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domingo 21 de agosto de 2011 el nacional sietedías.

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• Periodista y escritora
• Maestría en Literatura Venezolana (UCV)

crónica
• El libro Cuentos para leer a escondidas fue
seleccionado en la Lista de Honor IBBY 2001 y
Cuentos prohibidos por la abuela fue el ganador
de Los Mejores del Banco del Libro 2010

¿Eres hembra o varón?


Mireya Tabuas No quería saber de colorete, ni de pintura labial. Mientras sus amigas daban frente frondoso optó por dejar
de hablarme, mientras que la
mtabuas@gmail.com
saltos mortales para dejar atrás la adolescencia, a ella las hormonas aún no escasa de montículos me dijo
(con su fingida sonrisa de ni-
le habían tocado la puerta. El mundo de las niñas la aburría a morir. Así que ña que no rompe un plato) que

E
me veía muy bien, que yo era
sas vacaciones deci- esa vacación tomó una decisión: se convertiría en varón una marimacha perfecta.
dí ser varón.  No era Los varones me vieron sin
que estaba cansa- mucho interés. Fueron a bus-
da de ser mujer. 11 car al hijo del salvavidas y si-
años son pocos para ejercer guieron en la vida que era lo
con hastío la feminidad. Era suyo. Mientras, mis dos ami-
que quería experimentar esa gas se liberaban lentamente
libertad que veía socavada en de sus vestiditos bailoteando
la hembra. Quería desprender- como si estuvieran haciendo
me de las ataduras del fashion un estriptis (inútil).  Miraban
preadolescente. Me negaba a a la orilla a ver si distraían la
ese destino de “mamita rica” atención de los varones con
al que se lanzaban de clavado su esfuerzo (en especial del
mis amigas. más alto de todos, el príncipe
Mis dos amigas eran bellas. azul de Macuto). Sin embar-
Más que bellas, coquetas. Me go, ellos, indiferentes, seguían
costaba adaptarme a ese rit- gozando. No les quedó más re-
mo de colorete, lima de uñas y medio que echarse en la are-
brillo labial. Poco entendía la na, derrotadas.
sección de moda de la revista Yo permanecía aún vesti-
Tú. Tampoco sabía afeitarme da. Entonces se me ocurrió:
las piernas (traté, a hurtadi- los varones no usan parte de
llas de mi mamá, pero hice tal arriba del traje de baño, por lo
reguero de sangre en el baño tanto yo no la usaría. Me quité
que terminé castigada por una los zapatos, el pantalón, la ca-
semana).  misa y –también, rapidito- el
Una de mis amigas ya lucía sostén del bikini. Salí corrien-
con orgullo un par de auténti- do al mar, mientras me perse-
cas tetas talla doble XL que la guían los gritos de mi mamá
hacían ver adulta, aunque sólo Mireyiiiiiita y el odio profun-
tenía año y medio más que yo. do de las dos caimanas. Me
La otra compensaba la escasez lancé al agua y nadé, nadé y
de protuberancias incluyendo nadé como tenía tiempo que
bajo el sostén una ambiciosa no nadaba hasta alcanzar en
masa consistente en un entra- un segundo la boya y gozar de
mado de papel toilette y algo- la libertad del pecho desnudo.
dón. Yo, siguiendo sus pasos, Entonces llegaron todos ellos,
una vez lo intenté y el resulta- que me habían visto nadar tan
do fue atroz: uno de mis senos rápido y decidieron incluirme
se alzaba, abultado y seguro en sus competencias a ver
de sí mismo, hacia el cuello; quién llegaba primero a la ori-
mientras el otro se deshacía a lla, quién daba la mejor vuelta
la altura del ombligo.  canela en el agua o se mante-
Macuto –nuestra playa de los nía más tiempo sin respirar en
sábados- era  para ellas la po- paraba de manos. Siempre ter-
sibilidad de exhibirse, de ser minábamos venciendo el hijo
