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I. Supremacía DE LA CONSTITUCIÒN
1. Objeto de la Constitución
2. Contenido de la Constitución
A. Preámbulo
3.
4. Presentación de la Constitución
1. Preámbulo
2. Parte Dogmática
3. Parte Orgánica
INTRODUCCIÒN
Pero, estas tres secciones están integradas dentro de una prescripción constitucional
denominada Preámbulo.
Al ser la Constitución un contrato social, esta debe contener objetivos tangibles, ya que, un
contrato sin objetivos es nulo y una Constitución sin objetivos puestos de manifiesto en el
Preámbulo, sería como una colección de palabras vacías.
En este sentido, de acuerdo con Haberle, citado por Landa Arroyo1el Preámbulo cumple
los siguientes fines:
4. Promueve el carácter jurídico del texto constitucional, al que se integra con carácter
vinculante indirecto.
I. Supremacía DE LA CONSTITUCIÒN
En efecto, no tendría ningún sentido que se postule una tarea interpretativa de parte de los
operadores del Derecho, si previamente no se define el valor y los caracteres que se
aparejan respecto de aquel instrumento, que precisamente se desea interpretar.
Así las cosas, y aunque es obvio con notoria frecuencia se suele predicar que una
Constitución es o representa la norma jurídica fundamental, la primera de las expresiones
normativas, creemos oportuno precisar, porque así lo impone el Derecho Constitucional,
las razones del por qué se invoca tan especial característica.
La Constitución es ante todo una norma, porque su contenido vincula o pretende vincular
jurídicamente tanto a los detentadores del poder estatal como a los destinatarios del
mismo. Tiene por consiguiente, una orientación eminentemente bilateral.
La razón de ese valor normativo, tiene, sin embargo, variantes que están más allá de la
simple articulación formal del ordenamiento jurídico, pues la supremacía que con ordinaria
frecuencia se predica de la Constitución, sólo se justifica si se repara tanto en su origen y
contenido, como en el papel o rol que le corresponde cumplir en el mundo del Derecho.
Por el primero de estos factores, es decir de cualquier otra en la medida en que aquella es
producto o resultado no de la voluntad de los poderes constituidos u ordinarios, sino de la
voluntad del Poder Constituyente creador por excelencia y único extraordinario e ilimitado,
por naturaleza.
Ninguna otra norma puede, por consiguiente, equiparársele, pues toda expresión del
Derecho que no tenga su nacimiento en la voluntad constituyente carece de los mismos
supuestos de legitimidad que acompañan a una Constitución.
Ahora bien, el que se predique la aplicabilidad de la norma fundamental no supone que tal
condición funcione inmediatamente y de manera uniforme en todas las hipótesis. Con
alguna razón se ha postulado desde hace buen tiempo que a toda Constitución le
acompañan peculiaridades especiales.
Mientras que unas se manifiestan hacia afuera, es decir, frente a otras normas jurídicas y
en ese sentido se habla de peculiaridades de la norma constitucional; otras, por el
contrario, se manifiestan al interior de los mismos dispositivos que la integran, hablándose
en tal sentido de peculiaridades en las normas constitucionales.
Todas las normas constitucionales se aplican, pero no todas ellas de la misma forma. Así,
un dispositivo que, por ejemplo, tiene que ver con el reconocimiento de una libertad
individual no es aplicado de manera semejante a uno, que en cambio, tenga que ver con el
principio de pluralismo económico. Si bien el carácter normativo de ambos no puede ser
colocado en tela de juicio, sus alcances operacionales difieren notoria o sustancialmente.
a. Normas operativas, y
b. Normas programáticas
Mientras que para las normas operativas, el nivel de aplicación es directo o inmediato, en
las programáticas, varía el mismo en función de determinados supuestos, siendo por tanto
semidirecto o mediato. Las normas operativas suelen asociarse a los derechos de tipo
individual y político y a la mayor parte de los dispositivos concernientes con el
funcionamiento orgánico del Estado. Mientras que las normas programáticas suelen
referirse a los derechos sociales, económicos y culturales, así como al conjunto de
obligaciones cuya responsabilidad queda sujeta al cumplimiento del Estado y sus órganos
de poder.
Con las normas operativas no existe mayor problema normativo, pues por principio, se
aplican íntegramente o en su totalidad. Con las normas programáticas los niveles de
aplicación pueden operar hasta en cuatro variantes:
a. En la medida en que una norma programática se encuentra contenida en la
Constitución y goza por ende de la supremacía innata que a ésta le acompaña,
puede anteponerse, y en ese sentido aplicarse, sobre normas de inferior jerarquía
que la desconozcan o vulneren.
b. En la medida en que una norma programática puede ser ejercitada por específicos
titulares en específicos casos (lo que acontece, por ejemplo, respecto del derecho
al trabajo, y el goce que del mismo atributo que pueden tener algunas personas en
particular) frente a la hipótesis de su transgresión -mediante actos u omisiones-
cabe la tutela y por tanto, la aplicación de la misma.
