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SANTOS, Milton: “La naturaleza del espacio. Técnica y tiempo. Razón y emoción”. Ed. Ariel. Brcelona.
2000
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PÁRRAFOS
El objeto de estudio de la Geografía es el espacio geográfico. Sobre el tema dice Milton Santos:

…Este libro es el resultado de una antigua insatisfacción del autor frente a un cierto número de cuestiones. La
primera se relaciona con el propio objeto de trabajo del geógrafo. La respuesta a esa indagación se busca con
frecuencia, en una interminable discusión sobre qué es geografía. Tal pregunta ha recibido las respuestas más
disparatadas y, raras veces, ha permitido ir más allá de formulaciones tautológicas. No por lo que algunos geógrafos
afirman explícitamente sino por lo que muchos practican, la geografía es lo que hace cada cual y, así hay tantas
geografías como geógrafos. En realidad, el corpus de una disciplina está subordinado al objeto de estudio y no al
contrario. Así, la discusión es sobre el espacio y no sobre la geografía…

…Nuestro deseo explícito es la producción de un sistema de ideas que sea, al mismo tiempo, un punto de partida para
la presentación de un sistema descriptivo y de un sistema interpretativo de la geografía.
Esta disciplina siempre ha pretendido construirse como una descripción de la Tierra, de sus habitantes y de las
relaciones de éstos entre sí y de las obras resultantes, lo cual incluye toda acción humana sobre el planeta.
Pero ¿qué es una buena descripción?: Descripción y explicación son inseparables. Lo que debe estar en el
fundamento de la descripción es la voluntad de explicación, que supone la existencia previa de un sistema [teoría] 1.
Cuando éste falta, lo que resulta en cada ocasión son piezas aisladas, distanciándonos del ideal de coherencia propio
de una determinada rama del saber y del objeto de pertinencia indispensable.

…Como punto de partida, proponemos que el espacio sea definido como un conjunto indisoluble de sistemas de
objetos y sistemas de acciones.
…No se trata de sistemas de objetos y de sistemas de acciones tomados por separados. El espacio está formado por
un conjunto indisoluble, solidario y también contradictorio, de sistemas de objetos y sistemas de acciones, no
considerados aisladamente, sino como el contexto único en el que se realiza la historia. Al principio la naturaleza era
salvaje, formada por objetos naturales, pero a lo largo de la historia van siendo sustituidos por objetos por objetos
fabricados, objetos técnicos, mecanizados y, después cibernéticos, haciendo que la naturaleza artificial tienda a
funcionar como una máquina. A través de la presencia de esos objetos técnicos: centrales hidroeléctricas, fábricas,
haciendas modernas, puertos, carreteras, ferrocarriles, ciudades, el espacio se ve marcado por esos agregados, que
le dan un contenido técnico.
El espacio es hoy un sistema de objetos cada vez más artificiales, poblados por sistemas de acciones igualmente
imbuidos de artificialidad, y cada vez más tendentes a fines extraños al lugar y sus habitantes.

... A partir de la noción de espacio como un conjunto indisoluble de sistemas de objetos y sistemas de acciones
podemos reconocer sus categorías analíticas internas. Entre ellas están el paisaje, la configuración territorial, la
división internacional del trabajo, el espacio producido o productivo, las rugosidades y las formas-contenido. De la
misma manera, y con el mismo punto de partida, se plantea la cuestión de las delimitaciones espaciales, proponiendo
debates sobre problemas como la región y el lugar, las redes y las escalas. Simultáneamente, se imponen la realidad
del medio con sus diversos contenidos en artificialidad y la complementariedad entre una tecnoesfera y una
psicoesfera.

Sistemas de objetos y sistemas de acciones interactúan. Por un lado, los sistemas de objetos condicionan la
forma en que se dan las acciones y, por otro lado, el sistema de acciones lleva a la creación de objetos nuevos o se
realiza sobre objetos preexistentes. Así, el espacio encuentra su dinámica y se transforma.

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[] es agregado de la cátedra.
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Copiando de forma simplista lo que escribía Marx, existe un sistema de objetos sinónimo de Fuerzas productivas,
y un sistema de acciones que nos un conjunto de relaciones sociales de producción.
…La interdependencia entre fuerzas productivas y relaciones de producción se amplía.

