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TEMA 4
LAS NUEVAS RETÓRICAS
LA PLURIDISCIPLINARIEDAD DE LA RETÓRICA
0. Observaciones preliminares
La retórica estuvo vinculada ya desde sus orígenes a otras disciplinas, como un
saber asociado necesariamente a otros conocimientos. En los tratados clásicos fue una
constante la reiterada reivindicación de otros saberes filosóficos, gramaticales,
psicológicos y de todo tipo, que contribuían al dominio del discurso en sentido amplio,
a su adecuación a las circunstancias de emisión, recepción y puesta en escena. El que la
retórica fuera definida como ars bene dicendi implicaba que establecía las bases para
hablar adecuadamente, y esto conllevaba la adaptación del mensaje a todos los
elementos de la comunicación persuasiva, y, por tanto, a toda una serie de disciplinas
próximas que la podían auxiliar en determinados puntos.
Recordemos, por citar solo un ejemplo, la importancia que le concedió
Aristóteles en su Retórica al conocimiento y dominio de las pasiones para que el orador
encontrara lo conveniente en cada momento para persuadir, apoyándose en el
conocimiento directo del alma humana. En Cicerón también vamos a encontrar ese
mismo convencimiento de la necesidad de conocer otras disciplinas, como la Filosofía,
la Dialéctica, la Física, la Historia, el Derecho, etc.
En épocas posteriores la relación de la Retórica con otras disciplinas se enmarca
también en la organización de los estudios de los que esta disciplina forma parte. De ahí
que en el Medievo, por ejemplo, la Retórica se uniera a la Gramática y a la Dialéctica en
el trivium, como disciplinas preparatorias todas ellas para una especialización posterior.
De este modo, la cambiante situación de la retórica en los programas de estudios
posteriores reflejará cómo va cambiando su concepción, y en sentido contrario, los
cambios que las circunstancias históricas y sociales imponen en las sociedades van a
influir en la utilidad práctica de la retórica y en los requisitos que se reivindiquen para la
misma.
Lejos de las visiones reduccionistas de otras épocas, que asociaban la retórica
sobre todo a los procedimientos de la elocutio y a sus implicaciones literarias, las
aproximaciones más recientes a esta disciplina han insistido precisamente en la
amplitud de sus intereses, aplicaciones y efectos. Cuando Roland Barthes decía en su
conocido trabajo sobre “La antigua Retórica” (1970) que “el mundo está increíblemente
lleno de antigua Retórica”, estaba dando las claves de su potencial. El hecho de que se
ocupe de la palabra y del discurso en sentido amplio, de la voz y los gestos, de la puesta
en escena del discurso, de convencer con argumentos al receptor, de expresar con ornato
y belleza un mensaje, de hablar en público… la sitúa en una posición privilegiada en el
ámbito de las Ciencias Humanas y la acerca a los ámbitos del cine, la publicidad, la
imagen, la política, la práctica jurídica, publicitaria, etc. Su radio de acción, se enmarca,
pues, dentro de lo que son las prácticas sociales de la comunicación.
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A lo largo del tiempo, Retórica y Filosofía han guardado entre sí una relación
muy estrecha y no siempre bien resuelta. Esto último lo apreciamos ya en las tempranas
críticas que recibiera por parte de Platón. El filósofo griego trató expresamente de la
retórica en dos de sus diálogos, el Gorgias y el Fedro. En el primero atacó duramente la
retórica de los sofistas, que no consideraba arte, y cuestionó un saber que podía
manipular fácilmente al público ignorante al poder persuadir de lo justo en igual medida
que de lo injusto. En el Fedro, por el contrario, presentaba una opinión más favorable
sobre la retórica al reconocer su función de conducción de las almas. Por ello hablará de
la necesidad de conocer los distintos tipos de almas y los tipos de discursos propios de
cada una.
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emocionalmente en mayor o menor medida, esto quiere decir que entre sus intereses
inmediatos reside el estudio del control, manifestación, expresión y comprensión de las
emociones, tanto del emisor como del receptor. En cuanto al primero, su rostro,
expresiones, movimientos faciales y corporales, constituyen, como señalábamos antes,
todo un arsenal de significados psicológicos. Su actitud ante el auditorio, la mayor o
menor soltura en la puesta en escena, su mayor o menor autoconfianza, su capacidad de
descubrir las vías por las que puede acceder con más rapidez a la psique de los
oyentes…, así lo ponen de manifiesto.
Por otra parte, el estudio de las distintas fases del discurso evidencia en qué
medida este se organiza, estructura y materializa en función de una finalidad y de la
moción de unos afectos que arrastren la voluntad del auditorio. No todas las partes del
discurso tienen como objetivo central el movimiento de las pasiones, de la misma
manera que no todos los recursos de la elocución persiguen el mismo objetivo.
Además, los aspectos sociológicos, especialmente los relacionados con el
receptor, pueden ser determinantes en el éxito o fracaso de un discurso. El concepto de
decoro, en el que los clásicos concentraron el valor de la adecuación y de la coherencia
en todos los sentidos, no solo de lenguaje, es clave en la planificación discursiva.
Aspectos como el sexo, la edad, la cultura, el lugar de nacimiento y de residencia o la
profesión, ayudan a identificar las expectativas de los oyentes y en gran medida su
valoración, aceptación o rechazo de las palabras del orador (Hernández Guerrero y
García Tejera (2004: 87-88). De ahí también el interés de la Sociología.