Cabe precisar que mientras las normas operativas se encuentran asociadas a los derechos
individuales y políticos (libertad individual, libertad de conciencia, derecho al sufragio), las
normas programáticas suelen ser aquellas otras de naturaleza económica, social y cultural
(protección al consumidor, derecho al trabajo, derecho a la educación). Tal esquema,
desde una perspectiva distinta, permite detectar en la idea de los derechos operativos,
cierta vinculación a la primera gran oleada o generación de atributos de la persona,
mientras que en la correspondiente a los de tipo programático, un nexo con los derechos
históricamente considerados de segunda o hasta de tercera generación.
Las normas programáticas, por otra parte, pueden ser clasificadas de diversas formas. Si
nos atenemos a lo que aparece en nuestro ordenamiento jurídico, podríamos hablar de
normas programáticos que exigen la implementación de condiciones esencialmente
técnicas (legislativas o en su caso administrativas), normas programáticas que requieren
condiciones económicas- sociales (habilitación presupuestal) y normas programáticas que
requieren tanto condiciones técnicas como económico sociales.
En cualquiera de tales hipótesis, nos dice el maestro Bidart Campos, queda claro que el
Estado ocupa un papel primordial, pues en la lógica del cumplimiento de sus
responsabilidades, reside el mecanismo de motorización o impulso eficaz del Derecho.
2. PRINCIPIO DE LA SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL
Esto significa que las leyes deberán ajustarse a la Constitución si pretenden ser validos y
regir efectivamente. Ninguna norma con rango de ley ni mucho menos con rango de
reglamento, podrán disponer de modo distinto a lo que dispone la Constitución. Solo será
posible considerar a la Constitución como norma fundamental de modo que la ley ni el
reglamento pueda contraponérsele eficazmente si es que se considera a la Constitución
como una norma rígida.
Así ha dicho el mencionado Tribunal: "el Tribunal Constitucional debe recordar que, en
todo ordenamiento que cuenta con una Constitución rígida y, por tanto, donde ella es la
fuente suprema, todas las leyes y disposiciones reglamentarias, a fin de ser válidamente
aplicadas, deben necesariamente ser interpretadas 'desde' y 'conforme' con la
Constitución”.
La Constitución es la norma de normas que disciplina los procesos de producción del resto
de las normas y, por tanto, la producción misma del orden normativo estatal.
Y es que no puede ser de otro modo pues una norma de tales caracteres (norma
fundamental y fundamentadora del ordenamiento jurídico) no puede depender en su
eficacia de ninguna otra. Es por eso de aplicación inmediata. Y para lo concerniente a las
normas sobre derechos constitucionales, debido al importante papel que juegan como
límites del poder y, por tanto, como obligaciones estatales, se exige además que los
derechos fundamentales8sean directamente vinculantes para todos los poderes del Estado
que el desarrollo que deba efectuar el Legislativo no se configure como una mediación
necesaria e imprescindible para su efectiva vigencia.
Sin embargo, para Bidart Campos, la clasificación más atractiva distingue entre: normas
operativas y normas programáticas.
Las normas operativas (autosuficientes o autoaplicativas), son las que por su naturaleza y
formulación ofrecen aplicabilidad y funcionamiento inmediatos y directos, sin necesidad de
ser reglamentadas por otra norma; la operatividad no impone esa reglamentación
solamente no la exige como imprescindible. En cuanto a las programáticas, como lo indica
el adjetivo, proponen un programa, y por ende son incompletas, viéndose requeridas de
otra norma ulterior que las reglamente o les permita funcionar plenamente. Se suele decir
que son de aplicación diferida, pero ello atentaría contra la supremacía constitucional, de
ahí que se afirme que producen efectos, como impedir que se dicten normas opuestas,
sirvan como pautas de aplicación para interpretar el derecho vigente y pueden dar lugar
incluso a la llamada inconstitucionalidad por omisión.
Desde otro punto de vista, que se basa en la doctrina alemana sobre las normas
materiales de la Constitución y su fuerza vinculante, se diferencian las siguientes clases de
normas:
c) normas de eficacia limitada, requieren de actos legislativos posteriores para que puedan
surtir sus efectos esenciales, su aplicación es indirecta, mediata y reducida; se subdividen
a su vez en dos clases:
Pero no es tan fácil de predicar la directa aplicabilidad para cuando se trata de ciertos tipos
de normas constitucionales que reconocen derechos y que presentan algunas
particularidades que matizan la vigencia de la regla general de aplicación inmediata. Estos
tipos de normas son al menos las siguientes tres: primera, normas constitucionales que
recogen derechos y limitaciones sujetas a ley; segunda, normas constitucionales que
recogen derechos cuyo ejercicio efectivo exige de una normativa adicional; y tercero,
normas constitucionales que recogen derechos cuyo ejercicio efectivo está supeditado a
que el Estado cuente con recursos económicos suficientes.
