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El proceso de Orientación Vocacional

El propósito de este trabajo -que no pretende ser exhaustivo- es realizar


un aporte a la sistematización de algunos temas que consideramos de
importancia para la tarea del psicólogo en el campo de la orientación
vocacional.

Consideramos que la orientación vocacional es un proceso.


Sintetizando, los aspectos más importantes que caracterizan a un proceso,
son:

• Determinado transcurrir del tiempo.

• Determinado desarrollo que lo caracteriza. Este desarrollo


tiende a ser progresivo. Puede acelerarse, y también puede
detenerse, o estereotiparse.

• Organización y continuidad propias.

• Dirección y sentido.

Ahora bien, definimos el proceso de orientación vocacional como el


proceso a través del cual las diversas identificaciones ocupacionales
cristalizarán en una determinada identidad vocacional-ocupacional. A través de
la elección de estudio y/o trabajo se produce el acceso a los roles adultos
dentro de la realidad social. Esto significa también una oportunidad de
experiencias correctoras de situaciones infantiles, dado que supone
aprendizajes y comportamientos.

Cada individuo ocupa roles sociales adultos en la sociedad


fundamentalmente a partir de definiciones en el trabajo. Ahora bien, el trabajo
puede ser para el individuo fuente de conflicto, ansiedad, insatisfacción, fatiga,
y estructurar así toda una situación ansiógena o “enfermante” que podrá
trasladarse a otras áreas vitales. Además, el trabajo puede ser fuente de
desarrollo y maduración, de autodescubrimiento, de desenvolvimiento de
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aptitudes, que signifique para el individuo la posibilidad de desempeñarlo con


mayor autenticidad, libertad, eficacia y alegría. Realizar una tarea valiosa para
sí mismo y para los otros.

En este sentido, ubicarse bien en la situación estudio-trabajo es una


situación que propende a la felicidad y a la salud del individuo, y que favorece
su desarrollo. Además, debemos señalar un segundo aspecto: el modo en que
un individuo resuelve su problemática de orientación vocacional, que coincide
generalmente con un momento del desarrollo muy importante, por ser un
momento de definiciones y preparación para el futuro, (nos referimos a la
adolescencia), puede servirle de modelo para la resolución de futuras
situaciones críticas en donde deba realizar elecciones y tomar decisiones.

Consideramos que el proceso de O.V. puede ser comprendido según


dos sentidos diferentes:

1) Proceso espontáneo que se cumple naturalmente en todo individuo a largo


de varios años.

2) Proceso asistencial que corresponde a una situación creada artificialmente


para ayudar a un individuo a resolver su problemática de orientación
vocacional-ocupacional. Es un proceso que se introduce en el proceso
natural de orientación vocacional, a los fines de favorecer su desarrollo.
Generalmente es en el periodo de la adolescencia, momento crítico y crucial
en la adquisición de identidad y en la definición y asunción de roles sociales
adultos, a los fines de ayudar a los individuos en la redefinición y
rectificación de distorsiones del proceso natural de orientación vocacional.
Implica la remoción de obstáculos y resolución de conflictos que impiden el
normal desarrollo del mismo.

Proceso Espontáneo. Nos referimos al proceso a través del cual el


individuo va naturalmente desarrollando su identidad vocacional-ocupacional a
lo largo de su crecimiento. En este proceso la persona puede ser ayudada,

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como ocurre en todo su desarrollo, crecimiento y adquisición de su identidad


personal, por personas, grupos e instituciones significativos dentro de su vida.

