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RELACIONES

GEOGRÁFICAS DEL SIGLO XVI:

MÉXICO

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ANTROPOLÓGICAS
Etnohistoria Serie Antropológica: 70


SIGLAS Y ABREVIATURAS

AGI Archivo General de Indias, Sevilla


BLAC Benson Latin American Collection, Universidad de Texas
Br. bachiller
ca. circa, “alrededor de”
cap. capítulo
Dic. Diccionario
ed. edición, editor, editorial
EM español-mexicano
Est. Establecimiento
FCE Fondo de Cultura Económica, México
fig. figura
fol., ff. folio, folios
FPT Francisco del Paso y Troncoso
HMAI Handbook of Middle American Indians
ibid. ibidem, “en el mismo lugar”
IG Indiferente General
INAH Instituto Nacional de Antropología e Historia, México
JGI Joaquín Garcia Icazbalceta
l. cit. lugar citado
lám. lámina
lib. libro
loc. supra cit. lugar arriba citado
ME mexicano-español
Ms. manuscrito
n., nn. nota, notas
o. cit. obra citada
p., pp. página, páginas
passim en varios lugares
r recto, referido a folio o página impar
RAE Real Academia Española, Madrid
RAH Real Academia de Historia, Madrid
RG, RGs relación geográfica, relaciones geográficas
s. f. sin fecha
UNAM Universidad Nacional Autónoma de México
UTX Universidad de Texas, Austin
v vuelto, referido a folio o página par
RELACIONES GEOGRÁFICAS DEL SIGLO XVI:
MÉXICO
tomo tercero
EDICIÓN DE RENÉ ACUÑA
8
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
MÉXICO 1986

Primera edición impresa: 1986
Primera edición digital: 2017
DR © 1986, Universidad Nacional Autónoma de México
Ciudad Universitaria, 04510 México, D. F.
Dirección General de Publicaciones
Impreso y hecho en México
ISBN IMPRESO 968-837-590-9 (Obra completa)
ISBN IMPRESO 968-837-517-9 (Volumen 8)
ISBN electrónico en trámite

PRÓLOGO

El presente volumen, octavo de la serie de Relaciones geográficas del siglo XVI, tomo tercero de México,
recoge las seis últimas RGs de este arzobispado. Aunque su corta extensión habría justificado unir éste al
segundo tomo, el deseo de concederle un sitio especial, más notorio, a la RG de Tezcoco contribuyó a
definir la repartición en tres tomos de este grupo de relaciones. Aunque la RG de Tezcoco aquí presentada
no sea la original que escribió Juan Bautista de Pomar, sino una copia tardía y adulterada hecha por don
Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, la importancia que todos los estudiosos han dado a su contenido la hacía
merecedora de un lugar destacado y, desde luego, habría justificado un estudio extenso y sesudo, para el
cual el editor de estas páginas se reconoce incapaz.
De todas maneras, en la medida de lo posible, aparte del esmero particular que se puso en la
paleografía del texto (a la que contribuyó en forma eficaz mi hijo Alonso), éste se presenta profusamente
anotado, con la cándida aspiración de aclarar algunas oscuridades y, así, ayudar al lector, al estudiante y al
estudioso. En la Introducción, se intentó bosquejar la historia del manuscrito y de plantear los problemas
que atañen a sus pinturas originales, las cuales, según los indicios, deben considerarse una pérdida
lamentable. En la Introducción, asimismo, se ofrece por vez primera una transcripción paleográfica de casi
todas las anotaciones y apuntes que hay en el manuscrito, los cuales nunca atrajeron la atención de
quienes han estudiado o publicado la RG de Tezcoco, o los “Romances de los Señores de Nueva España”
que están copiados en el mismo cuaderno. Es gracias a esas anotaciones y apuntes que, sin ánimo ni
intención de poner una pica en Flandes, se estableció que el autor de esas copias había sido don Fernando
de Alva Ixtlilxóchitl. Estudios más cuidadosos y reposados, que ojalá hagan verdaderos especialistas,
contribuirán, sin duda, a sacar de esas anotaciones y apuntes todo el partido y provecho que en ellos está
latente.
Como en volúmenes anteriores, aparece a continuación un cuadro sinóptico, que reúne los rasgos
característicos de las RGs que aquí se publican. Naturalmente, al sumarizar los que corresponden a la RG
de Tezcoco, ha resultado inevitable poner, bajo el rubro de “autor”, a Juan Bautista de Pomar y, bajo el de
“escribano”, aunque sea anacrónico, a Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. Para indicar ese anacronismo de una
manera gráfica, el nombre de Alva Ixtlilxóchitl está entre corchetes. Asimismo, en la columna
correspondiente a “año”, se han registrado dos fechas: una, la del año en que se escribió la RG original de
Tezcoco; la otra, entre corchetes, señalando el año aproximado en que se hizo la copia sobreviviente.

CensoLugar ClaseAutor Escribano Fecha PlanasBibliotecaLengua Mapa

[Fernando de Alva 8
123 Tezcoco Cpx Juan Bautista de Pomar 1582[1615]184 UTX Mexicana
Ixtlilxóchitl] (ex)

Alonso de Alonso López


135 TolnacuchtlaCpt 1580 22 AGI Mexicana/ Otomí —
Contreras Figueroa

136 Totolapan Cpx Andrés de Curiel Anónimo 1579 4 RAH Mexicana —

153 Zayula S Alonso de Coria Esteban Gutiérrez 1580 3 AGI Mexicana/ Otomí —

Matlatzinca/
Miguel de San Pedro/Diego
163 Zultepec Cpx Diego Pérez 1582 6 AGI Mazateca/ —
Suárez/ Rodrigo Dávila
Mexicana/ Tarasca

Gonzalo Bazán/Br. Francisco


164 Zumpango S* Juan Valadés 1582 11 RAH Mexicana 1
Sánchez Moreno

ABREVIATURAS: AGI: Archivo General de Indias, Sevilla; Cpt: compuesta; Cpx: compleja; RAH: Real Academia de la Historia, Madrid; S:
simple; UTX: Universidad de Texas, Austin.

* Según Cline (1972a: 364, 164) ; para una discusión de este punto, ver Introducción a la RG de Zumpango.

Cuando el trabajo de estufa lo aísla a uno completamente del comercio social, el número de los amigos
y colaboradores permanece casi invariable, así como el de quienes no son tan amigos; por eso, la
enumeración de nombres que han sido ya mencionados en anteriores volúmenes, pertenecientes a
personas e instituciones a quienes el autor de estas líneas debe gratitud vitalicia, amén de repetitiva, podría
llegar a ser una carga incómoda para ellas. Valga, entonces, únicamente, reafirmar aquí esa deuda tantas
veces reconocida en otras páginas.
Febrero de 1984

rené acuña

Instituto de Investigaciones

Filológicas
INSTRUCCIÓN Y MEMORIA DE LAS RELACIONES QUE
se han de hacer para la descripción de las Indias, que su
majestad manda hacer, para el buen gobierno y
e n n o b l e c i m i e n t o d e l l a s*
Primeramente, los gobernadores, corregidores o alcaldes mayores, a quien los virreyes, audiencias y otras
personas del gobierno enviaren estas instrucciones y memorias impresas, ante todas cosas, harán lista y
memoria de los pueblos de españoles y de indios que hubiere en su jurisdicción, en que solamente se
pongan los nombres de ellos escritos de letra legible y clara, y luego la enviarán a las dichas personas del
gobierno, para que, juntamente con las relaciones que en los dichos pueblos se hicieren, la envíen a su
majestad y al Consejo de las Indias.

Y distribuirán las dichas instrucciones y memorias impresas por los pueblos de los españoles y
de indios de su jurisdicción, donde hubiere españoles enviándolas a los concejos y, donde no,
a los curas si los hubiere y, si no, a los religiosos a cuyo cargo fuere la doctrina, mandando a
los concejos, y encargando de parte de su majestad a los curas y religiosos, que dentro de un
breve término las respondan y satisfagan como en ellas se declara, y les envíen las relaciones
que hicieren, juntamente con estas memorias, para que ellos, como fueren recibiendo las
relaciones, vayan enviándolas a las personas de gobierno que se las hubieren enviado, y las
instrucciones y memorias las vuelvan a distribuir, si fuere menester, por los otros pueblos
adonde no las hubieren enviado.

Y, en los pueblos y ciudades donde los gobernadores o corregidores y personas de gobierno


residieren, harán las relaciones de ellos, o encargarlas han a personas inteligentes de las
cosas de la tierra, [para] que las hagan según el tenor de las dichas memorias.

Las personas a quien se diere cargo en los pueblos de hacer la relación particular de cada uno
dellos, responderán a los capítulos de la memoria que se sigue, por la orden y forma
siguiente:

Primeramente, en un papel aparte, pondrán, por cabeza de la relación que hicieren, el día,
mes y año de la fecha de ella, con el nombre de la persona o personas que se hallaren a
hacerla, y el del gobernador u otra persona que les hubiere enviado la dicha instrucción.

Y, leyendo atentamente cada capítulo de la memoria, escribirán lo que hubiere que decir a él
en otro capítulo por sí, respondiendo a cada uno por sus números, como van en la memoria,
uno tras otro. Y, en los que no hubiere qué decir, dejarlos han sin hacer mención de ellos, y
pasarán a los siguientes, hasta acabarlos de leer todos y responder los que tuvieren qué decir,
como queda dicho, breve y claramente, en todo afirmando por cierto lo que lo fuere y, lo que
no, poniéndolo por dudoso; de manera que las relaciones vengan ciertas, conforme a lo
contenido en los capítulos siguientes.

M e m o r i a d e l a s c o s a s q u e s e h a d e r e s p o n d e r, y d e q u e s e
han de hacer las relaciones

1. Primeramente, en los pueblos de los españoles, se diga el nombre de la comarca o


provincia en que están, y qué quiere decir el dicho nombre en lengua de los indios y por qué
se llama así.

2. Quién fue el descubridor y conquistador de la dicha provincia, y por cuya orden y mandado
se descubrió, y el año de su descubrimiento y conquista, lo que de todo buenamente se
pudiere saber.

3. Y, generalmente, el temperamento y calidad de la dicha provincia o comarca, si es muy fría


o caliente, o húmeda o seca, de muchas aguas o pocas, y cuándo son, más o menos, y los
vientos que corren en ella qué tan violentos y de qué parte son, y en qué tiempos del año.

4. Si es tierra llana o áspera, rasa o montuosa, de muchos o pocos ríos o fuentes, y abundosa o
falta de aguas, fértil o falta de pastos, abundosa o estéril de frutos y de mantenimientos.

5. De muchos o pocos indios, y si ha tenido más o menos en otro tiempo que ahora, y las
causas que dello se supieren; y si los que hay, están o no están poblados en pueblos formados
y permanentes; y el talle y suerte de sus entendimientos, inclinaciones y manera de vivir; y si
hay diferentes lenguas en toda la provincia, o tienen alguna generalmente en que hablen
todos.

6. El altura o elevación del polo en que están los dichos pueblos de españoles, si estuviere
tomada y se supiere, o hubiere quien la sepa tomar, o en qué días del año el sol no echa
sombra ninguna al punto de medio día.

7. Las leguas que cada ciudad o pueblo de españoles estuviere de la ciudad donde residiere la
audiencia en cuyo distrito cayere, o del pueblo donde residiere el gobernador a quien
estuviere sujeta; y a qué parte de las dichas ciudades o pueblos estuviere.

8. Asimismo, las leguas que distare cada ciudad o pueblo de españoles de las otras con quien
partiere términos, declarando a qué parte cae dellos, y si las leguas son grandes o pequeñas y
por tierra llana o doblada, y si por caminos derechos o torcidos, buenos o malos de caminar.

9. El nombre y sobrenombre que tiene o hubiere tenido cada ciudad o pueblo, y por qué se
hubiere llamado así (si se supiere) y quién le puso el nombre y fue el fundador della, y por
cuya orden y mandado la pobló, y el año de su fundación, y con cuántos vecinos se comenzó a
poblar y los que al presente tiene.

10. El sitio y asiento donde los dichos pueblos estuvieren, si es en alto o en bajo, o llano; con
la traza y designio, en pintura, de las calles y plazas y otros lugares señalados de monasterios,
como quiera que se pueda rasguñar fácilmente en un papel, en que se declare qué parte del
pueblo mira al mediodía o al norte.

11. En los pueblos de los indios, solamente se diga lo que distan del pueblo en cuyo
corregimiento o jurisdicción estuvieren, y del que fuere su cabecera de doctrina.

12. Y asimismo, lo que distan de los otros pueblos de indios o de españoles que en torno de sí
tuvieren, declarando, en los unos y en los otros, a qué parte dellos caen, y si las leguas son
grandes o pequeñas y, los caminos, por tierra llana o doblada, derechos o torcidos.

13. Item, lo que quiere decir en lengua de indios el nombre del dicho pueblo de indios y por
qué se llama así, sí hubiere qué saber en ello, y cómo se llama la lengua que los indios del
dicho pueblo hablan.

14. Cuyos eran en tiempo de su gentilidad, y el señorío que sobre ellos tenían sus señores y lo
que tributaban, y las adoraciones, ritos y costumbres, buenas o malas, que tenían.

15. Cómo se gobernaban y con quién traían guerra, y cómo peleaban, y el hábito y traje que
traían y el que ahora traen, y los mantenimientos de que antes usaban y ahora usan, y si han
vivido más o menos sanos antiguamente que ahora, y la causa que dello se entendiere.

16. En todos los pueblos, de españoles y de indios, se diga el asiento donde están poblados, si
es sierra o valle, o tierra descubierta y llana, y el nombre de la sierra, o valle y comarca do
estuvieren, y lo que quiere decir en su lengua el nombre de cada cosa.

17. Y si es tierra o puesto sano o enfermo, y, si enfermo, por qué causa (si se entendiere), y las
enfermedades que comúnmente suceden, y los remedios que se suelen hacer para ellas.

18. Qué tan lejos o cerca está de alguna sierra o cordillera señalada que esté cerca dél, y a
qué parte le cae y cómo se llama.

19. El río o ríos principales que pasaren por cerca, y qué tanto apartados dél y a qué parte, y
qué tan caudalosos son; y si hubiere qué saber, alguna cosa notable de sus nacimientos,
aguas, huertas y aprovechamiento de sus riberas, y si hay en ellas, o podrían haber, algunos
regadíos que fuesen de importancia.
20. Los lagos, lagunas o fuentes señaladas que hubiere en los términos de los pueblos, con las
cosas notables que hubiere en ellos.

21. Los volcanes, grutas, y todas las cosas notables y admirables en naturaleza que hubiere en
la comarca dignas de ser sabidas.

22. Los árboles silvestres que hubiere en la dicha comarca comúnmente, y los frutos y
provechos que dellos y de sus maderas se saca, y para lo que son o serían buenas.

23. Los árboles de cultura y frutales que hay en la dicha tierra, y los que de España y otras
partes se han llevado, y se dan o no se dan bien en ella.

24. Los granos y semillas, y otras hortalizas y verduras, que sirven o han servido de sustento a
los naturales.

25. Las que de España se han llevado, y, si se da en la tierra el trigo, cebada, vino y aceite, en
qué cantidad se coge, y si hay seda o grana en la tierra y en qué cantidad.

26. Las yerbas o plantas aromáticas con que se curan los indios, y las virtudes medicinales o
venenosas de ellas.

27. Los animales y aves, bravos y domésticos, de la tierra, y los que de España se han llevado,
y cómo se crían y multiplican en ella.

28. Las minas de oro y plata, y otros mineros de metales o atramentos y colores, que hubiere
en la comarca y términos del dicho pueblo.

29. Las canteras de piedras preciosas, jaspes, mármoles, y otras cosas señaladas y de estima
que asimismo hubiere.

30. Si hay salinas en el dicho pueblo o cerca dél, o de dónde se proveen de sal y de todas las
otras cosas de que tuvieren falta para el mantenimiento o el vestido.

31. La forma y edificio de las casas, y los materiales que hay para edificarlas en los dichos
pueblos, o en otras partes de donde los trujeren.

32. Las fortalezas de los dichos pueblos, y los puestos y lugares fuertes e inexpugnables que
hay en sus términos y comarca.

33. Los tratos y contrataciones y granjerías de que viven y se sustentan, así los españoles
como los indios naturales, y de qué cosas y en qué pagan sus tributos.

34. La diócesi, de arzobispado u obispado o abadía, en que cada pueblo estuviere, y el partido
en que cayere, y cuántas leguas hay y a qué parte del pueblo; dónde reside la catedral y la
cabecera del partido, y si las leguas son grandes o pequeñas, por caminos derechos o
torcidos, y por tierra llana o doblada.

35. La iglesia catedral y la parroquial o parroquiales que hubiere en cada pueblo con el
número de los beneficios y prebendas que en ellas hubiere, y, si hubiere en ellas alguna
capilla o dotación señalada, cuya es y quién la fundó.

36. Los monasterios de frailes o monjas de cada orden que en cada pueblo hubiere, y por
quién y cuándo se fundaron, y el número de religiosos y cosas señaladas que en ellos hubiere.

37. Asimismo, los hospitales y colegios y obras pías que hubiere en los dichos pueblos, y por
quién y cuándo fueron instituidos.

38. Y, si los pueblos fueren marítimos, demás de lo susodicho, se diga en la relación que dello
se hiciere la suerte de la mar que alcanza, si es mar blanda o tormentosa, y de qué tormentas
y peligros, y en qué tiempos comúnmente suceden, más o menos.

39. Si la costa es playa o costa brava, los arrecifes señalados y peligros para la navegación
que hay en ella.

40. Las mareas y crecimientos de la mar, qué tan grandes son, y a qué tiempos mayores o
menores, y en qué días y horas del día.
41. Los cabos, puntas, ensenadas y bahías señaladas que en la dicha comarca hubiere, con los
nombres y grandeza dellos, cuanto buenamente se pudiere declarar.

42. Los puertos y desembarcaderos que hubiere en la dicha costa, y la figura y traza de ellos,
en pintura como quiera que sea en un papel, por donde se pueda ver la forma y talle que
tienen.

43. La grandeza y capacidad de ellos, con los pasos y leguas que tendrán de ancho y largo,
poco más o menos (como se pudiere saber), y para qué tantos navíos serán capaces.

44. Las brazas del fondo dellos, la limpieza del suelo, y los bajos y topaderos que hay en ellos
y a qué parte están; si son limpios de broma y de otros inconvenientes.

45. Las entradas y salidas dellos a qué parte miran, y los vientos con que se ha de entrar y
salir dellos.

46. Las comodidades y descomodidades que tienen de leña, agua y refrescos, y otras cosas
buenas y malas para entrar y estar en ellos.

47. Los nombres de las islas pertenecientes a la costa y por qué se llaman así; la forma y
figura dellas, en pintura si pudiere ser, y el largo y ancho y lo que bojan; el suelo, pastos,
árboles y aprovechamientos que tuvieren; las aves y animales que hay en ellas, y los ríos y
fuentes señaladas.

48. Y generalmente, los sitios de pueblos de españoles despoblados, y cuándo se poblaron y


despoblaron, y lo que se supiere de las causas de haberse despoblado.

49. [Descríbanse] todas las demás cosas notables, en naturaleza y efectos, del suelo, aire y
cielo, que en cualquiera parte hubiere y fueren dignas de ser sabidas.

