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Licenciatura en DERECHO

Materia: Obligaciones

Unidad III Requisitos Esenciales y de Validez del Acto Jurídico.


Elementos de los Contratos.

Teoría Clásica. Autores alemanes - anteriores a Savigny – Foullier, Heisse, Mülenbruch, Mackalday.
Estos autores romanistas consienten la distinción entre convenio y contrato, dándole al contrato una verdadera
aplicación. Los franceses como Duronton, Aubry y Marcode dicen que son elementos esenciales o de existencia
(art. 1108 del Código de Napoleón):
Consentimiento
Objeto
Capacidad
Causa Lícita

Confunden los elementos de existencia con los de validez, como lo señala Marty y dice que la
capacidad no es un elemento de existencia, pero sí lo son los otros tres:

Elementos de existencia:
Objeto
Consentimiento
Causa Lícita

El Código Civil del DF de 1884 señala como elementos de existencia:


Consentimiento
Objeto
Capacidad
Forma

El Código Civil del DF de 1928 y 1985 de Puebla, en los artículos 1449 y 1480 reestructuran los
elementos en:

Elementos de existencia (art. 1449):


Consentimiento
Objeto
Solemnidad

Elementos de validez (art. 1450):


Capacidad
Forma
Veracidad o Libertad del Consentimiento
Licitud en el objeto, fin o motivo

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Artículo 1449.- Para que el contrato exista se requiere:


I.- Consentimiento;
II.- Objeto que pueda ser materia de las obligaciones creadas por el contrato;
III.- Solemnidad cuando la ley la exija.

Artículo 1450.- Para que el contrato sea valido se requiere:


I.- Capacidad de los contratantes;
II.- Que el consentimiento esté libre de vicios;
III.- Que su fin o su motivo sean lícitos;
IV.- Que sea licito el objeto de las obligaciones creadas por el contrato;
V.- Que el consentimiento se haya manifestado en la forma que la ley establece.

En los artículos 1920 y 1923 del Código Civil se establecen los elementos esenciales de los actos
jurídicos. Muchos autores aplican los mismos elementos a los actos jurídicos y a los contratos como si fueran,
éstos últimos, la única especie; pero debemos distinguir a los actos jurídicos de los contratos por las voluntades
reunidas y la solemnidad de los primeros, ya que actualmente es obsoleto hablar de contratos solemnes (el
matrimonio es una institución, no un contrato, por el proteccionismo que lo rodea). Otra diferencia radica en que
en los actos jurídicos hallamos voluntades y en los contratos encontramos el consentimiento.

Elementos Esenciales del Contrato.


Consentimiento.

“Acuerdo de voluntades que en lato sensu del convenio crea, modifica, transmite o extingue derechos y
obligaciones.”
- Rojina Villegas.

Es el elemento esencial y fundamental del perfeccionamiento de los contratos. En la actualidad, todos


los contratos se definen en función a la voluntad al ser consensuales.

“El consentimiento es el acuerdo de voluntades complementarias que respecto de un mismo objeto se


unen.”
- Ruggiero

Además, señala cuatro tipos de voluntades:


Idénticas. Compaventa. Yo compro – yo compro; yo vendo – yo vendo.
Contrarias. Compraventa. Yo compro – yo no compro.
Contradictorias. Yo compro – yo no vendo.
Complementarias. Yo compro – yo vendo.

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En el aspecto genético del consentimiento hayamos dos declaraciones unilaterales de la voluntad:


Policitación u Oferta. Oferente/ Ofertante/ Policitante, quien plantea la oferta.
Aceptación. Destinatario de Oferta/ Potencial Aceptante – Aceptante, quien recibe la oferta,
según el momento.

La oferta es una declaración de voluntad que realizan una o varias personas con el objeto de obligarse
en determinados términos. La aceptación es la declaración que, para conformar el consentimiento, debe
realizarse exactamente en los términos de la oferta.

Alberto Trabucchi señala que en la formación de los contratos la voluntad de tipo oferta debe ser clara y
seria, toda vez que es fuente de obligaciones.

Toda modificación de la oferta tiene efectos de contraoferta, por lo que la aceptación debe ser lisa y
llana en los términos de la oferta. De acuerdo con Trabucchi, si hay una contraoferta, no se constituye el
consentimiento, sino que su efecto es destruir la oferta inicial. (art. 1465 CC)

Artículo 1465.- Si la respuesta que reciba el proponente es una modificación de la primera oferta y no
una aceptación lisa y llana, el proponente quedará liberado de la obligación que le impone el artículo anterior y
la respuesta se considerará como una nueva oferta.

La negociación es algo distinto a la oferta, ya que es un proceso que concluye con una oferta, no posee
claridad ni seriedad; inclusive han sido empleadas en la formación del consentimiento.

En el Common Law Británico se dice que la forma en que se exhiben las mercancías en los
supermercados es una invitación a negociar, y la oferta de compra se da en las cajas, por parte del usuario; por
último, la aceptación es del encargado o factor de la tienda. En las solicitudes de información y su respuesta no
constituyen una oferta, por lo que no tienen efectos obligacionales; la formación del consentimiento en este
caso se da en dos escenarios:
Presentes
No presentes o Ausentes en los términos de Rojina Villegas.

En el primer caso, se encuentran en el mismo lugar y plazo, y la oferta puede tener modalidades como
el plazo dado al potencial aceptante para que decida, y el policitante está obligado a mantener dicha oferta
durante el plazo. Si no existe plazo para que exista formación del consentimiento debe manifestarlo así en el
momento, pero en caso de que exista deberá aceptar la oferta e cualquier momento dentro del plazo. (art. 1458,
1459, 1464 CC)

Artículo 1458.- La persona que propone a otra la celebración de un contrato fijándole un plazo para
aceptar, queda obligada por su oferta hasta la expiración del plazo.

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Artículo 1459.- Si el oferente y la persona a quien se hace la oferta estuvieren presentes, aquél queda
desligado de su oferta si la aceptación no se hace inmediatamente, salvo que el oferente haya hecho la
proposición fijando a la otra parte un plazo para aceptar o que este plazo haya sido pactado por ambos.

Artículo 1464.- El proponente está obligado a mantener su propuesta durante el plazo señalado en el
Artículo anterior.

A los presentes en el mismo tiempo, pero no en el espacio (llamada telefónica) se les dará tratamiento
de presentes sin plazo (art. 1460 CC), por lo que deberá contestar inmediatamente para que exista
consentimiento. En caso de que exista plazo, la oferta debe ser sostenida por el oferente. Esto conduce a un
problema de pruebas, a no ser que se grabe la conversación.

Artículo 1460.- El Artículo anterior es aplicable a la oferta hecha por teléfono, radio, telex o cualquier
medio de comunicación similar, que permita a la persona que recibe la oferta, contestar inmediatamente.

En el caso de los No Presentes, nos referimos a las ofertas escritas y a las aceptaciones igualmente
escritas por correo. Para este caso existen cuatro sistemas:
Sistema de la Declaración de la Aceptación. El individuo destinatario de la oferta al
imponerse de los términos declara su aceptación para sí o para otros, y desde este momento se
crea el consentimiento. Es una teoría técnicamente correcta, pero de difícil probanza y
acreditación, por lo que la ley no la recoge.
Sistema de Expedición de la Aceptación. El ahora aceptante de la oferta la envía al
policitante, formándose el consentimiento desde el momento que la entrega al servicio de correo o
mensajería. Es una teoría de difícil probanza, salvo que exista un recibo, por lo que tampoco es
recogida por la ley.
Sistema de la Recepción de la Aceptación. Contempla los dos anteriores, ya que el potencial
aceptante recibe la oferta, se impone de los términos, acepta y contesta. El consentimiento se
forma desde el momento en que el policitante la recibe, aunque éste lea la aceptación; no es
necesario que la reciba personalmente. Este es el sistema adoptado por la ley (art. 1463 CC).
Sistema de la Información de la Aceptación. No basta la recepción, se requiere que el
oferente lea la aceptación para que el consentimiento surja. Debido a la incertidumbre de dicho
momento la ley desecha esta posibilidad.

Artículo 1463.- Cuando no se haya fijado plazo, se considerará no aceptada la propuesta, si la otra
parte no respondiere dentro de tres días, además del tiempo necesario para la ida y vuelta regular del correo
público, o del que se juzgue bastante, no habiendo correo público, según las distancias y la facilidad o dificultad
de las comunicaciones.

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En materia mercantil se utilizaba el Sistema de la Expedición, pero con la reforma sobre medios
electrónicos se utiliza el Sistema de la Recepción (art. 80 Ccom).

En caso de muerte del oferente:

Artículo 1467.- Si al tiempo de la aceptación hubiere fallecido el proponente, sin que el aceptante fuere
sabedor de su muerte, los herederos de aquél tienen la obligación de sostener el contrato.

Esto basándonos en:


La buena fe
La sustentación de la oferta

Teorías que justifican la sustentación.

Teoría del Precontrato Tácito. Demolombe señala que con la oferta sólo se requiere como
condición la aceptación del destinatario de la misma. Los términos del contrato ya se encuentran
pactados y determinados por el oferente, por lo tanto, hallamos un contrato en gestación que de
forma tácita se celebra entre las partes. En los contratos de adhesión los términos son
determinados por el oferente y el aceptante sólo “acepta” sin proponer, pero es la excepción a la
regla general.
Teoría de la Declaración Unilateral de la Voluntad. Savatier dice que la declaración de un
sujeto es suficiente para imponerse obligaciones, concediendo, por lo tanto, derechos a un sujeto
determinado o indeterminado. Planeta un escenario complicado, ya que en su formación el
contrato es la única fuente de obligaciones, pero que es aplicable a nuestro sistema. Encontramos
una Promesa de Recompensa, Compraventa en un primer momento: Oferta. Oferta para contratar
hecha a persona indeterminada. Identifica a la declaración unilateral como naturaleza jurídico –
obligacional de la oferta, lo cual es correcto.
Teoría de la Responsabilidad Civil. Cunha Gonçalvez señala que la fuente de la obligación
del oferente para sostener la oferta durante el plazo es la responsabilidad civil por los daños y
perjuicios que se causan al destinatario de la oferta, que en su caso acepte. Este análisis es
correcto si el contrato está hecho y la responsabilidad surge por el incumplimiento de una deuda
contractual (culpa contractual que origina la rescisión), y no por la obligación de sostener la oferta.

