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Universidad de Baja California

DOCTORADO EN EDUCACIÓN
Ensayo
LA CIENCIA Y LA FILOSOFÍA, UNA
PERSPECTIVA ACTUAL

ASIGNATURA
FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN

NOMBRE DEL ALUMNO


MIRIAN MATOS LAGUARD

NOMBRE DEL CATEDRÁTICO


DR. JUAN ÁVILA OSORNIO
Santo Domingo, Rep. Dom., Febrero 19, 2018.
LA CIENCIA Y LA FILOSOFÍA, UNA PERSPECTIVA ACTUAL

El debate sobre la ciencia y la filosofía ha sido un tema de mucha controversia en el curso


de la historia. Este ensayo versará sobre la importancia de la ciencia y la filosofía en la
generación de conocimiento científico y, motivado en la lectura de un artículo de de
Azcárraga (2002) en el cual expone la evolución de la filosofía en paralelo con la ciencia y
plantea cómo se han desarrollado ambas, además de hacer un recorrido por los diferentes
filósofos que han realizado sus aportes al conocimiento, a través del tiempo. Ante esta
realidad, surgen las siguientes interrogantes: ¿Cómo surge la filosofía? ¿En qué medida han
evolucionado la ciencia y la filosofía? ¿Cómo progresará la filosofía, en relación con los
avances de la ciencia?

ORIGEN DE LA FILOSOFÍA

“La filosofía tendría su finalidad en el estudio del hombre, y el cultivo de los


medios para que devenga más perfecto, mientras que las ciencias atenderían más a las cosas
exteriores hasta las más alejadas” (Pantano, 2012).

Según de Azcárraga (2002), así como las civilizaciones tienen períodos de auge y
decadencia, lo mismo parece haber pasado con la filosofía, debido a las circunstancias en
que nació esta última. Asimismo, Azcárraga establece que los sistemas filosóficos clásicos
surgieron exclusivamente – no podía ser de otro modo– de la pura reflexión e
introspección del filósofo, ambas inevitablemente motivadas y condicionadas por lo que
podría llamarse su experiencia vital, diferente para cada persona”. Se interpreta de estos
planteamientos que, desde su génesis, en la filosofía prima el subjetivismo, ya que está
cimentada en la reconstrucción de la realidad que puede realizar el filósofo, guiado por sus
propias experiencias, las cuales le permitirán responder las preguntas que se hace, cuyas
respuestas estarán vinculadas a lo que ha vivido en el medio en que se desenvuelve. En ese
sentido:
“Toda filosofía que ignore en la actualidad lo que en tiempos de Isaac Newton se llamaba filosofía
natural (recuérdese el título de la obra magna de Newton, Philosophiae Naturalis Principia
Mathematica, 1687), o las ideas que surgieron con The origin of species by means of natural
selection (1859) de Charles Darwin, corre el riesgo de ser irrelevante o reducirse, simplemente, a
historia de la filosofía, y esto dicho en el sentido menos favorable de la afirmación de Hegel según la
cual “la filosofía es el estudio de su propia historia” (de Azcárraga, 2002).

En tanto Russel (s.f.), establece que el conocimiento a que aspira la filosofía es


aquella clase de conocimiento que nos da la unidad y el sistema del cuerpo de las ciencias,
y el que resulta del examen crítico del fundamento de nuestras convicciones, prejuicios y
creencias”, planteamiento que en esencia coincide con el de de Azcárraga (2002).

Por lo expuesto precedentemente, puede inferirse que el conocimiento científico no


puede fundamentarse en el positivismo per se, o en el subjetivismo, según infiere
Azcárraga, (2002). En tanto, Carman, en el 2007, expone cómo a principios del siglo XIX,
el idealismo había llegado a su apogeo, cuando prevalecían las ideas de Hegel, mas en corto
tiempo fueron desarrollándose, al final de esa centuria, otras corrientes filosóficas que
negaban la anterior.

Pantano (1949), planteó que:

“El filósofo, en vez de trabajar una materia exterior, es el que más trata de
conocerse y afinarse profundamente aprovechando de la cultura existente y de las
más antiguas y aún del conocimiento de las cosas, todo lo que podría servirle para
un desarrollo pleno y armonioso de su personalidad”.