50. Y, hecha la dicha relación, la firmarán de sus nombres las personas que se hubieren
hallado a hacerla, y sin dilación la enviarán, con esta instrucción, a la persona que se la
hubiere enviado.
*El de esta Instrucción y Memoria es el texto que se imprimió en 1577. Ha sido reeditado ya en más de una oportunidad, pero descuidando los
signos de puntuación y la acentuación. Ver, por ejemplo, FPT, Papeles de Nueva España, IV, 2a serie, Madrid: Est. Tipográfico “Sucesores de
Rivadeneyra”, 1905, pp. 1-7. El HMAI, 12: 233-237, publica una versión inglesa preparada por Clinton R. Edwards; pero un cotejo cuidadoso
con el original demuestra que el traductor no llegó a entender algunos capítulos.
RELACIÓN DE LA CIUDAD Y PROVINCIA DE TEZCOCO

OBSERVACIONES: Dibujos aproximados e incompletos, a ojo. La figura 1 corresponde al rubro Circles y, las tres restantes, al rubro Cross (ver
Heawood 1950, 1: figs. 251-64, 948, 956, 958). * El papel de las últimas es, probablemente, de fabricación catalana, en molinos no identificados
(Simmons 1970: IV). ** Las cuatro filigranas pueden situarse, aproximadamente, en la segunda década del siglo XVII. Hasta donde cupo
observar, hay filigranas en los folios siguientes (a, significa parte alta: b, parte baja del folio; c, parte central):

Relación de Tezcoco: 3b, 4b, 5a, 6b, 13b, 14b, 15-16b, 17-20a, 25b, 26a, 28b, 30a, 33a, 35b, 38b, 39b, 40b, 44a, 46b, 49b, 50a, 51-52c, 53b,
54a, 57a, 59b, 60a, 63-65a, 68a, 70b, 73b, 75a, 77b, 78a, 82b, 84b, 85a, 88b, 89a, 91a, 94a, 96a, 98-99a, 102-103a.

Romances de los Señores de Nueva España: la, 2b, 4a, 5b, 8a, 10-1la, 14a, 15b, 17b, 21b, 24-25b, 28-29b, 31b, 38a, 39a.

* HEAWOOD, Edward: Monumento chartae papyraceae historiam illustrantia I. Watermarks. Hilversum (Holland): The Paper Publications
Society, 1950.

**SIMMONS, J. S. G.: Addenda et corrigenda to Heawood's Watermarks. Amsterdam: The Paper Publications Society (Labarre Foundation),
1970.

INTRODUCCIÓN

El manuscrito de San Gregorio


Hasta hace algunos años, la transcripción publicada por don Joaquín García Icazbalceta (1891, 1941) era
considerada “the only surviving copy of the Pomar relación” (Thompson 1941: 20). Esta copia de don
Joaquín, manuscrita, se conserva en la BLAC de la UTX bajo signatura “JGI, XII-l6”. Es la que cita el Censo
de Cline (1972a: 354). Data de 1851, como declara su propio autor (JGI 1941: vii): “Desde principios de
1851 tenía yo tomada [esta] copia..., habiéndome servido de original otra de letra antigua, como de los
primeros años del siglo XVII, que encontré en la biblioteca del hoy extinguido Colegio de S[an] Gregorio”, un
colegio para indios fundado por los jesuitas hacia 1589 (ver Gibson 1976: 383). Y añade don Joaquín (JGI
1941: viii) que, cuando él escribía esas líneas en 1891, el manuscrito de San Gregorio se hallaba “en poder
de un particular”. Se refería, sin duda, a don José María de Agreda y Sánchez, en cuya biblioteca lo
consultó FPT (ver Zavala 1980: 274).
Más tarde, en una fecha que no he podido establecer, el manuscrito fue adquirido por don Genaro
García, de cuyas manos pasó, en 1927, a ser propiedad de la UTX. Actualmente para en la BLAC, donde se
identifica, entre los manuscritos y libros de la Colección Genaro García, mediante la signatura “G57-59”. De
este manuscrito, examinado por Beristáin a principios del siglo XIX en el Colegio de San Gregorio, dejó el
bibliógrafo una descripción curiosamente inexacta. Según él, la obra se intitulaba “Relación de las
antiguedades políticas y religiosas de los Indios, dirigida al Rey Ntro. Sr. en 9 de Marzo de 1582” (Beristáin
1981, II: 488).

Una descripción del manuscrito de San Gregorio


Es un tomito en 4° (unos 22 x 15.5 centímetros) bastante deteriorado, con sendas tapas de piel de
becerro, que otrora se ataba con tirillas de cuero. En el lomo se lee, en hermosa escritura gótica, “Pomar.
Relación de Tezcuco”. Constaba originalmente, al parecer, de unas ciento sesenta fojas, de las cuales ha
perdido en la actualidad unas cinco al principio, y otras tantas al fin. Aunque algunas están despedazadas, y
otras roídas por los ratones, el manuscrito consta de ciento cuarentinueve fojas, que se distribuyen de la
siguiente manera: las cuatro primeras, no numeradas, contienen varias anotaciones hechas por una mano
poco educada. Yo diría que fueron hechas por un amanuense indígena. A continuación, en las fojas que
corren numeradas de 1 a 92, está contenida la “Relación q[ue] se envió a su Majestad” por Juan de Pomar.
La caligrafía y ciertas variables en el uso de las abreviaturas sugieren que intervinieron dos amanuenses en
su escritura; pero es posible que haya habido uno solo, y que efectuó la copia en etapas cronológicamente
muy separadas. Entre las fojas numeradas 92 a 102, el amanuense copió el texto de la Instrucción y
Memoria, correspondiente al impreso de 1577. Inmediatamente después, en la que podría haber sido la foja
103, comienza el texto de los “Romances de los señores de la Nueva España”. La caligrafía acusa las
mismas características observadas en los últimos textos, pero la numeración de los folios es diferente: corre
de 1 a 42, con la peculiaridad de que la numeración del folio recto se repite en el vuelto. La foja número 33
se ha extraviado. Al calce los “Romances” (fol. 42v), se lee: “fin de los cantos. 144 fojas por todo”. Atribuible
a error de imprenta es la inexacta lección registrada por Garibay (1964, I: xi): “...114 fojas por todo”. Por fin,
a continuación de los “Romances”, hay una foja despedazada, en la que pueden leerse varias anotaciones
de contenido astrológico. La caligrafía es del mismo amanuense que hizo las otras copias, y que también
dejó anotaciones en el folio 102v.

Las anotaciones del manuscrito de San Gregorio


Esta presentación no quedaría completa, si se omitiera discutir y paleografiar las anotaciones. Como se
observará en seguida, están profundamente ligadas a la historia del manuscrito, y constituyen la clave para
identificar al autor de la copia. Como las fojas primeras no están numeradas, aquí, para fines de referencia,
se les asignará números ficticios de página.

[p. 1] (Roto...) A c[apítulo] 33: mirar esto.

(Interpolado, y de otra letra:) Murió el l[icencia]do don Cr[ist]óbal Pimentel, sábado 17 de


octubre de 1698 a las diez de la noche, víspera de san Lucas.

A c[apítulo] 36: poner bien esto.

A c[apítulo] 43: amplía esto.

A c[apítulo] 50: a don Fernando ruega Cortés la re[e]dificación ... (roto; dos líneas perdidas).

[p. 2] (Roto...))...te de los... [go]bernadores.

A c[apítulo] 64: poner bien los religiosos.

A c[apítulo] 68: mirar bien la muerte de don Fernando.

A c[apítulo] 72: la casa... (roto).

[p. 3] r Poner la grandeza de las casas de poderío

r Poner la junta de sabios y la torre.


r Poner las cosas con que se sustentan los chichimecos natura... (ilegible) útiles.

r Acabar las tabelas [tablas] y las gen[e]alogías.

r Poner bien los señores de México y su poderío, y decirles azt[l]anes.

r A los tultecos decirles del nombre de su poderío.

r Los mensajeros fueron unos a una parte y otros a otra, hasta Canpeche, y no a Chalco.

[r Po]ner los nombres de ma... (ilegible; roto) ... viejos y hechiceros... (roto) a Nezahualpil[li]...

[p. 4] r Poner cómo quemó el arzobispo las historias, y los mismos que las tenían, de miedo.

r Poner gran queja, y que por curiosidad se habían de guardar.

r A los mexicanos, aztlanes, y decir “Culliacan” y no “Cuyacan”.

r Poción, cómo la tomaban los señores chichimecas con fuego.

r Hase de poner la causa que, siendo gente de guerra y preciándose tan[to] de soldados, como
son ... (roto; línea ilegible).

[p. 5] ... con los cristianos.

r Que tuvo Cortés más amigos naturales sobre México que había indios dentro.

r Que Ixtlilxóchitl no sólo fue capitán general en las guerras, sino también maestro para sus
hermanos y predicador a todos.

r Que Ixtlilxóchitl tuvo el imperio en su mano y a los cristianos en su voluntad, padres en su


alma y al emperador en su corazón.

r Que, por todas las cosas referidas, es di[g]no que no se acabe su memoria y q[ue] resuciten
sus hechos, en gloria y honra de Dios.

[p. 6] r Ordenar los p[r]ólogos.

r Una lamentación y otra exclamación, en nombre de todos los descendientes de los señores.

r Hacer tabela [tabla] de los años en el modo mexica[no], declarando los


nombres de días y meses, y poner la rueda y aclarar los tlalpiles.

r Cada señor al principio de su historia, con el tiempo de su gobierno,


con la legítima mujer.

r Poner los nombres de las historias naturales de toda sue[r]te en la lengua.

[p. 7] r Poner bien los señores de México, y Cuauhtémoc, hijo de Ahuízotl.

r Poner las palabras que dijo Ixtlilxóchitl, y lo que hizo para empezar a hacer la i[g]lesia.

r Las cosas que más estimaban, está[n] más caídas.

r Las cosas que más guardaban, son agora más perdidas.


Aquí concluyen las anotaciones que, a mi juicio, fueron hechas por amanuense indígena. Nada resulta
más elocuente, para ilustrar estas hipótesis, que la reproducción de las páginas que puede aquí examinar el
interesado. Un tipo de letra muy semejante reaparece en el manuscrito en el folio 78v de la relación, en una
leyenda que he comentado en la nota 181 al pie del texto.
A continuación, de otra letra, que podría muy bien ser la del amanuense principal y responsable del
manuscrito, sobre la misma página [7], aparece la siguiente anotación genealógica:
NEZAHUALCOYOTZI[N]

Teycuhtzi[n] Chimalpopocatzi[n]
Nezahualpiltzintli Yopico Cihuapilli

Tlacoyehuatzi[n] Texoquihuatzin

Don Gabriel Tetzauhpilli

NEZAHUALCOYOTZI[N]

Ichpoch Moquihuitzi[n]

Ichpoch Ahuitzotzi[n]

Quauhtepoctzi[n] doña Isabel


Miyahuaxuchi[tzin]

[p. 8] 17 a[ñ]os, y algunos meses, reinó Moteczumatzi[n]. En el año de 11 Aca[t]l fue lo del ojo de agua
de Coyuhuacan (iniciales).



Y, con esto, concluyen las anotaciones de las cuatro primeras fojas. Sigue, inmediatamente, el folio 1r
correspondiente a la relación de Tezcoco, cuyo texto termina en el folio 92r. Pero, en el folio 102v, después
de la copia de la Instrucción y Memoria, en el espacio que quedó en blanco, reaparecen las anotaciones del
principal amanuense. Son las que siguen:
Anitica, la q[ue] se fue al cielo, nació jueves, en 11 de dic[iembr]e, 1612 años; fueron padrinos el p[adr]e fray Luis de Alfaro, guardián del
conv[en]to de San Ju[an] Teotihuacan y Diego Ruiz y doña Ana.

r Nació Pedro martes de carnestolendas en la noche, a las tres de la madrugada, a 3 de marzo de 1609 años; fueron padrinos fray Her[nan]do
García, y Diego Ruiz y doña Ana. Hora de Capri[corni]o, mes de Piscis.

r Nació Andrés viernes a las ocho de la noche, dia de santa Olalla, a 10 de diciembre de 1610 años; fueron padrinos fray Pedro de Salazar, y
Diego Ruiz y doña Ana. Hora de Géminis, mes de Sagitario.

r Nació Pablo viernes a las nueve horas de la noche, día de san Laureano, arzobispo de Sevilla, a cuatro de julio de 1614 años; bautizóse en la
parroquia de Santa Catalina de Méx[i]co; fueron padrinos Ju[an] de Peraleda y doña Ana Cortés. Hora de Acua[ri]o, mes de Cáncer.

r Nació Ana María martes, a dieciséis de octubre de 1618 años, a las ocho, poco antes, de la mañana, día de san Julio (?) abad; fueron padrinos
el p[adr]e fray Jer[óni]mo de Bazán, guardián del convento de Tlal[manal]co, y Felipe González. Hora y mes de Libra.

r Nació Pedro, domingo 14 de febrero, 1620 años, a las once de la noche, día de san Valentín; fueron padrinos el p[adr]e fray Damián de Osorio,
guardián del conv[en]to de Tlal[manal]co, [y] don Pedro de Castañeda y doña Fran[cis]ca de Sandoval

r Nació Juan Luis, viernes poquito antes de las seis de la mañana, día de san Luis, rey de Francia, a 25 de agosto de 1623 años; fueron
padrinos el p[adr]e fray Sebastián de Garibay, gu[ardi]án deste conv[en]to de Tlal[manal]co, y don... (ilegible) y Catalina Martínez.

r Nació Diego, domingo [de] Pascua de Espíritu Santo, entre las diez y la una de medio día [entre líneas: “una y 2”], día 31 de mayo de 1626
a[ñ]os, domingo [de] Pascua de Espíritu S[an]to; fueron padrinos fray Fran[cis]co García, y do... (ilegible) y doña Ana de Alva.


Hay todavía otra anotación correspondiente a 1638, pero de letra tan borrosa en la fotocopia, que no me ha
sido posible leerla. Por fin, en la última foja del manuscrito, que está desgarrada y su papel muy adelgazado
y lleno de pliegues, he conseguido leer: “Capricornio, casa nocturna de Saturno; por delante es de natura
de... calidad fría y, hacia fuera, melancólico y airado...” La letra es la misma que la de las últimas
anotaciones, cuyo autor evidencia pruritos y conocimientos astrológicos. Como en seguida diré, el autor de
la copia o manuscrito de San Gregorio era un hombre poco común.

Identidad del copista, autor del manuscrito de San Gregorio

Los sujetos, cuyas fechas de nacimiento están registradas con tanto escrúpulo en las anotaciones que
he transcrito, pertenecen a la familia inmediata de don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. Eran sus propios hijos,
tres de ellos habidos en Antonia Gutiérrez: Ana María, Juan Luis y Diego (ver O'Gorman, en Alva Ixtlilxóchitl
1975, I: 39, 1680). Sobre los demás, y de quién los hubo, no ha registrado O'Gorman dato que arroje luz.
Entre los padrinos mencionados en los registros, aparecen doña Ana Cortés, doña Ana de Alva y Juan
de Peraleda. La primera y el último eran nada menos que los padres de Fernando de Alva Ixtlixóchitl, y,
doña Ana de Alva, hermana suya. La parroquia de Santa Catalina de México, de que se hace mención en el
registro de su hijo Pablo, por alguna razón, quizás porque sus padres tenían asiento en esa feligresía,
estuvo asociada a la vida y muerte de don Fernando. Sus restos mortales fueron enterrados en esa iglesia
(ver O'Gorman, o. cit., p. 36, 1650).
Por fin, los registros correspondientes a sus hijos Ana María, Pedro y Juan Luis, están fechados, de
1618 a 1623, en el pueblo de Tlalmanalco. Alva Ixtlilxóchitl fue nombrado por el virrey, en 1616, juez
gobernador de ese pueblo; cargo que continuó desempeñando, allí y en Chalco, hasta 1624, por lo menos
(ver O'Gorman, o. cit., pp. 26-29).
Aunque las anteriores son solamente una enumeración caótica de observaciones, sin constituir un
razonamiento formal, su mero conjunto es bastante para inspirarnos la convicción de que el autor del
manuscrito o copia de San Gregorio fue don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. Algunos años después de
fallecido el historiador, y tras varios líos y recursos legales, su hijo, don Juan Luis de Alva Cortés, se hizo del
cacicazgo de San Juan Teotihuacan. Este señor, en cuyo poder habían quedado todos los papeles y
manuscritos que dejara su padre, fue amigo de don Carlos de Sigüenza y Góngora, a quien, en alguna
fecha anterior a 1680, hizo donación de todos los documentos. Según Beristáin (1981, III: 161), este
polígrafo mexicano “murió Jesuita” el 22 de agosto de 1700, por lo que puede conjeturarse que su biblioteca
y papeles quedaron en poder de esos religiosos. Más tarde, al ser expulsados de América los jesuitas en
1760, esta clase de bienes quedaron bajo un semitutelaje civil y eclesiástico que favoreció su dispersión.
Una buena parte de la Colección Boturini la constituían los manuscritos y lienzos que habían pertenecido a
Sigüenza y Góngora. La copia de la relación de Pomar, hecha por Alva Ixtlilxóchitl, se escondió inadvertida
en la biblioteca del colegio de San Gregorio.

Hacia una cronología del manuscrito de San Gregorio


Las anotaciones que hay en el folio 102v constituyen registros que van, desde 1609, hasta 1638. Son,
exactamente, nueve registros. Si se excluye el noveno, evidentemente tardío, los ocho restantes presentan
en la reproducción fotográfica una caligrafía muy uniforme; de tal manera, que uno diría que se asentaron
en forma ininterrumpida, y hasta con la misma herramienta o pluma. Pero ésta, insisto, es una apreciación
derivada de examinar la reproducción fotográfica. Es posible que la tinta de la escritura, y otros detalles
imponderables que sólo la observación directa del manuscrito es capaz de manifestar, introdujeran variables
en la apreciación expresada.
Aparte de eso, es evidente que dichas anotaciones se interpolaron tardíamente en el manuscrito mayor.
Por eso, sus fechas constituyen, sin duda, un terminus ante quem. Si los registros se asentaron en forma
ininterrumpida, el manuscrito en que éstas se interpolaron es, sin duda alguna, anterior a la fecha del octavo
registro, esto es, anterior a 1626. Si los registros se asentaron en forma sucesiva, conforme acaecían los
hechos que cada uno señala, el manuscrito es, sin duda, anterior a 1609.
Yo me inclino a pensar que la data del manuscrito de San Gregorio es anterior a 1609. Las filigranas del
papel, círculos y cruz, parecen corresponder a esa época (ver Heawood 1950: 253, 984). Las anotaciones,
de caligrafía y ortografía muy rústicas, que aparecen en las cuatro primeras fojas del manuscrito, podrían
corresponder a las correcciones y reparos que “las autoridades indígenas de Otumba y San Salvador
Cuatlatzinco” hicieron, cuando Alva Ixtlilxóchitl sometió a su juicio el Compendio histórico del reino de
Texcoco, y “ciertos documentos”, solicitando su aprobación hacia 1608 (ver O'Gorman, en Alva Ixtlilxóchitl
1975, I: 23). Sin embargo, debo advertir que, como yo no conozco en forma circunstanciada los documentos
y fuentes que manejó O'Gorman, la hipótesis que acabo de proponer debe sujetarse a una severa
comprobación.

La Monarchía indiana y el manuscrito de San Gregorio


Los tomos monumentales de la Monarchia indiana de Torquemada vieron la luz, por primera vez, en
1623. Cabe conjeturar que, en su tiempo, constituyeron una real chuza. En el libro once, capítulo 27
(Torquemada 1977, IV: 74), el autor habla de la “...relación que, en la ciudad de Tetzcuco, se comenzó a
poner en estilo en tiempo de don Lorenzo Suárez de Mendoza..., el año de 1582, por Juan Bautista de
Pomar...”. Se refería, entonces, ni más ni menos, que a la relación de Tezcoco, no como JGI (1941: ix) se
inclinaba a creer, a “otro manuscrito diverso del que ahora se publica; pues, aunque convienen la fecha y
otras señas, parece que aquél era una información... que Pomar hacía para apoyar sus pretensiones...” Sí y
no. Don Joaquín tenía irreprochable razón al decir que Torquemada estaba aludiendo a “otro manuscrito
diverso del que ahora se publica”; pero la erró por entero al suponer que Torquemada no estaba hablando
de la relación de Tezcoco, sino de “una información... que Pomar hacía para apoyar sus pretensiones”.
El pasaje citado de Torquemada es fundamental, para empezar a entender lo que Alva Ixtlilxóchitl hizo
al copiar la relación de Pomar.
El verdadero estudioso deberá verlo entero; yo lo voy a citar parcialmente. Mi resumen es como sigue:

...Y, porque parecen contradecir, pondré aquí sus palabras formales... Tratando el dicho Juan de Pomar de
la legitimación del matrimonio entre los señores y reyes, y de las ceremonias con que lo celebraban
[capítulo 14], dice luego: “Esto parecía confirmación del legítimo matrimonio, el cual no parece que
servía de ningún efecto, porque, sin esta mujer, tenía otras muchas, y siempre las iba acrecentando con
traer y buscar otras de nuevo; demás de que los hijos legítimos de la mujer legítima, mayores y menores,
no heredaban el reino luego como el padre moría, si no era que alguno de ellos era tan capaz y
suficiente para el gobierno, que prefiriese en esta excelencia a los demás sus hermanos, legítimos,
bastardos y naturales, mayores y menores, y a todos sus tíos y primos, aunque fuesen muy cercanos
parientes de su descendencia y tronco. Que, en tal caso, sin contradicción alguna era recibido por todo
el reino, para lo cual se autorizaba de todos sus deudos, de cuya conformidad y consentimiento,
teniendo respeto a su mucha capacidad y méritos, le daban la posesión del estado y reino. Y, no siendo
tal ninguno de los legítimos, como se ha dicho, le prefería cualquiera de sus hermanos, ora fuese natural
ora bastardo, o cualquiera otro, primo o pariente cercano. De manera que, para este ministerio, servía
poco ser hijo legítimo o bastardo, pues, sobre todo, se prefería la virtud” (Torquemada 1977, IV: 74-75;
las cursivas son mías).