Por otra parte, el consentimiento se puede manifestar de dos formas:


Expresa. Verbal, escrita, o por signos inequívocos, cuando se trate de personas que no puedan
darse a entender.
Tácita. Se basa en una presunción.

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Los signos inequívocos que menciona el artículo 1475 es para las personas que no pueden
manifestarse, por estar sus facultades disminuidas. En el caso de la manifestación tácita, la presunción surge
cuando una de las partes realiza los actos que se obliga, aunque no hubiere mencionado o aceptado.

Artículo 1475.- Las consideraciones vagas y generales que los contratantes expusieren sobre los
provechos y perjuicios que naturalmente puedan resultar de la celebración o no celebración del contrato, y que
no importen engaño o amenaza a alguna de las partes, no serán tomadas en consideración al calificar el dolo.

Planiol señala tres casos en los que no existe voluntad o donde ésta es insuficiente para crear
consecuencias de Derecho, en las magnitudes deseadas por las partes.

Ausencia del consentimiento.

Error in Corporae. Los sujetos contratan respecto de la identidad de la cosa, toda vez que la
oferta y la aceptación, las voluntades, no son complementarias, por lo que no existe
consentimiento.
Error in Negotium. Es una falsa concepción respecto de una figura o disposición legal. Las
declaraciones de voluntad no generan un consentimiento que cree consecuencias de derecho.
Simulación de actos jurídicos. Se clasifica en:
Absoluta. El acto jurídico celebrado no tiene nada de cierto.
Relativa. Los efectos del negocio se producen de manera parcial. En este caso, tenemos
dos actos: uno oculto y otro público. En este último no hay un verdadero consentimiento, por
ejemplo, los actos celebrados por vía de testaferro; serán ilícitos cuando se realicen en
defraudación de acreedores, por lo que se concede la acción de nulidad.

El Objeto.
No es lo mismo el objeto de un contrato que el
objeto de las obligaciones. En ambos encontramos un objeto directo y uno indirecto.
Objeto Directo de los Contratos. Creación de consecuencias jurídicas (crear, conservar,
modificar, transmitir o extinguir derechos y obligaciones) (art. 1415 CC).
Objeto Indirecto de los Contratos. Será una cosa o un hecho que se materializa en la
realidad. Es el mismo que el objeto indirecto de las obligaciones, por lo que esta identidad genera
el error de identificar al objeto de los contratos con el de las obligaciones (art. 1481 CC).

Artículo 1415.- Hecho jurídico es un acaecimiento que produce consecuencias de derecho, que
pueden ser crear, conservar, modificar, transmitir o extinguir obligaciones y derechos, o situaciones jurídicas
concretas.

Artículo 1481.- El objeto de las obligaciones puede ser un bien o un hecho.

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Objeto Directo de las Obligaciones. Conducta a desplegar por el sujeto pasivo (dar, hacer o
no hacer). Materialmente encontramos la prestación de bienes (dar) y la prestación de servicios
(hacer); el no hacer es una abstención, un hecho negativo.
Objeto Indirecto de las Obligaciones. Cosas y hechos.

Entonces debe estudiarse las Obligaciones de Dar relacionadas con las cosas (requisitos) y las
Obligaciones de Hacer relacionadas con los servicios (en sus requisitos).

Requisitos de las cosas en las Obligaciones de Dar. (art. 1640)

Artículo 1640 CC.- La obligación de dar o prestación de bienes, puede consistir:


I.- En la traslación del dominio de un bien cierto;
II.- En la enajenación temporal del uso o goce de un bien cierto;
III.- En la restitución de un bien ajeno; o
IV.- En el pago de un bien debido.

La posibilidad de las cosas se presenta en dos sentidos (art. 1482):


Posible físicamente. Debe existir en la naturaleza al momento del nacimiento de la obligación o
que pueda existir. Es decir, hablamos de cosas presentes y futuras (art. 1486 y 1483)
Posible jurídicamente. Se refiere a que sea determinado o determinable y que esté dentro del
comercio. Esto obliga a que se precise el objeto en tres grados(art 1484):
Género. No pueden ser objeto de obligaciones.
Especie. (art. 1485)
Individualización.

Artículo 1482.- Es inexistente el contrato cuando sea física o legalmente imposible el objeto de las
obligaciones creadas por él.

Artículo 1483.- Es físicamente imposible el objeto de la obligación que no puede existir por ser
incompatible con una ley de la naturaleza.

Artículo 1484.- Son legalmente imposibles los hechos incompatibles con una norma que deba regirlo y
que constituya un obstáculo insuperable para su realización.

Artículo 1485.- El objeto de la obligación debe estar determinado o ser determinable en cuanto a su
especie.

Artículo 1486.- Los bienes futuros pueden ser objeto de las obligaciones; pero no puede serlo la
herencia de una persona viva, aun cuando ésta preste su consentimiento.

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Al Derecho no le interesan los géneros. Respecto de las calidades de la especie, se estará a lo que
pacten las partes y en caso de no existir se tendrá que entregar un objeto de mediana calidad. (art. 1644 CC)

Artículo 1644.- Si no se designa la calidad del bien, el deudor cumple entregando uno de mediana
calidad.

Respecto de las res extra commercium, es necesario recurrir a la clasificación de los bienes:
Por su propia naturaleza. No son susceptibles de apropiación individual por su propia
naturaleza.
Por disposición de la ley. Los irreductibles a propiedad particular; todos los bienes fuera del
comercio son inalienables, pero no todos los bienes inalienables están fuera del comercio. En este
sentido debemos distinguir la licitud de la ilicitud de la cosa, de su situación dentro o fuera del
comercio; si está fuera del comercio el acto jurídico es inexistente; si es ilícita el acto jurídico es
nulo, pero producirá efectos mientras esta nulidad no se declare.

Requisitos de los hechos en las Obligaciones de Hacer.

Posibilidad física. El hecho debe ser compatible con una ley causal o natural, que pueda
materializarse al no ser contrario a la naturaleza.
Posibilidad jurídica. Que sean compatibles con una norma jurídica, sin que esto signifique que
el objeto o hecho sea lícito.

Artículo 1482.- Es inexistente el contrato cuando sea física o legalmente imposible el objeto de las
obligaciones creadas por él.

Artículo 1483.- Es físicamente imposible el objeto de la obligación que no puede existir por ser
incompatible con una ley de la naturaleza.

Los hechos son imposibles toda vez que son incompatibles con la norma jurídica, lo que constituye un
obstáculo material insuperable. Es decir, si un hecho contraviene la norma jurídica, sin llegar a ser ilícito, el
surgimiento de la obligación será imposible. Por ejemplo, si en el contrato de matrimonio se obligaran las partes
a no procrear hijos, el hecho es incompatible con dicha institución jurídica, por lo tanto es imposible. (art. 1884
CC)

Artículo 1884.- Una vez hecha la declaración unilateral de remisión o de quita, éstas serán
irrevocables.

Todo hecho implica la ejecución exacta de manera posterior al nacimiento de la obligación; en caso de
incumplimiento, no existe la ejecución forzosa de las obligaciones de dar, sino el pago de los servicios de otra
persona por parte del sujeto pasivo o el pago de daños y perjuicios por el incumplimiento. Lo anterior, porque al

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intervenir la acción de una persona directamente en el cumplimiento de la obligación genera que se le dé un


trato distinto al que se le da a las cosas.

En las Obligaciones de Hacer, éstas se imponen a las mismas partes contratantes, por lo que el hecho
debe ser personal del obligado, ya que no puede imponerse una obligación a un tercero, aún en contra de su
voluntad, ya que esta facultad sólo la tiene el Estado. Lo que sí es factible es que una persona se obligue a sí
misma, confiriéndole derechos a un tercero, aunque no lo acuerde así.

Planiol distingue entre:


Ilicitud de los hechos. Todo lo que contravenga a la ley.
Incompatibilidad de hechos.

Para poder diferenciar estos conceptos es necesario conocer las normas de acuerdo a su cumplimiento,
es decir:
Normas Taxativas o Prohibitivas. Son normas de orden público y de interés general, cuyo
cumplimiento no se somete a la voluntad de las partes y no pueden ser renunciadas; esto último,
toda vez que existe un principio compartido por la colectividad.
Normas Dispositivas. No están revestidas de interés público, por lo que el interés sólo es
compartido por las partes; es así, como pueden renunciarse e incumplirse si existe un acuerdo de
voluntades.

De acuerdo con esto, la incompatibilidad de los hechos se generará en relación a las normas
dispositivas que son esenciales para dar forma a los actos de orden jurídico. Las normas taxativas, al imponer
obligaciones a todos los sujetos de derecho, y al encontrar un hecho contrario a esto, originan la ilicitud.

Solemnidad.
Constituye en sí una forma específica de expresar un acto, en cuya ausencia se produce la inexistencia.

La solemnidad y la forma tienen una diferencia de grado y no de esencia. Estamos hablando de


requisitos respecto del otorgamiento, celebración y exteriorización; pero su esencia produce efectos distintos:
La falta de solemnidad en los actos jurídicos se traduce en la inexistencia del mismo.
La falta de forma no produce la inexistencia, sino que genera vicios en la validez del mismo
acto.
Por lo anterior, debemos distinguir dos peldaños o momentos en la pirámide genética de los actos
jurídicos:
Existencia; Inexistencia o Nulidad Absoluta.
Validez; Nulidad Relativa

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En el Derecho Romano, la solemnidad eran ciertos ritos o palabras sacramentales que debían llevarse
al pie de la letra en los actos per aes et libram (entre ciudadanos romanos). Actualmente no se refleja de esa
manera, sino que se trata de ciertos requisitos de forma que la ley eleva al grado de solemnidad. En el caso del
contrato de compraventa de bienes inmuebles, que debe otorgarse en escritura pública; el contrato de
matrimonio debe realizarse ante el juez del Registro del Estado Civil de las Personas; el testamento ante notario
y en escritura pública.

