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ANTECEDENTES GENERALES

Con la candidatura de Vargas Llosa a la presidencia del


Perú en 1990, se cierra el ciclo de los escritores candidatos o
escritores presidentes en el siglo XX en América Latina. (1)
Vargas Llosa como jefe y fundador del Movimiento
Libertad, en alianza con otros partidos, estimó agotado su
papel de crítico o simpatizante político e intentó dar el salto de
la fantasía a la realidad, o para decirlo en palabras del poeta
ecuatoriano Jorge Enrique Adoum: "De lo real maravilloso de
la literatura a lo real espantoso de la política".
El sociólogo Jorge Castañeda, siguiendo a Nicolás
Maquiavelo, escribió: "Por último, Mario Vargas Llosa
interpretó el papel de vínculo entre el intelectual y el príncipe
hasta el extremo de tratar de ser el príncipe, presentando su
candidatura a la presidencia de Perú en 1990". (Castañeda
1995: 232)
En el Perú, entre los años 58 y 65, se vivió una serie de
acciones que hacían presagiar grandes conflictos. La toma, por
algunos días, de la ciudad del Cuzco en 1958; las tomas de
tierras en muchas zonas del país, particularmente en los
departamentos de Cerro de Pazco y Cuzco; las huelgas en
Lima y las principales ciudades, todo estos problemas
continuaron con acciones guerrilleras como la de Jauja,
Hucrachuco, Puerto Maldonado, Chaupimayo y otras formas
de acciones armadas (asalto a bancos) en la capital de la
república. Estas acciones militares alcanzaron su clímax
político en el año 1965 cuando el M I R y el ELN iniciaron la
lucha armada, la que terminó con la conocida derrota meses
después. Con esta última acción culminaron 7 años de
profunda agitación política en el país y de paso se evidenció la
crisis de la democracia representativa y se preparó la
atmósfera política para el golpe militar del 68.
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El antropólogo Rodrigo Montoya, comentando las
consecuencias de la experiencia guerrillera, escribió: " ... a
pesar de su fragilidad y fugacidad la izquierda armada abrió
un capítulo nuevo en la historia del Perú. El ejército victorioso
en 1966 cerró su informe de guerra afirmando que había
ganado una batalla pero que la guerra continuaba y que si no
se producía un cambio sustancial en el campo, otras guerrillas
con nuevos dirigentes volverían a aparecer, inevitablemente,
en el futuro cercano. El general Velasco y sus compañeros
golpistas de 1968 sacaron la lección política de esa amenaza:
sin un arreglo de cuentas con los terratenientes 'la seguridad
interna del país está en peligro'. Ese fue el argumento de
estrategia militar decisivo que condujo al golpe de Estado de
1968". (Montoya 1992: 57)
Por el lado del orden, desde los primeros años de la década
de los 60, se dio una crisis de gobernabilidad. El presidente
Prado no terminó su mandato oficial el año 62, fue depuesto
por un golpe militar institucional de las Fuerzas Armadas que
encabezó el general Pérez Godoy; el mismo que fue sustituido,
seis meses después, por el general Alfredo Lindley. En 1963
fue elegido presidente constitucional Fernando Belaúnde con
la alianza Acción Popular-Democracia Cristiana (cuatro
presidentes en un año).
Este gobierno, que nació con muchas expectativas
populares, se desgastó rápidamente y evidenció lo poco que
podía hacer en el país. No cumplió casi nada de lo que ofreció
y como consecuencia, entre los años 67-68, se debatió en una
aguda crisis; se puede afirmar que siendo legal era ilegítimo.
La inflación fue incontrolable, los partidos gobernantes se
dividieron, el APRA encabezó la oposición legal en el
parlamento y fue acusado de obstaculizar y desestabilizar al
gobierno.
Vargas Llosa, como es conocido, a pesar de haber votado
por AP en las elecciones del 56, 62 y 63, estuvo en contra del
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gobierno de la alianza AP-DC, principalmente porque con su
accionar: "...ha desperdiciado en una palabra la ocasión de
romper con nuestra tradición de gobernantes venales,
entreguistas o irresolutos". (Vargas Llosa 1990: 91)
Algunos estudiosos, como Henry Pease, sostienen que lo
que ocurrió en el Perú de estos años no fue un problema que
afectó solamente al gobierno presidido por el arquitecto
Belaúnde; fue mucho más profundo, en la medida que: "Esta
crisis, sin embargo, no se limita a un gobierno. Tiene en su
base la crisis de hegemonía en el bloque en el poder, (...) Es
toda una forma de dominación la que está en crisis: la
dominación oligárquica". (Pease 1986: 17)
En estas condiciones, tomando como pretexto la pérdida
de la llamada "página once" (2) de los contratos petroleros, las
Fuerzas Armadas, encabezadas por el general Velasco
Alvarado, materializaron el golpe de Estado el año 68 e
iniciaron la "revolución ni comunista ni capitalista", la
"revolución socialista, humanista y libertaria", que tenía como
meta construir la "Democracia Social de Participación Plena".
En función de esta sociedad, el Estado fue considerado como
centro en el proceso económico-social y político-cultural de la
"revolución".
El sociólogo Sinesio López, destacando el objetivo del
plan de los militares, sostiene que la "revolución": "... del
mismo modo cuestionó la democracia representativa y el
sistema de intermediación partidaria para postular como
alternativa la democracia de participación plena que no era
sino una forma de corporativismo de Estado". (López 1991:
90)
El régimen militar, además de cancelar la democracia
parlamentaria y convertir al Estado como eje de su accionar,
inició una serie de reformas que estaban, en lo esencial,
diseñadas en el programa de ALIANZA PARA EL
PROGRESO. Sin embargo, con su matiz de prédica
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"antiimperialista, nacionalista y no alineada" y sus relaciones
con los denominados países socialistas confundió a muchos
sectores populares.
Es bueno recordar que el papel desempeñado por el Estado
en la vida económica de este país no fue nuevo, sobre todo en
la exploración y explotación de materias primas. Pease al
respecto, escribe: " ... el Estado ha sido canal fundamental
para la relación con el capital extranjero, como en el caso de la
minería, el petróleo y el guano, dado que las clases
dominantes no podían explotarlo directamente y las
concesiones tenían que darse a través del Estado". (Pease
1986: 18)
En torno a la ideología que orientó a la "revolución" de los
militares, los especialistas en el tema, hasta hoy, no se han
puesto de acuerdo. El escritor Washington Delgado haciendo
un balance, dos décadas después, escribió: "Para muchos
sectores derechistas, se trató de una revolución comunista
empeñada en un proceso de colectivizaciones y
nacionalizaciones y adversa al capitalismo peruano y
extranjero. Para algunos izquierdistas fue un régimen fascista;
para otros, un movimiento renovador que realizó algunos
cambios laudables, como la reforma agraria o la
nacionalización del petróleo y la industria pesquera".
Luego, examinando quiénes fueron los beneficiados de la
"revolución", continuó: "Ahora se ve claramente que la
reforma agraria emprendida por el gobierno militar no
benefició a los campesinos, más bien los pauperizó; así debió
suceder en una reforma que decidió pagar las tierras
expropiadas y descapitalizó al campo, al mismo tiempo que no
dejó a los campesinos dirigir el cultivo de las tierras ni
distribuir la producción, sino que impuso modelos
colectivistas rígidos, administrados por una burocracia
incapaz. La nacionalización del petróleo y de algunas minas
parece muy discutible, pero no desde un punto de vista
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conservador, sino desde una mira progresista. Se
nacionalizaron los pozos de Talara donde ya no había petróleo
y las minas de Cerro de Pazco donde tampoco había cobre;
pero no se tocaron las ricas minas de Toquepala. Algo similar
ocurrió en el sector pesquero; pero, en este caso, las
nacionalización sirvió para salvar a los capitalistas que
estaban, prácticamente, quebrados".
Y sobre las estatizaciones y el crecimiento del Estado,
Delgado escribió: "Los partidos conservadores han clamado
contra el sobredimensionamiento del Estado, insinuando que
la nacionalización de industrias y empresas constituyó un
intento de socializar al Perú; la verdad es lo contrario, las
nacionalizaciones fueron precapitalistas: en los casos
mencionados y en el anterior del Banco Popular, el Estado
compró empresas que se hallaban en muy mal Estado, al borde
de la quiebra. Así, lo mismo ocurrió con la reforma agraria, el
agro peruano venía declinando en su producción y en su
importancia económica, nacional e internacionalmente, tal
como ocurría en otros países del Tercer Mundo, desde la
posguerra; mediante la reforma se proporcionó capitales a los
terratenientes para que los invirtieran en la industria y en las
finanzas, principalmente en Lima, como ocurrió
efectivamente". (Autores varios 1990: 63)
El régimen militar contó con el apoyo de la mayoría de los
empresarios, tanto los antiguos como los nuevos que vieron a
través de la empresa privada, mixta o autogestionaria y en su
relación con el Estado, seguridad para sus ganancias. Otros
sectores que fueron afectados por las estatizaciones y que no
fueron recompensados cabalmente, se mantuvieron en la
oposición, reclamando mayor participación de la empresa
privada en la vida económica del país. Los partidos políticos
(AP y PPC) como expresión de estos últimos sectores
económico-sociales, de igual manera hicieron oposición y
demandaron el "cese de la dictadura", "elecciones inmediatas"
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y "vuelta a la constitucionalidad". Mientras que el Apra hizo
doble juego: oposición pública y apoyo encubierto, muchos
dirigentes apristas trabajaron directamente para el régimen (3).
La Democracia Cristiana y el Partido Comunista, de
orientación pro-soviética, participaban en la "revolución". La
izquierda "clasista y revolucionaria", llamada por los voceros
del régimen "ultra", hizo oposición.
En el plano represivo, la "revolución" desarrolló una fuerte
ofensiva en contra de los sectores populares. En esa práctica
no faltaron las masacres, siendo las más conocidas: Huanta y
Ayacucho junio del 69, Cerro de Pazco y Cobriza en
noviembre del 71, los detenidos y deportados, en
especialmente maestros y estudiantes, en setiembre del mismo
año, la masacre y detención de campesinos en agosto del 74 en
Andahuaylas, hasta llegar a los sucesos del 5 de febrero de
1975 en Lima donde, como consecuencia de una huelga
policial, cayeron muertas varias decenas de personas y cientos
fueron detenidos, en respuesta a los saqueos y desmanes en la
capital del país. Con excepción de los últimos acontecimientos
que fueron vinculados al APRA, la dirección de las demás
acciones fueron atribuidas a lo que el régimen denominó la
"ultra izquierda".
Los sucesos del 5 de febrero (una huelga policial y su
consecuente represión) fueron un síntoma inequívoco de que
el programa económico y social del régimen, denominado EL
PLAN INCA, se había agotado y se iniciaba la primera crisis
económica de la década, la que tenía sus causas
principalmente, dice el economista Solimano, en: "... la
inflación crónica y las crisis recurrentes de la balanza de
pagos". (Solimano 1996: 196)
Como consecuencia, las discrepancias al interior del
régimen se hicieron evidentes. Otro elemento importante fue
la presión internacional, la que a través de sus organismos
intentó estimular en América Latina nuevas fórmulas de
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"acumulación y desarrollo". El neo-liberalismo desarrolló sus
teorías, que fueron presentadas como nuevas fórmulas en
contra de la crisis del modelo de desarrollo en el continente.
En esta experiencia los "Chicago Boys" en Chile hicieron
historia. En esas circunstancias sucedió el "relevo en la
conducción de la revolución", el general Morales Bermúdez
sustituyó al general Velasco Alvarado.
Las principales medidas del nuevo gobierno fueron
paralizar las reformas y desactivar indirectamente las
estatizaciones. No se habló más de la "Democracia Social de
Participación Plena". Para entonces se dieron los primeras
medidas económicas en función de "estabilizar la economía" y
en medio de esta dura crisis económica se comenzó a
reorientar, lentamente, la economía del país. En este proceso
se comenzó a implementar el neo-liberalismo, desempeñando
un rol importante el ministro de economía y finanzas de ese
entonces, Javier Silva Ruete, y el presidente del Banco Central
de Reserva, Manuel Moreyra. La respuesta de los sectores
populares, orientados políticamente por la llamada "ultra
izquierda" y los "velasquistas" marginados del gobierno, se
manifestó con paros y huelgas.
La "revolución" militar, principalmente en su primera fase
del 3 de octubre del 68 al 29 de agosto del 75, logró encandilar
a muchos intelectuales. Algunos trabajaron directamente para
el régimen y otros sin hacerlo se consideraron militantes de la
"revolución". Vargas Llosa escribió en referencia a los
primeros, muchos años después: "Pero la mayoría de ellos no
estaban con la dictadura por ingenuidad ni por convicción,
sino, como su conducta posterior demostró, por oportunismo.
Habían sido llamados. Era la primera vez que un gobierno del
Perú llamaba a los intelectuales y les ofrecía unas migajas del
poder. Entonces, sin vacilar, se echaron en brazos de la
dictadura, con un celo y una diligencia que a menudo iban más
allá de lo que se les pedía. De ahí, sin duda, que el propio
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general Velasco, hombre sin sutilezas, hablara de los
intelectuales del régimen como de los mastines que tenía para
asustar a los burgueses. Y, en efecto, ése fue el papel a que el
régimen los redujo: ladrar y morder desde los periódicos,
radios, canales de televisión, ministerios y dependencias
oficiales a quienes nos oponíamos a los desmanes. Lo
sucedido con tantos intelectuales peruanos en esos años, a mí
me produjo un verdadero trauma". (Vargas Llosa 1993: 312)
Este Vargas Llosa "traumatizado" se olvidó fácilmente de
los hechos. En el período que va de octubre de 1968 a marzo
de 1974, si bien es cierto que él no trabajó para el régimen
militar, como muchos "intelectuales baratos", sí se consideró
amigo y militante de la "revolución". Algo sintomático:
Vargas Llosa no ha dejado nada escrito sobre este período que
comprende 5 años y 6 meses.
El primer artículo que conocemos del escritor sobre el
tema es de octubre de 1974 donde se limita, desde las filas de
la "revolución", a exhortar a las autoridades militares contra su
actitud de no permitir la libre circulación de las revistas Oiga
y Caretas: "Su supervivencia es vital, escribe, no tanto para
las fuerzas adversarias a la revolución, sino, más bien, para
todos los peruanos beneficiados por los cambios y las
reformas. Sólo ella puede mantener abierta, para todos, la
posibilidad, el día de hoy o de mañana, de oponerse y decir no,
y eso es lo único de que dependerá, en el futuro, que la
revolución sea una realidad viva y operante o la palabra
muerta tras la que se disimula la dictadura. Es en nombre de la
propia revolución y de su futuro, por eso, que exhorto a las
autoridades pertinentes a desautorizar a los cordiales
funcionarios de la PIP y a garantizar explícitamente el derecho
de las firmas comerciales a anunciar en Oiga y en Caretas, y a
las imprentas a editarlas, sin que quede sobre ellas la amenaza
de la represalia oficial". (Vargas Llosa 1990: 287)

