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EDIFICANDO CASA AL SEÑOR

Familias Ordenadas parte 2


Pastor Emmanuel Fernandez 26/05/2019
Introduccion: 5 Familias: Elías y Analía, David y Ana, Ignacio y Mariela, Berenice y Cecilia
1) Ser Sinceros, Transparentes e Íntegros.

Ejemplo la Vida de David. Lo que el hizo en lo oculto los hijos lo hicieron en público.
2 Samuel 12:11-13 2 Samuel 16:21-22
Como padres tenemos que ser ejemplo.
• • Si hay mal carácter hay que arrepentirse y cambiar porque nuestros hijos también tendrán mal carácter pero
potenciado.
• • Si te enojas con facilidad tus hijos serán mas violentos
• • Si tenes impulsos o deseos y no abriste tu vida, ellos serán muy livianos en sus vidas

2) Debemos corregir, somos responsables

Ejemplo la Vida del Sacerdote Eli, no corrigió hizo la vista para otro lado.
No enseño ni trasmitió el temor a Dios a sus hijos.
1 Samuel 2: 12-36

POSTURAS INDEBIDAS DEL HOMBRE Y DE LA MUJER


1. Del hombre
– No asumir su rol como cabeza del hogar. Ya sea porque la mujer no le permite; o porque adopta la postura más
cómoda. El marido debe asumir su rol con toda responsabilidad. De otro modo, pondrá una sobrecarga sobre su esposa,
agobiándola bajo el peso de la responsabilidad de toda la familia. Entonces ella debe ocuparse de tomar las decisiones en
cuanto a los arreglos de la casa, la administración del dinero, la salud, la disciplina, la vida espiritual, etc. Tal hombre cree
que su función se limita a trabajar fuera de la casa, traer el sueldo a fin de mes y entregárselo a su esposa. Que luego ella
se arregle con todo.
– Anular a su mujer. Dios le dio al hombre una ayuda idónea, pero algunos no le dan lugar. Quieren hacerlo todo. No
conversan con ella, no les interesa su opinión. No le delegan responsabilidad. Tales hombres son tan absorbentes, tan
‘completos’ y tan necios que subestiman y anulan a su esposa, la valiosa ayuda que Dios le dio. Su mujer así se siente
frustrada y amargada. El hombre debe reconocer las áreas específicas donde la mujer tiene responsabilidad directa, para
que ella pueda desempeñar su función con criterio propio, creatividad, gusto y con ese casi ‘mágico toque femenino’.
2. De la mujer
– Usurpar el lugar de su marido. Ella se extralimita en su responsabilidad. Ocupa el liderazgo de la familia, anulando a su
marido. Quiere dirigir todo, tener siempre la última palabra. Subestima la opinión del marido. Siente que toda la carga de
la familia está sobre ella. En este sentido nuestra generación sufre esto como secuela de la 2º guerra mundial. Al salir el
hombre a la guerra por años, la mujer tuvo que tomar su lugar. La guerra terminó, los hombres volvieron, pero pocas
mujeres tuvieron la gracia de devolver el lugar a sus maridos. La mujer no ha sido diseñada por Dios para llevar semejante
carga. No solo arruina a su marido y viola el orden de Dios, sino que ella misma vive sobrecargada, agobiada. Sus nervios
se alteran pues siempre vive tensa. No sabe confiar en su marido, descansar, relajarse, confiar en Dios. Quiere decidirlo
todo, controlarlo todo...
Después de ciertos años su salud se quebranta. No conoce el reposo que hay en la sujeción. Y a veces cuando quiere
reaccionar ya es tarde; con su actitud ha forjado un marido inútil para gobernar el hogar. El resultado es un matrimonio
infeliz e hijos criados en medio de este mal ejemplo que volverán a repetir estos en futuros hogares.
– Tener una postura independiente de su marido. Aunque en las cosas generales reconozca la autoridad de su marido, en
