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PRESENTACION
Cuando terminarnos de confeccionar este libro contábamos con la
experiencia de la primera promoción de Trabajadores Sociales
diplomados por la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Este
camino, que hemos recorrido juntos, nos ha facilitado la labor de
presentar hoy un manual específico para los estudiantes de la
Diplomatura de Trabajo Social que analiza el comportamiento de las
personas en sociedad, objeto de estudio de la Psicología Social.
A través de los diferentes capítulos del presente volumen se exponen las
concepciones y bases teóricas y empíricas de la disciplina más
relacionadas, a nuestro juicio, con el desarrollo profesional de un/a
Trabajador/a Social. Por supuesto, la Psicología Social se ocupa del
estudio de numerosos procesos básicos y aplicarlos que no serán
abordados en estas páginas. La selección de tenias llevada a cabo
responde a un doble hecho: la presentación de los tópicos más
interesantes de la disciplina para la formación de Trabajadores Sociales,
unida a la consideración del carácter cuatrimestral de esta asignatura.
Ei resultado se manifiesta en los diez capítulos que componen el manual.
El primero de ellos está dedicarlo fundamentalmente a analizar las
interconexiones existentes entre la Psicología Social y el Trabajo social.
Esta vinculación permitirá a los futuros Trabajadores Sociales conocer las
aportaciones de nuestra disciplina a su área de interés. A lo largo del
capítulo se destaca el carácter aplicado de la Psicología Social. A
continuación se abordan los comportamientos que llevamos a cabo en
función del grupo cultural de referencia, haciendo hincapié en las pautas
de interacción entre personas pertenecientes a cliferentes culturas. El
tercer capítulo se ocupa del análisis de uno de los tópicos más
importantes de la disciplina: las actitudes, prestando especial atención a
las funciones y origen de las actitudes, así como a la influencia entre
actitudes y conducta. Los dos capítulos siguientes están destinados al
estudio de los procesos grupales y las relaciones intergrupales (Capítulo
4) y al estudio del prejuicio y la aculturación (capítulo 5). En el primero de
ellos se expone la notable influencia que ejercen el grupo y los procesos
grupales sobre el individuo, poniendo de manifiesto cómo la pertenencia
grupal determina muchos de nuestros comportamientos. Asimismo, se
analiza la naturaleza de las relaciones intergrupales, haciendo especial
hincapié en el análisis del conflicto intergrupal y las estrategias destinadas
a reducirlo. El Capítulo 5 se centra en el estudio de uno de los problemas
sociales más importantes en la actualidad, la inmigración, en concreto
analiza el prejuicio y la aculturación, destacando los enfoques y
concepciones predominantes en la investigación cle estos tópicos desde la
perspectiva de la Psicología Social. Se abor-
XIX
dan extensamente los modelos contemporáneos en el estudio del
prejuicio, así como un modelo de aculturación desarrollado en nuestro
contexto social.
En el Capítulo 6 se realiza un análisis psicosocial del conflicto
interpersonal y de las estrategias que permiten manejarlo o gestionarlo,
incidiendo en la idea de que el conflicto no es siempre tan negativo como
en principio pueda suponerse, sino que incluso puede ser necesario y
beneficioso en nuestras relaciones con los demás. El siguiente capítulo
está dedicado al estudio de la conducta de ayuda, la conducta prosocial y
el altruismo. En él se analizan con detalle los orígenes de las conductas
prosociales en las personas, así como la conducta de ayuda, tanto
interpersonal como grupal. En el Capítulo 8 se realiza un análisis
psicosocial de la agresión, haciendo especial hincapié en la exposición de
las teorías psicosociales sobre el origen de la agresión, los estudios
clásicos llevados a cabo sobre este proceso, y los principales contextos en
los que se produce la agresión.
El Capítulo 9 está dedicado al estudio psicosocial del género, centrándose
en los estereotipos y la identidad de género. Asimismo, se realiza un
análisis de las actitudes sexistas y su relación con la violencia de género.
En el último capítulo, de carácter más aplicado, se exponen los
comportamientos más característicos sobre salud y enfermedad,
profundizando en la comunicación que se produce entre [os profesionales
asistenciales y los usuarios/enfermos.
Cada capítulo presenta la siguiente estructura: términos clave, objetivos,
introducción, desarrollo de los contenidos del capítulo y establecimiento
de conclusiones generales. Hemos sustituido la amplia lista de referencias
bibliográficas que caracteriza a los manuales por su inclusión al final de
cada tema, con el propósito de facilitar su búsqueda al lector interesado.
Asimismo, en cada tema se reseñan direcciones Web y lecturas
recomendadas que facilitarán la profundización y/o comprensión de los
contenidos expuestos a lo largo de los capítulos. Finalmente, el manual
cuenta con un glosario en el que se definen todos [os términos clave
referidos en los capítulos.