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El segundo artículo de protesta fue de noviembre del
mismo año. El motivo fue la clausura de los semanarios Oiga
y Opinión Libre. En esta oportunidad escribió: "Es una lástima
que una revolución que se ha mostrado audaz e imaginativa en
el dominio de las reformas económicas y sociales, buscando
soluciones propias para nuestros problemas, sea incapaz de
consentir la discrepancia y la crítica y se acerque cada vez
más, en lo que respecta a los medios de comunicación, al
sombrío modelo de los países socialistas. (...) Con la misma
claridad con que he declarado mi apoyo a la reforma agraria, a
la política antiimperialista, a la ley de Propiedad social y a
otras medidas progresistas del régimen, quiero dejar
constancia de mi absoluto desacuerdo con los síntomas de
autoritarismo creciente que se manifiestan en lo que respecta a
la libertad de expresión". (Vargas Llosa 1990: 310)
El tercer artículo fue con motivo de los desmanes
ocurridos en Lima el 5 de febrero de 1975, Vargas Llosa
sostuvo: "Somos un país de bárbaros y hambrientos, cuyas
condiciones de vida son incompatibles con ciertos códigos
morales, ..." y él cree " ... que hay que corregir, elevando el
nivel de vida del país, distribuyendo más justamente la
riqueza, eliminando las diferencias abismales que separan a
los peruanos, desarrollando al mismo tiempo que esta política
de progreso económico y de justicia social, una labor
educativa y una promoción cultural que abarque a todos los
sectores de la sociedad. Es porque esta tarea es impostergable,
a menos de que se prefiera el Apocalipsis, que yo, como
muchos, a pesar de sus errores, intolerancias y exclusivismos,
apoyamos todavía este régimen. En las actuales circunstancias,
no creo que haya otro capaz de llevar a cabo esa misión".
(Vargas Llosa 1990: 316)
Un mes después, desde México, envió una carta al general
Velasco para exteriorizar su desacuerdo por el cierre de la
revista Caretas y la deportación de su director: "Con la misma
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firmeza con que he aplaudido todas las reformas de la
revolución quiero manifestar mi desacuerdo con esta política
autoritaria, que ha ido agravándose de manera sistemática en
los últimos meses (...) Quienes desde el primer momento
criticamos esta ley de Prensa, no desde el punto de vista de los
dueños de los diarios expropiados sino desde el punto de vista
de la propia revolución, para la cual nada podría ser tan dañino
como la eliminación de las voces independientes y los excesos
inevitables de todo proceso revolucionario ...". (Vargas Llosa
l990: 318)
Como se puede ver de lo transcrito Vargas Llosa
"exhorta", "manifiesta su desacuerdo" o hace llegar su
"protesta", solamente cuando hay problemas con la libertad de
prensa; en otros niveles donde se materializaba la dura
represión de los militares contra los sectores populares, por
ejemplo, no escribe ni siquiera una línea. Algunos párrafos
antes hemos mencionado las más conocidas acciones
represivas de la "revolución", las que para Vargas Llosa
parecen no haber ocurrido.
En los artículos y la carta hay una constante. Vargas Llosa
habla como si él fuera un miembro más de la "revolución".
Que él no haya tenido ninguna relación de trabajo con los
militares es verdad, pero ideológica y políticamente él se
siente, hasta marzo del 75, como parte de ella. De allí que
cause sorpresa, por decir lo menos, que él en los últimos años
haya sostenido que nunca apoyó a la "revolución de los
militares" y se sintiera "traumatizado" porque algunos de sus
colegas peruanos lo hicieran.
Por último, entre el 68 y el 75, Vargas Llosa concedió
algunas entrevistas donde reitera su identificación con la
"revolución", sobre ella y para terminar con este punto,
transcribimos un fragmento de la entrevista publicada el mes
de enero de 1975; ante la pregunta de si él sería enemigo de la
"revolución", contestó: " ... es falso que yo sea un enemigo de
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la revolución peruana. Me siento plenamente identificado con
las reformas. Tengo absoluta solidaridad con ellas". (Autores
Varios 1975: 12)
El primer artículo donde Vargas Llosa tomó distancia y
criticó a la "revolución" de los militares fue de agosto de
1976; ahí sostuvo: "Pronto harán ocho años que las fuerzas
armadas tomaron el poder en el Perú; pronto hará uno que el
general Morales Bermúdez sustituyó, con un discreto golpe
'institucional', al general Velasco Alvarado en la jefatura del
Estado. Su subida a la presidencia constituyó un alivio para los
peruanos, que, en los últimos años, vivían en un ambiente
asfixiante de represión, desinformación y demagogia".
Posteriormente afirmó: "Queda un país más pobre y
endeudado que antes, en el que es verdad que algunos antiguos
latifundistas han perdido sus haciendas y algunos industriales
han debido repartir utilidades entre sus trabajadores (...), pero
a cambio de lo cual han surgido abundantes nuevos ricos por
los métodos más turbios, y donde la división de la población
entre pobres y millonarios, entre cultos e ignorantes, entre
privilegiados y explotados, en vez de disminuir se ha
agravado". (Vargas Llosa 1990: 345 y 347)
En el plano político el régimen preparaba las condiciones
para la "vuelta a la civilidad", es decir al sistema de
democracia representativa. En esa dirección se convocó en
1978 a elecciones para redactar una nueva Constitución, las
que fueron ganadas por el APRA. La Constitución se
promulgó en 1979. En 1980 se llamó a elecciones generales,
las que fueron ganadas por Acción Popular y Fernando
Belaúnde, partido y candidato que habían sido derrocados por
el golpe militar del 3 de octubre de 1968. El presidente
Morales Bermúdez, a la par de promulgar la ley de Seguridad
Nacional, en su discurso de entrega del mando presidencial,
fue muy claro: "Las Fuerzas Armadas entregan el gobierno
pero no el poder". Una frase que sintetizaba la importancia
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determinante de las Fuerzas Armadas en la vida política del
país.
Vargas Llosa, desde agosto del 76, fecha de su último
artículo sobre la "revolución" de los militares, reapareció en
julio del 1978 dando una conferencia en el local del partido
Acción Popular titulada "Libertad de información y derecho
de crítica". Ahí centró su análisis en la importancia de la
libertad de información, la misma basada en la libre empresa.
Fue por ello que él exigió al nuevo régimen devolver por lo
menos los logotipos de los diarios estatizados a sus antiguos
dueños. Se percibe una simpatía con los puntos de vista que
por ese entonces defendía Acción Popular. Años después el
novelista escribió: "Yo había votado por Belaúnde todas las
veces que fue candidato y, aunque consciente de sus
deficiencias, defendí su segundo gobierno,...". (Vargas Llosa
1993: 87)

LA SITUACIÓN POLÍTICA EN EL PERÚ


EN LA DÉCADA DE LOS 80

El año 1980 coincidieron dos hechos importantes en Perú,


la vuelta al sistema de democracia representativa y el inicio de
la lucha armada por el Partido Comunista del Perú (Sendero
Luminoso).
El nuevo gobierno, constituido por la alianza de AP-PPC,
además de devolver los medios de comunicación que estaban
en manos del Estado a sus antiguos dueños, continuó con la
política económica de los últimos años del régimen
encabezado por Morales Bermúdez, la de dar mayor peso en la
vida económica del país a la empresa privada. En función de
ello se facilitó la creación de nuevas empresas, aunque no se
privatizaron aquellas que habían sido estatizadas durante los
años de la "revolución" militar.

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Vargas Llosa, si bien es cierto, no trabajó para el gobierno
de Belaúnde fue considerado un amigo de confianza. Por tal
razón, desde julio del 80 a diciembre del 83, le ofrecieron dos
embajadas y tres ministerios que él no aceptó. Además fue
propuesto por el presidente Belaúnde, en varias oportunidades,
como futuro candidato presidencial a las elecciones generales
de 1985, teniendo en cuenta que el APRA se perfilaba como
futuro gobierno, hecho que preocupaba al jefe de AP.
Recordando este episodio, el novelista escribió: "Su idea
era que esto podía evitarse si yo era candidato de AP y del
PPC (...) Aquel proyecto de Belaúnde no prosperó, en parte
por mi propio desinterés, pero también porque no encontró eco
alguno en Acción Popular ni en el Partido Popular Cristiano,
que querían presentarse a las elecciones de 1985 con
candidatos propios". (Vargas Llosa 1993: 88 y 89)
El régimen de AP-PPC contó, como los anteriores
regímenes, con el apoyo de la mayoría de empresarios
peruanos y de los organismos económicos internacionales. En
lo interno el APRA hacía oposición constructiva en
perspectiva de ser el nuevo gobierno el 85.
La izquierda, en el sentido más amplio, hacía oposición.
En este periodo, 80 al 84, es cuando estas fuerzas lograron su
mayor desarrollo en la historia del país. Se dijo por ese
entonces que la izquierda peruana era la de mayor
significación política en todo el continente. La izquierda legal
ganó las elecciones municipales el 83 en Lima y en varias
otras ciudades importantes, mientras que la izquierda armada
ganaba espacio e influencia en los sectores pauperizados y
alejados del país oficial.
Una de las mayores preocupaciones del régimen fue, a
través de las Fuerzas Policiales, primero, y de las Fuerzas
Armadas, después, controlar y exterminar a la subversión
senderista que tomaba cuerpo principalmente en la zona
centro-sur del país. En estas circunstancias ocurrieron los
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sucesos de Uchuraccay (Huanta-Ayacucho), donde Vargas
Llosa fue nombrado presidente de la Comisión que investigó
lo acontecido.
Recordemos los hechos: a mediados del mes de enero de
1983 varios niños fueron tomados en prisión y luego
asesinados en la comunidad de Huaychao, acusados de ser
"guerrilleros senderistas". Se dijo que los asesinos fueron
campesinos; el presidente Belaúnde, en una declaración para
la TV, saludó esta "gallarda acción de los comuneros". Ante
tales informaciones, un grupo de 8 periodistas de distintos
medios de comunicación nacional, acreditados en la capital del
departamento de Ayacucho, organizaron una caravana para ir
a la comunidad de Huaychao e investigar los hechos. En su
paso por la comunidad de Uchuraccay fueron atacados,
asesinados y enterrados en la misma comunidad. Cuando se
supo la noticia en Lima, el presidente Belaúnde nombró al
novelista como Presidente de la Comisión para que investigara
los sucesos.
Sobre los hechos y la investigación se ha escrito bastante.
Para la ocasión lo más importante que Vargas Llosa dijo en su
informe fue: "La Comisión Investigadora ha llegado a la
convicción absoluta de que el asesinato de los periodistas fue
obra de los comuneros de Uchuraccay, posiblemente con la
colaboración de comuneros de otras comunidades iquichanas,
sin que en el momento de la matanza participaran en ella
fuerzas del orden". (Vargas Llosa 1990: 105)
Sin embargo, se trató de una comisión que fue por unas
horas al terreno de los hechos; que no preguntó por separado y
sin presencia militar a los comuneros; que no conocía la
cultura y no hablaba el idioma de los campesinos; a pesar de
ello llegó " ... a la convicción absoluta...". Esta conclusión era
la que esperaba el gobierno que la nombró, y por supuesto los
militares. Que Vargas Llosa haya investigado con limpieza