No hay duda alguna, las “palabras formales” de Pomar, citadas por Torquemada, no aparecen en el
manuscrito de San Gregorio. García Icazbalceta era objetivo al decir que el historiador franciscano había
tenido a la vista “otro manuscrito diverso del que ahora se publica”; pero de allí no debió inferir que “aquél
era una información... que Pomar hacía para apoyar sus pretensiones”, sino que el manuscrito de San
Gregorio “que ahora se publica” es una versión, mutilada y adulterada, del manuscrito que Torquemada tuvo
a la vista.
Pero la anterior inferencia replantea una pregunta que yo había dado ya por resuelta en páginas
anteriores, que afecta a la cronología de manuscrito de San Gregorio. ¿Cuándo amañó Alva Ixtlilxóchitl la
copia que hizo de la relación de Pomar: antes, o después de leer la Monarchía de Torquemada? El pasaje
que textualmente cita el historiador franciscano es, sin duda alguna, uno de los pocos en que puede
documentarse el trabajo adulterador de Alva Ixtlilxóchitl, autor del manuscrito de San Gregorio. Pero,
¿cuántas otras adulteraciones, cambios y mutilaciones, han quedado sin advertencia posible?
Colección Genaro García, Ms. G57-59 (BLAC de la UTX). Anotaciones preliminares, [p. 5]. Escribano anónimo, posiblemente nativo.
Colección Genaro García, Ms. G57-59 (BLAC de la UTX). Anotación de don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, [p. 8]. Obsérvense las iniciales.

Las pinturas perdidas


Sobre las pinturas perdidas de la relación de Tezcoco han escrito páginas excelentes Thompson (1941:
15-21) y Robertson (1959: 130-33, 149-51), cuya lectura me permito recomendar al interesado. En mi
opinión, se resienten únicamente de una inexplicable omisión: tanto Thompson como Robertson se limitan a
discutir “seis pinturas perdidas”, número al que el segundo erudito persistió en referirse en su más reciente
Catálogo (Robertson 1972: 277). Ese número es inexacto, como podrá comprobar quien examine las notas
37, 41, 43, 45, 47, 102, 121 y 154, que aparecen en mi edición al pie del texto. Atendiendo exclusivamente a
los pasajes donde la relación acusa la existencia de una pintura, las que se pueden considerar
desaparecidas son ocho: la de Huitzilopochtli, la del dios Tlaloc, las dos que correspondían a Tezcatlipoca y
al cautivo que lo representaba, la del templo mayor de Tezcoco, y las tres que ilustraban el vestido y
atuendo del rey, de un noble guerrero y de una señora.
Thompson (1941) propone que por lo menos dos de las seis ilustraciones que acompañan al llamado
Códice Ixtlilxóchitl (ver Boban 1891, II: 139; Atlas, figs. 66-71) fueron copiadas de las pinturas que
acompañaban la relación original de Pomar: la correspondiente a Tlaloc, y la del templo mayor; de las
restantes dice (p. 19) que son “surely too advanced technically to have illustrated Pomar’s sixteenth-century
relación written in a provincial town”. He aquí lo que piensa sobre esto Robertson (1959: 50), el interés de
cuyo pasaje justifica reproducirlo entero:

Thompson’s reason for saying that Tlaloc and the Great Temple are only copies of the missing Pomar
illustrations and not the originals is the same reason we propose they are the originals. He says that “the
[related] paintings of the four personages are surely too advanced technically to have illustrated Pomar’s
sixteenth century relación written in a provincial town.” The answer to this proposal is that the quality of
the illustrations to Pomar’s Relación should be high; after all it was drawn in Texcoco, the site of an
important manuscript school. In addition we should note that a study of the four paintings of “personages”
shows they are not all by the same hand. The breakdown seems to be: Tlaloc, the Great Temple, and
Nezahualpilli by one artist, Nezahualcoyotl and Tocuepotzin by the same artist or two separate artists,
and Quauhtlazacuilotzin by still another hand.
El argumento retortivo de Robertson suena convincente. Y cabría añadir que la relación de Tezcoco
indica que “estos ídolos estaban sentados, sin embargo de que se han pintado parados, porque se ha
hecho por dar mejor a entender su forma, talle y compostura” (capítulo 14); esto es, que los retratos que
mandó a hacer Pomar se apartaban de los patrones tradicionales indígenas, e inclusive no eran comunes
en el arte manuscrito europeo (ver Robertson 1959: 151).
Hay, entonces, buenas razones para pensar que las figuras que ahora acompañan al Códice Ixtlilxóchitl
fueron otrora las que Pomar ordenó pintar por duplicado: unas, para ser enviadas a España junto con la
relación de Tezcoco; las otras, para ilustrar el manuscrito que él conservó. Sin embargo, antes de
pronunciar un juicio definitivo en este negocio, será necesario hacer un estudio, que al parecer nadie ha
hecho, del papel sobre que aparecen esas figuras. Sin atribuirle una validez concluyente, un estudio tal
permitiría confirmar, o desvanecer, las proposiciones de Robertson.
Entretanto, es interesante observar que, si bien las pinturas del Tlaloc y del templo mayor ahora
pertenecientes al Códice Ixtlilxóchitl pueden ser las mismas que describe la relación de Tezcoco, no sucede
lo mismo con las figuras restantes, de las cuales el manuscrito de San Gregorio no hace mención. Este
hecho vuelve a ponernos frente al problema de en qué medida está adulterada y mutilada la copia que don
Fernando de Alva Ixtlilxóchitl hizo de la relación de Pomar. Aunque también es posible que las cuatro figuras
del Códice Ixtlilxóchitl, que una mano identificó con los nombres de Nezahualcoyotl, Nezahualpilli,
Quauhtlazacuilotzin y Tocuepotzin, nada tengan que ver con esos personajes históricos, sino, más bien,
representen ídolos y sujetos que están descritos en la relación de Tezcoco. Porque, si se excluyen las
pinturas del Tlaloc y del templo mayor, que están perfectamente identificadas, las cuatro restantes podrían
corresponder a Huitzilopochtli, a Tezcatlipoca y al cautivo que lo encarnaba, y al retrato del rey. En tal caso,
las pinturas originales o duplicadas de la relación de Pomar estarían casi completas, faltando sólo las del
noble guerrero y la que ilustraba el traje y tocado de una señora.
Pero éstas son conjeturas. Para opinar con más fundamento, habría que ver las pinturas directamente,
y no, como yo, sólo las reproducciones en blanco y negro que están en el Atlas que publicó Eugène Boban
(1891).

Don Juan Bautista de Pomar


Si su primer nombre es indicativo de algo, don Juan Bautista de Pomar, también conocido a secas
como Juan de Pomar (ver Alva Ixtlilxóchitl 1977, II: 137; Torquemada 1977, IV: 74), debió nacer un 24 de
junio. No se conoce noticia que dé razón de la identidad de sus padres, ni, al parecer, ha habido quien se
haya tomado el trabajo de indagarla. Tampoco hay certeza de su lugar de origen. Los que se han ocupado
de él se han limitado a buscar sus antecedentes en unos cuantos libros a mano ya publicados, pero no han
hecho investigación alguna de archivo. Debido a la naturaleza y objetivos de mi trabajo, o tal vez al terror
que siento por la ciudad de México, yo tampoco la he hecho. Garibay (1964, I: xl) da las siguientes noticias:
Juan Bautista Pomar [sic] nació, acaso en Tezcoco, hijo de una india. Ésta, a su vez, había sido hija de una
concubina de Nezahualpilli. Era, por tanto, biznieto de Nezahualcóyotl... Por su padre, venía de
españoles. Antonio de Pomar es mencionado como “no conquistador, casado con una india”...
Conjeturamos el nacimiento de Juan Bautista en las cercanías del año 1535, y aun acaso antes.
El pasaje citado por Garibay, relativo a Antonio de Pomar, puede consultarse en FPT (1942, XV: 5); el
documento en que está inscrito carece de data. Excluyendo la conjetura relativa a la fecha de nacimiento de
Juan de Pomar, y la inferencia explícita de que era “biznieto de Nezahualcóyotl”, el resto de las noticias
dadas por Garibay constituye una mera glosa de ciertas frases de Torquemada (1977, IV: 75). Valdría la
pena indagar por qué, pero la Monarchía no parece simpatizar con la “nobleza mestiza”, ni con sus
aspiraciones hereditarias y de jerarquía social. Estos comentarios, de cuya generalización soy consciente,
se basan en los contactos eventuales que he tenido con la obra del franciscano, antes buscando datos
sobre Diego Muñoz Camargo (1981), y, ahora, sobre Juan de Pomar. Lo que dice de este último es
particularmente duro, casi lindante con lo injurioso. La no ordinaria vehemencia con que refuta las opiniones
no publicadas de Juan de Pomar son tanto más sorprendentes, cuando se considera que aquél no
constituía un “enemigo público”; aunque sus conceptos evidentemente afectaban a aquellos que eran
tradicionales en la jurisprudencia española. Tal vez por eso, porque estaban en pugna dos concepciones
filosóficas del derecho de sucesión, una de las cuales alimentaba las interpretaciones históricas propuestas
por Torquemada, éste dice haber hallado, en la relación de Pomar, “algunas cosas que disuenan de las
arriba puestas”. Y añade:

En esto que dice Juan de Pomar en esta su información, digo ir errado, y muy errado, por cuanto nunca
jamás, en el reino de Tetzcuco..., se vido pervertido este orden..., ni, fuera de Pomar, hay quien tal diga
de ninguno de cuantos han tratado sus antiguallas, así para saberlas, como para dejar memoria de ellas
por escrito. Verdad es que, para decirlo él y para que yo no lo crea, está de por medio saber que se
preciaba de aquella real casa, como en realidad de verdad lo era, pero por vía bastarda. Y, cuando hacía
estas informaciones o relaciones, pretendía la gobernación de la ciudad de Tetzcuco, y casi todo el
patrimonio que Ios reyes sus antecesores habían dejado a otros, de los cuales vivían a la sazón muchos
que le contradecían fuertemente, como gente que descendía de Nezahualpilli por legitimación y sucesión
forzosa, para merecer las dos cosas que el dicho Pomar con tanta fuerza pretendía. Y hacía la mayor
[fuerza] ser hijo de español, la cual mezcla lo animaba a la fuerte contradicción que hacía, que, de parte
de la madre, fue cosa conocida ser hija de esclava, en la cual el rey Nezahualpilli la hubo... Pero, aunque
no salió con toda su pretensión, a lo menos sacó gran parte, y la tercera de las casas del rey, quedando
las otras dos a otros dos biznietos suyos, y los vimos morar en ellas después que se conformaron. De
manera que, por esta razón y por meter a su madre en danza, siendo bastarda, dijo [Pomar] heredar
aquel reino el que más lo merecía, según lo daclaran sus palabras.

Esto confirma, porque dice luego: “Verdad es que, de los más sabios y virtuosos, preferían
estos naturales al más valiente y esforzado. La razón de esto era porque tenían y estimaban
en más la conservación del bien público, que la del particular sucesor: porque decían que la
conservación universal y prosperidad del reino consistía en el valor del príncipe, y, por esto,
preferían y aventajaban al de más virtud y excelencia”. Y, luego, proseguía diciendo: “Esta
orden se guardó más en el reino y gobierno mexicano que no en éste de Tetzcuco, porque,
desde Ixtlilxuchitl, señor antiguo de este reino, los sucesores que tuvo, hasta el dicho
Nezahualpilli, fue por sucesión y descendencia legítima, sin que, hasta él, se perturbase con
bastardía ni sucesor transversal”.

Pues, siendo esto así, no sé cómo dice lo primero, si ya no es que, como hombre no muy
cursado en el estilo que pide la historia, revolvió caldo con berzas y, la costumbre mexicana,
por no saberla distinguir, la hizo tetzcucana, donde jamás [tal cosa] se acostumbró, sino de la
misma manera que suenan sus últimas razones (Torquemada 1977, IV: 74-75; las cursivas son
mías).

Este pasaje, que confieso me ha sorprendido a mí mismo mientras lo transcribía, es fascinante.


Primero, contiene citas textuales de la relación original de Pomar, que se me escaparon inadvertidos al
escribir el capítulo sobre “la Monarchía indiana y el manuscrito de San Gregorio”; segundo, abunda en datos
que aclaran la concepción jurídica de Pomar respecto a la sucesión hereditaria del reino; tercero, declara el
número de casas (tres) que constituyeron la herencia dejada por el rey Nezahualpilli, y cuarto, que es lo que
aquí interesa, contiene datos biográficos de Juan Bautista de Pomar.
A reserva de que otras fuentes documentales arrojen más clara luz, e1 pasaje citado de Torquemada
declara que Juan Bautista de Pomar fue hijo de español y de india, la cual, a su vez, era hija de
Nezahualpilli y de una de sus concubinas; que, cuando preparaba su relación, pretendía la gobernación de
Tezcoco, lo que aparentemente no consiguió; que anduvo en litigios con sus sobrinos por cuestiones de
herencia; que era, a juicio de Torquemada, “hombre no muy cursado en el estilo que pide la historia”, pero,
al fin, “cursado”, y que evidentemente, hacia 1609, cuando el historiador preparaba el libro undécimo de su
Monarchía, Juan de Pomar había ya fallecido. Gracias a un documento publicado por O'Gorman (Alva
Ixtlilxóchitl 1977, II: Apéndice 7), consta que, en 1602, don Juan Bautista todavía vivía. Yo me inclino pensar
que nació en Tezcoco hacia 1527.
La relación que compuso en 1582 evidencia que Pomar recibió una educación esmerada y que, aparte
de eso, fue hombre curioso y cultivado. Sus conocimientos de jurisprudencia y filosofía política no eran nada
vulgares, y su familiaridad con las obras históricas de su tiempo, inclusive las manuscritas, poco común.
Varios pasajes de su relación están inspirados en los escritos de Durán, quien había levantado la mano de
ellos apenas en 1581. Y lo que resulta interesante observar es que poseía extensos conocimientos de
medicina y de obras médicas, pormenor que es particularmente notorio en los capítulos 15 y 17, y en e1
capítulo 23, donde propone una explicación fisiológica de los efectos estípticos de las tunas.
Finalmente, no importa cuán auténtica haya sido la compasión que sentía por sus hermanos de sangre,
o la profundidad del tono elegíaco con que idealizaba el pasado indígena y lamentaba su decadencia, es
visible que a Pomar le había pasado lo que a Diego Muñoz Camargo (1981): había perdido el sentido de
pertenencia a su raza. El hachazo de la conquista, la nueva sangre que corría en sus venas, la educación
europea, y quién sabe cuántos factores más de índole personal e histórica, lo extrañaron de las antiguas
lealtades. En el capítulo 25, el hablar de las legumbres importadas de España, dice: “…usan generalmente
dellas los indios a nuestro modo...” (las cursivas son mías). Esta última frase expresa con elocuencia todo el
desgarramiento del mestizaje.

Los manuscritos originales de Juan Bautista de Pomar



El manuscrito de San Gregorio, obra de mano de Alva Ixtlilxóchitl, constituye una copia adulterada y,
además, incompleta de la relación original de Pomar. Aparte de las pinturas, es observable la ausencia de
los capítulos 32 a 36, por lo menos. Esto es inexplicable en un informe que el autor preparó con tan
exquisito cuidado, y no resulta creíble que Pomar omitiera hablar de las fortalezas, de los tratos y
contrataciones y granjerías, o de la diócesis a que Tezcoco pertenecía, de los colegios, conventos, iglesias y
otras fundaciones. La copia hecha por Alva Ixtlilxóchitl concluye de modo abrupto en el capítulo 31.
Entonces, cabe postular que la relación original de Pomar era más extensa y, puesto que Alva
Ixtlilxóchitl hizo su copia a principios del siglo XVII, posiblemente después que el autor había fallecido, que
existieron dos manuscritos “originales”: uno, que fue remitido a España, y otro, que conservó el autor. Diego
Muñoz Camargo procedió en la misma forma, y un caso similar presenta la RG de Cuzcatlan de Juan de
Castañeda León. Por consiguiente, al hablar de la destrucción o extravío del manuscrito original de Pomar,
habrá que tener en cuenta que éste fue doble. Se desconoce, en la actualidad, el paradero de uno y otro;
aunque es posible que el manuscrito que permaneció en México lo haya destruido Alva Ixtlilxóchitl después
de copiarlo, o, quién sabe, tal vez Torquemada. Ellos, al parecer, fueron los últimos que tuvieron en sus
manos el manuscrito.

Importancia de la relación de Tezcoco


Tal como se ha conservado en la copia de Alva Ixtlilxóchitl, la relación de Tezcoco podría calificarse de
informe semierudito, cuya naturaleza es más semejante a la Descripción de la ciudad y provincia de
Tlaxcala de Diego Muñoz Camargo que a las RGs, que fueron producto de una encuesta directa y casi
siempre inmediata. Según declara Pomar, la relación “se hizo con la verdad posible y habiendo, primero,
hecho muchas diligencias para ello, buscando indios viejos y antiguos... [y] buscando cantares antiquísimos,
de donde se coligió y tomó lo más que se ha hecho y escrito...” (párrafo introductorio). Pero, fuera de eso,
resulta patente que Pomar consultó las opiniones y escritos de “los curiosos que han pretendido saber
antigüedades” de la tierra, a los que alude dos veces en el capítulo 15, así como las de “muchos españoles
doctos y hábiles en medicina” (ibid.). Por todas esas circunstancias, el valor testimonial del escrito monta
tanto como el que quiera atribuirse a la veracidad de Juan de Pomar, así como su valor histórico descansa
en el que se conceda al sentido crítico del autor, o al rigor y criterio con que eligió e interpretó sus fuentes.
A reserva de mejor juicio, yo no descubro en la relación de Tezcoco huella visible de esos “cantares
antiquísimos” que el autor invoca en más de una ocasión; pero señalo que un experto tan respetable como
don Ángel María Garibay (1964, I: 149) opinaba que, “para la comprensión de los poemas [‘Romances de
los señores de la Nueva España’]..., es indispensable el conocimiento de la Relación de Pomar”. Sin poner
reparo a opinión tan autorizada, mi pregunta consiste en si, a la inversa, será “indispensable” el
conocimiento de esos cantares “para la comprensión” de la relación de Tezcoco.
En su carácter de obra individual, la relación de Pomar tiene aspectos que llaman poderosamente la
atención. Ante todo, cabe observar que el pasado, y las instituciones políticas y sociales de la ciudad de
Tezcoco, se han sometido a un intenso proceso idealizador: la sociedad se gobierna conforme a la doctrina
del bien común, formulada por santo Tomás de Aquino en el De regimine principum, y los señores y
príncipes norman su conducta por elevados principios de justicia, rayanos en la crueldad: la ley, instituida
como suprema norma, no reconoce estados, clases sociales ni lazos de parentesco. Entretanto, las
actividades y aspiraciones del individuo perteneciente a la sociedad tezcocana son pintadas en un marco
caballeresco y militarista, educadas y gobernadas por una disciplina espartana. Por esa virtud, en la relación
de Tezcoco no tienen relieve alguno los comerciantes, los artesanos, ni las mujeres ni agricultores. Mientras
el sacerdocio es asimilado a una especie de milicia sagrada, no se hace mención alguna de los
constructores y arquitectos de los grandes palacios y jardines que se describen.
Otro aspecto observable en la relación de Pomar, tal como se ha conservado, es la bien montada
argumentación para demostrar que las guerras eran un ejercicio sagrado, y un medio para hacer méritos
militares y obtener los cautivos que habrían de destinarse a sacrificios rituales. La demostración es tan
rigurosa, y tan deliberada la selección de los datos, que uno se pregunta si todo esto no será sino una
interpretación amañada de ciertos datos dudosamente históricos. Así, por ejemplo, cuando se aduce “otra
razón... que confirma la opinión”, consistente en que

...el principal regalo de que los señores desta tierra usaban en su comer era que, las tortillas que habían de
comer, fuesen calientes y sacadas hirviendo del horno [entiéndase “comal”]... y así, por la misma razón,
[dicen] que los hombres que se sacrificaban a los ídolos, que eran como su comida y se[rvicio], querían
que fuesen recientes... (capítulo 15)

La propuesta “opinión”, y el símil de las tortillas calientes, proceden de unas palabras textuales que
Durán (1967, II: 232) pone en labios de Tlacaelel, pronunciadas presuntamente hacia 1457:

...No ha de estar atenido nuestro dios a que se ofrezca ocasión de algún agravio para ir a la guerra, sino
que se busque un cómodo y mercado donde, como a tal mercado, acuda nuestro dios con su ejército a
comprar víctimas y gente que coma, y que bien así, como a boca de comal, de por aquí cerca halle sus
tortillas calientes... (las cursivas son mías)

Observación tras la cual cabe fundadamente preguntar cuál habrá sido el número y la calidad de estos
“préstamos” no confesados que hizo Pomar a la obra del dominico, y cuántos conceptos más habrán salido
de los supuestos discursos de Tlacaelel (ver, por ejemplo, Durán, l. cit., pp. 236-37).
La importancia de la relación de Tezcoco, así como su valor testimonial e histórico, son temas, en
consecuencia, que deben quedar en suspenso, más bien urgidos de un estudio y consideración más serios.

