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La importancia del lenguaje

En cuanto al desarrollo humano y la importancia que ha adquirido en la


agenda internacional, estamos ante un ejemplo más de cómo los poderes
económicos y políticos se apropian de un término socialmente bien
recibido para esconder tras él sus intereses. Si bien es cierto que hasta
1970 no hubo problema para los gobiernos y empresas en defender sin
tapujos el crecimiento económico como sinónimo de desarrollo, con la
adopción de conciencia crítica y voluntad de cambio por parte de la
sociedad y de parte de la comunidad académica, se tuvo que aceptar que
esa relación economicista no podía sostenerse. A partir de entonces, se
habló de desarrollo humano y de la importancia del capital humano sobre
el capital físico. Esa importancia que, sobre el papel, se dio a las personas,
no ha conseguido cambiar la realidad. Hay muchos informes,
documentos, manifiestos y escritos que defienden una economía más
humana y un desarrollo mejor (sostenible, de rostro humano…), pero en
el mundo actual el modelo de desarrollo predominante sigue basándose
en un crecimiento económico que, por definición, es insostenible y que,
además, es manifiestamente injusto socialmente.

La única diferencia entre los modelos de antes de 1970 y del S.XXI es en la


forma. En el fondo sigue siendo una concepción muy economicista del
desarrollo. La forma ha cambiado: ahora se nos vende con etiquetas
amigables como “desarrollo humano”. No es cuestión de desprestigiar la
gran labor de instituciones internacionales y de organizaciones no
gubernamentales en la lucha real por un desarrollo mejor, pero sí es
necesario criticar la apropiación de términos como “humano” o
“sostenible” para seguir haciendo las mismas cosas bajo un envoltorio
más atractivo.

Aunque la corriente mainstream corrobora esta crítica, sí es cierto que


existen proyectos para promover un desarrollo diferente. Las teorías del
decrecimiento, la “economía del bien común” y otras fórmulas de
desarrollo plantean alternativas frente a la concepción tradicional y
mayoritaria. Es importante tener en cuenta a las personas, en un mundo
en el que lo que más importa es el capital.

Podemos finalizar esta reflexión con las ideas del propio Amartya Sen: el
simple hecho de considerar importante el capital humano no significa per
se un cambio en la forma de proceder, puesto que se puede considerar el
capital humano como un simple mecanismo para generar ingresos. Es
decir, aunque añadamos conceptos humanistas, podemos estar
utilizándolos para justificar actuaciones economicistas.

El desarrollo ha de desligarse de la economía tal y como la entendemos


actualmente. El desarrollo (humano, ambiental, social) no es ajeno al
modelo económico, pero el modelo económico actual es incompatible con
un desarrollo que realmente beneficie a las personas y al medio ambiente.

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