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VII.

La dureza del corazón, el divorcio y su prevención

“Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna
cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa. Y
salida de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre. Pero si la aborreciere este último, y le escribiere
carta de divorcio, y se la entregare en su mano, y la despidiere de su casa; o si hubiere muerto el postrer
hombre que la tomó por mujer, no podrá su primer marido, que la despidió, volverla a tomar para que
sea su mujer, después que fue envilecida; porque es abominación delante de Jehová, y no has de
pervertir la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad. Cuando alguno fuere recién casado, no saldrá
a la guerra, ni en ninguna cosa se le ocupará; libre estará en su casa por un año, para alegrar a la mujer
que tomó” (Dt 24.1-5)

Dividimos el texto en dos partes:


1. Regulación en cuanto al divorcio y el nuevo matrimonio (v 1-4)
2. Receta para la preservación del matrimonio (v 5)

Hay una conexión estrecha entre las dos partes del texto, porque tratan del matrimonio, a pesar de que
el versículo 5 también comienza una nueva división en Deuteronomio, que trata de una mezcla de leyes
sociales y civiles. A la luz de lo que Jesús dijo sobre este texto en Mateo 19 y Marcos 10, entendemos
que el divorcio nunca fue el plan de Dios para el matrimonio. Cuando el versículo 5 se interpreta dentro
de ese contexto nos damos cuenta de que proporciona una aplicación práctica para que las parejas
conserven la estabilidad de su hogar y eviten las situaciones desagradables de los versos anteriores.

1. Regulación en cuanto al divorcio y nuevo matrimonio (vs. 1-4)

En vista de todo lo que ya se ha dicho sobre los propósitos del matrimonio en el plan de Dios (Génesis
1-3, un texto que también hace parte del Pentateuco y que Moisés entregó al pueblo de Israel en las
llanuras de Moab), podemos decir categóricamente que el divorcio y el nuevo a matrimonio nunca fue
la idea de Dios. Así es como Jesús interpretó este texto de Deuteronomio – como una regulación de las
prácticas no ideales debido a la dureza del corazón del hombre (Mt 19.8; Mc 10.5).

La entrada del pecado en la raza humana tuvo sus efectos catastróficos e inmediatos en las relaciones
familiares: conflicto conyugal, egoísmo, culpa, dolor y muchas cosas más. La dureza del corazón llevaría
al matrimonio por caminos distantes del ideal divino. Por esta razón, Moisés incluyó en la secuencia de
leyes reguladoras de situaciones problemáticas estas pautas con respecto al matrimonio, el divorcio y el
nuevo matrimonio precisamente para evitar la corrupción total del plan divino original (Gn 1.27; 2.24).

El texto incluye una gran serie de situaciones hipotéticas de “si...” (típicas de leyes casuísticas) que
culminan en una conclusión regulatoria “entonces...”:
Si...
Si un hombre se casa con una mujer y...
Si encuentra algo desagradable en ella (cosa indecente) y...
Si se elabora una carta de divorcio y...
Si se le entrega la carta de divorcio a ella y...
Si se despide a la mujer de su casa y...
Si se casa de nuevo y...
Si el segundo esposo la aborrece y...
Si él elabora otra carta de divorcio y...
Si se le entrega la carta en la mano de ella y...
Si despide a la mujer fuera de su casa o...
Si el segundo esposo muere.

Entonces... su primer esposo no puede ser su esposo otra vez. Podemos resumir todo el texto en una
declaración: una vez divorciada y casada nuevamente, la persona no podría regresar con el primer
cónyuge, incluso en el caso de la muerte del nuevo esposo.

El texto dificultaba el divorcio al menos de dos maneras. Primero, exigió una carta de divorcio entregada
personalmente en la mano de la esposa. Es más que probable que este documento también tuviera
que ser reconocido ante testigos y tal vez alguna autoridad local. En segundo lugar, el texto prohibía
volver a casarse con el primer marido, una vez que se había consumado un segundo matrimonio. O sea,
el primer esposo necesitaba pensar dos o tres veces antes de repudiar a su esposa, ya que sería un acto
sin retorno si se casaba de nuevo. El resultado final sería elevar el estatus de la mujer.