Otras ediciones de la relación de Tezcoco, y la presente edición


Antes que la presente, se han hecho tres ediciones de la relación de Tezcoco: dos de la transcripción
de don Joaquín García Icazbalceta (1891, 1941); la tercera, de don Ángel María Garibay (1964, I: 152-219).
Ambos editores postulan que sus transcripciones respectivas constituyen paleografías directas del
manuscrito de San Gregorio; aunque, la verdad, después de cotejar una y otra copia, pareciera que cada
una procede de diferente modelo. Comoquiera que haya sido, a mi juicio, la que más se aproxima al texto
del manuscrito de San Gregorio es la transcripción de JGI. La de Garibay, si cabe darle un epíteto
respetuoso, éste podría ser el de “transcripción libre”, observándose que la suya, casi invariablemente,
incurre en los mismos errores de lección cometidos por don Joaquín, cuando no los hace mayores. Las
observaciones en que se funda este juicio han quedado expuestas en las notas al pie del texto que aparece
a continuación; aunque debo advertir que no he comentado ni señalado sistemáticamente todos los
disparates.

Colección Genaro García, Ms. G57-59 (BLAC de la UTX). Comienza la copia de la Relación de Pomar (fol. 1r), hecha por mano de don
Fernando de Alva Ixtlixóchitl.
Colección Genaro García, Ms. G57-59 (BLAC de la UTX). Registros de nacimiento asentados por don Fernando de Alva Ixtlixóchitl en el folio
102v, después de la copia de la Instrucción y Memoria (1577).


La presente edición excluye el texto de los “Romances de los señores de la Nueva España”, porque la
relación de Tezcoco, aunque invoca en apoyo de la autoridad de su contenido ciertos “cantares
antiquísimos”, no da pie para suponer, ni siquiera remotamente, que éstos constituyeran un apéndice
documental de la descripción. La recolección de los “Romances” en el manuscrito de San Gregorio,
cualquiera que haya sido la fuente de donde fueron tomados, es obra de don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl,
hasta donde cabe juzgar, no del autor de la relación, como postula cándidamente el razonamiento de
Garibay (1964, I: xl).
Por lo demás, las normas que se adoptaron en la transcripción del texto que sigue son las mismas que
han presidido esta serie, ya declaradas en volúmenes anteriores. Y, como siempre, por más que las juzgue
de utilidad eventual, recomiendo desconfiar de toda clase de transcripciones, así vengan recomendadas por
esas “autoridades” que la ignorancia o ingenuidad ha inventado, o hayan salido de manos de un paleógrafo
reconocidamente profesional. El original es, y deberá ser siempre el punto de referencia, y ninguna
transcripción, por buena y útil que sea, puede ocupar su lugar.

Conclusiones y perspectivas


En la medida de lo posible, se ha tratado de declarar los problemas de la relación de Tezcoco; pero
estas páginas no son, no pretenden ser, el lugar apropiado para darles cabal respuesta. A guisa de
conclusiones tentativas, sin embargo, cabría proponer las que siguen: el manuscrito de San Gregorio es el
mismo que ahora guarda la BLAC de la UTX, en la Colección Genaro García, bajo signatura “G57-59”; es
una copia de la relación de Pomar, hecha por don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, que se puede datar entre
1609 y 1626; es, empero, una copia adulterada y mutilada; al morir don Fernando en 1650, esta copia
quedó en poder de don Juan de Alva Cortés, quien, hacia 1680, la traspasó a don Carlos de Sigüenza y
Góngora; en 1700, al fallecer don Carlos, la copia quedó en poder de la Compañía de Jesús, por cuya
disposición fue depositada en el Colegio de Indios de San Gregorio que esta orden religiosa administraba;
de allí, aunque se desconocen las circunstancias, después de 1819, pasó a formar parte de la biblioteca de
don José María de Agreda y Sánchez, y, posteriormente, fue adquirida por don Genaro García. El
manuscrito fue vendido a la UTX hacia 1927.
Por lo que toca a la relación original de Pomar, ésta debió existir en doble copia: una se envió al
Consejo de Indias; la otra quedó en poder del autor. Ambas estuvieron acompañadas de, por lo menos,
ocho pinturas, siendo desconocido en la actualidad el paradero de los dos manuscritos, y el de las pinturas
que se enviaron a España; seis de las pinturas pertenecientes al manuscrito que conservó Pomar son,
posiblemente, las que ilustran el llamado Códice Ixtlilxóchitl, conservado ahora en la Biblioteca Nacional de
París. Por eso, se puede conjeturar que el responsable de la desaparición o destrucción del manuscrito que
conservó para si Pomar fue don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl; aunque, también, pudo serlo el historiador
Torquemada. Hasta donde consta, estos dos escritores fueron las últimas personas que tuvieron en sus
manos uno de los manuscritos originales de Pomar; se desconoce quién de los dos, efectivamente, fue el
último.
Por lo demás, hay muchas cuestiones que han quedado abiertas, a espera de estudios más
concienzudos, o que, sencillamente, ni siquiera fueron tocadas. La relación de Tezcoco dice: “En 9 días del
mes de marzo de 1582 años... se acabó esta relación...”; pero bastará un minuto de reflexión para
comprender que esa fecha no puede corresponder a la de la composición del escrito. Asimismo, se propuso
conjeturalmente que don Juan Bautista de Pomar había vivido entre los años de 1527 y 1609; pero ni
siquiera se preguntó si estuvo casado, y con quién, o si tuvo descendencia. Por testimonio o chisme de
Torquemada, consta que tuvo lites legales con sus sobrinos por cuestiones de herencia, y, además, que
pretendió la gobernación de Tezcoco. Es, entonces, legítimo suponer que los archivos deben guardar
registro de estos litigios y aspiraciones; falta, hasta ahora, una indagación que confirme o desvanezca tales
suposiciones.
Y, tratándose de las fuentes que usó Pomar, el vacío es igual o mayor de grande. Yo he señalado de
pasada a Durán, pero, ¿la influencia de qué otras obras está acusada en su escrito? ¿Cómo y por qué tuvo
acceso a la historia inédita del dominico? ¿Habrá sido su adhesión a la escuela y pensamiento dominicano
el que provocó la enconada refutación del historiador franciscano, autor de la Monarchía? Y, por fin,
igualmente oscura, no investigada a fondo, basada en argumentos triviales e irreflexivos, es la hipótesis que
postula que Pomar fue el recolector de los “Romances de los señores de la Nueva España”, en cuyo
nombre ha quedado paralizada la indagación de los antecedentes de esos poemas y continúa vigente la
casi infantil noción de que, para comprenderlos, “es indispensable” el conocimiento de la relación de
Tezcoco.
Las anteriores son unas cuantas apenas de las preguntas y perspectivas que plantea esta relación. Las
generaciones recién pasadas las ignoraron, y los epónimos de la nuestra acusan grave tendencia a darlas
por respondidas o a hacer el guaje. La relación de Tezcoco, cuya copia hecha por Alva Ixtlilxóchitl aquí se
publica, no es la relación auténtica de don Juan Bautista de Pomar, como algunos “expertos”
contemporáneos, por negligencia o error, siguen sosteniendo. La relación de Tezcoco sólo será “una fuente”
que aclare algo, cuando ella misma sea satisfactoriamente aclarada.

Las pinturas del Códice Ixtlilxóchitl

Se reproducen, a continuación, las figuras 66 a 71 que ilustran el Atlas de Boban (1891), pertenecientes al
Códice Ixtlilxóchitl que se conserva en la Biblioteca Nacional de París, Colección de Eugène Goupil. J. Eric
S. Thompson (1941: 15-21) consideró que dos de estas pinturas, Tlaloc y Templo Mayor, eran “copias”
tardías de las que otrora ilustraron la relación original de Pomar; Donald Robertson (1959: 50), en cambio,
juzga que son las “pinturas originales”. A su juicio, el tlacuilo que las compuso es también autor de la pintura
de Nezahualpiltzintli y, posiblemente, de las de Nezahualcoyotl y Tocuepotzin. La sexta pintura,
Quauhtlatzacuilotzin, es de otra mano (l. cit.). Nadie ha examinado aún las filigranas o marcas de agua del
papel, que son hojas comunes de folio, de 31 x 21 centímetros, dos de las cuales (Tlaloc y Templo Mayor)
presentan trazas visibles de que hay escritura en la cara anterior. Estas pinturas aparecen en la cara vuelta
del folio; las cuatro restantes, en plana impar.
Hay claro indicio para pensar, entonces, que los folios que contienen estas pinturas pertenecen a uno o
más cuadernillos. Si fuera así, la hipótesis que postula que dichas ilustraciones son las “originales” de la
relación de Pomar está en grave aprieto. Las pinturas “originales” de la relación de Pomar, como indica el
texto, formaban parte del manuscrito; si hubieran sido separadas de su lugar natural para incorporarlas a
otro escrito, habrían tenido que ser cortadas y, de ninguna manera, estas hojas podrían haber salido en
forma de cuadernillos.
En cualquier caso, como ya se ha indicado, antes de alimentar una discusión bizantina sobre la
naturaleza de estas pinturas, es necesario examinar e identificar las filigranas del papel, y tener en cuenta
las características físicas del manuscrito en que ahora se encuentran.
La relación de Tezcoco, que es una copia de la relación de Pomar, mutilada y adulterada por don
Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, alude a ocho pinturas, en otros tantos lugares. Para comodidad del
interesado, resultará conveniente transcribirlos aquí; aunque, por no existir todavía paginación de mi texto,
las referencias se harán a la edición de JGI (1941).
[Tezcatlipoca] Tenía, de los molledos abajo, hasta las manos, tiznados de negro y espejuelo, que es un
género de metal reluciente [al] que llamaban los indios tezcapoctli... Tenía las piernas, de los medios
muslos abajo, embijado de lo mismo; el rostro, de hombre mozo y muy bien contrahecho, y una máscara
con tres vetas de espejuelo y dos de oro, que le atravesaban el rostro, con un bezote de caracol blanco y
dos orejas, grandes como de lobo, de nácar muy reluciente, y, debajo dellas, las otras, que parecían
propias, con sus orejeras de oro. Y, en la cabeza, mucha plumería rica, y, por collar, tres sartas de
piedras preciosas, que ellos llamaban teoxihuitl y, nosotros, turquesas. Y, por bajo dellas, un joyel de oro
que significaba el mundo... Tenía, en cada molledo, un brazalete de oro, y cubierto el cuerpo, hasta la
horcajadura, con una manta de plumas de águila sembrada de hojas de oro, y un lienzo con los
extremos muy galanamente labrados, que parece servía de pañete, con unas grebas de oro en las
pantorrillas y cascabeles de lo mismo en las gargantas de los pies, [y], en ellos, unas cutaras. Y, por
bordón en la mano derecha, una flecha grande con sus plumas y pedernal, [al] que llamaban ellos
teotopili... Y, en la [mano] izquierda, un ventador de plumas de garza y cuervo, y un instrumento como
pífano. Y, por asiento, un estrado de grandes flechas y, a los lados, unos como tabiques o setos. Él, con
el adorno que hemos dicho y como aquí va pintado... (JGI 1941: 10).
[El prisionero que representaba a Tezcatlipoca] Andaba vestido con semejantes arreos que los del ídolo,
salvo la plumería de la cabeza y manta... Traía una manta de red y el cabello afeitado, en la forma que
va pintado en esta relación, que, para que se entendiese mejor, se pintaron dos: el uno, de la propia
forma que era el mismo ídolo y estatua, que es el primero, y el otro, de la propia forma [en] que andaba
el prisionero que lo representaba, que es el segundo (JGI 1941: 11).
[Huitzilopochtli]... era también de madera, como aquí va pintado, semejante a un hombre mozo muy bien
retratado, con unas plumas ricas por vestimenta y manta de lo mismo, con tres sartas de chalchihuites...
a la garganta, y un joyel de turquesas en el pecho, engastadas en oro, con cascabeles de lo mismo. Y,
en el rostro, con dos vetas de oro y otras dos de turquesas..., y un bezote de caracol blanco, con
orejeras de turquesas y plumería de águila par cabellera, con un capelete de plumas azules adornado de
ciertas estampas de oro, y, a las espaldas, una compostura de plumería a la semejanza de la cabeza de
un pájaro pequeño que... se llama huitzitzil... Tenía una rodela en la mano izquierda, de plumería, con
unas hojas de oro que atravesaban por medio della. Tenía sus grebas de oro con sus cascabeles, con
cutaras azules, y un pañete con los extremos muy sutilmente tejidos de diversos colores; las piernas
veteadas de tinta azul y, en la mano derecha, una flecha larga con casquillo de pedernal..., que se
tiraban con artificio pequeño como cruz, que tenía en la mano. Y, por asiento y estrado, [tenía] lo propio
que Tezcatlipoca (JGI 1941: II-12).
[Tlaloc] El cuerpo tenía tiznado y untado de un licor de un árbol que llamaban olli... Tenía, en la mano
derecha, una vara de oro volteada, que significaba el relámpago, y, en la izquierda, una rodela de
plumas con guarnición de nácar por encima a manera de red. Y, sobre las vestiduras, que también eran
de plumas azules, tenía la misma guarnición, con la orladura de cierta labor, tejida de pelos de liebre y
conejo, a manera de medias cañas. El rostro era de una figura feísima..., con una larga cabellera y un
grande capelete de plumería blanca y verde..., y, del cuello, una sarta de chalchihuites, con grebas de
cuero en las piernas. Y, por asiento, un estrado de madera con almenas a la redonda, como por él
parece pintado aquí... (JGI 1941: 12).
[El templo mayor]... estaba edificado en medio de la ciudad, cuadrado y macizo, como terrapleno de barro y
piedra y solamente las haces de cal y canto... Comenzaba su edificio... de tal forma, que, como iba
subiendo, se iba disminuyendo y estrechando de todas partes en forma piramidal; y, de trecho en trecho,
hacía un descanso, como apoyo alrededor de todo él, [y un] como camino, de un estado [de ancho], en
medio de las gradas, que subía de abajo arriba hasta la cumbre, que era como división para hacer dos
subidas: que entrambas iban a parar en un patio que en lo más alto dél se hacía, en donde había dos
aposentos grandes, el uno mayor que el otro. En el mayor,... a la parte del sur, estaba... Huitzilopochtli y,
en el... del norte,... Tlaloc; que ellos y los aposentos miraban a[l]... poniente. ...Y..., hacia la puerta... de
Huitzilopochtli, una piedra levantada..., donde sacrificaban [a] los indios... Y, para que se entienda mejor
el talle y forma que este cu tenía, va, también, pintado en esta relación (JGI 1941: 12-13).
[El rey]... lo primero que hacían era cubrirlo con una ropa real de algodón azul, de la suerte que en esta
relación va pintado, y poníanle unas cutaras a los pies, también azules, y en la cabeza, en lugar de
corona y por insignia real, una venda de algodón azul, forrada, que, por la parte que caía encima [de] la
frente, era más ancha..., que casi parecía una media mitra... (JGI 1941: 31).
[Los tequihuas]... a ellos solos se permitía traer el cabello afeitado en la forma que aquí va pintado, y
vestirse de todas las vestiduras, de las hechuras y colores que quisiesen, salvo la ropa real azul, que se
ha pintado [al hablar d]el traje de los reyes, ni ponerse aquella corona o insignia real de que ya se trató...
(JGI 1941: 37-8).
[Las señoras principales]... traían nagua a manera de faldellines, sobre que se fajaban, y unas camisas que
llaman huipiles, de algodón de diferentes colores, y, el cabello, recogido y atado de la suerte que aquí va
pintado... (JGI 1941: 49).
Tales son las pinturas que, al parecer, contenía la relación original de Pomar. Únicamente de dos de las
contenidas en el Códice Ixtlilxóchitl cabría decir que encajan con certidumbre en las descripciones
reproducidas arriba: la pintura de Tlaloc y la del Templo Mayor. Y, apurándolo un poco, la pintura de
Nezahualpiltzintli podría corresponder a la del tequihua. Pero esta última identificación es materia que
deberá decidir un experto. Las glosas que aparecen en cada una de las pinturas siguientes son, sin lugar a
duda, de puño de don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. Juzgar si la técnica de esas ilustraciones puede
atribuirse, o no, a una presunta “escuela tezcocana”, cae en terreno y jurisdicción de la Historia del Arte.
Si, después de examinar el papel y las características físicas del manuscrito llamado Códice Ixtlilxóchitl,
se llegara a la conclusión que estas pinturas pertenecieron a la relación original de Pomar, eso contribuiría a
aclarar los extremos a que llegó don Fernando en su mutilación de la relación de Tezcoco. Y, desde luego, si
las pinturas que siguen son las “originales” de la relación de Pomar, podrá decirse, con certidumbre, que
Alva Ixtlilxóchitl fue el responsable de la destrucción física del manuscrito.

