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Desde los tiempos más remotos, el hombre ha necesitado satisfacer sus carencias, es
por esto que desde la formación de la familia se ha fomentado la cooperación entre
estos individuos. La necesidad de sobrevivir conllevó a adquirir una forma de
comunicación o expresión; en un principio a través de sonidos, gesticulaciones,
pinturas rupestres y jeroglíficos, todo esto situándolo en el contexto adecuado.
Paradigma
Como paradigma denominamos todo aquel modelo, patrón o ejemplo que debe
seguirse en determinada situación. En un sentido amplio, se refiere a una teoría o
conjunto de teorías que sirve de modelo a seguir para resolver problemas o
situaciones determinadas que se planteen.
Sinónimos de paradigma son modelo, patrón, ejemplo, molde, ideal, así como canon,
norma o regla. En principio, se tenía en cuenta a nivel gramatical (para definir su uso
en un cierto contexto) y se valoraba desde la retórica (para hacer mención a una
parábola o fábula). A partir de la década del ’60, los alcances de la noción se ampliaron
y ‘paradigma’ comenzó a ser un término común en el vocabulario científico y en
expresiones epistemológicas cuando se hacía necesario hablar de modelos o patrones.
En este sentido, en su acepción como “modelo”, podríamos establecer un ejemplo
como el siguiente: El trabajo de Valentino es un paradigma para muchos jóvenes
diseñadores.
Estereotipos y Prejuicios Sociales
Un prejuicio es un juicio u opinión, generalmente negativo, que se forma sin motivo y
sin el conocimiento necesario. Supone tener una actitud negativa y hostil hacia una
persona que identificamos como perteneciente a un grupo, por el simple hecho de
pertenecer a ese grupo. Un estereotipo es una imagen mental muy simplificada, con
pocos detalles, acerca de un grupo de gente que comparte ciertas cualidades
características. Puede ser tanto positivo como negativo, aunque normalmente es
negativo. Suele ser un conjunto de creencias compartidas socialmente sobre las
características de una persona que suelen exagerar un determinado rasgo que se cree
que tiene una determinado grupo.
Los prejuicios y los estereotipos pueden influir de manera negativa en las relaciones
entre grupos sociales y dificultar su convivencia. Los prejuicios y los estereotipos son la
base d la base d la base de actitudes discriminatorias e actitudes discriminatorias e
actitudes discriminatorias y pueden tener graves consecuencias en la convivencia
hasta convertirse en un absurdo móvil para emplear la violencia y la agresión hacia
otros seres humanos. El estereotipo y el prejuicio, como una predisposición personal,
se traducen en comportamientos negativos hacia una persona o grupo de personas.
Dichos comportamientos (reales y observables) son llamados discriminación. La
discriminación supone maltratar o limitar posibilidades a personas, por tener
características especiales que definen su pertenencia a un grupo. La discriminación
refuerza el prejuicio. Asimismo, el prejuicio suele crear y sustentar la discriminación.
Las actitudes negativas hacia otros grupos sociales, tienen múltiples consecuencias en
la vida de las personas, tanto de las víctimas como de los victimarios. Una de las
principales consecuencias es la discriminación anteriormente mencionada. Para las
personas discriminadas, actitudes de este tipo generan exclusión y aumentan las
brechas sociales de los grupos humanos. Las personas discriminadas por ejemplo
suelen tener menos acceso a servicios sociales, oportunidades educativas o de
promoción profesional. Esta ha sido la situación, por ejemplo, de muchas mujeres, y
continúa siendo un problema en culturas tradicionales. Desde el punto de vista moral
son una injusticia hacia las personas y grupos víctimas del prejuicio pues se basan,
como sabemos, en conocimientos insuficientes.
Formación de impresiones
El ser humano forma impresiones de otras personas constantemente. Ahora bien,
¿qué factores influyen? ¿Por qué un mismo rasgo puede producirnos impresiones
totalmente diferentes en dos personas?
La impresión, esto es, la primera opinión que solemos tener de las personas que
observamos, conocemos o simplemente nos cruzamos es un fenómeno estudiado por
la psicología social.
Además, la formación de impresiones no es un proceso sujeto al azar. Dicho proceso
ha sido expuesto en teorías sociales y cognitivas que procederemos a explicar,
donde los sesgos toman un papel esencial en el desarrollo de una impresión inicial.
Las impresiones son tan relevantes porque van a condicionar la interacción posterior y
nuestra actitud hacia la misma. Dependiendo de los sesgos, los heurísticos o los
estereotipos, la impresión tomará un cariz que puede llevarnos a conocer a nuestro
nuevo mejor amigo o peor enemigo.
Kelly (1955) estudió la formación de impresiones en relación a las teorías implícitas de
caracterizar a la gente. Por ello, los constructos personales de cada uno (cuya medida
no es dimensional, sino que suelen estar basados en categorías binarias) influyen en
que una persona tenga un tipo de impresión u otra.
Así, uno puede considerar la característica de la introspección como el organizador
aislado más importante para la formación de una impresión; mientras, para otra
persona, el organizador podría ser el humor o la inteligencia. Por ello, suelen existir
impresiones muy diferentes en relación a una misma persona.
Los constructos personales suelen desarrollarse de forma adaptativa (a partir de las
experiencias) y suelen ser bastante estables en el tiempo. Además de los constructos
personales, Kelly encuentra que las personas también tienen sus propias teorías
implícitas de la personalidad (TIP).
Estas se refieren a principios generales acerca de las características de ciertos tipos de
personas u otras. Así, una persona puede tener una TIP donde las personas
inteligentes suelen ser egocéntricas o que los sujetos tímidos son buenas personas.
Suelen estar basadas en experiencias personales.
El modelo de configuración de Asch
Según el modelo de Asch (1946), en la formación de impresiones la información
recogida del individuo puede ser catalogada en función de su “importancia”. Por ello,
defiende que existen rasgos centrales (que ejercen una mayor influencia en la
impresión final) y rasgos periféricos (que, aunque se encuentran allí, no parecen tan
relevantes).
Asch defiende que la impresión es una configuración compleja de información (aspecto
físico, conducta no verbal, comunicación verbal) organizada gestálticamente. Esto
significa que cada rasgo influye y se ve influido por los demás.
Asch estudió también cómo la presentación de la información es relevante para la
configuración compleja de información. Llevó a cabo un experimento en el que dividió
a los participantes en dos grupos.
Al primer grupo se le presentaron seis rasgos de la personalidad de un
individuo hipotético en el siguiente orden: inteligente, trabajadora, impulsiva,
crítica, terca y envidiosa. En este caso los adjetivos “negativos” se colocaron al
final.
En el segundo grupo se hizo al revés.
Asch obtuvo evidencia del efecto de primacía en la formación de impresiones: la
persona fue evaluada de manera más favorable cuando los adjetivos buenos se
presentaron al principio. Sucedió lo contrario en las impresiones del segundo grupo,
que fueron peores.
También puede surgir el efecto contrario, el efecto de recencia, cuando la persona que
tenemos delante nos interesa poco o nos encontramos distraídos; en este caso, la
información que prevaldría sería la presentada en última posición.
La comunicación no verbal
La comunicación no verbal es difícil de definir, como bien propone Ray
Birdwhistell "estudiar comunicación no verbal es como estudiar fisiología no cardíaca"
por esa razón se hace tan difícil proponer una definición única de la misma. Para una
correcta definición de la CNV (comunicación no verbal):