Así, las formas diferentes de pensar o de sentir de hombres y mujeres hace que
entiendan también los mensajes y las palabras de forma diferente. La credibilidad, el
interés o la forma de dirigirse a un público de adultos, jóvenes o niños, es también
distinto. Por otra parte, tanto el nivel cultural como los conocimientos de que disponga
el auditorio, sus esquemas mentales o valores, repercuten en la eficacia del discurso. Y
otro tanto se puede decir de, según qué discursos, la influencia de la procedencia
geográfica de los oyentes y su experiencia vital, igual que el ámbito profesional al que
pertenezca el auditorio.
Por último, hablar de Retórica y Pedagogía es, en cierto modo, hablar de la otra
cara inseparable de la moneda retórica. En el ámbito de la enseñanza, la Retórica ha
ejercido en la tradición occidental un papel central en los planes de estudio, en especial
de los siglos XV al XVII. Si Quintiliano la vio como educación integral del ser humano,
su función se verá claramente limitada en estadios posteriores hasta llegar al
reduccionismo que experimenta en el siglo XVII en torno a las largas listas de tropos y
figuras.
Como parte sustancial de la formación humanística, la Retórica fue enseñada,
junto con la Gramática, por diversas órdenes religiosas, entre las que destacaron los
jesuitas. Así, en la “Ratio Studiorum” estas disciplinas se ven como medio para alcanzar
un mejor conocimiento de las Sagradas Escrituras. Por otra parte, durante el siglo
XVIII, la progresiva secularización que experimenta la enseñanza en España, y la de la
Retórica en particular, la hará permeable a una importante influencia filosófica, que en
el XIX se materializa en las huellas que dejan en ella el sensualismo, el empirismo, el
tradicionalismo, el neoescolasticismo, etc., sin olvidar la incorporación de la Estética a
los tratados. El acercamiento que experimenta entonces la Retórica con la Poética en los
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que hemos de sumar el amplio campo que tiene en la actualidad la retórica de visual o
de la imagen.
Con respecto a la Política, no podemos olvidar que el discurso político es un
tipo de discurso público, fundamentalmente oral, que tiene por objeto también la
persuasión final del auditorio. Muy vivo en las sociedades democráticas, este género no
ha perdido el interés en la sociedad contemporánea desde sus orígenes clásicos. No
obstante, como señala Pujante (2003: 363 y ss.), las aproximaciones al discurso político
desde la retórica cuentan con múltiples estudios desde la perspectiva del estilo y de las
figuras retóricas, pero no tantos formulan una teoría nueva general sobre los mismos en
el marco de la composición discursiva. Es más, se puede decir que los trabajos que se
publican en Europa son más sólidos desde el punto de vista teórico que los que
encontramos en la América de habla inglesa, en los que se ha insistido en la
construcción ideológica de este tipo de discursos en sus diferentes niveles.
Entre las aportaciones retóricas más recientes a este tema desde el ámbito de la
comunicación, el mismo Pujante ha resaltado aquellas que inciden en el carácter
constructivo del discurso por medio del discurso retórico, al hablar de “personaje
retórico”, “audiencia implícita”, “entendimiento del contexto”, y “ausencias del texto”.
Una de las aportaciones más importantes es la del llamado “personaje retórico”, que no
es otro que la imagen de sí mismo que crea y proyecta el orador de este tipo de
discursos. Así, no siguen los mismos registros ni los condicionantes son los mismos de
un presidente de los Estados Unidos, por ejemplo, que un líder minoritario u oprimido,
que, evidentemente, carece de esa consideración pública (Pujante, 2003: 366 y ss).
Por otra parte y de manera más próxima, en la mente de todos tenemos el
cuidado que en las campañas electorales se tiene hacia la imagen pública de los
candidatos, a sus intervenciones o debates televisivos, y en qué medida factores fuera de
lo estrictamente ideológico relacionados con el candidato y su actuación pública pueden
influir en las decisiones del electorado.
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Bibliografía recomendada
Aradra Sánchez, Rosa M.ª (1997): De la Retórica a la Teoría de la Literatura (siglos
XVIII y XIX), Murcia, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia.
Barthes, Roland (1974): La antigua retórica: ayudamemoria, Buenos Aires, Tiempo
Contemporáneo [1970].
Fernandez, Eduardo (2006): Retórica clásica y publicidad, Logroño, Instituto de
Estudios Riojanos.
García Berrio, Antonio (1984): “Retórica como ciencia de la expresividad (Presupuestos
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Garrido-Landívar, Emilio y Fernández-Montalvo, Javier (2007): Hablar en público.
Cómo afrontar el miedo a hablar en público: algunas consideraciones teórico-
prácticas, Pamplona, Universidad Pública de Navarra.
Hernández Guerrero, José Antonio y M.ª Carmen García Tejera (2004): El arte de
hablar. Manual de retórica práctica y de oratoria moderna, Barcelona, Ariel.
López Eire, Antonio (1997): Retórica clásica y teoría literaria moderna, Madrid, Arco
Libros.
Ortega, Alfonso (2008): Retórica y derecho: tareas del abogado, Salamanca,
Universidad Pontificia de Salamanca.
Pujante, David (2003): Manual de retórica, Madrid, Castalia.
Río, Emilio del; Ruiz de la Cierva, M.ª Carmen y Albaladejo, Tomás (eds.) (2012),
Retórica y política. Los discursos de la construcción de la sociedad, Logroño,
Instituto de Estudios Riojanos.
Spang, Kurt (1979): Fundamentos de Retórica, Pamplona, Eunsa. Después reeditado
como Fundamentos de Retórica literaria y publicitaria, Pamplona, Eunsa, 1991.