Antes de finalizar no queremos dejar de agradecer a nuestros compañeros
de la UNED y al profesor Yubero, de la Universidad de Castilla La
Mancha, su valiosa e imprescindible colaboración, ya que sin su
experiencia, conocimiento y buen hacer este libro nunca hubiera visto [a
luz. Por supuesto, no podemos dejar de expresar nuestro agradecimiento
a la editorial Sanz y Torres, de manera especial a Alberto Torres, por
hacer realidad nuestro proyecto y por su disposición a facilitarnos en todo
momento nuestro trabajo.
Y, como no, manifestar nuestro más sincero deseo de que el estudio de los
contenidos de este manual y la adquisición de los conocimientos
necesarios para superar la asignatura se conviertan en una tarea
estimulante y satisfactoria a través de la cual los alumnos disfruten
aprendiendo. Este propósito nos ha acompañado durante todo el proceso
de confección del manual.
Isabel Cuadrado e Itziar Fernández Madrid, agosto de 2007
PSICOLOGÍA SOCIAL
Y TRABAJO SOCIAL
INTRODUCCIÓN
EL TRABAJO SOCIAL
UTILIDAD DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL PARA EL TRABAJO SOCIAL
LA PSICOLOGÍA SOCIAL APLICADA
La investigación-acción
La triada «teoría, investigación y práctica» Tecnología Social
La Psicología Social Aplicable
OBJETIVOS Y ÁREAS PROFESIONALES DEL TRABAJO SOCIAL
RAZONES PARA UNA COLABORACIÓN ENTRE TRABAJO SOCIAL Y
PSICOLOGIA SOCIAL
LA INTERVENCIÓN SOCIAL: PUNTO DE ENCUENTRO IMPORTANTE
DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL Y EL TRABAJO SOCIAL
El Bienestar Social
Pasos de la intervención social
Funciones y áreas de la intervención social
LA PERSPECTIVA PSICOSOCIAL
CONCLUSIONES
LECTURAS RECOMENDADAS Y REFERENCIAS EN INTERNET
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
F• Presentar la definición de la Psicología Social y señalar las relaciones
entre Psicología Social y
OBJETIVOS
t Trabajo Social
Resaltar el carácter aplicado de la Psicología Social
Mostrar, con una serie de ejemplos, que los contenidos de los capítulos de
este volumen recogen el carácter aplicado de la Psicología Social
Señalar los aspectos del Trabajo Social más relacionados con los
conceptos y prácticas de la Psicología Social
Mostrar la relevancia y complejidad del Bienestar Social
Definir conceptualmente y con ejemplos concretos la Intervención Social,
por ser uno de los resultados más directos de la colaboración entre la
Psicología Social y el Trabajo Social
Poner de relieve la perspectiva psicosocial en la Intervención Social
PSICOLOGÍA SOCIAL Y TRABAJO SOCIAL • 3
Introducción
Este capítulo, que analiza las relaciones entre Psicología Social y Trabajo
Social, intenta servir como marco general para la comprensión de los
contenidos del presente volumen. La Psicología Social se centra en el
estudio dedos procesos que posibilitan la inserción de las personas en la
sociedad, como, por ejemplo, la cultura, las actitudes, los grupos y las
relaciones intergrupales, los prejuicios y la aculturación, el conflicto, la
conducta de ayuda, la conducta prosocial y el altruismo, la agresión, el
género, o la salud, entre otros.
Todos o la mayoría de estos procesos interesan a muchas ciencias sociales,
desde la Economía a la Historia, pasando por la Sociología, la Ciencia
Política y la Antropología, entre otras, pero en Psicología Social se
analizan desde una perspectiva peculiar. Así lo apunta la definición clásica
de la disciplina de G. W. Allport 968): «intento de comprender y explicar
cómo el pensamiento, el sentimiento y la conducta de las personas
individuales resultan influidas por la presencia real, imaginada o implícita
de otras personas». Esta definición enfatiza el vínculo que une a las
personas entre sí dentro del contexto social y afirma que las personas se
influyen mutuamente y que sus procesos psicológicos individuales son un
producto de SUS relaciones con las otras personas con las que
interactúan. Aclara, al mismo tiempo, que esa interacción no se limita a lo
físico, ya que también puede ser imaginada y hasta simbólica.
El contenido del capítulo responde a los planteamientos anteriores. Se
comienza con una definición del Trabajo Social para pasar en seguida a
analizar las relaciones de esta disciplina con la Psicología Social. Se dedica
un amplio espacio a argumentar la naturaleza aplicada de la Psicología
Social que se concreta en cuatro desarrollos, cada uno de ellos asociado a
un autor concreto: la investigación-acción, la triada «teoría, investigación
y práctica», la Tecnología Social y la Psicología Social Aplicable. Se consi-
dera que es la Intervención Social el resultado más directo de la
colaboración entre la Psicología Social y el Trabajo Social, por lo que se le
dedica a este apartado el resto del capítulo. Se comienza el apartado con la
introducción de los conceptos e índices del Bienestar Social, tanto en su
vertiente objetiva corno subjetiva, se sigue con la exposición de los pasos y
las funciones de la intervención social y se finaliza con una explicación de
la perspectiva psicosocial de la intervención social.