Cuando el psicólogo interviene en el proceso, transforma la situación por


la que atraviesa el consultante en una oportunidad para comprenderse y
redefinirse. Si bien el consultante puede comprender el significado de algunos
de sus problemas hasta entonces inexplicables, inicia un proceso de
aprendizaje en la reflexión y evaluación frente a sus conductas habituales, lo
que le permitirá un manejo más adecuado de sí mismo y de su realidad. El
objetivo es ayudarlo a ayudarse a sí mismo. La tarea se centra en la revisión de
los vínculos del individuo en términos de estudio-trabajo, confrontando
sistemáticamente al individuo con su realidad social y sus perspectivas frente a
la misma. En esta área se focaliza la tarea. Implica ayudar al individuo a
conocer y reflexionar acerca de sus intereses, capacidades, valores y
proyectos futuros. También a pensar y replantearse acerca de sus expectativas
y fantasías respecto a lo que espera de una carrera y/o trabajo y compromisos
que está dispuesto a asumir con los mismos, (en tiempo, dedicación, etc.).
Además implica la discriminación de expectativas, conocimientos, proyectos
infantiles de lo más actuales, y la discriminación entre lo que el individuo
espera y desea y lo que puede lograr. Esto supone el conocimiento de la
realidad en la que el individuo se encuentra. Supone ayudarlo en la elaboración
de un proyecto personal futuro, en el que pueda aplicar de manera concreta la
comprensión que va logrando de su situación. Comprender diversas
posibilidades que tiene le permite elegir aquellas que para él resulten más
convenientes, realizar pasos concretos en su realización, modificando las
situaciones en que desarrolla su vida. Consultante y psicólogo examinan
entonces las situaciones actuales, situaciones previas y los proyectos futuros.
Implica elecciones y renuncias tanto de distintos objetos de trabajo-estudio,
como también de identificaciones profesionales. En función de este replanteo
presente, pasado y futuro, el consultante podrá reubicarse en el presente y
orientarse hacia el futuro. Más que el por qué, interesa el cómo, qué puede
hacer, para qué, dónde. A partir de un mayor conocimiento de sí mismo y de la
realidad, el consultante tendrá mayor seguridad y estará en mejores
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condiciones de tomar él una decisión y de elegir con mayor autonomía. Esta


comprensión le permitirá además realizar elecciones más atinadas.

Si bien el psicólogo orientador es no-directivo, su actitud es activa:


indaga, informa, etc. Utiliza los recursos técnicos a su alcance para que el
consultante intervenga también activamente. Las técnicas utilizadas dependen
del encuadre de trabajo que se cree, y de los conocimientos y esquemas
referenciales científicos del psicólogo, así como también de su preparación y
entrenamiento (que indicarán el tipo de intervenciones que puede realizar
esperando que sean útiles). En cuanto a los instrumentos que utiliza el
psicólogo orientador, en el proceso de O.V., básicamente la entrevista. Esta
no reemplaza ni excluye a los otros instrumentos técnicos, que son: técnicas de
información, tests psicométricos y proyectivos, encuesta, grupo familiar. El
psicólogo orientador los elige de acuerdo al campo en que trabaja y a los datos
que necesita indagar y comprender.

Consideramos que lo que caracteriza y distingue entre sí a las distintas


tareas psicológicas en el área de lo asistencial-psicoprofiláctico es el encuadre
inherente a cada una de ellas. Este encuadre aparece en algunos campos
como un objetivo a lo lograrse, y en la actualidad se está trabajando en su
elaboración. Tal es el caso de la orientación vocacional, terapias breves,
psicología institucional, etc. Si bien es cierto que en toda tarea psicológica el
encuadre comparte aspectos comunes, otros, en cambio, son específicos de
cada tarea y otorgan a la misma un sello definido. Es por tal razón que
consideramos de particular importancia revisar y definir el encuadre en
orientación vocacional.

El psicólogo necesita contar con un riguroso proceder técnico: el


encuadre, que consiste en la transformación de cierto conjunto de variables en
constantes. Se incluyen actitud técnica y rol del psicólogo, objetivos, lugar y
tiempo. El encuadre funciona uniformando los estímulos que el psicólogo
ofrece al consultante, tendiendo a que el campo se configure
predominantemente por las variables que dependen del individuo. Para
examinar los aportes del consultante es esencial que los del psicólogo sean
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rigurosamente uniformes. Puede afirmarse que el encuadre comprende el