En la actualidad, los contratos se definen como consensuales en oposición a solemnes, lo que implica
que la falta de algún requisito de forma genere la nulidad relativa, por lo que generará consecuencias como
hecho jurídico y no como acto jurídico. (art 1445 CC)

Artículo 1445.- Los contratos se perfeccionan por el mero consentimiento, excepto los que deben
revestir una forma señalada en la ley, como solemne.

Los contratos solemnes tienen requisitos de forma que la ley convierte en elementos sine qua non.
Encontramos dos ejemplos principales:
Matrimonio (si es que se considera contrato)
Testamento

Desde el punto de vista técnico, todo contrato debe ser escrito para poder surtir efectos sin
contravención.

La Causa.

De acuerdo con el artículo 1804 del Código Napoleónico, la causa es un elemento esencial para la
formación de los contratos. En nuestro sistema jurídico se estudia la causa, pero no de manera independiente
de los demás elementos. Es así, como la causa se incorpora a los otros elementos (consentimiento, objeto,
veracidad o ausencia de vicios y licitud).

El contrato es un acto jurídico que tiene los elementos generales, y cuyos elemento de existencia se
establecen en el artículo 1449 del Código Civil poblano.

Artículo 1449.- Para que el contrato exista se requiere:


I.- Consentimiento;
II.- Objeto que pueda ser materia de las obligaciones creadas por el contrato;
III.- Solemnidad cuando la ley la exija.

La causa se considera un elemento esencial del contrato, por lo que es fundamental para la formación
de los contratos.

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En el artículo 1301 del Código Napoleónico se establecía que si el contrato no tenía una causa lícita (es
decir, que la causa sea inexistente, falsa o ilícita) no producirá efectos. Por lo que podemos distinguir tres
construcciones teóricas o tipos de causas:

Lícita
Inexistente
Falsa

Sobre el tratamiento que se le da a la causa, existen dos corrientes:

Corriente Causalista. A favor de la causa, la representan tres doctrinas:


Doctrina Clásica. Domat, Pothier, Demolombe.
Doctrina de Ernest Laurent.
Doctrina de la Reelaboración de la Jurisprudencia Francesa, la cual se establece por los
tribunales franceses.
Corriente Anticausalista. Representada por la doctrina de Planiol en contra de la causa.
Doctrina de Colin Capitant. Es una doctrina intermedia, ya que no es causalista ni
anticausalista.

Doctrina Clásica de la Causa.


No define a la causa, sólo ponen ejemplos de su significado. Bonnecase explica cuáles son los tipos de
causas a los que se refieren sus ejemplos. Para estos autores la causa de los contratos es aquella calificada
como causa final, es decir, un elemento constante e intrínseco que se halla en las diversas especies
contractuales y que manifiestan la intención de las partes al contratar. Para Bonnecase existe:

Causa Final. Constante intención de las partes, siempre se encontrará en los contratos
bilaterales, gratuitos y reales.

Causa Impulsiva. Elemento extrínseco, variable en todo contrato que se identifica con el motivo
determinante de la voluntad de cada una de las partes. También se le denomina “Motivación
Personal”.

Causa Eficiente. Hechos por los cuales nacen las obligaciones y se identifican con las fuentes
de los mismos: contrato, delito, cuasidelito y cuasicontrato. Instrumentos y razones por las cuales
nacen los efectos.

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Definiciones de la causa en función de cada uno de los contratos característicos de un


sistema.
Según Pothier y Domant:

En los contratos sinalagmáticos o bilaterales, la causa de la obligación del comprador de pagar


el precio es la obligación del vendedor de transmitir la propiedad de la cosa (compraventa). La
causa de las obligaciones de una de las partes la constituyen las obligaciones de la otra (razón).
En los contratos reales, la causa de la obligación de restituir la cosa la constituye la entrega
previa realizada por la contraparte (prenda, hipoteca, mutuo, depósito, comodato).
En los contratos gratuitos, la causa de la obligación de conceder un beneficio a la contraparte
es el ánimo o intención de realizar una liberalidad:
Realizar una disminución de su patrimonio (enajenación o separación) sin recibir nada a
cambio.
La causa de la obligación es ser bondadoso con los demás, conceder un beneficio a los
demás.

Planiol, Ernst y Laurent: Anticausalistas. Siguen los planteamientos de Planiol, diciendo que la causa
es:
Falsa. De acuerdo con los clásicos la causa final de los contratos bilaterales consiste en que la
obligación de una parte es lo que origina la obligación de la otra parte, generándose una relación
de causalidad:

Causa – Obligación anterior


Efecto – Obligación posterior

Lo cual Planiol califica de falso porque las obligaciones en los contratos bilaterales no son sucesivas,
sino simultáneas.

La compraventa, en el artículo 2155 del C.C. señala las bases de la teoría de Bonnecase, artículo que
deriva del Código Napoleónico, pero se olvida de la naturaleza simultánea de los contratos bilaterales (dando y
dando) que proviene del Derecho Romano (art. 2122 C.C.), lo cual prueba que es correcta la postura de Planiol.

Artículo 2155.- El vendedor no está obligado a entregar el bien vendido:

I.- Si el comprador no ha pagado el precio o no se señaló en el contrato un plazo para el pago;


II.- Aunque en el contrato se haya establecido un plazo para el pago del precio, si después de la
venta se descubre que el comprador se halla en estado de insolvencia, a no ser que dé fianza de
pagar en el plazo convenido.

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Artículo 2122.- La venta es perfecta y obligatoria para las partes, por el sólo convenio de ellas respecto
al bien vendido y el precio, aunque el primero no haya sido entregado ni el segundo satisfecho.

Asimismo, es falso en los contratos reales (la causa de la obligación de restituir un bien es la entrega
del mismo). Para Planiol, la entrega no es el fin de los contratos (causa final), sino la acusa eficiente de los
contratos reales, lo cual implica que la obligación de restituir el bien se relaciona, no con la formación del
contrato (elemento de validez o existencia), sino con el cumplimiento de las obligaciones; es decir, se identifican
el nacimiento con el cumplimiento de las obligaciones, lo cual es jurídica y técnicamente incorrecto.

Por último, en relación con los contratos gratuitos, la causa es el ánimo de realizar una liberalidad
(animus donandi), a lo cual Planiol esgrime que es falso, ya que dicho ánimo se encuentra en el elemento
“consentimiento”, es decir, no existe un doble voluntad, sino que existe una sola que se encuentra en el
consentimiento. Si se tomara a la causa como una voluntad distinta a la del consentimiento se estaría repitiendo
un elemento. Este mismo argumento lo esgrime para demostrar que la causa es inútil.

Inútil. En los contratos bilaterales, las partes, al momento de celebrarlo, tienen en cuenta la
conducta que tendrá la contraparte. Se refieren al objeto, y por lo tanto, se está repitiendo un
elemento, por lo que la causa es inútil. En los contratos reales, la causa es inútil porque no
constituye un elemento adicional que el requisito constante en los contratos consistente en ser
compatible con las disposiciones legales señaladas por el sistema jurídico, y una de estas
disposiciones establece a la entrega previa como un requisito de juridicidad en los contratos reales.
Por lo que esta causa no es sino la licitud en el objeto de las obligaciones. Planiol dice que en los
contratos gratuitos la intención de liberalidad es inútil porque constituye parte del consentimiento,
es decir, la voluntad de una parte es disminuir su patrimonio a favor de otro sin recibir nada a
cambio; es una declaración unilateral que al ser aceptada conformará el consentimiento.

Doctrina Moderna de la Causa.

Colin Capitant, con una postura totalmente doctrinaria, aceptando las críticas de Planiol, dice que son
suficientes para combatir la teoría clásica de la causa, pero no lo son para constituir el concepto de causa que
sostiene la teoría moderna de la misma.

Planiol analiza la causa falsa y la causa ilícita que señala el Código Napoleónico; dice que al hablar de
la primera se refiere al error, y al hablar de la segunda se refiere al objeto ilícito. Los clásicos causalistas dicen
que es posible tener un objeto lícito y una causa ilícita que produzca la inexistencia del acto, por lo que ellos
observan una diferencia entre causa y objeto, cuestión que Planiol contradice al expresa que la causa es el
objeto en los contratos bilaterales. No obstante, Planiol no concibe en un escenario común en que una de las
partes tenga una falsa concepción o error de la conducta de la contraparte, por lo que concluye que el concepto
de causa es erróneo (sólo concebible entre incapaces y menores incapaces).

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Capitant recoge a la causa por ser un elemento importante para él, yendo al extremo, dice que la causa
de los contratos no es la contemplación inicial de las partes de las obligaciones que nacen del contrato al
momento de la celebración, sino que se refiere a la ejecución de las obligaciones debidas entre las partes, por
lo que la causa, para Capitant, se aplica en la formación, cumplimiento y extinción de los contratos; es así,
como en presencia de una causa inexistente, falsa o ilícita, dará lugar a una acción que se retrotraiga al
momento de la formación del contrato, lo cual sugiere un escenario particular en el que el sistema permite el
cumplimiento de obligaciones inexistentes. Además, con esta perspectiva no se pueden distinguir las acciones
contra contratos inexistentes de las de contratos inválidos (o afectas de nulidad). En conclusión, esta teoría no
es técnicamente correcta.

Reelaboración de la Jurisprudencia Francesa.

Del fracaso técnico de la teoría de Capitant en 1832 se establece el precedente en la jurisprudencia


francesa respecto de una acción de nulidad de testamento instituido por Jean Marie Dugour e instituyendo
como heredero a su hijo Francoise Ilpid, quien fue concebido con su cuñado Francoise Pendaries. El Código
Francés establecía que era importante reconocer a hijos nacidos fuera del matrimonio y por mayoría de razón
todo reconocimiento de hijos adulterinos, razón por la que Dugour instituye y reconoce a Ilpid, es decir, esto es
su móvil para instituirlo como único y universal y heredero. En este sentido se declara la nulidad teniendo como
base una causa ilícita, entendiéndose por causa un fin o motivo determinante de la voluntad, con lo que se
modifica el concepto de causa, como lo señala Duguit, quien además dice que hay una diferencia entre objeto,
fin o motivo determinantes de la voluntad, y éste último es la causa. Bonnecase dice que si en los clásicos se
hablaba de una causa final, ahora con la jurisprudencia se habla de una causa impulsiva. Josserand dice que
en el Derecho existen dos tipos de fines, uno calificado de abstracto y otro de concreto, y al Derecho no le
interesan los móviles abstractos, destacando que los concretos sí son trascendentes y son los motivos
determinantes de la voluntad. Por otra parte, proponen que se deje de hablar de la causa, aunque sigue
teniendo importancia en nuestro sistema jurídico.

