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El estudio de la Santísima Trinidad ha sido uno de los campos más fecundos y prolíferos en la

tradición teológica de la Iglesia; desde los principios de la historia de la iglesia, sus principales
figuras hicieron grandes aportes, definiciones, discusiones, que tenían también lugar en los
distintos concilios realizados. Así por ejemplo en el concilio 638 d.C. se define que Dios como
amor puro, pero no solitario, busca darse y llevarnos a participar en su unidad. Para esta
Solemnidad quiero dar un énfasis particular en la Vía del Amor como comprensión y
acercamiento a la Trinidad, teniendo como base el desarrollo trinitario realizado por el teólogo
Eloy Bueno de la Fuente. Preguntarse por la Trinidad, es preguntarse entre otros aspectos por
Dios, y esto lleva a preguntarse por Dios, lo cual es fundamental. De acuerdo con el Teólogo, se
ha dado una comprensión tradicional de Dios bajo la categoría de Ser, lo cual conduce a la idea
de ente. Esto pareciera ser recalcado con el relato de la zarza ardiente donde Dios se revela a
Moisés, como “Yo soy el que soy”, es decir la idea de Ser. Pero de acuerdo con el teólogo, este
ser de Dios del éxodo debe ser interpretado como un Ser que actúa, es decir Yo soy el que lo
he acompañado, Yo soy el que los guío, Yo soy el que los conduzco, es decir un Ser de relación
y de relación de cercanía, de bondad. Por otra parte, partiendo de la definición de la 1Jn 4, 8,
“Dios es amor”, el teólogo plantea la necesidad de volver a la vía del amor, para la
comprensión de Dios, y del misterio de la Trinidad. Partiendo de que es un amor que actúa,
agrega sobre lo planteado por Juan, que más que amor, Dios es amar. Y este amar es también
el ser de Dios, como una de las muchas maneras en que se podría decir el ser.

Por su parte, Karl Barth se opone a la analogía del Ser, indicando que es una categoría humana,
indica entonces que el único lenguaje posible para la teología es la narración, que es el
acontecimiento y actuación de Dios. Por lo tanto la Trinidad se puede entender como la más
importante del amar, con los protagonistas que la han hecho posible. Para el entendimiento de
esta definición del Amar aplicada en el contexto de la Santísima Trinidad, el autor revisa los
planteamientos realizados por Ricardo de San Victor, religioso del s. XII, para explicar de
manera muy significativa el origen de la tres divinas personas, que se puede observar como un
relato, seiguiendo el planteamiento de Barth, donde el relato principal consiste en la
encarncación de Jesús y su obra de salvación. De acuerdo con Ricardo de San Victor, las
persona surgen del acto del amar, y más que la inquietud de anhelo del otro, la persona es el
resultado de la alegría de estar con el otro, así el amar sólo es posible por las personas que
aman. En este sentido, y al comprender que Dios es el amar máximo, el cual no puede ser
privado o egoísta, no podría ser una sóla persona. Dios no es soledad, por el contrario es
comunión, significa que debe haber Otro. Pero este amar, como amar máximo, y por lo tanto
esplendoroso sólo puede darse, con una persona que esté a la altura de este amor especial.
Esta persona es su hijo, el único que podía ser capaz de responder a este amor, acogerlo,
devolverlo y seguir regalándolo. Así, para que el Padre fuera realmente Padre, no podría serlo
sino exisitendo su Hijo. Finalmente, este amor Padre-Hijo, no podía ser completo sino hay una
amado, y este es el Espíritu Santo, el cual es la alegría del amor trinitario, por lo tanto la
Trinidad como relato, sólo puede ser experiencia en nosotros. En el sentido indicado por el
autor, entonces este amar se daría en nosotros a través de su Hijo, para amar al Padre. Esta
visión de la trinidad, es un ejemplo significativo para nosotros como religiosos, que nos debe
conducir al encuentro con el otro, para vivir nuestra vocación, para orientar nuestra vida, para
encontrar nuestra vocación, y encontrar un sentido a nuestra misión de frailes predicadores.

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