A. El motivo para el divorcio (v. 1a)

El texto solo enumera (sin necesariamente endosar) un motivo permisible para el divorcio: una “cosa
indecente” que se encuentra en la mujer y que hace que sea desagradable para el hombre. La expresión
“cosa indecente” es literalmente “desnudez de una cosa” y se refiere a algo que probablemente hubiera
sido obvio para los destinatarios originales del libro, pero para nosotros no está nada claro.

La palabra “desnudez” generalmente describe la vergüenza de la exposición de los órganos sexuales.


Podemos deducir que no se trata de fornicación (antes del matrimonio) o adulterio (después), por el
simple hecho de que ambos serían castigados con la muerte (ver Dt 22.20-22). Es la dureza del corazón
del hombre lo que se resalta, porque el hombre, en lugar de tratarla con compasión, se divorcia de ella.

El caso de Isael y YHWH en el libro de Oseas puede ser un reflejo de la profunda verdad enseñada en
Deuteronomio. La historia de Oseas (1-3) es la historia de un hombre que se negó a divorciarse de su esposa,
a pesar de su infidelidad. Así que estaba en condiciones de recuperarla cuando la encontró. Del mismo modo,
Dios fue fiel a Israel, a pesar de su infidelidad y no lo apartó irrevocablemente de él (cf. Jer 3.1-8).

B. El proceso de divorcio (v. 1b)

Hay tres pasos descritos en el proceso: escribir un documento de divorcio (literalmente, “un escrito de
corte”), entregárselo a la mujer (tal vez con testigos de la disolución de la relación); y enviarla lejos de
casa. El hecho de que se necesitara escribir un documento de divorcio y entregarlo a la esposa sugiere
la participación de terceros (posiblemente levitas o escribas) que también podrían interferir en el caso
a favor de la reconciliación. El proceso hizo que toda la situación fuera mucho más solemne y pública,
un hecho que serviría para desalentar el divorcio.

La carta de divorcio serviría como protección a la esposa, pues declaraba que ella no vivía más bajo la
autoridad del marido y le permitía volver a la casa de sus padres. Ta vez incluiría la devolución de la
dote, y el documento serviría como protección contra cualquier acusación de la familia de la mujer.
C. El nuevo matrimonio (v. 2)

La serie de condiciones hipotéticas continúa: la mujer despedida (divorciada) se va de casa y se casa


con otro hombre. Note que Moisés no aprueba, mucho menos exige, el nuevo matrimonio; era algo
que pasaba y tal vez común que necesitaba ser regulado. Tanto Moisés (en este texto) como Jesús (en
Mateo 5.31,32 y 19.1-12) permitirían el divorcio después de un caso específico (“cosa indecente” e
“inmoralidad sexual” fornicación), pero ninguno de los dos textos permitió el nuevo matrimonio.

El divorcio se permite por haber encontrado “algo indecente” en la esposa (cf. Mt 5.32; 19.9), pero no
se sigue que se permita el nuevo matrimonio. De hecho, incluso este pasaje prohíbe explícitamente el
nuevo matrimonio entre personas divorciadas, y Jesús prohibió categóricamente cualquier matrimonio
con una mujer divorciada debido al adulterio (Mt 5.32b).

D. La ruptura del segundo matrimonio (v. 3)

En el caso tratado, la mujer se divorcia y es despedida por segunda vez. El texto también plantea la
posibilidad de la muerte del segundo esposo.

