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LOS ANARQUISTAS
QUIENES SOMOS
LO QUE QUEREMOS
NUESTRA REVOLUCIÓN
EDICIONES F.O.R.A.
Quienes somos
Ante todo: ¿quiénes somos?
¡Mentira! ¡Calumnia!
Sí y no.
Los anarquistas tienen odios: éstos son vivaces, múltiples; pero, sus
odios son la consecuencia lógica, necesaria, fatal de sus amores. Odian
la servidumbre, porque aman la independencia; detestan el trabajo
explotado porque aman el trabajo libre; combaten violentamente la
mentira porque defienden ardientemente la verdad; execran la
iniquidad porque tienen el culto de la justicia; odian la guerra porque
luchan apasionadamente por la paz.
Los rencorosos son los ricos, que cierran los ojos al cuadro de la
indigencia que los rodea y de la cual son causa directa; son los
gobernantes, que decretan la guerra a sangre fría, son los execrables
aprovechadores, que amasan fortunas con sangre y lodo; son los perros
de la policía, que hunden sus colmillos en la carne de los pobres; son los
magistrados, que sin pestañear condenan, en nombre de la ley y de la
sociedad, a los infortunados, sabiendo que son víctimas de esta ley y de
esta sociedad.
Voy a intentarlo.
Entonces, nadie querrá mandar, puesto que, por una parte, nadie
consentirá en obedecer, y que, por otra, toda veleidad de opresión
habrá sido quebrantada; nadie podrá enriquecerse a expensas de otro
puesto que la fortuna particular habrá sido abolida: sacerdotes
mentirosos y moralistas tartufos, perderán todo su ascendiente, puesto
que la naturaleza y la verdad habrán recobrado sus derechos.
Tal es, a grandes rasgos, la doctrina libertaria. He aquí lo que quieren los
anarquistas.
Pasa lo mismo y por el mismo motivo con aquél que niega y combate la
Propiedad, pero admite y sostiene la legitimidad y la beneficencia del
Estado y la Religión, y ocurre también lo mismo con aquél que niega y
combate el Estado, pero admite y sostiene la Religión y la Propiedad.
¿Por qué?
La guerra está declarada entre los dos principios que SE; disputan el
imperio del mundo: Autoridad o Libertad. El democratismo sueña con
una conciliación imposible: la experiencia ha demostrado el absurdo de
una asociación entre estos principios que se excluyen.
Es menester elegir.
Una vez abierto ante cada individuo, es decir, ante todos los seres
humanos sin ninguna excepción, el camino que conduce a un bienestar
sin cesar creciente, y a una libertad siempre más completa, el avance se
producirá, la marcha hacia adelante seguirá su curso tan rápidamente y
tan lejos -sin detenerse jamás- como el progreso infinito.
Pero es indispensable que, ante todo, la ruta sea abierta, y para que lo
sea es necesario destrozar los obstáculos que la obstruyen.
Este triple obstáculo sólo puede ser aplastado por el esfuerzo violento y
victorioso de las masas oprimidas, explotadas y engañadas.
He ahí en primer término una obra revolucionaria o, mejor aún, la
Revolución misma.
Pero que se nos diga qué hay de común entre este cambio de etiqueta y
la Revolución Social. Sobre la etiqueta que lleva el frasco leo
claramente: “Estado Obrero y Campesino, dictadura proletaria;
gobierno de los soviets”. Veo claramente todavía que la etiqueta y el
frasco son de color rojo, pero el líquido en el contenido es siempre el
brebaje de servidumbre, de miseria y de mentira.
Nuestra revolución trastocará de abajo a arriba toda la estructura
política, económica y moral, y sobre este derrumbe instaurará un medio
social que asegure a cada individuo el máximo de bienestar y libertad.