Actualmente no existe conflicto, pues lo elementos se encuentran bien determinados y delimitados. La


causa, sin decir que se equipara, se refleja en la licitud del motivo (elemento de validez), tal y como se observa
en el artículo 1488 CC, artículo 1923 CC, artículo 1470 III CC. Entonces, nuestro código se apega a la
jurisprudencia francesa, aceptando la recomendación de los doctrinarios de usar el término de motivo
determinante de la voluntad y no de causa.

Artículo 1488.- Puede ser o no de carácter económico, tanto para el acreedor, como para el deudor, el
motivo o motivos que los haya determinado a contraer la obligación.

Artículo 1923.- La ilicitud en el objeto, en el fin o en el motivo del acto, produce la nulidad absoluta de
éste, salvo que la ley establezca que dicha nulidad sea relativa.

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Artículo 1470.- Son aplicables al error las siguientes disposiciones:


III.- El error de hecho anula el contrato:
a) Si es común a ambos contratantes, sea cual fuere la causa de que proceda.
b) Si recae sobre el motivo u objeto del contrato, declarándose en el acto de la celebración o
probándose por las circunstancias de la misma obligación, que el falso supuesto motivó el contrato.
c) Si procede de dolo de uno de los contratantes.
d) Si procede de dolo de un extraño al contrato, que pueda tener interés en el y, en este caso, los
contratantes tienen también acción contra aquél.
e) Si se mantiene por dolo, reticencia, o mala fe del contratante que no incurrió en el error.

Por lo que el motivo es la versión actual de lo que antes se denominó y trató como causa.

Elementos de Validez de los Actos Jurídicos.

Encontramos:
Capacidad
Ausencia de vicios
Forma
Licitud

Estos elementos están perfectamente determinados en los elementos de validez y no debe esgrimirse
que son elementos de existencia (art. 1449 CC). Sin embargo, estos elementos van a modificar los elementos
de existencia, generando, no su inexistencia, sino su posible nulidad.

Artículo 1449.- Para que el contrato exista se requiere:


I.- Consentimiento;
II.- Objeto que pueda ser materia de las obligaciones creadas por el contrato;
III.- Solemnidad cuando la ley la exija.

La capacidad se refiere al elemento consentimiento en cuanto a su formación; la ausencia de vicios se


refiere, igualmente, al consentimiento; la forma se relaciona con el objeto y con el consentimiento, además de
que es excepcional, toda vez que se aplica a los casos que la ley señala; y la licitud del objeto, fin o motivo
también está relacionada con el objeto.

Por lo tanto, no podemos decir que se encuentren totalmente desvinculados.

Capacidad.
Tenemos que determinar qué tipo de capacidad es la que trasciende en la validez de los contratos, es
decir, nos referimos a la capacidad de ejercicio (aptitud o idoneidad para ser sujeto de derechos y obligaciones
y poder ejercitarlos y cumplirlos). Este elemento se relaciona con el consentimiento.

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Por otro lado, así como se habla de capacidad,. Debemos hablar de incapacidad y dentro de ésta
hablamos de:
Incapacidad Parcial
Incapacidad Total.
La capacidad total la poseen los mayores de edad no exceptuados por la ley para celebrar actos
jurídicos. En contraposición, encontramos a los mayores de edad señalados en el artículo 42 del CC. También
encontramos a sujetos con capacidad parcial o capacidad o incapacidad para realizar ciertos actos jurídicos;
por ejemplo, la compraventa en almoneda pública por el juez o magistrados de la causa, es una hipótesis
diferente al art. 42; el tutor respecto del pupilo, etc.

Artículo 42.- Son incapaces:


I.- El menor de edad;
II.- El mayor de edad privado de inteligencia por locura, alcoholismo crónico o cualquiera otro
trastorno mental, aunque tenga intervalos lúcidos;
III.- El mayor de edad sordomudo, que no sepa darse a entender por escrito o por intérprete
mediante lenguaje mímico;
IV.- El mayor de edad que habitualmente hace uso no terapéutico de enervantes, estupefacientes,
psicotrópicos o de cualquiera otra sustancia que altere la conducta y produzca
farmacodependencia.

La incapacidad no es una sanción, sino un estado, por lo que surge la figura auxiliar de la
Representación o Asistencia; con esto, se da verdadera significación a la capacidad de goce, ya que sin estas
figuras no tendría caso poseer aquélla. Para Bonnecase, en la Representación se actúa a nombre de un
incapaz total, mientras que la Asistencia complementa la incapacidad parcial (voluntad de los padres de los
consortes cuando éstos son menores de edad, la enajenación y gravación de un bien inmueble propiedad de
menores, etc.) Sin embargo, aunque la Asistencia es importante, la Representación cobra mayor importancia y
por eso es el punto central de este estudio.

En materia contractual, existe la legitimación. Aquí se entiende por este concepto el derecho que tiene
una persona determinada a participar en la celebración de un acto jurídico.

Además, debe contar con la Formalidad Habilitante, consistente en el requisito que señala la ley para
que la autoridad autorice la realización de determinado acto jurídico. Por ejemplo, la autorización judicial para
que el tutor enajene los bienes del pupilo, etc.

La representación en ese concepto arroja dos escenarios:


Representación por Nombre y Cuenta del Representante
Representación por Cuenta del Representante

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En la primera, se tiene que celebrar el acto jurídico en sustitución de la voluntad real y jurídica del
representado, siendo éste el que figura como acreedor o deudor en el acto correspondiente y quien resiente en
su esfera patrimonial los efectos jurídicos del mismo. Surgen, así, cuatro teorías que explican esta hipótesis:

Teoría de la Ficción de Windsheid. Pretende señalar que el representante deja de ser él y se


convierte en el representado, quien será el que resienta las consecuencias de derecho. Plantea
una despersonalización.

Teoría de Nuncio de Savigny. Dice que el representante no deja de ser una persona que
presta el servicio de la representación , y, más que despersonalizarse, el representante lleva el
mensaje de su representado, lo cual fija y determina los términos de la activación del representante
como mensajera.

Teoría de la Cooperación de las Voluntades de Mitters. Dice que encontramos dos


voluntades en todas las personas: una física o material y una jurídica. Cuando una persona
concurre a realizar un acto jurídico lo hace con sus dos voluntades; la física se refiere a los signos
que forman el consentimiento y la jurídica la manifiesta al darse los hechos o actos tendientes al
cumplimiento. Estas voluntades pueden separarse, de tal forma que el representante coopera con
su voluntad física para que se haga efectiva la voluntad jurídica del representado. Por lo tanto, los
contratos consigo mismo están prohibidos, a no ser que el representado desaparezca la
representación (art. 2448 en relación al 2150 CC)

Artículo 2448.- Cuando el mandatario obre sin representación, en su propio nombre se aplicarán las
disposiciones siguientes:

I.- El mandante no tiene acción contra las personas con quienes el mandatario contrató, ni éstas
contra el mandante;

II.- El mandatario es el obligado directamente, en favor de la persona con quien contrató, como si
el asunto fuere personal suyo;

III.- El mandatario deberá transferir al mandante los bienes o derechos que hubiere adquirido por
su cuenta, y firmar los documentos o contratos necesarios para que el mandante sea titular de
esos bienes o derechos;

IV.- El mandante deberá cumplir las obligaciones contraídas por el mandatario en favor de la
persona con quien contrató;

V.- Lo dispuesto en las dos primeras fracciones de este artículo se entiende sin perjuicio de las
acciones entre mandante y mandatario.

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Artículo 2150.- La prohibición establecida en el artículo anterior cesa, en el caso del mandatario, si la
compraventa la celebran personalmente el mandante como vendedor y el mandatario como comprador, ambos
por su propio derecho, se haya o no revocado el mandato

Teoría de la Substitución Real de la Voluntad de Madray. Plantea una posición realista al


señalar que la voluntad del representante se encuentra subordinada a las instrucciones dadas por
el representado, pero es en definitiva el primero quien exterioriza la voluntad y la ejecuta al
momento de celebrar e contrato. Por esta razón, es trascendente la manifestación que realiza el
representante, quien substituye al representado en la celebración del acto. En caso de exceso, se
finca responsabilidad.

Esta teoría se aleja del resto, que planteaban la aparición espontánea y repentina de la voluntad del
representado. Esto tiene como consecuencia que la contraparte material del representado y este último tengan
que cumplir con las obligaciones derivadas del acuerdo entre el representante y la contraparte; no obstante, la
responsabilidad en la que cayere el representante por exceder la representación.

Actuar por nombre y cuenta de otro, implica la participación de un tercero en la celebración de un acto
que afecta el patrimonio de la parte que desea obligarse. En la representación por cuenta, una persona actúa
de acuerdo a la voluntad de su representado, pero sin mencionar el nombre de éste, por lo que el acto lo
celebra como si fuera propio, surgiendo así el Mandato sin Representación o Mandato Testaferrario o Mandato
de Testaferro (art. 28 CC). Sólo cuando se realiza en fraude de acreedores esta representación es ilícita, pero
en esencia está permitida.

Artículo 28.- Para los efectos del artículo anterior y excepto lo que este Código disponga, enunciativa y
no limitativamente se consideran testaferros, salvo prueba en contrario, el cónyuge, los socios, dependientes
económicos, empleados y presuntos herederos de aquél a quien la ley no permite adquirir ese derecho o
realizar ese acto jurídico.

Artículo 2447.- El mandatario debe ejecutar el mandato a nombre y en representación del mandante,
salvo que éste lo haya autorizado para ejecutarlo sin representación, a nombre del mandatario mismo.

