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de la Naturaleza Humana
Resulta sumamente curioso el hecho de que al iniciar el Tercer Milenio, la mayoría de las
Legislaciones del Planeta consideren la Libertad de Conciencia como uno de los pilares del
ordenamiento jurídico, y que -no obstante-, la discusión respecto a sus fundamentos y
alcances sólo se haya enmarcado en el ámbito extenso, pero no menos particular, del
análisis filosófico y jurídico.
Ello queda de manifiesto al revisar los conceptos que emanan de la Declaración Universal
de Derechos Humanos, cuyo Artículo 18 establece: "toda persona tiene derecho a la
libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de
cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o
creencia, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, por la
enseñanza, la práctica, el culto y la observancia".
Este principio ha sido refrendado por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
que agrega: "este derecho incluye la libertad de tener o de adoptar la religión o las
creencias de su elección". Por tanto, los mencionados instrumentos jurídicos reconocen
los derechos a la libertad de pensamiento, a la libertad de conciencia y a la libertad de
religión, los que "derivan de la dignidad inherente a la persona humana" (Considerando 2º
del Preámbulo del Pacto); y son expresión de un "reconocimiento de la dignidad intrínseca
y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana"
(Considerando 1º del Preámbulo de la Declaración Universal). Lo anterior, porque de
acuerdo con el artículo 1º de la Declaración Universal, los seres humanos están "dotados
de razón y conciencia", de modo que estos derechos no existen por concesión estatal,
menos de mayorías políticas circunstanciales: son anteriores en jerarquía jurídica a todo
poder establecido.
Estos derechos resultan, entonces, tan esenciales a la condición humana, que ni siquiera
"en situaciones excepcionales que pongan en peligro la vida de la nación y cuya
existencia haya sido proclamada oficialmente", se puede autorizar la suspensión de su
ejercicio, como lo establece expresamente el Artículo 4º del Pacto.
En el caso que nos ocupa, los compromisos específicos del Estado de Chile en esta
materia, derivan del texto expreso de la "Declaración Universal de Derechos Humanos", a
la cual el Estado chileno no sólo adhirió sino, aún más, contribuyó a establecer, y del
"Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos", que el mismo Estado suscribió,
ratificó y promulgó como ley de la República, el 30 de noviembre de 1976. A mayor
abundamiento, la reforma constitucional de 1989, estableció que tales tratados y pactos
internacionales, poseen rango de norma constitucional.
Como se puede apreciar, las concepciones jurídicas que mencionamos establecen que
estas libertades son inherentes a la persona humana, y que por ello resultan inalienables y
-al menos desde una perspectiva jurídica-, imposibles de escindir de la propia persona,
puesto que precisamente su pleno ejercicio es lo que otorga dicho estatus.
Podríamos añadir a lo anterior, el hecho de que en Occidente existe una larga tradición
ético-teológica en relación a la Libertad. Particularmente, uno de los fundamentos
teológicos de la cristiandad es la noción de "libre albedrío", cuestión que durante los siglos
XVII, XVIII y XIX fue ampliamente debatida por los herederos del Renacimiento, y cuyas
conclusiones generales bien pueden resumirse en la famosa sentencia cartesiana "cogito,
ergo sum", "pienso, luego existo", cuestión sobre la que volveremos más adelante.
Ello, porque a nuestro entender, hay una dimensión fundamental que ha sido
sistemáticamente ignorada, cuando no francamente rechazada en el debate de estos
conceptos. Nos referimos a la dimensión biológica del ser humano, cuestión que -a priori-
podría parecer un contrasentido cuando de lo que se trata -aparentemente- nada tiene
que ver con nuestra estructura biológica. Pero basta realizar un estudio superficial de
algunas muy actuales discusiones, para comprender que este ámbito del análisis tiene una
relevancia que va más allá de lo que habitualmente percibimos.
A modo de ejemplo, algunos casos sintomáticos: El Mercurio publica el pasado sábado 19
de febrero, un artículo reproducido de The Washington Post, titulado: "Violencia: en el
cerebro podría estar la respuesta", y señala en la bajada: "Un reciente estudio vincula
una menor cantidad de materia gris en un sector del cerebro con la predisposición a la
violencia en las personas. La investigación conmocionó a los científicos que buscan
causas fisiológicas para las actitudes antisociales, pero advierten que es demasiado
pronto para elaborar técnicas que permitan reconocer a los individuos propensos a la
violencia".