conjunto de constantes que constituyen el “no-proceso”, dentro de cuyo marco
se da el proceso. En el proceso, el consultante, interviene con su personalidad
y su problemática. El psicólogo lo hace con su personalidad y sus
conocimientos y habilidades profesionales. En cierto sentido esto representa la
confluencia de dos historias que cristalizarán en el presente proyectado hacia
un futuro en el encuadre, que es la primera situación construida en función de
ambos participantes del proceso, y compartida. Además, el encuadre brinda un
continente estable a las diversas conductas y situaciones planteadas durante el
proceso, y al mismo tiempo permite referirlas a él, otorgándoles significado. Es
decir, el encuadre permite contar con un “cuándo”, “dónde”, “qué”, “quiénes”, y
“para qué” estables. El “cómo” es lo que va caracterizando el proceso y está
sujeto al interjuego variable del mismo.

La constelación de constantes comprendidas en el proceso de


orientación vocacional, podrían ser agrupadas en cinco categorías:

1) Constantes teóricas:

a. Teoría: comprende a los esquemas referenciales teóricos con los que


trabaja el psicólogo orientador vocacional.

b. Técnicas e instrumentos: se incluyen fundamentalmente las técnicas de


entrevistas (operativas, no directiva, etc), tests (psicométricos,
proyectivos), técnicas de información, etc.

c. Encuadre: teoría y técnica del encuadre.

d. Conocimiento de la realidad exterior vinculada a roles profesionales,


ocupacionales, realidad socioeconómica, etc.

2) Constantes funcionales:

a. Tarea: objetivos de la tarea.

b. Rol del consultante.

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c. Rol del psicólogo.

3) Constantes temporales:

a. Duración de la entrevista.

b. Frecuencia.

c. Ciclos (continuos o discontinuos)

d. Intervalos de interrupción. Separaciones.

4) Constantes espaciales:

a. Lugar de la entrevista (gabinete, estudio particular, instituciones


educacionales, instituciones asistenciales en general, instituciones
laborales, etc.).

b. Inclusión de ámbitos geográficos fuera del lugar habitual de las


entrevistas (visitas a Facultades, centros de información, lugares de
trabajo, etc.).

5) Constantes de la persona del psicólogo:

a. Su personalidad (estructura de personalidad dominante, edad, sexo), su


aspecto y apariencia externa.

b. Sus actitudes (sistema actitudinal), su ideología (acerca de criterios de


salud, de los campos laborales, profesionales, etc.), su sistema de
valores, su ética profesional.

c. La elaboración y esclarecimiento acerca de su situación de orientación-


desorientación (que asegura una distancia óptima frente al otro, evitando
contraidentificaciones proyectivas).

d. Grado de elaboración de su identidad profesional como psicólogo


orientador vocacional.

e. Sus instituciones de pertenencia científico-social.

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Estas constantes configuran el encuadre indispensable para la acción del


psicólogo, y son parte integrante del proceso de orientación vocacional. Cabe
destacar que en el contrato, psicólogo y consultante se comprometen a realizar
una tarea en común. Se explicitan al consultante aquellas constantes del
encuadre que pasarán a constituir las normas, “las reglas del juego”,
definiéndose los dos roles básicos, y las responsabilidades que asumirán el
consultante (concurrir a las entrevistas, honorarios, compromiso activo en el
proceso), y el psicólogo orientador (disponibilidad del tiempo contratado,
secreto profesional, responsabilidad técnica, etc.)

La dimensión temporal como constante en el encuadre de O.V. Asignamos


una relevancia fundamental a la comprensión de cómo inciden en el proceso de
orientación las distintas formas que pueden adoptar la dimensión temporal en
un encuadre de orientación vocacional. Entendemos que hay una estrecha
vinculación entre los objetivos propuestos en el proceso de O.V. y la inclusión
de la dimensión temporal en el encuadre según determinada forma que facilite
la realización de los mismos.