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personal y sin ningún tipo de presión directa es posible; el
problema fue mucho más complicado como se vio más tarde.
El desarrollo de los acontecimientos posteriores: la
aparición de las "zonas estratégicas" y las "rondas
paramilitares" sin presencia directa en el momento, pero
trabajadas previamente por los militares, aclaró el panorama.
En descargo de Vargas Llosa, diremos que para entonces no se
había publicado el libro CONTRAINSURGENCIA, PRO
INSURGENCIA Y ANTITERRORISMO EN LOS 80. EL
ARTE DE LA GUERRA DE BAJA INTENSIDAD, trabajo
donde se resumen las tácticas y estrategias sistematizadas por
teóricos norteamericanos de experiencias en lucha anti-
subversiva desarrollada por los Estados, principalmente en
Indonesia, Malasia, Filipinas, Vietnam y en el continente
americano, sobre todo en Centroamérica, con la participación
directa de los EE. UU. desde fines de la Segunda Guerra
Mundial hasta bien entrada la década de los 80. Hoy con los
años transcurridos, otros hechos ocurridos y las
investigaciones publicadas, quizá esa "convicción absoluta",
típica de Vargas Llosa, sea una "convicción relativa". Pero en
su momento no podían haber mejores conclusiones, para el
beneficio del gobierno y los militares, que aquellas a las cuales
llegó el escritor.
El primer triunfo logrado por las Fuerzas Armadas en la
lucha anti-subversiva, para el cual el informe de Vargas Llosa
fue su primer ensayo, consistió en actuar sin testigos y menos
investigaciones. Así lo entiende Jeff Daeschner cuando
escribe: "La masacre de Uchuraccay efectivamente asustó a
los periodistas peruanos, disuadiéndolos de seguir dando
información de primera mano sobre abusos de las fuerzas del
orden en el departamento de Ayacucho. La ausencia de
fiscalización efectiva dio a las fuerzas de seguridad una virtual
mano libre en la región, y a partir de allí rápidamente
implementaron una eficaz estrategia anti-subversiva de tipo
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mata-primero-pregunta-después. Los dos años que siguieron
al caso Uchuraccay presenciaron la mayor cantidad de
matanzas políticas de los años 80, así como algunas de las más
notorias masacres realizadas por los militares". (Daeschner
1993: 34)
Ser presidente de la comisión, constituyó en la práctica un
lanzamiento político público de Vargas Llosa, quien hasta
entonces era un escritor leído por una élite y conocido por un
público limitado. Así y por las circunstancias del país, por
tratarse de periodistas, por las repercusiones nacionales e
internacionales, su nombre y figura rompió el pequeño círculo
lector-intelectual y se convirtió en una figura nacional y hasta
popular.
Desde algún tiempo atrás, algunas amistades de Vargas
Llosa lo veían como un futuro político profesional y no se
equivocaron. La esposa de José Donoso, a comienzos de 1982,
escribió: "No dudo que Mario será también embajador de su
país en algún momento, incluso creo que ya lo ha sido en una
comisión especial. (...) Mario Super Star, el vedetismo como
acción política. No lo sé. No sé si se siente atraído por el poder
en si". (Donoso 1982: 130 y 131)
Mientras que su editor de ese entonces y "descubridor"
Carlos Barral fue mucho más directo. En una mesa redonda
celebrada en 1984 y con la presencia de Vargas Llosa, opinó:
"Lo que quiero decir es que tampoco ha variado en nada la
persona, ¡eso es mucho más difícil!, cuando un escritor
alcanza fama universal, cuando esta fama universal le hace
rozar los grandes honores que ya ha tenido, que rehúsa, por
ejemplo, los cargos políticos, a los que parece que ha sido
propuesto. Ya veremos si podrá, si tendrá valor para rehusar,
algún día, la presidencia de la República de su país". (Autores
varios 1984: 11)
A lo dicho por Barral, Vargas Llosa contestó con un
elocuente y nada definido, "¡Qué horror!". Además, las
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propuestas privadas de Belaúnde para que fuera el candidato
de AP-PPC en las elecciones del 85, ya se le habían hecho. En
la práctica se le estaba preparando anímicamente para lo que
vendrá después.
En Perú, por esos tiempos, muy pocos vieron que
sabiéndolo o no, Vargas Llosa se perfilaba como un futuro
político profesional; uno de estos pocos fue el juez
ayacuchano Ventura Huayhua, cuando advirtió que el
novelista, como Presidente de la Comisión del caso
Huchuraccay, "busca protagonismo y espacio político".
Vargas Llosa, en marzo del 85, le respondió: "En sus
declaraciones tremendistas a la prensa extranjera, el juez
Ventura Huayhua deja entender que pudieron guiarme
ambiciones políticas al aceptar integrar la Comisión. ¿Qué
ambiciones políticas? De tenerlas, hubiera podido, en estos
años, ser embajador en Londres o en Washington, ministro de
Educación, ministro de Relaciones Exteriores o primer
ministro. Es sabido que ninguno de esos cargos acepté y, sí, en
cambio, formar parte de una comisión que -bastaba tener un
dedo de frente para adivinarlo- no nos iba a traer a sus
miembros ni honores ni beneficios, sino más bien
incomprensión y controversia. La razón para aceptar ese cargo
no fue político sino moral, algo que, por lo visto, es para el
juez Ventura Huayhua simplemente incomprensible". (Vargas
Llosa 1990: 225)
Otro actor en la escena político-social de ese entonces fue
la izquierda legal, la que venía de un largo proceso de
divisiones y excomuniones. A fines de la década del 70 se
podía distinguir a su interior cuatro bloques definidos: los
seguidores de la línea de Moscú, los seguidores de la línea de
Pekín, los grupos trotskistas y lo que se dio en llamar la nueva
izquierda. Para las elecciones del 80 hubo un intento de unidad
y se creó la Alianza Revolucionaria de Izquierda; semanas
después fue, por discrepancias internas, liquidada.
233
Posteriormente nació con la participación de estas fuerzas con
excepción de los trotskistas, lo que fue Izquierda Unida. Con
Izquierda Unida ganaron en 1983, entre otras ciudades, las
elecciones municipales en Lima, intento que desearon hacerlo
extensivo a todo el Perú en las elecciones generales de 1985,
con los resultados ya conocidos.
Entre el triunfo electoral municipal en Lima y las
elecciones generales del 85, al compás de la crisis, las
discrepancias al interior del frente se agudizaron. Esta
izquierda no tuvo metas definidas. La presencia de Sendero
Luminoso le recordaba su prédica de una década atrás,
mientras que el juego del sistema democrático les hacía ver
que era posible, en un tiempo relativamente corto y
prescindiendo de la revolución, llegar a ser gobierno.
En otros niveles esta izquierda se encontraba atenazada; en
la medida en que un sector de la gran burguesía y de las
Fuerzas Armadas creían que eran la avanzada de Sendero
Luminoso, o en el mejor de los casos estaban jugando el rol
que jugó Alexander Kerensky y sus Mencheviques en febrero
del 17, en Rusia. Mientras que Sendero Luminoso, a la vez
que le socavaba parte de sus bases, le acusaba de "revisionista,
traidora a la revolución" y "defensora del viejo Estado".
En los hechos, la izquierda legal vivía un drama y no hacía
a conciencia nada. No participaba del sistema con toda
decisión, tampoco apoyaba a Sendero, y, lo peor, no levantaba
un perfil propio. Sinesio López, militante de este frente,
sostuvo en el 84 que políticamente Izquierda Unida no tenía ni
forma ni color definido, que no pasaba de ser como esos
cuerpos gelatinosos que abundan en el mar, es decir una
"malagua".
Otro intelectual próximo a IU, Luis Pásara, opinó: "En la
izquierda creo que en el año 80 empieza una gran confusión,
una ambigüedad aún no resuelta. El problema de escoger entre
lo que su discurso siempre dijo sobre la vía armada y la
234
revolución y la oportunidad que se le presentaba de tener
parlamentarios, alcaldes, es decir acceder al uso del poder
concreto, existente". (Tello 1989: 397)
Alberto Flores Galindo, como militante izquierdaunidista,
algunos años después va mucho más allá y haciendo una
autocrítica escribió: "Ahora muchos han separado política de
ética. La eficacia ha pasado al centro. La necesidad de críticas
al socialismo ha postergado el combate a la clase dominante.
No sólo estamos ante un problema ideológico. Está de por
medio también la incorporación de todos nosotros al orden
establecido. Mientras el país se empobrecía de manera
dramática, en la izquierda mejorábamos nuestras condiciones
de vida. Durante los años de crisis, debo admitirlo, gracias a
los centros y las fundaciones, nos fue muy bien y terminamos
absorbidos por el más vulgar determinismo económico".
(Autores varios 1990: 8)
Por último será otro intelectual, cercano a esta corriente de
ideas, quien de una manera bastante sintética de pistas más
profundas para comprender el drama de Izquierda Unida.
César Lévano, a comienzos de la década del 90, dijo: "La
culpa de la jodedera peruana no es exclusividad de los de
arriba. Los males no vienen sólo por la derecha. También la
izquierda posterior a Mariátegui tiene su historia. No es casual
que en un frente popular como es Izquierda Unida,
prácticamente, todos los dirigentes sean provenientes de la
burguesía intelectual y hasta de una sola universidad, la
Católica, y más bien blancos". (Autores varios 1990: 196)
De ser verdad lo afirmado por Lévano, estaríamos
comprobando una vez más, que con la experiencia en la
dirección de IU se repiten esos tres males que por muchas
décadas, en Perú y en América Latina, han ejercido dominio y
control sobre las masas populares; pensamos en la burguesía
como clase, la raza blanca o blanqueada y la cultura del
sistema dominante. La izquierda terminó la década de los 80
235
dividida y comenzó la siguiente apoyando al candidato de
Cambio 90 Alberto Fujimori, en contra de la candidatura del
novelista Vargas Llosa, a la vez que compartió por algún
tiempo el gobierno, con el aporte de cuatro ministros al primer
gabinete del candidato ganador.
Por otro lado, la izquierda armada en la escena política de
ese entonces, representada fundamentalmente por Sendero
Luminoso y secundariamente por el MRTA, creció
considerablemente y a partir del año 84 se convirtió en un gran
problema para el Estado peruano y a la vez se convirtió en
algo así como un rompecabezas para los científicos sociales.
Es pertinente decir que en el plano teórico y de la
investigación, desde un primer momento, abordar el tema tuvo
y tiene sus bemoles. Esto nos recuerda, 15 años después de
haberse iniciado la subversión en el país, el profesor
Guillermo Rochabrún, cuando declaró: "En estos análisis, con
muy pocas excepciones, hay una norma, y es que todo lo que
se diga sobre los senderistas debe descalificarlos en términos
morales o intelectuales, o en términos políticos o éticos.
Descalificarlos desde el inicio, 'sin dudas de ninguna clase'. Si
uno no lo hace corre el peligro de ser considerado
filosenderista. Esa es la mejor manera de no entender la
realidad. Si uno lanzase una frase como 'los senderistas
también son seres humanos', ¿cuáles serían las reacciones?".
(Beaumont 1995: 39)
Lo declarado por Rochabrún es verdad, y esas excepciones
que él menciona coinciden en señalar que el fenómeno
Sendero, con todo su "accionar terrorista, demencial, asesino,
fundamentalista", es una organización política que responde a
las características del país: "Y es que se ha dicho, hasta la
saciedad en el Perú, escribe Marcial Rubio en el 89, que el
problema subversivo central no es la violencia, porque
Sendero Luminoso no es en esencia un grupo terrorista, sino
uno de naturaleza política, que tiene objetivos y estrategias
236
políticos, y que para ello utiliza la violencia". (Autores varios
1989: 240)
Así en medio de la crisis y descomposición, el gobierno de
AP-PPC terminó su mandato en 1985. Las fuerzas opositoras,
APRA e IU, fueron quienes capitalizaron el descontento
ciudadano en el plano legal. El candidato elegido fue Alan
García, del partido aprista, quien con muchas expectativas
inició por primera vez en el país, un gobierno totalmente
aprista, desde que este partido fue fundado en 1931.
El antropólogo Matos Mar, como expresión de un sector
de la intelectualidad peruana, y después de algunas semanas
de esta elección, exteriorizó su optimismo para con el nuevo
gobierno diciendo: "Hoy, después de unas elecciones
democráticas que culminan con la expresión abrumadora de la
voluntad de esas mismas masas desbordantes, el diálogo entre
el pueblo y el Estado, que demandábamos entonces, parece a
punto de iniciarse, abriendo nuevos cauces a las energías
creadoras del Perú tan largo tiempo reprimidas". (Matos Mar
1995:14)
El APRA ganó las elecciones generales e inició su
mandato gubernamental sin un plan de gobierno; a pesar de
ello generó en el pueblo muchas expectativas. El presidente
García anunció, entre otras iniciativas, el 28 de julio del 85,
que él como presidente no cobraría sueldo durante su mandato
y que su gobierno sólo pagará la deuda externa con el
equivalente al 10 % de las exportaciones. Esos dos anuncios,
dijo, eran la manifestación de la austeridad gubernamental y el
anti-imperialismo histórico del APRA. Luego se supo que se
pagó mucho más de lo anunciado y se acusó penalmente al
presidente (que siempre cobró sus sueldos) por malversación,
derroche y corrupción, donde hubo millones de dólares de por
medio.
La verdad es que el APRA supo llegar al gobierno; pero
no supo qué hacer con éste. El programa aprista de 1931 tenía
237
muy poco en común con la realidad peruana de mediados de
los 80. El partido que creía ser el más ideologizado de la
historia del Perú, sólo tenía unas cuantas ideas generales para
gobernar el país. Algunos ex-asesores del régimen de Velasco
Alvarado fueron llamados como consejeros del nuevo
gobierno y a la vez se trabajó con los empresarios, a quienes el
presidente, creyéndose un Mesías, les dio en llamar los "12
apóstoles". Para algunos apristas se había iniciado la
"revolución", la que para su triunfo y consolidación definitiva,
el ministro de Energía y Minas del régimen aprista, Wilfredo
Huayta, "... había prometido cincuenta años en el poder".
(Vargas Llosa 1993: 39)
Un sector del APRA dio algunos pasos en esa dirección.
Se intentó imitar el sistema de la trenza mexicana, es decir la
unidad formada por los empresarios, el partido y el gobierno,
la dictadura perfecta en términos de Vargas Llosa, o
corporativismo. Esta idea tenía que ver con la influencia del
nazi-fascismo en esta organización; aunque el máximo
intelectual del partido, Luis Alberto Sánchez, creía que dicha
influencia sólo se limitaba a lo formal.
Recordando la influencia de Mussolini sobre Haya de la
Torre, escribió: "Me atrevería a decir que el Duce fue un
maestro gestual inolvidable para el futuro orador máximo del
APRA". Páginas después agregó: "En las calles de Berlín
Haya fue testigo de desfiles masivos y disciplinados de las
huestes nazis, con vistosos estandartes, gran despliegue de
orden marcial y la exactitud y complejidad del arte escénico.
Estos desfiles, como aquellos vistos en la Italia de Mussolini,
atrajeron al viajero peruano en tanto molde exterior de las
futuras manifestaciones apristas, sin compartir por esto ni por
asomo las doctrinas y consignas nazis y fascistas". (Sánchez
1994: 108 y 140)
Carlos Malpica, analizando los dos primeros años del
gobierno encabezado por Alán García, escribió: "Si bien la
238
característica fundamental de los primeros años del gobierno
aprista fue su alianza con los '12 apóstoles', el sector estatal
creció no sólo por la recesión del contrato con Belco y la
quiebra del Banco Amazónico, sino también por la creación de
Flopesca, en base a la reparación de los viejos barcos
embargados por el Banco de la Nación y el Banco Industrial
del Perú y la adquisición de ocho no menos antiguos barcos
holandeses". (Malpica 1989: 55)
Evidenciando las contradicciones al interior del régimen y
la poca claridad del gobierno aprista, Humberto Campodónico,
tomando el mismo período analizado por Malpica, dijo: " ... la
política del actual gobierno desde el inicio ha carecido de una
propuesta global de reforma del aparato del Estado,
dedicándose, más bien, a denigrarlo (ver, por ejemplo, la
campaña contra Petroperú en junio de 1985, y contra los
empleados estatales 'burócratas' en 1986 ...". (Campodónico
1987: 45)
Para entonces la crisis se manifestó, principalmente a nivel
de la inflación. Comenzó a hacer estragos en las economías
populares. A ello deben agregarse las acciones político-
militares, principalmente de Sendero y secundariamente del
MRTA, tanto en las ciudades como en el campo, las que
entrababan las medidas realizadas por el gobierno. En esos
momentos, a comienzos del 87, la alianza del gobierno con los
empresarios se quebró. Ella tenía como centro estabilizar los
precios, fomentar mayor inversión interna y como
consecuencia generar mayor empleos.
Los empresarios tomaron distancia del gobierno, distancia
que terminó con su alejamiento completo a partir del 28 de
julio del mismo año, cuando el presidente García anunció en el
parlamento el decreto Ley N° 24723, que afirmaba: "El
sistema financiero hoy en el Perú es el más poderoso
instrumento de concentración de fuerza económica (...) Por
eso, en este instante, propongo al Congreso su nacionalización
239
y estatización (...) como un primer paso para la
democratización real de nuestra economía". (Daeschner 1993:
13)
Teniendo en cuenta que los bancos nacionales o
regionales, las financieras y las compañías de seguros trabajan
coordinadamente, en muchos casos pertenecían al mismo
grupo económico, la expropiación fue sólo parcial. Ella dejó
legalmente un margen de maniobra a los empresarios, porque
sólo llegaba: "... hasta el 70 % del capital social de los bancos
y financieras en poder del sector privado, del 30 % de las
acciones de bancos regionales y del 15 % de las acciones de
las compañías de seguros". (Malpica 1989: 55)
El presidente esgrimió otros argumentos, por ejemplo que
la ley se había hecho en "nombre de los pobres" y que
democratizando la banca se democratizaba la economía y la
sociedad en su conjunto, en la medida que las mayorías
nacionales tendrán "acceso al crédito". Además argumentaba
que estos malos empresarios, a quienes se les habían dado
todas las facilidades durante los dos primeros años del
gobierno, no habían cumplido con su promesa de invertir en el
país y así generar mayor empleo para los peruanos; por el
contrario, habían descapitalizado a la nación, sacando sus
ganancias al extranjero.
La familia Romero extiende su influencia a múltiples
ramas de la economía y a través de ellas su importancia es
mayor en la vida económico-política del país; un especialista
en el tema, el sociólogo Eduardo Anaya, sostiene: "El grupo
Banco de Crédito del Perú a diferencia de los grupos Banco
Mercantil del Perú S.A. y Banco Latino de Fomento de la
Construcción, se caracteriza por controlar antes que influir a
sus sociedades anónimas. En efecto, 104 de las 157 sociedades
anónimas del grupo se encuentran bajo su control. Éste se
ejerce mediante la posesión mayoritaria de las acciones y a

