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Directores de la colección:
Eduardo Pavlovsky (Coordinación General)
Hernán Kesselman, Gregorio Baremblitt
y Juan Carlos De Brasi
© AYLLU S.R.L
I.S.B.N. 950-560-061-5
Vera Lucia Batista - Armando Bauleo
Heliana Conde - Juan Carlos De Brasi
Ana M. Fernández - Carolina Pavlovsky
Marcelo Porcia - Osvaldo Saidón
LO GRUPAL 7
EDICIONES BUSQUEDA
de AYLLU S.R.L.
J. C. De Brasi - E. Pavlovsky
LABERINTOS, LINEAS, MULTIPLICIDADES.
Un más allá
de lo Instituido y lo instituyeme.
VIOLENCIA Y TRANSFORMACION.
Laberintos grupales e
institucionales en lo social-histórico
Como un Alud
Ligazones inciertas
Quizás la relación propuesta aquí no sea tan prístina, ni
tan segura la conexión causa-efecto que más de uno supon-
dría.
Es probable que nos encontremos ante una forma enig-
mática, que debe haber desesperado a más de un historia-
dor, quitándole de paso el sueño a muchos psicólogos, soció-
logos, politólogos y ciudadanos del mundo.
La conjunción desde sus inicios aparece como una rela-
ción cifrada. La Y más que unir cifra, esperanzas, disyun-
ciones, implicaciones, rechazos, posibilidades e imposibili-
dades, exclusiones e inclusiones, lo deseable y lo legítimo,
lo abominable y su exorcismo, o sea, las ramificaciones
inagotables que una cifra encierra. Y más ésta que nos po-
ne siempre en el camino de una historia vivida, trágica o
grotescamente, en común.
/
De ahí la necesidad de elaborar, descifrar y emitir un
juicio que no deja impune ninguna proposición ni circuns-
tancia vital. Sirvan esas metáforas, para marcar un sus-
cinto espectro (disparador sin mayores fundamentaciones,
para pensar en común) de !o que la relación condensa.
Interrogantes y Puntualizaciones
En el mismo "Soclus"
Hendiduras
Derivas
\
lluvia" de variadas amenazas (a la madre, a periodistas,
a la comunidad) contra aquellos que se atreven a transgre-
dir el "sagrado" legado de la impunidad. Y con éste térmi-
no nos metemos en los tres items que signan el destino mor-
tuorio de un "organismo perfecto".
Primero. Las explicaciones son rápidamente sustitui-
das por las sospechas, acusaciones, atribuciones personales
(sexualidad de la niña) y al núcleo familiar ("principal
responsable de la conducta privada de nuestros hijos"). Ob-
viamente la paradoja (lo que ocurre en el colegio no es asun-
to del colegio, sino responsabilidad de...), tiene un sentido,
el loco sentido que late en el "corazón" de sus reglas de jue-
go. Hace sospechar de aquello insospechable (la niñez).
Ataca lo que debería defender (la familia). Dice a sus cre-
yentes patrocinadores que no crean en ninguno de esos "pi-
lares" de sustentación social, esgrimidos como "eternos"
por la propia congregación.
Pero las alternancias previas no son "dobles mensa-
jes", sino mandatos autoritarios (como los objetos de dog-
ma), supuestos de los mismos mensajes.
Segundo. Se lateraliza por desdén (mediante complicida-
des y arreglos de facto que asegurarían la partida) el trasto-
camiento de la presunción (accidente) en hecho real (asesi-
nato de la menor). A su vez la "humildad" de la vida reli-
giosa se convierte en despreciativa soberbia de los poderes
civiles. Como si un "carapintada" más habitara bajo las ce-
ráficas máscaras.
Tercero. La negación del crimen es, simultáneamente,
renegación de la justicia, y repudiación de una prueba ("no
hubo ningún delito") insoslayable.
La impunidad es ahora carne de un estado conventual:
nada debe alterar la paz divina del vicariato. Y si algo pa-
sa, como es pasajero, entonces no sucedió.
Un leve intercambio consonántico real y el vicario pue-
de volverse sicario. Y a la "lógica soldada" le corresponde-
rá una "lógica de clausura". El método de razonamiento es
similar: si "desapareció" un sujeto civil o fue "asesinada"
una estudiante, por algo será, se trate de subversión, hosti-
gamiento, distinta ideología, seducción, exceso sexual o
mirada indiscreta. Extraños paralelos institucionales,
donde la muerte reina como "valentía sin límites" o
"amor al supremo", y por lo tanto infinito desprecio hacia
los bienes terrenales (el Colegio es un castillo alzado en
medio de varias manzanas), y aún más hacia las repudia-
bles perturbaciones sociales. ¿Muerte de las instituciones?.