E. La prohibición del volverse a casar con el primer marido (v. 4)

La conclusión del texto finalmente decreta la imposibilidad de que la mujer vuelva a su primer marido.
Todo el texto, dentro del contexto de las leyes para proteger la propiedad y las personas vulnerables,
está dirigido a proteger a las mujeres (compárese con Deuteronomio 21.10-14, un texto paralelo, que
regulaba el tratamiento de una mujer tomada como prisionera de guerra y casada después con un
israelita). El texto no fue escrito como una ley sobre el divorcio, sino como una prohibición de volver a
casarse, la principal preocupación es la protección de las esposas de malos tratos por parte de los
hombres, específicamente el primer esposo. Moisés lo hace, reiterando el proceso existente para liberar
a las esposas de los lazos matrimoniales e insistiendo en que, cuando un esposo se divorcia de su esposa,
él renuncia a toda autoridad sobre ella.

1. La prohibición

Hay debate sobre el propósito de la prohibición del segundo matrimonio. Algunos posibles propósitos:
• Para evitar divorcios precipitados;
• Para desalentar el adulterio;
• Para preservar el segundo matrimonio.

Moisés no instituyo ni exigió el divorcio (…) Él simplemente prescribe las limitaciones de la regulación de
una costumbre prevaleciente, que no estaba de acuerdo con la institución del matrimonio, y solo se
permitía en un sentido limitado, bajo estas restricciones, “debido a la dureza de sus corazones”. Al mismo
tiempo, todas estas pautas tienden a evitar cualquier ruptura precipitada o impulsiva en el vínculo
matrimonial y a mantener los intereses de la esposa como la persona que más necesita protección.

2. Las razones

Las razones citadas por la prohibición de devolverse al primer marido son:


a. El segundo matrimonio contamina a la persona que se vuelve a casar
La palabra “contaminar”, junto con la palabra “abominación”, fue usada en textos que tratan acerca
del pecado sexual (vea especialmente Lev 18.20, 23, 25, 27). Describe lo que se vuelve impuro,
especialmente en el sentido litúrgico. El segundo matrimonio de la mujer después del primer divorcio
es semejante al adulterio por el hecho de que una mujer ya cohabito con otro hombre, y si ella volviera
a su primer marido, la idea del adulterio sería más completa. Obsérvese que la mujer fue contaminada
– ella no se contaminó. El texto la protege de todavía más contaminación.

b. Es abominación para el Señor


La palabra “abominación” fue usada para describir la perspectiva divina sobre una serie de pecados
detestables y de naturaleza sexual en Levítico 18.20-29, inclusive el adulterio (18.20), la
homosexualidad (18.22; cf. 20.13) y el bestialismo (18: 23-29). El nuevo matrimonio con el primer
marido sería equivalente al adulterio legal, por eso es abominable para el Señor (…) El propósito de esa
ley parece ser evitar el divorcio frívolo, mostrar el divorcio como algo indeseable.

c. Para evitar que la tierra peque


La idea de que la infidelidad profanaba la tierra se encuentra en varios textos del Antiguo Testamento
(vea Lv 18.26, 28; 19.29; Nm 5.3; Jr 3.2, 9; Os 4.3). Una vez más, nos damos cuenta de la seriedad con
la que Dios vio la institución sagrada del matrimonio. Tal vez aquí también se refleje la importancia que
tiene la familia como fundamento de la sociedad. Si permitieran que una mujer divorciada y casada
regresara con su primer esposo, se amontonarían culpa no solo de ellos mismos, sino también sobre la
tierra que habían recibido de Jehová.

Jesús y Deuteronomio 24.1-4

1) La pregunta de los fariseos ¿es lícito al marido repudiar a su mujer por cualquier motivo? (Mt 19.3;
Mr 10.2) tienen como base Deuteronomio 24.1: Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella,
si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente…

2) Jesús se reúsa a legislar sobre la cuestión del divorcio y nuevo matrimonio basado en una ley
casuística (que trataba una situación específica, o sea, una excepción al ideal divino) como si fuera
una ley incontrovertible (vea Mt 19.7: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y
repudiarla?). Por eso recurre al ideal divino y al plan perfecto de Dios para el matrimonio en Génesis
1.27 y 2.24: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo (Gn 1.27) y
dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?
(Mt 19.4-5; cf. Mr 10.6-7). Jesús replicó que Moisés permitió repudiar en casos excepcionales, pero
que desde el principio eso nunca fue el propósito de Dios (Mt 19.8).