Sistemas de objetos

Hay quien distingue los objetos de las cosas: éstas, como el producto de una elaboración natural, en tanto que los
objetos serían el producto de una elaboración social.
Las cosas serían un don de la naturaleza y los objetos resultado del trabajo.
… en la clasificación más intuitiva entre objetos y cosas, hoy en día y cada vez más, los objetos han
tomado el lugar de las cosas. En un principio todo eran cosas, mientras que hoy todo tiende a ser
objeto, ya que las propias cosas, dádivas de la naturaleza, cuando son utilizadas por los hombres a
partir de un conjunto de intenciones sociales, pasan también a ser objetos. Así, la naturaleza se
transforma en un verdadero sistema de objetos y ya no de cosas, y el propio movimiento ecológico
irónicamente completa el proceso de desnaturalización de la naturaleza, dando a ésta un valor.

… Toda creación de objetos responde a condiciones sociales y técnicas presentes en un momento


histórico determinado. Su reproducción también obedece a condiciones sociales. Algunas personas
adoptan la novedad en breve espacio de tiempo, mientras que otras no reúnen las condiciones para
hacerlo, o prefieren rechazarla y permanecer con modelos anteriores. Aunque cada época crea nuevos
modelos, su uso, sin embargo, no es general. Pero el hecho central es la producción de réplicas, más o
menos fieles, a partir del objeto original. Según G. Ku-bler (1973), tanto Henri Focillon en su libro ya
citado, como An-dré Malraux en Les voix dn silence, se han referido a esa «ilusión» de la potencia
reproductora que parece residir en las cosas.

…Según Rossi-Landi (1968), sin contar con los objetos formados por elementos naturales no trabajados,
habría diez niveles sucesivos de complejidad. El nivel 1 sería el de los objetos a los que llama
«presignificativos», materiales brutos extraídos, en tanto el nivel 10, reúne los objetos de la
producción «global». Éste es el nivel superior de evolución de los objetos mecánicos, presentes desde el
nivel 6 con las máquinas simples, seguidas por las máquinas agregadas (nivel 7), autómatas (nivel 8) y los
bienes no repetitivos, prototipos únicos (nivel 9).

… Abraham Moles (1971) sugiere que, a partir de la descripción de las poblaciones de objetos, se
construya la respectiva demografía, tarea interdisciplinaria que conduciría al reconocimiento de una
verdadera ecología de objetos. En este caso, y al contrario de lo que sucede en la ecología propiamente
dicha donde las especies son fijas, están siempre surgiendo nuevas especies. Cuando son escogidos y lo-
calizados, en una casa o en un paisaje, los nuevos objetos, con sus características funcionales, de edad,
de comportamiento, renuevan el sistema local de relaciones y redefinen el medio que les abriga. El
«parque» de objetos —otra idea de Moles— se define por las respectivas funciones dentro del
conjunto, visto como una situación de «vida» (A. Moles, 1971).

Sin embargo, para entender esa situación de vida, la noción de población, tan rica, debe
completarse con otra noción, la de sistema, ya que, pocos objetos son hoy ofrecidos solos. Los objetos
tampoco funcionan aisladamente. Recordemos, por ejemplo, la relación entre los elementos de la cadena
de frío, actualmente tan esencial para la vida cotidiana de buena parte de la humanidad. Existe una
relación necesaria entre la nevera y el congelador doméstico, el camión refrigerado, las cámaras
frigoríficas en los comercios y los grandes frigoríficos y fábricas. Se trata de un todo cuyos elementos
únicamente varían en conjunto. Por ello, Moreno (1974, p. 72) tiene razón cuando afirma que pensar un
objeto es pensar una conexión de objetos. Podemos mirar la pantalla de la televisión sin ninguna otra
reflexión sobre el sistema en que está inserta. Pero no podríamos beneficiarnos con lo que nos trae si
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no existiesen, al mismo tiempo, la producción del programa, la estación emisora de señales y las antenas
para su distribución y redistribución. Sin contar con los sistemas eléctricos y electrónicos creados
para ese fin e instalados en edificios con diseño especial. En 1925, Sauer escribía que los objetos del
paisaje existen en correlación (1961, p. 96). Y, en ese momento, la correlación no era tan nítida, .tan
indispensable como hoy. Pero ya entonces la idea de objetos en sistema era fundamental para el
trabajo geográfico.

