Вы находитесь на странице: 1из 14

TERCERA SEMANA.

SEIS DÍAS PARA CONOCER A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.


DÍA 24 DEL MES MONTFORTIANO DE 30 DÍAS.
RECORDEMOS EL OBJETIVO DE LA TERCERA SEMANA: Durante la tercera515
semana se dedicarán en todas sus oraciones y obras del día a conocer a la Santísima
Virgen maría, pidiendo este conocimiento al Espíritu Santo.
Rogarán a Nuestro Señor y al Espíritu Santo que los ilumine, diciendo:
“¡Señor, que 508509conozca a la Santísima Virgen María!”
“¡Santísima Virgen María que yo te conozca!”
“¡Ven, Espíritu Santo!”.
San Luis María Grignion de Montfort, señala las diez virtudes principales de la
santísima Virgen: 1º su humildad profunda, 2º su fe viva, 3º su obediencia ciega, 4º su
continua oración mental, 5º su mortificación en todas las cosas, 6º su pureza
incomparable, 7º su caridad ardiente, 8º su paciencia heroica, 9º su dulzura angelical y
10º su sabiduría divina.
Nuestra Santísima Madre también es perfecta en el amor a Dios, es el molde perfecto
en donde podemos ser moldeados para poder hacer nuestras sus virtudes, sus
intenciones y sus disposiciones. Esto no lo conseguiremos sin estudiar la vida interior
de María, o sea, sus virtudes, sus sentimientos, sus acciones, su participación en los
misterios de Jesucristo y su unión con El.
Tenemos que unirnos a Jesús por medio de María, ésta es la característica de nuestra
devoción; por lo tanto, San Luis María Grignion de Montfort nos pide que nos
empleemos a fondo para adquirir un conocimiento de la Santísima Virgen. María es
nuestra soberana y nuestra medianera, nuestra Madre y nuestra Señora.
Esforcémonos, pues, en conocer los efectos de esta realeza, de esta mediación, y de
esta maternidad, así como las grandezas y prerrogativas que son los fundamentos o
consecuencias de ello, de esta manera podremos hacer nuestras sus virtudes, sus
intenciones y sus disposiciones uniéndonos así a Jesucristo por medio de María.
OREMOS: LETANIAS DEL ESPIRITU SANTO.
Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.


Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.


Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.

1
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Espíritu que procede del Padre y del Hijo, ten piedad de nosotros.
Espíritu Santo, que al comienzo de la creación, planeando sobre las aguas las
fecundaste, ten piedad de nosotros.
Espíritu por cuya inspiración han hablado los santos hombres de Dios, ten piedad de
nosotros.
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas, ten piedad de nosotros.
Espíritu que das testimonio de Cristo, ten piedad de nosotros.
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas, ten piedad de nosotros.
Espíritu que sobreviniste sobre María, ten piedad de nosotros.
Espíritu del Señor que llenas todo el orbe, ten piedad de nosotros.
Espíritu de Dios que habitas en nosotros, ten piedad de nosotros.
Espíritu de sabiduría y de entendimiento, ten piedad de nosotros.
Espíritu de consejo y de fortaleza, ten piedad de nosotros.
Espíritu de ciencia y de piedad, ten piedad de nosotros.
Espíritu de temor del Señor, ten piedad de nosotros.
Espíritu de gracia y de misericordia, ten piedad de nosotros.
Espíritu de fuerza, dilección y sobriedad, ten piedad de nosotros.
Espíritu de fe, esperanza, amor y paz, ten piedad de nosotros.
Espíritu de humildad y de castidad, ten piedad de nosotros.
Espíritu de benignidad y de mansedumbre, ten piedad de nosotros.
Espíritu de gracia multiforme, ten piedad de nosotros.
Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios, ten piedad de nosotros.
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables, ten piedad de nosotros.
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma, ten piedad de nosotros.
Espíritu en el cual renacemos, ten piedad de nosotros.
Espíritu que difundes la caridad en nuestros corazones, ten piedad de nosotros.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios, ten piedad de nosotros.
Espíritu que apareciste sobre los apóstoles en lenguas de fuego, ten piedad de
nosotros.
Espíritu que colmó a los apóstoles, ten piedad de nosotros.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres, ten piedad de nosotros.

Muéstrate propicio, perdónanos, Señor.


Muéstrate propicio, escúchanos, Señor.