El Trabajo Social se vincula a los procesos de cambio social. Estos han
sido muy profundos y acelerados en las sociedades contemporáneas.
Adquiere protagonismo cuando se generan desajustes y necesidades que
afectan a los individuos y a los grupos. Su objetivo es contribuir al
desarrollo del bienestar social, la salud y la calidad de vida.
Se define como una profesión que «promueve el cambio social, la
resolución de problemas en las relaciones humanas y el fortalecimiento y
la promoción de la libertad de la población para incrementar el bienestar.
Mediante la utilización de teorías sobre el comportamiento humano y los
sistemas sociales el trabajo social interviene en los puntos en los que las
personas interactúan con su entorno» (A!ETS, 2004, p. 31).
La actual Psicología Social dispone de un amplio y variado conjunto de
conocimientos sobre los procesos psicosociales, es decir, sobre los
procesos mencionados en un párrafo anterior (cultura, actitudes, grupos y
relaciones intergrupales, prejuicio y aculturación, conflicto, conducta de
ayuda, conducta pro-social y altruismo, agresión, género, salud)
analizados desde la perspectiva explicitada en su definición. Esos
conocimientos se han ido generando por medio de esfuerzos
fundamentalmente de teoría e investigación, pero también de aplicación.
Este capítulo hará, precisamente, especial hincapié en el carácter aplicado
de la Psicología Social, ya que, aunque se tiende a pensar que es una
empresa intelectual de búsqueda de conocimiento, se olvida que surgió
para responder a una demanda social. Numerosos autores, entre los que
destacan Jones (1985) y Zajonc (1967), han mostrado que la Psicología
Social apareció, con perfiles que anticipan los que tiene en la actualidad,
en las últimas décadas del siglo XIX, cuando la sociedad europea y, en ge-
neral, la occidental, estaban sometidas a fuertes cambios y conflictos que
ponían en entredicho la organización social existente. En ese periodo se
intensificó la búsqueda de explicaciones que pudieran dar sentido a una
situación que se caracterizaba por la inestabilidad objetiva y la experien-
cia subjetiva de pérdida de significado, y en el que ni las explicaciones tra-
dicionales (teológicas, filosóficas o jurídicas) ni las relativamente nuevas
explicaciones biológicas resultaban ya satisfactorias.
Por tanto, la Psicología Social surgió vinculada estrechamente a un
determinado contexto histórico con el objetivo de ofrecer respuestas a los
principales interrogantes que se planteaban. De aquí su «vocación
aplicada». Dicho de otra manera, generar conocimiento a través de la
teoría e investigación es un paso fundamental, pero no el último, ya que
ese conocimiento ha de ser aplicado, ha de convertirse en algo práctico
para poder contribuir de manera eficaz a promover el bienestar de los
seres humanos. Fue así en el despegue de la disciplina y es así en la
actualidad. De ello trata el apartarlo que viene a continuación.
La psicología social aplicada
Un trabajo reciente de Expósito (2005) muestra que la Psicología Social
tiene una vertiente aplicada. Ya desde los inicios de la disciplina se
constatan intentos de utilización del conocimiento psicosocial para
impulsar el cambio social. Algunos, sobre todo los más antiguos, resultan,
desde nuestra perspectiva actual, algo desfasados, pero presentan ya
elementos apreciables y un decidido afán por aplicar a los problemas
sociales un enfoque psicosocial. En la década de los treinta del pasado
siglo, Lewin dio un impulso definitivo a las aplicaciones psicosociales, se
creó la «Sociedad para el Estudio Psicológico de los Problemas sociales»,
que todavía hoy sigue operativa, los psicólogos sociales estadounidenses
contribuyeron al esfuerzo bélico de la II Guerra Mundial y, tras un breve
periodo de estancamiento, las aplicaciones volvieron con fuerza a partir
de 1970 (véase el resumen de Expósito, 2005, p. 32).
A conocer el actual estado de la cuestión de las aplicaciones en Psicología
Social ayudará el excelente resumen realizado recientemente por Nouvilas
(2007) de varios desarrollos, entre los que cabe destacar la investigación-
acción, la triada teoría, investigación y práctica, la tecnología social y la
Psicología Social aplicable.
La investigación-acción
La investigación-acción se asocia a la figura de Levvin (1946, 1948, 1978).
Este autor cree que es un error que la teoría y la aplicación psicosociales
caminen de forma independiente. Propone como solución para establecer
una ligazón entre ellas el concepto de investigación-acción, que Expósito
(2005, pp. 25-26) define de la manera siguiente:
En la «Action Research» (investigación-acción), «la adquisición del
conocimiento se concibe como inseparable de su aplicación para el
cambio social. Lewin propuso un modelo que conjugaba la investigación
social y la acción social. Dicho modelo se traduce en un proceso cíclico de
planificación, acción y evaluación de los resultados de investigación, en el
que tanto la acción social como la investigación que evalúa dicha acción
pueden suministrar información útil para reformular la teoría”.