Hemos agrupado en cinco categorías las diversas posibilidades de inclusión


de la dimensión temporal en el encuadre de orientación vocacional:

1. Encuadre con tiempo prefijado.

2. Encuadre con tiempo sin límite.

3. Encuadre adoptado a la tarea a realizar.

4. Encuadre con recontratos.

5. Encuadre adoptado a situaciones atípicas.

a) Encuadre con tiempo prefijado: El psicólogo fija arbitrariamente la


duración del proceso (cantidad de entrevistas) de antemano. Por ejemplo,

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habitualmente se estipulan 6, 8 ó 10 entrevistas, independientemente del


consultante que consulta y su problemática. El tiempo es una constante
fijada por la modalidad del psicólogo. Lo denominamos arbitrario porque no
toma en cuenta la singularidad del consultante. Como ventajas puede
observarse que da un marco de seguridad al psicólogo y al consultante,
favorece la selección de los materiales y emergentes más estrechamente
vinculados con la tarea, (focalización), evita la regresión del consultante
favoreciendo su proyecto futuro. Además, como es una variable constante,
da una particular significación a los emergentes que permite al psicólogo ver
cómo el consultante usa y se adapta al tiempo con criterio de realidad.

Es decir, dado el tiempo limitado que el psicólogo y/o la institución puede


ofrecerle –que quizás no coincide con las expectativas del consultante
según la percepción de sus necesidades- supone que el consultante va a
tener que realizar un aprendizaje que el permita transformar esa limitación
temporal en oportunidad única que se le brinda. Y la tarea tendrá como
objetivo primordial que esa oportunidad puede ser aprovechada al máximo.

Entre los inconvenientes que este encuadre presenta vemos que en la


medida en que está fijado en forma arbitraria, puede no coincidir con el
tiempo del consultante. También se puede dar que éste lo sienta como
encerrante (ansiedades claustrofóbicas) o como muy amplio (ansiedades
agorafóbicas) ya que no toma en cuenta su singularidad. Esta modalidad
temporal se vincula con objetivos que toman en cuenta el esclarecimiento
de la situación del consultante, no incluyendo necesariamente la toma de
una decisión referida a su ubicación futura vocacional ocupacional.

Por otra parte, la tarea está en relación, fundamentalmente, con un afinado


diagnóstico situacional y la definición de los puntos de urgencia.
Técnicamente es conveniente aclarar desde un comienzo que la finalización
del proceso puede o no coincidir con la elección. De tal modo se evita que
una dificultad natural y previsible sea experimentada como fracaso.

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Las últimas entrevistas estarán centradas en el planteamiento de la tarea


futura, y de los pasos probables que el consultante deba realizar solo.

b) Encuadre con tiempo sin límite: No se establece la finalización del


proceso. La consigna incluye que a lo largo del proceso, sobre la marcha de
la tarea, se decidirá la extensión y finalización de la misma, según las
necesidades del consultante y la evolución de su problemática. Por las
características del encuadre, no se incluye como tarea a examinar en el
proceso cómo se usa el tiempo del consultante y las dificultades que pueda
tener con su manejo.

Desde el punto de vista de la técnica del psicólogo orientador, presenta


ventajas que son aparentes más que reales, como un posible
entrenamiento. Por ejemplo, en instituciones en las que los psicólogos
realizan sus primeras experiencias adoptan una actitud de “puedo hacer lo
que quiero, para ver qué pasa”. Esto configura una situación confusa, por la
pseudoidentificación con un encuadre psicoanalítico, ya que éste tiene un
encuadre y técnicas rigurosas que no son tomados en cuenta en este
contexto (que es psicoanálisis silvestre). En cambio, son numerosos los
inconvenientes de este encuadre, al aplicar un desconocimiento de la
responsabilidad del trabajo y hacia el otro como persona.

Generalmente, la tarea no coincide con el objetivo inicial. Surgen más


variables incontroladas, careciéndose de un marco referencial a dónde
referirlas. Además, se efectúa una alianza con el consultante en su
indecisión. Se favorecen las situaciones regresivas que dificultan su manejo
en relación con la tarea.