De todo mal, líbranos, Señor.


De todo pecado, líbranos, Señor.
De las tentaciones e insidias del demonio, líbranos, Señor.
De toda presunción y desesperación, líbranos, Señor.
De la resistencia a la verdad conocida, líbranos, Señor.
De la obstinación y de la impenitencia, líbranos, Señor.

2
De toda impureza, líbranos, Señor.
Del espíritu de fornicación, líbranos, Señor.
De todo espíritu malo, líbranos, Señor.
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo, líbranos, Señor.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán, líbranos, Señor.
Por tu advenimiento sobre los Apóstoles, líbranos, Señor.

En el día del juicio, nosotros pecadores, te rogamos óyenos.


Que así como vivimos por el Espíritu, obremos también por el Espíritu, te rogamos
óyenos.
Que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos, te rogamos
óyenos.
Que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne, te rogamos
óyenos.
Que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne, te rogamos óyenos.
Que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios, te rogamos óyenos.
Que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, te
rogamos óyenos.
Que no creamos a todo espíritu, te rogamos óyenos.
Que probemos a los espíritus si son o no de Dios, te rogamos óyenos.
Que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud, te rogamos óyenos.
Que nos confirmes con tu Espíritu soberano, te rogamos óyenos.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad y misericordia de
nosotros.
OREMOS: El Espíritu que procede de Ti, Señor, ilumine nuestras almas y, según la
promesa de tu hijo, nos dé a conocer toda la verdad. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amen.

3
24A. Ejercicios para el veinticuatroavo día: Meditación-contemplación del Santo
Evangelio.
LA MADRE DE JESÚS ES NUESTRA MADRE.
Lectura del Santo Evangelio según San Juan (Jn. 19,17-42).
Gloria a Ti, Señor.
(La Palabra del Señor esté en mi mente,+ en mis labios + y en mi corazón +).
"17. Así fue como se llevaron a Jesús. Cargando con su propia cruz, salió de la ciudad hacia el
lugar llamado Calvario (o de la Calavera), que en hebreo se dice Gólgota. 18. Allí lo crucificaron y
con él a otros dos, uno a cada lado y en el medio a Jesús. 19. Pilato mandó escribir un letrero y
ponerlo sobre la cruz. Estaba escrito: «Jesús el Nazareno, Rey de los judíos.» 20. Muchos judíos
leyeron este letrero, pues el lugar donde Jesús fue crucificado estaba muy cerca de la ciudad.
Además, estaba escrito en hebreo, latín y griego. 21. Los jefes de los sacerdotes dijeron a Pilato:
«No escribas: "Rey de los Judíos", sino: "Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos".» 22. Pilato
contestó: «Lo que he escrito, escrito está.» 23. Después de clavar a Jesús en la cruz, los soldados
tomaron sus vestidos y los dividieron en cuatro partes, una para cada uno de ellos. En cuanto a la
túnica, tejida de una sola pieza de arriba abajo sin costura alguna, se dijeron: 24. «No la rompamos,
echémosla más bien a suertes, a ver a quién le toca.» Así se cumplió la Escritura que dice: Se
repartieron mi ropa y echaron a suertes mi túnica. Esto es lo que hicieron los soldados. 25. Cerca de
la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María
de Magdala. 26. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo.» 27. Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquel
momento el discípulo se la llevó a su casa. 28. Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba
cumplido, dijo: «Tengo sed», y con esto también se cumplió la Escritura. 29. Había allí un jarro lleno
de vino agrio. Pusieron en una caña una esponja empapada en aquella bebida y la acercaron a sus
labios. 30. Jesús probó el vino y dijo: «Todo está cumplido.» Después inclinó la cabeza y entregó el
espíritu. 31. Como era el día de la Preparación de la Pascua, los judíos no querían que los cuerpos
quedaran en la cruz durante el sábado, pues aquel sábado era un día muy solemne. Pidieron a Pilato
que hiciera quebrar las piernas a los crucificados y retiraran los cuerpos. 32. Fueron, pues, los
soldados y quebraron las piernas de los dos que habían sido crucificados con Jesús. 33. Pero al
llegar a Jesús vieron que ya estaba muerto, y no le quebraron las piernas, 34. sino que uno de los
soldados le abrió el costado con la lanza, y al instante salió sangre y agua. 35. El que lo vio da
testimonio. Su testimonio es verdadero, y Aquél sabe que dice la verdad. Y da este testimonio para
que también ustedes crean. 36. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le
quebrarán ni un solo hueso. 37. Y en otro texto dice: Contemplarán al que traspasaron. 38. Después
de esto, José de Arimatea se presentó a Pilato. Era discípulo de Jesús, pero no lo decía por miedo a
los judíos. Pidió a Pilato la autorización para retirar el cuerpo de Jesús y Pilato se la concedió. Fue y
retiró el cuerpo. 39. También fue Nicodemo, el que había ido de noche a ver a Jesús, llevando unas
cien libras de mirra perfumada y áloe. 40. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos
con los aromas, según la costumbre de enterrar de los judíos. 41. En el lugar donde había sido
crucificado Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie todavía había sido
enterrado. 42. Como el sepulcro estaba muy cerca y debían respetar el Día de la Preparación de los
judíos, enterraron allí a Jesús." 1
Palabra del Señor.
Gloria a Ti, Señor Jesús.