240
través de la presencia en mayoría de sus personeros en el
directorio de una sociedad anónima". (Anaya 1987: 21)
A los dos días del anuncio presidencial Vargas Llosa, en
nombre de los pobres, de la libertad, la democracia y la
propiedad privada, expresó su desacuerdo con la medida en un
artículo titulado HACIA EL PERÚ TOTALITARIO. Vargas
Llosa se opuso radicalmente a que el Estado oriente la banca,
las financieras y los seguros, en la medida que el "dirigismo
controlista" lo único que genera es "ineficacia" e
"inmoralidad", y de no ponerle resistencia, el Perú puede
comenzar como " ... tantos países del Tercer Mundo a
hundirse en el marasmo y a convertirse en feroces satrapías".
Como el país no ha llegado a ese nivel y para evitarlo: "Hay
que decirlo en voz alta para que lo oigan los pobres -que serán
sus víctimas propiciatorias- y tratar de impedirlo por todos los
medios legales a nuestro alcance". (Vargas Llosa 1990: 420)
El 21 de agosto se efectuó el primer mitin de protesta en la
Plaza San Martín. Fue llamado "Encuentro por la Libertad".
Lo más saltante que Vargas Llosa dijo en esa oportunidad fue:
"Cuando hablamos de totalitarismo, no empleamos una
palabra hueca y alarmista. Hablamos de un peligro real.
Medidas como la estatización de la banca, los seguros y las
financieras es el principio del totalitarismo. Es una bolita de
nieve que empieza a correr y crecer y crecer y crecer hasta
estrellarse contra la democracia peruana y destrozarla".
(Daeschner 1993: 21)
El mitin fue considerado un éxito; para ello contribuyó la
atmósfera social del momento, la crisis económica y el
desgaste político del gobierno aprista. En el plano concreto,
los empresarios y sobre todo: " `Los bancos amenazados
fueron los principales financiadores de la manifestación, dijo
Cruchaga, junto con las sociedades de pesquería y de minería.
También aportaron las cervecerías de propiedad de los Bentín,
los reyes de la cerveza de la familia de la esposa de Cruchaga.
241
Bien, decían los directivos tras las explicaciones de Cruchaga.
¿Cuánto necesitan de nosotros? Cruchaga menciona una cifra.
¿Para cuándo lo necesitan? Mañana. Muy bien. Pasen
mañana a recogerlo. Es así como Cruchaga reunió los fondos
para la manifestación. Fue un movimiento totalmente
empresarial, es verdad, Cruchaga manifestó". (Daeschner
1993: 50)
Esta presentación de Vargas Llosa en la Plaza San Martín,
dice el autor antes citado "... marcó un viraje en la política
peruana de los años 80. El acontecimiento significó el
renacimiento de la derecha política peruana ...". (Daeschner
1993: 55).
De ese modo el novelista hacía un alto en la literatura y
entraba triunfante al mundo de la política profesional. Para
explicar esta incursión en la otra pasión de su vida, Vargas
Llosa tiene un doble discurso: para el gran público sostiene
que lo determinante fue, como en el caso Uchuraccay, la
moral, mientras que para el consumo interno lo determinante
fue, vivir la aventura: "Desde entonces, cada vez que me han
preguntado por qué estuve dispuesto a dejar mi vocación de
escritor por la política, he respondido: Por una razón moral.
Porque las circunstancias me pusieron en una situación de
liderazgo en un momento crítico de la vida del país".
Luego en la misma página, el otro argumento: "Siempre he
creído que escribir novelas ha sido, en mi caso, una manera de
vivir las muchas vidas -las muchas aventuras- que hubiera
querido tener, y no descarto que, en ese fondo oscuro donde se
traman nuestros actos, fuera la tentación de la aventura, antes
que ningún altruismo, lo que me empujara a la política
profesional ". (Vargas Llosa 1993: 46)
A cuál de estos dos Vargas Llosa debemos de creer, al
moralista o al aventurero. Tratándose de un intelectual
conocido y un novelista famoso, en un primer momento es
problemático comprenderlo. Para nosotros es claro, y para no
242
repetir recomendamos releer los capítulos II y III de esta
investigación y ahí encontramos la respuesta al porqué de este
doble discurso.
El presidente García sostuvo que los "pobres no tienen
acceso al crédito" y en eso tuvo razón; pero cuando argumentó
que con la estatización se democratizaría y los "pobres
tendrían acceso" simplemente hacía demagogia, en la medida
que en el Perú, como ya lo dijo Pease, y teniendo frescas las
estatizaciones en la primera fase de la "revolución" militar
hechas en nombre de los pobres, el Estado ha sido
históricamente un instrumento manejado por una fracción, o
circunstancialmente por la alianza de las clases dominantes,
para a través del mismo aumentar sus capitales y ganancias;
mientras que los pobres, en una u otra circunstancia, nunca
tuvieron acceso no sólo al crédito, simplemente a nada.
Vargas Llosa se opone a la estatización de la banca,
también en nombre de los pobres, y sostiene que la
estatización es una farsa y en esto de igual modo tiene razón.
Lo cierto es que con la banca privada o la banca estatal, los
pobres, en nombre de quien se estatiza o privatiza, siguen
siendo lo que siempre fueron en la medida que estos
enfrentamientos son parte de las contradicciones al interior de
la gran burguesía. Una facción ve, en un determinado
momento, en la empresa estatal una fuente de ganancias, y
otros, en la empresa privada, todo depende de las coyunturas
económicas y políticas nacionales e internacionales; de allí
que en momentos dados encontramos a los que antaño
defendían la empresa privada defender la empresa estatal y
viceversa.
Otros no se hacen mayores problemas, trabajan con la
empresa pública, privada, mixta, autogestionaria, etc. El grupo
que controla el Banco de Crédito fue quien más lejos llegara
en la aplicación del decreto ley 24723 de la estatización de la
banca y fue de igual modo el que más ganó. Esto sostiene el
243
ex-presidente García en el libro EL MUNDO DE
MAQUIAVELO.
Para terminar con el tema de la estatización, citemos una
vez más al norteamericano Daeschner cuando sobre el tópico
escribió: "Si bien Vargas Llosa y sus seguidores sostenían que
la manifestación representaba un rechazo masivo al proyecto
de García, el tema no afectó directamente a la mayoría de los
peruanos, que vivían en la pobreza y carecían de cuentas
bancarias. Ambas partes del debate manipularon encuestas
para evidenciar un apoyo mayoritario, pero para la mayoría de
los peruanos el debate sobre la estatización de la banca existía
como una batalla lejana entre dos sectores de la élite: el sector
financiero y el partido de gobierno". (Daeschenr 1993: 57)
Finalmente el éxito del mitin de la Plaza San Martín fue el
hecho determinante para que Vargas Llosa no sólo proteste y
se oponga a la estatización de la banca; sirvió también para
decidirse, maquiavélicamente hablando, a asumir el papel del
príncipe e intentar ser presidente de su país. De aquí en
adelante comenzó una ida sin retorno. Años después Vargas
Llosa consideró que el concurrido mitin del 21 de agosto fue
para él una "ingenuidad"

DEL MOVIMIENTO LIBERTAD AL FRENTE


DEMOCRÁTICO: IDEOLOGÍA, PROGRAMA Y
PRÁCTICA

Según Vargas Llosa, su partido, denominado Movimiento


Libertad, nació en la manifestación de protesta del 21 de
agosto en la Plaza San Martín y fue la base sobre la cual se
formó el Frente Democrático (Fredemo).
El hijo del novelista, escribió: " ... había nacido el
Movimiento Libertad, en plena plaza, por generación
espontánea, a los aullidos de ¡libertad! ¡libertad! con los que
la desorganizada y envalentonada multitud había suplido la
244
falta de respuesta efectiva en los días anteriores de los partidos
tradicionales de oposición, sin que nadie hubiese sospechado
que ese estado de ánimo era un mandato para emprender la
carrera al poder". (Vargas 1991:16)
El desarrollo de las ideas liberales en el Perú, como
influencia del triunfo de la revolución francesa, datan de las
últimas décadas de la colonia. A lo largo del siglo XIX
existieron dos tendencias al interior de los que se identificaban
con estas ideas. Por un lado los que sólo tomaban el nombre
mas no el contenido, y en base a ello a fines de siglo fundaron
el Partido Demócrata Liberal y luego el Partido Liberal,
quienes como socios menores del Partido Civilista fueron por
algún tiempo gobierno en el país.
Con respecto a estos liberales, González Prada (1848-
1918), parafraseando a Spencer, escribió: " ... la mayor parte
de los que ahora se titulan liberales son conservadores de
nueva especie ...", y recordando que una de las condiciones
fundamentales de los auténticos liberales es luchar en contra
de las instituciones políticas más antiguas, continuó: "El
verdadero liberal da tantos golpes a los muros de la iglesia
como a los cimientos del Estado".
Finalmente, evidenciando el oportunismo político que
anida en el alma de la mayoría de estos liberales, dijo: " ... les
llamaría murciélagos que unas veces encogen las alas y se
confunden con el ratón, otras despliegan el vuelo y se igualan
con el pájaro". (González Prada 1983: 47 y 48)
Con la influencia del positivismo se difundieron más las
ideas liberales en Perú, pero la mayoría de los liberales-
positivistas, confirmando a González Prada, terminaron
defendiendo la Iglesia, el Estado y participando como
políticos, académicos, profesionales o periodistas, en los
sucesivos gobiernos que se turnaron en el país en los primeros
treinta años del siglo XX.