Todas estas teorías y posiciones explican la Representación Convencional con base en el principio de
la autonomía de la voluntad. En el caso del testaferro, también es convencional. Lo que es importante, puesto
que estas teorías serían incorrectas si tratan de explicar la representación legal que surge en los siguientes
casos:
Incapacidad. Patria Potestad y Tutela (art. 42 CC)
Concurso. Síndico.
Sucesión. Albacea.
Ausencia. Representación Legal.

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Artículo 42.- Son incapaces:


I.- El menor de edad;
II.- El mayor de edad privado de inteligencia por locura, alcoholismo crónico o cualquiera otro
trastorno mental, aunque tenga intervalos lúcidos;
III.- El mayor de edad sordomudo, que no sepa darse a entender por escrito o por intérprete
mediante lenguaje mímico;
IV.- El mayor de edad que habitualmente hace uso no terapéutico de enervantes, estupefacientes,
psicotrópicos o de cualquiera otra sustancia que altere la conducta y produzca
farmacodependencia.

La ejecución de un mandato es la celebración del contrato, cuyas consecuencias deberán transmitirse


al mandante en términos de ley. Es asó que debe estar por escrito todo mandato, ya que también es un
contrato del que derivan relaciones jurídicas. Una de las consecuencias del mandato sin representación es que
no existen acciones persecutorias entre mandante y contraparte en sentido material; cualquier acción se
entablara entre el mandatario y la contraparte en sentido material.

Hay que tener en cuenta que la venta de bienes ajenos es nula (art. 2137), por lo que hay que preparar
la operación transmitiendo la propiedad de los bienes en los casos que asé se requiera.

Artículo 2137.- La venta de un bien ajeno es nula.

En el caso de la Representación Legal, el motivo es la misma ley.


Incapacidad. Nos encontramos en la imposibilidad de celebrar actos jurídicos por sí mismo, ya
que se tiene una incapacidad jurídica.
Concurso. Es una institución que busca proteger a la masa concursal. También se trata de una
incapacidad jurídica de administración del comerciante (art. 2961 CC y 43 de Ley de Concursos
Mercantiles).

Artículo 2961.- La declaración de concurso será hecha por el Juez, según lo disponga el Código de
Procedimientos Civiles, y produce, entre otros, los siguientes efectos:
I.- Incapacita al deudor para administrar bienes propios o ajenos;
II.- Las deudas del concursado dejan de devengar intereses con excepción de los créditos
hipotecarios y pignoraticios, que seguirán causándolos hasta donde alcance el valor de los bienes
que los garanticen.

Sucesión. Estamos en presencia de la extinción de las capacidades como consecuencia de la


muerte y en la necesidad de la representación de la personalidad del de cujus, exclusivamente en
la distribución de su patrimonio de acuerdo a su voluntad en términos de ley.

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Ausencia. Se trata de una imposibilidad material el que actúe el mismo ausente, por no
hallarse o no dejar representación.

Por otro lado, hay que diferenciar:


Mandato. Implica la celebración de actos jurídicos en representación.
Contrato de Prestación de Servicios. No implica la celebración de actos jurídicos, sino la
realización de ciertos servicios.
El mandato puede incluir dichos servicios, por lo que cobra mayor relevancia.

La representación es producto de una necesidad jurídica consistente en procurar que la capacidad de


goce sea realmente efectiva, lo que también constituye su utilidad, por lo que sin ésta se le restaría utilidad a la
capacidad de goce (art. 41 CC). Además es útil por una necesidad práctica, pues la celebración de actos
jurídicos implica el conocimiento e las consecuencias que derivan del mismo, para lo que se requiere la
especialidad correspondiente. Además de la imposibilidad física de estar en dos lugares al mismo tiempo.

Artículo 41.- Las incapacidades establecidas por las leyes son simples restricciones al ejercicio de los
derechos por el titular de éstos, pero el incapaz puede ejercitar sus derechos, contraer obligaciones y
comparecer en juicio por medio de quien lo represente.

La representación debe analizarse y explicarse en sus dos especies, por lo que las cuatro teorías
anteriormente analizadas no explican la representación legal, ya que su fuente es el principio de la autonomía
de la voluntad, siendo que la libertad derivada de este principio no se haya en la representación legal,
consistentes en los motivos del legislador para determinar en qué casos loas personas deben actuar a través de
otra persona.

Contrato consigo mismo.


En este contrato se planeta una doble representación, o, en su caso, la celebración de un acto jurídico a
nombre propio y a nombre del representado, es decir, aquellos casos en que un sujeto encarga a otro la venta
de un inmueble y un tercer sujeto encarga la compra de un inmueble o en el que un sujeto encarga la compra o
venta de un inmueble y él, por nombre propio, compra o vende dicho inmueble.

A partir de este hecho se analiza la naturaleza jurídica Demogue dice que es una declaración unilateral
de la voluntad que actúa y produce consecuencias de Derecho. Rojina Villegas señala que no es un análisis
válido porque, si bien existen declaraciones unilaterales de la voluntad (oferta y aceptación), las encontramos
en la misma persona, conformando el consentimiento, por lo que, al equipararlo a una declaración unilateral de
la voluntad en la que encontramos una sola voluntad; si así fuera, sólo encontraríamos una oferta.

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No obstante, el Contrato Consigo Mismo es una situación de hecho generada por la naturaleza de la
representación y que conlleva un potencial conflicto de intereses, que se presenta cuando se actúa por sí
mismo en representación de otra persona en la oferta y el individuo representante acepta por su propio derecho
(art. 2150 CC), cuestión que prohíbe nuestro Código Civil. Sin embargo, si se revocara la representación, la
prohibición citada desaparece.

Artículo 2150.- La prohibición establecida en el artículo anterior cesa, en el caso del mandatario, si la
compraventa la celebran personalmente el mandante como vendedor y el mandatario como comprador, ambos
por su propio derecho, se haya o no revocado el mandato

Otro escenario es el que se presenta entre tutores y pupilos, curadores y pupilos, quien ejerza la patria
potestad y el sujeto a la patria potestad (art. 647, 2149), para lo cual se nombrará un tutor especial (art. 623 y
624).

Artículo 623.- Cuando las personas que ejerzan patria potestad tengan interés opuesto al de los
menores sujetos a ella, serán éstos representados en juicio y fuera de el por un tutor especial.

Artículo 624.- También nombrará el Juez tutor especial a cada menor, en caso de que la oposición de
intereses sea entre dos o más menores, sujetos a una misma patria potestad.

Artículo 647.- Cuando los intereses de alguno o algunos de los incapaces sujetos a la misma tutela,
fueren opuestos, el tutor lo pondrá en conocimiento del Juez, quien nombrará un tutor especial a cada uno de
los incapaces, para que defiendan los intereses de estos, mientras se decide el punto de oposición.

Artículo 2149.- No pueden comprar los bienes de cuya venta o administración se hallen encargados:

I.- Los mandatarios;

II.- Los tutores y curadores;

III.- Los albaceas;

IV.- Los interventores nombrados por el testador o por los herederos;

V.- Los representantes, administradores e interventores en caso de ausencia; y

VI.- Los empleados públicos.

Al derivar de la naturaleza misma de la representación, el Contrato Consigo Mismo se permite, salvo los
casos en que se presente un conflicto de intereses.

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Forma.

Podemos hallar una clasificación de los contratos en relación con el trato que recibe la exteriorización
de la voluntad y sus consecuencias, por lo que hallamos:

Consensuales
Formales
Solemnes

La forma cobra gran relevancia en los casos que la ley señala que no es suficiente el acuerdo de
voluntades (art. 1445 CC). El consentimiento será suficiente para perfeccionar un contrato consensual, pero en
los contratos solemnes se requiere el cumplimiento de ciertos requerimientos adicionales para que el contrato
exista; en los formales, esos requisitos adicionales serán necesarios para su plena validez, ya que el acuerdo
de voluntades, al igual que en los consensuales, los hace existir. Por lo que los contratos formales son aquellos
que, siendo consensuales, necesitan ciertos requisitos en la exteriorización de la voluntad.

Artículo 1445.- Los contratos se perfeccionan por el mero consentimiento, excepto los que deben
revestir una forma señalada en la ley, como solemne.

Nuestro Código Civil señala que la forma es una excepción a la regla, toda vez que sólo se requiere en
los casos que la ley señale su necesidad. Es así, como en el artículo 1490 se establece esta regla de
excepción.

Artículo 1490.- Para la validez del contrato bastan las formalidades externas expresamente prevenidas
por la ley.

Esto nos hace ver que la forma se relaciona con el consentimiento, es decir, con la oferta y la
aceptación, ya que el consentimiento debe ser claro, pero dependiendo de su carácter expreso o tácito se
afectará, por lo tanto, la forma del contrato. El primero puede ser verbal, escrito o por signos inequívocos; la
forma se relaciona con el carácter expreso escrito del consentimiento en aquellos contratos formales. Por otra
parte, si la aceptación fuera tácita, por regla general, no produce consecuencias, pero hay casos como en el
mandato en el que sí produce consecuencias jurídicas.

Efectos del silencio dentro del contrato.

El silencio es trascendente.
El consentimiento debe ser claro, expreso o tácito o a través de signos inequívocos, cuando se
realizan actos que permiten la presuposición.
El silencio no tiene ningún efecto en términos generales. Se debe responder inmediatamente
entre presentes, si no dice nada no hay contrato porque hay ausencia de consentimiento.

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Artículo 1457.- El consentimiento se rige por las siguientes disposiciones:

I.- Debe manifestarse claramente;

II.- Puede ser expreso o tácito;

III.- Es expreso cuando se manifiesta verbalmente, por escrito o por signos inequívocos;

IV.- Sólo podrá recurrir a los signos de que habla la fracción anterior, el contratante que tenga
imposibilidad física para hablar o escribir, salvo disposición de la ley en otro sentido o costumbre
en contrario;

V.- No puede ser tácito el consentimiento si por ley o convenio debe manifestarse expresamente: y

VI.- El consentimiento tácito resultará de hechos o de actos que lo presupongan o que autoricen a
presumirlo.

Sin embargo, hay ocasiones en donde el silencio sí produce efectos de manera extraordinaria, siempre
que la ley lo señale así.

“El que calla otorga” no produce efectos jurídicos.