[En la guarda de la cubierta, de diferentes letras, se lee:] Pomar. Relación de


Tezcoco, fol. 1. Instrucción y memoriales de las relaciones que se han de hacer
para la descripción de las Indias, [fol.] 92. Romances de los Señores de la Nueva
España, [fol.] 103. Castañeda... [ilegible] # 980. xiv-5-27. Library of the
University of Texas. The Genaro García Collection. G57-59. Ms. * [1]

[En la plana vuelta que confronta el fol. 1r de la relación, de letra del mismo
escribano, se lee:] 17 a[ñ]os, y algunos meses, reinó Moteczuma. En el año de 11
aca[t]l, fue lo del ojo de agua de Coyuhuacan [2]

RELACIÓN Q[UE] SE ENVIÓ A SU MAJESTAD


¶ En 9 días del mes de marzo de 1582 a[ñ]os, siendo visorrey desta Nueva España el muy ex[celen]te
s[eñ]or don Lo[ren]zo Juárez de Mendoza, Conde de Coruña, y, alcalde mayor desta ciudad de Tezcuco y su
provincia, el muy e il[ustr]e señor Ju[an] Velázquez de Salazar,[3] se acabó esta relación de la descripción
della por mí, Ju[an] Bau[tist]a de Pomar, conforme a la Instrucción de su Maj[esta]d q[ue] recibí del s[eñ]or
al[ca]lde mayor escrita de molde, con otra del mismo tenor q[ue] antes había recibido de Al[on]so de
Villanueva C[er]vantes, [4 ] su antecesor. La cual se hizo con la verdad posible y habiendo, primero, hecho
muchas diligencias para ello, buscando indios viejos y antiguos, inteligentes de lo q[ue] en la dicha
Instrucción se contiene, [y] buscando cantares antiquísimos, de donde se coligió y tomó lo más q[ue] se ha
hecho y escrito. Y, si en el discurso no se desmenuza y espacifica lo q[ue] significaban algunas cosas de
sus dioses, ídolos y ceremonias, antigüedades y costumbres, no se atribuya a descuido y negligencia, sino
a q[ue] no se ha podido saber más; porq[ue], aunq[ue] hay indios viejos de a más de 80 a[ñ]os de edad, no
saben generalmente de todas sus antigüedades, sino unos, una, y otros, otr[a]. Y los q[ue] sabían las cosas
más importantes, q[ue] eran los sacerdotes de los ídolos y los hijos de Nezahualpiltzintli, rey q[ue] fue desta
ciudad y su provincia, son ya muertos.
Y, demás desto, faltan sus pinturas en q[ue] tenían sus historias, porq[ue], al tiempo q[ue] el Marqués
del Valle d[on] Her[nan]do Cortés, con los demás conquistadores, entraron la primera vez en ella, q[ue]
habrá sesenta y cuatro a[ñ]os, poco más o menos,[5] se las q[ue]maron en las casas reales de
Nezahualpiltzintli, en un gran aposento q[ue] era el archivo general de sus papeles, en que estaban pintadas
todas sus cosas antiguas, que hoy día lloran sus descendientes con mucho sentimiento, por haber
q[ue]dado como a oscuras, sin noticia ni memoria de los hechos de sus pasados. Y los [papeles] q[ue]
habían q[ue]dado en poder de algunos principales, unos de una cosa y, otros, de otra, los q[ue]maron de
temor de d[on] fray Ju[an de] Zumárraga, primer arzobispo de México, porq[ue] no los atribuyese a cosas de
idolatría; porq[ue], en aq[ue]lla sazón, estaba acusado por idólatra, después de ser bautizado, d[on] Carlos
Ometochtzin, hijo de Nezahualpiltzintli.[6] Con q[ue], del todo, se acabaron y consumieron, y, así, ha[n]
hecho mucha falta para hacer copiosa esta relación, y tanto más se ha trabajado de buscar y escudriñar lo
q[ue] se ha hecho; de manera q[ue], si en ello pareciere faltar algo y q[ue]dar en otras corto, se atribuya a lo
dicho, y no [a] falta de diligencia, lo cual es lo q[ue] se sigue:
TLALOC
EL CU Y TEMPLO MAYOR

11 ¶ En cuanto a satisfacer y responder a la dicha Instrucción, será desde el capítulo once, por la orden y
forma dellos. Y, así, digo que esta ciudad de Tezcuco, de q[ue] ha de tratar [la relación], es pu[ebl]o poblado
de indios y una de las tres cabeceras de la Nueva España, y, como tal, está encomendada a la Corona real.
La cual, en tiempo de su gentilidad, alcanzó y tuvo grande y extendida jurisdicción, en [la] q[ue] entraban
muchas tierras, pu[ebl]os y provincias. Corría, prolongada, desde el Mar del Norte a la del Sur, con todo lo
q[ue] se comprende, a la banda del oriente, [7] hasta el puerto de la Veracruz, salvo la ciudad de Tla[x]cala[8]
y Huexotzinco. Y, de presente, la tiene tan corta y estrecha, q[ue su jurisdicción] no pasa de diez leguas por
lo más largo y, de travesía, apenas tiene dos.
Cae en la jurisdicción y gobierno de los virreyes desta Nueva España, y es uno de los más honrosos
cargos q[ue] proveen; y, así, lo han dado siempre a personas tales. Y es cabecera de doctrina tan
solamente del pu[ebl]o de Tetzoyucan, por no tener frailes ni otros q[ue] la administren; y, así, es a cargo de
los frailes fran[cis]cos deste convento.[9]
Y, en cuanto a la jurisdicción de los al[ca]ldes mayores della, en los pu[ebl]os de Huexutla,
Cohuatlichan, Chiauhtla [y] Tetzoyucan, q[ue] son de la Corona real y pu[ebl]os de por sí, y q[ue] tienen
gobernadores, al[ca]ldes y jus[tici]a y regimiento, sobre los cuales no tiene el gobierno de los indios desta
ciudad ninguna jurisdicción ni superioridad, si no es a los llamamientos generales, cuando se ofrecen
negocios q[ue] tratar o hacer, por mandamiento del virrey o Audiencia Real. En tal caso, no sólo ellos, [sino]
obedécenle todas las provincias q[ue] tenía por sujetos en su antigüedad; aunq[ue] esto acontece raras
veces.
12 ¶ Tiene esta ciudad de Tezcuco a México a la banda del poniente, a distancia de tres leguas, porq[ue]
sólo esto hay por vía d[e]r[ech]a, por la laguna que está entre ambas ciudades, en medio de la cual termina
la una con la otra, corriendo la línea y mojonera de norte a sur. [10] Navégase por ésta, en canoas, de la una
ciudad a la otra. [11] Y, para ir de Tezcuco a México por tierra, hay dos caminos: [12] el uno es saliendo hacia
el norte y dando vuelta sobre mano siniestra, bojando la dicha laguna; es camino de 7 leguas, llano, y q[ue]
se anda con carros. Y, q[ue]riendo ir por la parte del sur, a la ribera de la dicha laguna y bojando por mano
derecha, hay espacio de ocho leguas, llano y de carros, y más apacible, por la frescura de las fuentes de
agua dulce de los pu[ebl]os por donde se pasa.
El pu[ebl]o de Chiauhtla cae, de Tezcuco, a la parte del norte, a menos de media legua. Y otro tanto
más adelante, por la propia vía, está el pu[ebl]o de Tetzoyucan, visita de la doctrina de los frailes desta
ciudad. Y, a una legua della, está el pu[ebl]o de Tepetlaoztoc, q[ue] tiene en encomienda el s[eñ]or Ju[an]
V[el]ázquez de Salazar. [13] Entre el norte y el oriente y por la parte del sur, tiene a Huexutla, [que] dista
della menos de media legua; y adelante, por la propia derecera, está Cohua[t]l ichan como [a] media legua.
Camínase a todos ellos por caminos muy llanos y derechos, a pie y a caballo, aunq[ue] con trabajo,
especialmente en tiempo de aguas, por la aspereza de la serranía q[ue] se atraviesa en medio.
13 ¶ Está de la ciudad de Tezcuco a la parte de oriente, a una legua, un peq[ue]ño cerro q[ue] antiguamente
se llamó Tetzcotl: lengua chichimeca de una generación de indios bárbaros como alárabes de Africa, q[ue]
primero hollaron y poblaron esta tierra y su comarca, venidos de hacia las Zacatecas, de donde son, ahora
las minas más famosas desta Nueva España, por su riq[ue]za, y aun por la valentía de los indios dellas,
q[ue], a opinión de hombres prácticos de naciones extranjeras, son los mayores flecheros del mundo.
Y [se sabe] q[ue] después, sobreviniendo los culhuaq[ue], generación mexicana, poblando donde está
ahora esta ciudad y corrompiendo el vocablo Tetzcotl, llamaron a la ciudad Tezcoco, [que] se derivó de
tetzcotl, y al cerro llamaron Tezcotzinco, nombre diminutivo, tomándolo por “cosa peq[ue]ña”, como lo es a
respecto de otros cerros mayores. De suerte q[ue] tetzcotl, por ser verbo chichimeco, [14] no se ha podido
saber su verdadero significado; porq[ue] los chichimecas q[ue] primero le pusieron el nombre, no sólo se
han acabado, pero no hay memoria de su lengua ni quien sepa interpretar los nombres de muchas cosas
q[ue], hasta ahora, en aq[ue]lla lengua se nombran. Y, si dellos se trata en algunas pinturas y caracteres, es
para solamente [enumerar] los linajes y abolorios de los señores naturales desta tierra, q[ue] se jactan y
precian de proceder dellos.
Así q[ue], acabados [los chichimecas] o convertidos en culhuaq[ue], usaron su lengua, q[ue] es la
misma mexicana, y después, andando el tiempo, llamaron a la comarca de la ciudad, y [a] su provincia,
Acolhuacan, en memoria de los chichimecas sus primeros pobladores, porq[ue] era gente más dispuesta y
alta de los hombros arriba q[ue] los culhuaq[ue]. Porq[ue], acol, quiere decir “hombro”; [15] de manera q[ue],
por aculhuaq[ue], se interpretará “hombrudos”. Y, así, nombraron a esta provincia Acolhuacan, que es tanto
como decir “tierra y provincia de los hombres hombrudos”; [16] y, por la misma razón, al lenguaje q[ue]
generalmente en toda esta provincia hablan, llamaron acolhuacatlatoli. [17] Y, porq[ue] de culhuaq[ue] a
aculhuaq[ue] hay mucha semejanza, y [para que] no se tome lo uno por lo otro y por esto haya error, se
advierte q[ue], como se ha dicho, aculhuaq[ue] son los chichimecas “hombrudos” y culhuaq[ue] son los
advenedizos del género mexicano, tomando la denominación de su nombre de Culhuacan, pu[ebl]o de
donde vinieron de la parte del poniente. [18]
Y el significado del [nombre] de Huexotla es de “lugar donde hay sauces”, porq[ue] huexutl es “sauz”.
[19] Y Cohuatl ichan quiere decir “casa de culebra”, y [es] q[ue] hay en este pu[ebl]o una cueva, donde,
antiguamente, se halló una de extraña grandeza, por cuyo respecto el pu[ebl]o tomó este nombre. Y
Chiauhtla, q[ue] quiere decir “cenagado”, se llamó así, por las ciénegas q[ue] en él hay. Y Tetzoyucan
[llámase así], por un género de piedra colorada, esponjosa y liviana, q[ue] se llama tetzontli, [20] la mejor
q[ue] hay en esta tierra para edificar. Y tepetla y oztoc, [21] por [“la tosca” y por] “las cuevas”, y destos dos
nombres se compone el del pu[ebl]o [de Tepetlaoztoc]. Calpulalpa se interpreta por “lugar y tierras de
muchos barrios”, [22] y, así, parece q[ue] Nezahualcoyotzin, rey q[ue] fue desta ciudad y su provincia,
repartió aq[ue]lla tierra entre los indios de seis barrios q[ue] en esta ciudad hay, llevando, de cada uno,
cantidad dellos a la poblar. Mazaapan se nombró ansí, porq[ue] quiere decir en n[uest]ro romance, “agua de
venados”. [23] Yahualiuhcan [se nombró así], por un “cerro redondo”, [24] en cuya falda están asentados y
poblados los indios.
14 ¶ La ciudad de Tezcuco, con todas sus tierras, pu[ebl]os y provincias, fue de los reyes della casi de mil
a[ñ]os a esta parte. [25] Y, aunq[ue] en su señorío hubo mucha variación y mudanzas, como hay en todas las
cosas desta vida, al fin, cuando a ella llegó d[on] Her[nan]do Cortes y los demás conquistadores, halló q[ue]
la poseía Cacamatzin, último rey della, hijo de Nezahualpiltzintli, de la sangre y estirpe real de los
chichimecas. Y porq[ue] éste [Cacamatzin] no reinó más q[ue] tres a[ñ]os, [y] por haber sido muy vicioso, [26]
no se tratará del en esta relación, sino de Nezahualpiltzintli, su padre, y de Nezahualcoyotzin, su abuelo;
porq[ue], con éstos, ira muy acertada, por haber sido hombres muy virtuosos y q[ue] redujeron a sus
vasallos en buenas costumbres y modo honesto de vivir, como se dirá en su lugar.
Y, así, el señorío q[ue] sobre ellos tuvieron se fundaba sobre muchas razones y, principalmente, sobre
tres: la primera, porq[ue] los chichimecas q[ue] primero asentaron en esta tierra traían señor y rey natural,
del cual procedieron los demás sus sucesores, heredando de pa[dr]e a hijo el reino. Y, en este tiempo, se
conservó con otra [razón] mayor: porq[ue] todas las más naciones q[ue] hay en esta provincia son
advenedizas, especialmente los culhuaq[ue], y, porq[ue] los señores chichimecas, en cuyo tiempo llegaron,
los dejasen asentar y poblar, se les sometieron por vasallos, [siendo], como eran, los chichimecas sus
[señores] naturales. Y, la otra, porq[ue], el tiempo adelante, generalmente se rebelaron contra Ixtlilxuchitl,
pa[dr]e de Nezahualcoyotzin, en favor de Tetzotzomoctli, señor de Azcaputzalco, [27] su enemigo, al cual,
después de haberle mucho tiempo perseguido, en q[ue] pasaron muchos trances, le mataron. Y,
sojuzgados, después Nezahualcoyotzin, su hijo, con fuerza de armas y [con el] favor de los chalcas, ganó el
imperio verdadero q[ue] sobre ellos tuvo; aunq[ue], después de allanados, los trató humanamente, usando
de mucha clemencia, [28] olvidando el rigor de la just[ici]a q[ue] su rebelión y malicia merecía[n], con ellos
usando de mucha clemencia, causa bastante para amarle y temerle, co[mo] realmente lo hicieron, [29] y lo
mismo a su hijo Nezahualpiltzintli.
Éstos les dieron leyes y ordenanzas con q[ue] se gobernasen, y viviesen conforme a razón y policía,
cuyos tiempos llamaron ellos bienaventurados, por la mucha moderación con q[ue] los gobernaron, q[ue]
duraron ochenta y tres a[ñ]os, q[ue] fue el tiempo q[ue] reinaron estos dos; [30] y, así nunca acaban de decir
bien dellos, especialmente cuando padecen aflicciones y trabajos. Tenían sobre ellos dominio absoluto,
pues estaba en su mano la muerte y la vida dellos, y ansí de la de [los de]más señores, sus inferiores;
aunque estos dos príncipes, pa[dr]e e hijo, siempre usaron de rectitud y just[ici]a, como se colige de sus
hechos y obras en paz y en guerra, que están olvidados por falta de letras, q[ue], según son las cosas q[ue]
dellos cuentan, especialmente de Nezahualcoyotzin, no merecían estar sepultadas.
Estimaron en mucho a los virtuosos, y más si eran valientes, y, por esto, les daban grandes premios y
subían a grandes dignidades. Y, por la misma razón, castigaban a los q[ue] erraban y [se] excedían,
viviendo viciosa y torpemente; aunq[ue] fuesen sus propios hijos, como por experiencia se vio en la just[ici]a
q[ue] de algunos dellos hicieron, q[ue] se contará en su lugar.
Era en su mano la paz y la guerra, y [eran] tan temidos y amados, q[ue] se averiguó q[ue],
generalmente, deseaban sus vasallos morir por ellos y por su servicio en señal de amor. Y así, en casos de
guerra q[ue] en su tiempo hubo, se vio por experiencia. Era tan grande su potencia, q[ue] se extendía hasta
en aq[ue]llas cosas q[ue] ellos tenían por sagradas y divinas, eligiendo sacerdotes para el servicio de sus
ídolos, y los quitaban cuando les parecía [que] convenía, y ponían otros de nuevo. Y, finalmente, hacían y
ordenaban todo lo demás q[ue] a su culto y religión era menester.
Lo q[ue] les daban de tributo era de los frutos naturales de cada tierra, dando cada indio la parte q[ue]
le cabía, conforme a la hacienda q[ue] poseía, [según] si era mercader u oficial, y, si labrador, al respecto de
la tierra q[ue] labraba; de manera q[ue] tributaban tan moderado, q[ue] había muchos muy ricos y
descansados. Los de las costas del Mar del Sur les daban oro en polvo y tejuelos, barretillas, bezotes y
orejeras de lo mismo, y esclavos y plumajes ricos azules muy estimados entre ellos, traídos, por vía de
rescate, de las provincias de Guatimala. Dábanles, [asimismo], cacao y algodón en capullo, miel blanca de
abejas, ají de diferentes suertes, rodelas, vestimentas y arreos de guerra. Y, en cada uno de los pu[ebl]os,
una grande sementera de maíz, el cual, cogido, q[ue]daba en depósito en ellos mismos, para el gasto
ordinario de los mayordomos q[ue], en servicio del rey, estaban en ellos, los cuales tenían libertad de
distribuir parte dello, haciendo m[erce]d, en nombre del rey, a los q[ue] por algunos respectos lo merecían.
De manera q[ue] estos mayordomos, [a los] q[ue] llamaban calpixq[ue], eran los q[ue] en cada pu[ebl]o
administraban estas rentas y tributos, acudiendo con lo principal a su rey.
Los de las costas del [Mar del] Norte le daban los mismos tributos, salvo la plumería rica, porq[ue] no la
alcanzaban. Y los pu[ebl]os y provincias más cercanas daban su tributo en mantas, camisas, naguas muy
buenas, de muchas y varias hechuras y colores, y sementeras grandes q[ue] hacían de maíz y otras
semillas, sirviendo personalmente, por su tanda y rueda, en sus edificios, sin ninguna paga, más q[ue] la
comida q[ue] les daban muy abastadamente los mayordomos q[ue] en cada pu[ebl]o había.
[Éstos] tenían cuidado de buscar y comprar, de las rentas q[ue] entraban en su poder, de las piedras
ricas q[ue] podían haber, como eran chalchihuites, q[ue] son unas piedras muy verdes, q[ue] nosotros
llamamos madre de esmeraldas, o topacios, q[ue] eran las más estimadas dellos, y turq[ue]sas y
esmeraldas, de las cuales, hasta hoy, no se ha hallado ningún minero ni nacimiento. Enviábanlas a su rey
por la cosa más principal q[ue] le podían enviar, y así era la verdad, porq[ue], entre las riq[ue]zas dellos,
estas piedras eran las de más valor.
En lo q[ue] toca la opinión a sus adoraciones, [31] hay mucha variedad; pero la opinión q[ue] más cerca
de la verdad ha llegado es q[ue] tenían muchos ídolos, [32] y tantos, q[ue] casi para una cosa tenían uno, [a]
los cuales adoraban y hacían sacrificios. Y, para entender cuáles y q[ué] tales eran, se irá declarando lo
mejor y más concertadamente q[ue] sea posible. Y no se tratará de todos, porq[ue] sería dar en infinito, sino
de solos tres, q[ue] eran los q[ue] ellos tenían por más principales. Y, por el más supremo, a Tezcatlipuca, y,
luego, a Huitzilopochtli, y, luego, [a] Tlaloc.
Tezcatlipuca, que quiere decir “espejo q[ue] humea”, era hecho de madera, a la figura y semejanza de
un hombre con todos sus miembros, y de la mejor proporción q[ue] el artífice q[ue] lo hacía podía. Tenía, de
los molledos abajo hasta las manos, tiznados de negro y espejuelo, que es un género de metal reluciente
[al] q[ue] llamaban los indios tezcapoctli, de donde se entiende se compuso el nombre deste ídolo. Tenía las
piernas, de los medios muslos abajo, embijado de lo mismo; el rostro, de hombre mozo y muy bien
contrahecho, y una máscara con tres vetas de espejuelo [33] y dos de oro, q[ue] le atravesaban el rostro, con
un bezote de caracol blanco y dos orejas, [34] grandes como de lobo, de nácar muy reluciente, y, debajo
dellas, las otras, q[ue] parecían propias, con sus orejeras de oro. Y en la cabeza, mucha plumería rica, y,
por collar, tres sartas de piedras preciosas, q[ue] ellos llamaban teoxihuitl y, nosotros, turq[ue]sas. [35] Y, por
bajo dellas, un joyel de oro q[ue] significaba el mundo, a lo menos hasta los fines de la tierra donde
terminaban con la mar, porq[ue], hasta aquí, entendían ellos q[ue] era el espacio y término dél. Tenía, en
cada molledo, un brazalete de oro, y cubierto el cuerpo, hasta la horcajadura, con una manta de plumas de
águila sembrada de hojas de oro, y un lienzo con los extremos muy galanamente labrados, q[ue] parece
servía de pañete, con unas grebas de oro en las pantorrillas y cascabeles de lo mismo en las gargantas de
los pies, [y], en ellos, unas cutaras. Y, por bordón en la mano derecha, una flecha grande con sus plumas y
pedernal, [al] q[ue] llamaban ellos teotopili, q[ue] se interpreta “bordón divino o de dios”. [36] Y, en la [mano]
izquierda, un ventador de plumas de garza y cuervo, y un instrumento como pífano. Y, por asiento, un
estrado de grandes flechas y, a los lados, unos como tabiques o setos.