245
Mientras que del otro grupo de liberales, algunos de ellos
terminaron en el anarquismo, caso González Prada, y
principalmente como individuos, vía el periodismo o pequeños
folletos, propagandizaron ideas progresistas y de avanzada
para su tiempo, pero no llegaron a concretizarse en grupos
orgánicos y menos en partidos políticos con alguna incidencia
en la vida política nacional; su prédica fue mordaz, su
influencia marginal. A esta corriente de ideas están ligados los
nombres de Benito Lazo (1783-1862), José Gálvez (1819-
1866), Pedro Gálvez (1822-1878), Francisco Javier Mariátegui
(1834-1894), Francisco de Paula González Vigil (1834-1894)
y Mariano Aménazaga (1834-1894).
En la generación del 900 y en la posterior del 20 no hubo
un liberal digno de mención. Vargas Llosa cree que el
historiador Jorge Basadre (1903-1980) podría ser considerado
en esta corriente de ideas.
En la generación del 50 apareció un grupo que profesaba
esta ideología; la mayoría de ellos fueron formados en la
facultad de derecho de la Universidad de San Marcos y en el
diario La Prensa de Pedro Beltrán Espantoso. Beltrán, un hijo
de la oligarquía peruana, hizo sus estudios en la London
School of Economics y ahí fue influenciado por una de las
corrientes teóricas del liberalismo, la escuela "monetarista"; a
su regreso a Perú, a través de su diario propagandizaba la
eficacia del libre mercado como fórmula de solución para los
problemas económicos en el Perú de los 50. Con Beltrán
trabajaron, como periodistas, un grupo de jóvenes abogados,
destacando entre ellos Grados Bertorini, Chirinos Soto, Baella
Tuesta, Salazar Larrain entre otros; todos ganados al
liberalismo se convirtieron en los portavoces de estas ideas en
el Perú a mediados del siglo pasado.
Al comienzo del segundo gobierno de AP, después que los
diarios de circulación nacional fueron devueltos a sus antiguos
dueños, el diario La Prensa, teniendo como director a un ex-
246
alumno de Beltrán, Salazar Larrain, inició su segunda prédica
liberal en lo que fue el siglo XX y abrió sus páginas a un
grupo de jóvenes liberales. Este grupo estuvo conformado por
Jaime Bayly, Carlos Espá, Alvaro Vargas, Federico Salazar,
Femando Iwasaki y los hermanos Pedro y Pablo Cateriano.
Por otro lado aparecieron, luego se les unieron, los que
trabajaron con Hernando de Soto en el ILD, Enrique Ghersi y
Mario Ghibellini. Estos jóvenes, en la segunda mitad de la
década de los 80, con el padrinazgo de los neoliberales
mayores: Mario Vargas Llosa y Hernando de Soto, fueron la
primera base sobre la cual se formó el Movimiento Libertad, y
por su radicalismo ideológico se les conoció con el nombre de
los "jóvenes turcos".
En 1986 Hernando de Soto publicó EL OTRO SENDERO
y Vargas Llosa escribió el prólogo al libro que el economista
venía trabajando desde 1979, año en el cual, contando con el
auspicio de fundaciones internacionales y personalidades
liberales del mundo académico, fundó el Instituto Libertad y
Democracia (5). En el capítulo anterior hemos explicado cómo
Vargas Llosa involucionó al neo-liberalismo; el prólogo a EL
OTRO SENDERO fue su carta de presentación en esta nueva
corriente de ideas.
El tema central del libro es lo que de Soto denomina "La
revolución informal". El autor comienza diciendo que la
fuente de la "informalidad" son los "migrantes" y haciendo la
diferencia de quienes son y quienes no son informales,
escribe: "No son informales los individuos, sino sus hechos y
actividades. La informalidad no es tampoco un sector preciso
ni estático de la sociedad, sino una zona de penumbra que
tiene una larga frontera con el mundo legal y donde los
individuos se refugian cuando los costos de cumplir las leyes
exceden a sus beneficios. Sólo en contados casos la
informalidad implica no cumplir con todas las leyes; (...)
También son informales aquellas actividades para las cuales el
247
Estado ha creado un sistema legal de excepción a través del
cual un informal puede seguir desarrollando sus actividades,
aunque sin acceder necesariamente a un status legal
equivalente al de aquellos que gozan de la protección y los
beneficios de todo el sistema legal peruano". (de Soto 1986:
12 y 13)
Los "informales", en un largo y difícil proceso,
principalmente en las grandes o medianas ciudades, han
logrado conseguir una vivienda informal, trabajar en el
comercio o industria informal y así están demostrando, según
el autor, el interés del informal por la propiedad privada y la
economía de mercado, que son la base para el desarrollo de la
sociedad liberal. Este informal, según de Soto, es
obstaculizado por el Estado, que vía el derecho y su "tradición
distributiva", margina al verdadero creador de la riqueza, en la
medida que el Estado: " ... no entiende que la riqueza y los
recursos pueden crecer y ser facilitados por un adecuado
sistema institucional y que inclusive los pobladores de
condición más humilde pueden generar riqueza; la
redistribución por vía directa aparece como la única ética
aceptable. (...) La consecuencia es que el Estado peruano
norma casi exclusivamente con fines rentistas y que, por lo
tanto, en lugar de hacer de nosotros una 'democracia de
derecho' nos ha convertido en una 'democracia de grupos de
presión'. (...) De esta manera politización, centralización y
burocratización resultan hijos del mismo padre: el Derecho
redistributivo". (de Soto 1986: 239 y 241)
Todo lo aquí descrito se enmarca dentro de lo que de Soto
denomina "Sistema mercantilista": " ... que consistía en el
gobierno de un Estado reglamentarista dependiente de élites
privadas que se sustentaban en el privilegio estatal (...)
Esencialmente el mercantilismo significaba una economía
políticamente administrada, cuyos agentes económicos
estaban sometidos a una reglamentación específica y
248
detallada. El Estado mercantilista no permitía que los
consumidores decidieran lo que se debía producir. Se
reservaba, más bien, el derecho exclusivo de indicar y
promover las actividades económicas que consideraba
deseables y proscribir o desalentar las que no creía
convenientes. (...) Para lograr sus objetivos, el Estado
mercantilista concedía privilegios a productores y
consumidores favorecidos por medio de reglamentaciones,
subsidios, impuestos y licencias". (de Soto 1986: 251)
Hernando de Soto sostiene que la "sociedad mercantilista"
puede ser transformada violentamente como fue en Francia,
España o Rusia. En Perú esta solución está representada por el
accionar de Sendero Luminoso, de ahí que la revolución de los
informales: "En este último país es la alternativa directa a
cualquier violencia subversiva o criminal, porque sustituye la
energía desperdiciada en el resentimiento y la destrucción, por
la energía bien invertida en el progreso económico y social.
Los informales nos lo prueban todos los días. Están siempre
dispuestos al diálogo, a la prudencia y a la adaptación social.
Las personas motivadas por sus ansias de progreso y
superación están siempre muy bien dotadas para vivir en un
Estado de Derecho. El odio y la rabia de los subversivos sólo
encuentran terreno fértil ahí donde la informalidad no ha
podido establecerse y donde la formalidad mercantilista ya
fracasó. El verdadero remedio contra la violencia y la pobreza
es reconocer la propiedad y el trabajo a quienes la formalidad
hoy excluye, de tal manera que donde existía rebelión nazca el
sentido de pertenencia y de responsabilidad. Así, donde ya
surgió el gusto por la independencia y la fe en las fuerzas
propias, se difundirá una esperanza justificada en el pueblo y
la libertad". (de Soto 1986: 313 y 314)
De esta manera de razonar, se puede deducir que el
"sistema mercantilista", el "Estado mercantilista" y la
"burguesía mercantilista" están en cuestión. A nivel social, con
249
el término "mercantilismo" se engloba, desde la gran
burguesía, que se desarrolla en alianza con el Estado, hasta las
dirigencias sindicales que tienen alguna capacidad de
negociación en el plano legal, pasando por el sector
"politizado" de las Fuerzas Armadas y la mayoría de los
políticos profesionales. La solución, según de Soto, implica
terminar con esta sociedad "mercantilista" dando cauce y
perspectiva a la revolución que han comenzado los informales
y así establecer una auténtica sociedad moderna y liberal,
teniendo como base una economía donde el mercado imponga
las reglas de juego. Estas ideas son una síntesis del diagnóstico
hecho por de Soto de la sociedad peruana. Ellas fueron,
además las lecturas de los neo-liberales extranjeros, las bases
teóricas interpretadas por Vargas Llosa. Sobre ellas los neo-
liberales peruanos intentaron elaborar las bases ideológicas y
políticas estables del Movimiento Libertad.
En el accionar del movimiento se reflejaron las dos
corrientes más importantes del neo-liberalismo a nivel
internacional. En algunos se manifestó la influencia de los
teóricos norteamericanos como Milton Friedman y Francis
Fukuyama. Otros, Vargas Llosa entre ellos, fueron más bien
seguidores de los teóricos austriacos como Friedrich von
Hayek, Ludwig von Mises y Karl Popper. En un primer
momento la mayoría de los jóvenes que trabajaban con Salazar
Larraín en el diario La Prensa fueron los animadores
principales del Movimiento Libertad.
En el Movimiento Libertad se inició la polémica
ideológica. "Los jóvenes turcos" encabezados por Salazar y
Ghibellini, sostenían que el Movimiento Libertad como
instrumento político debería ser consecuente con la ideología
liberal, que estaba en capacidad de liderar la revolución liberal
en el Perú, y que el movimiento tenía todas las condiciones
para ganar las elecciones del 90 sin ninguna clase de alianzas.
En consecuencia para ser coherente con los principios
250
liberales, no debería aceptar en sus filas a los representantes
del "mercantilismo" en cualquiera de sus formas y menos
hacer alianza con las fuerzas políticas "mercantilistas" (AP,
PPC y SODE), o económicas (los empresarios).
Estas ideas, en sí correctas dentro de la lógica liberal, eran
audaces para la realidad política del Perú de ese entonces.
"Los jóvenes turcos" se dividieron; las dos cabezas
"jacobinas" más lucidas, Salazar y Ghibellini, aislados y casi
expulsados del Movimiento Libertad.
Cuando Vargas Llosa se refiere a los "jóvenes turcos",
dice: "Pero estos jóvenes, entre los que se contaba mi hijo
Alvaro, habían ido bastante más lejos que sus maestros.
Decían ser entusiastas seguidores de Milton Friedman, de
Ludwig von Mises o de Friedrich von Hayek y el radicalismo
de alguno -Federico Salazar- lindaba con el anarquismo (a
veces con la payasada)". (Vargas Llosa 1993: 174 y 175)
Los planteamientos de Federico Salazar y Mario
Ghibellini, de un neo-liberalismo consecuente, eran
peligrosos. Ellos no sólo traían problemas a los
"mercantilistas" que finalmente coparon y dirigieron el
Movimiento Libertad; traían dificultades al mismo Vargas
Llosa, de allí que cuando el escritor se refiere a ellos no
argumenta teóricamente en contra, sino hace uso solamente de
adjetivos: "Siempre sentí cariño por esos jóvenes excesivos,
aunque también alguna vez uno me acusó de heterodoxia, y
pasando el tiempo, dos de ellos -Ghibellini y Salazar- se
volverían unos politicastros bastante despreciables". (Vargas
Llosa 1993: 178)
La polémica en el Movimiento Libertad, tuvo su máxima
expresión en el primer Congreso del Movimiento y fue ganada
por la corriente liderada por Vargas Llosa; como consecuencia
se adhirieron al Movimiento Libertad muchos representantes
de los "mercantilistas", los que venían con una trayectoria
política conocida. Se les podría denominar como el grupo de
251
los ex: ex-apristas, ex-belaundistas, ex-pepecistas, ex-
velasquistas, etc, destacando: Miguel Cruchaga, Chirinos
Soto, Alfredo Barrenechea. Luego se integraron los
representantes de las diferentes corrientes católicas: Luis
Bustamante, Beatriz Merino y Rafael Rey, este último
dirigente del Opus Dei. Terminó esta etapa con la
incorporación de los "mercantilistas" económicos como Vega
Llona y Vega Alvear.
Con la incorporación de los "mercantilistas" feneció el
proyecto originario de Libertad,. Este no fue un partido
propiamente dicho, ya que falló por la base. A pesar de sus
ideas sobre libertad, democracia, individuo, mercado,
modernidad, globalización, revolución, capitalismo popular,
país de propietarios, informales, mercantilistas, etc, no
lograron sistematizar un cuerpo sólido de ideas que les sirviera
como vigas maestras en su actuación política posterior. Los
llamados a cumplir con esta tarea, los jacobinos Salazar y
Ghibellini, no lo hicieron en la medida que no tuvieron ni el
tiempo ni la capacidad para sistematizar y sintetizar el
conjunto de ideas que desordenadamente se divulgaban.
El Movimiento Libertad, en lo esencial, fue un estado de
ánimo y luego no pasó más allá de un deseo, que duró el
tiempo que duró la emoción de Vargas Llosa. Este hecho
demostró que el neo-liberalismo de Vargas Llosa fue
epidérmico y adjetivo, sin sustancia y menos consecuencia. En
caso contrario él hubiese trabajado con los "jacobinos" en
busca no sólo de logros momentáneos, sino con proyectos o
programas de mediano y largo alcance. Vargas Llosa no tuvo
ni la formación teórica ni el espíritu perseverante para esta
clase de actividad. La política responsable está reñida con las
dudas de un agnóstico y los estados de ánimo de un
aventurero.
Cuatro o cinco años después, el Movimiento Libertad,
copado por los "mercantilistas" desapareció de la escena
252
política nacional y así se demostró, una vez más, que la hora
del neo-liberalismo doctrinario, si es que la tuvo,
especialmente en América Latina, ya pasó. Lo que en un
momento dado impresionó a ciertos sectores sociales, como el
trabajo de Hernando de Soto y parcialmente algunas ideas
neo-liberales difundidas en Perú y en el continente, tenían
poco sustento en la realidad económica, social, política y
cultural del país. Los resultados son elocuentes, no sólo
porque Vargas Llosa haya perdido la elección (para ese
entonces él se había convertido en un neo-conservador), sino
porque el plan neo-liberal radical aplicado, en un lapso de diez
años, por el gobierno encabezado por Fujimori, no resolvió los
problemas fundamentales de las mayorías nacionales.
Retomando el libro más importante producido por el neo-
liberalismo en el Perú, diremos que las críticas a las ideas
sustentadas en EL OTRO SENDERO vinieron principalmente
de la izquierda. El historiador Flores Galindo argumentó que
el autor desconoce la tradición histórica, porque el pueblo
peruano, ya sea por necesidad o por tradición histórico-
cultural, tiende a la solidaridad y no al extremo individualismo
como es presentado por de Soto. Además, afirma Flores
Galindo que de Soto sólo ve una parte de la población, por
tanto una parte del problema del país; se olvida que: "Existía
una civilización campesina que este libro trata de negar en
todo momento. El espacio vacío. El Perú sin indios". (Flores
Galindo 1988: 211)
El historiador también encuentra en el libro una marcada
tendencia a disculpar al sistema capitalista de los males
generados en el país, en la medida que: "La responsabilidad de
lo que ha ocurrido en este país hasta la fecha, debe echarse en
todo caso al Estado y a quienes han medrado a su costa. Entre
la miseria y el capitalismo no hay ninguna vinculación por
cuanto éste todavía no existe. El capitalismo es lo nuevo
mientras que el socialismo, con sus afanes supuestamente
253
'estatistas', sería una prolongación de la historia anterior".
(Flores Galindo 1988: 214)
Por su parte Julio Ortega en relación a los informales
como actores centrales del proyecto neo-liberal de Hernando
de Soto, sostiene que este sector: "... es percibido como una
fuerza de capitalismo primitivo, como la base social del
liberalismo, haciendo así del síntoma social del malestar
económico una causa del bienestar imaginario, increíble, las
víctimas del sistema se convierten en los sujetos de su
reforzamiento". (Ortega 1989: 45)
Por último han pasado cerca de dos décadas de que estas
ideas fueron expuestas, tiempo suficiente para evaluar los
logros de "la revolución informal". Los resultados en cualquier
país del Tercer Mundo, para los cuales fueron recomendadas,
están a la vista, comenzando en Perú, la Meca de los
informales; donde el tema, a pesar de su crecimiento como
producto de la crisis y el desempleo, en los últimos años del
siglo XX ya había pasado de moda.
Se conoce de que muchos informales se transformaron en
mercantilistas. Esto ocurrió con el mismo Hernando de Soto
quien maneja un doble discurso en entrevistas públicas o
conferencias; especialmente en el extranjero, es un neoliberal
ilustrado y radical, pero en la práctica, como buen capitalista
que es, es un pragmático consumado. Él asesoró
indistintamente a Vargas Llosa, Alan García y Alberto
Fujimori sin ningún tipo de problemas ideológicos o de
conciencia. Vargas Llosa, años después con respecto a su ex-
asesor, escribió: " ... quien había descrito con tanta precisión el
sistema mercantilista en el Perú había terminado por ser su
mejor prototipo. Quienes lo promovimos -y, en cierta forma, lo
inventamos- debemos decirlo sin embages: no servimos la
causa de la libertad, ni la del Perú, sino los apetitos de un
criollo Rastignac". (Vargas Llosa 1993: 177)

