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Hongo micorrizo
Índice
1Ventajas de la micorrización
2Tipos de micorrizas
3Descubrimiento
4Papel de la micorriza en la absorción de nutrientes
5Importancia de la micorriza arbuscular en el control de patógenos
6Relevancia económica del uso de la micorriza arbuscular en viveros frutícolas
7Véase también
8Referencias
o 8.1Bibliografía
9Enlaces externos
Ventajas de la micorrización[editar]
Las ventajas proporcionadas a las plantas por la micorrización son numerosas. Gracias
a ella, la planta es capaz de explorar más volumen de suelo del que alcanza con sus
raíces, al sumársele en esta labor las hifas del hongo; también capta con mayor
facilidad ciertos elementos (fósforo, nitrógeno, calcio y potasio) y agua del suelo. La
protección brindada por el hongo hace que, además, la planta sea más resistente a
ciertos estreses ambientales que afectan al suelo como la salinidad 6 los cambios de
temperatura y la acidificación del suelo derivada de la presencia de azufre, magnesio
y aluminio. Por si todo esto fuera poco, algunas reacciones fisiológicas del hongo
inducen a la raíz a mantenerse activa durante más tiempo que si no estuviese
micorrizada.
Todo esto redunda en una mayor longevidad de la planta: de hecho, se ha comprobado
que algunos árboles, como los pinos, pueden vivir más años que los pinos sin
micorrizar después de haber sido micorrizados. En otras especies, esta unión es tan
estrecha que sin ella la planta no puede subsistir, como es el caso de las orquídeas.
Las plantas cuyas semillas carecen de endosperma (sustancias alimenticias de
reserva) dependen completamente del hongo para alimentarse y germinar
posteriormente.
La infección de la raíz por el hongo se produce a partir de propágulos presentes en el
suelo. Pueden ser esporas y trozos de hifas del hongo y también raíces ya
micorrizadas. Con el fin de asegurar el éxito de la empresa, la siembra de la mayoría
de plantas comestibles o de decoración y las repoblaciones forestales que se llevan a
cabo en la actualidad acompañan las nuevas plantas y brotes con fragmentos del
hongo más adecuado para establecer asociaciones micorrícicas con cada especie que
se vaya a cultivar.
Tipos de micorrizas[editar]
La mayoría de las plantas terrestres presentan micorrizas, y lo más probable es que las
restantes desciendan de plantas micorrizadas que han perdido secundariamente esta
característica. En el caso de los hongos, la mayor parte de las
5.000 especies identificadas en las micorrizas pertenece a la división Basidiomycota,
mientras que en casos más excepcionales se observan integrantes de Ascomycota. La
tercera división que se ha observado formando micorrizas es Glomeromycota, un grupo
que solo se conoce en asociación micorrizógena y cuyos integrantes mueren cuando
se les priva de la presencia de raíces.
Según su morfología, las micorrizas se dividen en distintos grupos entre los que cabe
destacar dos principales: las ectomicorrizas y las endomicorrizas.
Hongo ectomicorrizo, Níscalo, Lactarius deliciosus, (Basidiomycota)
Descubrimiento[editar]
El primero en observar las micorrizas y bautizarlas con el nombre que llevan
actualmente fue el botánico alemán Albert Bernhard Frank, en 1885, tras detectar su
presencia en varios árboles frutales.7 En 1900, el francés Bernard descubrió su extrema
importancia en la vida y desarrollo de las orquídeas. En 1910 comenzó a extenderse su
estudio en las plantas utilizadas en agricultura y jardinería.
No obstante, no fue hasta 1955, con la publicación de los primeros estudios de Mosse
en Inglaterra, cuando las micorrizas dejaron de considerarse como excepciones y se
aceptó su importancia y generalidad reales. En tiempos más recientes, numerosos
hallazgos fósiles han permitido determinar que el origen y presencia de las micorrizas
son enormemente antiguos, pues se han llegado a encontrar esporas de
Glomeromycota en estratos de hasta 460 millones de años de antigüedad,
pertenecientes al periodo Ordovícico. Las formas arbusculares ya se encuentran
bastante extendidas en el momento de aparición de las primeras plantas terrestres en
el registro fósil, hace 400 millones de años. Estas plantas, como la
especie Aglaophyton major, carecían de auténticas raíces, presentando únicamente un
tallo subterráneo o rizoma del que sobresalían varios tallos aéreos. La absorción de
nutrientes, por tanto recaía casi exclusivamente sobre el hongo micorrícico, por lo que
se puede decir que la presencia de estos fue imprescindible para la extensión de la
vida vegetal a tierra firme, tras la cual llegarían posteriormente los animales.
MICORRIZAS
INTRODUCCIÓN.
Se tiene constancia de que las primeras plantas superiores que abandonaron el ambiente
acuático hace casi 400 millones de años, los riniófitos , poseían ya hongos asociados a sus
raíces. Posiblemente, la colonización de la tierra firme, un ambiente mucho más hostil que el agua,
hubiera sido imposible sin la asociación de las plantas con diversos microorganismos. De hecho, se
ha acuñado el término micotrofia para denominar la alimentación mediante un hongo. Es posible
que, en comunidades naturales, las plantas sean micótrofas obligadas.