1
Evangelio según San Juan, 19 - Biblia Católica Online https://www.bibliacatolica.com.br/biblia-latinoamericana/evangelio-segun-san-
juan/19/

4
Estructura del Texto.
19, 25-27. El testamento de Jesús.
19, 28-30. ¡Todo se ha cumplido!
19, 31-34. El simbolismo del Cordero Pascual.
19, 35-37. El testimonio y la interpretación del cumplimiento de las Profecías.

Contexto.
Una vez que Pilato cedió a la petición de crucificar a Jesús, lo entrego para la
ejecución, la cual se realizó en el Calvario, luego se repartieron sus vestiduras,
divididas en cuatro porciones, simbolizando por una parte los cuatro puntos cardinales
y por otra parte la universalidad de la redención de Jesús. A su vez, la unidad de la
túnica, es decir, que la misma no fue dividida por los soldados romanos, viene a
simbolizar la única Salvación.

Nuestro texto presenta probablemente cuatro personas: María la madre de Jesús,


María la mujer de Cleofás, María Magdalena y a Juan, el discípulo amado. Del mismo
modo, hay dos testigos más presentes al pie de la cruz, estos son: la preciosísima
sangre y el agua que brotan del Sagrado corazón de Jesús, por medio de la lanza que
traspasa el costado de nuestro Señor Jesucristo por amor y redención del género
humano.

La escena culminante de la vida de Jesús muestra en la persona de María, la madre


de Jesús, los lazos de sangre, derivados del parentesco familiar y en María
Magdalena, así como en María, la mujer de Cleofás; y especialmente en Juan, los
lazos de los discípulos fieles que conforman a los primeros cristianos de la iglesia.
Ambos círculos de relación se entrelazan al estar junto a la cruz, y especialmente al
escuchar la voz de Jesús, que antes de morir exclama a su madre: “Mujer, ahí tienes a
tu hijo”, y a Juan: “Ahí tienes a tu madre”. Esta es la Iglesia de Cristo, la familia de
sangre que se amplia y crece con la comunidad de sus discípulos para formar la única
familia de Dios.

Es apenas una primicia de la Iglesia, la guardia de honor del sagrado corazón de


Jesús conformada por los discípulos fieles al pie de la cruz; por eso el grito de Jesús:
“Tengo sed”, simboliza el deseo de que crezca esa guardia de discípulos fieles y se
extienda la Redención hacia todos los hombres de buena voluntad. Finalmente, Jesús
entrega con satisfacción su espíritu, al Padre eterno, al pronunciar con sus labios
sellados por el vinagre antes probado: “Todo se ha cumplido!”.
Jesús se entrega voluntariamente, ya que todo se ha cumplido, y muere en paz, esta
experiencia manifiesta para el discípulo testigo, que ha presenciado la muerte de
Jesús, el cumplimiento de las profecías.

5
Jesús es la nueva y perfecta Pascua, es el nuevo Cordero Pascual, porque es el
Cordero de Dios. Por eso el evangelista ha presentado en el capítulo sexto el discurso
sobre el pan de la vida, donde Jesús anuncia que él es verdadera comida y bebida, al
ofrecer su cuerpo y su sangre a sus discípulos quienes serán ungidos con el Espíritu
Santo, y alimentados con la preciosísima sangre de Jesucristo presente en la
Eucaristía de la ultima cena (Cfr. LJn 5, 5-8).

