que pedir dinero prestado, lo hicieron
porque de esta forma obtenían muchos más beneficios. El recurso al endeudamiento les
ofrecía la oportunidad de obtener muchas más ganancias, así que recurrieron a él en
cantidades muy elevadas.

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