No todas las plantas aceptan la micorrización de igual modo, pudiendo encontrarse toda una
gama de tolerancia al respecto. Algunas familias, entre las que destacan comelináceas, crucíferas,
fumaráceas, poligonáceas, urticáceas, quenopodiáceas y ciperáceas, pueden crecer perfectamente
en solitario. En otros casos, como las leguminosas o los cítricos, la asociación con hongos u otros
microorganismos es esencial para el éxito del vegetal.
CLASIFICACIÓN.
Las micorrizas presentan notables diferencias, y pueden ser clasificadas en varios tipos (fig. 1):
Las micorrizas son influidas por los factores ambientales, bióticos o no. Normalmente, la
simbiosis se ve favorecida en ambientes pobres en nutrientes o sometidos a estrés, donde las
plantas no serían competitivas si careciesen del hongo. Es conocido que en los cultivos fuertemente
abonados, tanto en invernaderos, viveros o al aire libre, la simbiosis se ve notablemente inhibida
(de hecho, la planta hace simbiosis con el agricultor, en vez de con el hongo). Por otro lado, todo
aquello que afecte a la fotosíntesis influirá sobre la micorrización. Por ejemplo, un sombreado
intenso o un acortamiento del fotoperiodo inhiben el proceso. La cantidad y calidad de la microbiota
del suelo puede influir la simbiosis de modos muy diversos, a menudo imprevisibles si no existen
estudios adecuados.
Desde el punto de vista agrícola, los problemas no se dan tanto en los países desarrollados. La
fertilización química es muy eficaz, y las plantas cultivadas pueden crecer sin micorrizas; no
obstante, la presencia de hongos siempre ayuda a la asimilación de N y P en formas poco
asequibles al vegetal.
Se dan más en países tropicales. Los terrenos cultivables han sido arrebatados a la selva, y
suelen tener un pH bajo. Al introducir encalados y otras correcciones, se elimina a la micoflora
natural y las plantas pueden encontrarse con dificultades para asimilar nutrientes. Por tanto, el
empleo rentable de micorrizas se convierte a veces en un tema de investigación prioritario.
En nuestras latitudes, la minería, con sus acumulaciones de estériles, así como la deforestación
y la erosión que conlleva, unida a la difícil orografía del S.E. español, han provocado la aparición de
amplias zonas en donde las posibilidades de micorrización natural son reducidas, dada la escasez de
hongos del suelo.
Los intentos de repoblación con plantas autóctonas (más difícil aún si no lo son) pueden
encontrar dificultades. Estas plantas suelen obtenerse en viveros, en los que las condiciones
imperantes (buena fertilización química y empleo de fungicidas y otros biocidas) no favorecen
precisamente la micorrización. Estas plantas, al ser trasplantadas a su hábitat definitivo, pueden
hallarse virtualmente indefensas frente a las agresiones ambientales (sequía, enfermedades, etc.).
La reforestación con plantas micorrizadas, por tanto, se muestra cada vez más útil si se desea
tener éxito. Los hongos más estudiados actualmente para este fin son los formadores de manto
(sobre todo, con coníferas y Quercus) y los MVA (leguminosas, gramíneas, etc.).
Por otro lado, el interés de la micorrización no reside sólo en la planta. Ciertos hongos
comestibles alcanzan un gran valor económico, como las trufas . La siembra de encinas
micorrizadas con trufas interesa a muchos propietarios de parcelas en nuestros montes. Otros
aficionados a la recogida de setas se plantean la posibilidad de micorrizar los árboles
con níscalos , rebozuelos , boletos ...
Los grupos investigadores pioneros en el S.E. ibérico son el de la Estación Experimental del
Zaidín , con J.M. Barea, dedicado sobre todo a MVA, y el de la Universidad de Murcia , con
M. Honrubia, más centrado en las ectomicorrizas.
TÉCNICAS DE MICORRIZACIÓN.
Se ha de tener cuidado a la hora de elegir las especies de hongos a aplicar. Se sabe que una
planta, sobre todo si es un árbol, puede cambiar de hongo simbionte a lo largo de su vida. Por
tanto, micorrizar plantas jóvenes con hongos aparentemente exitosos en bosques maduros
puede ser un error. La investigación al respecto ha de ser rigurosa, si se desea evitar fracasos.
Para establecer una simbiosis bajo condiciones controladas, es necesario obtener cultivos puros
de plantas y hongos. Desgraciadamente, muchos de éstos no crecen o lo hacen mal en medios
artificiales (agar con nutrientes).
Por supuesto, para su empleo a gran escala se han de buscar métodos rentables de inoculación,
fuera del laboratorio. Esto es difícil, ya que resulta complicado conjugar la cantidad con la calidad y
ausencia de patógenos indeseables.