En nuestro viaje por el pensamiento llegamos ahora a ese punto del
camino en el que razón y fe se encuentran. A esta instancia, los que atinaron a periodizar la historia la llamaron: Edad Media, dándole cabida en este nicho al periodo que transcurre desde la desintegración del Imperio romano de Occidente, en el año 476 , siglo V, hasta la caída de Constantinopla (Imperio Romano de Oriente) en manos de los turcos en el año1453, siglo XV. Es decir, dicho con un toque poético, la Edad Media comprende el espacio histórico que se ubica cronológicamente, entre la gloria de la antigüedad clásica y el culto a la vida y el amor a la naturaleza que signan el renacimiento. Acabamos de reconocerle una extensión de mil años. Mil años en los que se explica la existencia de los seres y los fenómenos de la naturaleza por un acto de creación. Diez siglos en los que la filosofía ubicará sobre su eje dominante tres grandes problemas: Dios, la controversia fe-razón, y la preocupación respecto de los universales. Respecto de Dios, la Filosofía Medieval buscará explicar la existencia de Dios poniendo su acento en la razón, sin desestimar ni dañar el conocimiento que hombre alcanza del altísimo por la fe, un ejemplo de esto lo observamos en los diversos caminos que algunos filósofos intentan para demostrar racionalmente la existencia de Dios. En tanto que, lo que marcamos como segundo problema, no es asunto de preocupación para los medievales, fe y razón no son incompatible en este escenario, al contrario, todo el esfuerzo de la filosofía se empeñará en mostrar que fe y razón, si bien son diversas, sin embargo, son complementarias. Respecto del tercer problema que vertebra la Filosofía Medieval: Los Universales, vamos a señalar que la preocupación se asienta en la cuestión de decidir si las ideas más generales y abstractas poseen una existencia separada e independiente del entendimiento humano o si, por lo contrario, sólo son nombres o definiciones. Es necesario mencionar estos problemas, aunque son difíciles y necesitan mayor despliegue para ser comprendidos, no reconocerlos como tal, en el marco de lo que venimos tratando, mutilaría el sentido de todo lo que soporta el carácter de la Edad Media. Estas preocupaciones derivan en un conjunto de proposiciones filosóficas y teológicas que se desarrollan en esos dos grandes momentos que se denominan Patrística y Escolástica, momentos que a su vez se subdividen didácticamente para alcanzar desde sus particularidades una mejor comprensión en el espíritu que los indaga. Veamos ahora las características que se extienden a lo largo de este tiempo configurando unidad para los problemas señalados. Características de la E. Media: En la secuencia didáctica que antecede a esta explicación, se señala en el cuadro central algunas características, es preciso recordar a partir de esto, que estamos ante un tema sumamente amplio y que todo lo enunciado puede ser objeto de explicación y que, con seguridad, vale como referencia y no clausura ninguna posibilidad de ampliación temática. Destaca a lo largo de toda esta época el carácter religioso del pensamiento y la preocupación por integrar el conocimiento heredado de las culturas antiguas con los datos de la revelación. Aparecen así, como muy importante a la reflexión, dos asuntos imperativos: la relación del hombre con Dios (tema de la trascendencia) y la aceptación de que la verdad es eterna e inmutable. Ocupémonos ahora de esos dos momentos mencionados más arriba comenzando por La Patrística; su denominación procede del latín, del término paters que significa padre. La mayoría de los historiadores de la filosofía marcan su inicio en el siglo II, cuando es muy notable el intento por unificar el pensamiento griego y el cristiano, o por lo menos, por encontrar aquellos puentes que los pongan en contacto. Asunto muy difícil éste; ya que, mientras el cristiano anuncia a un Dios desconocido y, entre otras cosas, habla de creación ex nihilo, de fe en la resurrección de la carne, y de un sentido y de un fin de la historia; los helenos, formados bajo el principio metafísico que dice que “de la nada, nada surge”, no tienen el creacionismo en su matriz cultural. y configurado su espíritu en el principio que reza que el único conocimiento que conduce al hombre a la verdad es el que se alcanza por medio de la Razón, instrumento de comprensión y de dominio de lo real, y mediante el cual acumularon una vasta sabiduría acerca de la naturaleza, el logos y el ser, lo referente a la teoría de la iluminación, el creacionismo y el providencialismo, e incluso, a la concepción lineal de la historia, no tiene ningún sentido para ellos. En este momento, destacaremos la figura de San Agustín de Hipona, que busca en el interiorismo las respuestas a los problemas que plantea su época.