La propuesta de R. Barthes en su Sistema de la moda es la de un sistema de objetos definido como


un «conjunto de unidades de funciones y de fuerzas». La idea de sistema de la moda es rica en
enseñanzas, pues la moda es también un proceso en el cual los objetos ya nacen con fecha de caducidad
(en cuanto a su apreciación y valor). Pero ése también es un aspecto de los objetos técnicos actuales,
es decir, la rapidez con que son sustituidos y pierden valor.

A partir del reconocimiento de los objetos en el paisaje, y en el espacio, estamos preparados con
respecto a las relaciones que existen entre los lugares. Estas relaciones son respuestas al proceso
productivo en sentido amplio, incluyendo desde la producción de mercancías hasta la producción
simbólica.

… Los objetos que interesan a la Geografía no son sólo objetos móviles, sino también inmóviles, tales
como una ciudad, un embalse, una carretera, un puerto, una selva, una plantación, un lago, una montaña.
Todos esos objetos son objetos geográficos. Pertenecen al dominio tanto de lo que se denomina
Geografía Física como al dominio de lo que se llama Geografía Humana y, a través de la historia de esos
objetos, es decir, de la forma como fueron producidos y cambian, esa Geografía Física y esa Geografía
Humana se encuentran.

Para los geógrafos, los objetos constituyen la totalidad de las existencias en la superficie de la Tierra,
toda herencia de la historia natural y todo resultado de la acción humana que se objetivó. Los objetos
son esa extensión, esa objetividad, aquello que se crea fuera del hombre y se hace instrumento
material de su vida, en ambos casos una exterioridad.

Los objetos que constituyen el espacio geográfico son necesariamente continuos y la población de
objetos considerada por el geógrafo no resulta de una selección, aunque sea sabia y metódica, del
investigador. El espacio de los geógrafos tiene en cuenta todos los objetos existentes en una extensión
continua, todos sin excepción. Sin esto, cada objeto no tiene sentido.

Sistemas de acciones

Los geógrafos Philippe y Génévieve Pinchernel (1988) nos recuerdan que «los hombres son seres de
acción: actúan sobre sí mismos, sobre los otros, sobre las cosas de la Tierra». Pero ¿qué significa
actuar, qué significa acción, qué es un acto? E. Rogers (1962) explica que un acto: 1) está formado por
un comportamiento orientado; 2) se da en determinadas situaciones; 3) está normativamente regulado;
4) implica un esfuerzo o una motivación.

Un acto no es un comportamiento cualquiera, sino un comportamiento orientado «en el sentido de


alcanzar fines u objetivos» (E. Rogers, 1962).

… La acción es un proceso, pero un proceso dotado de propósito, según Morgenstern (1960), y en el cual
un agente, modificando alguna cosa, se transforma a sí mismo. Esos dos movimientos son concomitantes.
Se trata, por otra parte, de una de las ideas básicas en Marx y Engels. Cuando, por medio del trabajo,
el hombre ejerce su acción sobre la naturaleza, es decir, sobre el medio, se cambia a sí mismo, su
naturaleza íntima, al mismo tiempo que modifica la naturaleza externa.
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…Las acciones son cada vez más ajenas a los fines propios del hombre y del lugar. De ahí la necesidad
de hacer una distinción entre la escala de realización de las acciones y la escala de su mando 2. Esa
distinción es fundamental en el mundo actual: muchas de las acciones que se ejercen en un lugar son el
producto de necesidades ajenas, de funciones cuya generación es distante y de las cuales sólo la
respuesta está localizada en aquel punto preciso de la superficie de la Tierra.

Esto que estamos viviendo en el momento histórico presente, en virtud de ese distanciamiento y de esa
esquizofrenia en el proceso creador de los acontecimientos, es lo que se podría llamar alienación
regional o alienación local, una denominación tal vez más adecuada para aquello que Anthony Giddens
(1971) denominó «lugar fantasmagórico».