Ahora empieza a clarificarse la Nueva Pascua y la Nueva Alianza anunciada por


Jeremías (31, 33-34), y por Ezequiel (36, 26-27), que quedará planificada por la acción
del Espíritu Santo, al resucitar a Jesús de la muerte. Será el Espíritu anunciado quien
le dará a todo aquel que acepte a Jesús como su salvador por medio de su sacrificio
en la cruz y la comunión de su cuerpo y sangre realmente presentes en la eucaristía,
el conocimiento de Dios, la generosidad de perdonar, la conversión de un corazón de
piedra en un corazón de carne, y la capacidad de caminar según la voluntad de Dios.

MEDITAR. Que me dice el texto?


Motivar el silencio para que la Palabra del Evangelio toque nuestra vida y produzca fruto.
a) Descubro la importancia de estar junto a la cruz?
b) Acepto la herencia de Jesús de formar parte de su Familia?
c) Comparto la sed de Jesús, me apasiona su misión, entrego mi vida por el
anuncio del Reino de Dios?
d) La muerte de Jesús, me ha recordado que un día tarde o temprano llegara mi
propia muerte?
e) ¿Estoy viviendo como Jesús preparándome para hacer de mi vida una vida de
entrega generosa e incondicional?

ORAR. Que me hace decirle a Dios el texto?


La oración se convierte en el espacio para responderle a la Palabra de Dios, para agradecer, pedir, discernir
lo escuchado en el corazón.

a) Mi oración se dirige más buscando el bien del prójimo que el mío propio?
b) Soy generoso al disponer que mi familia forme parte de la familia de Dios y
aceptar a las otras familias como si fueran parte de mi familia?
c) Soy capaz de expresarlo con alegría a Dios en mi oración?
d) Invoco con frecuencia a Dios, mi Padre, como lo hizo Jesús, para que me regale
su Espíritu, y me dé la luz y la fortaleza necesaria para ser discípulo de Cristo?

Jesús, aunque experimente dificultades y problemas, situaciones de sufrimiento y


dolor, momentos difíciles de comprender y de aceptar, siguiendo el ejemplo de María,
tengo la seguridad que todo tendrá una razón y un sentido. Sin embargo soy débil
para ofrecerte que quiero ser purificado en el dolor… simplemente sé y confío en que
me darás lo que necesito para entrar un día en el cielo, ¡gracias Padre mío!.

6
CONTEMPLAR. Que mirada nueva provoca en mí el texto?
Contemplar es mirarnos ante la presencia de Dios y dejarnos transformar por su Palabra; cuando se hace en
comunidad es guardar silencio por un tiempo, es estar en la presencia de Dios, descubrir como su Palabra me
hace ver mi vida y la realidad a través de su mirada, es comprender cuál es su voluntad para nosotros hoy.

a) Contemplo a la Iglesia como una institución que respeto y ayudo, o la descubro y


acepto como mi familia? ¿Por tanto me preocupo por ella como algo prioritario?
b) Me considero miembro de la comunidad de discípulos de Cristo, es decir, de la
Iglesia, a pesar de mi fragilidad y limitaciones?
c) Contemplo a los demás y a mí mismo como seguidores de Jesús, el único
Maestro?
HACER VIDA LA PALABRA.
Nuestro camino de fe está unido de manera indisoluble a María desde el momento en
que Jesús, muriendo en la cruz, nos la ha dado como Madre diciendo: “He ahí a tu
madre”. Estas palabras tienen un valor de testamento y dan al mundo una Madre.
Desde ese momento, la Madre de Dios se ha convertido también en nuestra Madre.
En aquella hora en la que la fe de los discípulos se agrietaba por tantas dificultades e
incertidumbres, Jesús les confió a aquella que fue la primera en creer, y cuya fe no
decaería jamás. Y la “mujer” se convierte en nuestra Madre en el momento en el que
pierde al Hijo divino. Y su corazón herido se ensancha para acoger a todos los
hombres, buenos y malos, y los ama como los amaba Jesús. La mujer que en las
bodas de Caná de Galilea había cooperado con su fe a la manifestación de las
maravillas de Dios en el mundo, en el Calvario mantiene encendida la llama de la fe
en la resurrección de su Hijo, y la comunica con afecto materno a los demás. María se
convierte así en fuente de esperanza y de verdadera alegría.
La Madre del Redentor nos precede y continuamente nos confirma en la fe, en la
vocación y en la misión. Con su ejemplo de humildad y de disponibilidad a la voluntad
de Dios nos ayuda a traducir nuestra fe en un anuncio del Evangelio alegre y sin
fronteras. De este modo nuestra misión será fecunda, porque está modelada sobre la
maternidad de María. A ella confiamos nuestro itinerario de fe, los deseos de nuestro
corazón, nuestras necesidades, las del mundo entero, especialmente el hambre y la
sed de justicia y de paz; y la invocamos todos juntos: ¡Santa Madre de Dios! 2

