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La crisis de 1808:
La Guerra de la Independencia
Muy pronto se hizo evidente para todos que la entrada consentida de las
tropas napoleónicas se había convertido en una ocupación de nuestro país.
Consciente finalmente de este hecho, Godoy tramó la huida de la familia real
hacia Andalucía y la Corte se desplaza a Aranjuez.
1812 fue el año decisivo. El ejército del general británico Wellington con
elapoyo de españoles y portugueses infringió sucesivas derrotas a los
franceses (Arapiles, San Marcial). Tras la catástrofe de la Grande Armée
en Rusia, un Napoleón completamente debilitado devolvió la corona a
Fernando VII por el Tratado de Valençay (diciembre de 1813). Las tropas
francesas abandonaran el país. La cruenta Guerra de la Independencia
tocaba a su fin.
Fernando VII: Absolutismo y liberalismo.
Con una economía depauperada por la guerra recién terminada y con unas
colonias americanas que de hecho no producían ningún beneficio a la
metrópoli, Fernando VII, apegado al mantenimiento de los privilegios
estamentales, se negó a emprender cualquier reforma fiscal que incrementara
los ingresos de un estado en quiebra.
Regionalismo y nacionalismo.
Pensum opgivelse
A fines del siglo XIX, nacen en Cataluña y el País Vasco movimientos que
cuestionan la existencia de una única nación española en España. El punto de
partida de los argumentos nacionalistas consiste en afirmar que Cataluña y el
País Vasco son naciones y que, por consecuencia, tienen derecho al
autogobierno. Esta afirmación la basan en la existencia de unas realidades
diferenciales: lengua, derechos históricos (fueros), cultura y costumbres
propias. Estos movimientos tendrán planteamientos más o menos radicales:
desde el autonomismo al independentismo o separatismo.
El nacionalismo catalán
Cataluña y los demás reinos de la Corona de Aragón habían perdido sus leyes
y fueros particulares con los Decretos de Nueva Planta, tras la guerra de
Sucesión.
En 1901 nace la Lliga Regionalista con Francesc Cambó con principal dirigente
y Prat de la Riba como ideólogo. Es un partido conservador, católico y
burgués con dos objetivos principales:
El nacionalismo vasco
A lo largo del siglo XIX, las sucesivas Guerras Carlistas no supusieron sino
derrotas para el Pueblo Vasco, tras las cuales se fueron eliminando
paulatinamente los Fueros, en un complicado proceso que, iniciado por la Ley
de 25 de octubre de 1839 de Reforma de los Fueros Vascos, culminó con la
Ley de 21 de julio de 1876, que supuso la definitiva liquidación del
ordenamiento foral.
A lo largo del siglo XIX, las sucesivas Guerras Carlistas no supusieron sino
derrotas para el Pueblo Vasco, tras las cuales se fueron eliminando
paulatinamente los Fueros, en un complicado proceso que, iniciado por la Ley
de 25 de octubre de 1839 de Reforma de los Fueros Vascos, culminó con la
Ley de 21 de julio de 1876, que supuso la definitiva liquidación del
ordenamiento foral.
A lo largo del siglo XIX, las sucesivas Guerras Carlistas no supusieron sino
derrotas para el Pueblo Vasco, tras las cuales se fueron eliminando
paulatinamente los Fueros, en un complicado proceso que, iniciado por la Ley
de 25 de octubre de 1839 de Reforma de los Fueros Vascos, culminó con la
Ley de 21 de julio de 1876, que supuso la definitiva liquidación del
ordenamiento foral.
Radicalismo antiespañol
Tras la independencia de la mayor parte del imperio a inicios del siglo XIX
(Ayacucho, 1824), sólo las islas antillanas de Cuba y Puerto Rico, y el
archipiélago de las Filipinas en sudeste asiático continuaron formando parte
del imperio español.
En Cuba y Puerto Rico, la hegemonía española fue basando cada vez más en
la defensa de los intereses de una reducida oligarquía esclavista, beneficiada
por la relación comercial con la metrópoli.
El caso filipino era bien diferente. Aquí la población española era escasa y
muy pocos capitales invertidos. El dominio español se sustentaba en una
pequeña presencia militar y, sobre todo, en el poder de las órdenes religiosas.
El conflicto fue un paseo militar para Estados Unidos que conquistó Cuba,
Puerto Rico y Filipinas.
España firmó la Paz de París en diciembre de 1898. Por este acuerdo, España
cedió a EE.UU. la isla de Puerto Rico, que hoy sigue siendo un estado
asociado de EE.UU., Filipinas y la Isla de Guam en el Pacífico. Cuba alcanzaba
la independencia bajo la “protección” estadounidense (Enmienda Platt y base
militar de Guantánamo).
