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de la Septuaginta al español
1. Estado de la cuestión
Con el hallazgo de los manuscritos del mar Muerto en el s. XX, una
de las primeras conclusiones a las que llegaron los investigadores fue que
en muchos casos los manuscritos de los libros de la Escritura encontrados
eran diferentes de la Biblia hebrea recibida y, es más, incluso coincidían
en su versión con pasajes divergentes de Septuaginta. Lo más incómodo
para muchos investigadores que habían insistido en la autoridad del texto
hebreo era reconocer que esos manuscritos reflejaban estadios más anti-
guos de los libros bíblicos2.
Hemos de retrotraernos al s. V d. C. y a la traducción latina de san
Jerónimo, que destrona a la Biblia griega en Occidente, para retomar la
historia estrepitosa de la Biblia griega judía o Septuaginta. Hasta bien
entrado el s. XX no ha resurgido su uso ni su estudio, aunque antes del
monopolio de la Hebraica veritas por parte del texto masorético a partir
del s. II d. C., la Biblia judía, históricamente y de hecho, era a la vez el
texto hebreo y el texto griego. Es más, la forma textual de LXX era más
popular y fue más utilizada que la hebrea entre los autores del NT y entre
los primeros cristianos3.
Con su traducción del texto hebreo del Antiguo Testamento al latín en
el año 405, llamada iuxta Hebraeos, para distinguirla de la Vetus latina del
s. II que había sido traducida según Septuaginta, la novedad de Jerónimo
no fue sólo una cuestión de estilo, sino que creó una nueva Biblia para
la Iglesia, motivado por una vuelta a la Hebraica veritas4. Aparte de una
pequeña población de cristianos que había usado la peshitta siriaca basa-
da en la Biblia hebrea, era la primera vez en la historia cristiana que otra
biblia no basada en Septuaginta era promovida para uso de la Iglesia.
Durante cuatrocientos años la mayoría de los cristianos habían oído y
leído Septuaginta y las traducciones nacidas de ella.
La ambigüedad de Jerónimo sobre sus motivos para el cambio de
la graeca veritas a la Hebraica veritas se comprende en el contexto político
de su tiempo. Los siglos IV y V fueron tumultuosos en el Imperio roma-
no pero también en las relaciones entre judíos y cristianos. Jerónimo en
principio no fue crítico hacia Septuginta. Se refirió incluso a la traducción
utilizada por los apóstoles como vera interpretatio (cf. Praefatio in evangelio
2 Cf. N. Fernández Marcos, «The Use of the Septuagint in the Criticism of the
Hebrew Bible», en Sefarad 47/1 (1987) 66-68.
3 Cf. R. T. McLay, The Use of the Septuagint in New Testament Research, Grand Rapids,
MI – Cambridge, U.K.: Eerdmans, 2003, 13; M. Müller, The First Bible of the Church..., 122.
4 Cf. R. González Salinero, Biblia y polémica antijudía en Jerónimo, Madrid: csic, 2003,
29-41.
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11 «Pues únicamente ésta, edificada sobre una piedra firme, permaneció siempre fija
en la verdad (mientras que las restantes a veces se desvían de la recta comprensión de la
Escritura)».
12 El primer volumen que vio la luz constituye la primera edición impresa del
Nuevo Testamento griego. Sin embargo, no fue publicada hasta unos años más tarde, a
la espera de completar todos los volúmenes de la Políglota (terminados el 10 de Julio de
1517) –el 2º con los diccionarios y complementos y los otros cuatro con todo el Antiguo Tes-
tamento–. Esto es lo que posibilitó que la edición del Nuevo Testamento griego de Erasmo
de Rotterdam, Novum Instrumentum, publicada en 1516, se llevara el título de editio prin-
ceps, consiguiendo, además, un privilegio exclusivo de 4 años de publicación de parte del
emperador Maximiliano I de Habsburgo y del Papa León X. La edición de Erasmo, basada
en manuscritos de baja calidad, se convirtió desde entonces, y por más de dos siglos, en el
textus receptus. La Políglota de Alcalá no consiguió el placet de Roma hasta 1520 y, de hecho,
sólo en 1522 comienza su distribución efectiva. También antes, 1518-19, vio la luz la Biblia
Aldina, con el texto de la versión griega de la Biblia, la Septuaginta. Cf. Á. Sáenz-Badillos,
«La Biblia Políglota Complutense», en L. Jiménez Moreno (coord.), La Universidad Com-
plutense Cisneriana. Impulso filosófico, científico y literario. Siglos XVI-XVII, Madrid, Editorial
Complutense, 1996, 137-153.
13 Cf. J. A. L. Lee, «The Complutensian Polyglot, the Text of Sirach, and a Lost Greek
Word», en Bulletin of the International Organization for Septuagint and Cognate Studies 42 (2009)
95; N. Fernández Marcos, «Sources Greek of the Complutensian Polyglot», en Id., Filología
bíblica y humanismo, Madrid: csic, 2012, 261; N. Fernández Marcos, «El texto griego de Sep-
tuaginta en la Políglota Complutense», en Estudios Bíblicos 72/1 (2014) 103-104.