lo personal se independiza. Tiene objetivos propios. Maneja su propio dinero. Cultiva sus propias amistades. Busca su
propia realización. Da prioridad a su profesión (si es que le tiene). No comparte ciertas áreas de su vida. Hace sus propios
programas. No se interesa mucho en los proyectos, actividades, amistades de su marido. Cuando estas cosas comienzan a
darse, el matrimonio está yendo por mal camino. ¡Peligro!. Es necesario revisar a fondo, detectar las causas y subsanarlas
urgentemente con la ayuda de Dios. Pues el matrimonio es una unidad total, “una sola carne”.
VI. RESPONSABILIDADES ESPECÍFICAS DEL HOMBRE Y DE LA MUJER
Ya hemos señalado que el hombre es el responsable general, el supervisor de todas las áreas, pero hay responsabilidades
específicas que le corresponden a él. Otras a la esposa, y otras a ambos.
1. Responsabilidades específicas del hombre.
a. Gobernar el hogar. 1 Tim. 3:4; 3:12
b. Trabajar para proveer el sustento de la familia. El varón es el principal responsable. Gn. 3:19; 1 Tes. 4:11-12; 1
Tim. 5:8
c. Amparar, proteger, cuidar, sostener. Ef. 5:29. Dios llama a las viudas desamparadas, pues la función del varón es
amparar, defender a la familia, ser cobertura total. Sal. 68:5-6
d. Tener el papel preponderante en la formación de los hijos varones, especialmente desde los 8 a 10 años, en la
afirmación de los valores de su masculinidad, en la enseñanza de habilidades, trabajos manuales, oficios,
negocios, deportes, en la educación sexual, etc.
e. Ser el responsable principal de la disciplina y la corrección de los hijos. 1 Sam. 3:12-13, He. 12:7-9
f. Ser el sacerdote de la familia, el líder espiritual. Enseñando, guiando y edificando a la familia en el Señor. Gn.
18:19
g. Ocupar los cargos de liderazgo en la iglesia. 1 Tim. 2:11-14
2. Responsabilidades específicas de la mujer
a. Ocuparse más dedicadamente a la crianza de los hijos. Tiene el alto oficio de ser MADRE. Aún biológicamente
Dios ha hecho a los hijos más dependientes de la madre. 1 Tim. 2:15; 1 Tim. 5:14
b. Atender, cuidar la alimentación de la familia. Pr. 31:14-15
c. Ocuparse de la vestimenta. Pr. 31:21-22
d. Atender la casa, Tito 2:5
e. Cooperar con ingresos económicos en la medida que fuera necesario o factible. En lo posible, sin ausentarse de su
hogar. Pr. 31:16-18 y 24.
f. Cuidar de la formación integral de las hijas. Enseñarles desde temprano todo lo concerniente a su femineidad,
educación sexual, modales y comportamiento social, tareas domésticas, habilidades manuales, conducta frete al
sexo opuesto, etc.
g. Enseñar las Sagradas Escrituras a los hijos. Timoteo desde joven pudo ser un ministro de Dios, pues desde niño
había sido adoctrinado por su madre y su abuela. 2 Tim. 1:5 y 3:14-15
h. Enseñar a las mujeres jóvenes a desempeñar su rol de esposa y madre. Tito 2:3-4
3. Responsabilidades de ambos
Obviamente hay muchas áreas que son responsabilidad de ambos cónyuges: planificación familiar, educación de los hijos,
salud e higiene, recreación, administración de las finanzas, nuevas adquisiciones, vida espiritual, formación de carácter y
buenos hábitos, estudios de los hijos, obra del Señor, buenas obras, etc.
Para un buen desempeño de estas responsabilidades compartidas es necesario tener una buena comunicación, dialogar
con respeto y amabilidad, comprender y valorar el
punto de vista del otro. (La mujer es más intuitiva, el hombre es más cerebral y ambos puntos de vida son necesarios). A
veces también es bueno consultar a terceros.