Por otra parte, estudios realizados en Europa y EE.UU. han tratado de comprobar que
ciertas conductas intrínsecas, estarían determinadas genética y/o hormonalmente. Es el
caso del estudio realizado en ratones, sobre una hormona que controlaría las conductas
maternales. Al suprimirse su circulación, las madres abandonarían todas las conductas
asociadas con la maternidad, y sus crías morirían de hambre. El estudio sugiere que dichos
efectos podrían ser homologables en el caso del Ser Humano, y que ello explicaría algunos
casos anómalos de madres que desatienden a sus hijos.
Como último ejemplo y sin entrar en mayores detalles, queremos mencionar el llamado
"Proyecto Genoma", que pretende desarrollar un mapa completo del genotipo humano.
Se señala que este "mapa", permitirá predecir la probabilidad de que ciertas
enfermedades genéticas se manifiesten en la vida de una persona, así como la tendencia a
desarrollar determinados cuadros psicológicos asociados a patrones genéticos.
En los EE.UU., y sin que el llamado mapa se encuentre aún completo, ya hay una fuerte
discusión en torno al uso que ciertas empresas estarían dando a la información genética
de sus empleados, utilizándola para rechazar postulaciones a trabajos, o bien, para
despedir a los trabajadores que el estudio determine como propensos a desarrollar ciertas
enfermedades. Al respecto, el gobierno norteamericano pretende establecer una
enmienda constitucional que prohiba el uso de esta información.
La primera cuestión que cabe preguntarse cae en un ámbito jurídico: si los resultados de
estos estudios son verdaderos, ¿con qué criterio legal podrá condenarse, por ejemplo, a
una persona que cometa un crimen, si se comprueba que posee "una menor cantidad de
materia gris", y que -por lo tanto-, su conducta violenta está predeterminada?, de igual
modo, ¿cómo podría culparse a una madre que abandona a sus hijos, porque por algún
motivo no desarrolló la "hormona maternal"?, o -finalmente-, ¿cómo se podría condenar a
un asesino en serie, si su estructura genética determinó el desarrollo de un cuadro sicótico
al llegar a cierta edad?
Lo segundo que surge es un cuestionamiento ético-filosófico: Si estos estudios confirman
que parte o la totalidad de nuestra naturaleza está determinada, ¿sobre qué base podría
sostenerse que las Libertades de Conciencia y Pensamiento son inherentes a la persona
humana?
Por ello, resulta absolutamente necesario comprender que nada se saca negando nuestra
dimensión biológica. Muy por el contrario. Ha sido el reiterado rechazo de la Filosofía y el
Derecho a integrar esta dimensión, lo que ha permitido a los Científicos explotar a sus
anchas el vacío que genera esta negación en la legislación y la jurisprudencia
internacional, y -de hecho-, ello ha llevado a la posibilidad de que las corrientes científicas
materialistas, se encuentren a punto de generar una concepción biológica que destronará
-más temprano que tarde-, los actuales fundamentos ético-filosóficos del orden jurídico
internacional.
La estructura científica materialista, nació precisamente del resultado del debate sobre
"Libre Albedrío y Determinismo" que resumíamos en la sentencia cartesiana: "Cogito, ergo
sum". Cuando Descartes fijó esta noción, quedó abierta la posibilidad de que un día -día
que está hoy demasiado cerca-, el materialismo pudiera finalmente establecer un dominio
absoluto sobre el Ser Humano.
Para estas tesis somos Mente y Cuerpo, separados, escindidos, divididos y -por cierto-
controlados y determinados por nuestros genes, nuestras neuronas o, tal vez, nuestro
músculo cardíaco.
Esto es correlativo a la tesis de que la ética y la filosofía son ajenas a nuestra dimensión
biológica ¡aunque sus concepciones estarían determinadas por esta!
Si todos los efectos tienen causas, entonces, ¿qué podemos entender por Libertad en el
mundo material y causal? Si -como sostienen las tesis materialistas que hemos venido
comentando- cualquier elección es consecuencia de un estado mental en el momento de
la opción, y si los estados mentales son parte de una cadena natural de causación
procedente de condiciones anteriores, entonces, ¿se es realmente libre?