Por último, se desconoce la realidad externa, a donde el tiempo es limitado.

c) Encuadre adaptado a la tarea a realizar: Se establece un período amplio


de tiempo, por ejemplo, 3 meses, en el transcurso del cual, al conocer la
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tarea a realizar y modalidad del consultante, se fija en forma conjunta la


duración del proceso y su fecha de finalización. Este encuadre se utiliza
frecuentemente en la tarea en gabinete o estudio privado. A diferencia de
otros encuadres, en éste, la duración del proceso queda como aspecto
abierto del mismo, estrechamente vinculada con la tarea a realizar, y por lo
tanto es un aspecto de la misma a examinar conjuntamente con el
consultante y el psicólogo orientador. Al incluir la dimensión temporal como
aspecto de la tarea, se favorece el examen de manejo temporal del
consultante, directamente vinculado a su proyecto vital.

El momento dentro del proceso en el cual la tarea se centra en la


finalización del mismo, coincide con lo que podríamos llamar un momento
de integración del consultante, en que éste tiene mayor claridad respecto a
su ubicación presente, quién es, y puede juntar estos nuevos conocimientos
acerca de sí mismo y de la realidad, con sus experiencias y su inicio de
proyecto futuro más real. Esto correspondería a una definición de su
identidad vocacional.

Una posible dificultad técnica a la cual debe estar atento el psicólogo


orientador, se da en la confusión con el encuadre de tiempo ilimitado, que
implica alienación con la indecisión del tiempo. Otra dificultad puede
presentarse en la evaluación del momento en el cual incluir la necesidad de
fijar la finalización de la tarea, particularmente si se lo incluye
prematuramente, en cuyo caso el psicólogo por contraidentificación antes
de tiempo pasa a actuar presionando al consultante (al igual que éste
mismo, su familia, el medio).

d) Encuadre con recontratos: Se fija la duración de un primer ciclo de


trabajo, incluyendo además, la posibilidad de continuar con un segundo. En
este encuadre el psicólogo prevé de antemano que el tiempo que estipula al
consultante puede no ser suficiente para este consultante. Le brinda
entonces la posibilidad de extenderlo. Toma en cuenta, dentro de ciertos

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límites, la singularidad del consultante, (por ejemplo, se ofrecen 8


entrevistas en un primer ciclo, y si es necesario, la posibilidad de
recontrato). En este encuadre pueden diferenciarse distintas modalidades
de inclusión del segundo ciclo:

a) 2º ciclo con tiempo prefijado: Por ejemplo, se ofrecen 8 entrevistas, y la


posibilidad de recontrato. Si es necesario, tener dos entrevistas más. El
psicólogo, previendo la variabilidad de personalidades y situaciones, da
la posibilidad de extender el primer ciclo dentro de ciertos límites.

b) 2º ciclo sin límite de tiempo: Coincide con el encuadre de tiempo


ilimitado. El pasaje del 1º ciclo de tiempo limitado, a un 2º ciclo ilimitado,
se relaciona con dificultades del psicólogo orientador para manejar la
distancia óptima. Puede darse una contraidentificación con el
consultante que dificulta la separación.

c) 2º ciclo que comienza luego de un intervalo de tiempo: Puede haber


interrupciones circunstanciales: viajes, vacaciones. Es habitual este
encuadre en la tarea con alumnos de 3º y 4º año de la escuela media,
con quienes se estipula retomar la tarea de orientación vocacional en 5º
año.

d) El 2º ciclo se incluye durante el proceso, sin que haya estado incluido en


el contrato inicial, desde el comienzo. La inclusión de una variable
temporal no prevista desde el comienzo, la desvirtúa como constante.
No permite remitir al encuadre las diversas conductas y fantasías que
surjan en relación al recontrato, e intervienen numerosas variables
difíciles de enmarcar.

e) La duración del 2º ciclo se fija de acuerdo a la tarea a realizar. Es decir,


de acuerdo al tiempo que se prevé, a partir de la experiencia realizada
en el 1º ciclo, como necesario para la tarea a realizar con este
consultante particular.

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e) Encuadre adaptado a situaciones atípicas: El encuadre no debe ser


rígido como para no tomar en cuenta las necesidades del consultante, ni
libre pues esto deteriora el instrumento de trabajo, restando eficacia al
psicólogo. El consultante debe sentir que el psicólogo respeta cuáles son
sus posibilidades reales con el tiempo, y también que esté asumiendo un
compromiso que le brinda estabilidad.

