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UNIVERSIDAD NACIONAL DE INGENIERÍA

FACULTAD DE INGENIERÍA MECÁNICA


ECONOMÍA GENERAL (BEG01 – A)

TAREA
N°1

PREGUNTA:” ¿Qué modelos económicos aplican los países en


Latinoamérica y cuál será su relación con los Norteamérica y
Europa?”

INTEGRANTES:

 Hidalgo arenas, José manuel 20061058C


 Huachaca Pasiche, Juan Carlos 20162124A
 Medina Espinoza, Jair 20160078B
 Tarazona Valverde, José Luis 20160411C

PROFESOR: Cesar Bravo Macedo

2020
En América Latina, la estructura económica es muy diversa; sin embargo, es
la línea del Neoliberalismo la que predomina, no solo en dicha zona, sino en el
mundo. Esta línea económica consiste en el libre mercado, en donde la
intervención del estado es nula, pues solamente los agentes económicos, los
cuales son el ofertante y demandante determina el precio del producto.

Países como Perú, Chile, Colombia, Panamá y Costa Rica son aquellas que
están regidas bajo esta línea. En Perú, por ejemplo, se aplica de manera más
radical la idea de que los mercados deben funcionar sin intervención el Estado,
este último de limitarse a resguardar el orden público y la propiedad privada. En
Chile, se le ha reconocido su modelo económico internacionalmente por su
disciplina fiscal y programas sociales de gran impacto, además de una
economía abierta, competitiva y orientada al libre comercio, la cual se refleja en
ser uno de los países con mayor cantidad de Tratados de Libre Comercio
firmados con potencias como Estados Unidos, China, Corea del Sur, entre
otros.

Aparte del Neoliberalismo, hay un modelo económico denominado Marxista


con muy poca relación de libre mercado, manteniendo relaciones económicas
con países exclusivos de sus bloques, son los países como Cuba y Venezuela.

El gobierno cubano mantiene su adhesión a los principios socialistas a la


hora de organizar su economía, con una planificación, con opciones diferentes
a las que serían dictadas por el mercado; aunque después del derrumbe de
la URSS y de los países socialistas del este de Europa, la iniciativa privada y el
papel del mercado hayan aumentado, aunque no al nivel de lo sucedido en
la Europa del Este.

En el caso de Venezuela, desde principios del año 2000, este adoptó un


sistema político y económico que se ha caracterizado por el sistemático
intervencionismo del Estado en todos los aspectos de la sociedad. Como
consecuencia, el orden institucional en Venezuela se fue deteriorando
paulatinamente, tornándose más discrecional y coartando las libertades civiles.

Finalmente, hay la denominada economía mixta seguida por países como


Argentina, Uruguay, Ecuador, Bolivia entre otros. Dicho sistema incorpora
elementos de más de un modelo económico, es decir, hay intervención tanto
del sector público como del sector privado. Por ejemplo, en Bolivia el Estado
administra servicios básicos de agua potable y alcantarillado por medio de
empresas públicas, comunitarias, cooperativas o mixtas, garantizando la
participación y el control social sobre organización y gestión, a su vez, en su
Carta Magna reafirma su compromiso de respetar las diferentes formas de
propiedad privada, estatal, social y cooperativo, las Pymes y la inversión
extranjera comercie libremente,

La gran paradoja de la economía Latinoamérica es que las tasas de


crecimiento económico y de las exportaciones son muy superiores a las de los
países europeos, pero los indicadores socioeconómicos reflejan la política de la
mayoría de sus gobiernos.

Cuando comparamos con otros países esto se revela con más claridad. En
Estados Unidos, que ya no es el mejor modelo, la diferencia entre el total de los
ingresos de los 10 por ciento más ricos y de los 10 por ciento más pobres es de
19 veces y en España es de 9 veces, frente a ello, en América Latina es en
Argentina 24 veces, en Brasil 58, en Chile 35, en México 40 y en Venezuela 22.

Esos datos reflejan la gran diferencia de riqueza que hay entre ricos y
pobres y esto agrava más el problema del desempleo. Una economía
sumergida inmensa, que llega a corresponder a 60 por ciento de las personas
en países latinoamericanos, un nivel de educación bajo, un mercado interno
frágil y desigualdades sociales grandes son factores que dificultan la
efectividad de las políticas de empleo.

Tras el reconocimiento de que el desarrollo y la equidad no son


incompatibles, en contra de lo que defienden los neoliberales a través de
instituciones como el BID y la OCDE, el comienzo de la ejecución de
programas nacionales y territoriales de generación de empleo y distribución de
la renta con nuevos paradigmas, pueden representar una esperanza para
América Latina y Europa y representan, en muchos casos, una tentativa
importante de superar los principios liberales y encontrar un camino rumbo a
una nueva economía social, creando las circunstancias políticas, sociales y
económicas que permitan la existencia de un Estado de bienestar capaz de
ejecutar su función de proveedor de los servicios sociales universales y de
orientar la economía para la distribución de riqueza más equitativa.

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