254
Volvamos a la candidatura de Vargas Llosa. Las fuerzas
de derecha neoliberales teniendo como base el Movimiento
Libertad y a Vargas Llosa como figura central, comenzaron a
trabajar en función de un frente político amplio y a nivel
nacional, en perspectiva de ganar las elecciones generales de
1990. Algunos de los "jóvenes turcos" en el seno de Libertad,
con el respaldo de Hernando de Soto, en ese entonces amigo
del Movimiento, aún sostenían que Libertad sin alianzas
podría ganar las elecciones y que al aliarse con otras fuerzas
políticas terminarían desprestigiándose ante el electorado, ya
que aparecerían unidos a los viejos partidos políticos
"mercantilistas" que representaban el pasado contra quienes
irrumpía el Movimiento Libertad.
Otros, entre ellos Vargas Llosa, sostenían que en aras de la
unidad, se debía formar un frente amplio en contra del APRA
y de la izquierda. Esta posición fue la que finalmente se
impuso. Este fue uno de los motivos del alejamiento de
Hernando de Soto del Movimiento Libertad.
Los contactos entre el Movimiento Libertad, AP, PPC y
SODE se dieron, pero no sin problemas, y avanzaron en
función de formar una alianza electoral. Vargas Llosa expuso
sus razones de la alianza con los "mercantilistas" políticos:
"Era tanto lo que había que reformar en el Perú que, para
hacerlo, se requería una ancha base popular. AP y PPC tenían
influencia en sectores significativos y ambos lucían
impecables credenciales democráticas. Si vamos separados a
las elecciones la división del voto del centro y de la derecha
dará la victoria a la Izquierda Unida o al APRA. La mala
imagen de los viejos políticos se puede borrar con un plan de
reformas profundas que no tendrán nada que ver con el
populismo de AP ni el conservadurismo del PPC, sino con un
liberalismo radical nunca antes postulado en el Perú. Son estas
ideas las que darán novedad y frescura al Frente". Además
continúa el novelista: "Por disminuidos que estén, razonaba,
255
AP y PPC cuentan con una infraestructura nacional,
indispensable para ganar las elecciones. (Vargas Llosa 1993:
83)
Tiempo después Vargas Llosa comprobó que esto era sólo
una suposición, en la medida que: "Ni Acción Popular ni el
Partido Popular Cristiano tenían en ese momento una sólida
organización nacional". (Vargas Llosa 1993: 84)
Meses más tarde se concretizó la alianza y nació el Frente
Democrático como consecuencia de la unión de las cuatro
organizaciones antes mencionadas. En lo escrito y declarado
por Vargas Llosa y su actuación política posterior había una
evidente contradicción. En esta etapa, la meta de Vargas Llosa
fue ganar las elecciones y ser presidente de su país; si para ello
era menester "vender el alma al diablo" o recurrir al "todo
vale", había que hacerlo, en función del triunfo: "El fin
justifica los medios".
A estas alturas no quedaba nada de aquel neo-liberal
empecinado en su creencia de que la moral debe estar siempre
por encima de la política, se había olvidado de que lo más
importante no son los fines sino los medios y aparecía el neo-
conservador sin escrúpulos que a punto de chantajes,
pragmatismo y autoritarismo ganaba la batalla a los
"jacobinos" primero, a su teórico y aliado Hernando de Soto
después, en cuanto que se aliaba con los "enemigos
mercantilistas".
El plan de gobierno del FREDEMO fue redactado por una
comisión que tuvo como presidente al filo-jesuita Luis
Bustamante. Vargas Llosa lo revisó y lo hizo público en la
reunión anual del CADE 89. El programa fue llamado
ACCIÓN PARA EL CAMBIO: PROGRAMA DE
GOBIERNO DEL FRENTE DEMOCRÁTICO en el se
tomaron algunos de los planteamientos de EL OTRO
SENDERO más algunas ideas de los neo-liberales publicitadas
por el novelista. La consigna central fue "El gran cambio".
256
Vargas Llosa declaró que este programa, en términos
generales, apuntaba a terminar con el "mercantilismo" en el
Perú: "Yo recuso la tradición, el pasado, de una manera muy
radical. Creo que la recusación más radical del pasado, de la
tradición, se puede hacer hoy en día desde una posición liberal
mucho más que desde una posición socialista, porque el
socialismo ya forma parte de nuestra tradición, aunque nunca
haya llegado a tomar el poder. Aquí los partidos o las fuerzas
o las personas que han gobernado en los últimos 40 años, de
una manera u otra, han contribuido a crear un sistema que se
puede llamar estatista, intervencionista, con una fuerte
impronta colectivista, ésa es la realidad en el Perú. Por lo
tanto, recusar eso desde una posición liberal es proponer el
cambio; y proponer un cambio liberal, es proponer algo que el
Perú, literalmente, nunca ha tenido en su historia". (Autores
varios 1990: 14)
Basándose en lo expuesto se presentó un programa amplio
y minucioso. En este contexto transcribiremos parte del
resumen hecho por Vargas Llosa en la polémica con Fujimori
llevada a cabo el 3 de junio del 90. En ese debate se
desarrollaron los seis temas fundamentales del programa del
Fredemo: Pacificación Nacional, Programa Económico,
Desarrollo Agrario, Educación, Trabajo e Informalidad y Rol
del Estado. Siguiendo un orden metodológico, Vargas Llosa
hizo primero el diagnóstico del problema y luego la solución
que proponía el Fredemo.
Pacificación Nacional: "El problema de la violencia es un
problema muy serio en el país y se necesita atacar ese
problema en sus raíces con propuestas realmente nuevas e
integrales. Hay la violencia terrorista, hay la violencia del
narcotráfico y hay la violencia de la corrupción, una violencia
que golpea a 22 millones de peruanos y que exige una ruptura
con el orden existente, ..."

257
Solución: "Esta es la razón por la que el Presidente debe
asumir esa función de movilización de la sociedad civil, dando
por una parte una política clara a las Fuerzas Armadas y a las
Fuerzas Policiales para que actúen con firmeza. Hay que
actuar con firmeza contra quienes han declarado la guerra al
Perú civil, siempre, por supuesto, dentro de la ley".
Programa Económico: "La situación económica en el Perú
es el reflejo más dramático de la crisis peruana, una crisis de
una tremenda decadencia generalizada. Somos un país, hoy en
día, que ha retrocedido 30 años porque los peruanos producen,
hoy en día, per cápita, lo que producían exactamente hace tres
décadas. Somos un país sumamente pobre y que se empobrece
muy rápidamente: cuatro de cada cinco peruanos no tienen un
empleo adecuado. La caída del ingreso es la más alta en toda
América Latina. Los salarios han perdido el 50 % de su valor
sólo en los últimos dos años, y los sueldos han perdido el 75
% de su valor. La inflación anual es la más alta del mundo".
Solución: "Hay que sacar al país de esta crisis y la única
manera de hacerlo es de una manera radical, yendo a las raíces
del problema. Ese es el programa de reordenamiento
económico que ha preparado el Frente Democrático con un
equipo de economistas muy competentes que vienen
trabajando hace más de dos años en la preparación de este
programa, un programa que primeramente va a terminar con la
inflación, esa terrible subida de los precios que es un impuesto
ciego que golpea a todos los peruanos por igual y que, por lo
tanto, hace sufrir más a quien tiene menos (...) Hay que acabar
con la inflación si nosotros queremos desarrollarnos y crecer".
Desarrollo Agrario: "El campesino, el comunero, han sido
los grandes sacrificados en la historia republicana del Perú. Es
una tradición que se haya preferido que el campo subsidie a la
ciudad, el campo donde están los peruanos más pobres. Es
verdad que ésta es una vieja política, pero esta política, en los
últimos cinco años, se agravó de una manera verdaderamente
258
trágica (...) ¿En qué consiste esta política? En importar
alimentos baratos para las ciudades. En poner controles de
precios a los productos agrícolas de los campesinos peruanos.
En importar alimentos a unos precios artificialmente bajos que
ingresaban al país haciendo una competencia desleal, mortal -
en cierta forma- para la agricultura nacional. Eso ha hecho que
nuestro campo se estanque, se atrase y que haya allí los cuatro
millones de peruanos que se encuentran verdaderamente en la
base de la pirámide de la pobreza en el Perú".
Solución: "Con esa política de liberalización y de
modernización de la economía del Frente Democrático, ese
sector va a ser inmediatamente beneficiado. No más controles
de precios para los productos agrícolas peruanos: precios
libres, precios reales, que no son los que fijan los burócratas,
sino los que fijan el mercado, la ley de la oferta y la
demanda".
Educación: "La educación de los pobres, la educación
pública, ¿es una educación gratuita? Ni siquiera es gratuita. Es
gratuita sólo a medias; pero es, sobre todo, una mala
educación, con muy pocas excepciones porque los pobres
estudian en colegios que no tienen techos, que no tienen
ventanas, que no tienen pizarras, que no tienen bibliotecas,
que no tienen laboratorios, con maestros que muchas veces no
tienen la buena capacitación y que tampoco tienen unos
salarios mínimamente decentes, (...) Esto es lo que hay que
cambiar".
Solución: "Quiero una educación que les permita a través
de unos conocimientos, de una formación integral de su
personalidad, salir de la pobreza, que cuando salgan de los
colegios o de los institutos técnicos, o de las universidades,
donde han estudiado gratuitamente, que por supuesto estén
dotados de una formación que les permita compartir en iguales
condiciones con los jóvenes peruanos acomodados que han

259
podido ir a grandes colegios o a grandes universidades de
pago".
Trabajo e Informalidad: "Para mí, el fenómeno de la
informalidad me dio -hace ya muchos años- una esperanza
nueva en mi país que -confieso- había comenzado a perder.
Creía que el Perú estaba orientado en una dirección
colectivista-estatista-socialista, es decir, en la dirección del
fracaso, de la ruina económica y, seguramente, a la corta o a la
larga, de la dictadura. Y conocer el fenómeno de la
informalidad, ver que en los humildes del Perú, en millones de
humildes del Perú, lo que había era una firme iniciativa
individual, una desconfianza en las prácticas intervencionistas
del Estado, ya que el Estado solamente los había perjudicado y
hostilizado, y una capacidad de crear trabajo, incluso, sin
capitales, sin créditos, me devolvió la esperanza en mi país y
me hizo pensar que sí, que aquí se podía también -como en los
países más modernos- crear un auténtico capitalismo popular,
un capitalismo enraizado en la inmensa masa de la población".
Solución: "Por eso es que yo defiendo a los informales,
por eso es que con un gobierno del Frente Democrático
desaparecerán las razones de la informalidad. Esas razones de
la informalidad son el alto costo que tiene la legalidad en un
país mercantilista y de Estado intervencionista como es el
Perú. (...) Lo que hay que corregir no es la informalidad. Hay
que corregir la legalidad. Hay que acabar con esa corrupción
que es la institución de la coima. Hay que desreglamentar,
desburocratizar, volver muy simples todos los trámites que
permitan a un peruano trabajar dentro de la ley. Hay que
convertir eso en un derecho, no en lo que es hoy día, un
privilegio. Eso es lo que hará el Frente Democrático".
Rol del Estado: "El Estado en el Perú no cumple las
funciones que debe cumplir un Estado. Proveer seguridad,
servicios esenciales y crear un sistema en el que los peruanos
podamos aprovechar los inmensos recursos de que la
260
Providencia ha dotado a nuestro suelo a nuestro pueblo.
Tenemos un Estado grande, un Estado que hace muchas cosas,
cosas que no deben hacer los Estados modernos, porque las
hacen mucho mejor los ciudadanos independientes y privados
y que por hacer tantas cosas como hace las que sí debe hacer:
..."
Solución: el Estado tiene que: "... garantizar la seguridad,
por ejemplo, la buena educación, la salud de los peruanos,
garantizar que no hayan discriminaciones ni privilegios, sino
un sistema en el que todos tengan el mismo derecho a acceder
al trabajo, a la oportunidad y que estén defendidos por un
sistema judicial cuando sus derechos son violados o abusados.
Eso es lo que tenemos que conseguir y para eso tenemos que
reformar a este Estado. Tenemos que moralizarlo, que acabar
con las prácticas corruptas, deshonestas, que han creado esa
alta delictuosidad en las autoridades y en las instituciones en
el Perú". (Autores varios 1990: 18, 19, 27, 28, 38, 39, 42, 43,
51, 52, 68 y 69)
Mientras Vargas Llosa dijo que este programa apuntaba a
terminar con los últimos 40 años de práctica "mercantilista y
estatista" en el Perú, su hijo Álvaro fue mucho más radical:
"Los peruanos de la marginalidad no llegaron a darse cuanta
de que nosotros, ligados cómo estábamos con tantos políticos
del pasado, y pertenecientes a ese accidentalizado e
institucional del país, representábamos una forma suprema de
lo iconoclasta, de defensa de la informalidad y de rechazo a
170 años de tradición mercantilista, perfectamente en sintonía
con los caprichos y los furores de su alma. Proponíamos,
precisamente, volar en pedazos el mundo institucional que los
había obligado a la marginalidad, o, mejor dicho, que había
convertido en irrito a la vida de la mayoría, a nuestro Estado
republicano". (Vargas 1991: 216)
Claro en el interior del Fredemo se cruzaban muchos
intereses y como consecuencia proyectos, además de las
261
contradicciones entre el discurso y la práctica; los más lúcidos
teóricos intentaban conciliar, aparentemente, ideas
encontradas. Veamos como ilustración: Vargas Llosa decía:
"La mala imagen de los viejos políticos se puede borrar con un
plan de reformas profundas que no tendrán nada que ver con el
populismo de AP ni el conservadurismo del PPC ... ", mientras
que Jaime de Althaus, el más cercano ideológicamente a
Vargas Llosa, militante de Acción Popular, lo contradecía,
diciendo:
Campodónico: "... Libertad, al aliarse con los viejos
partidos, en realidad abdica de su liberalismo".
"Bueno, matiza su liberalismo, lo cual lo hace más
peruano, más nacional. Tenemos que tener una vía peruana al
capitalismo".
Campodónico: "Sin calco ni copia".
"Sin calco ni copia, efectivamente. El Perú tiene su propio
camino. No somos ni una entidad ni un modelo teórico, sino
una realidad concreta. Entonces hay que incorporar lo
nacional. Para ser viable, tiene que ser nacional, si no, no es
viable". (Campodónico 1989: 46)
La situación económica, política y social del Perú al
iniciarse la campaña electoral era bastante problemática. La
escena de fondo estaba cubierta por los actores centrales de la
guerra interna (las Fuerzas Armadas y Sendero Luminoso), en
el fondo de este escenario discurría una profunda crisis
económica (manifestada principalmente en la inflación, que en
los últimos tiempos del gobierno aprista llegó al 5,000 %), así
como el desgaste del gobierno aprista y la división y pérdida
de perspectiva de la izquierda legal.
Mientras que la izquierda armada, especialmente después
de la matanza de los penales en junio del 86, tuvo un rol
protagonista en la vida política en país, en la medida que su
plan político-militar coincidió con una serie de hechos que los
especialistas no se percataron en su debido momento. Así lo
262
entendió Sinesio López, cuando reflexionaba: "Nadie pudo
imaginar entonces la hibridación que se produciría entre las
acciones de Sendero y las múltiples crisis del Perú. Todas las
fuerzas políticas subvaloraron tanto la audacia de Sendero
Luminoso como la capacidad destructiva de la crisis. Nadie
veía en Sendero Luminoso una fuerza capaz de conmocionar
al país entero ni en la crisis económica el agotamiento de la
forma populista de desarrollo y de su sistema de dominación
política y social. Lo que hace Sendero Luminoso, más allá de
su ideología y de su voluntad explícita, es dinamitar un
edificio corroído y tambaleante". (López 1991: 221)
En este marasmo y confusión fue cuando apareció e
impresionó, a un buen sector de la población, lo que se dio en
llamar la "nueva derecha" unida y remozada, el Fredemo, con
un candidato conocido y de mucho prestigio, quien reclamaba
ser "independiente", hablaba de "revolución liberal", de un
"Perú de propietarios", en "contra del mercantilismo", por un
"Perú moderno", y que cuando sean gobierno "vendría la
ayuda internacional", y que con su acción política se iniciaría
"El gran cambio" en el país.
Para la realización de la campaña electoral del Fredemo,
los asesores norteamericanos plantearon desarrollarla como se
hacía en EE.UU, un estilo que es resumido por el profesor de
la Rutgers University (EE.UU) Silvio Waisbord de este modo:
"La 'americanización' de las campañas electorales ha atraído
creciente interés en el campo de la comunicación política.
Varios autores coinciden en definir como un proceso en que
los partidos políticos tienen menor capacidad de movilización,
las actividades proselitistas son principalmente conducidas a
través de la televisión, basadas en resultados de encuestas y
diseñadas por asesores profesionales y los candidatos (no los
partidos) son el centro de atención y de organización".
(Waisbord 1997: 59)