NEZAHUALPILTZINTLI
TOCUEPOTZIN


Él, con el adorno q[ue] hemos dicho y como aquí va pintado, [37] estaba en un cu y templo desta ciudad,
en un barrio de [los] seis q[ue] hay en ella q[ue] se llama Huitznahuac, [38] en donde era frecuentemente
adorado, y servido con muchos sacrificios de hombres y ofrendas de todo género de cosas, y, en especial,
de copal, que es un género de incienso q[ue] hay en esta tierra. [39] A éste representaba, siempre a la
continua; un indio de los prisioneros q[ue] eran habidos en guerra, q[ue] fuese valiente de Huexutzinco o de
Tla[x]cala, porque éstos comúnmente eran más estimados de valientes q[ue] ninguno de las otras naciones.
Tenía por oficio, de media noche para adelante, andar libremente por la ciudad, y aun a largarse [a] media
legua della, y más, con solos dos hombres q[ue] le daban por criados, [40] q[ue] iban tras él apartados un tiro
de piedra, despertando [a] la gente con el ruido de los cascabeles y del pífano q[ue] tocaba de cuando en
cuando. Y, luego q[ue] lo sentían, cada uno en su casa tomaba unas brasas en un brasero y, en ellas,
echaba del incienso q[ue] hemos dicho, y con el humo dél incensaba hacia la parte de oriente, y, luego,
hacia el poniente, y sur y norte. Y, el q[ue] podía, le salía al encuentro y lo incensaba en reverencia de lo
q[ue] representaba.
Y, cuando era cerca del día, se recogía, de manera q[ue] no le tomase la luz fuera del templo, haciendo
esto de continuo, sin faltar noche ninguna. Y lo q[ue] se desvelaba de noche, dormía de día. Andaba vestido
con semejantes arreos q[ue] los del ídolo, salvo la plumería de la cabeza y manta. Tenía licencia de ir las
veces q[ue] quería a la plaza y mercado, y subirse a lo alto de un pequeño cu q[ue] estaba en él, sin hacer
otro efecto más que estarse un rato, por su contento, y volverse a su templo. Traía una manta de red y el
cabello afeitado, en la forma q[ue] va pintado en esta relación, q[ue], para q[ue] se entendiese mejor, se
pintaron dos: [41] el uno, de la propia forma q[ue] era el mismo ídolo y estatua, que es el primero, y el otro,
de la propia forma [en] que andaba el prisionero que lo representaba, q[ue] es el segundo. [42] El cual,
cuando era día de fiesta o cuando había de ser sacrificado, q[ue] en esto venía a parar el desventurado, se
componía de semejantes arreos q[ue] los del ídolo.
El otro, q[ue] se llamaba Huitzilopochtli, era también de madera, como aquí va pintado, [43] semejante a
un hombre mozo muy bien retratado, con unas plumas ricas por vestimenta y manta de lo mismo, con tres
sartas de chalchihuites, de los q[ue] hemos dicho, a la garganta, y un joyel de turq[ue]sas en el pecho,
engastadas en oro, con cascabeles de lo mismo. Y, en el rostro, con dos vetas de oro y otras dos de
turq[ue]sas, sutilmente labradas y compuestas, y un bezote de caracol blanco, con orejeras de turq[ue]sas y
plumería de águila por cabellera, con un capelete de plumas azules adornado de ciertas estampas de oro, y,
a las espaldas, una compostura de plumería a la semejanza de la cabeza de un pájaro peq[ue]ño q[ue] se
cría en esta tierra, q[ue] se llama huitzitzil, q[ue] significa el nombre del ídolo; porq[ue], del nombre deste
pájaro y de “cosa izquierda”, q[ue] en su lengua se dice opochtli, se componía el nombre deste ídolo. Tenía
una rodela en la mano izquierda, de plumería, con unas hojas de oro q[ue] atravesaban por medio della.
Tenía sus grebas de oro con sus cascabeles, con cutaras azules, y un pañete con los extremos muy
sutilmente tejidos de diversas colores; las piernas vet[e]adas de tinta azul y, en la mano derecha, una flecha
larga con casquillo de pedernal, arma antigua de los mexicanos, q[ue] se tiraban con un artificio peq[ue]ño
como cruz, q[ue] tenía en la mano. Y, por asiento y estrado, [tenía] lo propio q[ue] Tezcatlipoca. A éste no
representaba nadie, si no era el rey, [que], cuando moría, lo componían de semejantes ornatos y, con ellos,
q[ue]maban el cuerpo hasta hacer ceniza, [44] de lo cual se tratará adelante.
El otro, llamado Tlaloc, q[ue] dizq[ue] quiere decir “abundador de la tierra”, era ídolo de las lluvias y
temporales, y también era compuesto de madera, al talle y estatura de un hombre. Y todo su traje y
vestidura significaba a lluvias y abundancia de frutos. El cuerpo tenía tiznado y untado de un licor de un
árbol q[ue] llamaban OLLI, de q[ue] hacían las pelotas con q[ue] jugaban, y nosotros lo llamamos batey,
q[ue] es lengua de las islas de S[an]to Domingo. Tenía, en la mano derecha, una vara de oro volteada, q[ue]
significaba el relámpago, y, en la izquierda, una rodela de plumas con guarnición de nácar por encima a
manera de red. Y, sobre las vestiduras, q[ue] también era de plumas azules, tenía la misma guarnición, con
la orladura de cierta labor, tejida de pelos de liebre y conejo, a manera de medias cañas. El rostro era de
una figura feísima, q[ue] ellos, en sus pinturas y caracteres, figuraban por las lluvias, con una larga cabellera
y un grande capelete de plumería blanca y verde, con q[ue] significaban los frutos verdes y frondosos, y,
de[l] cuello, [44a]una sarta de chalchihuites, con grebas de cuero en las piernas. Y, por asiento, un estrado de
madera con almenas a la redonda, como por él parece pintado aquí, [45] el cual no tenía indio q[ue] lo
representase.
El templo principal destos ídolos, Huitzilopochtli y Tlaloc, estaba edificado en medio de la ciudad,
cuadrado y macizo, como terrapleno de barro y piedra, y solamente las haces de cal y canto. Tenía, en cada
cuadro, ochenta brazas largas y, de alto, veintisiete: [46] tenía ciento y sesenta escalones a la parte de
poniente, por donde a él se subía. Comenzaba su edificio, desde sus cimientos, de tal forma, q[ue], como
iba subiendo, se iba di[s]minuyendo y estrechando de todas partes en forma piramidal; y, de trecho a trecho,
hacía un descanso, como poyo alrededor de todo él, [y un] como cami[n]o, de un estado [de ancho], en
medio de las gradas, q[ue] subía de abajo arriba hasta la cumbre, q[ue] era como división para hacer dos
subidas: que entrambas iban a parar en un patio q[ue] en lo más alto dél se hacía, en donde había dos
aposentos grandes, el uno mayor que el otro. En el mayor, que estaba a la parte del sur, estaba el ídolo
Huitzilopochtli y, en el otro, que] era el menor, que estaba en la parte del norte, estaba el ídolo Tlaloc; q[ue]
ellos y los aposentos miraban a la parte del poniente. Y, por delante, el patio q[ue] se ha dicho, prolongado
de norte a sur, muy llano y lucido, y tan capaz, q[ue] cabían en él sin pesadumbre quinientos hombres. Y, al
un lado dél, hacia la puerta del aposento mayor de Huitzilopochtli, una piedra levantada, de una vara en
alto, con lo alto della al talle de un cofre tumbado, [a la] q[ue] nombraban techcatl, donde sacrificaban [a] los
indios.
Estos ídolos estaban sentados, sin embargo de q[ue] se han pintado parados, porq[ue] se ha hecho por
dar mejor a entender su forma, talle y compostura. Tenía, cada aposento destos, tres sobrados, q[ue] se
mandaban por de dentro, de uno en otro, con una escalera de madera movediza. Teníanlos llenos de
munición de todo género de armas, especialmente de macanas, rodelas, arcos y flechas, lanzas y guijarros,
y todo género de vestimentas y arreos de guerra. Y, para que se entienda mejor el talle y forma q[ue] este
cu tenía, va, también, pintado en esta relación. [47]
El cu de Tezcatlipoca, ídolo principal, estaba, como se ha dicho, en el barrio de Huitznahuac, mucho
más peq[ue]ño, pero de la misma hechura, salvo q[ue] no tenía división en las gradas. Averiguóse q[ue]
Nezahualcoyotzin dejó estar en este barrio a este ídolo, a contemplación de los indios dél, a cuyo cargo era
el guardarlo, porq[ue] sus antepasados lo habían traído al tiempo q[ue] a esta tierra vinieron, en la forma
q[ue] adelante se dirá. Tenía también este templo, encima de la casa del ídolo, otros tres sobrados, adonde,
asimismo, se guardaba de la munición q[ue] se ha dicho. Hallóse q[ue] Nezahualcoyotzin fue el primero
q[ue] recogió a éste, ídolo[s] de diversas partes de todos los barrios desta ciudad, en donde estaban
derra[ma]dos en muy peq[ue]ños cúes y templos, y les hizo el grande de q[ue] se ha hecho relación, y otros
muchos, dentro de un cercado muy grande.
Junto al cu y templo mayor, había una sala y aposento q[ue] llamaban tlacatecco, q[ue] se interpreta por
“casa de hombres de dignidad”, en donde se guardaban, por cosas principalísimas y divinas, dos envoltorios
o líos de muchas mantas muy ricas y muy blancas: el uno, del ídolo de Tezcatlipoca, y el otro, de
Huitzilopuchtli. En el de Tezcatlipoca, estaba un espejo de alinde, del tamaño y compás de una media
naranja grande, engastado en una piedra negra tosca. Estaban, con ella, muchas piedras ricas sueltas,
como eran chalchihuites, esmeraldas, turq[ue]sas, y de otros muchos géneros. Y la manta que estaba más
cercana del espejo y piedras, era pintada de osament[a] humana. [48]
Dicen q[ue], en este espejo, vieron muchas veces al Tezcatlipoca, en la forma q[ue] se ha dicho y
pintado, salvo el adorno de plumería q[ue] a su estatua después se añadió, y q[ue] de aquí tomó el nombre
de Tezcatlipoca; y q[ue], cuando vinieron los antepasados de los del barrio de Huitznahuac, q[ue] eran
culhuaq[ue], de Culhuacan, provincia desta Nueva España en el gobierno de Guadalajara, [49] venía
hablando con ellos este espejo en voz humana, para q[ue] pasasen adelante y no parasen ni asentasen en
las partes q[ue], viniendo, pretendieron parar y poblar, hasta q[ue] llegaron a esta tierra de los chichimecas
aculhuaq[ue]. Donde, llegados, no les habló más; y, por eso, hicieron en ella su asiento, de permisión de
Quinatzin, señor q[ue] a la sazón era de los chichimecas y antecesor de Nezahualcoyotzin. Y no se halló
q[ue] después les hablase más, salvo q[ue], algunas veces, lo v[e]ían en sueños y [les] mandaba algunas
cosas q[ue] después hacían: [que] eran los sacerdotes de su templo, q[ue] estaban en su guarda y servicio,
y que esto era muy raras veces.
El otro lío, de Huitzilopuchtli, era de otra burlería de menos Fundamento que estotro, porq[ue] era de
dos púas de maguey, planta muy conocida en esta tierra por su gran provecho y utilidad para a sustentación
humana, que estaban atadas y envueltas en muchas mantas. Y [dicen] q[ue] los culhuaq[ue], q[ue] se
llamaban mexica, lo trajeron antiguamente de la misma provincia de Culhuacan. Y no dan, ni se halló razón
alguna por que estas púas fuesen tenidas por cosa sagrada, ni que, en su virtud, se hubiesen hecho
algunos engaños o cosas milagrosas, como el lío o espejo de Tezcatlipoca, más de q[ue] sus antiguos le
hicieron la estatua q[ue] hemos dicho y pintado, llamándole Huitzilopochtli, según y de la forma q[ue] lo
tenían antiguamente en su provincia de Culhuacan. [50]
El ídolo y estatua llamado Tlaloc es [el] más antiguo en esta tierra, porq[ue] dicen q[ue] los mismos
culhuaq[ue] le hallaron en esta tierra. Y, no haciendo caso dél los chichimecas, ellos le comenzaron a adorar
y reverenciar por dios de la[s] aguas. Estaba en el monte mayor y más alto desta ciudad, a la parte de
levante de la gran serranía y cordillera del volcán de Chalco, cosa muy conocida y famosa en esta tierra, y
de q[ue], en la descripción de Chalco y Huexutzinco, [51] se habrá dado razón por los q[ue] han hecho las
relaciones.
Llamóse este cerro, donde antiquísimamente estaba este ídolo, Tlaloc; de manera q[ue] eI ídolo se
llamaba Tlaloc, y, el cerro y montaña, lo mismo. [El ídolo] estaba en lo más alto de su cumbre [y] era de
piedra blanca y liviana, semejante a la q[ue] llaman pómez, aunq[ue] algo más dura y más pesada, labrada
a la figura y talle de un cuerpo humano, sin diferencia ninguna. Estaba sentado sobre una losa cuadrada y,
en la cabeza, de la misma piedra, un vaso como lebrillo bien proporcionado, y capaz de [52] caber en él
como seis cuartillos de agua: tenía, dentro, de aquel licor llamado olli, de q[ue] ya se trató, [que] estaba
derretido como pez cuando la cuecen; salvo q[ue], aunq[ue] frío y helado, no se torna a endurecer. Y, en él
había de todas semillas de las q[ue] usan y se mantienen los naturales, como era maíz blanco, negro,
colorado y amarillo, y frijoles de muchos géneros y colores, chia, huauhtli y michhuauhtli, y ají de todas las
suertes q[ue] podían haber los q[ue] lo tenían a cargo, renovándole cada año a cierto tiempo.
Estaba el ídolo el rostro al oriente, [y] hacíanle sacrificio de niños inocentes, cada año una vez, como en
su lugar se dirá. No saben dar razón [de] quién lo labró, ni por q[ué] lo adoraban por dios de los temporales,
más de q[ue], por algunas inteligencias, hay sospecha q[ue] lo hicieron un género de gentes q[ue se]
llamaron tulteca[s], q[ue] hubo antiguamente en esta tierra, q[ue] se despoblaron della muchos a[ñ]os antes
q[ue] los chichimecas la tornasen a poblar. Dicen q[ue] Nezahualcoyotzin, por reverencia deste ídolo, hizo el
otro, de que se ha tratado, poniéndolo en el cu y templo principal desta ciudad en compañía de
Huitzilopuchtli; y q[ue] Nezahualpiltzintli, su sucesor, por mejorar al ídolo de piedra q[ue] estaba en el monte,
mandó hacer otro mayor de piedra negra, y más dura y pesada, de la grandeza y estatura de un cuerpo
humano, y quitar el antiguo y poner [a] éste en su lugar. Y q[ue], andando el tiempo, fue hecho pedazos por
un rayo q[ue] dio en él. Y, atribuyéndolo a milagro, tornaron a poner el otro antiguo, desenterrándolo de
donde la tenían enterrado cerca de allí. Y a éste hallaron, en tiempo de don fray Ju[an de] Zumárraga,
primer arzobispo de México, pegado el un brazo con tres gruesos clavos de oro y uno de cobre, q[ue],
haciéndolo pedazos por su mandado, se los quitaron.
En lo q[ue] toca a sus ceremonias y sacrificios, lo q[ue] se ha podido sacar de raíz, investigando la
verdad dello, es q[ue] el sacrificio de hombres a estos ídolos fue [53] invención de los mexicanos, en esta
manera: q[ue], después q[ue] los señores chichimecas de Azcaputzalco los dejaron asentar y poblar adonde
ahora es la ciudad de México, con título de sus vasallos, andando el tiempo, y emparentándose con
hombres principales y señores de la tierra, por causas q[ue] en sus historias se cuentan, se rebelaron contra
sus señores; y de tal manera, q[ue], tomando las armas contra ellos, en poco tiempo los sojuzgaron. Y
q[ue], por honrar más a sus ídolos, les hicieron sacrificio de hombres, de los q[ue], en la prosecución desta
guerra y rebelión, prendían, en señal y agradecimiento de sus victorias, para tenerlos más gratos y
favorables, pareciéndoles q[ue] ningún sacrificio les sería más apacible q[ue el] de aq[ue]llas cosas q[ue]
más valor y estimación tuviesen. Y, como ninguna cosa sea de tanto precio como el hombre, y más si es
habido y preso en guerra, con tantos trabajos y riesgos como en ella hay, determinaron de hacerle sacrificio
dellos. Y, aunq[ue] entonces fue con moderación, después creció como fue creciendo su potencia, hasta
venir a tanta ceguedad y error, como en el q[ue] estaban al tiempo q[ue] los primeros conquistadores
vinieron a esta tierra, q[ue] pluguiera a n[uest]ro Señor fuera ochenta a[ñ]os antes; porq[ue], en aqueste
tiempo, aún no había memoria desta diabólica invención. [54] De manera q[ue], a imitación de los
mexicanos, se introdujo en toda esta tierra, a lo menos en esta ciudad, y en Tlacuba, Chalco, y Huexutzinco
y Tlaxcala. El modo y orden q[ue] en esto tenían, era q[ue, a] los enemigos q[ue] en la guerra podían matar,
no los mataban, antes los tomaban vivos y [los] traían presos a fin de sacrificarlos, y por otras muchas
razones y respectos, de q[ue] se les seguía mucho provecho, honra y fama.
Los días de sus sacrificios eran solamente los días de fiesta. Y, para esto, es de saber q[ue] tenían, en
cada un año, dieciocho fiestas, y todas ellas diferentes, en q[ue] honraban diversos ídolos; de suerte q[ue],
en cada un año, no se solemnizaba más que una vez cada fiesta; aunq[ue] es verdad q[ue] tenían unas por
más principales y de más di[g]nidad q[ue] las otras, especialmente [la] de los tres ídolos de q[ue] se ha
tratado, [en] q[ue] ellos hacían grandes y señalados sacrificios de todo género de prisioneros. Y,
especialmente, el día de la fiesta de otro ídolo q[ue] se llama Xipe, q[ue] era como dios de las guerras, [a]l
cual sacrificaban los más valientes prisioneros, a fin de tener [por] famosos a los q[ue] los prendieron, con
diferente solemnidad q[ue] la de los otros sacrificios ordinarios, de q[ue] adelante se tratará.
Finalmente, q[ue], allegado el día y fiesta de Tezcatlipoca, q[ue] ellos llamaban tochcatl, [55] sacrificaban
en su templo [a] todos los prisioneros q[ue] había recogidos, de toda suerte, edad y sexo, excepto [a] los
q[ue], como esforzados, eran reservados para el día del ídolo Xipe, [al] q[ue], por otro nombre, llamaban
Tlatlauhquitezcatl que es tanto como decir “espejo bermejo o encendido”. Degollábanlos con un pedernal
agudo, por los pechos, sobre la piedra llamada techcatl, poniéndolos sobre ella de espaldas y cargando,
cinco o seis hombres, de la cabeza, brazos y piernas hacia el suelo, tumbaba el pecho y estómago hacia
[a]rriba, y, así, un sacerdote, los q[ue] para esto estaban diputados y en servicio del Demonio, el más
principal, q[ue] se llamaba Q[ue]tzalcohuatl, lo abría con facilidad de la una tetilla a la otra. Y, lo primero
q[ue] hacía, era sacarle el corazón, el cual, palpitando, lo arrojaba a los pies del ídolo, y, sin reverencia ni
modo comedido tras esto, entregaba luego el cuerpo al dueño, q[ue] se entiende [era e]l q[ue] lo había
prendido. Y, por esta orden, sacrificaban [a] todos, y [a] los q[ue] había para el sacrificio de aquel día.
Acabado, los demás sacerdotes recogían todos los corazones y, [56] después de cocidos, se los comían; de
suerte [que], este miembro tan principal en las entrañas del hombre, estaba diputado para estos sacerdotes
servidores del Demonio. Y, por esta orden, sacrificaban al ídolo Huitzilopuchtli cuando llegaba el día de su
fiesta. Y los cuerpos, después q[ue] los llevaban sus dueños, los hacían pedazos y, cocidos en grandes
ollas, los enviaban por toda la ciudad y por todos los pu[ebl]os comarcanos, hasta q[ue] no q[ue]dase dél
cosa, en muy peq[ue]ños pedazos, q[ue] cada uno no tenía media onza, en presente a los caciques,
s[eño]res y principales, y mayordomos y mercaderes, y a todo género del hombres ricos de quien entendían
sacar algún interés, sin q[ue] se averiguase q[ue] para ellos dejasen cosa ninguna dél para comer, porq[ue]
les era prohibido, salvo los huesos, q[ue] se les q[ue]daba por trofeo y señal de su esfuerzo y valentía,
poniéndolos en su casa, en parte donde los q[ue] entrasen los pudiesen ver. Dábanles, aq[ue]llos a quien se
presentaba cada un pedacito delta carne, mantas, camisas, naguas, plumas ricas, piedras preciosas,
esclavos, maíz, bezotes y orejeras de oro, rodelas, vestimentas y arreos de guerra cada uno como le
parecía o podía, no tanto porq[ue] tuviesen algún valor aq[ue]llos [pedazos de] carne, pues muchos no la
comían, cuanto por premio del valiente q[ue] se lo enviaba, con q[ue] q[ue]daban ricos y prósperos.
NEZAHUALCOYOTZIN, REY DE TEZCOCO
QUAUHTLATLACUILOTZIN


