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(IHS) Textos sobre el Ángel de Yahvé o el Ángel del Señor — p. 1 de 2

Textos extraídos del Diccionario de Teología Bíblica


Ravasi sobre el Ángel de Yahvé o el Ángel del Señor

<191> 4. El ángel de Yahvé.


Llamado también "ángel de 'Elohim (Dios)", es una figura singularísima
que, tal como aparece y como actúa en muchos textos bíblicos, debe considerarse
sin más como superior a todos los demás ángeles. Aparece por primera vez en la
historia IIe Agar (Gn. 16, 7-13), luego en el relato del sacrificio de Isaac (Gn. 22,
11-18) y a continuación cada vez con mayor frecuencia en los momentos más
dramáticos de la historia de Israel (Ex. 3, 2-6) (Ex. 14, 19) (Ex. 23, 23) (Ex. 22,
22) (Jue. 6, 11) (2 R. 1, 3). Pero mientras que en algunos textos se presenta como
claramente distinto de Dios y como intermediario suyo (...); (2 R. 4, 16), en otros
parece confundirse con él, actuando y hablando como si fuese Dios mismo (Gn.
22, 15-17) (Gn. 31, 11-13) (Ex. 3, 2-6). Para los textos de este último tipo algunos
autores han pensado en una interpolación por obra de un redactor, que habría
introducido la presencia del ángel para preservar la trascendencia divina. Pero más
probablemente hemos de pensar en un modo demasiado sintético de narrar: el
ángel como representante del Altísimo habla y actúa en primera persona,
interpretando y traduciendo para el hombre su voluntad, sin que el narrador se
preocupe de señalar que está refiriendo lo que se le ha encargado decir o hacer. De
todas formas, exceptuando (2 Sam. 24, 17), donde se le encarga que castigue a
Israel con la peste por causa del pecado cometido por David al haberse empeñado
en censar al pueblo, en todos los demás textos el ángel de Yahvé actúa siempre
con una finalidad benéfica de mediación, de intercesión y de defensa (1 R. 22, 19-
24) (Za. 3) (Jb. 16, 19) Aunque en la tradición judía posterior su papel parece ser
bastante reducido, su figura vuelve a aparecer de nuevo en los evangelios de la
infancia (Mt. 1, 20) (Mt. 1, 24) (Mt. 2, 13) (Mt. 2, 19) (Lc. 1, 11) (Lc. 2, 9).

* * *

<194> 6. Los ángeles en el ministerio de Jesús.


Los ángeles con su presencia marcan los momentos más destacados de la
vida y del destino de Jesús. En los evangelios de la infancia, el ángel del Señor se
aparece en varias ocasiones en sueños a José para aconsejarle y dirigirlo (Mt. 1,
20) (Mt. 1, 24) (Mt. 2, 13) (Mt. 2, 19). También el nacimiento de Juan Bautista es
revelado antes de la hora a su padre Zacarías por un ángel del Señor (Lc. 1, 11),

(IHS) Textos sobre el Ángel de Yahvé o el Ángel del Señor — p. 2 de 2

que luego resulta ser el ángel de la presencia, Gabriel (Lc. 1, 19), el mismo que
seis meses más tarde fue enviado a la virgen María en Nazaret (Lc. 1, 26). El ángel
del Señor se aparece también a los pastores en la noche de Belén para anunciar la
gran alegría del nacimiento del Salvador, seguido por "una multitud del ejército
celestial, que alababa a Dios" (Lc. 2, 9-14).
Durante su ministerio público, Jesús se mantiene en continua y estrecha
relación con los ángeles de Dios, que suben y bajan sobre él (Jn. 1, 51), le
atienden en la soledad del desierto (Mc. 1, 13) (Mt. 4, 11), lo confortan en la
agonía de Getsemaní (Lc. 22, 43), están siempre a su disposición (Mt. 26, 53) y
proclaman su resurrección (Mc. 16, 5-7) (Mt. 28, 2-3) (Lc. 24, 4) (Jn. 20, 12).
Jesús, a su vez, habla de ellos como de seres vivos y reales, inmunes de las
exigencias de la naturaleza humana (Mt. 22, 30) (Mc. 12, 25) (Lc. 20, 36) y que
velan por el destino de los hombres (Mt. 18, 10); como de seres que participan de
la gloria de Dios y se alegran de su gozo (Lc. 15, 10). En su encarnación el Hijo de
Dios se hizo inferior a los ángeles (Hch. 2, 9), pero en su resurrección fue
colocado por encima de todos los seres celestiales (Ef. 1, 21), que de hecho lo
adoran (Hch. 1, 6-7) y lo reconocen como Señor (Ap. 5, 11s); (Ap. 7, 11s), ya que
han sido creados en él y para él (Col. 1, 16). También ellos ignoran el día de su
vuelta para el juicio final (Mt. 24, 26), pero serán sus ejecutores (Mt. 13, 39) (Mt.
13, 49) (Mt. 24, 31), lo precederán y lo acompañarán (Mt. 25, 31) (2 Tes. 1, 7)
(Ap. 14, 14-16), reunirán a los elegidos de los cuatro ángulos de la tierra (Mt. 24,
31) (Mc. 13, 27) y arrojarán lejos, al "horno ardiente", a todos los agentes de la
iniquidad (Mt. 13, 41-42).

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