El 98 y sus repercusiones.
La derrota de 1898 había puesto de relieve de forma trágica y súbita todas las
limitaciones del régimen de la Restauración y su parálisis a la hora de afrontar
los problemas sociales y la modernización del país.
Sociedad y mentalidad. La
educación (1875-1902)
Sociedad y mentalidad
La educación
La Constitución de 1812
“Art. 1. La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos
hemisferios.
Art. 2. La soberanía reside esencialmente en la Nación y por lo mismo
pertenece a esta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes
fundamentales (…)
Art. 4. La Nación está obligada a conservar y proteger por leyes sabias y
justas la libertad civil, la pro piedad y los demás derechos legítimos de todos
los individuos que la componen (…)
Art. 12. La religión de la Nación española es y será perpetuamente la
católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes
sabias y justas y prohibe el ejercicio de cualquier otra.
Pensum opgivelse
La Constitución de 1837
Doña Isabel II, por la gracia de Dios y la Constitución de la Monarquía
española, Reina de las Españas; y en su Real nombre, y durante su
menor edad, la Reina viuda su madre Doña María Cristina de Borbón,
Gobernadora del Reino; a todos los que la presente vieren y
entendieren, sabed: Que las Cortes generales han decretado y
sancionado, y Nos de conformidad aceptado, lo siguiente:
Pensum opgivelse
La Desamortización de Mendizábal
A su Majestad la Reina Gobernadora:"Señora, vender la masa de
bienes que han venido a ser propiedad de la Nación, no es tan sólo
cumplir una promesa solemne y dar una garantía positiva a la deuda
nacional, es abrir una fuente abundantísima de felicidad pública;
vivificar una riqueza muerta, desobstruir los canales de la industria y de
la circulación; apegar al país por el amor natural y vehemente a todo lo
propio; ensanchar la patria, crear nuevos y fuertes vínculos que liguen
a ella; es, en fin, identificar con el trono excelso a Isabel II, símbolo de
orden y de la libertad. No es, señora ni una fría especulación mercantil,
ni una mera operación de crédito. . . El decreto que vaya a tener la
honra de someter a la augusta aprobación de V. M. sobre la venta de
bienes adquiridos ya por la nación, así como en su resultado material
ha de producir el beneficio de minorar la fuerte suma de la deuda
pública, es menester que en su objeto y aun en los medios por donde
aspire a aquel resultado, se encadene, se funde en la alta idea de crear
una copiosa familia de propietarios, cuyos goces y cuya existencia se
apoye principalmente en el triunfo completo de nuestras actuales
instituciones".
Febrero de 1.836Juan Álvarez de Mendizábal
Al país y al Ejército
“Españoles: Ha llegado para nosotros el momento más temido
que esperado (porque hubiéramos querido vivir siempre en la
legalidad y que ella rigiera sin interrupción la vida española)
de recoger las ansias, de atender el clamoroso requerimiento
de cuantos amando la Patria no ven para ella otra salvación
que libertarla de los profesionales de la política, de los que
por una u otra razón nos ofrecen el cuadro de desdichas e
inmoralidades que empezaron el año 98 y amenazan a
España con un próximo fin trágico y deshonroso.
Desde Fanelli hasta el exilio de miles de militantes en los primeros meses de 1939, el
anarquismo arrastró tras su bandera roja y negra a sectores populares diversos y muy
amplios. Sin ellos, nunca hubiera llegado a ser un movimiento de masas, se hubiera
quedado en una ideología útil para individualidades rebeldes, muy revolucionaria pero
frágil, arrinconada por el crecimiento socialista y relegada a la violencia verbal.
literatura, con La bodega, de Vicente Blasco Ibáñez; Aurora Roja, de Pío Baroja; La
verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza o, más reciente, La hija del
caníbal, de Rosa Montero. Una veta, en fin, explotada por el cine, por Ken Loach y su
Tierra y Libertad o Vicente Aranda en Libertarias.
Hace ya tiempo que José Álvarez Junco identificó las dos corrientes doctrinales de las
que bebía el movimiento anarquista: el individualismo liberal y el comunitarismo
socialista, una dualidad muy difícil de equilibrar en la práctica pese a todas sus
llamadas a la armonía natural. El anarquismo parecía de entrada una utopía derivada
de la filosofía optimista de la Ilustración, que mantuvo, como hijo del mismo tiempo
que era, estrechas conexiones con las conspiraciones y sociedades secretas de tipo
democrático radical, con el federalismo y con la fraseología romántico-populista.