El otro ídolo Tlaloc, q[ue] era el sacrificio q[ue] le hacían muy diferente destotros, porq[ue], llegado el
día de su fiesta, q[ue] comúnmente era por el mes de mayo, según q[ue] se coligió de su cuenta, recogían
diez o quince niños inocentes de hasta siete u ocho a[ñ]os de edad, esclavos, q[ue] los daban los señores y
personas ricas por ofrenda para este efecto, y los llevaban al monte adonde el ídolo de piedra estaba, y allí,
con un pedernal agudo, los degollaba un sacerdote, o carnicero, por mejor decir, q[ue] estaba elegido para
el servicio deste Demonio. Y, degollados por la garganta, los echaban en una caverna y abertura natural
q[ue] había en unas peñas junto al ídolo, muy oscura y profunda, sin hacer otra fiesta ni ceremonia.
Al otro ídolo llamado Xipe, de quien se prometió tratar, hacían los sacrificios de los indios más valientes,
q[ue] se habían escogido a elección del rey, haciendo primero muchas averiguaciones y diligencias del
esfuerzo y ánimo de cada uno, y su valentía; porq[ue], si no eran tales, no morían en el sacrificio deste
ídolo, q[ue], como se ha dicho, era como dios particular de las guerras y batallas. Lo primero q[ue] hacían
era q[ue], a cada uno destos valientes, los emplumaban desde los muslos para [a]bajo, con los brazos y
cabeza, de pluma blanca, con engrudo, y les ponían unas jaq[ue]tas de papel, señales entre ellos de dolor y
luto. Y, luego, los traían a todos en ringlera, como en procesión, trayendo cada uno dos hombres de guarda:
el uno era el q[ue] lo había vencido y prendido, y el otro era otro valiente, [al] q[ue] llamaban tequihua. [57]
Y, llegados al lugar del sacrificio, q[ue] era junto al pie del templo y cúe grande, [en un sitio] llamado
temalacatle, [58] q[ue] era un edificio de tierrapleno, cuadrado, con escalones por todas partes, no más alto
de cuanto se subía a él con cuatro gradas, de tres brazas por cada parte y, en medio, una piedra grande y
de la propia hechura q[ue] una piedra grande de molino: en la cual ponían al prisionero q[ue] había de ser
sacrificado, atado por la cintura con una cuerda q[ue] pendía de la piedra, no más larga de cuanto pudiese
bajar todas las gradas, y un paso o dos más adelante. Dábale, un padrino q[ue] [59] tenía en hábito de
valiente, de lobo, [al] q[ue] llamaban c[ue]tlachtli, [60] q[ue] servía desto, una rodela y, con [ella], su macana
de encina toda emplumada, pero sin navajas. Y, al un lado deste lugar y sacrific[ader]o, [61] estaban cuatro
indios, los más valientes y escogidos q[ue] había en toda la ciudad y su provincia, los dos, con hábito y traje
de valientes y grandes tigres, porq[ue] vestían sus pellejos, y, los otros dos, en figura de dos grandes
águilas de muchas y grandes plumas, [a] uno de los cuales echaban para q[ue] pelease con el q[ue] había
de ser sacrificado.
[Éste] llevaba rodela y macana con navajas o pedernal, y desta manera, y al son de un atambor y de
otro instrumento q[ue] llaman teponaztli, y cantando, peleaban el uno con el otro. [62] Y, si el prisionero había
recibido un golpe o dos, de tal manera q[ue] al parecer no se podía ya defender, llegaba luego el
cihuacohuatl, q[ue] era sacerdote principal, [63] y lo degollaba luego en una piedra q[ue] junto a este
sacrificadero estaba, semejante a la q[ue] en el cu principal había, sacándole el corazón por los pechos. El
cual, y el cuerpo, recibía el dueño, y, antes q[ue] lo llevase a su casa, tomaba el corazón y lo ofrecía al ídolo
Xipe en su templo. Y, en un vaso, tomaba parte de la sangre e iba [64] a todos los templos rociando con ella
a los ídolos, a lo menos a los más principales [de] aq[ue]llos q[ue] no estaban adornados y vestidos de
ornamentos ricos y preciosos, porque, estando desta manera, por no ensuciarlos pasaban adelante a los
otros q[ue] no estaban de fiesta, y a éstos envestía con aquella sangre, hasta q[ue] se acababa. Y, el
cuerpo, se lo llevaba para hacer dél lo q[ue] ya se ha dicho atrás, salvo [que] le desollaban, y un indio pobre
se vestía el pellejo al revés y andaba a mendigar con él por todas las partes q[ue] podía, hasta q[ue]
pasasen veinte días, q[ue] era como semana desta fiesta.
Y, si acaso el prisionero era muy valiente, q[ue], peleando, vencía [a] este q[ue] le cabía en suerte;
aunq[ue] lo matase, como algunas veces aconteció, no por eso era libre, antes le echaban luego [a] otro de
los otros q[ue] q[ue]daban. Y, al fin, era vencido de alguno dellos, porque] no se halló q[ue] ninguno fuese
tan valeroso q[ue] escapase de alguno de los cuatro, especialmente q[ue], entre ellos, había de haber uno
q[ue] fuese izquierdo, de cuyas manos parecía imposible poder escapar, porque éste estaba hecho a pelear
con diestro[s], y el pobre prisionero no con zurdos; y, así, le tenía ventaja, y más, tomándole sobrecansado.
Hallóse q[ue] muchos no quisieron gastar tiempo en esta vanidad, sino que luego se rendían a la
muerte y sacrificio, con q[ue] hacían menos famosos a los q[ue] los habían vencido; de manera q[ue, en]
tanto cuanto más esfuerzo y ánimo mostraban peleando en este sacrificio, tanto más fama de valientes
cobraban los q[ue] en la guerra los habían vencido y preso, y traído al sacrificio, teniéndolos en tanta más
estimación cuanto de más valor se habían conocido en el prisionero. [65] Y era esto una cosa tan deseada
entre ellos, q[ue], aunq[ue] había muchos indios q[ue] habían prendido en la guerra muchos enemigos, no
llegaban a sacrificar [a] ninguno en este sacrificio de Xipe, si, [como] se ha dicho, [66] no era muy averiguado
ser valiente para la dignidad deste día.
Hallábanse a este espectáculo todos aquellos q[ue] representaban a los ídolos, junto al sacrificio
parados en pie, y lo mejor vestidos y adornados q[ue] para tal fiesta convenía, por su orden y conforme a la
dignidad y alteza de los ídolos a quien representaban; porque estaba, el primero, el de Tezcatlipoca, y
luego, Huitzilopuchtli y Tlaloc y Xipe, y los demás, de quien no se trata por ser de menos cuenta. Hallábanse
a este sacrificio mucha más gente q[ue] de los demás, porq[ue], como cosa famosa de hombres valientes
q[ue] en él morían, [67] concurrían de todas partes a verle; y aun los reyes permitían q[ue] pudiesen hallarse
a él, libre y seguramente, indios tla[x]caltecas y huexutzincas, sus enemigos, para q[ue] de su vista, como
cosa espantosa, pudiesen dar razón en sus tierras.
Era cosa maravillosa, dizq[ue] de ver, el clamor y llanto q[ue] hacían, no sólo las mujeres, pero los
hombres, con la vista deste espantoso sacrificio, imaginando q[ue] ellos, sus hijos, hermanos, tíos y
sobrinos [y] amigos, andando en la guerra, habían de parar en esto. Porq[ue] es verdad q[ue],
generalmente, todo su cuidado, y en [lo] q[ue] más ponían su felicidad, era [en] el ejercicio militar y [en]
haber della el premio, las honras y provechos q[ue] suele traer a los valientes y esforzados; y se preciaban
de q[ue] las heredades y otros bienes q[ue] tenían fuesen ganados por esta vía. Y, los q[ue] no tenían ánimo
y valor para ello, eran tenidos en poco y, como [a] tales, los ocupaban en cosas bajas y viles, si no eran
hombres de linaje y sangre; y aun éstos, para ser admitidos entre los demás valientes, habían de ser
señalados en algunas facultades, especialmente en administrar justi[ci]a o en componer cantos, o ser
hombres hábiles y de consejo para los concejos q[ue] tenían. Y, con todo eso, no habían de traer el cabello
afeitado de la forma q[ue] los hombres militares los traían, ni componerse de semejantes arreos q[ue] ellos,
ni traer más vestido q[ue] una manta llana blanca de poco valor. De suerte q[ue], para el servicio y sacrificio
de sus ídolos, y para llegar a tener honra y hacienda, [el] camino q[ue] les parecía para llegar a él era éste;
porq[ue] decían q[ue] el tener la guerra tantos trabajos y peligros, y vencerlos con ánimo y esfuerzo, se
merecía dignamente galardón de sus dioses y del mundo.
Y, volviendo a lo de los sacrificios, se concluirá con decir una cosa de admiración, y es que el prisionero
valiente que representaba al Tezcatlipoca, con tener tanta libertad como ya se ha dicho, y estar tan
certificado de su muerte, no se averiguó q[ue] jamás, ninguno de todos los q[ue] para esto fueron electos, se
hubiese huido ni puesto a salvo, pudiéndolo hacer, pareciéndole cosa indigna para hombres q[ue]
representaban tan gran majestad como la deste ídolo, [y] por no ser tenido por cobarde y medroso, no sólo
en esta tierra, pero en la suya, con perpetua infamia, y, ansí, q[ue]riendo antes morir, ganando fama eterna,
porque esto tenían por gloria y fin venturoso. [68] Y casi lo mismo se dice de la chusma de los demás
prisioneros, aunq[ue] tenían más guarda; pero no sin ocasiones de poderse ir, y, con todo esto, jamás se
aprovecharon dellas.
Por manera q[ue], el q[ue a] este ídolo Tezcatlipoca representaba, no vivía más de un año desde q[ue]
era para este efecto nombrado, porq[ue], llegado el día de su fiesta, luego era sacrificado por la orden q[ue]
los demás, salvo q[ue] con mayor pompa y arreos q[ue] los demás prisioneros, porq[ue] era vestido y
compuesto de semejantes hábitos q[ue] los muy ricos del ídolo. Y, luego, era electo otro, q[ue], al cabo
venía a parar en lo mismo, si no era q[ue], sirviendo bien el oficio q[ue] le daban, era conservada su vida por
el rey para q[ue] pasase adelante. Pero daba un esclavo para q[ue], en su lugar, fuese sacrificado; pero, al
fin, tarde o temprano, había de venir a esto.
Y, porq[ue] se vaya dando cabo a estos sacrificios q[ue], por ser tan horrendos y en q[ue] tantas ánimas
se perdieron, y ser cosa tan odiosa, se tratará ahora de las ceremonias, ayunos y penitencias q[ue] hacían
de muchas y diversas maneras. Porq[ue], los sacerdotes q[ue] en los templos servían, se punzaban los
molledos y los muslos, y aun algunos, por mucha penitencia, las lenguas, pasándoselas con [n]avajas como
lancetas. Y otros pasaban más adelante, q[ue] tomaban juncos ásperos y nudosos, [y] los colgaban y
pasaban por la herida hecha en la lengua; [aunque] esto no lo hacían de ordinario todos juntos, ni cada día,
sino uno hoy y, otro, otro día, trocándose por su orden. Y, con esta sangre, untaban dos púas [69] de maguey
frescas, q[ue], con sus pencas, cada día ponían en los templos, los sacerdotes q[ue] llamaban tlamacazque,
sobre ciertas ramas de abeto también frescas. No se pudo saber este misterio y significación desto, [y], por
eso, se pasa adelante.
La demás gente no se punzaba desta manera, ni tampoco todos, sino solamente el q[ue] quería, por
devoción y sacrificio, se picaba [70] una oreja y sacaba alguna sangre, poca o mucha, como q[ue]ría. Estos
tlamacazque estaban de ordinario en los templos, y no eran casados ni se les permitía llegar a mujer, antes
vivían castamente. Y tenían libertad de dejar el sacerdocio cuando les pareciese y casarse; pero, si acaso
hallaban [a] alguno con alguna mujer fornicando, no tenía más pena de q[ue] era echado del templo y
servicio dél, y trasquilado el cabello, q[ue] tenía en cierta forma afeitado por señal del sacerdocio, aunque
esto acaecía muy pocas veces. Éstos andaban, de ordinario, embijados de negro todo el cuerpo y rostro, y
con solamente mantas blancas llanas, sin otro ornamento. Había, en cada templo, uno destos tenido por
mayor, a quien los demás respetaban y obedecían como a señor o más principal, q[ue] se llamaba
q[ue]tzalcohuatl: [71] algunos morían viejos en este oficio. Había, en cada templo, hasta cuarenta, a lo
menos en los principales, y, en los demás, cuatro o cinco; en otros, ninguno. Los mayorales eran elegidos
por el rey y después q[ue] había hecho gran examen de su vida y buenas costumbres y habilidades, y q[ue]
tuviese mucha noticia de su religión, y manera de criar y doctrinar a los nobles en todo género de buena
crianza y doctrina. Eran sustentados de cierta renta q[ue] por el rey estaba señalada. No era lícito llegar, a
estas casas y templos, mujeres ningunas.
El ayuno general era de a ocho a ocho a[ñ]os, y no más de cuatro días, [en] q[ue] no comían otra
vianda más q[ue] unos tamales cocidos de maíz, frijoles sin sal ni otro ningún apetito, ni bebían ningún
brebaje más q[ue] agua simple. Destos tamales, no hay más diferencia de las tortillas, más q[ue] ser hechos
como bollos y cocidos en agua simple. Ponían, en las casas reales y en los templos, ciertas juncias q[ue]
significaban el ayuno. No se pudo saber por q[ué] se hacía, más de q[ue] era [costumbre] introducid[a] de
largo tiempo por los culhuaque, [72] sin castigar al q[ue] lo q[ue]brantaba.
Cuando iban a la guerra, ayunaban los padres y madres de los q[ue] iban a ella, en diferente forma de
lo general, porque] comían a medio día solamente, y no se afeitaban el cabello ni limpiaban los rostros
hasta q[ue] hubiesen vuelto los hijos, o los q[ue] les tocaban en amistad o parentesco. Entonces, hacían
fiesta y convite, y mucho más costoso, si traían prisioneros. Y, si eran muertos, en tal caso les lloraban
ochenta días con todos sus parientes, juntándose, para ello, en casa del muerto. El rey ayunaba con más
abstinencia y aspereza todo el tiempo q[ue] se detenía la gente de guerra, hasta q[ue] volvía, aunq[ue]
fuese un año, mandando cesar los cantos, entretenimientos y areitos generales y particulares, [73] y todo
género de instrumentos y cosas de alegría, y los juegos del batey, de q[ue] adelante se tratará. Esto
cesaba, cuando llegaba alguna fiesta de regocijo de algún ídolo; pero, luego, tornaban a su ayuno. Y, el rey.
acudía más a menudo al templo a incensar al ídolo Tezcatlipoca y, ni en público ni [en] secreto, no traía
arreos ni vestidos costosos, sino llanos y muy honestos; a lo menos, ninguno q[ue] demostrase alegría ni
contento, dando en todo a entender el cuidado q[ue] le daban sus vasallos, por los peligros de la guerra. Y,
por la misma razón, todos los grandes de su corte, y la gente común, representaban lo mismo.
Lo que sentían algunos principales y señores de sus ídolos y dioses es q[ue], sin embargo de q[ue] los
adoraban y hacían los sacrificios q[ue] se han dicho, todavía dudaron de q[ue] realmente fuesen dioses,
sino q[ue] era engaño creer q[ue] unos bultos de palo y de piedra, hechos por manos de hombres, fuesen
dioses. Especialmente Nezahualcoyotzin, que es el q[ue] más vaciló, buscando de dónde tomar lumbre para
certificarse del verdadero Dios y Creador de todas las cosas. Y, como Dios n[uest]ro señor, por su secreto
juicio, no fue servido de alumbrarle, tornaba a lo q[ue] sus pasados adoraron. Y desto dan testimo[ni]o
muchos cantos antiguos, q[ue] hoy se saben a pedazos, porq[ue] en ellos hay muchos nombres y epítetos
honrosos de Dios, como es el decir q[ue] había uno solo, y que éste era el hacedor del cielo y de la tierra, y
[el que] sustentaba todo lo echo y lo creado por él, y que estaba [en] donde no tenía segundo y en un lugar
después de nueve andanas, y q[ue] no se había jamás visto en forma ni cuerpo humano, ni en otra figura, y
q[ue], al lugar donde estaba, iban a parar las almas de los virtuosos después de muertos, y q[ue], las de los
malos, iban a otro lugar de penas y trabajos horribles. Y jamás, aunq[ue] tenían muchos ídolos q[ue]
representaban [a] diferentes dioses, nunca, cuando se ofrecía tratarlos, [74] nombraban a todos en general,
ni en particular a cada uno, sino decían en su lengua in Tloq[ue] in [N]ahuaque, q[ue] quiere decir “el s[eñ]or
del [ci]elo y de la tierra”: [75] señal evidentísima de que tuvieron por cierto no haber más de uno. Y esto, no
sólo los más prudentes y discretos, pero aun la gente común lo decía a[s]í; de manera q[ue] la gente de más
razón y entendimiento, q[ue] eran los nobles, entendieron esto, como se coligió de las averiguaciones q[ue]
sobre ello se hicieron, y en especial de sus cantos, que es de donde más lumbre se tomó. Y, en efecto, en
ellos hay gran noticia de sus antigüedades, en forma de crónica e historia; pero, para entenderlos, es
menester ser gran lengua. De manera q[ue, a]cerca de lo q[ue] toca a sus dioses, entendieron algunos el
engaño en q[ue] vivían, y, desto, se sigue haber también alcanzado a saber de la inmortalidad del alma.
Casamiento. [76] Y, en cuanto a lo q[ue] toca a sus costumbres buenas y malas, se tratará, primero, de
la[s] de los reyes y gente ilustre, y, luego, de las del común y plebeya[s]; aunq[ue] en pocas diferían. Tenía
el rey las mujeres q[ue] q[ue]ría, de todo género de linajes, altos y bajos, y, entre todas, tenían una por
legítima, la cual procuraban q[ue] fuese de linaje principal y alta sangre, si fuese posible. Con la cual hacían
ciertas ceremonias q[ue] no hacían con las demás, q[ue] era poner una estera, la más galana q[ue] se podía
haber, enfrente de la chimenea o fogón que en lo principal de la casa había, y allí sentaban a los novios,
atando uno con otro los vestidos de entrambos. Y estando desta manera, llegaban los más principales de su
reino a darles el parabién y [a desearles] q[ue] Dios les diese hijos en quien, como por sucesión,
resplandeciese su nobleza y memoria. Y, luego, llegaban los embajadores de los demás reyes, de México y
Tacuba, y hacían lo mismo en nombre de sus señores. Y tras ellos, los demás, de los señores sus inferiores.
Y, despedidos todos, luego los llevaban al lecho, donde consum[ab]an su matrimonio. [77] Y, al cabo de
cuatro días, tornaban a saber dellos, con muchas palabras amorosas y tiernas encomendándoles su
conformidad y amor. Y, el hijo mayor q[ue] desta mujer nacía, heredaba el estado de su padre después de
sus días, siendo preferido sobre todos los demás sus hermanos, mayores y menores, q[ue] su padre dejaba
de diferentes madres; aunq[ue], conforme a su posibilidad, les daba, en vida o en muerte, lo q[ue] le
parecía: a unos más o menos, conforme a su mérito, dando a cada uno la dignidad de q[ue] más capaz y
hábil era, mereciéndolo primero, no por ser hijo de rey, sino por pura virtud de esfuerzo y valentía, u otras
habilidades y gracias, de q[ue] se irá tratando. Y esta orden del suceder se guardó en los reyes desta
ciudad, hasta q[ue] q[ue]bró en Nezahualpiltzintli, q[ue], por no haber hijo legítimo de su legítima mujer, hija
de Axayacatzin, rey de México, q[ue] la mató por adúltera, ha andado el gobierno de su e[s]tado, por vía de
elección, en sus hijos q[ue] hubo de diferentes madres; de suerte q[ue] le han poseído siete hermanos, sin
q[ue] ninguno dellos se alzase con él para poderlo dejar a sus hijos, porq[ue] todos han sido en tiempo [en]
q[ue] la fe estaba ya plantada en esta tierra, y por el rey n[uest]ro señor, q[ue] sus just[ici]as los [e]storbaron
Los demás principales y grandes tenían la misma orden en sus matrimonios; aunq[ue], en lo tocante a la
sucesión, era a su elección y albedrío, porq[ue] siempre dejaban por heredero de su estado al hijo de la
mujer legítima, [o] al más virtuoso, aunq[ue] fuese el menor. Y, si no era ninguno dellos tal, lo era cualquiera
de los otros de las demás mujeres, con tal q[ue] precediese a todos en virtud. [78] De tal suerte que,
aunq[ue] toda su bienventuranza ponían en las armas, no bastaba q[ue] para esto fuese muy valeroso, sino
muy aprobado en virtud, para heredar y gobernar el estado. Y, en lo demás, con los demás hijos hacían lo
mismo q[ue] se ha dicho de los reyes.
La gente común tenía, cada uno, una mujer, y, si tenía posibilidad, podía tener las q[ue] quería y podía
sustentar. Muertos éstos, si quedaban bienes, se repartían entre sus hijos igualmente; y, si había alguno
q[ue] fuese [79] de mujer legítima, no por eso tenía de privilegio de gozar de más parte, porque esto no había
lugar más de en los sucesores de los reyes y señores. Podían tomar, por mujeres, a las q[ue] lo habían sido
de su padre, todas o las q[ue] quería; pero, las demás q[ue] q[ue]daban, habían de guardar el hábito de
viudas con mucha castidad y limpieza, hasta q[ue] hubiese quien la tomase por mujer igual al primer marido,
o q[ue] fuese la diferencia poca. Y, desta manera, [80] las más de las mujeres q[ue] hubiesen sido de reyes,
se q[ue]daban perpetuamente viudas, porq[ue], si no era con otro rey, nunca jamás tornaban a casar, ni aun
con señor, porq[ue] les parecía q[ue] era atrevimiento y desacato q[ue] se hacía, al rey difunto y a su
dignidad, casarse con otro q[ue] no fuese tal. No podían tomar por mujeres a sus hermanas, ni aun el rey, y
el que era tomado en este incesto, o con su propia madre, incurría en pena de muerte, la cual se ejecutaba,
en los unos y los otros, sin remisión ninguna. Y, lo mismo, era prohibido tomar, por mujer o marido, a abuelo
o abuela, y a los demás descendientes o ascendientes por línea recta. En los demás parientes, [81] se
podían casar, porq[ue] no les era prohibido si no lo q[ue] se ha dicho.
En naciendo el hijo, daban el parabién a sus padres sus amigos y deudos, y aun llevaban presentes
conforme a la calidad del padre, al cual era dado el ponerle nombre, cada uno como q[ue]ría o se le
antojaba, dentro de cuatro días después de nacido [el hijo], notificándolo a todos los q[ue] se hallaban
presentes. Dábanle [al varón] una rodela y una macana, y arco y flecha, y, a la hija, su huso y rueca, y otros
aderezos de hilar y tejer; aunq[ue] los reyes y grandes señores tenían respeto a q[ue] fuese el nombre
conforme a alguna cosa q[ue] en aquel tiempo había o sucedía, digna de memoria, o la había o acaecía,
natural o accidental. De suerte q[ue], si hubo corneta, le nombraban Citlalpopoca, q[ue] se interpreta
“estrella q[ue] humea”, y, si eclipse de luna o sol, lo mismo; o, si se cayó algún cerro o remaneció fuente de
nuevo, lo mismo: así [82] queriendo perpetuar en esto la memoria de lo q[ue] entonces pasó al hijo.
En cayéndosele el ombligo, se llevaba con gran cuidado a enterrar en tierra de enemigos, dando a
entender en esto q[ue], por secreta propiedad, apetecería por esto la guerra y el ejercicio militar. Criaban [a]
los niños con regalo, hasta q[ue] tenían entendimiento y uso de razón. Y, en conociéndosele, los quitaban a
las madres y [los] llevaban luego a ciertas casas muy grandes q[ue] en los templos había, y allí eran
enseñados por el sacerdote principal a todo ejercido de virtud, honestidad y crianza, y, especialmente, en el
arte militar, en lo cual, ningún respeto les tenían: aunq[ue] fuesen los hijos legítimos del rey, andaban con
solamente unos pañetes de algodón, con q[ue] cubrían las desvergüenzas, y unas mantas ásperas de
[he]nequén, sin diferenciar de los demás hijos de señores, o hidalgos o plebeyos. Hacíanlos dormir en
esteras, y con una ropa de [he]nequén basta y muy gorda. En siendo después de media noche, se
levantaban, y lo primero q[ue] hacían era bañarse en agua fría, sin jamás dejarlo de hacer, [fuese] en tiempo
de fríos o calores. Y, luego, tomaban escobas y barrían los templos, y las casas y patios dellos, y, algunos,
por elección del sacerdote, iban al monte por rama[s] de abeto y por púas, para el culto y ceremonia q[ue]
se dijo de los ídolos. Y los demás, a lo menos los q[ue] eran ya mozuelos y los hombres ya hechos, cada
uno tomaba un incensario de barro, q[ue] eran como grandes cucharas, y, echando en ellos brasas de un
grande fuego q[ue] toda la noche ardía, incensaban hacia el oriente, y hacia las demás partes referidas. Y,
despiertos, aguardaban [a] q[ue] amaneciese. Hacían todo esto, a fin de curtirlos con los fríos y calores, y
poco sueño y poco comer, para q[ue], habituados a ello, cuando se ofreciesen los trabajos en la guerra, los
sintiesen menos.
A esta casa, y a las demás, venían los hijos del rey y los demás señores, y, algunos, de los plebeyos.
Pasaban el día en enseñarles a bien hablar, a bien gobernar y a oír de just[ici]a, y en pelear de rodela y
macana y con lanza con pedernal, a manera de pica, aunq[ue] [83] no tan larga. Y esto hacían los q[ue] ya
tenían edad para ello; otros se iban a la casa del canto y baile a deprender [a] cantar y bailar; otros, al juego
de la pelota q[ue] se ha dicho.
El cual estaba en la plaza pública, y en medio della; era el propio suelo, aunq[ue] [84] algo levantado, de
treinta pies de ancho y de noventa en largo, cercado de paredes de un estado en alto, con [cuatro]
esquinas, [85] muy encaladas por la haz que caía adentro. El suelo dél [era] sin encalar, sino muy limpio y
hecha una raya por medio, q[ue] atravesaba por lo angosto. Se ponían los jugadores, los unos, al un cabo, y
los otros, al otro. Y servían con la mano la pelota, q[ue] era del tamaño de una mediana cabeza de hombre,
[86] muy redonda, y del licor de un árbol como leche, el cual, para cuajarlo, lo cocían hasta cierto punto, con