El contrato intuite personae (mandato) implica un acuerdo de voluntades, pero hay una especia que
constituye una excepción a la existencia del mandato (el del mandato de las personas que ofrecen sus servicios
al público, al hablar de servicios, es de naturaleza profesional).

Artículo 2434.- El mandato que implica el ejercicio de una profesión se presume acepado cuando es
conferido a personas que ofrecen al público ese ejercicio, por el sólo hecho de que no lo rehúsen dentro de los
tres días siguientes.

El contrato que implica el ejercicio de un mandato se presume aceptado cuando es conferido. En el


caso del artículo 2434 curte efectos el mandato, con motivo del silencio, en caso de que el contrato no haya
sido aceptado dentro de tres días. La negativa a contratar debe expresarse por escrito y de manera clara.

Cuando se recibe ese poder, se actúa en consecuencia. Se entiende aceptado desde que se recibe y
realiza las representaciones.

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Artículo 2326.- La prorroga comenzará a correr a partir de la fecha en que venza el contrato.

En el caso del arrendamiento, si las partes no manifiestan nada, se dará una prórroga, es decir, si
guardan silencio. Además de la prórroga, se produce la tácita reconducción, lo cual significa que las partes se
sigan comportando como arrendador y arrendatario, aún cuando el contrato ya no surte efectos sobre las partes
en cuanto a su vigencia.

La forma es un requisito de validez en los casos en que así lo señala la ley, y es la que da certeza en el
consentimiento de la obligación.

La forma ad probationem es el valor de la forma dentro de las pruebas.

Artículo 1821.- El deudor que paga tiene derecho de exigir el documento que acredite el pago y puede
detener éste mientras no le sea entregado aquel documento.

Artículo 1822.- Cuando la deuda es de pensiones que deben satisfacerse en períodos determinados, y
se acredita por escrito el pago de la última, se presumen pagadas las anteriores, salvo prueba en contrario.

Artículo 1823.- La presunción establecida en el artículo anterior no se destruye por la sola declaración
del acreedor en sentido contrario, puesta en el recibo expedido por él.

Artículo 1824.- Cuando se paga el capital sin hacerse reserva de réditos, se presume que éstos están
pagados.

Artículo 1825.- La entrega del título hecha al deudor hace presumir el pago de la deuda que consta en
aquél.

Si la ley señala que para que un acto sea válido es necesario que se realice de una forma determinada
y no se cumple con este requisito, entonces será nulo.

El pago es de naturaleza convencional; es una forma con un valor probatorio.

Que un acto se haga constar por escrito tiene un valor práctico, el de dar certeza. Las partes pueden
hacer que algún acto se realice por escrito, y si no se tendrá derecho a exigir ese cumplimiento; es una forma
con valor probatorio y es trascendente para que los mismos sean válidos; es útil, aunque la ley no nos señale
que deban celebrarse por escrito.

Artículo 1491.- Deben constar en escritura pública los contratos por los cuales se transfiera o modifique
el dominio de bienes inmuebles o se constituya un derecho real sobre ellos.

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Artículo 2182.- La venta de un inmueble cualquiera que sea el valor de éste, se otorgará en escritura
pública.

En el caso del artículo anterior, si no se realiza en escrita pública, estará afectado de nulidad relativa.
En cuanto a la venta de bienes muebles, la ley no exige que conste en documento público o privado; sin
embargo, es necesario para conocer a las partes contratantes y la fecha de transmisión del dominio.

La trascendencia el formalismo se refleja en dos aspectos:


Como elemento de validez cuando la ley lo señala expresamente. Si no es así, entonces será
nulo
Como característica de los sistemas jurídicos.

Formalismo de justicia

Formalismo jurídico Ciencia formal

Interpretación

La forma tiene una utilidad como elemento probatorio; es un ámbito técnico estático; se requiere
excepcionalmente. Además, es trascendente al analizar las ineficacias.

Forma:

Ámbito excepcional: validez del acto relacionado con el consentimiento; por ejemplo, la
compraventa de inmuebles.
Es un elemento necesario para que opere el sistema jurídico; es un ámbito diferente (como
elemento probatorio).
Estudio de las ineficacias del acto jurídico, es decir, como elemento de validez que haga falta
en un acto.

Ausencia de vicios en el consentimiento.


Desde el punto de vista positivo significa la veracidad o libertad consensual de los actos.

Desde un aspecto negativo lo que se califica es que no tenga vicios; desde un aspecto positivo significa
que sí tenga tanto veracidad, como libertad consensual. Es decir, este elemento está relacionando con la
voluntad y con el consentimiento.

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Los vicios del consentimiento son el error, el dolo, la mala fe, la violencia, la lesión y la reticencia. Sin
embargo, podríamos reducir todos a éstos a sólo tres:
Error (relacionado con el dolo, la mala fe y la reticencia)
Violencia
Lesión

El error.
El error es la falsa concepción de la realidad, que se distingue de la ignorancia porque en esta hay total
ausencia de conocimiento, en relación a un objeto, el error y la ignorancia son diferentes. En el error sí hay
contenido, se sabe, pero el conocimiento que se tiene no corresponde a la realidad, a la verdad, entendiéndose
por verdad la adecuación de la cosa con el intelecto. (Veritas est adecuatio rei et intelecto)

En el error las características de la cosa con conocidas por el sujeto. Hay varios tipos de errores; en la
ignorancia se desconoce totalmente, implicando una falta de interés respecto de las cosas.

El error puede ser:

Espontáneo. Es el que se genera por sí mismo en la persona, sin participación de algún


tercero.
Inducido. Es aquel en donde la falsa concepción de la realidad se produce por la intervención
directa de un tercero o de otro distractor. Es importante respeto del conocimiento de las cosas,
puesto que nos lleva al error de buena fe.

El error, desde un aspecto jurídico, se divide en tres:

Error obstáculo. Es aquel que afecta directamente al consentimiento en los contratos,


impidiendo su nacimiento o fines; se denomina también error impidiente. Por ejemplo el error in
negotium y error in corporae, ya que se tiene una falsa concepción de la naturaleza jurídica del
acto por celebrar y un error en la identidad de la cosa. En este caso el error impide la existencia del
contrato, pues este no nace. Por ejemplo, cuando un automóvil se encuentra con todos sus
elementos y es vendido como chatarra; este tipo de error afecta la existencia del contrato.
Error nulidad. Afecta la validez del acto. El acto que existe es anulable por encontrarse viciada
la voluntad de una o ambas partes. Este error recae sobre las cualidades físicas o jurídicas de las
cosas o de los hechos, constituyendo el motivo determinante de la voluntad. Serán el error de
hecho y el error de derecho. El error de hecho recae sobre circunstancias fácticas relacionadas con
las cosas o con los servicios; se relaciona con cosas, no únicamente con hechos. En el caso del
error derecho, éste recae sobre las cualidades jurídicas que tienen las cosas o los servicios,
mientras que el error de hecho se refiere a la realidad física, al estado físico de las cosas.

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Error de hecho. Oliver Crom, Karl Cross y Alf Ross, escandinavos, dicen que el error de
hecho no se relaciona exclusivamente con las obligaciones de hacer, sino con el estado
físico, lo material, lo físico o real es el objetivo central del derecho. Lo que importa en este
tipo de error son las circunstancias fácticas, las cualidades de las cosas y hechos. El error en
la identidad de las cosas no es el mismo que aquel que recae en el uso y su destino. El error
in corporae afecta la existencia de los actos jurídicos por no existir coincidencia en la cosa
que es objeto del acto para ambas partes; en el error nulidad de hecho, las partes tienen
certeza de la cosa en su identidad y la falsa concepción se refiere a las cualidades
accesorias de la misma. El error de hecho recae sobre circunstancias de naturaleza fáctica
que rodean a la cosa o servicios (carácter accesorio y cualidad de las mismas funciones
contenidas). Se diferencia del error in corporae porque éste es un error en la identidad de la
cosa, y aquél sí tiene bien definida la identidad, pero se tiene una falsa concepción de las
circunstancias accesorias.
Error de Derecho. Será de éste carácter el error nulidad, consistente en la falsa apreciación
de las cualidades jurídicas de cosas o personas. Lo anterior, en virtud de que se aplica a
servicios y a objetos, cosas en términos generales. El acto jurídico será el que determine la
cualidad de las personas y las cosas, y la falsa concepción que se tenga sobre el acto
jurídico es lo que constituye el error de Derecho, pues recae sobre el motivo que nos lleva a
contratar.

Se debe distinguir entre motivos internos y motivos determinantes de la voluntad, y el problema está en
proteger los móviles internos; es así, como el error de hecho procederá cuando no se cumple el motivo
determinante de la voluntad manifestada en el momento de la celebración del contrato.

Artículo 1470.- Son aplicables al error las siguientes disposiciones:

I.- El error de derecho no anula el contrato.


II.- El error de aritmética sólo da lugar a su rectificación;
III.- El error de hecho anula el contrato:
a) Si es común a ambos contratantes, sea cual fuere la causa de que proceda.
b) Si recae sobre el motivo u objeto del contrato, declarándose en el acto de la celebración o
probándose por las circunstancias de la misma obligación, que el falso supuesto motivó el
contrato.
c) Si procede de dolo de uno de los contratantes.
d) Si procede de dolo de un extraño al contrato, que pueda tener interés en el y, en este
caso, los contratantes tienen también acción contra aquél.
e) Si se mantiene por dolo, reticencia, o mala fe del contratante que no incurrió en el error.