mujeres antes de tiempo. Para del salvavidas o yo. O los dos.
mí la aspiración de crecer era Salimos a jugar en la orilla
aún remota. Permanecía pe- y me quedé ante ellos con mi
queña, flaquísima, lampiña y tronco liberado. Con mis dos
plana. Me negaba a cualquier pezones –tan diminutos co-
encuentro con el mundo adul- mo los de ellos- expuestos. Ni
to. En cambio, ellas no. Iban a el castillo de arena, ni las en-
la playa a broncearse con acei- diabladas olas que destruían
te Mennen para niños mezcla- A veces se internaban en una encontré sólo dos bluyines, un murallas, ni las uvas de playa,
do con yodo (aún nadie ha- calle poco transitada y prac- short, un par de zapatos de go- tenían tal poder de atracción
blaba de hueco en la capa de ticaban entre ellas dos los be-
Los varones de nuestra edad eran otra cosa. ma y tres franelas útiles para como ese par de promesas ins-
ozono ni de cáncer de piel), sos de lengua que alguna vez Ellos estaban allí en su mundo. mi nueva identidad. Recordé taladas en mi pecho. Rosadas.
se echaban como lagartas en les darían a los varones (en es- aquella gorra de aceite Branca Palpitantes. Profetas. 
sus toallas de Hello Kitty, ya no pecial al hijo del salvavidas, el Estaban en lo que en realidad era mi mundo. que estábamos a punto de bo- Me puse la franela y la go-
nadaban conmigo ni corrían más alto de todos y el único de tar. Me vestí, me monté la go- rra (cortanota, pensaron ellos;
olas, ya ninguna quería com- todos nosotros que no vivía en
No se detenían un instante. rra, me miré en el espejo. Pro- perra, dijeron ellas). Les de-
petir a ver quién aguantaba Caracas y que no era hijo de Sólo al pisar la arena se deshacían bé poses. Los varones suelen mostré a los varones lo bien
más tiempo sin respirar deba- inmigrantes europeos). Se re- chasquear los dientes, pensé que construía un castillo, lo
jo del agua (y no lo hacían por- godeaban en el copioso entre- de pantalones, camisas, zapatos, mamás y lo hice. Suelen levantar los mejor que derrumbaba uvas,
que Por Dios cómo se me va a namiento, ensayaban sin prisa hombros y caminar como si lo excelente que investigaba
arruinar el secado). Luego, les instruyéndose la una a la otra tuvieran una joroba, y lo hice. misterios en el malecón. Eso
decían a sus mamás que les –más arriba, no me muerdas-  Suelen escupir. Y no lo hice.  sí, esa tarde, en el bulevar de
dieran plata para un refresco, asegurando que serían vetera- Al verme, mi mamá reclamó Macuto nadie meó ni mostró
sólo por el gusto de acercarse nas cuando se comieran una mer, ni tomar refrescos, ni es- de playa o a espantar palomas que cómo me vestía con esa el piripicho.
a uno de los bares de la playa y boca (esa boca)  masculina. Yo cuchar música en la rocola (ni de la plaza o a investigar en los ropa fea, tan linda que me veía En un segundo, sólo nos
mostrarles sus culos semides- era ajena al experimento, por afeitarse las piernas, ni secarse baños del balneario o a mear en falda con mis prometedoras quedamos el hijo del salvavi-
cubiertos a los borrachos que simple, por infantil, por gafa. el pelo, ni mover el culo). Eran en el paseo de Macuto a ver piernas de hija de española. das y yo. Los otros varones nos
se derretían en la barra, quie- Casi siempre iba con ellas adictos al agua salada, miem- quien lanzaba el orine más le- —Pareces un varón. abandonaron porque querían
nes, mientras se rascaban allí a su rutinaria incursión en el bros de un cardumen. Y en la jos (y de paso a ver quien tenía Los siguientes días de mis va- aprovechar los últimos minu-