Cuando Dios había decidido venir a la tierra había pensado ya desde toda la eternidad
en encarnarse por medio de la criatura más bella jamás creada. Su madre habría de
ser la más hermosa de entre las hijas de esta tierra de dolor, embellecida con la
altísima dignidad de su pureza inmaculada y virginal. Y así fue. Todos conocemos la
grandeza de María.

2
Homilía de S.S. Francisco, 1 de enero de 2014)

7
Pero María no fue obligada a recibir al Hijo del Altísimo. Ella quiso libremente
cooperar. Y sabía, además, que el precio del amor habría de ser muy caro. “Una
espada de dolor atravesará tu alma” le profetizó el viejo Simeón. Pero, ¡cómo no dejar
que el Verbo de Dios se entrañara en ella! Lo concibió, lo portó en su vientre, lo dio a
luz en un pobre pesebre, lo cargó en sus brazos de huida a Egipto, lo educó con
esmero en Nazaret, lo vio partir con lágrimas en los ojos a los 33 años, lo siguió
silenciosa, como fue su vida, en su predicación apostólica...

Lo seguiría incondicionalmente. No se había arrepentido de haber dicho al ángel en la


Anunciación: “Hágase”. A pesar de los sufrimientos que habría de padecer. ¡Pero si el
amor es donación total al amado! Ahora allí, fiel como siempre, a los pies de la cruz,
dejaba que la espada de dolor le desencarnara el corazón tan sensible, tan puro de
ella, su madre. A Jesús debieron estremecérsele todas las entrañas de ver a su
Purísima Madre, tan delicada como la más bella rosa, con sus ojos desencajados de
dolor. Los dos más inocentes de esta tierra. Aquella única inocente, a la que no
cargaba sus pecados. La Virgen de los Dolores. La Corredentora.

Ella nos enseña la gallardía con que el cristiano debe sobrellevar el dolor. El dolor no
es ya un maldito hijo del pecado que nos atormenta tontamente; es el precio del amor
a los demás. No es el castigo de un Dios que se regocija en hacer sufrir a sus
criaturas, es el momento en que podemos ofrecer ese dolor por el bien espiritual de
los demás, es la experiencia de la corredención, como María. Ella miró la cruz y a su
Hijo y ofreció su dolor por todos nosotros.

¿No podríamos hacer también lo mismo cuando sufrimos? Mirar la cruz. Salvar almas.
La diferencia con Nuestra Madre es que en esa cruz el sufrir de nuestra vida está
cargado en las carnes del Hijo de Dios. Él sufrió por nuestros pecados. Él nos redimió
sufriendo. Ella simplemente miró y ayudó a su Hijo a redimirnos.
OREMOS: Recurro a vos Santísima Virgen María con profunda confianza y humildad,
suplicando vuestra poderosa intercesión para alcanzar de vuestro divino hijo, nuestro
Señor Jesucristo la gracia de conocerla a usted oh Santa María Madre de Jesús y
madre nuestra, así como el conocimiento de mí mismo y la contrición perfecta de mis
pecados para que sean éstas gracias el fundamento de las demás gracias que
durante este mes de consagración por medio de vuestra misericordiosa intercesión he
de recibir. Amen.

8
OREMOS: OH513 SANTA MARÍA, DE MARES ESTRELLA668

Oh Santa María,
de mares estrella,
Virgen de Dios Madre
Y del Cielo Puerta.

Retomando el Ave
que Gabriel te diera,
la paz corrobora,
cambia el nombre de Eva.

Al ciego ilumina
y libra al cautivo,
ahuyenta los males,
da bienes divinos.

Haz ver que eres Madre,


por ti nuestras preces
reciba El que es tuyo
y ser nuestro quiere.