En ese orden, el pensamiento filosófico está marcado por la convicción propia del
filósofo, como individuo que percibe la realidad, la asimila y reflexiona sobre ésta.

En la época de esplendor de la filosofía, en la que coexistían importantes


intelectuales dedicados en plenamente al descubrimiento de la esencia de las cosas, un tema
interés era el lograr un lenguaje común, o una construcción conceptual, que pudiera
contribuir con reducir la posibilidad de interpretaciones erróneas de la misma realidad.
Bertrand Russel, en gran medida contribuyó con ello y este era uno de los temas tratados
por Wittgenstein, ex profesor del primero, quien, de acuerdo con de Azcárraga (2002),
planteaba que no había verdaderos problemas filosóficos, sino sólo dificultades
lingüísticas que había que desentrañar para poder establecer los límites del pensamiento
conceptual inteligible”. En tanto la ciencia, a diferencia de la filosofía, es universal: es
compartida con independencia de la cultura, condición e inclinaciones políticas, religiosas
o filosóficas de los científicos. Esta característica de la ciencia la hace, realmente, única”
(Azcárraga 2002).

Según Carman, 2007, posterior a la Segunda Guerra Mundial, se produjo un


enfrentamiento entre dos nuevas formas de enfocar esta ciencia: la Filosofía Lingüística y
el Construccionismo Lógico. Para la Filosofía Lingüística, la tarea del filósofo consiste en
investigar los recovecos significativos del lenguaje ordinario con el fin de descubrir todos
los matices y distinciones que están escondidos en él y que son la causa de las confusiones
en el plano filosófico”. Mientras que el Construccionismo Lógico “encuentra la riqueza
significativa del lenguaje ordinario como un obstáculo para el progreso filosófico. Éste
surge de la claridad de los lenguajes formalizados”.

Al retomar la lectura de de Azcárraga, 2002, encontramos que, juntamente con las


corrientes citadas precedentemente coexistía el positivismo lógico, el cual “encuentra la
riqueza significativa del lenguaje ordinario como un obstáculo para el progreso filosófico.

LA CIENCIA

En cuanto al concepto ciencia, ésta puede definirse como:

“No sólo como un sistema de conceptos, proposiciones, teorías e hipótesis, sino


también, simultáneamente, como una forma específica de la actividad social
dirigida a la producción, distribución y aplicación de los conocimientos acerca de
las leyes objetivas de la naturaleza y la sociedad” (Kröbert, citado por Cabot,
2012).

La esencia inquisidora y curiosa del ser humano, le lleva a esa búsqueda constante
de la verdad, es decir que la ciencia tiene a la filosofía por inspiración. Es posible que sin
filosofía la ciencia no existiera. Al respecto, Azcárraga, 2002 expone, con relación a las
teorías científicas, que pueden tener, en su origen, una inspiración filosófica, pero lo
importante no es lo que las inspiró, sino su poder explicativo y predictivo, así como su
acuerdo con la experiencia, que es el que determina su selección y eventual
supervivencia”.

La ciencia, a diferencia de la filosofía, es universal: es compartida con


independencia de la cultura, condición e inclinaciones políticas, religiosas o filosóficas de
los científicos. Esta característica de la ciencia la hace, realmente, única” (de Azcárraga
2002). En ese sentido, al margen de las creencias y vivencias del investigador, el
conocimiento científico es objetivo. Otro aspecto importante de la ciencia es lo sostenido
por Popper, citado por de Azcárraga, en cuanto a que: es probablemente la única actividad
humana en la que los errores son criticados sistemáticamente y, finalmente, corregidos. La
refutación de las teorías por medio de la observación de la naturaleza y de la
experimentación constituye la esencia la garantía del éxito”. Esta particularidad es la que
permitido la generación constante de nuevo conocimiento y el trascendental avance de la
actividad científica.

En relación con la ciencia, Pantano (1949), indicó:

“El trabajo científico más dedicado a las cosas, con menos reflexión sobre la
propia actividad, busca los caracteres más generales, las leyes más simples que
han de abarcar la mayor cantidad posible de hechos, los cuadros donde ha de
ubicar los objetos que tienen caracteres semejantes o los que se suceden de una
manera constante”.

