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En II Pedro 3:9 dice: “El Señor no retarda su promesa, según algunos tienen por
tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca,
sino que todos procedan al arrepentimiento” (RV60).
Desde antes de la fundación del mundo, Dios estableció el plan redentor. Este
consistía con reconocimiento de pecados, arrepentimiento y conversión. No fue la
intención de Dios destruir a causa del pecado todo lo que había hecho y que era
bueno en gran manera. Por eso, a pesar de la maldad del hombre, Él decide acabar
con la mayoría y conservar a 8 personas: Noé y su familia.
Génesis 6:7,8 “Y dijo Jehová, raeré sobre la faz de la tierra a los hombres que he
creado, desde el hombre hasta la bestia y hasta el reptil y las aves del cielo, pues me
arrepiento de haberlos hecho. Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová” (RV60)
Noé no fue escogido por mérito personal, solamente por la libre y soberana voluntad
de Dios.
Cuando vemos la historia del pueblo de Israel, encontramos que a pesar de las
grandes obras portentosas que hizo a favor de ellos, pasaban poco tiempo en
obediencia y la 20
mayor parte en rebeldía. Los castigos que recibían eran para hacerlos recapacitar y
tenía como propósito venir en arrepentimiento.
Cuando vemos la historia de Jonás nos damos cuenta que la voluntad de Dios se
extiende a toda nación, sea judío o gentil, libre o esclavo. Nínive era una gran ciudad,
poderosa, temible ante las demás naciones, pero su pecado ya había rebasado todo
los límites que alguien pueda soportar, así que era el momento para que ellos
entendieran que su pecado debe ser castigado por el único Dios que existe y a quien
tiene que rendirle cuentas.
Para que esto sea posible, se tenía que pregonar el mensaje de juicio preparado
específicamente para ellos:
Jonás 3:4 “Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba
diciendo: de aquí a cuarenta días, Nínive será destruida” (RV60).
Ya sea por temor o por convicción, Nínive respondió a ese mensaje de juicio. No
reaccionó de manera bélica en contra de Israel ni de su profeta; sino reacciono en
arrepentimiento:
Jonás 3:6-9 “Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se
despojó de su vestido y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y
anunciar en Nínive por mandato del rey y de sus grandes diciendo: hombres y
animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les de alimentos, ni beban
agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales y clamen a Dios fuertemente y
conviértanse cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién
sabe si se volverá y se arrepentirá Dios y se apartará del ardor de su ira y no
pereceremos?
Uno de los aspectos que nos deben llamar la atención, es que el mensaje de Jonás no
dice quien destruirá la ciudad, de hecho, no menciona a Dios para nada. Y aun así
Nínive reaccionó.
Podemos preguntar ¿A quién le creyeron los ninivitas, a Jonás o a Dios?, por la
reacción del rey y de todo el pueblo, asumimos que a Dios le creyeron. A raíz del
mensaje, nos asombra como un Dios ajeno a Nínive toma decisión sobre lo que
implícitamente le pertenece. Reconocieron su poder, igual que su compasión, pues
antes de destruirlos, Él mismo les envía a un profeta para avisarles y les da un plazo
para tomar una decisión, 40 días. 21
El mensaje fue de juicio, pero recibieron bendición. Dios vio sus corazones
arrepentidos y por eso no los destruyo como había pensado. El hecho de colocarse
cilicio es una muestra del pesar de sus pecados y del clamor del perdón de los
mismos. Y la pregunta final del versículo 9, nos muestra un deseo de esperanza;
dónde esperan que Dios muestre su amor y aparte la ira contra ellos.
Podemos aplicar este mensaje hoy en día, toda persona que no se arrepienta de su
pecado y haga una entrega total de vida a Dios, recibirá el juicio eterno (destrucción), y
no habrá otras oportunidades cuando Cristo venga por segunda y última vez.
La iglesia está llamada a predicar el mensaje de Salvación, el cual incluye e reconocer
que somos pecadores, que necesitamos arrepentirnos de nuestra condición, que es de
vital importancia obtener perdón solamente en Jesucristo y rendirnos por completo a
Él.
¿Cuántos están predicando ese mensaje?
D. EL MENSAJERO DE DIOS (Quien recibe la gracia puede extenderla)
Al caer Adán, todo su ser (integral) se hizo esclavo del pecado incluyendo su voluntad.
Por eso afirmamos que el hombre está condenado por dos cosas: por lo que es y por
lo que hace.
Resumiendo lo dicho anteriormente, decimos que la depravación total del hombre
consiste en primer lugar, que el pecador NO regenerado no puede hacer ningún acto,
por insignificante que sea, que logre fundamentalmente la aprobación de Dios y
responda a las demandas de la ley santa de Dios y en segundo, que no puede
cambiar su preferencia hacia el pecado y buscar el amor y misericordia de Dios.
Berkhof dice en una sola expresión, el hombre es incapaz de hacer ningún bien
espiritual.24
Adán pecó, y su culpabilidad le fue imputada a toda la raza humana. Tanto el destino
de unos como el de los otros dependía de la conducta de Adán; si este permanecía
fiel, todos participaríamos de la recompensa, pero al ser infiel, todos nosotros
participamos con toda justicia del castigo divino.25
La corrupción moral y la tendencia dominante hacia el pecado tienen su raíz y su
habitación en nuestro corazón, desde que nacemos.