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También deberá ser multilateral, de manera que los países se muestren solidarios con las
comunidades y naciones más vulnerables.
Es un llamamiento a la acción.
Debemos ver a los países no solo unidos para vencer al virus, sino también para hacer
frente a sus profundas consecuencias.
A una respuesta que amplíe la capacidad sanitaria para realizar pruebas, rastrear casos,
poner en cuarentena y ofrecer tratamientos, sin dejar de proteger la seguridad de los
equipos de respuesta inicial, y que vaya acompañada de medidas para restringir el
movimiento y el contacto.
A una respuesta que brinde acceso universal a tratamientos y vacunas, una vez que estén
listos.
Es esencial que los países desarrollados ayuden inmediatamente a los menos desarrollados
a reforzar sus sistemas de salud y su capacidad de respuesta para detener la transmisión.
De lo contrario, nos enfrentamos a la pesadilla de que la enfermedad se propague como un
incendio forestal en el Sur Global en que mueran millones de personas y a la perspectiva de
que la enfermedad vuelva a aparecer donde antes fuera suprimida.
Recordemos que solo somos tan fuertes como el sistema de salud más débil de nuestro
mundo interconectado.
Debemos ver a los países no solo unidos para vencer al virus, sino también para hacer
frente a sus profundas consecuencias.
Ello significa diseñar políticas fiscales y monetarias capaces de apoyar la provisión directa
de recursos para apoyar a los trabajadores y los hogares, la provisión de seguros de salud y
de desempleo, el aumento de la protección social y el apoyo a las empresas para evitar las
quiebras y las pérdidas masivas de puestos de trabajo.
Lo que se necesita es una respuesta multilateral en gran escala, coordinada y amplia que
ascienda al menos al 10 % del producto interno bruto mundial.
Los países desarrollados pueden hacerlo por sí solos, y algunos ya lo están haciendo.
Pero debemos aumentar masivamente los recursos disponibles para el mundo en desarrollo
mediante la ampliación de la capacidad del Fondo Monetario Internacional, en particular
mediante la emisión de derechos especiales de giro, y de las demás instituciones financieras
internacionales para inyectar rápidamente recursos en los países que los necesitan.
Los intercambios coordinados entre los bancos centrales también pueden aportar liquidez a
las economías emergentes.
El alivio de la carga de la deuda deberá ser una prioridad, incluyendo la renuncia inmediata
al abono de intereses para el año 2020.
Los Coordinadores Residentes de las Naciones Unidas en todo el mundo serán los
impulsores de la respuesta de las Naciones Unidas sobre el terreno, asegurando que los
amplios y diversos conocimientos y activos del sistema de las Naciones Unidas se utilicen
de la manera más eficiente y eficaz para apoyar a los países.
Podemos volver al mundo como era antes o abordar resueltamente los temas que nos hacen
a todos innecesariamente vulnerables a las crisis.
Todo lo que hagamos durante esta crisis y después de ella deberá centrarse en la
construcción de economías y sociedades más equitativas, inclusivas y sostenibles y que
sean más resistentes a las pandemias, al cambio climático y a los muchos otros desafíos
mundiales a los que nos enfrentamos.