El texto septuaginal de la complutense es la fuente más importante de que se dis-
pone para conocer LXX en su recensión de Luciano, que es la principalmente reflejada por
aquél, aunque entrecruzada con otras, fuera del cual sólo existen manuscritos con restos
o huellas de dicha recensión y citas en los Padres de la Iglesia. Cf. N. Fernández Marcos,
«The Use of the Septuagint in the Criticism of the Hebrew Bible», en Sefarad 47.1 (1987)
59-72, 60.
14 Cf. J. A. L. Lee, «The Complutensian Polyglot, the Text of Sirach, and a Lost Greek
Word», Bulletin of the International Organization for Septuagint and Cognate Studies 42 (2009)
95-108; Id., A History of New Testament Lexicography, New York, 2002.
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21 Cf. M. Brecht, Martin Luther, Minneápolis: Fortress Press, 1985-1993, t. III, 98:
«Apócrifos: Estos Libros no se consideran iguales a las Escrituras, pero son útiles y buenos
de leer».
22 La Biblia griega era conocida en Qumrán, como lo demuestran los fragmentos
griegos de las cuevas 4 y 7, los fragmentos griegos de los Doce Profetas hallados en Nahal
Hever y los fragmentos de Masada. Cf. E. Ulrich, The Dead Sea Scrolls and the Origins of the
Bible, Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1999, 165-183; E. Tov, «The Greek Biblical Texts from the
Judean Desert», en S. McKendrick – O’Sullivan (eds.), The Bible as Book. The Transmision of the
Greek Text, London: The British Library & Oak Knoll Press, 2003, 97-122.
23 Cf. N. Fernández Marcos, Scribes & Translators. Septuagint & Old Latin in the Books of
Kings, Leiden-NewYork-Köln, 1994, 10 y 14; M. Müller, The First Bible of the Church, 99.
24 Cf. E. Ulrich, The Dead Sea Scrolls and the Origins of the Bible, Grand Rapids, MI:
Eerdmans, 1999, 17.
25 Cf. R. T. McLay, The Use of the Septuagint in New Testament Research, Grand Rapids,
MI – Cambridge, U.K.: Eerdmans, 2003.
Nuevas políglotas: la traducción de la Septuaginta al español 133
«Me basta con proponer, como san Agustín, como forma original del Anti-
guo Testamento cristiano una Biblia en dos columnas: una contendría la Septua-
ginta de los primeros siglos de nuestra era, la otra el texto hebreo tal como lo han
canonizado los escribas de Israel»36.
36 «Pour clore cet exposé, qu’il me suffise de proposer avec saint Augustin comme
forme originale de l’Ancien Testament chrétien une Bible en deux colonnes: l’une contien-
drait la Septante des premiers siècles de notre ère, et l’autre le texte hébraique tel que les
scribes d’Israel l’ont canonisé».
37 Cf. W. Kraus, «Contemporary Translations of the Septuagint: Problems and Per-
spectives», en W. Kraus – R. Glenn Wooden, Septuagint Research: Issues and Challenges in the
Study of the Greek Jewish Scriptures, United States of America: Society of Biblical Literature
Septuagint, 2006, 63-83.
38 Además de la edición de Göttingen = Septuaginta: Vetus Testamentum graece aucto-
ritate Societatis Göttingensis editum, Göttingen 1931, la más grande de los LXX. Además del
texto griego, cita las familias o grupos del texto, tratando de reconstruir el texto crítico más
cercano al original.
39 Se inició con la presentación de la traducción del Pentateuco en 1999 y desde
entonces no se ha publicado ningún otro volumen.
40 Cf. N. Fernández Marcos, «The First Spanish Translation of the Septuagint», en
Estudios Bíblicos 68/4 (2010) 419-428.
41 En otras lenguas se ha anunciado su inmediata traducción, v.gr. en ruso. Cf. A.
S. Desnitsky, «The Septuagint as a Base Text for Bible Translations in Russia», en The Bible
Translator 56 (2005) 245-252.
136 Inmaculada Delgado Jara
46 M. Müller, The First Bible of the Church. A Plea for the Septuagint (JSOTS 206),
Sheffield: Sheffield Academic Press, 1996, 107-110.
47 Cf. N. Fernández Marcos, Septuaginta versus Biblia hebrea: la Biblia de los cristianos,
Madrid: Publicaciones San Dámaso, 2010, 1-27, 2.
48 Según Natalio Fernández Marcos, Septuaginta versus Biblia hebrea: la Biblia de los
cristianos, 11, no está convencido de la reciente teoría sobre el paradigma de la interlineri-
dad: el paradigma interlineal y la práctica escolar podría ser válido para la traducción de
Áquila y se practicaría en las Hexapla y más tarde en las modernas biblias Políglotas, pero
138 Inmaculada Delgado Jara
no es el medio más adecuado para explicar la traducción del Pentateuco y de la mayor parte
de la Biblia griega.
49 Cf. R. T. McLay, The Use of the Septuagint in New Testament Research, Grand Rapids,
MI – Cambridge, U.K.: Eerdmans, 2003, 44-99.