Se impone distinguir entre los actores que deciden y los demás. Un decisor es aquel que puede escoger
lo que va a ser difundido y, mucho más, aquel capaz de elegir la acción que, en ese sentido, va a reali-
zarse. Esa idea es desarrollada por J. Masini (1988), quien incluye, entre los grandes decisores, los
gobiernos, las empresas multinacionales, las organizaciones internacionales, las grandes agencias de
noticias, los jefes religiosos... La elección del hombre común, en muchas de las acciones que emprende,
es limitada. Frecuentemente, el actor es sólo el vehículo de la acción y no su verdadero motor. Pero es
siempre por su corporeidad por lo que el hombre participa en el proceso de acción. Esta categoría de
corporeidad está ganando espacio en las ciencias del hombre en esta fase de la globalización. La
geografía también comienza a incorporarla. Neil Smith (1948), al escribir sobre el problema de las
escalas, considera que éstas tienen una progresión que va desde el cuerpo del hombre hasta el propio
mundo, tomado como un todo. La corporeidad del hombre es un instrumento de la acción. Pero es
preciso tener en cuenta que hoy en día el gobierno del cuerpo por el hombre es limitado, y que es lento
el progreso en la producción de normas legales para protegerlo.

… La acción es lo propio del hombre. Sólo el hombre tiene acción, porque sólo él tiene objetivo,
finalidad. La naturaleza no tiene acción porque es ciega, no tiene futuro. Las acciones humanas no se
restringen a los individuos, sino que incluyen también las empresas, las instituciones. Pero los
propósitos relativos a las acciones son realizados por medio de los individuos.

Las acciones resultan de necesidades, naturales o creadas. Esas necesidades: materiales, inmateriales,
económicas, sociales, culturales, morales, afectivas, conducen a los hombres a actuar y llevan a fun-
ciones. Estas funciones, de una forma o de otra, van a desembocar en los objetos. Realizadas a través
de formas sociales, ellas mismas conducen a la creación y al uso cíe objetos, formas geográficas.
Parafraseando a Whitehead (1938) podemos decir que «fuera del espacio, no hay realización» el
espacio es así producido «por una conjunción particular de procesos materiales y de procesos de
significación».

De la diversificación de la naturaleza a la división del trabajo

El mundo natural, mediante los intercambios de energía entre sus elementos, vive un movimiento perpetuo, por el
cual su identidad se renueva mientras se modifican sus aspectos. Es lo que Whitehead denomina diversificación de
la naturaleza, proceso por el cual se constituyen entidades a las que llama elementos naturales, productos cuyas ca-
racterísticas derivan en cada movimiento del respectivo modo de diversificación. A un modo de diversificación
sucede otro modo de diversificación. Así es como la naturaleza se hace otra, en tanto que cambian sus aspectos y
ella misma cambia como un todo.

Kant ya lo había señalado, en su Cosmología, cuando dijo que «la creación jamás termina, jamás se completa. Una vez
iniciada, no cesa. Está siempre ocupada, produciendo nuevos objetos, nuevos escenarios, nuevos Mundos. El trabajo
que preside corresponde al tiempo que sobre ella se extiende» (en D. Harvey, 1969).

2
La negrita es de la cátedra.
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El papel que, en el mundo natural, representa la diversificación de la naturaleza, proponemos compararlo con el papel
que, en el mundo histórico, representa la división del trabajo. Ésta, impulsada por la producción, atribuye, en cada
movimiento, un nuevo contenido y una nueva función a los lugares. Así, el mundo humano se renueva y diversifica, es
decir, reencuentra su identidad y su unidad, en tanto que sus aspectos cambian.

Cuando la naturaleza aún era enteramente natural había una rigurosa diversificación de la naturaleza en estado
puro. El movimiento de las partes, causa y consecuencia de sus metamorfosis, derivaba de un proceso debido
únicamente a las energías naturales desencadenadas.

La primera presencia del hombre es un factor nuevo en la diversificación de la naturaleza, pues atribuye a las cosas
un valor, que añade un dato social al proceso de cambio. En un primer momento, aún no dotado de prótesis que
aumenten su poder transformador y su movilidad, el hombre es creador, pero subordinado. Después, las invenciones
- técnicas van aumentando el poder de intervención y la autonomía relativa del hombre, al mismo tiempo que se va
ampliando la parte de la «diversificación de la naturaleza» socialmente construida.