Las estipulaciones mosaicas no deben ser tenidas como sinónimo de aprobación tácita de estos
divorcios, sino solo como una forma de reglamentarlos. La tónica de Deuteronomio 24.1-4 es, por
tanto, descriptiva y no prescriptiva, hechos que los contemporáneos de Jesús parecen haber
interpretado equivocadamente.

3) Jesús atribuye al texto de Deuteronomio el carácter de concesión debido a la dureza del corazón
humano; o sea, lejos de tratar con el plan divino, representa las directrices divinas para lidiar con
el caos que el pecado humano creó. Tanto el texto de Deuteronomio como Mateo 19 y Marcos 10
apuntan hacia la condición caída del corazón humano y, en consecuencia, su necesidad de la vida
de Cristo para ablandar su corazón y desarrollar un matrimonio dentro del ideal divino.

4) La conclusión a la que Jesús llegó frente a su interpretación del plan de Dios para el matrimonio y
a la luz de Génesis y Deuteronomio es: …lo que Dios unió no lo separe el hombre (Mt 19.6; Mr 10.9).

5) Jesús caracteriza el nuevo matrimonio después del divorcio como adulterio para todos los
involucrados, posiblemente reflejando en parte lo que Deuteronomio 24 dice cuando afirma que
la mujer que se volvió a casa es “contaminada”. Volver a casarse con su primer esposo constituye
“abominación” y que la tierra “pecaría” (Dt 24.4).

6) Es posible que la cláusula de excepción mencionada en Mateo 19.9 y 5.32 (a no ser por causa de
fornicación) refleje el motivo para el divorcio en Deuteronomio 24.1, por haber hallando en ella
alguna cosa indecente (lit. “desnudez de una cosa”). O sea, existía la posibilidad de divorcio en caso
de inmoralidad sexual (porneia) aun sin el permiso para un nuevo matrimonio.

Cuando se compara las enseñanzas de Jesús con las de Génesis y Deuteronomio, llegamos a la
conclusión de que Dios hace todo para proteger el matrimonio, pero que el pecado humano complica
todo. El corazón humano necesita una obra sobrenatural de gracia de Dios para revertir los efectos del
pecado y transformar la dureza en belleza. Solo por medio de Jesús el matrimonio puede volver a
Génesis y no a Deuteronomio.

APLICACIONES

1. En la ausencia de cualquier otro texto que exprese la voluntad de Dios en cuanto al asunto,
podemos concluir que este texto descarta para siempre la posibilidad de que alguien divorciado y
vuelto a casar regrese a su primer matrimonio, aun después de la muerte del segundo cónyuge. O
sea, no se debe deshacer un segundo matrimonio para intentar resolver el problema del divorcio
y nuevo matrimonio.
2. “Por el hecho de que ningún cónyuge es perfecto, la salud del matrimonio requiere que los
cónyuges sean extrema y persistentemente misericordiosos cuando responden a las fallas del otro.
Personas estresadas necesitan gracia…”.
3. Los líderes espirituales necesitan reconocer la realidad trágica que el pecado produjo en el mundo.
Por causa de la dureza del corazón del ser humano y de los ataques satánicos contra el matrimonio
y la familia, habrá situaciones en que una separación o divorcio será el menor mal posible (vea 1
Cor 7.11). A veces habrá situaciones en que la única manera de evitar tragedias mayores será la
separación de los cónyuges (vea 1 Cor 7.15).
4. Este texto no debe ser usado (como los fariseos en el tiempo de Jesús hicieron – vea Mt 19.1-12)
para justificar la práctica del divorcio y el nuevo matrimonio. El texto es descriptivo y
reglamentario, no normativo y prescriptivo. El discurso de Jesús en Mateo deja esto más que claro.
Todo divorcio constituye una deformación de la imagen de Dios en la pareja y una derrota.
5. La persona divorciada, especialmente cuando eso ocurrió en contra de su voluntad, debe ser
protegida por la iglesia, así como Moisés prescribe en este texto.

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