Formulada esta clasificación, es necesario advertir que estos tres grupos de derechos
pueden actuar de manera combinada, de modo que un mismo derecho puede estar
ubicado en más de un grupo.
Este grupo de derechos es, de los tres mencionados, el menos problemático para el
cumplimiento total de la regla general en tanto solo una parte o ámbito del cumplimiento
del derecho ha quedado supeditado a una regulación posterior. En los ejemplos
propuestos, mientras no se expidan las normas respectivas, no se habrá terminado de
delimitar totalmente el contenido jurídico de los derechos a solicitar y recibir información de
alguna entidad pública, y del de inviolabilidad de domicilio.
Pero ello no implica que desde un primer momento tales derechos no puedan ser
invocados por sus titulares para exigir su cumplimiento. Podrán hacerlo, e incluso hasta se
podría rechazar cualquier intento de sujetar al titular del derecho a alguna excepción o
limitación que sin desprenderse de la Constitución y debiendo haber sido formulada
legislativamente, aún no se ha hecho, o si se ha hecho se ha formulado de modo que
desnaturalizan el Derecho Constitucional mismo.
Se trata de derechos que siendo reconocidos por la propia Constitución, necesitan de una
legislación adicional, para así lograr su real y plena efectividad. Se trata de una legislación
que regulando el Derecho Constitucional (normas de desarrollo constitucional), posibilita
que sus titulares lo puedan ejercitar de modo pleno.
Alguno de los dispositivos constitucionales que recogen estos derechos: la obligación del
Estado de proteger especialmente al niño y al adolescente, a la madre y al anciano en
situación de abandono (artículo 4 de la Constitución Política del Perú); el derecho de todos
a la salud (artículo 7 de la Constitución Política del Perú); y el derecho universal y
progresivo de toda persona a la seguridad social (artículo 10 GP).
Tanto las normas sobre derechos que necesitan de desarrollo legislativo, como las normas
sobre derechos que suponen prestaciones estatales, no suponen la ineficacia total de la
regla general de aplicación inmediata de los derechos constitucionales. Es decir, la
vinculación efectiva de los obligados por los derechos constitucionales, no queda
suspendida, postergada y supeditada a la promulgación de la respectiva legislación o a la
obtención de los recursos correspondientes. La regla general de aplicación inmediata de
las normas constitucionales sobre derechos, en estos dos supuestos, se mantiene vigente,
aunque de modo matizado, de manera que genera un doble ámbito de vinculación.
- Vinculación Negativa
Esta vinculación significa que las normas constitucionales que reconocen derechos y que
necesitan de una legislación posterior o de recursos públicos suficientes para su plena
efectividad, obligan, a los ostentadores del poder político -mientras se da la ley o se
consigan los recursos- a no actuar o legislar en contra de los derechos constitucionales ahí
reconocidos. Es decir, puede ser legítimo que por razones justificadas aún no se expida la
ley que desarrolle y permita el ejercicio pleno de un derecho, o que por la inexistencia de
recursos no se pueda exigir al Gobierno el otorgamiento de determinadas prestaciones.
Pero lo que no es legítimo por ningún motivo, es que mientras se expida la ley o se
obtengan los recursos, el poder político efectúe actos positivos (normativos o no), en
contra de los derechos constitucionales.
- Vinculación positiva
1. OBJETO DE LA CONSTITUCION
a) De un lado organiza el ejercicio del poder en el Estado; desde este punto de vista puede
afirmarse que ella establece las reglas de juego de la vida institucional;
b) De otro lado, la Constitución consagra los principios que servirán de guía para la acción
de los órganos del poder público; desde este punto de vista, ella refleja una determinada
filosofía política.
La organización del ejercicio del poder en el Estado -o como podría también decirse, la
fijación de las reglas de juego- puede descomponerse en cierto número de normas que
determinan el status de los gobernantes así como la naturaleza y fines de su actividad
política. En esta forma la Constitución designa, de un lado, los individuos a quienes
corresponderá la adopción de las decisiones, fijando su competencia y las modalidades del
ejercicio de sus funciones; y, de otro lado, los procedimientos según los cuales serán
designadas las autoridades públicas.