Las economías mundo de las que habla Braudel marcan una etapa importante en ese proceso, ya que los cambios
afectan cada vez a más lugares y no tienen origen únicamente local. Con la evolución del capitalismo se amplía la
tendencia a que, sobre la diversificación de la naturaleza operada por las fuerzas naturales, se realice otra di-
versificación, también a escala global, mediante fuerzas sociales. Al principio, lo «social» permanecía en los
intersticios; hoy es lo «natural» lo que se aloja o se refugia en los intersticios de lo social.

Con la industria, esta tendencia se acentúa aún más, gracias a las técnicas de que el hombre dispone, ya que éstas
interfieren en todas las fases del proceso de producción, a través de las nuevas formas de energía dominadas por el
hombre. Hoy, el motor de la división del trabajo, constituida claramente como internacional, es la información. La
diversificación de la naturaleza es proceso y resultado. La división internacional del trabajo es proceso cuyo
resultado es la división territorial del trabajo. Sin duda, las dos situaciones están emparentadas, aunque cambie la
energía que las mueve. Por otro lado, la naturaleza es un proceso repetitivo, en tanto que la división del trabajo es
un proceso progresivo.

División del trabajo y distribución de los recursos

La división del trabajo puede ser vista, además, como un proceso por el cual los recursos disponibles se distribuyen
social y geográficamente.

Los recursos del mundo constituyen, juntos, una totalidad. Entendamos aquí por recurso toda posibilidad, material o
no, de acción ofrecida a los hombres (individuos, empresas, instituciones). Recursos son cosas, naturales o
artificiales, relaciones compulsivas o espontáneas, ideas, sentimientos, valores. A partir de la distribución de esos
datos, los hombres van cambiándose a sí mismos y a su entorno. Gracias a esa acción transformadora, siempre
presente, en cada momento los recursos son otros, es decir, se renuevan, creando otra constelación de datos, otra
totalidad.

También los recursos de un país forman una totalidad. Las diversas disciplinas intentan enumerarlos, según sus
propias clasificaciones más o menos específicas, más o menos detalladas y, hasta cierto punto, más o menos
engañosas. Pero, de hecho, ningún recurso tiene, por sí mismo, un valor absoluto, ya sea una reserva de productos, de
población, de empleo o de innovaciones, o una suma de dinero. El valor real de cada uno no depende de su existencia
separada, sino de su cualificación geográfica, esto es, de la significación conjunta que todos y cada uno obtienen por
el hecho de participar de un lugar. Fuera de los lugares, productos, innovaciones, poblaciones, dinero, por más con-
cretos que parezcan, son abstracciones. La definición conjunta e individual de cada uno depende de una localización
determinada. Por ello, la formación socioespacial, y no el modo de producción, constituye el instrumento adecuado
para entender la historia y el presente de un país. Cada actividad es una manifestación del fenómeno social total. Y
su efectivo valor solamente viene dado por el lugar en el que se manifiesta, junto con otras actividades.
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Tal distribución de actividades, es decir, tal distribución de la totalidad de recursos, resulta de la división del
trabajo. Esta es el vector que permite a la totalidad de los recursos (mundial o nacional) funcionalizarse y
objetivarse. Y eso se produce en los lugares. El espacio como un todo reúne todas esas formas locales de
funcionalización y objetivación de la totalidad.

En cada momento, cada lugar recibe determinados vectores y deja de acoger muchos otros. Así se forma y se
mantiene su individualidad. El movimiento del espacio es el resultado de este movimiento de lugares. Visto desde la
óptica del espacio como un todo, ese movimiento de los lugares es discreto, heterogéneo y conjunto, «desigual y
combinado». No es un movimiento unidireccional, pues los lugares así constituidos pasan a condicionar la propia
división del trabajo, siendo al mismo tiempo un resultado y una condición, si no un factor. Pero es la división del
trabajo la que tiene la precedencia causal, en la medida en que es portadora de las fuerzas de transformación,
conducidas por acciones nuevas o renovadas, y engarzadas en objetos recientes o antiguos, que las hacen posibles.

Veamos el ejemplo del dinero. Sabemos todos que las finanzas son un gran denominador común, en un mundo en el
que los bancos, transformados en globales, incorporan y unifican la plusvalía, a partir de sus más diversas
manifestaciones e independientemente de su nivel. Todos los tipos de beneficio y de pérdidas son procesados por el
sistema financiero. A éste incumbe recoger, cualificar y clasificar todo lo que es financiero, según su propia
interpretación de la ley del valor y, finalmente, a través de reinversiones, relocalizar el producto a su manera. Por
su acción, los bancos son hoy un importante factor geográfico, gracias a su intervención sobre la división del
trabajo.

