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Épica porque reúne las características de un género literario constituido por relatos de
hazañas de héroes que representan ideales asociados a pueblos y a personajes con sus
orígenes y con su destino.
La gran pretensión del Zarathustra es hablar con toda la capacidad alegórica de una
lengua y hacer al mismo tiempo una amplia y profunda crítica a la Filosofía en tanto
Metafísica. Un hablar que pretende recoger el rumor del devenir. Para Nietzsche, la
Metafísica es la esencia de lo que se ha llamado Filosofía, es lo que distingue a todo el
proyecto de pensamiento que define nuestra cultura. En tal medida, la reflexión
fundamental de Nietzsche es una reflexión crítica sobre la totalidad del pensamiento
occidental.
Texto:
Lo que voy a relatar es la historia de los dos siglos que se
aproximan. Y describe lo que viene, lo que no tiene más remedio que
venir: “la irrupción del nihilismo”1
¿Quién es Zarathustra?
Trataremos, ahora, de interpretar en sentido amplio los signos con los que nos habla
Nietzsche.
El símbolo del león está fuertemente asociado al poder solar y divino, es autoridad de la
realeza, emblema de fuerza, sabiduría, justicia y protección. En un sentido negativo, se
considera también como un heraldo de crueldad, ferocidad devoradora, muerte, e
imagen de lo grande y lo temible en la naturaleza que parece encarnar al sol mismo.
Amante de la sombra y cazador nocturno por excelencia, las asociaciones con el sol
provienen más del esplendor iconográfico de la piel dorada, lo radiante de su melena y
de su maravillosa presencia física.
Zarathustra conmina al pueblo para que se diga a sí mismo algunas cosas inauditas, y en
este caso se digan ciertas palabras que involucran una gran crítica a la razón.
La primera opción, o primer camino, puede traducirse en la siguiente hipótesis: si la
razón ansiara el saber, entonces lo haría de la misma forma en que el león ansia su
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Sánchez Meca y Jesús Conill, "Introducción al volumen III". en Nietzsche, Fragmentos
Póstumos III (1882-1885), edición dirigida por Diego Sánchez Meca, traducción,
introducción y notas de Diego Sánchez Meca y Jesús Conill, Madrid, Tecnos, 2010.
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alimento, es decir, instintivamente, con avidez instintiva, hecho que la obligaría a
hacerse nocturna, acechante, alevosa, paciente y feroz. Sería entonces la razón negando
en sí misma los caracteres distintivos de la racionalidad, y afirmando la paradójica
posibilidad de una razón instintiva. En la segunda opción, o segundo camino, la razón es
ya directamente pobre y sucia, voluptuosa y miserable.
La crítica se hace entonces desde dos frentes simultáneos: la razón no busca el saber a
partir del reconocimiento de su necesidad vital, y cuando lo hace, lo hace pobre y
suciamente, pues busca solo satisfacer los deseos más vulgares. Así, al decirse "no me
importa más mi razón", quien acepte la invitación de Zarathustra estará diciendo un
"no" simultáneo a la superficialidad y a la miseria de los conceptos. El león es aquí, en
consecuencia, una metáfora del instinto de saber.
En aras de la interpretación, lo primero que hay que advertir es que el león surge como
consecuencia de una transformación. Con esta transformación Nietzsche realiza una
crítica a la metafísica.
Es como si el espíritu-camello señalara el camino de dos albures antagónicos: el del
león o el del dragón. Pero, ¿quién es el dragón del texto?
¿Cuál es ese gran dragón a quien el espíritu no quiere seguir llamando señor o Dios?
Ese dragón no es otro que el "tú debes".
Si la ética kantiana es "la más alta construcción de la razón", simbolizada aquí por el
dragón, entonces la figura del camello, como animal que carga sobre sí la pesadísima
carga de la conciencia, denuncia el origen cristiano de la moral de Kant.
El devenir dragón era algo que había representado a la cosa más santa. El espíritu amó,
en su tiempo, al “tú debes”.
Texto:
“Crear valores nuevos, tampoco el león es aún capaz de
hacerlo: más crearse libertad para un nuevo crear. eso sí es
capaz de hacerlo el poder del león”.
Pero sí lo está el propiciarse libertad para creaciones nuevas.
Para crearse libertad, y oponer un sagrado no al deber, para
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NIETZSCHE, La voluntad de poder, F. trad. Aníbal Froufe. Prólogo Dolores Castrillo Mirat, Madrid,
2009
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eso hace falta el león”
Si el león "hace falta", entonces es la condición para el advenimiento del niño. Es el que
realiza el juego divino del crear a partir de un santo decir “sí”, y este discurso y la figura
del león en particular encienden un faro que ilumina la evolución de la obra y del
pensamiento de Nietzsche.