Como puede fácilmente deducirse, si estas premisas fuesen ciertas, entonces todos los
planteamientos jurídicos y éticos de la Declaración Universal de Derechos Humanos, del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y de nuestra propia Constitución
Política serían, a lo menos, falsos e inaplicables, ya que no tendrían sustento más que en
el ilusorio ámbito "mental" de unos pobres sujetos controlados y determinados por sus
procesos metabólicos.
De allí que como primera gran conclusión debamos sostener que, si se pretende debatir
respecto a este tema en profundidad, lo primero que debemos establecer es una
estructura conceptual común, que permita superar esta aparente paradoja entre nuestra
"naturaleza jurídica" y nuestra "naturaleza biológica". Es precisamente aquí donde
queremos presentar nuestra primera posición.
Las tesis materialistas que comentábamos anteriormente, han tenido su más moderna
expresión en la llamada "Sociobiología". Esta disciplina es el resultado de todo el
conocimiento acumulado desde los Neodarwinistas de finales del siglo XIX, hasta sus más
modernos herederos conceptuales, entre los que destaca Richard Dawkins, autor de "El
Gen Egoísta", libro de texto en Evolución de gran parte de las universidades
norteamericanas.
Sin embargo, desde mediados de la década del '60, una nueva escuela de pensamiento
científico se originó en dicho país. Uno de sus precursores fue el biólogo Gregory Bateson,
padre de la Cibernética de 2º Orden y de la llamada Escuela de Palo Alto, en California.
Paralelamente, en Inglaterra, un investigador independiente, James Lovelock, realizó el
aporte más substancial a la moderna Teoría Sintética de la Evolución, al desarrollar la tesis
de que nuestro planeta es un Organismo Vivo, un "gran animal", al que bautizó como
Gaia, nombre de esta moderna teoría. Por su parte, también en esa época, en Chile dos
investigadores comenzaron a realizar una serie de experimentos y proposiciones
sumamente vanguardistas. Nos referimos a Humberto Maturana y Francisco Varela, el
primero, recientemente galardonado con el Premio Nacional de Ciencias.
Estas premisas surgieron por primera vez, como conclusión derivada del estudio de la
naturaleza de la vida.
Maturana y Varela, entre otros, llegaron a la conclusión de que la vida pertenece a un tipo
de fenómenos que sólo puede definirse de acuerdo a su capacidad de autorganización.
Esta propiedad la llamaron "autopoiesis", y es una pieza clave para comprender el porqué
de nuestra naturaleza. Cuando se comenzó a estudiar el modo en que los organismos
autopoiéticos se relacionan con el entorno, y con otros organismos, se avanzó hacia una
dirección no contemplada por el materialismo clásico. Resultó que las propiedades de
cualquier ser vivo, no están totalmente determinadas por las estructuras que los
componen. Es la ahora famosa sentencia de que "el todo es más que la suma de las
partes".
Dicho de otro modo, la causalidad tenía un límite, ya que a partir de los componentes de
un organismo autopoiético resultaba imposible predecir la totalidad de sus conductas.
Ciertamente, el acoplamiento estructural de las especies filogenéticamente más primitivas
resulta bastante menos flexible que en especies modernas, pero en general, la condición
básica de la vida es que escapa de las reglas y límites de los componentes que la
generaron.
Ello significa que en general, los grados de "libertad" biológica aumentan a medida que se
avanza en el árbol filogenético de la vida. Mientras más "moderna" es una especie en
términos evolutivos, menor es el grado de restricción que le imponen sus estructuras
materiales. El caso límite (por ahora) es el Ser Humano. No sólo el hecho de que al menos
desde hace 400 mil años la cultura reemplazó a la selección natural, sino además, que el
propio sistema nervioso generó un nivel donde no operan directamente las variables
fisiológicas -la Mente-, permitió comprender por primera vez que la Libertad Humana
tenía una base mucho más "material" que su simple formulación jurídica o filosófica.