Probablemente. ¿Establecimientos de la muerte?. Segura-
mente.
Vemos, entonces, que la consolidación no es un dato de
lo instituido, sino una lucha instituyente. Así la noción de
lucha por la consolidación determina, limita y reviste a la
de la violencia, reduciéndola a uno de los elementos plura-
les que juegan en los procesos globales de cambio.
Por un lado le da su sentido dominante (legítima, ilegíti-
ma, orgánica, inorgánica, etc.); por otro su orientación
(revolucionaria o burguesa, de derecha o izquierda, racio-
nal o irracional, etc.).
De manera análoga el bregar por la consolidación puede
tener, según el período, como uno de sus oponentes principa-
les las formas de violencia más características y acep-
tadas, sean implementadas desde "arriba" o ejercidas des-
de "abtgo".
En este registro, la puja instituyente se une con la liber-
tad potencial que el sujeto va desarrollando aquí y ahora, a
través del ser-con-otro en la consolidación efectiva.
Esto nos lleva a plantear, más allá de cualquier posición
política (sus máximos exponentes, los partidos políticos,
siempre indican una escisión, están partidos, separados de
los demás, ellos también son el síntoma de la división
omnipresente que mencionaba al comienzo del trabajo), la
relación entre libertad y verdad, a la vez que debemos rede-
finir en profundidad la función de la utopía, ese realizar-
realizando (e irrealizando) los diferentes logros históricos
—y cuestionar si son tales—, mediante una cambiante lu-
cha por consolidar el espacio social donde se actúa. Un
ejemplo de esto lo da cierto periodismo combativo, la convo-
catoria a armar núcleos de resistencia civil no violenta
frente a la impostura de las bayonetas caladas, las radios li-
bres o comunitarias que difunden los acontecimientos dia-
rios de una localidad, con el fin de orientar a sus habitan-
tes, o las formas de organización fugaces e inéditas para
subsistir, donde se aprovechan los mínimos recursos y los
saberes tradicionales que circulan por esos pueblos, zonas
periféricas o espacios barriales, y el saludable llamado a la
transgresión de leyes inoperantes por algunos funciona-
rios que han decidido revertir desde sus puestos un Estado
que, en los devaneos de muchos "expertos", se había torna-
do una extensión caprichosa de sus "estados de ánimo".
Así podremos pensar una articulación novedosa entre
moral, utopía y libertad, concebida ésta última como poten-
cia infinita frente al poder como ejercicio de la división, do-
minación y captura fetichista de representación, es decir,
como progresiva autonomización de los representados y sus
realizaciones.
Potenciación y singularización del sujeto humano entra-
ñan, asimismo, la desmistificación creciente de las maqui-
narias terroristas y cómplices montadas como "guardia-
nas" del estado, la fe o los destinos patrióticos, que confor-
man un verdadero y actual ser-para-la-aniquilación, si-
niestramente reactualizado en cada instante.
Especlallzación y espaclalizaclón
en las instituciones
El trabajo en y con instituciones nos plantea una serie
de desafios que apuntan a un trabajo transdisciplinario.
No se trata de un intento ecléctico de armonizar diferentes
pensamientos y saberes ya reconocidos. Hacemos uso de
terapias y técnicas parciales pero no con referencia a una
totalidad que en realidad no está en ninguna parte, sino en
cuanto a estrategias de paso dentro de saberes instituidos y
diagramados.
Consideramos a los saberes como instituciones sin esta-
blecimiento, sin espacio aparente y manifiesto. Esta carac-
terística es la que le permite a estos satures, todo el tiempo,
diagramatizar el mundo, organizar los espacios, fijar los
límites, así como por ejemplo la geometría euclidiana parti-
cipa en el trazado de la segmentación de las ciudades a par-
tir de su concepción del espacio. Entonces, hacer análisis
institucional es cuestionar el lugar, el espacio del especia-
lista, y atravesarlo por otras prácticas que la especializa-
ción 'y las disciplinas intentan recortar o dejar fuera de su
campo.
La geometría De Estado o mejor, la ligazón de la geome-
tría con el Estado, se manifiesta en el primado del elemen-
to teorema, que sustituye formaciones morfológicas flexi-
bles por esencias ideales y fijas. Sustituye afecciones corpo-
rales por propiedades de los cuerpos, segmentaciones en
acto por segmentaciones predeterminadas. La geometría
adquiere así la potencia de un bisturí, un marcador, que
graba y diagramatiza el espacio social. La propiedad priva-
da implica un espacio escudriñado donde cada línea tiene
sus segmentos y los segmentos de una se corresponden
claramente con los segmentos de otra.