abajo, les gritaban Qué buenas morboseo. Flaca, plana, con el orilla construían fortines que el bicho más grande).  Siempre caciones los masculinicé con tos de agua salada. Camina-
se están poniendo, lo que les cabello ajado de la salitre. Aje- rodeaban con enormes mura- llegaban muy tarde, sedientos, mi gorra de Branca. Domingo: mos sobre el borde del paseo,
hace falta es un macho. Y ellas na. Sin piropos ni besos. llas de piedra para proteger- sonrientes. Eran felices en Ma- Parque Los Chorros.  Lunes: retando a la gravedad. Esca-
salían corriendo, haciéndose los de la furia de las olas, que cuto esos desgraciados. Plaza Altamira. Martes: Parque lamos la roca más alta, nos
las espantadas, pero deseo- El otro mundo. Los varones de siempre, siempre, siempre, Por eso, en esas vacaciones El Conde. Miércoles: Teleféri- sentamos y discutimos un ra-
sas de volver al rato, y seguir nuestra edad eran otra cosa. eran las grandes vencedoras de 1976  a mis 11 años de edad co. Jueves: Parque de colum- to quién era el mejor compe-
jugando con ese erotismo de- Ellos estaban allí en su mun- y se tragaban la efímera obra y sin señal alguna de pubertad, pios de Chacao. Viernes: Par- tidor de Los Autos Locos: si el
cadente. Así que nuevamente do. Estaban en lo que en rea- arquitectónica. Más tarde, en decidí convertirme en varón. que del Este. Y mi mamá que Espantomóvil o el Súper Con-
volvían a pedir dinero a sus lidad era mi mundo. No se el malecón hurgaban entre Lo primero fue el pelo.  Ma- si no te montes en ese árbol; vertible. Declaramos que los
mamás, esta vez para ir a po- detenían un instante. Sólo al los riscos buscando tesoros má no se opuso: siempre le que si no patines por el medio dos preferíamos mil veces al
ner en la rocola una canción pisar la arena se deshacían de escondidos (una lata oxida- gustó corto porque ella lo lle- de la pista de hielo que te vas coyote que al correcaminos.
de la Fórmula V, “Eva María se pantalones, camisas, zapatos, da de Coca Cola, un monede- vaba así. Además mi cabello a caer; que si no te vuelvas a Nos callamos. Entonces, él,
fue buscando el sol en la pla- mamás. Nosotras les importá- ro roto, una pantaleta aban- largo, enredado y quemado subir en esa montaña rusa que el objeto de amor de mis dos
ya”, para que uno de los borra- bamos un pito. Ignoraban las donada)   y luchaban contra por el sol, mejoraría con una es muy alta. amigas, me preguntó:
chos les aullara: yo te pongo explosivas prominencias de la fantasmas de piratas de otros buena podada.  Corto, le dije a —¿Eres hembra o varón?
en cuatro, Eva María, se te van una, las falsas concavidades tiempos que permanecían allí. la peluquera, más, más corto.  La revelación. Y llegó el sába- —Hembra.
a salir los ojos. Risitas y nue- de la otra y mis ausencias pec- Yo a veces los seguía cuando se Te verás masculina, me dijo. Y do y Macuto.  En la playa todos —Ah, qué bien.
va escapada y otra vez a la are- torales. Corrían a buscar al hi- escapaban, lejos de la arena y sonreí. (más bien, todas) me observa- Nos quedamos mirando
na a gozar del aburrimiento jo del salvavidas para sumarse de las madres (concentradas Después revisé el pequeño ron. Las mamás susurraron en- el mar. Me quité la gorra de
de cocodrilas disecadas que juntos al mar, ser protozoarios, en el bronceado y el chismo- escaparate que compartía con tre ellas. Mis amigas se queda- Branca y la lancé lejos, muy
compartían con sus madres. correr olas. No necesitaban co- rreo) y se iban a tumbar uvas los vestidos de flores de mamá: ron con la boca abierta. La del lejos.s

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