En tanto, de Azcárraga (2012) plantea que si se revisan las teorías científicas puede
encontrarse que muchas pudieran tener su origen en postulados filosóficos. Las ideas de
Inmanuel Kant sobre espacio y pudieran están vinculadas a la teoría de la relatividad de
Albert Einstein. El pesimismo de Ostwald Spengler pudo haber creado un clima que
influyera en el pensamiento de Erwin Schrödinger, Werner Heisenberg o Kurt Gödel.
Parafraseando a Azcárraga puede afirmarse que el positivismo, como ciencia que se ocupa
de lo observable, influyó en algunos de los autores de la mecánica cuántica, como
Heisenberg, sobre todo en el análisis de sus relaciones de indeterminación. Asimismo, las
teorías más avanzadas de la física teórica actual siguen la línea preconizada por Albert
Einstein, Paul A.M. Dirac y muchos otros, según la cual el contenido geométrico y la
belleza matemática de una teoría constituyen aspectos importantes de la misma” (de
Azcárraga, 2002). Por estos ejemplos, puede decirse que en la ciencia subyacen elementos
filosóficos.

“La ciencia es con respecto a la filosofía lo mismo que la técnica es con respecto a la ciencia. Por
medio de la técnica se puede mover el motor, sin conocer todos los resortes y combinaciones de las
piezas, así como el mecanismo en su conjunto que conoce el científico; y a la vez, éste utiliza medios
de pensamientos lógicos para expresarse, para hacerse entender, y aún para estructurar y ordenar su
propia disciplina, sin conocerlos verdaderamente” (Pantano, 1949).

Lo expuesto precedentemente nos indica que el científico ha adquirido una serie de


conocimientos, metodologías, relaciones entre los hechos, sin saber cómo ha sido la génesis
de estos, mientras, agregamos nosotros, la filosofía a contribuido con la ciencia en la
creación del conocimiento. Mas adelante Pantano (1949), plantea que no significa esta
afirmación una crítica a la obra del científico, sino un reconocimiento a sus limitaciones.
Además, indica que “por eso es que las disciplinas pueden avanzar más, cuanto menos
tienen necesidad de volver a los puntos de partida, a los fundamentos”.

De Azcárraga (2002), plantea

“El siglo XX ha sido, entre otras cosas, el siglo de la ciencia, que ha probado ser una fuente esencial
de conocimiento sobre el universo y sobre nosotros mismos. Según la definición de la R.A.E. antes
citada, no cabe duda de que la ciencia es también filosofía. Pero, paralelamente, para comprender la
ciencia y su historia, para conocer la evolución del pensamiento humano del que aquélla es una parte
esencial, para ser hombres de nuestro tiempo y no convertirnos en los bárbaros especialistas que
criticaba Ortega, es conveniente conocer la filosofía y su historia”.

Esta aseveración indica que la ciencia nos sirve para la comprensión del universo,
mientras la filosofía y su historia, nos permiten comprender la ciencia.
Para concluir, la ciencia y la filosofía convergen en la búsqueda de conocimiento.
La primera desde un punto de vista objetivo, tratando de descubrir la esencia sin que la
ideología del investigador interfiera en los resultados. En tanto que, la filosofía es una
búsqueda de los por qué, a través de reflexiones que permiten al filósofo tener su punto de
vista de la realidad analizada. Ambas se complementan, porque la ciencia es cierta forma,
es instrumental, y la filosofía nos señala la forma cómo surge el conocimiento científico. La
ciencia puede avanzar más que la filosofía, en virtud de que, aunque sus postulados son
sometidos constantemente a falsación, no tiene necesidad de volver al punto de partida o
los fundamentos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

De Azcárraga, J. A. (2012). Ciencia y filosofía. Mètode. España: Universidad de Valencia,


(3) 26-32

Carman, C. (2007). La filosofía en el siglo XX. Recuperado de:

http://josemramon.com.ar/wp-content/uploads/Carman-Filosofia-de-La-Ciencia-
Sxx1.pdf. (8 de febrero, 2018).

Cabot, E. A. (2013). Una aproximación a la concepción de ciencia en la


contemporaneidad

Desde la perspectiva de la educación científica. Villa Clara: Cuba

doi: http://dx.doi.org/10.1590/1516-73132014000300003

Pantano, R. (1949). Filosofía y Ciencia. Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía.

Mendoza, Argentina. Recuperado: http://www.filosofia.org/aut/003/m49a1609.pdf.

(10 de febrero, 2018).

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