Analizar, transversalizar, es pasar una línea que no se
segmentariza o que por lo menos produce una segmentan-
zación que no está prefijada. Veamos por ejemplo el espacio
urbano y cómo los saberes y las instituciones van marcan-
do los territorios.
El imperio romano impone a la ciudad una razón de
Estado segmentarizada o geométrica que implica en un
diseño general de los campos y las plazas-fuertes. Constru-
ye un arte universal de demarcar, una planificación de los
territorios, una sustitución del espacio por territorialida-
des, una transformación del mundo en ciudad, una
segmentaridad cada vez más endurecida.
Varios autores (Foucalt, Deleuze, Senett) nos han mostra-
do cómo modernamente la planificación urbana tiene co-
mo objetivo simplificar y reducir a lo previsible y a lo visto,
el movimiento y la sociabilidad en las grandes ciudades.
La ciudad en la actualidad es percibida como un contex-
to de caos y desorden, por lo tanto, es necesaria la organiza-
ción institucional y la construcción de una personalidad
conservadora en el uso del espacio que permita evitar y
reducir el imprevisto. Así vemos por todas partes la apari-
ción de territorialidades, segmentaciones duras, centrali-
zaciones, que organizan nuestros trayectos de ocio y de
trabajo, en un afán de capturar la expansión del deseo mas
allá de lo previsible y controlable.
Pero así como hay una geometría que llamamos De Esta-
do, hay una geometría operatoria, una geometría nómade,
primitiva, en que las figuras no son separables de sus efec-
tos, las líneas de su devenir: hay curvaturas en lugar de
círculo. Digamos entonces que en los márgenes del espacio
instituido, se debate un espacio instituyente, no previsible,
recorrido por líneas flexibles que entran en permanente
contacto con las segmentarizaciones que impone lo insti-
tuido.
Volvamos ahora al análisis institucional para ver cómo
en el mismo se debaten estas diferentes concepciones del
espacio que apuntábamos. Por un lado, el espacio institucio-
nal nos remite a la idea de establecimiento como el lugar
que organiza las diferentes acciones e intercambios de los
miembros de una institución. En especial el establecimien-
to hospitalario y el establecimiento escolar han sido objeto
de estudio de diversas corrientes en psicología social y
análisis institucional.
Esta concepción ha sido criticada por la corriente socioa-
nalítica que mostró la confusión que se produce cuando se
trate analógicamente al establecimiento y la institución:
se impide así captar el sentido de las fuerzas instituyentes.
La institución no se define más como un lugar, sino como
una relación entre lo instituyente y lo instituido que da
lugar a la institución como un espacio inacabado y en gesta-
ción permanente.
A partir de que el objeto de trabajo e intervención deja de
ser la institución entendida como establecimiento, la no-
ción de espacio institucional comienza a ensanchar su sen-
tido. La institución es captada como un espacio contradicto-
rio, atravesado por fuerzas que escapan a los límites que le
fija la física del establecimiento. Así no podremos investi-
gar el quehacer institucional si no es en sus relaciones con
otras instituciones. Comienza a definirse una física del
espacio constituida por líneas de fuerza que se ejercen en
un sentido centrífugo o centrípeto a la institución.
Cuando ante una demanda institucional debemos defi-
nir nuestro campo de trabajo, necesitamos precisar la cons-
titución de un campo de análisis por un lado y del campo po-
sible de intervención por el otro. La propuesta del análisis
institucional es extender el campo de intervención lo más
próximo posible al campo de análisis.
Así entendemos la liberación de la palabra en la institu-
ción. Otro concepto que nos obliga a cuestionar y mantener
viva la reflexión sobre los límites o la extensión de nuestro
trabqjo institucional es la idea de transversalidad. Esta se
refiere a la necesidad de evaluar permanentemente hasta
qué punto el índice de apertura que estamos usando en un
grupo tanto para el análisis como para la intervención, es
extremadamente conservador de sus formas instituidas de
funcionamiento o por el contrario excesivamente disper-
sante hasta el riesgo de su demolición.
El análisis institucional realiza su trabajo a través de
los analizadores y no solamente a través de los analistas o
especialistas. Los analizadores construidos o espontáneos
son acontecimientos, situaciones, crisis, que producen espa-
cios contradictorios y transversalizados donde los grupos
van realizando el diagnóstico de situación y su práctica de
intervención en un mismo acto.