Se puede afirmar que el poder se institucionaliza desde el momento en que deja de tener
como fuente fundamental la simple potencia material -la fuerza bruta, el poderío económico
o social- para basarse en una normatividad general y permanente, conocida y acatada por
todo el conglomerado y que repose en cabeza del Estado. Es esa la normatividad que
debe plasmarse en el marco de una Constitución.
Es necesario un título para gobernar y es la Constitución la que establece y define las
condiciones en las cuales ese título puede ser adquirido. Esta designación se traduce,
desde el punto de vista jurídico, en el hecho de que quedarían determinadas las
voluntades individuales que expresan, a su turno, la voluntad del Estado. Los beneficiarios
de tal designación serán así considerados como órganos del Estado. La Constitución es
pues, para los gobernantes, a la vez el fundamento de sus prerrogativas y la ley de sus
funciones. Ella establece en primer término su legitimidad. Esta se traduce en el hecho de
que el individuo o el grupo que gobierna cumplen su tarea en virtud de un título que emana
de la Constitución. Sus decisiones no pueden legítimamente imponerse, sino en cuanto se
presume que son decisiones de un órgano constitucional que valen como decisiones del
Estado. De esta manera el poder legítimo, dentro de un Estado de Derecho, es aquel que
surge y se ejerce en los términos establecidos previamente por la Constitución respectiva,
ya que esta instituye la autoridad de los gobernantes, la cual debe ejercerse
exclusivamente dentro de los términos previstos por la Constitución.
Estos principios se fijan, por regla general, en las llamadas declaraciones de derechos que
se incluyen en casi todas las Constituciones, aunque también ellos pueden ir, y de hecho
van, implícitos en las reglas generales de organización del ejercicio del poder. Así por
ejemplo al estipular una Constitución que el Poder Legislativo se ejercerá por los
representantes directos del pueblo o que el Poder Ejecutivo será encabezado por un
individuo elegido directamente por aquel, se está indicando que esa Constitución se inspira
en una concepción democrática del orden jurídico y político, totalmente distinta de aquella
según la cual el poder legislativo se ejerce al arbitrio de un gobernante absoluto, el cual no
debe su elección al pueblo, sino a otras fuentes, como la herencia o el respaldo de la
fuerza.
2. CONTENIDO DE LA CONSTITUCIÒN
Para Naranjo Mesa, el contenido de una Constitución debe obedecer, como es natural, a
los objetivos que esta se propone y que son fundamentalmente, como se ha señalado, los
de organizar el ejercicio de poder en el Estado y fijar los principios esenciales que deben
inspirar la acción pública, mediante la consagración de los derechos y libertades de que
son titulares los asociados, individual o colectivamente.
De esta manera se puede afirmar que una Constitución debe constar, básicamente, de dos
tipos de normas: normas de carácter orgánico y normas de carácter dogmático. Las
primeras son todas aquellas que se refieren directamente al primero de los objetivos
señalados: la organización del poder en el Estado. Las segundas consagran los derechos,
libertades y responsabilidades de los asociados y establecen los principios filosóficos que
deben inspirar la acción de los gobernantes.
Por ello se habla en las Constituciones de una "parte orgánica" y de una “parte dogmática".
Pero, además, las Constituciones contienen, por lo general, una "cláusula de reforma", es
decir, una o varias normas destinadas específicamente a prever y describir los
mecanismos para su propia reforma. Y la mayoría de ellas contienen también normas que
no se refieren propiamente ni a la organización del poder ni a declaraciones de derechos,
es decir, normas ajenas tanto a la parte orgánica como a la dogmática, que se podrían
calificar de neutras, pero que, por su importancia, el constituyente ha considerado
conveniente incorporarlas al cuerpo constitucional. Por lo demás, las Constituciones están
precedidas -salvo contadas excepciones de un Preámbulo, en el cual se trazan de manera
solemne y genérica los grandes principios que inspiran su expedición.
El contenido de la Constitución debe darse de acuerdo a los objetivos que esta propone y
que son fundamentalmente los de organizar el ejercicio de poder en el estado y fijar los
principios esenciales que debe inspirar la acción política, mediante la consagración de
derechos y libertades que son titulares los asociados, individual o colectivamente.
De esta manera se puede afirmar que la Constitución debe tener dos tipos de normas
básicas. Normas de carácter orgánico y normas de carácter dogmático. Las primera son
todas aquellas que se refieren directamente a la organización del poder en el Estado y las
segundas consagran derechos, libertades y responsabilidades de los asociados y
establecen los principios filosóficos que deben inspirar la acción de los gobernantes.