En resumen, la investigación-acción consta de tres fases: planificación,
actuación y evaluación.
En la primera de ellas, o planificación, juegan un pape] muy importante
los conocimientos teóricos y de investigación ya existentes. Es decir, el
psicólogo social que se embarca en una investigación-acción no parte de
cero. Ahora bien, en la fase de planificación también se tiene que prestar
atención a las informaciones que se obtienen del estudio de la realidad
social sobre la que se va a intervenir.
La fase segunda, o actuación, es la propiamente activa de este proceso de
investigación-acción. Los resultados de esta actuación se analizan
detalladamente en la tercera fase, que es también la final.
En la evaluación es preciso calibrar hasta qué punto se han conseguido los
objetivos perseguidos con la actuación y también en qué medida los
conocimientos de partida de la planificación resultaron útiles y
adecuados, así como el grado en que necesitan ser modificados,
Por ello, afirma Nouvilas (2007, p. 769), que la investigación-acción tiene
lugar «dentro de ciclos recurrentes de planificación,
actuación y evaluación».
La investigación-acción propuesta por Lewin dio lugar a una variante
denominada «participativa». Esta surge también del trabajo con grupos
del mismo Lewin (véase López-Cánabas y Chacón, 1997) y tiene una
versión latinoamericana (Cancian, 1993; Freire, 1970; Maguire, 1 987).
La triada «teoría, investigación y práctica»
El punto de partida de Fisher (1982) es que la teoría, la investigación y la
práctica comparten algo que las unifica por encima y más allá de sus
diferencias: su carácter psicosocial. Por eso, corno señala Nou-
vilas (2007, p. 770), estos tres elementos «se relacionan y retroalimentan
dentro de un mismo campo».
En concreto, la investigación psicosocial se realiza en el laboratorio y en
situaciones naturales, y se realiza a partir de las hipótesis que surgen de la
teoría. Existe, pues, una estrecha conexión entre teoría e investigación.
Por su parte, la práctica, que combina diversas aproximaciones, corno «la
investigación social, la investigación-acción, la investigación evaluativa y
el desarrollo de programas» (Nouvilas, 2007, p. 770) se nutre de los
conocimientos anteriores de teoría e investigación, si bien, a la vez,
contribuye con nuevos conocimientos que se generan en la confrontación
con los problemas que tienen lugar en los contextos de aplicación.
A continuación, se presentan seis ejemplos del alcance del planteamiento
de Fisher (1982) extraídos de capítulos del presente volumen.
Medidas Implícitas de las Actitudes (Capítulo 3 sobre «Actitudes»)
Durante mucho tiempo preocupó en Psicología Social la posibilidad de
discrepancia entre la actitud real o privada de la persona y la
manifestación pública de esa actitud. Se intentó superar este problema
por medio de diversas estrategias. El procedimiento del IAT (Implicit
Association Test) representa el paso decisivo en esta dirección.
Las medidas implícitas surgen de desarrollos teóricos sobre las actitudes y
de la utilización de muchos métodos de investigación diferentes. Dos
aportaciones teóricas importantes son la distinción entre los aspectos
evaluativos o connotativos (por ejemplo, bueno-malo) y los descriptivos o
denotativos (por ejemplo payo-gitano) y la distinción entre los procesos
elaborados y automáticos en las actitudes. Desde un punto de vista
rnetodológico, lo innovador es la utilización de los tiempos de reacción
como medida de la actitud, en lugar de las escalas estándar.
Las implicaciones para la práctica de este tipo de investigación son muy
numerosas. En muchas actitudes la probabilidad de divergencia entre lo
privado y lo público es elevada, no sólo porque las personas intenten dar
una buena imagen ante los demás y traten de ocultar su verdadera
actitud, sino por los procesos automáticos que actúan sin que la persona
sea consciente de ello. Aquí es donde alcanzan su verdadero valor las
medidas implícitas.
«Norma Subjetiva» (Capítulo 3 sobre «Actitudes»)
La práctica psicológica en varios ámbitos (salud, publicidad,
organizaciones y educación, entre otros) revela que no siempre una
determinada actitud conduce a la conducta correspondiente. Por ejemplo,
una buena actitud del paciente hacia un determinado tratamiento médico
no siempre se traduce en la esperable adhesión a dicho tratamiento o
cumplimiento terapéutico. De forma similar, una buena actitud hacia el
rendimiento en el trabajo no siempre se traduce en un rendimiento
elevado.
El concepto de norma subjetiva permite explicar este desfase entre actitud
y conducta. Una actitud favorable a comportarse de una forma
determinada puede quedar anulada o inhibida por una norma subjetiva
contraria a la conducta en cuestión. Esto es lo que sucede con muchos
tratamientos médicos que no tienen en cuenta el contexto del paciente ni
el hecho de que el tratamiento recomendado va a interferir con las
relaciones que mantiene con su familia, amigos o compañeros de trabajo.