La estratificación del espacio que realiza una institu-
ción implica en una distribución de lo visible y lo enuncia-
ble que se produce en ella, por ejemplo hay un determinado
modo de ver y de enunciar la locura como enfermedad men-
tal que genera la institución manicomial. Analizar es
recuperar un espacio, desterritorializarlo, conjurar los efec-
tos de sobrecodificación o rotulación, posibilitando así la
creatividad o el surgimiento de otros efectos de sentido.
Dispositivos y encuadre
Bibliografías y referencias:
I.
II.
Normas de funcionamiento
La coordinación
I. CONDICIONES SUBJETIVAS
DE LOS AÑOS SESENTA Y SETENTA:
COMPROMISO Y RESPONSABILIDAD SOCIAL
Introducción
1. Tendencia de aplicación
M. Foucault.
(desvío)
(conjetura)
(utopía)
(nómades)
(umbrales)
(lecturas)
(fronteras)
(espera)
(llegada)
(herencias)
(condicionales)
17 Del Cueto, Ana María y Fernández, Ana Marta. "El Dispositivo Gru-
pa]". En lo Grupal 2. Ed. Búsqueda. 1985. Buenos Aires. Y Fernández,
Ana Marfa. "Apuntes Para Una Genealogía de lo Grupal". Seminario In-
terno de la Cátedra de teoría y técnica de Grupos. Facultad de Psicología,
Universidad de Buenos Aires. 1988.
Voy a insistir sobre la cuestión. Todo grupo está situado,
determinado como posición por la coordinación, las consig-
nas y las reglas que encuadran su trabajo, el espacio insti-
tucional en el que se desenvuelve y la coyuntura social en
que se inscribe. Por ello el análisis de la relación de un
grupo con el dispositivo de su conformación es imprescin-
dible.
El dispositivo f\ja una posición y asigna determinadas
condiciones de producción. Es un ordenamiento "necesa-
rio"en un universo caótico y contingente. Pero ¿por qué
poner comillas a necesario? Para subrayar que la calidad
de lo necesario debe entenderse como punto de partida y no
como trayecto forzoso e inevitable. Situar debe sortear el
riesgo de sitiar. Sin un dispositivo, no se funda un grupo;
pero ese mismo esquema puede cercar sus producciones
cerrándole todas las salidas que conducen a lo impensado.
La misma acción que inaugura el espacio de producción
colectiva puede rodearla como un vallado y, en ese caso, las
formas instituidas operar como un muro o una pared, y no
como un horizonte siempre abierto.
Para que un grupo pueda instituir sus acciones como pro-
pias, es necesario un trabajo crítico sobre su dispositivo de
producción. Se quiere decir, una crítica que revele como pro-
blema el poder productor de los dispositivos grupales. El
encuadre, por tomar un ejemplo, no configura sólo el nivel
de delimitación de las variables que entran en juego en la
situación grupal, sino que produce variaciones.
(tentativa)
(vecindades)
(comunicación)
¿Víctimas de lo social?
La singularidad de lo marginal
Disciplinar, no reprimir
En todo caso, lo que resulta significativo es la cantidad y
variedad de discursos y prácticas que han empezado a
fomentarse como dispositivos de detección, prevención y
tratamiento de las desviaciones. Pero pecaríamos de com-
placiente ingenuidad si no reconociéramos que la "asisten-
cia" de todas las formas de marginación está absolutamen-
te implicada en estas políticas higienizantes de control.
Las tendencias y criterios "terapéuticos" tanto de la admi-
nistración pública, como de las iniciativas privadas para
el tratamiento de estas perturbaciones sociales, y el matiz
que han adquirido la publicidad del tema y el manejo de la
información, están adoptando un manifiesto corte adoctri-
nante. Todos los dispositivos de prevención, educación,
información pública, en el marco de estas nuevas gestiones
frente a los sectores marginales, comienzan a caracterizar-
se por una voluntad disciplinante y correctiva. La vocación
terapéutica que proclaman, no excluye, en efecto, una fun-
ción represiva, y opera mediante el mecanismo de violenta-
ción simbólica, imponiendo significaciones y definiciones
como legítimas y disimulando sus relaciones con intereses
económicos y políticos de poder. (Fundaciones y campañas
financiados con capitales extranjeros, que importan meto-
dologías ya comprobadas como ineficaces en los países
más industrializados). Efecto complementario de un
conjunto de estrategias que inventa y define para sí tantos
modos de enfermar, delinquir, o marginarse de la so-
ciedad como nuevos métodos para curar, castigar, o "asis-
tir" a los marginales que produce.
Bibliografía
ARMANDO BAULEO
Citas bibliográficas
Acerca de la curación
Acerca de la contratransferencia
4. El análisis de la institución
del Análisis Institucional