263
Si se recuerda la campaña del Fredemo, especialmente
hasta el primer mes del año 90, estas recomendaciones se
cumplieron en lo fundamental. Candidato-televisión-
encuestas, esta forma de abordar coincidía perfectamente con
la idea de Vargas Llosa, en la medida que le permitía aparecer
siempre en la propaganda como "independiente" con ideas
"modernas" y explicar cual era el contenido del "Gran
cambio" que el Fredemo iniciaba; esta forma era nueva en
Perú y demandaba bastantes recursos económicos.
Uno de los pocos problemas fue, como se vio más tarde,
que este estilo de hacer propaganda política se hacía en un país
pobre del Tercer Mundo y al "borde del abismo". Por otro lado
estaban los que creían, que sin descartar totalmente lo anterior,
era mejor una campaña menos sofisticada y acorde con las
condiciones del país y de la idiosincrasia del pueblo,
comunicación directa, menos ideas más gestos, menos
tecnocracia más paternalismo. Belaúnde había ganado dos
elecciones con este estilo que lo tradujo en la consigna de
"pueblo por pueblo".
Para que tenga éxito esta campaña a la "norteamericana",
además de una cultura política-electoral, es necesaria cohesión
interna sobre lo que se hace y dice en público. Esto fue mucho
más fácil de conseguir en partidos estructurados y
disciplinados, con ideología clara y un programa coherente. El
Fredemo fue una alianza de cuatro partidos donde cada uno
tenía su orientación política y sus respectivos intereses; ya
hemos visto que en este frente no había ni consenso ni
coherencia en lo que decían o hacían. En los últimos 3 meses
de la campaña, no sólo los partidos hacían su campaña,
también los candidatos de cada partido, en mérito al voto
preferencial. En ese nivel fueron consecuentes, porque se
sometieron a las leyes del mercado, uno de los postulados
claves de su ideología; por lo tanto, todos obedecieron a "la

264
mano invisible" del mercado electoral y concurrieron con sus
mercancías y su dinero a comprar votos y vender promesas.
Vargas Llosa, traicionando una de sus tesis del neo-
liberalismo, se quejó de esta práctica, diciendo: "Todos los
canales de televisión privados vomitaban desde la mañana
hasta la noche las caras de nuestros candidatos, en avisos
donde el derroche se conjugaba a menudo con el mal gusto, y
en el que muchos ofrecían todo lo imaginable y concebible
(...) Muchos de aquellos candidatos no eran nuevos; más bien
la crema y nata de la politiquería criolla, y de alguno, incluso,
no se podía decir que era limpio, pues su paso por el gobierno
anterior había dejado una estela reprobable". (Vargas Llosa
1993: 410 y 411)
Este hecho demostró que en el mercado, no sólo a nivel
económico, sino también a nivel electoral, no se imponen los
más capaces, tampoco los más inteligentes y menos los más
honestos o carismáticos como teóricamente sostiene Vargas
Llosa; en el mercado se imponen los más fuertes
económicamente, es más capaz el que dispone de más dinero,
en la medida que el dinero en el sistema capitalista. Lo dijo
Shakespeare hace varios siglos: "Hace adorar la lepra lívida,
honra al ladrón. Y le da pleitesía e influencia en el banco de
los senadores; ... ". (Shakespeare 1964: 58)
Tiempo después, el analista J. Carrión escribió, sobre el
tema del libre mercado electoral en la campaña del Fredemo,
lo siguiente: "Los candidatos de esta alianza electoral se
enfrascaron en una pequeña 'guerra personal' en el intento de
obtener una votación que les garantice un puesto en el
congreso. En realidad sólo lograron dos cosas: primero,
oscurecer los temas principales de la campaña del Fredemo y,
segundo, reforzar la naturaleza personal de la competencia
electoral. En un campo marcado por diversas caras en la
televisión, la persona de Vargas Llosa aparecía como otro
candidato más. Más aún, la excesiva campaña individual de
265
los candidatos fredemistas terminó diluyendo el contenido
general del discurso altamente politizado de Vargas Llosa".
(Autores varios 1996: 284 y 285)
El candidato presidencial del Fredemo, al margen de las
recomendaciones de los especialistas, puso mucho de su parte
para el desenlace final de su "aventura" política. Así Vargas
Llosa es un excelente expositor, pero un pésimo orador.
Explicar una idea en una conferencia difiere si la audiencia es
un mitin con presencia de cincuenta mil personas.
Vargas Llosa se mostró como un candidato soberbio y con
gestos duros, un hombre arrogante y hasta amargado. El
candidato planteó sus ideas en términos excluyentes: "nosotros
los buenos y ellos los malos", "nosotros los modernos y ellos
los atrasados", "nosotros el futuro y ellos el pasado". Como
consecuencia al elector se le planteó esta disyuntiva: "o
conmigo o contra mí", sabiendo que el elector común y
corriente busca siempre el centro y todos los candidatos
triunfantes o se reclamaron de esta posición o hablaron que
representaban a todos. Esta forma de plantear las ideas tiene
que ver con la personalidad de Vargas Llosa. Sabemos que él
es un escritor admirado, respetado pero no querido.
Vargas Llosa, autocráticamente, reconoce su
responsabilidad en la derrota electoral del Fredemo: " ... yo
tuve mucha responsabilidad en el fracaso, escribió, por centrar
toda la campaña en la defensa de un programa de gobierno,
descuidar los aspectos exclusivamente políticos, denotar
intransigencia y mantener, de principio a fin, una
transparencia de propósitos que me volvió vulnerable a los
ataques y a las operaciones de descrédito y que asustó a
muchos de mis iniciales partidarios. Pero la alianza con
quienes habían gobernado entre 1980 y 1985 contribuyó a que
la confianza popular en el Frente -que existió a lo largo de casi
toda la campaña- fuera precaria y, en un momento dado, se
eclipsara". (Vargas Llosa 1993: 85)
266
Tiempo después, algo decepcionado de la política
profesional, dijo: "Está hecha casi exclusivamente de
maniobras, intrigas, conspiraciones, pactos, paranoias,
traiciones, mucho cálculo, no poco cinismo y toda clase de
malabares". (Vargas Llosa 1993: 90)
Y en otro momento sostiene que él ya no volvería a jugar
el rol del Príncipe: "Si pudiera hacerlo de nuevo, no lo haría.
Hechas las sumas y las restas, no valía la pena. Fue una
ingenuidad, nacida a partir del éxito de la movilización contra
la nacionalización de todo el sistema financiero que pretendió
Alan García". (Alameda 1995: 58)
¿Quién o quienes financiaron la campaña del Movimiento
Libertad, primero, y del Fredemo, después?. Exactamente no
se sabe, pero se deduce que fue el sector mayoritario de la
gran burguesía peruana, los "12 apóstoles" que también
financiaron al APRA, AP, etc, en las campañas anteriores.
¿Cuánto gastó el Fredemo en su campaña electoral?. Vargas
Llosa no sabe exactamente, pero cree que fue (ver sus
memorias), hasta la primera vuelta, cerca de cinco millones de
dólares, mientras que el ex-diputado Agustín Haya de la Torre
calcula que la campaña completa le costó cerca de cuarenta
millones de dólares.
En base a la información aparecida en el diario
norteamericano Times, recogida por Ortega y Daeschner, la
empresa Sawyer/Miller Group de Nueva York, que hizo la
campaña del Fredemo cobró, sólo por la primera vuelta, un
millón de dólares. Luego, con la información vertida por
Vargas Llosa (ver sus memorias) de que Luis Bustamante
recibió cerca de medio millón de dólares de los empresarios
para su campaña personal a una senaduría, mientras que el
empresario Schulze-Rhonhof reunió cerca de setecientos mil
dólares sólo para solventar los gastos de la comisión de plan
de gobierno del Fredemo, y más el millón de dólares donado,
en publicidad, por Genaro Delgado Parker, los cálculos hechos
267
por Haya de la Torre parecen estar más cerca de lo real. Al
margen de las cifras exactas, el mismo Vargas Llosa reconoce
que su campaña fue la más costosa en la historia política-
electoral del país, y a pesar de ello, los resultados no fueron
como los teóricos y financistas esperaban.
Los resultados de las elecciones de abril del 90 fueron
cerca del 28 % para el Fredemo, cerca del 24 % para Cambio
90 y cerca del 20 % para el Apra. Estos resultados pueden
tener distintas interpretaciones. En el caso del Fredemo ya lo
hemos hecho, pero la aparición de Fujimori y la alta votación
del desgastado Partido Aprista fue sorprendente.
La segunda vuelta, a pesar de las reuniones de la dirección
del Fredemo con las del Apra para negociar los votos de este
partido, las correcciones de los errores de la primera, la
humanización del shock y del candidato, fue ganada por
Fujimori, entre otras razones, por la actitud del Fredemo y en
especial de Vargas Llosa al haber antagonizado en todos sus
niveles unas elecciones que en función de la conservación del
sistema no tenía ningún sentido hacerlo.
Tres meses antes de las elecciones Gustavo Gorriti
advertía a Vargas Llosa su rigidez y los problemas que
podrían derivarse en un eventual gobierno fredemista. Gorriti
ponía dos puntos como ejemplo: "Su rígida posición ha
pulsado una cuerda sensible entre los peruanos, llevándolo a
una clara prominencia política. Sin embargo, su aversión por
la izquierda podría convertirse en un serio problema para su
gobierno. Por ejemplo, en cualquier empeño por lograr una
estrategia democrática de contra insurgencia, la izquierda legal
(marxista y no marxista) va a jugar un rol crucial". Luego
continuaba: "Asimismo, Vargas Llosa deberá ser flexible en lo
que respecta a la economía. Pese a lo importante que es lograr
un presupuesto equilibrado, el hecho es que el Perú se
encuentra en guerra y ninguna guerra en la historia se ha

268
librado sobre la base de un presupuesto balanceado". (Gorriti
1990: 31)
Por último es pertinente mencionar cual fue el papel de los
dos grandes electores en el continente americano, nos
referimos a las Fuerzas Armadas y a la administración
norteamericana. Los EE. UU, a través de la CIA, no veía con
buenos ojos a Vargas Llosa, no se piense por su pasado
izquierdista, más bien, aunque parezca contradictorio, por su
extremismo pro-norteamericano: "Por mi simpatía hacia
Estados Unidos y mis críticas a Cuba y a los regímenes
comunistas yo, de llegar al poder, podía crear una peligrosa
polarización en el país y azuzar los sentimientos
antinorteamericanos. Estados Unidos no debía apoyar mi
candidatura, pues era inconveniente para los intereses de
Washington en la región". (Vargas Llosa 1993: 512)
Coincidiendo, o tal vez coordinando con el gobierno de los
EE. UU en cuanto al radicalismo neo-conservador de Vargas
Llosa, las Fuerzas Armadas peruanas, sobre todo en la
segunda vuelta, apoyaron abiertamente al candidato que haga
lo que decía Vargas Llosa, pero presentándose como de centro
izquierda y si al lado de los pobres mejor. Ese candidato fue
Fujimori con sus slogans "Honradez, tecnología y trabajo" y
"Un presidente como tú".