Sin embargo a primera vista resultaría muy paradójico que se hable de partes o estructura
interna de una Constitución en abstracto, pues evidentemente en cada estado esta
presenta modalidades muy diversas y su contenido varía notablemente. Sin embargo de la
noción de Constitución que hemos tratado y por la naturaleza y finalidad de este estatuto
jurídico fundamental, se considera que la estructura se cimenta en pilares que son
uniformes y que en la doctrina es tarea común dividir.
1. NORMAS RELATIVAS A LA ORGANIZACIÒN DEL ESTADO O PARTE
ORGÀNICA
Como es lógico, estas normas varían en cada Constitución, según el Estado de que se
trate. No obstante, se ha criticado la manera como este tipo de normas tienden a repetirse
en los textos constitucionales; Burdeau observa que existe una especie de conformismo
constitucional que hace de las constituciones textos estereotipados que no tienen sino una
lejana relación con la vida política real.
Hace mención a los derechos, obligaciones, garantías, etc., de la persona y de los grupos
sociales adscritos al Estado.
Ahora bien, las normas contenidas en corpus constitucional pueden clasificarse en normas
declarativas, normas operativas o autos aplicativos y normas programáticas o de
principios.
A. Preámbulo
Cada vez con mayor frecuencia se aprecia que las constituciones modernas adoptan el
establecimiento de un exordio o preámbulo. En cuanto al Perú, esta opción fue ejercida por
primera vez en la Constitución de 1979.
"Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una unión más perfecta,
establecer la justicia, asegurar la tranquilidad interior, proveer a la defensa común,
promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para todos nosotros y
para nuestra posteridad, ordenamos y establecemos esta Constitución para Estados
Unidos de América".
Por su parte, el preámbulo de la Constitución colombiana de 1991 reza así: "EI pueblo de
Colombia en ejercicio de su poder soberano, representado por sus delegatarios a la
Asamblea Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios, y con el fin de
fortalecer la unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el
trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco
jurídico, democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social
justo, y comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana decreta,
sanciona y promulga la siguiente Constitución Política de Colombia”.
"EI pueblo francés proclama solemnemente su adhesión a los derechos del hombre y a los
principios de la soberanía nacional tal como han sido definidos por la declaración de 1789,
confirmada y completada por el preámbulo de la Constitución de 1946, en virtud de estos
principios y del de la libre determinación de los pueblos, la república ofrece a los territorios
de ultramar que manifiesten la voluntad de adherir a ellos, instituciones nuevas fundadas
sobre el ideal común de libertad, de igualdad y de fraternidad, y concebidas en vista de su
evolución democrática.
A partir de 1948, con la aprobación de la Carta de las Naciones Unidas, que proclamó,
entre otras cosas, la libre autodeterminación de los pueblos y el derecho al desarrollo de
todos los Estados, se reiteraron los derechos de primera y segunda generación y se
consagraron los llamados "derechos de tercera generación". Esos derechos se predican
para las colectividades, pueblos, minorías étnicas o políticas, grupos religiosos, etc. Entre
estos derechos se destacan el derecho a la solidaridad, a la paz, al ambiente sano, así
como los derechos culturales, etc. Como garantía de ellos se consagran las llamadas
"acciones populares" o de grupo.
Para algunos autores las declaraciones de derechos tienen por objeto inspirar al legislador,
pero no pueden imponerse al juez, en tanto que para otros, al contrario, tendrá valor de ley
constitucional y podrían, por consiguiente ser sancionados en caso de violación.
Prácticamente, el problema se reduce a saber si un individuo puede jurídicamente reclamar
el beneficio de una disposición inscrita en la declaración, para obtener reparación si ella es
desconocida.
Como explica Burdeau, para resolver el problema del valor jurídico de las declaraciones de
derechos, es necesario distinguir en las declaraciones dos categorías de disposiciones:
Dentro de esta categoría pueden incluirse todas aquellas disposiciones referentes, por
ejemplo, al régimen de familia, al ejercicio de ciertas profesiones u oficios, al régimen de
propiedad o, en general, normas de carácter social o económico distinta de las que
consagran derechos específicos en estos campos. Como dice Burdeau, se considera a
menudo a estas disposiciones como extrañas al contenido lógico de una Constitución, pero
erróneamente, puesto que la Constitución no tiene solamente por objeto definir el status
orgánico del Estado, sino también expresar la idea de Derecho directriz de la actividad
estatal.
3. PRESENTACION DE LA CONSTITUCION
Resulta complejo describir las diversas formas en las cuales puede presentarse los textos
constitucionales, según el querer de cada Estado. Las hay muy extensas y
pormenorizadas, que van en ciertos casos hasta el detalle superfluo, y caen en un
reglamentarismo impropio de una Constitución.