Bendita Señora,
la más dulce y buena,
borrando el pecado,
endulza las penas.

Danos vida santa


y recto camino,
para que en el Cielo
veamos a tu Hijo.

Gloria al Padre eterno,


gloria a Jesucristo,
gloria al Santo Espíritu
y gloria a los Tres. Amén.

9
24B. Meditación-contemplación del Tratado de la Verdadera Devoción a la
Santísima Virgen María TVD 265.
LAS 4 PRÁCTICAS INTERIORES
4. Obrar para María o al servicio de María.
265. Finalmente, hay que hacerlo todo para María. Estando totalmente
consagrado a su servicio, es justo que lo realices todo para María, como lo
harían el criado, el siervo y el esclavo con su patrón. No 620que la tomes por el fin
último de tus servicios –que lo es únicamente Jesucristo-, sino como el fin
próximo, ambiente misterioso y camino fácil para llegar a Él. Conviene, pues,
que no te621 quedes ocioso, sino que actúes como el buen siervo y esclavo. Es
decir, que, apoyado en su protección, emprendas y realices grandes empresas
por esta augusta Soberana. En concreto, debes defender sus 622privilegios
cuando se los disputan; defender su gloria cuando la atacan; atraer, a ser
posible, a todo el mundo a su servicio y a esta verdadera y sólida devoción;
hablar y levantar el grito contra quienes623 abusan de su devoción para ultrajar a
su Hijo y –al mismo tiempo- establecer en el mundo esta verdadera devoción; y
no esperar, en recompensa de tu humilde servicio, sino el honor de pertenecer a
tan noble Princesa y la dicha de vivir unido, por medio de Ella, a Jesús, su Hijo,
con lazo indisoluble en el tiempo y la eternidad.
¡Gloria a Jesús en María!
¡Gloria a María en Jesús!
¡Gloria a solo Dios!
24C. Propósito para llevar a cabo durante el veinticuatroavo día.
●Tomaré la iniciativa, por ejemplo con la excusa de pedirle un favor, de volver a
tratar amigablemente, como si fuera con la Virgen y como lo haría la Virgen, con
alguna persona con la que mis relaciones se han enfriado por descuido o
incomprensiones.
● En este día rezar a la Virgen Dolorosa para que interceda por nosotros en los
momentos de enfermedad y sufrimiento y encomendar a su cuidado a los
enfermos o personas que sufren que están cerca de nosotros.

24D. Jaculatoria que podrás repetir frecuentemente a lo largo del


veinticuatroavo día.
“Hagan lo que Él les diga” (Jn. 2,5).

10
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA
DE SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT

¡Salve, María , amadísima Hija del Eterno Padre; salve María, madre admirable del
Hijo; salve, María, fidelísima Esposa del Espíritu Santo; salve, María, mi amada
Madre, mi amable Maestra, mi poderosa Soberana; salve, gozo mío, gloria mía, mi
corazón y mi alma! Sois toda mía por misericordia, y yo soy todo vuestro por justicia,
pero todavía no lo soy bastante. De nuevo me entrego a Ti todo entero en calidad de
eterno esclavo, sin reservar nada, ni para mí, ni para otros.

Si algo ves en mí que todavía no sea tuyo, tómalo enseguida, te lo suplico, y hazte
dueña absoluta de todos mis haberes para destruir y desarraigar y aniquilar en mí todo
lo que desagrada a Dios y plantar y levantar y producir todo lo que os guste.

La luz de tu fe disipe las tinieblas de mi espíritu; tu humildad profunda ocupe el lugar


de mi orgullo; tu contemplación sublime detenga las distracciones de mi fantasía
vagabunda; tu continua vista de Dios llene de su presencia mi memoria, el incendio de
caridad de tu corazón abrase la tibieza y frialdad del mío; cedan el sitio a tus virtudes
mis pecados; tus méritos sean delante de Dios mi adorno y suplemento. En fin,
queridísima y amadísima Madre, haz, si es posible, que no tenga yo más espíritu que
el tuyo para conocer a Jesucristo y entender sus divinas voluntades; que no tenga
más alma que la tuya para alabar y glorificar al Señor; que no tenga más corazón que
el tuyo para amar a Dios con amor puro y con amor ardiente como Tú.

No pido visiones, ni revelaciones, ni gustos, ni contentos, ni aun espirituales. Para Ti.


