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Estructura del negocio jurídico (presupuestos,

elementos y requisitos)
Derecho Civil
Acto y negocio jurídico

Tradicionalmente, se afirmaba que el negocio


jurídico estaba conformado por elementos
esenciales, naturales y accidentales. Los
elementos esenciales eran el agente, la
declaración de voluntad, el objeto, la causa y la
forma; los elementos naturales eran todas
aquellas reglas que regían el negocio jurídico por
aplicación supletoria de la ley; y los elementos
accidentales eran todos aquellos parámetros
adicionales pactados por las partes para ajustar
sus relaciones jurídicas a sus intereses (por
ejemplo, el establecimiento de un plazo o
condición). No obstante, esta teoría tradicional
ha sido superada para dar paso a una estructura
ordenada y lógica formulada por la teoría
moderna, según la cual el negocio jurídico está
conformado por presupuestos, elementos y requisitos.

Los presupuestos son aquellas situaciones externas pero necesarias, que anteceden a la formación


del negocio jurídico y son el sujeto y el objeto. Los elementos son los que constituyen
intrínsecamente al negocio jurídico, y son la declaración de voluntad y la causa. Los requisitos son
aquellas condiciones que deben cumplir tanto los elementos como los presupuestos para que
negocio jurídico pueda producir válidamente sus efectos jurídicos. Los presupuestos y elementos
son necesarios para que el negocio jurídico se pueda formar, pero necesariamente deben cumplir
con sus respectivos requisitos para el negocio jurídico sea válido y produzca efectos jurídicos. La
falta de alguno de los presupuestos, elementos o requisitos generará la invalidez del negocio
jurídico.
Presupuestos

Los presupuestos son antecedentes del negocio jurídico; es decir, son aquellos conceptos que
deben existir de forma previa para que el negocio jurídico pueda formarse. No son componentes
intrínsecos del negocio jurídico, pero su ausencia imposibilita la formación del negocio jurídico.

El primer presupuesto es el sujeto, que es un centro de imputación de situaciones y relaciones


jurídicas. Es decir, el sujeto es quien se relaciona con otros sujetos a través de la celebración del
negocio jurídico. En sentido amplio, un sujeto puede ser una persona natural, una persona jurídica
(v.g. una asociación, una fundación, una sociedad anónima), un patrimonio autónomo (v.g. un
patrimonio fideicometido creado a través de un contrato de fideicomiso), entre otros. Sin embargo,
no cualquier sujeto está en aptitud de celebrar válidamente un negocio jurídico. Además de tener la
calidad de sujeto, este debe cumplir con los requisitos de capacidad y legitimación (aunque
existe cierta discusión respecto a si la legitimiación es o no un requisito, ya que su ausencia no
necesariamente genera la invalidez del negocio jurídico).

El segundo presupuesto es el objeto. Este concepto ha sido arduamente tratado por la doctrina y ha
sido definido de diversas formas: como el conjunto de relaciones jurídicas producidas por el negocio
jurídico, como la cosa sobre la cual recae el negocio jurídico y como la prestación (objeto de una
obligación generada por el negocio jurídico). Para poder encajar en la estructura planteada por la
teoría moderna (es decir, encajar en el concepto de presupuesto), el objeto no puede ser identificado
con la relación jurídica generada por el negocio jurídico, toda vez que esta es una consecuencia. Por
tanto, se afirma que el objeto es el interés o intento práctico que tiene una parte en obtener
determinado resultado. Este resultado es conseguido por el sujeto a través de un medio jurídico que
es el negocio jurídico. Es decir, mediante la celebración del negocio jurídico, las partes logran el
resultado del intento práctico que tenían. Los requisitos que debe cumplir el objeto son
la determinabilidad y la posibilidad.

Elementos

Los elementos son las partes integrantes del negocio jurídico y son indispensables para su
formación.

La declaración de voluntad consiste en una exteriorización de la voluntad, con un contenido


tendiente a producir los efectos jurídicos que son queridos y buscados por el sujeto que realiza la
declaración. En otras palabras, la declaración de voluntad es la conducta realizada por un sujeto, a
través de la cual exterioriza su voluntad de que se produzcan determinados efectos que son queridos
por el sujeto y a su vez amparados por la ley. Para que la declaración de voluntad pueda formar un
negocio jurídico válido debe cumplir con los requisitos de estar formulada libre de vicios y, de ser
el caso, en observancia de la formalidad prescrita por la ley o las partes. Nótese que no todos los
negocios jurídicos requieren que la declaración de voluntad sea hecha cumpliendo una formalidad
en específico, pues la regla general es la libertad de forma.

La causa, al igual que el objeto, es uno de los conceptos vinculados al negocio jurídico que ha sido
más discutido por la doctrina, existiendo diversas teorías que lo definen desde una perspectiva
subjetiva, objetiva y mixta. Una teoría mixta parece dar una definición más acertada de la causa,
pues toma en cuenta que cada negocio jurídico es único (pues es, subjetivamente, es la creación de
sujetos con intereses muy particulares) pero que además debe cumplir una función socialmente
trascendente (y esto depende de que objetivamente la ley le reconozca sus efectos). En suma, la
causa es la razón que justifica que la ley le reconozca a un determinado negocio jurídico sus efectos;
es la función social y jurídica de un negocio jurídico (distinguiéndose así del objeto del negocio
jurídico, que se analiza desde una perspectiva práctica y no jurídica). El principal requisito de la
causa es la licitud.

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