Las Constituciones expedidas en el mundo en las últimas décadas tienden a ser de este
tipo, al incluir normas que no son propiamente constitucionales y caer en excesivo
reglamentarismo. Como ejemplo de estas tenemos la española de 1978, la brasileña de
1989 y la colombiana de 1991, así como algunas centroamericanas.
Como afirma Biscaretti Di Ruffia, la mejor solución parece estar en el justo medio, ya que
si, por un lado, el excesivo laconismo de una Constitución puede permitir al legislador
ordinario cambiar, en la práctica, sensiblemente el mismo contenido mediante sus normas
de actuación; de otro lado la prolijidad excesiva disminuye su prestigio, ya que requiere
demasiadas y frecuentes revisiones.
Por regla general, las Constituciones van precedidas de un preámbulo en el cual como
hemos indicado, se consignan en forma solemne los principios ideológicos que han
inspirado al constituyente para promulgarla. Viene enseguida el contenido mismo de la
Carta, el cual se suele dividir por materias, en títulos, o capítulos, o secciones. Cada uno
de ellos se compone de artículos, en los cuales se consignan las disposiciones particulares
correspondientes a la materia de que se trata. Los artículos pueden, a su tumo, estar
subdivididos en ordinales o en partes. También pueden constar de varios numerales,
cuando se trata de relacionar, por ejemplo, las atribuciones o funciones de algún órgano
del Estado, autorizaciones, prohibiciones o limitaciones concedidas o impuestas a
determinado agente del poder. Por lo general las cláusulas de reforma van al final del texto
constitucional y las declaraciones de derechos al comienzo del mismo.
1. PREÀMBULO
"En nombre de Dios, por cuyo poder se instituyen todas las sociedades, y cuya sabiduría
inspira justicia a los legisladores. EI Congreso Constituyente del Perú, en ejercicio de todos
los poderes que han conferido los pueblos a todos y cada uno de sus representantes, para
afianzar sus libertades, promover su felicidad por una Ley Fundamental el gobierno de la
República, arreglándose a las bases reconocidas y juradas”.
Escribe Juan Ferrando Badìa que: "EI Preámbulo de una Constitución junto con su parte
dogmática contiene los principios ideológicos inspiradores de su parte dogmática. Las
instituciones jurídicas incluidas en esta (y las políticas que se vayan surgiendo mediante la
praxis) son o han de ser encarnaduras de aquellos. Ahora bien, una cosa es constatar este
hecho y otra establecer el "valor jurídico" del Preámbulo. Ciertamente, además de recoger
en su seno los principios y el espíritu de la Constitución, sirve de instrumento
hermenéutico, imperativo de la misma.
Pero, constatar todo esto no significa afirmar que el Preámbulo tenga una eficacia jurídica
imperativa o preceptiva. Los Preámbulos de cualquier texto jurídico son tan solo
instrumentos interpretativos del mismo, pero nunca sirven para "sustituir" o "suplantar" el
contenido prescrito o impuesto por el citado contenido jurídico estatutario o constitucional".
2. PARTE DOGMÀTICA
La conformación de la sociedad y la vigencia del Estado peruano está en función del fin de
la Constitución: La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad; para facilitar
la plenitud de sus derechos se debe garantizar, sin restricciones, sus libertades dentro del
Estado de Derecho, como son: derecho a la vida, al nombre, a la integridad física, a la
nacionalidad, a la libertad de conciencia, a la libertad de opinión, entre otros derechos.
La protección de la persona humana no se limita hoy a un ámbito local o nacional, sino ella
se ha convertido en un valor mundial garantizado por un conjunto de instrumentos
internacionales, como la Declaración Universal de Derechos Humanos del 10 de diciembre
de 1948 y los dos Pactos Internacionales de las Naciones Unidas de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales de Derechos Civiles y Políticos del 16 de diciembre de
1966, la Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y la Sanción del Delito de
Genocidio del 9 de diciembre de 1948, la Convención Internacional de las Naciones Unidas
sobre la eliminación de todas las formas de Discriminación Racial del 21 de diciembre de
1965, la Declaración de las Naciones Unidas de los Derechos del Retraso Menstrual del 20
de diciembre de 1971, la Declaración de las Naciones Unidas de los Derechos de los
Impedidos del 9 de diciembre de 1975, la Convención de las Naciones Unidas sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer del 18 de diciembre de
1979, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Principios Fundamentales de
Justicia para las Víctimas de Delitos y del Abuso del Poder del 29 de noviembre de 1985,
la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño del 20 de noviembre
de 1989, las Normas Uniformes de las Naciones Unidas sobre la Igualdad de
Oportunidades para las Personas con discapacidad del 20 de diciembre de 1993, la
Convención sobre la Prohibición del desarrollo, producción y el almacenamiento de armas
bacteriológicas (biológicas) y toxìnicas y sobre su destrucción del 16 de diciembre de 1971,
la Convención de la UNESCO relativa a la lucha contra las Discriminaciones de la Esfera
de la Enseñanza del 14 de diciembre de 1960, la Declaración de Principios de la
Cooperación Cultural Internacional de la UNESCO del 4 de noviembre de 1966, la
Recomendación de la UNESCO relativa a la situación de los Investigadores Científicos del
20 de noviembre de 1974, entre otros.