4. La ocupación del hombre y de la mujer


– En términos prácticos, normalmente el hombre ocupará la mayor parte de su día en trabajar para proveer el sustento y
techo a su familia, y la mujer en la crianza y cuidado de los niños y en las tareas domésticas.
– Mientras una pareja no tenga hijos, la mujer tiene más libertad para ausentarse de la casa para trabajar y cooperar
económicamente. Pero cuando es madre su lugar es el hogar. La maternidad es el alto oficio que Dios le da dado y ella
debe consagrarse a tan noble tarea: criar hijos para Dios.
Si tiene que ayudar económicamente, que sea, en lo posible, un trabajo que pueda realizar sin ausentarse del hogar
(como la mujer de Proverbios 31), o bien ausentándose solo en las horas en que los niños estén en la escuela.
– Es preferible, restringirse un poco en los gastos y que los niños se críen por sus madres y no por mucamas. A veces es
más lo que se destruye con la ausencia de la madre que lo que se construye con su aporte económico. Comprendemos
que habrá situaciones extremas donde la mujer deba salir a trabajar, pero que esto sea visto como un mal necesario,
nunca como un ideal. La ausencia de la madre es una ausencia muy grande y perjudicial en el desarrollo de los niños y
bienestar familiar.
– Los jóvenes solteros y las señoritas deben tener en cuenta estas dos cosas al buscar orientación vocacional. La
ocupación principal del varón será trabajar para proveer el sustento de la familia. Para ello deberá adquirir un oficio o
profesión: comerciante, ingeniero, empleado, zapatero, albañil, médico, etc.
– Por otro lado el oficio de la mujer es ser madre, así que deberá cultivarse, superarse, estudiar, aprender para
desempeñar bien este supremo oficio. Cualquier profesión que tenga debe ser subordinada a su rol de madre.
La mejor herencia que podemos dejar a la nación y a la iglesia son hijos bien orientados, que a su vez establezcan
hogares sólidos.
Se aprecia mejor lo que somos, lo que creemos, y cómo vivimos a través de familias bien constituidas, que por medio de
literatura y cintas grabadas. Lamentablemente, hay padres y madres que encuentran muy pesado el trabajo de criar hijos.
Con frecuencia se los escucha comentar: “¡Qué feliz me voy a sentir cuando mis hijos crezcan y no me causen más
preocupaciones!” No se dan cuenta de que por desatenderlos, cuánto más grandes sean, mayores preocupaciones les
ocasionarán.
Otros son los resultados que se alcanzan por obedecer al Señor y dedicarse con fe y amor a la crianza de los hijos. Cuando
crecen, no sólo no acarrean problemas, sino que son una fuente de alegría y satisfacción para sus padres. Hijos que
bendicen a su madre y honran a su padre. ¡Cuánto mejor!
Vuelvo a enfatizar que el peor enemigo en todo este proceso es la impaciencia. No se puede apresurar la crianza de los
hijos, ya que para cada uno contamos con apenas dieciocho o veinte años. Digo apenas, porque uno se da cuenta de que
cuando el hijo llega a esa edad, el tiempo casi no le ha alcanzado. Eso es lo que sentimos mi esposa y yo; dieciocho o
veinte años son apenas suficientes, si la dedicación es seria y firme, y la tarea se realiza con fe y amor. Cuando se
desaprovechan cinco o diez de esos años, se corre el riesgo de no lograr el objetivo.
Que Dios tenga que hacer volver el corazón de los padres a los hijos insinúa que ha habido descuido. Cuando se tiene el
corazón vuelto hacia los hijos, se encuentra tiempo para ellos. Esto no es tiempo perdido, sino tiempo bien invertido. Esto
es así porque estamos determinados a lograr algo sólido y permanente al cabo de los años. Y cuando pasemos de esta
vida dejaremos más que un simple recuerdo; quedarán tras nosotros familias bien constituidas, comenzando por las de
nuestros propios hijos y las de los hijos de nuestros discípulos. Esas familias serán un testimonio vivo de lo que han sido
sus antecesores.
Estos son hechos irrefutables. Dondequiera lleguemos con el reino de Dios, lo haremos con la intención de echar raíces,
quedarnos, extender nuestras “tiendas”, ejercer influencia, lograr penetración, hasta extender el reino de Dios en toda la
sociedad en derredor. Si tenemos esta convicción, podremos anunciar con propiedad y fe al llegar a un lugar: “Satanás, he
venido aquí para quedarme, y cuando tú ya no estés más, yo seguiré aquí en el nombre del Señor”. El diablo va a
desaparecer, pero el pueblo de Dios no desaparecerá ni desvanecerá. No obstante, nadie podrá echar raíces ni dejar
huellas a su paso si no se dedica a criar su propia familia y orientar a otras

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