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Cogitationis poenae nemo patitur. El pensamiento no interesa al derecho, por lo que nos tenemos que
apegar a lo manifestado en el contrato. La nulidad se busca cuando el promovente se equivoca, pero si ambas
partes se equivocan, se elimina el elemento contradictorio del proceso y la nulidad se buscará por un medio no
contencioso. Será difícil determinarse en los contratos que no son personalísimos en términos de Pacipici.
Error Indiferente. Este error recae sobre las cualidades físicas de las cosas o habilidades y
aptitudes de personas, sin que afecta el motivo determinante de la voluntad. Mazeaud (Leòn y
Ander), dicen que es el mismo error que el error nulidad de hecho y puede tener como
consecuencia aumentar las cargas del contrato, como puede ser la disminución del precio, pero no
da lugar a la nulidad. Esto sólo se logrará si objetivizamos al motivo, es decir, si nos apegamos a lo
expresado en la celebración del contrato. Respecto del error de cálculo o aritmético, dice que da
lugar a su rectificación, toda vez que es un error o equivocación respecto de un operación lógico –
matemática. El error de buena fe es una cualidad que califica en el contrato. Antes se distinguían
contratos de estricto derecho y de buena fe. Actualmente, todos los contratos son de buena fe en
cuanto a su cumplimiento. Este error consiste en el desconocimiento de las intenciones de la
contraria y que afectan al acto jurídico, por lo que el sistema jurídico protege a la persona que se
encuentra en este supuesto, es el caso de los actos en fraude de acreedores, la simulación de
actos jurídicos, la presentación de documentos falsos. Debido a que el contratante no está
obligado a investigar esas intenciones, tiene a su favor una acción de saneamiento o evicción, por
lo que aquél que se halle en error de buena fe en un contrato oneroso no podrá ser privado del
bien adquirido, o bien, en caso de que tenga que restituir el bien, recibirá, a cambio, una
indemnización o una cantidad de dinero igual al precio del bien.

Dolo.
Omnis calliditas, fallendum, mehinatio ad circunveniendum fallatia recipiendum, alterum adhibita.
Conjunto de maquinaciones o artificios que ocupa una persona en relación a otra para inducirlo o mantenerlo en
el error (Labeòn). Consiste en una conducta positiva, es decir, es una realización de actos, conjunto de
acciones para engañar a otro (inducción al error) o para evitar que la contraparte conozca la realidad. Es
opuesto al error negativo conocido como reticencia.

Existen tres tipos de dolo:

Dolo principal. Produce la nulidad y se relaciona con el error de hecho y el error de derecho, ya
sea porque se busque que la persona caiga en el error nulidad o porque se busque que se
mantenga en el error nulidad. Sin embargo, en nuestro sistema, si recae en el error nulidad de
derecho no producirá la nulidad. En este caso se sanciona la conducta ilícita para mantener a la
contraria en una falsa concepción y no se sanciona el error como tal (art. 1470 III c) y 1471 I). El
sujeto pasivo del dolo es quien tiene a su favor la acción de nulidad. No se trata de un disimulo
(que constituye mala fe), sino en actos para generar un error inducido o para conservar un error

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espontáneo (art. 1471 II). La mala fe consiste en no hacer saber el error en el que se encuentra la
otra persona disimulando el error espontáneo. La mala fe, a su vez, se diferencia de la reticencia,
que consiste en no hacer saber a la contraparte ciertos hechos en relación con el objeto del acto
jurídico y que son determinantes para la celebración del acto jurídico en particular (dolo negativo).
Por ejemplo, cuando el bien inmueble objeto de la compraventa es un bien litigioso (art. 1471 III).
La reticencia no se relaciona con el error, sino con la ignorancia, puesto que desconoce totalmente
esos hechos que afectan al motivo determinante de la voluntad, por ejemplo, el inmueble objeto de
la compraventa que está sujeto a arrendamiento, por lo que si bien soy propietario, soy nudo
propietario, y no puedo usar o disfrutar del bien (art. 2341)

Dolo indiferente o incidental. Origina el error indiferente, genera un ajusta.

Dolo bueno en oposición al malo. Realizado en la negociación supeditado a la aceptación por


las partes.

Artículo 1470.- Son aplicables al error las siguientes disposiciones:

III.- El error de hecho anula el contrato:

c) Si procede de dolo de uno de los contratantes.

Artículo 1471.- En los contratos se entiende:

I.- Por dolo, cualquiera sugestión o artificio que se emplea para inducir a error, o mantener en el
alguno de los contratantes;

II.- Por mala fe, la disimulación del error de uno de los contratantes una vez conocido: y

III.- Por reticencia el no hacer saber por uno de los contratantes al otro, un hecho o hechos
conocidos por aquél e ignorados por éste y que de haberlos sabido, no hubiera celebrado el acto
jurídico.

Artículo 2341.- Si durante la vigencia del contrato de arrendamiento para habitación, se transmitiese
por cualquier causa la propiedad del bien arrendado, subsistirá el contrato.

Violencia o intimidación.

En el Derecho Romano se conocía:

Vis absoluta o ablativa

Vis compulsiva

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Siendo la vis compulsiva la que nos interesa, pues la vis absoluta consiste en el aprovechamiento de la
falta de voluntad por encontrarse en un estado de inconsciencia, por ejemplo, el estado de ebriedad, el sueño,
el sonambulismo, el estado de drogadicción, etc. La violencia compulsiva o intimidación o vías de hecho
consiste en la fuerza física o moral que se aplica a una persona o sujetos relacionados con la misma con el
objeto de obtener su voluntad para la celebración de un acto jurídico. En este caso el sujeto sí tiene la voluntad,
pero se encuentra forzada por una fuerza moral o física. Desde un punto de vista objetivo, la violencia se refiere
a los bienes que pueden ser afectados; y desde un punto de vista subjetivo se refiere a las personas sobre las
que cae la violencia. Generalmente, la violencia nos lleva a las amenazas de un acto futuro; sin embargo, el
daño no siempre llevará a la nulidad del acto jurídico, por lo que el sistema limita a la violencia tanto en el
aspecto objetivo como en el subjetivo.

Violencia Objetiva. El daño puede recaer sobre:


Vida
Libertad
Integridad física
Parte considerada de los bienes
Honra
Salud

Artículo 1473.- Hay intimidación cuando se emplean fuerza física o amenazas que importan peligro de
perder la vida, la honra, la libertad, la salud, o una parte considerable de los bienes del contratante, o de sus
ascendientes, hermanos, descendientes o persona ligada con él por grande afecto ilícito.

Esta enumeración es limitativa, por lo que cualquier daño que recaiga sobre otro bien no será violencia.
Por eso, las consideraciones que establecen las partes respecto el aseguramiento de la celebración del acto
jurídico, no constituyen violencia moral o amenazas de un daño futuro.

Artículo 1475.- Las consideraciones vagas y generales que los contratantes expusieren sobre los
provechos y perjuicios que naturalmente puedan resultar de la celebración o no celebración del contrato, y que
no importen engaño o amenaza a alguna de las partes, no serán tomadas en consideración al calificar el dolo.

Violencia Subjetiva. La violencia debe de dirigirse sobre la otra parte contratante o sujetos relacionados
con él y puede ser ejecutada por la contraparte contratante o por un tercero.

Artículo 1472.- Es nulo el contrato celebrado por intimidación, ya provenga ésta de alguno de los
contratantes, ya de un extraño al contrato.

Esos sujetos sobre los que no puede recaer la violencia son los indicados en la parte final del artículo
1473 del CC y ninguno más, su interpretación es restrictiva, mientras que su enumeración es limitativa.

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Artículo 1473.- Hay intimidación cuando se emplean fuerza física o amenazas que importan peligro de
perder la vida, la honra, la libertad, la salud, o una parte considerable de los bienes del contratante, o de sus
ascendientes, hermanos, descendientes o persona ligada con él por grande afecto ilícito.

Según el artículo 1474, el temor reverencial o deber de respecto no constituye algún tipo de violencia,
aunque realmente puede actuar de manera distinta a la que actuaría si estuviera libre.

Artículo 1474.- El temor de desagradar a las personas a quienes le debe obediencia o respeto, no
basta para viciar la voluntad.

En el common law, la teoría del “eggshell skull” no busca un elemento de aplicación uniforme, sino que
si a una persona se le aplica violencia física o moral, por el carácter relativo del acto jurídico, sí se actualiza el
vicio del consentimiento o voluntad, pues esa cualidad es susceptible en mayor grado en comparación a las
demás personas.

Lesión.
Se define como el perjuicio que experimenta una de las partes en los contratos conmutativos por la
desproporción en las prestaciones o derivado del aprovechamiento de las cualidades subjetivas de las
personas. Es un vicio de la voluntad en el Código Civil Poblano; el Código Civil Federal, en su artículo 17 la
presenta con un análisis clásico – romanista. La divide en objetiva y subjetiva. Cuando la desproporción de las
prestaciones se relaciona con la extrema pobreza, ignorancia, estado de necesidad o urgencia en que se
encuentra una de las partes, se trata de una lesión subjetiva; si la prestación y contraprestación corresponden a
un 50% menos del precio que recibiría el vendedor en un plano justo o el comprador da dos tantos más con
relación al precio, estamos en presencia de una lesión objetiva, puesto que ésta atiende a las prestaciones en
sí, según lo dispone el artículo 1477. Nuestro código recoge el criterio objetivo. El Código Civil Federal no
contempla a la lesión como un vicio de la voluntad, lo cual trae como consecuencia la reducción de la
prestación o la nulidad y el pago de daños y perjuicios (anteriormente, en el Código de 1928 se producía la
rescisión). Por su parte, el Código Civil de Puebla establece como consecuencia la nulidad, en su artículo 1478.
La reducción del CCF es como un pago en exceso, por lo que se regresa lo pagado en exceso hasta su precio
justo. En el Código Civil Poblano existen dos acciones crediticias:

Estimatori
Redhibitori

Artículo 1477.- Habrá lesión en los contratos, cuando la parte que adquiere da dos tantos más o la que
enajena recibe el cincuenta por ciento menos del precio o estimación del bien.

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Artículo 1478.- Es nulo el contrato en el que uno de los contratantes sufra lesión haya o no mala fe en
la otra parte.

El artículo 2256 del Código Civil Poblano establece la posibilidad de efectuar una reducción en relación
con la lesión subjetiva, por lo que nuestro código realmente recoge ambos criterios, aplicando el subjetivo a
ciertos casos determinados por la ley.

Artículo 2256.- Cuando el interés sea tan desproporcionado que haga fundadamente creer que se
abusó del apuro pecuniario, inexperiencia, ignorancia o necesidad del deudor, a petición de éste, el Juez,
teniendo en cuenta las especiales circunstancias del caso, podrá reducir equitativamente el interés hasta el tipo
legal.