De este modo, la "Nueva Biología" rescata y valida la intrínseca indivisibilidad del hombre
y la naturaleza, y a la vez, permite comprender y resolver de una vez por todas la discusión
de si somos "determinados" o tenemos verdaderamente "libre albedrío".
b) Como resulta imposible escindir las ideas de la persona que las elabora, no
puede condenarse a nadie por lo que piensa, ya que al hacerlo se condenaría de
igual modo lo que "es", es decir, su propia naturaleza como ser humano.
c) No hay modo alguno en que ciertas ideas puedan ser "prohibidas", sin que a la
vez ello implique "prohibir la existencia" de quienes piensan. Dado que el
pensamiento es intrínseco de la naturaleza humana, prohibir éste es atentar
contra aquella.
"No se juzga a Haider por su acción como socio del Gobierno. Aparentemente, se trata de
un inadmisible "proceso de intenciones". "En realidad, es el reconocimiento necesario de
que, en política, las palabras son hechos. Y hay que tratarlas en consecuencia"...
"Europa ha decidido que palabras de este tipo no son opiniones, sino hechos. Y como
tales, sancionables, sin esperar a acciones ulteriores. Y que, por lo tanto, el simple
acceso al Gobierno de un líder y de una fuerza política que ha cometido tales hechos
constituye ya un hecho que viola el tratado de Amsterdam y los valores que están en la
base del solemne pacto por el que se está construyendo la Europa de las democracias".
Como se puede apreciar, este filósofo llega a la formulación más clara de la pretensión
del sistema para proscribir ciertas ideas. Al transformar la palabra -logos-, en hecho -
facto-, funde y confunde el Ser con el Hacer.
La cuestión de fondo que esta pregunta trasunta es: ¿son legítimos los pensamientos
aunque se opongan a la democracia?
Como el propio autor se encarga de señalar, esta es una vieja disputa teórica: ¿Es
soberano el pueblo o son soberanos los valores en que se fundamenta la democracia?
Efectivamente, fue la interpretación del "Vox populi, vox Dei", la voz del Pueblo es la voz
de Dios, lo que legitimó el surgimiento y la validez ética de las primeras democracias
modernas a partir de las Monarquías y el Feudalismo. Aún más, nuestro continente y
nuestro país obtuvieron su independencia apelando precisamente a este principio.
No obstante, siguiendo a Flores d'Arcais, nada de esto sería válido, o más bien, sólo sería
válido si el resultado final fuese un sistema democrático.
Por ello nos parece interesante preguntar con qué legitimidad existen monarquías en
España o Inglaterra, las que -pese a ser constitucionales-, no representan
estructuralmente sistemas verdaderamente democráticos.
Finalmente, ¿qué podríamos decir de un país donde un gobernante rige durante medio
siglo, y cada vez resulta "democráticamente" reelecto por la amplia mayoría de los
electores?
A mayor abundamiento, qué podríamos decir entonces del Documento de los Provinciales
Latinoamericanos de la Compañía de Jesús, titulado "Neoliberalismos en América Latina",
en que se sostiene: "El Neoliberalismo, tal como se entiende en América Latina, es una
concepción radical del capitalismo que tiende a absolutizar el mercado hasta convertirlo
en el medio, el método y el fin de todo comportamiento humano inteligente y
racional"... "Este mercado absoluto no acepta regulación en ningún campo. Es libre, sin
restricciones financieras, laborales, tecnológicas o administrativas".
Resulta evidente que la actual proposición del Nuevo Orden Mundial no contempla
resolver estas cuestiones. Lo único importante para este modelo es que no haya
pensamientos contrarios a su hegemonía, ¡menos si los sostiene la iglesia! ¡menos si se
transforman en partidos políticos que se le opongan!, y por cierto, ¡muchísimo menos si
hay pueblos que se manifiesten contrarios a sus prerrogativas!
El escritor agrega: "Haga su juego como quiera, pero en el mundo real "se hace lo que
nosotros decimos", como expresaba el presidente Bush".
Como ejemplo de esta "real politik" señala: "Las guerras terroristas promovidas y
organizadas por Washington se dirigieron en gran medida contra la iglesia que (en
Centroamérica) se había atrevido a adoptar "la opción preferencial por los pobres", y, por
lo tanto, tenía que enseñársele las lecciones habituales por desobediencia criminal.