En el ámbito de las organizaciones suelen existir normas sociales de los
propios trabajadores que regulan la cantidad y calidad del rendimiento
esperable y que tienen más peso que [as actitudes privadas de los
trabajadores.
Teoría del prejuicio manifiesto y sutil (Capítulo 5 sobre «Psicología
Social del Prejuicio y la Aculturación»)
En la práctica cotidiana se aprecia que manifestaciones públicas de
rechazo hacia grupos minoritarios (inmigrantes, gitanos, discapacitados,
entre otros) son difíciles de encontrar, aunque al mismo tiempo son
noticia en los medios de comunicación episodios de maltrato, abusos de
poder e incluso agresiones físicas a personas de esos grupos. Es posible
que la forma de expresión del prejuicio haya variado en los últimos años y
que ya no resulte aceptable mostrar prejuicio en público, o que hayan
aparecido nuevas formas que coexisten con las tradicionales.
Pettigrew y Meertens (1995) formulan la teoría del pre-
juicio manifiesto y sutil para intentar comprender los procesos
responsables de las conductas observadas en la población mayoritaria. Su
investigación consiste en desarrollar una escala capaz de medir
separadamente cada uno de esos dos tipos de prejuicio y en usarla
posteriormente para descubrir los correlatos o procesos psicológicos
asociados con cada uno de
8 • PSICOLOGÍA SOCIAL
ellos. Esta investigación desemboca, a su vez, en algo práctico, ya que la
aplicación de la escala permite elaborar perfiles diferenciados de personas
prejuiciosas por lo que es útil para poner en marcha estrategias
específicas destinadas a eliminar o reducir el prejuicio. En la práctica, la
eficacia de tales estrategias dependerá de que se ajusten al tipo de
prejuicio que mantiene la persona.
«Privación Relativa» (Cuadro 6.4 del Capítulo 6 sobre «Conflicto
interpersonal y su Gestión» y Capítulo 4 sobre «Procesos
Grupales y Relaciones lntergrupales»)
Con frecuencia, los medios de comunicación difunden acontecimientos de
violencia extrema y apa-
rentemente injustificada, como el motín de la prisión de Attica descrito en
el cuadro 6.4. La Psicología
Social ha desarrollado el concepto de «privación relativa» para explicar
las causas o, por lo menos, los
antecedentes de estos conflictos que son, a la vez, graves e inesperados.
En la «privación relativa» hay
una idea innovadora: las personas recurren, para evaluar las situaciones
que viven, a criterios relativos, no absolutos. Es decir, una situación que
observadores externos calificarían de aceptable o normal puede resultar
muy negativa, o incluso intolerable, para quienes la viven. La diferencia
de evaluación proviene de los criterios utilizados. El observador externo
recurre generalmente a criterios abstractos y genéricos (por ejemplo,
compara esa situación con otras similares que conoce). En cambio, los
que viven esa situación se comparan con otras personas que consideran
similares para decidir si están obteniendo lo mismo que ellas o menos, o
tienen en cuenta las normas percibidas que regulan esas situaciones, los
derechos que les asisten o los méritos que creen haber hecho. Es decir,
utilizan criterios relativos.
En el caso del motín de Attica, la violencia extrema que se desencadenó tal
vez sea injustificada para un observador externo, sobre todo si compara
las condiciones de esa prisión con otras de las que tiene noticia: el
observador externo piensa que lo que ocurre en Attica no es diferente de
lo que ocurre en la mayoría de las prisiones. Sin embargo, para los
reclusos de Attica, lo crucial era el incumplimiento de unas promesas que
se les habían hecho e interpretaron el incumplimiento como un desprecio
de las autoridades de la prisión hacia sus derechos.
En definitiva, el concepto de privación relativa guarda relación con la
práctica, porque está en la base
de muchos acontecimientos violentos cotidianos. Surge de una teoría
psicosocial que enfatiza la utili-
zación de criterios relativos por parte de los afectados, que recurren a
comparaciones con otros similares,
a las normas percibidas, a los derechos adquiridos y a los méritos que se
consideran consolidados. La
investigación sobre privación relativa se ha realizado tanto en el
laboratorio corno en situaciones natu-
rales. El acontecimiento descrito en el cuadro 6.4 es, precisamente, una de
estas situaciones naturales.
Es importante no olvidar que existen distintos tipos de privación relativa.
Así se señala en el Capítulo
4, donde se habla de tres tipos principales, cada uno de los cuales se basa
en un tipo concreto de com-
paraciones. El tipo intergrupal, también llamado «fraternal», establece
comparaciones entre el propio
grupo y otros grupos similares. Se ha encontrado que es este tipo el que
tiene probabilidad de desencadenar acciones destinadas a corregir la
situación de partida, es decir, la que se considera responsable de la
privación experimentada. Por tanto, la privación relativa intergrupal es,
en muchas ocasiones, el motor cíe la conducta colectiva.