La lesión recibe un tratamiento diferenciado en tres etapas:

Clásica – Romanista. La existencia de la lesión se tomaba desde un punto de vista objetivo, el


cual era evidencia de un vicio interno. Interesaba la desproporción de las prestaciones, màs no el
aprovechamiento del error o necesidad., lo cual daba lugar a la actio oad integrum restitutoi, es
decir, a las restitución íntegra del pago realizado en exceso acompañado de las resitio o rescisión.
Código Suizo de las Obligaciones. En Roma se ocupaba un criterio primordialmente objetivo,
pero en este código se recogen los dos criterios.
Indiferencia. Como sucede en el Código Portugués y en el Código Argentino.

Nuestro sistema jurídico toma de los tres sistemas:

Código Civil. Objetivo


Mutuo. Subjetivo.
Ccom. (art. 385). Indiferencia.

Artículo 383.- El comisionista debe examinar el estado en que recibiere los efectos consignados, hacer
constar legalmente en el acto las diferencias o deterioros que advirtiere y comunicarlo lo más pronto posible al
comitente.
Si no lo hiciere, se presume que las mercancías y efectos estaban conformes con lo expresado en la
factura o en la carta de porte o conocimiento.

Lo mismo practicará en todo caso en que sobrevengan a las cosas consignadas daños o pérdidas.

El Ccom contiene el sistema de los Códigos Civiles de 1870 y 1934, que contemplaban a las rescisión
como una consecuencia de la lesión.

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Este tratamiento se genera por una disputa entre certidumbre y justicia, porque la autonomía de las
voluntades puede crear obligaciones en caso de que las prestaciones sean desproporcionadas, aún cuando
tenga sus elementos bien establecidos. La justicia modificará la voluntad de las partes, pero esa modificación
resta certidumbre al acuerdo de voluntades.

Artículo 1430.- Por medio del acto jurídico normativo, el autor o autores del mismo, en ejercicio de las
facultades que la ley les concede o de la autonomía de la voluntad que la ley reconoce a los particulares,
regulan la conducta propia o la ajena, adquieren derechos y contraen o imponen deberes.

Esto arroja un principio, el de pacta sunt servanda, el cual es un principio de orden jurídico que fomenta
la igualdad y orden entre las personas, que a su vez establece la justicia legal, reflejándose en dos:
Justicia objetiva. Ve al caso genérico, justicia contractual.
Justicia subjetiva. Ve a los sujetos y al caso concreto.

Artículo 1446.- Los contratos legalmente celebrados obligan no solo al cumplimiento de lo


expresamente pactado, sino también a todas las consecuencias que, según su naturaleza, son conformes a la
buena fe, al uso o a la ley.

Perelmann menciona que es una igualdad de tratamiento que existe, no en virtud de la ley, sino en el
momento de la aplicación.

Por lo que estas justicias se encuentran en un conflicto o competencia constantes: ¿Qué es más valioso
mantener, el orden o justicia objetiva o certidumbre o ser equitativos estableciendo tratos especiales y
conservando la justicia subjetiva?

Ambas posturas parten del derecho. El criterio de estricto cumplimiento genera uniformidad e igualdad
de tratamiento.

Rojina Villegas señala que el principio de pacta sunt servanda ordena que todos los contratos
legalmente celebrados sean cumplidos de acuerdo a la buena fe, entendiendo el término “legalmente” como
una referencia al sistema jurídico, por lo que debe cumplirse siempre que se encuentre de acuerdo al sistema
jurídico que lo regula, por lo que i una prestación se estipula en contravención al sistema, no debe cumplirse;
cuando esté de acuerdo con el sistema jurídico, deberá cumplirse cabalmente.

Es así como el principio de pacta sunt servanda establece la legalidad que determina qué relaciones se
encuentran en el sistema y cuáles no, mientras que los valores axiológicos (justicia y equidad) califican lo que
se encuentra dentro del sistema, por lo que al estar en grados distintos, no genera contradicción alguna. Sin
embargo, no hay que equiparar al contrato a la ley, como lo plantea Planiol.

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Artículo 1430.- Por medio del acto jurídico normativo, el autor o autores del mismo, en ejercicio de las
facultades que la ley les concede o de la autonomía de la voluntad que la ley reconoce a los particulares,
regulan la conducta propia o la ajena, adquieren derechos y contraen o imponen deberes.

Licitud del fin, causa o motivo.


Como elemento de validez se relaciona con uno de los elementos de existencia, sólo que aquél, como
elemento de validez se refiere al fin, motivo o causa que nos llevan a contratar. La nulidad producida por la
ilicitud en el fin, causa o motivo es la más grave, es decir, esta ilicitud produce una nulidad absoluta.

El artículo 1422 establece lo que el lícito e ilícito.

Artículo 1422. - Es lícito lo no contrario a la ley; ilícito lo que es contrario a ella.

Debemos ver que el sistema jurídico es incompleto, pero será lícito lo que estando dentro del sistema
jurídico esté de acuerdo con los principios del mismo sistema jurídico, mientras que lo ilícito es lo que estando
dentro contraviene los principios del sistema jurídico, es decir, un acto doloso o culposo que produce una
afectación a una persona en sí o en su patrimonio, ya sea regulado por el Derecho Civil o por el Penal.

Artículo 1961.- Son ilícitos:

I.- Los delitos;


II.- Los hechos cometidos con dolo o culpa y que no queden comprendidos en la fracción anterior;
III.- El abuso de los derechos;
IV.- La simulación de actos jurídicos;
V.- La celebración de actos jurídicos en fraude de acreedores;
VI.- El incumplimiento de las obligaciones;
VII.- La recepción dolosa de lo indebido;
VIII.- Los hechos ejecutados con mala fe; y
IX.- Los demás que sean contrarios a la ley.

Cuando hablamos de legalidad, nos referimos a la normas que constituyen una unidad que introduce
una cosa o una situación al sistema jurídico. Legal es distinto a legalista.
Es así como la licitud en el objeto, fin o motivo significa que el acto jurídico celebrado no debe ser
contrario a normas de carácter prohibitivo-taxativo, la cual es una definición estatista de derecho que entiende a
las normas como órdenes o mandatos, es decir, es una posición kelseniana-kantiana (enunciados imperativos).
Por lo que si se actúa conforme a lo que ordena el Estado, nos encontraremos en un escenario de licitud; si se
desobedecen dichos mandatos actuamos ilícitamente.

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Sin embargo, no todas las normas son mandatos, por lo que debemos entender la licitud como la
realización de un acto conforme a las leyes prohibitivas, es decir, cuando se hace lo que las leyes ordenan y no
se hace lo que las mismas prohíben.

Por lo anterior, debemos distinguir entre:


Normas de interés privado. Son renunciables, pues son normas dispositivas.

Artículo 10.- Sólo pueden renunciarse los derechos privados que no afecten al interés público.

Artículo 11.- Para que la renuncia autorizada en el artículo anterior sea válida, se requiere:
1° Que no sea contraria al orden público;
2° Que con ella no se perjudiquen derechos de persona extraña al derecho renunciado;
3° Que se haga por escrito en todo caso; y
4° Que si se hace por convenio:
a) Se exprese la renuncia en palabras claras y precisas; y
b) Que en el documento en que se haga constar el contrato, se señale el derecho aplicable.
Normas de interés público. Son normas irrenunciables o taxativas que prohíben u ordenan, son
órdenes o mandatos, enunciados imperativos.

Al hablar de objeto nos referimos al objeto-cosa y objeto-hecho, y el calificativo de lícito o ilícito es el


que se da conforme al sistema jurídico.

La motivación para contratar está constituida por las causas o circunstancias determinantes que le
llevan a contratar.

El artículo 1421 se fundamenta en una concepción estatista del Estado, en el que éste dicta normas,
órdenes o normas-mandatos, lo cual no es cierto, pues hay normas que definen figuras o instituciones y otros
que aclaran el significado de otras normas, y porque en algunos casos se permite la renuncia de derecho.

Artículo 1421.- Los hechos voluntarios son lícitos o ilícitos.

Debido a esto, podemos decir que la ilicitud recae sobre:


Objeto indirecto
Fin
Motivo

En caso de que se produzca ésta, se generará la nulidad absoluta.

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Artículo 1923.- La ilicitud en el objeto, en el fin o en el motivo del acto, produce la nulidad absoluta de
éste, salvo que la ley establezca que dicha nulidad sea relativa.

Por otra parte, surge la siguiente pregunta: ¿Las cosas con ilícitas por sí mismas o son ilícitas las
consecuencias creadas por las partes en el acto jurídico?

Si la cosa está fuera del comercio (por mandato de ley o por su naturaleza misma) producirá la nulidad
absoluta, pues no cumple con el elemento de existencia del objeto, pero esto no constituye o implica que las
cosas sean ilícitas per se, sino que se encuentra afectada de ilicitud. Por lo tanto, la ilicitud implica la
antijuridicidad del acto.

En cuanto a los fines, hay que averiguar la intención real de las partes, por lo que resulta más sencillo
indagar la causa común de ambas partes, pero puede ser que tengan fines totalmente distintos y no sean
expresados. La ley no obliga a las partes la disposición final que hará la contraparte respecto de las
prestaciones dadas. Por ejemplo, en una compraventa celebrada en fraude de acreedores, el comprador
desconoce los fines los fines ilícitos del vendedor, por lo que un tercero a ese contrato podrá promover la
nulidad absoluta aunque el comprador no se entere en primer término de ello, pues al final tendrá que restituir el
bien. Lo mismo sucede en la simulación de actos jurídicos (simulatio contractis) en fraude de acreedores, en
donde las dos partes tienen un fin ilícito. En estos dos ejemplos, habrá nulidad absoluta, pero surgirán los
efectos de manera provisional hasta que se declare dicha nulidad.

La ilicitud respecto de los motivos determinantes de la voluntad la observamos en los delitos (contrato
de matar o de asesino a sueldo).

En sentido técnico no existe la evidencia necesaria para determinar la ilicitud del motivo o del fin, por lo
que hay pocas pruebas idóneas que nos permiten conocer dicha ilicitud. Esto nos lleva a analizar la ilicitud en
relación con el objeto más que con los fines o motivos determinantes de la voluntad.

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