Pero, al mismo tiempo, iba mucho más lejos de lo proyectado por el racionalismo
liberal y el republicanismo, con su pretensión de abolir el Estado, colectivizar los
medios de producción y, sobre todo, con su antipoliticismo, la verdadera seña de
identidad del movimiento, el rasgo que marcó la ruptura con sus sucesivos
compañeros de viaje, desde los federales a los socialistas, pasando por los
republicanos.
El anarquismo que triunfó en España en las primeras décadas del siglo XX, justo
cuando desaparecía del resto del mundo, fue el "comunitario", el "solidario",
estrechamente unido al sindicalismo revolucionario, que confiaba en las masas
populares para llevar a buen puerto la revolución. Al servicio de esa causa se
fundaron círculos y tertulias, ateneos obreros, escuelas laicas y racionalistas. Desde el
primer momento, le acompañaron en su desarrollo numerosas publicaciones que, en
su labor ideológico-cultural, criticaron al capitalismo y a las clases dominantes,
incitaron a la lucha social y contribuyeron a gestar una red cultural alternativa,
proletaria, "de base colectiva".
"Creo que nos hacen falta dos organizaciones, una abierta, amplia, funcionando a la
luz del día; la otra secreta, de acción", había escrito Piotr Kropotkin, uno de los padres
del anarquismo, en 1881. La propuesta, que reflejaba el acoso al que la policía y las
fuerzas del orden sometían a los anarquistas en los diferentes países, resultó profética
porque por esos dos caminos tácticos transitó el movimiento durante toda su historia,
envuelto siempre en una doble organización: una de tipo asociativo, sindical, que
federaría a las sociedades obreras alrededor de objetivos reivindicativos; y otra de tipo
ideológico, que agruparía a los más "conscientes", centrada en la propaganda
doctrinal y cuidando siempre de las desviaciones reformistas en el movimiento
sindical. La Federación Anarquista Ibérica, creada en 1927, y su relación con el
sindicalismo de la CNT en los años de la Segunda República constituye el mejor
ejemplo de esa dualidad.
El golpe de Estado de julio de 1936 cambió bruscamente ese rumbo. La guerra civil
que siguió a esa sublevación impuso una lógica militar y frente a ella el sindicalismo
de protesta y la clásica crítica al poder político quedaron inservibles. Un golpe de
Estado contrarrevolucionario, que intentaba frenar la revolución, acabó finalmente
desencadenándola. Muchos anarquistas vieron entonces sus sueños cumplidos. Duró
poco, pero esos meses del verano y otoño de 1936 fueron lo más parecido a lo que
ellos creían que era la revolución y la economía colectivizada. Poco importaba que la
revolución se llevara por medio a miles de personas, "excesos inevitables", "explosión
de las iras concentradas y de la ruptura de cadenas", en palabras de Diego Abad de
Santillán. La necesaria destrucción de ese orden caduco era para ellos algo
insignificante, comparada con la "reconstrucción económica y social" que se
emprendió en julio de 1936, sin precedentes en la historia mundial. Esa es la imagen
feliz del paraíso terrenal que transmitió la literatura anarquista, las declaraciones de
Buenaventura Durruti a los corresponsales extranjeros, o la prensa que podían leer los
obreros de Barcelona y los milicianos en el frente de Aragón.
Las cárceles, las ejecuciones y el exilio metieron al anarquismo en un túnel del que ya
no volvería a salir. Sus militantes resistieron en la clandestinidad, protagonizaron
diversas escaramuzas en la guerrilla y asomaron sus cabezas en algunos conflictos.
Muchos de ellos se enrolaron en la resistencia francesa contra el nazismo, pensando
que aquella era todavía su guerra, la que acabaría con todos los tiranos. Pero murieron
Hitler y Mussolini, las potencias del Eje fueron derrotadas y Franco siguió. El
anarquismo no pudo ya respirar. La guerra y la dictadura lo destruyeron. Los cambios
que se produjeron desde los años sesenta, con la modernización y el desarrollo, le
impidieron echar de nuevo raíces.
3.
5.
DISPONGO:
ARTICULO PRIMERO
ARTICULO SEGUNDO
ARTICULO TERCERO
A) AL GOBIERNO.
B) AL CONGRESO DE DIPUTADOS.
ARTICULO CUARTO
ARTICULO QUINTO
DISPOSICIONES TRANSITORIAS
PRIMERA
SEGUNDA
TERCERA
DISPOSICION FINAL
JUAN CARLOS
Declaración de ETA
Traducción al castellano realizada en la redacción de
'Gara'
05/09/2010
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