Las situaciones atípicas pueden ser, por ejemplo, adolescentes que


presentan un manejo atípico del tiempo, (adolescentes con trabajos
inestables como viajante, azafata, etc.). Técnicamente en estos casos
convendrá incluir el problema temporal como primera tarea a examinar.
Solamente una vez esclarecida esta problemática se realiza el contrato.
Sólo así se posibilitará fijar un encuadre que permita conocer cuál es el
tiempo del que se dispone, y poder planificar la tarea, contando con la
estabilidad necesaria para la realización de la misma.

Habiendo aclarado los elementos que componen el encuadre y las


relaciones entre ellos, por ejemplo tarea y objetivos en relación al tiempo, nos
proponemos ahora destacar un momento de la tarea de orientación vocacional
que nos parece de fundamental importancia: la indagación. (Ver Recursos:
Historia Vocacional y Ocupacional en esta segunda clase).

Entendemos la orientación vocacional como un proceso cuyo objetivo es el


logro por parte del consultante de su identidad vocacional ocupacional. La
consecución de este objetivo se irá produciendo a lo largo del proceso en la
medida en que el consultante vaya revisando sus identificaciones, sus
recursos, y dificultades para elegir, sus modalidades de elección previas y las
situaciones reales que en este momento se le presentan. Así irá aprendiendo
en la relación con el psicólogo orientador un modelo de elección instrumentable
para la elección inmediata (carrea-trabajo). Pero además, en la medida en que
este modelo quede incorporado en el consultante, le facilitará encarar
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situaciones futuras de elección en distintos ámbitos. Así en este nivel, se


conjugarán el objetivo asistencial y preventivo de la O.V..

Partiendo de lo anterior pensamos que el psicólogo orientador debe conocer


desde el comienzo con qué cuenta el sujeto para poder arribar a estos
objetivos que por cierto demandan un esfuerzo y un trabajo de colaboración
consultante-psicólogo orientador. En este sentido pensamos que es
imprescindible indagar exhaustivamente en las primeras entrevistas de O.V. y a
lo largo del proceso, cuál es el “capital” que trae el consultante no sólo en
términos de sus dificultades y conflictos sino, y quizás esto sería a nuestro
juicio lo más importante, qué recursos posee y cuáles está en condiciones de
asumir para la tarea a realizar y para la consecución de los objetivos previstos.

¿Qué necesitaríamos indagar? Es importante que el psicólogo indague, a


los fines diagnósticos y pronósticos, qué le sucede a la persona que consulta
(que es una totalidad), en sus diversas áreas vitales: estudio, recreación,
trabajo, relaciones familiares, relaciones afectivas, relaciones sociales,
relaciones consigo misma.

A partir de este conocimiento recién estará en condiciones de focalizar la


tarea a realizar con el consultante en orientación vocacional, permitiendo así la
real definición de las problemáticas vinculadas a esta área, y su delimitación.

A continuación presentamos una serie de situaciones que en nuestra


experiencia aparecen como significativamente relacionadas a la problemática
de O.V.. Nos parece útil aclarar que no es necesaria la indagación exhaustiva
de la totalidad de estos ítems, dado que si no se transformaría en una historia
clínica. A nuestro entender, la indagación se centrará predominantemente en
algunos de estos aspectos, de acuerdo a la problemática de O.V. planteada por
cada consultante. Esto implica la jerarquización por parte del psicólogo de
problemas y configuraciones conflictivas que tienen mayor predominancia. En
algunos casos podrán presentarse situaciones necesarias a indagar no
contempladas en esta serie. Pensamos que la inclusión de otras situaciones
vitales importantes estaría condicionada por las particularidades provenientes

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de los diversos campos en los que puede desarrollarse la tarea (gabinete


privado, escuela, hospital, fábrica, empresa, etc).

Situaciones a indagar en O.V.:

1. Motivo de Consulta:

a) Problemática manifestada por la persona que consulta.

b) Problemática de la persona que consulta evaluada por el psicólogo


orientador.

c) Grado de coincidencia entre a) y b).

d) Cómo llega a la orientación, quién consulta, por intermedio de quién,


cómo eligió un psicólogo orientador o a la institución.