El ver claro, sin tinieblas; para Ti el gustar por entero sin amargura; para Ti el triunfar
gloriosa a la diestra de tu Hijo, sin humillación; para Ti el mandar a los ángeles,
hombres y demonios, con poder absoluto, sin resistencia, y el disponer en fin, sin
reserva alguna de todos los bienes de Dios. Esta es, divina María, la mejor parte que
se te ha concedido, y que jamás se te quitará, que es para mi grandísimo gozo. Para
mí y mientras viva no quiero otro sino el experimentar el que Tú tuviste: creer a secas,
sin nada ver y gustar; sufrir con alegría, sin consuelo de las criaturas; morir a mí
mismo, continuamente y sin descanso; trabajar mucho hasta la muerte por Ti, sin
interés, como el más vil de los esclavos. La sola gracia, que por pura misericordia te
pido, es que en todos los días y en todos los momentos de mi vida diga tres amenes:
amén (así sea) a todo lo que hiciste en la tierra cuando vivías; amén (así sea) a todo
lo que haces al presente en el cielo; amén (así sea) a todo lo que obras en mi alma,
para que en ella no haya nada más que Tú, para glorificar plenamente a Jesús en mí,
ahora y en la eternidad. Amén.

11
OREMOS:
LETANÍAS DE LA SANTISIMA VIRGEN DE LORETO514
Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.


Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios, Padre Celestial, ten piedad de nosotros.


Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa, que eres un solo Dios. Ten piedad de nosotros.

Santa María, ruega por nosotros.


Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de los vírgenes, ruega por nosotros.
Madre de Jesucristo, ruega por nosotros.
Madre de la Iglesia, ruega por nosotros.
Madre de la divina gracia, ruega por nosotros.
Madre purísima, ruega por nosotros.
Madre castísima, ruega por nosotros.
Madre virgen, ruega por nosotros.
Madre sin mancha, ruega por nosotros.
Madre inmaculada, ruega por nosotros.
Madre amable, ruega por nosotros.
Madre admirable, ruega por nosotros.
Madre del buen consejo, ruega por nosotros.
Madre del Creador, ruega por nosotros.
Madre del Salvador, ruega por nosotros.
Virgen prudentísima, ruega por nosotros.
Virgen venerable, ruega por nosotros.
Virgen laudable, ruega por nosotros.
Virgen poderosa, ruega por nosotros.
Virgen clemente, ruega por nosotros.
Virgen fiel, ruega por nosotros.
Espejo de justicia, ruega por nosotros.

12
Trono de la sabiduría, ruega por nosotros.
Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.
Vaso espiritual, ruega por nosotros.
Vaso digno de honor, ruega por nosotros.
Vaso insigne de devoción, ruega por nosotros.
Rosa mística, ruega por nosotros.
Torre de David, ruega por nosotros.
Torre de marfil, ruega por nosotros.
Casa de oro, ruega por nosotros.
Arca de la Alianza, ruega por nosotros.
Puerta del Cielo, ruega por nosotros.
Estrella de la mañana, ruega por nosotros.
Salud de los enfermos, ruega por nosotros.
Refugio de los pecadores, ruega por nosotros.
Consuelo de los afligidos, ruega por nosotros.
Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros.
Reina de los Ángeles, ruega por nosotros.
Reina de los Patriarcas, ruega por nosotros.
Reina de los Profetas, ruega por nosotros.
Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.
Reina de los Mártires, ruega por nosotros.
Reina de los Confesores, ruega por nosotros.
Reina de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Reina de todos los Santos, ruega por nosotros.
Reina concebida sin pecado original, ruega por nosotros.
Reina asunta al Cielo, ruega por nosotros.
Reina del Santísimo Rosario, ruega por nosotros.
Reina de la paz, ruega por nosotros.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad y misericordia
de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de
alcanzar las divinas gracias y promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

13
OREMOS: Te rogamos, Señor, que nos concedas a nosotros tus siervos, gozar
de perpetua salud de alma y cuerpo, y por la intercesión de la Bienaventurada
Virgen María, seamos librados de la tristeza presente, y disfrutemos de la alegría
eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

“¡Señor, que 508509conozca a la Santísima Virgen María!”


“¡Santísima Virgen María que yo te conozca!”
“¡Ven, Espíritu Santo!”

14

Вам также может понравиться