Continuemos con el segundo momento, La escolástica: del Latín, schola,
surge en las escuelas palatinas, conventuales y catedralicias, y abarca desde el siglo IX al siglo XV, siendo el siglo XIII el de mayor apogeo y florecimiento. Este período se desarrolla en tres etapas. Del siglo IX al XII se da esa fase de iniciación que algunos denominan Escolástica temprana o incipiente, en la que la filosofía está casi ausente, orientándose la investigación a la exégesis, los comentarios y el interés etimológico, pero sobre todo a la compilación de las traducciones de los clásicos griegos. La etapa inmediata, de desarrollo y apogeo, que comprende los siglos XII y XIII de los cuáles el primero coincide con la recuperación de las Obras de Aristóteles y la aparición de las primeras universidades y el segundo, con el paso de la lectio a la quaestion y de esta a la disputatio, es decir con el momento en el que la dialéctica aristotélica se aplica a la explicación del dogma cristiano. Este último siglo coincide, también, con las reflexiones de su máximo representante, Santo Tomás de Aquino. Tomás, tiene el mérito de llevar al puerto de la armonía la controversia entre fe y Razón, y de elaborar una síntesis definitiva entre cristianismo y aristotelismo, valiéndose para la explicación del dogma cristiano de la obra de Aristóteles. La última etapa de la escolástica, denominada baja escolástica comprende el siglo XIV y parte de siglo XV, en ella se vuelve a plantear la separación entre fe y razón, siendo su mayor representante Guillermo de Ockhan. En todas las etapas señaladas se mantiene con absoluta relevancia el teocentrismo.
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE
Santo Tomás de Aquino (1225-1274) pertenece a la Orden de los Dominicos y es considerado el teólogo y filósofo de mayor relieve de la filosofía escolástica. Las biografías que se ocupan de este pensador destacan, entre otros detalles de su vida, el haber sido discípulo de Alberto Magno. Su producción es muy extensa y se cuenta entre ellas la obra más importante de la Escolástica: la Summa Theologia.
El problema filosófico más importante, que logra su síntesis en las
reflexiones de este filósofo, es el problema razón y fe. Afirma que ambas son independientes, pero tiene que haber armonía entre ambas, la razón es autónoma en todos los asuntos que no se refieran a la revelación.
La realidad en santo Tomás es Dios, cuya existencia no es evidente, pero
debe ser demostrada, para lo que propone cinco vías: del movimiento, de la causalidad eficiente, de los grados de perfección, del orden cósmico, y de la contingencia. El mundo, la naturaleza, se compone de sustancias que están compuestas de materia y forma. Conocer es captar la forma. Esto se realiza por medio de la abstracción. La abstracción es el proceso de adquirir el conocimiento intelectual. Para Tomás de Aquino, el objeto último del conocimiento es la verdad, que la define como “adecuación entre la realidad o las cosas con el entendimiento”.
El ser humano según Tomás de Aquino es una sustancia en la que el cuerpo es
la materia y el alma es la forma, como decía Aristóteles, Pero en santo Tomás el alma es independiente del cuerpo, puede existir después de morir el cuerpo. El alma tiene tres funciones: Vegetativa, Sensitiva, e Intelectiva. En ética, propone el concepto de ley natural, que consiste en conservar la existencia, procrear y cuidar a los hijos, conocer la verdad y vivir en sociedad. Esta ley es evidente, universal e inmutable. La ley natural es la parte de la ley eterna puesta por Dios referida a los hombres. Las leyes que hacen los hombres serán correctas si no van contra la ley natural.
Siguiendo a Aristóteles escribió sobre la teoría de las cuatro causas, la teoría de
la sustancia, la teoría del acto y la potencia, la teoría de la esencia y la existencia y varias consideraciones extensas de detallar en esta escueta explicación. Sin embargo, sería un error no advertir que también Platón y Agustín dejan su impronta en Tomás.
Para finalizar, y estando todos en tiempos de PANDEMIA, se me ocurrió
acercar una de las reflexiones de este pensador a nuestro objetivo principal en tanto transeúntes de esta hermosa experiencia que es la filosofía, y que, por supuesto, siempre tiene mucho que ver con el presente de todos, en todos los tiempos. Dice Santo Tomás en la Suma contra Gentiles, Libro III, cap. 117: que dada nuestra naturaleza cada persona, esta necesita “…ser ayudada para conseguir su fin. Y la mejor manera de ayudarse es el amor mutuo entre las personas”. Lo que significa ser fraternos, cuidarnos cuidando de los demás, porque el bien común es un asunto de todos.