2. Expectativas, Fantasías de solución, Proyectos, Objetivos:

a) En las situaciones vitales.

b) Respecto al proceso de orientación vocacional.

c) Objetivos del consultante, del psicólogo orientador, grado de


coincidencias.

3. Grado de compromiso de la persona que consulta respecto de la


posible tarea a realizar:

a) Asunción de la problemática como propia o no.

b) Compromiso inicial, posibilidades de modificación.

c) Grado de compromiso respecto al encuadre.

4. Ubicación de estudios:

a) Rendimiento, problemas de estudio.

b) Elecciones anteriores, replanteos.

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c) Ubicación presente en escolaridad.

5. Ubicación socioeconómica, familia:

a) Ubicación del individuo respecto a su ubicación socio-económica.

b) Grados de libertad.

c) Elecciones a favor o en contra de la familia.

6. Amigos, relaciones sociales, relaciones afectivas:

a) Si participa en grupos.

b) Rol en el grupo de amigos.

c) Características del grupo de amigos, hobbies. Utilización del tiempo


libre.

d) Relación de pareja, características.

7. Grado de Información:

a) Respecto a carreras, trabajos, realidad externa.

b) Grado de adecuación, distorsión.

c) Percepción de las necesidades de la comunidad.

d) Percepción de las propias necesidades.

e) Ubicación respecto al trabajo, imagen de los diferentes trabajos.

8. Sistema de Valores:

a) Valores que jerarquiza. Conexión con sectores de la realidad, con


actividades.

b) Contradicciones.

c) Conexiones con aspectos importantes de la personalidad, con


funciones yoicas, con grupos de pertenencia y referencia.
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9. Intereses:

a) Figuras de identificación en relación a intereses.

b) Historia de los intereses, conexión con a).

10. Percepción, Imagen de las carreras, de los trabajos:

a) Fantasías de las carreras protectoras, reivindicatorias, destructivas,


etc.

b) Fantasías en relación a la identidad: carreras femeninas, masculinas,


fuertes o débiles. Temor a lo raro, insólito, a la marginalidad, etc.

c) Carreras, trabajos, permitidos y prohibidos, transaccionales.

d) Carreras, trabajo en sí o para… (como medio para otra cosa).

e) Ubicación de la carrera respecto a la historia vital.

f) Desubicación temporal (entrada a una carrera igual a recibirse;


carrera no conectada con egreso y trabajo; estudiante in eternum;
etc.).

g) Expectativas trabajo-estudio. Coincidencias, contradicciones.

11. Fantasías de Solución:

Fantasías de solución de la situación de desorientación vocacional


planteadas a través de las diversas fantasías de elección. Pensamos que la
utilidad de la indagación de estas situaciones está centrada en la posibilidad
de discriminar distintas funciones que en términos amplios pueden ser
consideradas como “funciones del yo”. No es nuestro propósito hacer una
sistematización de dichas funciones pero algunas de ellas han surgido
como relevantes para la elaboración de un diagnóstico de orientación
vocacional. En este sentido podríamos indicar:

a) Capacidad de autopercepción. Calidad de la misma.

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b) Percepción de la realidad externa. Calidad de la misma.

c) Capacidad de relacionar autopercepción y percepción de la realidad.

d) Capacidad de juicio. Coincidencia o contradicción entre valores


subjetivos y valores socialmente aceptados.

e) Capacidad de conectar presente, pasado y futuro, (función sintética del


yo).

f) Capacidad para tolerar dudas.

g) Capacidad de planear y ubicarse en situaciones futuras.

h) Permeabilidad y confianza para el surgimiento de nuevos proyectos.

i) Confianza en el mantenimiento de la identidad en los nuevos proyectos.

j) Grado de compromiso.

k) Grado de autonomía.

l) Amplitud del conflicto: áreas vitales y en funciones del yo.

Estos indicadores nos permitirán ir acercándonos a la comprensión de un


“mapa de funcionamiento” del consultante, que nos oriente a nosotros,
imprescindible para el diagnóstico y propósito vocacional.

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