Al lado de estas libertades la persona humana posee el derecho de fijar a su libre albedrío
el lugar de su residencia y elegir libremente; la persona tiene derecho al trabajo en forma
eventual, periódica o permanentemente, bajo condiciones dignas.
Estos derechos son de importancia, están incluidos en la Constitución, pero esto no quiere
decir que los enumerados allí sean los únicos existentes. Estos derechos fundamentales no
han sido otorgados por los legisladores, sino que pertenecen a nuestra naturaleza misma
de personas humanas.
Son derechos que son anteriores y están por encima de cualquier norma legal u
ordenamiento estatal.
La Constitución debe proteger las libertades de las personas, estén éstas enumeradas o
no en ella, de las regulaciones opresivas, arbitraras o confiscatorias.
El Congreso produce leyes, esto es la función de legislar. También aprueba los proyectos
de ley emitidos por el Poder Ejecutivo.
El Congreso puede exigir informes a cualquiera de los Poderes del Estado, así como el
Banco Central de Reserva y la Contraloría General de la República. A partir de ello puede
realizar investigaciones, respetando siempre la función de los otros dos poderes.
El Pleno del Congreso está integrado por el total de los 120 congresistas.
a. En las sesiones:
Del Pleno.
De la Comisión Permanente; y,
De las Comisiones.
b. En el grupo Parlamentario:
El Consejo Directivo lo integran los miembros de la mesa directiva y los portavoces de los
grupos parlamentarios. Este aprueba el presupuesto y el plan de trabajo del Congreso, la
agenda de cada sesión plenaria, etc.
El Poder Ejecutivo es aquel que se encarga de la función de Gobierno, por eso muchas
veces se utiliza ambos sustantivos como sinónimos.
El régimen político peruano es presidencial y no parlamentario, tradición que se confirma a
partir de la Constitución de 1828, que tomó algunas instituciones del modelo
norteamericanas, entre ellas el presidencialismo, y modelo francés el Consejo de Ministros.
Uno elegido por los miembros de los Colegios de Abogados del país en votación
secreta.
Dos elegidos, en votación secreta, por los miembros de los demás Colegios
Profesionales del país, conforme con la ley.
Uno elegido en votación secreta, por los rectores de las universidades nacionales.
Uno elegido, en votación secreta, por los rectores de las universidades particulares.
El número de miembros del CNM puede ser ampliado por éste a nueve, con dos miembros
adicionales elegidos en votación secreta por el mismo Consejo, entre sendas listas
propuestas por las instituciones representativas del sector laboral y del empresarial.
Para ser miembro del Consejo Nacional de la Magistratura se requieren los mismos
requisitos que para ser Vocal de la Corte Suprema, salvo lo previsto en el inciso 4 del
artículo 147.
El miembro del CNM goza de los mismos derechos y está sujeto a las mismas obligaciones
e incompatibilidades fijadas para los vocales supremos, esto significa que percibirán las
mismas remuneraciones y su función será a tiempo completa.
- Ratificará a los jueces y fiscales de todos los niveles, cada siete años.
Entre los requisitos para ser Fiscal Supremo están: ser peruano de nacimiento, ser
ciudadano en ejercicio, ser mayor de 50 años, haber sido Fiscal o Vocal de la Corte
Superior por no más de 10 años o abogado en ejercicio o desempeñando cátedra
universitaria por no menos de 20 años y gozar de conducta intachable.
Para ser Fiscal Superior se requiere además de los primeros requisitos anotados, tener
más de 35 años de edad y haber sido Fiscal de Juzgado o de Juez de Primera Instancia o
de Instrucción por no menos de 7 años o abogado en ejercicio o catedrático por no menos
de 10 años.
Para ser nombrado Fiscal Provincial se requiere en cuanto a edad tener no menos de 28
años y haber sido Adjunto al Fiscal Provincial o Juez de Paz, Relator o Secretario de Corte
durante 4 años o abogado en ejercicio o catedrático no menos de 5 años.
Los requisitos son similares a los que contiene la Ley Orgánica del Poder Judicial
(L.O.P.J.) para los magistrados.