Capítulo 8 «Aspectos básicos del estudio psicosocial de la Agresión»
La relación entre la teoría, la investigación y la práctica también es clara
en el estudio psicosocial de la agresión. Esta perspectiva establece los
supuestos básicos para el análisis de la violencia, identifica las
condiciones que promocionan la violencia y señala los mecanismos por
los que dichas condiciones desencadenan comportamientos agresivos.
Respecto a los primeros, se destaca la importancia de la cultura en el
mantenimiento y promoción de la violencia. Este supuesto central de la
Psicología Social es constatado por los estudios que verifican que el tipo
de agresiones predominantes y la incidencia de estos comportamientos
varían en las diferentes culturas. El concepto de cultura del honor ilustra
el conjunto de creencias, normas y pautas de comportamiento por el
que determinado tipo de sociedades regulan y promueven el uso de la
agresión. Tal y como se menciona en el capítulo 8, en estas culturas se
considera aceptable la violencia para resolver aquellas situaciones en las
que el honor (personal, familiar o de propia comunidad) se ve amenazado
o vulnerado. Este concepto es de gran utilidad para comprender la mayor
incidencia que tiene, en ciertas comunidades, la violencia ejercida por los
maridos hacia sus esposas o la violencia que se desencadena entre los
jóvenes pertenecientes a ciertas bandas callejeras.
Las sugerencias de intervención que se derivan de estas aportaciones se
clarifican definitivamente cuando
se identifican los mecanismos por los que la cultura regula la agresión.
La teoría del aprendizaje social, des-
arrollada inicialmente por Banciura, ha señalado tres mecanismos
esenciales: el aprendizaje vicario, la imi-
tación y el modelado. Este autor plantea que la observación de
comportamientos violentos permite a los
observadores aprender pautas de conducta agresiva y ofrece, además,
información acerca de las condiciones
en que se ejerce la violencia y también de las consecuencias de estas
acciones. La persona que actúa de
forma violenta se convierte así en un modelo de conducta a imitar, y las
consecuencias sociales y personales
que experimente el modelo serán también incorporadas por el observador
como parte de la información
que definen el significado de la violencia y el grado de aceptación social de
este tipo de comportamientos.
Teniendo en cuenta los aspectos señalados, es indudable que para reducir
los comportamientos vio-
lentos la intervención primaria debe incidir en la construcción de una
cultura de la paz en la que se sen-
sibilice a los ciudadanos hacia el problema de la violencia, en la que se
ensalce a personajes o modelos
cuyo comportamiento sea pacífico y no violento, y en la que se regulen las
condiciones por las que el com-
portamiento pacífico sea más eficaz que la violencia para lograr el
progreso de las personas y su bienestar.
El capítulo 8 también alude a otros mecanismos que señalan elementos
clave en la intervención se-
cundaria. La escalada de violencia y la espiral del silencio son muy
ilustrativas en este sentido, ya que reflejan dinámicas que con frecuencia
participan en el aumento de la agresión.
No hay que olvidar en ningún caso que los procesos de violencia se
alimentan de una fuerte carga afectiva. En el capítulo 8 se incide en que la
cólera y los sentimientos de humillación y de agravio están presentes en la
mayor parte de los actos de agresión y constituyen los elementos básicos
de la experiencia íntima que clesencadena la agresión. Contemplar estas
aportaciones en la planificación de acciones dirigidas a la intervención
secundaria y terciaria supone desarrollar programas que doten a los
individuos de las habi I iclades necesarias para regular la ira (p. e., la
relajación, el ejercicio físico, identificar los pensamientos que contribuyen
a experimentar esta emoción y aprender a interrumpirlos), así corno
desarrollar las habilidades necesarias para canalizar el sentimiento de
agravio y humillación. Finalmente, debería dotarse a las personas de las
habilidades necesarias para gestionar los conflictos de forma eficaz y
pacífica (aprender a identificar las propias emociones, definir las
reparaciones o compensaciones que parecen adecuadas así como las es-
trategias para satisfacerlas, y desarrollar habilidades para prevenir las
situaciones de agravio y humillación).
Por último, la intervención terciaria será más eficaz si incorpora
programas de intervención con las personas que no controlan su ira, como
son los programas de control de impulsos, de reestructuración cognitiva y
de desarrollo de habilidades de afrontamiento pacíficas. Por su parte, las
víctimas de agravios, humillaciones o agresiones físicas extremas
requieren una intervención profesional especializada y, si fuera necesario,
la intervención institucional que garantice que los agresores no reincidan
en este tipo de comportamientos.
Estudio psicosocial del altruismo (Capítulo 7 sobre «Conducta de Ayuda,
conducta Prosocial y Altruismo»)
En ocasiones, algún suceso que moviliza emociones de gran intensidad en
la población impulsa desarrollos teóricos y de investigación. En los años
50 del pasado siglo apenas si se realizaban estudios sobre la conducta de
ayuda y el altruismo. Fue un suceso que saltó a los medios de comunica-
ción, y se instaló en ellos durante mucho tiempo, el que cambió esta situa-
ción: el asesinato de una enfermera (1<itty Genovese) que regresaba de
madrugada a su casa después del trabajo, y a la que ningún vecino ayudó
a pesar de que muchos de ellos presenciaron la larga secuencia del
asesinato desde sus ventanas. Esto convenció a los investigadores de la
necesidad urgente de tratar de explicar la ausencia de ayuda. A partir de
las investigaciones iniciales, se potenció la teoría y la investigación sobre
este asunto.