CONSECUENCIAS DE LA LUCHA ELECTORAL

En el III capítulo hemos demostrado que Vargas Llosa


más que un neoliberal es un neo-conservador. Con su práctica
política demostró que su neo-liberalismo era formal y más
bien adjetivo para ganar elecciones. En los hechos aparecieron
todas esas ideas, conductas y métodos que han caracterizado y
caracterizan a los sectores más reaccionarios de la sociedad
peruana, es decir la nueva-derecha o neo-conservadores. Si
una palabra podría sintetizar su actuación política práctica en
269
relación al neo-liberalismo, en los cerca de tres años que duró
la campaña electoral, ésa es inconsecuencia.
Para comenzar, se alió con sus "enemigos" los "burgueses
mercantilistas", primero al interior de Libertad, luego con los
representantes políticos orgánicos (AP; PPC; SODE, este
último partido hasta un tiempo atrás aliado del APRA en el
gobierno) y económicos (los empresarios) en oposición a los
otros "mercantilistas" (APRA e IU) y en contra de los que
hacían la "revolución informal", a saber los forjadores del
"país de propietarios", los "capitalistas populares". Ninguno de
estos últimos, ni como individuos ni menos como
organizaciones, fueron tomados en cuenta por los mentores de
Libertad o del Fredemo.
En segundo, lugar su inconsecuencia con respecto a la
moral y la política. Paraganar la elección no tuvo escrúpulos
de ninguna naturaleza; los chantajes y renuncias abundaron,
asimismo los trucos y la manipulación, especialmente de la
información sobre encuestas, sondeos de opinión, informes de
giras y mítines políticos. Para la ocasión sólo transcribimos lo
que el jefe de campaña del Fredemo escribió en torno a un
hecho ocurrido en los primeros días del mes de febrero de
1990, con motivo de la fiesta de la Virgen de la Candelaria en
Puno, cuando en el estadio de la capital el pueblo celebraba su
festividad: "La súbita aparición de Vargas Llosa en pleno
centro de la cancha, (...), provocó inicialmente gran
desconcierto entre los asistentes e, inmediatamente después,
entre un grupo de exaltados entre los que estaba parte de la
dirigencia izquierdista local, desató una lluvia de mazorcas de
maíz contra el intruso. Una de ellas impactó en el rostro de mí
padre y le hizo perder el equilibrio, generando un estrépito
casi general de la comitiva. Las imágenes que llegaron al Lima
para la televisión, sin embargo, fueron óptimas: borrado el
audio, se veía a un Vargas Llosa político en ademán de saludo
a las tribunas, mientras que los insultos ahogados que desde
270
las tribunas llovían sobre la cancha parecían, en las imágenes
sin voz, grandes vivas electorales". (Vargas 1991: 89)
En tercer lugar, su inconsecuencia en relación al
nacionalismo que sus partidarios hasta en los niveles más altos
alimentaron, no sólo en la segunda vuelta en contra de
Fujimori, sino en los comienzos mismos de la campaña,
dependiendo de las coyunturas y lugares donde era pertinente.
Alvaro Vargas recuerda un mitin en la ciudad de Tacna,
ciudad fronteriza con Chile, donde ante la ausencia de público
en la plaza: "Pedro Cateriano, hoy diputado de Libertad y
entonces joven acompañante de la causa, tuvo el buen tino de
subirse al estrado y, ante un auditorio inexistente, empezó a
invocar el patriotismo de los chilenos: 'vengan para que nos
oigan los chilenos al otro lado de la frontera', exigió a voz en
cuello. Esta invocación mágica desató una avalancha de
asistentes, ...". (Vargas 1991: 23)
Y el mismo Vargas Llosa de manera bastante subliminal
trabaja el nacionalismo en el pueblo peruano, olvidándose que
él se considera un "apátrida" que "detesta el nacionalismo", en
la medida: " ... que la patria era una casualidad sin importancia
en la vida". (Vargas Llosa 1971: 10)
No sólo invoca lo pre-inca e inca como peruano, también a
los héroes de la guerra con Chile, y así agita ese chauvinismo
de un pasado glorioso y a la vez heroico, especialmente en
contra de Chile. En el discurso de cierre de campaña, entre
otras cosas, dijo: "El Perú es como un libro. Un antiguo y
hermoso libro sin acabar. Hay en él páginas bellísimas que nos
hablan de una gran civilización levantada por peruanos en el
mismísimo techo del mundo, páginas escritas en las piedras de
Machu Pichu y Chavín, en las telas de Nazca y Paracas, en el
oro y la plata del incario. Hay páginas de valor, como aquellas
que escribieron la nave de Grau y el sable de Bolognesi".
(Vargas 1991: 207)

271
En cuarto lugar su inconsecuencia del "agnóstico" con la
religión. Se alió con algunos de ellos en Libertad, primero,
luego tendrá a un clerical y ex-fascista como segundo
vicepresidente; Alayza Grundy. Posteriormente, no sólo
aceptó de buen grado el apoyo de la Iglesia Católica en su
campaña electoral, con el pretexto de contrarrestar a los
protestantes que apoyaban al otro candidato, y una posible cita
con el Papa en función del triunfo electoral, sino que hasta
coordinó las procesiones de la Virgen de la Evangelización y
del Señor de los Milagros en Lima y de la Virgen de Chapi en
Arequipa, todo en aras de llegar al gobierno(6).
Álvaro Vargas, escribió: "La situación alcanzó una
apoteosis el día que la Iglesia Católica anunció que sacaría la
imagen del Señor de los Milagros a las calles. Esta procesión
ocurre tradicionalmente en octubre, mes morado, y sólo había
sido convocada cinco veces antes en el siglo fuera de
temporada por razones especiales. La iglesia Católica, en una
actitud sin precedentes, en medio de esta batalla política, sacó
a las calles al señor de los Milagros en mayo". (Vargas 1991:
185)
En quinto lugar, su inconsecuencia en relación al racismo,
que dicho sea de paso escapa, en alguna forma, a la voluntad
de Vargas Llosa, en la medida que la mayoría de los dirigentes
y la plana mayor del Movimiento Libertad y del Fredemo no
tendrían ninguna necesidad para exteriorizar el mismo, les
basta mostrarse: color de piel, ojos y cabellos y hasta sus
apellidos evidenciaban que provienen de la minoría blanca,
blanqueada y occidentalizada que desde hace siglos, en unión
con otros grupos, sectores y clases, son los "dueños del Perú".
Los grupos blanqueados pequeño burgueses, imitando el
desprecio y el racismo de los de arriba hacia los de abajo,
fueron los más radicales en su actitud contra Fujimori (en
realidad contra los no blancos o blanqueados) y todo lo que lo
rodeaba, esto es lo que llevó a decir al hijo de Vargas Llosa,
272
muchas veces, que la clase media " ... quería comérselo vivo al
chino".
En una entrevista es más explícito; presentando al
periodista César Hildebrandt como el más radical de estos
sectores, dice: "Le molestaba que no estuviéramos todos con
ganas de comernos vivo al 'chino' (...) Él simbolizaba en ese
momento mejor que nadie la sensación de engaño y cólera que
envolvía a la clase dirigente del país". (Daeschner 1993: 246)
Por su parte Vargas Llosa corrobora este racismo en la
sociedad peruana, diciendo: "... es verdad que el poder
económico suele concentrarse en la pequeña minoría de
ancestros europeos y la pobreza y miseria -esto sin excepción-
en los peruanos indígenas y de origen africano. Esta minúscula
minoría blanca o emblanquecida por el dinero y el ascenso
social no ha ocultado jamás su desprecio hacia los peruanos de
otro color y otra cultura, al extremo de que expresiones como
'indio', 'cholo', 'negro', 'zambo', 'chino' tienen en su boca una
connotación peyorativa". (Vargas Llosa 1993: 50 y 59)
En otra parte, recordando que agitar el racismo fue
contraproducente para sus aspiraciones electorales, escribió:
"Rencor, resentimiento, frustración de gentes secularmente
explotadas y marginadas, que veían en el blanco al poderoso y
al explotador, podían ser maravillosamente manipulados por
un demagogo, si repetía algo que, por lo demás, tenía base:
que los blanquitos del Perú parecían apoyar como un solo
bloque mi candidatura". (Vargas Llosa 1993: 508)
Una octavilla que circuló profusamente antes de la
segunda vuelta electoral, (posiblemente salida de la secretaría
de prensa y propaganda del Fredemo), tomando como
referente los nombres y apellidos japoneses y matizándolos
con humor negro en torno a un posible gabinete presidido por
Fujimori, decía: "Presidente, Alberto Fujimori; Primer
vicepresidente, Mikago Intumadre; Segundo vicepresidente,
Tesako Tumoco; Ministro de Abastecimientos, Nikomo
273
Nikago; Ministro del Ejército, Nitiro Nimato; Ministro de
Marina, Popoko Miahogo; Ministro de Comercio, Itakosa
Itajodida; Ministro de Economía y Finanzas, Mikido Contodo;
Ministro de Gobierno Sitikojo Tijodo; Ministro de Vivienda,
Tikito Kasita; Ministro de Sanidad, Machuca Tukaka;
Ministro de Aviación, Sikaigo Mijodo; Ministro de
Información, Niselo Kepasa; Secretaría, Kiputa Kisoy".
(Vargas 1991: 188)
El racismo en América Latina y en Perú, en comparación
al europeo (7) es de una minoría blanca o blanqueada, directo
y primitivo en contra, mayormente, del indio, negro, cholos y
mestizos. Esa expresión del hijo de Vargas Llosa de que "...
querían comérselo vivo al chino" está ligada con lo que un ex
"joven turco" Jaime Bayly (del círculo íntimo de Vargas
Llosa), hoy escritor, pone en boca de uno de sus personajes en
una novela. En un problema de tránsito en la carretera central,
el personaje Luis Felipe exterioriza lo que la mayoría de las
clases dominantes en Perú piensan: "Indio de mierda, mueve
tu carcocha -gritó, y siguió tocando la bocina. Un poco más
allá, el camionero le cedió el paso. Antes de pasarlo, Luis
Felipe bajó su ventana.
-Indio chuchatumadre, ándate a manejar una llama, mejor-
gritó. Luego aceleró y le hizo un gesto obsceno al camionero.
-Deberían fusilar en masa a todos los indios y tirarlos al
río Rímac, carajo- dijo. Así saldría adelante el Perú". (Bayly
1994: 13)
En sexto lugar, su inconsecuencia con la ciencia y la
razón, ya que durante la campaña electoral se recurrió a
pitonisos, brujos, chamanes y todo lo que pueden ayudar las
"ciencias ocultas". El hijo mayor y la esposa del escritor
celebraron sesiones con Jesús Linares que: "Era un mago,
pastor e imponedor de manos (...) que se trataba -le
comentaron a Vargas Llosa- de un hombre con poderes
espirituales y vidente ...". (Vargas Llosa 1993: 498)
274
Algún tiempo después, el hijo del novelista rememora
estos hechos, así: "Linares, a la distancia, resultó un buen
símbolo de la segunda vuelta. El clima que reinaba era casi
mágico. Todo valía: lo visible y lo oculto, lo racional y lo
irracional, lo común y lo misterioso". (Vargas 1991: 180)
De igual manera, algunos días antes de la elección a la
segunda vuelta, por recomendación de unos de estos
personajes, la dirección del Fredemo ordenó hacer una acción
en contra de Fujimori: "Empezó a correr el rumor de que era
importante 'congelar' a Fujimori para asegurar su derrota. De
este modo fue que en centenares de hogares de la capital, tanto
de los pudientes como de la clase media y media baja, se puso
en práctica la consigna de introducir un vaso que contuviera
una fotografía de Fujimori en la nevera para que, congelada
allí durante varias horas y mantenida en ese Estado hasta el día
de las elecciones, tuviera el efecto mágico de paralizar
cualquier avance del candidato rival". (Vargas 1991: 206)
Finalmente, para terminar con esta aventura política de
Vargas Llosa, algunos intelectuales de mucho prestigio vieron
en el escritor la gran figura que sintetizaba todas las virtudes y
concentraba todos los méritos para que se diera, por primera
vez, en esta parte del mundo, un "presidente escritor"
equivalente al "rey filósofo" de Platón. Desde Octavio Paz,
pasando por Francis Fukuyama hasta Alfredo Bryce abrigaron
esta esperanza; pero la realidad política frecuentemente se
burla hasta de los más encumbrados, y así uno de los más
famosos novelistas de habla castellana de todos los tiempos
tuvo que aceptar su derrota electoral a manos de un "oscuro
aventurero", que tuvo el gran mérito de cosechar todos los
errores que sembró el que pudo haber sido el primer
presidente intelectual de la historia del Perú.
César Hildebrandt, que de alguna forma expresa el
desengaño y la amargura que sufrió un sector de la
intelectualidad peruana que apoyaba a Vargas Llosa, dijo que
275
con la elección de Alberto Fujimori "El Perú se ha tirado un
pedo". (Vargas 1991: 13)
Por su parte, Alfredo Bryce descarga sus "iras santas" en
contra de la gran burguesía peruana; dos años después de la
elección, escribió: "Por sinvergüenza, por estúpida, por
amnésica e ignorante, la derecha empresarial peruana ni
siquiera debe saber hoy que dejó de pensar el Perú desde la
década del 20. Desde entonces se dedicó exclusivamente a
sobar, apoyar y sobornar obsequiosamente al gobierno de
turno. (...) Lo que siento es un profundo desprecio por los
malos empresarios, y los empresarios peruanos, esa derecha de
la que estoy hablando, ni siquiera alcanzan la estatura de
malos empresarios. Son simplemente inmorales vividores y
parásitos del gobierno que llega o que ellos ponen en el poder,
mediante las urnas o mediante los tanques". Y criticando la
confianza e ingenuidad de Vargas Llosa, en estos empresarios,
agrega: "Debe ser duro despertar tan traicionado de una
amnesia realmente inolvidable. Y, sin embargo, tan lógica y
previsible dentro de la historia oficial del Perú oficial de la
república aristocrática, de nuestra ciega, mezquina, racista y
barata casta empresarial. Jamás iban a competir en el
mercado". (Bryce 1992: 18)
Vargas Llosa vivió cerca de tres años la otra pasión de su
vida como una gran aventura. Derrotado, desilusionado y
hasta amargado volvió al mundo donde es un triunfador, el de
hacer política a través de la literatura. ¿Cómo conceptualiza
Vargas Llosa la relación entre estas dos expresiones humanas?
La respuesta la desarrollamos en el siguiente y último
capítulo.

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