Para ser elegido o destituido del cargo de Defensor del Pueblo, requiere una aprobación
del Congreso de 80 votos, lo que representan los dos tercios del total de congresistas, lo
que nos da una seguridad de que el Defensor del Pueblo es elegido por consenso y no es
impuesto toda vez que nuestro país es relativamente imposible que un partido obtenga
representación parlamentaria que alcance los dos tercios.
El Defensor del Pueblo tiene la misma inmunidad y prerrogativas que los congresistas.
La ley establece que para ser elegido Defensor del Pueblo debe tener como mínimo 35
años y ser abogado. El cargo tiene una duración de 5 años y puede ser reelegido, ya que
la ley no lo prohíbe; y no está sujeto al mandato imperativo.
Actúa, resuelve y decide sin la menor subordinación. O puede ejercer la profesión de
abogado, dedicándose exclusivamente a su función como Defensor del Pueblo, pudiendo
solo dedicarse a la enseñanza universitaria.
En octubre de 1993, fue sometida a referéndum la última Carta Constitucional que cuenta
con varias innovaciones, entre ellas, el Capítulo XII titulado ya no “Defensa Nacional y el
Orden Interno”, sino esta vez “De la Seguridad y la Defensa Nacional”.
Sobre el tema del orden interno, la Constitución vigente de manera específica se refiere a
este concepto en varias oportunidades.
Como señala Edgardo Mercado Enterría Jarrìn señala que la Seguridad Nacional va más
allá de los límites de lo que se conoce corrientemente como Defensa Nacional, porque no
solo se aplica medidas políticas, económicas y psicosociales.
La Seguridad fue definida como la garantía que el Estado otorga a la Nación para a
consecución de los objetivos nacionales a pesar de las oposiciones actuales o potenciales.
Indica, además, que las FF.AA. y P.N.P. no son deliberantes y están subordinadas
al poder constitucional.
Dispone también, que los efectivos de los institutos armados serán fijados por el
Ejecutivo y los ascensos a los generales y almirantes serán otorgados por el
Presidente de la República y que en casos de delito de función, los miembros de
las FF.AA. y P.N.P. serán sometidos al Código de Justicia Militar.
3.8. SISTEMA ELECTORAL
En el acto electoral se debe tener en cuenta la voluntad debe ser respetada de acuerdo al
resultado. También se debe planificar anticipadamente todo proceso electoral y debe
supervisar que las elecciones en su realización sean transparentes y cumplan las normas
de imparcialidad.
Este organismo será presidido por un jefe nombrado, por el Consejo Nacional de la
Magistratura, por un período renovable de cuatro años mediante concurso público.
La RENIEC tiene amplias atribuciones: la inscripción de todos los actos que dan origen o
modifican el Estado Civil; el cumplimiento de una serie de funciones de naturaleza
electoral, que de manera específica y fiscalizada eran potestad del subrogado registro
electoral.
Los pilares básicos del Estado: territorio, población y poder político, ya no bastan para
explicar los cambios que se producen en la composición jurídica de los Estados
contemporáneos.
Las regiones, como debe ser, hacen de la iniciativa libre de los ciudadanos para crear
regiones autónomas o integrarse entre sí. Esta iniciativa se ejercerá mediante referéndum,
el cual también puede servir a las poblaciones de provincias y distritos para cambiar de
circunscripción departamental o eventualmente regional.
El artículo 190 de nuestra Constitución menciona que las regiones se crean sobre la base
de áreas contiguas integradas históricas, culturales, administrativa y económicamente,
conformando unidades geoeconòmicas sostenibles.
Uno de los grandes aportes de la cultura hispánica fue el ejercicio autónomo y participativo
de la vida urbana, a través del cabildo y la municipalidad. A democracia llega a nuestros
países no por vía del Estado, sino por medio del vecindario, que se constituyó en la base
social de una institución que a pesar de los cambios históricos ha mantenido sus esencias
democráticas.
Históricamente ellas pasaron por muchos ciclos, desde la elección vecinal en sus orígenes
hasta el nombramiento directo por el virrey, pasando por su etapa decadente, cuando la
alcaldía y los puestos de regidores eran subastados a mejor postor durante la colonia.
Durante la República, el municipio vivió en la inestabilidad, hasta 1896 donde se
restableció la elección de alcaldes, no obstante los gobiernos altamente centralizados
prefirieron seguir delegando sus responsabilidades a los prefectos o gobernadores, en los
años sesenta nuevamente fueron restablecidos, teniendo una vida efímera hasta ser
restablecidos plenamente en los inicios de la década del ochenta.
Las municipalidades son los órganos que representan al vecindario de una ciudad o
localidad promoviendo la adecuada prestación de los servicios públicos locales (limpieza,
parques, tráfico vehicular, ornato de la ciudad, etc.), fomentando el bienestar de los
vecinos y el desarrollo integral de su localidad