Tecnología Social
Es una aportación que goza de gran aceptación entre algunos psicólogos
sociales y se remonta al trabajo de Varela (1975), autor que la define de
esta forma: «la actividad que permite diseñar soluciones
a los problemas sociales combinando hallazgos derivados de diferentes
áreas de las ciencias sociales» (véase Nouvilas, 2007, p. 772).
Varela enfatiza la oposición entre tecnología social e investigación. La
primera se centra en el problema, la seguncla en conceptos y variables. En
la tecnología social se busca un objetivo global y para ello el proceso de
trabajo se encamina a conseguir síntesis de muchos conocimientos
diferentes, mientras que la investigación se interesa más por el análisis y
por aislar las relaciones entre variables. Otras diferencias de importancia
son las siguientes: la tecnología social es pragmática y utiliza todas las
teorías y hallazgos de investigación que considera que le pueden ser de
utilidad, las combina según su aportación al problema a resolver y no se
preocupa por generalizar los resultados de su trabajo sino, más bien, de
que éstos sirvan para resolver el problema al que se enfrenta.
Dos ejemplos del planteamiento de Varela (1975) en el presente volumen
son los siguientes:
Gestión de conflictos conjunta a través de la negociación o la mediación
(Capítulo 6 sobre «Conflicto Interpersonal y su Gestión»)
Las estrategias de manejo de conflictos, más que de teorías psicosociales o
investigaciones de laboratorio, surgen de las observaciones realizadas en
situaciones cotidianas. Aunque realicen aportaciones teóricas
innovadoras o introduzcan nuevas técnicas de investigación, su interés
fundamental reside más bien en la capacidad que demuestran para
resolver conflictos reales. Parten de conocimientos ya existentes en las
teorías psicosociales sobre actitudes, relaciones positivas entre personas,
atribuciones, entre otras muchas, siempre y cuando resulten útiles para
resolver el problema concreto al que se enfrentan y no se preocupan por
generalizar esa solución a otros problemas. Dan por
supuesto que en otras ocasiones el nuevo problema exigirá soluciones
hechas a medida que habrá que buscar en ese contexto. En otras palabras,
una buena negociación o una buena mediación responderá siempre a una
fórmula única que se acepta porque demuestra su eficacia en el lugar y
momento en que se necesita.
Estrategias de adaptación a otros contextos culturales (Capítulo 2
sobre «El estudio de la Cultura en Psicología Social»)
La familiaridad con las pautas culturales es necesaria para evitar
problemas en la interacción con personas de otras culturas. A obtener esta
familiaridad, ayudará el conocimiento generado por las investigaciones
transculturales. Una interacción fluida con una persona de una cultura
colectivista exigirá ausencia de críticas, mientras que en una cultura
individualista no habrá que esperar que las personas hagan muestra de
una elevada expresividad emocional.
La Psicología Social Aplicable
Es la aportación de dos importantes autoras de Psicología Social, Mayo y
La France (1980) y consta de tres elementos fundamentales que se
relacionan entre sí de forma cíclica: la «calidad de vida», la «construcción
del conocimiento» y la «utilización e intervención» (véase Nouvilas, 2007,
p. 774).
En primer lugar, estas autoras prefieren hablar de «calidad de vida» en
lugar de problemas sociales. Ello da un giro positivo a su aportación y
permite una aproximación basada en la prevención.
En segundo lugar, con su concepto de «construcción del conocimiento»
llaman la atención sobre la importancia que tiene para la Psicología Social
la capacidad de predecir la conducta, para lo que es fundamental tener en
cuenta el contexto en el que ocurre. Ello permite la introducción de
variables «macro», es decir, estructurales y contextuales.
En tercer lugar, la «utilización e intervención» es el objetivo
final del modelo. Es un proceso complejo que incluye, al menos, los
siguientes elementos:
la comunicación entre los psicólogos sociales y las personas o grupos que
solicitan o son el blanco de la intervención,
el establecimiento de las relaciones adecuadas con esas personas o
grupos, y
el cuándo y el cómo de la intervención.
Pero, sin duda, lo más interesante y atractivo del planteamiento de Mayo
y LaFrance es su idea de que los tres elementos anteriores se relacionan
entre sí de forma cíclica con la ayuda de los denominados «adaptadores».
Así, se puede pasar de la calidad de vida a la construcción del
conocimiento por medio de una actividad que estas autoras llaman de
«formulación del problema y elección del método». De la construcción del
conocimiento a la utilización-intervención se pasa con la ayuda del
«análisis del sistema y la definición del rol», mientras el ciclo se cierra con
el paso de la utilización-intervención a la calidad de vida por medio de la
«interpretación y evaluación» (véase Nouvilas, 2007, p. 775).