Sin embargo, los instrumentos financieros, actualmente mucho más numerosos, no son los mismos en los diferentes
lugares. Denominemos dinero a todos esos instrumentos, solamente para simplificar nuestro discurso. El dinero
aparece, pues, en los diversos lugares, según diversas modalidades y tipos. La moneda nacional es la forma más
simple, más banal, más generalizada. Es la forma ubicua por excelencia de dinero. Raro es hoy el lugar, en todo el
mundo, donde no hay circulación de dinero en su forma de moneda nacional. Pero el dinero puede circular, también,
bajo otras formas, como monedas extranjeras, cheques, tarjetas de crédito locales, nacionales, internacionales,
pagarés, títulos de crédito, bonos, acciones, obligaciones, warrants, derivativos, fondos, certificados y tantos otros
productos. Actualmente, una de las formas superiores de inteligencia financiera es la capacidad de inventar nuevos
productos.

En contrapartida a esa multiplicidad de formas, se hallan la moderación y la selectividad de su distribución


geográfica. Los lugares también se distinguen en función de los tipos de dinero susceptibles de convivir en ellos. No
en todas partes podemos encontrar todos los tipos de dinero, pues cada lugar se caracteriza por una determinada
combinación, más o menos numerosa y rica, que es el fundamento de una verdadera jerarquía financiera entre
lugares. Incluso estadísticas simples permiten diseñar el respectivo mapa y reconocer sobre el territorio áreas de
densidad y áreas rarificadas, en cuanto a la circulación financiera. 2

Por ello, las formas de dinero que «corren» en esos lugares, en realidad, también «circulan» todas las noches hacia
las metrópolis, donde son tratadas y metamorfoseadas. Ese drenaje hacia el centro se realiza siguiendo un modelo
jerárquico, correspondiente a la pujanza específica de los centros-posta. Éstos son servidos por redes de orde-
nadores jerárquicamente localizados a lo largo del sistema que es, al mismo tiempo, una cadena de captación y de
distribución. Son las informaciones instantáneamente recogidas en los centros de inteligencia bancaria las que, cada
día, permiten tomar las decisiones financieras, incluidas las de relocalización selectiva de los dineros.

Tal situación constituye, para prácticamente todos los actores sociales, un límite más a su capacidad de actuar
financieramente, pues el simple acceso físico a éste o a aquel instrumento financiero depende, en gran parte, del

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En el caso de Brasil, solamente Sao Paulo dispone de la totalidad de los Instrumente» financieros nacionales disponibles. Sao Paulo recibe, de
todo el país, todas las modalidades de dinero y las reenvía hacia las otras áreas, según las denominaciones que convienen a sus bancos. Pero no
todos los lugares pueden realizar transacciones con todas esas modalidades .
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lugar en que se encuentran. En cada país, uno solo o unos pocos lugares permiten la utilización de todas las formas
financieras posibles. Por otra parte, los propios países se distinguen entre sí por la respectiva tipología de
instrumentos financieros. Este razonamiento es además válido para los otros datos de la vicia económica y social,
pues todos están sujetos a la división territorial del trabajo. Esa división territorial del trabajo crea una jerarquía
entre lugares y redefine la capacidad de actuar de las personas, de las empresas y de las instituciones según su
disposición espacial.

La división del trabajo supone la existencia de conflictos, que es necesario considerar para emprender un análisis
del fenómeno que sea válido. Entre esos conflictos, algunos son más relevantes. El primero es la disputa entre el
Estado y el Mercado. Pero no podemos referirnos a esas dos entidades como si fuesen un hecho unitario. Dentro del
mercado, las diversas empresas, según su fuerza, y según los respectivos procesos productivos, inducen a una
división del trabajo que corresponde a su propio interés. Y las diversas escalas del poder público también compiten
por una organización del territorio adaptada a las prerrogativas de cada uno. Las modalidades de ejercicio de la
política del poder público y de la política de las empresas tienen fundamento en la división territorial del trabajo y
buscan modificarla a su imagen.

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