Casi no sorprende que esa horripilantes década (los '80), se iniciara con el asesinato de un
arzobispo y terminara con la matanza de seis líderes intelectuales jesuitas, en ambos
casos, por fuerzas armadas y entrenadas por Washington". ¡Ciertamente las palabras son
hechos!, ¡los Jesuitas debieron pensar y hablar con mayor cuidado, sobre todo si para
Estados Unidos ellos eran Comunistas!
Sin embargo, Chomsky señala que el problema existía aún antes de que el término
"comunista" se volviera disponible para etiquetar a los heréticos.
Ya en fecha tan temprana como 1787, en los debates sobre la Constitución Federal, James
Madison observó que: "En Inglaterra, en este día, si las elecciones fueran abiertas para
toda clase de gente, la propiedad de los dueños de tierras estaría insegura. Pronto se haría
una "Ley agraria". Para parar semejante injusticia "nuestro gobierno debe asegurar los
intereses permanentes del país contra la innovación", estableciendo pesos y contrapesos
para "proteger la la minoría de los opulentos contra la mayoría".
De este modo, asistimos a la formulación final de las tesis del determinismo materialista:
no somos libres porque estamos condicionados por nuestros genes, y jamás seremos
verdaderamente libres, porque el poder mundial siempre determinará los límites máximos
a los que pueda llegar el pensamiento.
"En Estados Unidos, sus pobladores son "entrometidos e ignorantes extraños" que pueden
ser "espectadores" pero no "participantes en acción". La "Gran Bestia", como Alexander
Hamilton llamaba a la temida y odiada Opinión Pública, "tiene que ser domesticada o
enjaulada, si el gobierno quiere asegurar "los intereses permanentes del país"".
Dado que en el tema de las interpretaciones en Chile tenemos de sobra -basta mirar las
"interpretaciones de la Ley"-, ciertamente esto quedaría al arbitrio absoluto de quienes
detentan el poder, como efectivamente ocurre.
Así, el día de mañana deberemos no sólo hablar con cuidado, sino además pensar con
cuidado.
A "alguien" o a "algo", se le puede ocurrir que cierta proposición teórica, cierta hipótesis,
cierto concepto o cierta palabra atenta contra el orden establecido... sin importar si una
iglesia apoya éticamente dicha propuesta, sin importar si un partido político legalmente
constituido la sustenta, sin importar si una enorme mayoría del pueblo la respalda. Las
ideas serán hechos, y las ideas peligrosas para el sistema serán hechos penalizables por el
sistema.
Nuestra lucha es por la libertad del Ser Humano en su más amplio grado, y por la Vida
en todas sus manifestaciones.
La Libertad de Expresión nunca ha consistido en estar de acuerdo con lo que la
autoridad de turno, la ideología dominante o la historia oficial pretenden implantar.
Todo lo contrario.
Es un logro de todos los que han luchado contra las miradas unidireccionales, las
proscripciones impuestas por la fuerza, los intentos de prohibir pensar... en síntesis,
contra los tabúes que se arrastran desde nuestros remotos orígenes tribales.
Porque -lo hemos dicho en otra parte-, la historia de la Conciencia es diminuta en relación
al tiempo que nuestra especie ha sido inconsciente, y los siete mil años de historia escrita
no dan cuenta de los setenta mil años de prehistoria oral, ni de los setenta millones de
años desde la aparición de los primates.
Y por eso, lo peor que podemos hacer al ingresar en el Tercer Milenio es, a la diminuta
fogata de la conciencia que hemos logrado encender en estos siete mil años de historia
escrita, apagarle algunos tizones porque su luz nos molesta.
Gregory Bateson sostenía: "los procesos políticos no son sino fenómenos biológicos,
¿pero qué político sabe esto?", por lo cual, ante el intento de prohibirnos pensar,
reunirnos y asociarnos, sólo podemos señalar que nuestra naturaleza nos hace libres, y
que no renunciaremos nunca a la libertad porque nunca podremos renunciar a lo que
somos.
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Notas:
Santiago de Chile de la Nueva Extremadura, 28 de Febrero del 2000. - Presentado por el autor en la Sede del Partido por la Democracia,
por invitación de la Directiva de las Juventudes del PPD. Las Juventudes del Partido por la Democracia (PPD), fueron las únicas que no se
manifestaron en contra de la realización del "Primer Encuentro Ideológico Internacional de Nacionalidad y Socialismo", en abril del
2000.