En el presente volumen se pueden encontrar algunos ejemplos del
enfoque de Mayo y LaFrance (1980).
«Proceso de Aculturación de la persona inmigrante» (Figura 5.2 del
Capítulo 5)
Se trata de mejorar la calidad de vida de los inmigrantes y de adelantarse
al problema que para ellos supondría vivir al margen o a espaldas de las
normas, valores y conductas de la población mayoritaria. Para
conseguirlo, hay que combinar procesos de distinta naturaleza. Algunos
de ellos son más bien individuales (como las creencias y las formas de
pensar), mientras que otros son de naturaleza macrosocial (los que tienen
que ver con el sistema social, el económico y el tecnológico). La
aculturación vendrá dada por la combinación adecuada de estos procesos,
tal como muestra la Figura 5.2.
Es claro también que en esa Figura se promueve la prevención, corno
recomiendan Mayo y LaFrance, porque en lugar de esperar a que se
presente el problema, se describen las relaciones que existen entre los
procesos intervinientes en la aculturación y se señala cómo evitar que el
problema llegue a producirse.
«Influencia de la cultura sobre la solución de conflictos» (Capítulo 6)
Responde al planteamiento de estas autoras tener en cuenta los procesos
macrosociales y contextuales de los que depende en gran medida la
calidad de vida.
Considérese lo que sucede en un equipo de trabajo en el que coinciden
personas de dos culturas diferentes, una individualista y otra colectivista.
Al intentar realizar conjuntamente una tarea, los individualistas tenderán
a tomar la iniciativa y a controlar la interacción. Por su parte, los
colectivistas les ceclerán su tiempo de intervención como muestra de
deferencia. Pero de esta forma no es probable que la tarea llegue a buen
puerto, ya que el desequilibrio en la interacción dará lugar a desconfianza
dentro del grupo. Unos, los individualistas, pensarán que la pasividad de
los otros es producto de desinterés o incapacidad. Los colectivistas, en
cambio, creerán que el monopolio del tiempo por parte de los indi-
vidualistas refleja su carácter arrogante.
Por tanto, superar las barreras culturales en equipos corno el descrito es
una importante dificultad. Hay que comenzar por convencer a los
miembros de estos equipos de que la desconfianza mutua surge de la
diferente procedencia cultural, no de diferencias de personalidad,
conocimiento, dedicación o interés. Sólo sobre la base de este
convencimiento será posible elaborar pautas de colaboración de carácter
innovador capaces de superar las barreras culturales.
«Detección del sexismo ambivalente en adolescentes» (Capitulo 9 sobre
«Psicología Social y Género»)
La prevención es un aspecto central del enfoque de la Psicología Social
aplicable impulsado por Mayo y la France. En el caso del sexismo, la
prevención se traduce en la detección de este prejuicio en los adoles-
centes, bajo el supuesto de que un elevado grado de prejuicio en esas
edades será un predictor fiable de un sexismo consolidado en la edad
adulta.
Recio, Cuadrado y Ramos (2007), en su intento de detección de sexismo
en adolescentes, parten del conocimiento generado por las investigaciones
sobre sexismo ambivalente, que mostraron la conexión del sexismo con el
patriarcado, la existencia de dos tipos de sexismo, un hostil y otro
benevolente, y el impacto de los dos tipos sobre la situación de la mujer.
Es un mérito de estas autoras haber demostrado que este enfoque de
sexismo ambivalente no es idóneo para la detección de sexismo en
adolescentes y haber procedido a elaborar un nuevo instrumento
adaptado a este objetivo. Se trata de una clara ilustración del adaptador
«formulación del problema y elección del método» que sirve como
transición entre la «mejora de la calidad de vida» y la «construcción del
conocimiento». Véase Cuadro 1.1.
Cuadro 1.1. El cuestionario para la detección de sexismo en adolescentes
como adaptador
«formulación del problema y elección del método»
r7
ELEMENTO
ELEMENTO DEL MODELO DEL MODELO
Mejora de la calidad de vida: Prevención para Formulación del problema: Detección de Construcció
evitar fa consolidación del sexismo sexismo en adolescentesElección del conocimien
método: Creación de la escala DSA Descubrir
cruciales de
adolescente
Índice
Introducción. Conceptos y objetivos de la psicología: ¿Qué es la Psicología? Análisis de la
conducta: principios del aprendizaje social. Análisis de la conducta: principios evolutivos. El niño y
la familia. Etapas de desarrollo y tareas vitales. La personalidad y el intelecto. Psicopatología:
modelos de origen y cambio. Una teoría psicológica para la práctica del trabajo social: El
conocimiento de uno mismo. La familia. Transición: comprensión y dirección del cambio personal.
El enfoque conductual del estudio de casos. Consejo y ayuda. Comportamiento social. Ambientes
institucionales. Envejecimiento y problemas sociales. Muerte y duelo. Psicopatología. La entrevista.
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