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LA LIBERTAD RELIGIOSA TAMBIÉN ES UN DEBER

(Ensayo)

En el transcurso de la historia, la Iglesia ha venido dando su aporte al desarrollo integral del


ser humano en todas sus dimensiones, y siendo reflector de una luz de gracia para el mundo
que camina en tinieblas, y asimismo elaborando respuestas a los diversos problemas que
surgen sobre la fe y las buenas costumbres. Esta luz que claramente no es propia, sino que
proviene del Espíritu Santo inmerso en la Iglesia, ha iluminado las diferentes realidades,
entre ellas algunos errores y dudas, referentes a distintos temas constitutivos del hombre y
que éste trata de comprender; claro está, desde el punto de vista cristiano.

Precisamente, el tema que se reflexionará en este sencillo escrito, es un elemento


constitutivo del ser humano y del cual la Iglesia ha hablado con mucha propiedad desde
siempre, y ahora en estos últimos tiempos con un nuevo aire: la libertad religiosa, la cual se
desarrolla en una de las declaraciones promulgadas en el Concilio Vaticano II con el
nombre de “Dignitatis Humanae”.

Curiosamente, la libertad religiosa que muchos reclaman como un derecho inviolable, y lo


es, pero desde una perspectiva muy subjetivista y conveniente, el Concilio Vaticano II lo
fundamenta desde una condición ontológicamente esencial del hombre: su dignidad, y que
además tiene mucho que ver con el título de esta declaración; esto es lo que dice en el
numeral 2:

Declara, además, que el derecho a la libertad religiosa está realmente fundado en la


dignidad misma de la persona humana, tal como se la conoce por la palabra
revelada de Dios y por la misma razón natural… Todos los hombres, conforme a su
dignidad, por ser personas, es decir, dotados de razón y de voluntad libre, y
enriquecidos por tanto con una responsabilidad personal, están impulsados por su
misma naturaleza y están obligados además moralmente a buscar la verdad, sobre
todo la que se refiere a la religión (DH n.2).
En consecuencia, la dignidad humana siendo fundamento de la libertad religiosa y también
un elemento con el cual el ser humano tiene autoridad sobre unos derechos de voluntad y
libertad, participada por Dios al crearlo a imagen y semejanza de Él (Gn 1, 26ª.),
sorpresivamente conlleva intrínsecamente un deber moral, tal como lo indica la
declaración, es decir, el hombre por su dignidad de hijo de Dios tiene la responsabilidad
natural de adherirse a Él con solicita entrega.

Entonces, la libertad religiosa deja de ser un derecho subjetivo y conveniente que el hombre
reclama tendiendo a un indiferentismo religioso, y se convierte en un derecho/deber
adjuntado a un sentido de responsabilidad y obligación natural con su Creador, eso sí, sin
perder el carácter decisivo, voluntario y libre de la conciencia.

Referencia

BIBLIA DE JERUSALEN (2009). Editorial Desclée de Brouwer, S.A., Bilbao.

VATICANO II, Concilio (1965). Dignitatis Humanae, Declaración. Ediciones mensajero


S.A., Bilbao.

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