q[ue] se torna negro, q[ue] pesa como cuatro libras. Y, saltando, llegaba a los otros jugadores, o salía [87] a
recibirle el que estaba por principal, sin pasar de la raya con los pies, ni aun con las manos ni llegar a ella, y
dábale con el cuadril o muslo. Y, por la propia orden, le daban los otros, hasta q[ue] hacían ciertas faltas,
sobre q[ue] tenían cuenta y razón. Y los primeros q[ue] llegaban a las rayas con q[ue] vencían, ganaban a
los otros las preseas y joyas q[ue] jugaban, q[ue] era[n] de todo género; porq[ue] había personas ricas y
principales q[ue] jugaban piedras preciosas y joyas de oro y plumería, esclavos, mantas de todos géneros, y
armas y arreos de guerra. Y había muchos apostadores que estaban a la mira, ateniéndose a los unos o a
los otros. Jugaban de dos, o de tres a tres cuando mucho, y [de] uno a uno lo más ordinario. Había entre
ellos grandes jugadores, q[ue] hacían ventajas y partidos graciosos. Era juego de mucho ejercicio para la
soltura y ligereza del cuerpo y fuerza de todos los miembros, y, por eso, era permitido por los reyes. Y aun
algunos dellos, q[ue] salían de su autoridad, le jugaban públicamente con señores y personas de suerte. Y,
al presente, no lo juegan, porq[ue], al principio de su conversión, se les prohibió por los frailes, pensando
que en él había algunos hechizos o encomiendas y pactos con el Demonio.
De manera q[ue], los más de los hijos de los nobles y gente rica, se criaban en estos ejercicios, cada
uno conforme a la edad q[ue] tenía y a lo q[ue] más era aficionado Cuando erraban y [se] excedían en algo,
en la casa donde se criaban o en otra parte pública, secretamente eran con mucha aspereza castigados de
los sacerdotes mayores, porq[ue] les punzaban las orejas con puntas de maguey, o los muslos o molledos,
o los colgaban de los pies y, en el aire, les daban humo [en las] narices con ají, o [los] azotaban con ortigas.
Todos sus yerros era en descuidarse de reverenciar a sus mayores, o a sus padres o a los viejos o
maestros, o si comían algo escondida y secretamente, aunq[ue] fuese de cosa q[ue] sus padres les
hubiesen enviado, q[ue] les era vedado. Pero, [a] algunos, de piedad, se lo llevaban, o enviaban a lo menos,
las madres, porq[ue] lo q[ue] habían de comer había de ser por mano de su maestro y esto habían de ser
tortillas secas de maíz, sin otra vianda ni apetito, y tan limitado, q[ue] solamente bastase a sustentarse, sin
jamás hartarse. Su bebida era agua simple. Comían dos veces al día, no en mesa ni otro lugar para ello
diputado, más de que los sacerdotes les arrojaban a cada uno una tortilla o dos, como les parecía q[ue]
había[n] menester, sin comedimiento ni crianza, aunq[ue] fuera el único sucesor y heredero del reino, sino
como quien arroja pan a los perros. En lo q[ue] más los persuadían era en lo de las armas, inclinándolos a
ellas y dándoles a entender q[ue], por ellas, y no por otro respecto, habían de valer y tener, y q[ue] ellas les
habían de dar el ser y valor, y no la grandeza de sus padres. Los reyes, a lo menos Nezahualcoyotzin y
Nezahualpiltzintli, nunca jamás tuvieron consigo a sus hijos, sino muy niños, y, cuando los venían a conocer,
era ya por valor de sus personas y q[ue], por esto, lo mereciesen conocer por padre.
Tenía el rey muchas casas en la ciudad en diferentes partes y, fuera della, en vergeles y recreaciones,
donde tenía [a] sus mujeres y donde se criaban sus hijos, con amas y criados y servicio q[ue] se les daba
para ello. Tenían su conversación con ellas cuando q[ue]rían y con la q[ue] le[s] parecía. [88] Tenían consigo
algunas más de ordinario, y más regaladas, a quien hacían más favores por algunos respectos buenos q[ue]
en ellas conocían.
[A] las mujeres, cuando nacían, o el p[adr]e o la m[adr]e les ponía nombre, y el ombligo, a diferencia del
del varón, enterraban junto a los fogones, dando a entender por esto q[ue] serían inclinadas a ser caseras,
como les parecía q[ue] eran obligadas. Imponíanlas, sus madres, a tejer, hilar y [a] hacer de comer. Algunas
había, q[ue] se inclinaban a tañer, cantar y bailar. Vivían honestas y recogidas, sirviendo a sus padres y
madres. Casábanse demandadas a sus padres, y jamás convidaban con ellas. Procuraban de tener las
calidades q[ue] se ha dicho, para merecer ser deseadas, y ellos tenían respeto a esto para tomarlas por
mujeres. Dábanles dote a sus padres, como podían. Las hijas de los reyes casaban con reyes o con
señores. Llevaban grandes dotes de pu[ebl]os, casas, tierras, esclavos, y otros muchos bienes y haberes.
La mayor parte de los hijos de la gente común se criaban en otras casas q[ue] había en la ciudad, q[ue
se] llamaban telpochcali, q[ue] se interpreta “casa de mozos”, donde también eran enseñados a las mismas
costumbres y doctrina q[ue] en las otras de los sacerdotes de los templos, salvo cosas de sus ceremonias.
Los más destos, y sus padres, se ocupaban en la labor de la tierra, en q[ue] ponían su principal fin, después
del de las armas. Y, destos, salían algunos hombres muy valerosos, q[ue] después eran traídos al gobierno
del pu[ebl]o, y a otros cargos y dignidades.
Tenía el rey su audiencia real, donde oían de just[ici]a ciertos hombres para ello señalados y
escogidísimos en discreción, habilidad y buena conciencia, los cuales, con mucha benevolencia, oían y
conocían de las causas de civiles y criminales q[ue] se ofrecían entre todo género de partes, de cualquier
calidad q[ue] fuesen, y sentenciaban conforme a las leyes q[ue] tenían de sus reyes. Tenían, en su
audiencia, mucha autoridad [y] silencio, y escudriñaban con mucho cuidado la verdad de los negocios.
Ninguno había de durar más de ochenta días, [89] por calificado que fuese, haciendo sus informaciones de
testigos. Y, cuando no los había, juzgaban por indicios q[ue] bastasen por prueba. Las cosas arduas las
comunicaban con el rey y, las dudosas, se las remitían y él las determinaba, después de muy bien
informado de los jueces q[ue] llamaban tetecuhtin [90] y de las propias partes. Había, destos [tetecuhtin], seis
de [san]gre [91] real y otros tantos de los plebeyos, personas de mucha prueba y larga experiencia no
llevaban paga ni presente de las partes, ni se les permitía. Vivían tan justos y tan recatados en hacer
just[ici]a, q[ue] se averiguó q[ue], en tiempo de Nezahualcoyotzin y su hijo Nezahualpiltzintli, jamás hicieron
cosa por [que] fuesen castigados ni depuestos de sus oficios. Procedían contra todo género de hombres,
a[un]q[ue] fuese [92] contra los hijos de los reyes, [a] los cuales castigaban con mayor aspereza y severidad
q[ue] a los demás de la gente común, por ejemplarlos; tanto, q[ue], a un hijo de Nezahualcoyotzin, muy
valiente y valeroso, q[ue] fue acusado del pecado nefando, lo sentenciaron a muerte, conformándolo su
padre y ejecutando él la sentencia. Y otro, q[ue] era legítimo heredero de Nezahualcoyotzin, llamado
Tetzauhpiltzintli, q[ue] fue acusado de crimen legis [93] contra Nezahualcoyotzin su padre, fue por éstos del
concejo sentenciado a muerte y ejecutada en él la sentencia. [94] El rey tenía gran cuidado de [que e]n todo
se hiciese just[ici]a, y, por esto, los deste concejo la hacían, no sólo en esta ciudad, en lo q[ue] en ella se
ofrecía, pero contra los jueces q[ue] no la hacían en los demás pu[ebl]os donde, para administrarla, eran
puestos. Y, si alguno destos, por pasión y afición no la hacía como debía, y era en negocio liviano, era por
ello castigado con suspensión perpetua de oficio real, o por tiempo limitado, y desterrado por algún tiempo o
recluso en su casa: todo, con pena de muerte si lo quebrantase, la cual se ejecutaba en el q[ue] lo
quebrantaba.
Las leyes q[ue] guardaban con más observancia, y con pena de muerte sin remisión ejecutada, eran, la
primera y principal, la traición al reino, porq[ue], el q[ue] era hallado o tomado por principal en este delito, lo
despedazaban vivo, [lo] cortaban por sus coyunturas con unos pedernales agudos y tiraban, con los
miembros y pedazos q[ue] cortaban, a la gente q[ue] a la mira se hallaban, procurando, por esta vía,
eternizar en la memoria de los hombres tan espantable castigo, para q[ue] no se atreviesen jamás [a]
intentar semejante cosa. Y, a los demás q[ue] hallaban culpados en ello, eran ahorcados, y los bienes
muebles de los unos y de los otros eran dados a sacomano, y las casas derribadas y sembradas de salitre,
y las tierras confiscadas para el rey, q[ue]dando todos sus descendientes infames. ¡Era tan abominable este
delito!
Traición a la persona real jamás aconteció, si no fue lo q[ue] se contó de Tetzauhpiltzintli, p[or lo cual]
[95]
llamaban en su lengua tetzauhtlato al q[ue] lo cometió, que es tanto como decir “hecho prodigioso y cosa
contra natura”. [96] Y otro hijo de Nezahualpiltzintli, muy valeroso, llamado Huexotzincatzin, se la hizo [la
traición a su padre] en echarse con una mujer de las de su padre y, por ello, fue[ron] muerto[s] entrambos.
[97]
Y la mujer legítima de Nezahualpiltzintli, hija del rey de México, también fue muerta por adúltera y, con
ella, todos los q[ue] se hallaron culpados en el delito. [98] Los q[ue] cometían el pecado nefando eran sin
remisión muertos, y, era tan abominado entre ellos este delito, q[ue] la mayor afrenta y baldón q[ue] uno
podía hacer a otro era llamarlo cuilon, q[ue] quiere decir “puto” en n[uest]ra lengua. [99] Y, generalmente, a
los adúlteros y adúlteras, si no era q[ue] los perdonaba la parte ofendida, daban la muerte con una losa
q[ue] les dejaban caer sobre la cabeza, haciéndosela plasta. Y, lo mismo, [a]l q[ue] forzaba a doncella o
viuda, si no era mujer de amores, q[ue] ellos llamaban ahuiani, q[ue] se interpreta “mujer q[ue] se da a
holgar”. [100] Los ladrones padecían la misma pena, aunq[ue] ahogados con lazos q[ue] les echaban a los
pescuezos, y, lo mismo, a los q[ue] se emborrachaban, si no eran muy viejos, q[ue] se les permitía beber,
aunq[ue] eran muy corregidos cuando se embriagaban. Todos los demás delitos y excesos castigaban a
albedrío de buen varón, arrimándose a lo q[ue] les parecía más justo y más conforme a razón. [Y], si algún
hijo del rey, o de otros señores, salían soberbios o arrogantes demasiado, aunq[ue] tuviesen mucho valor,
eran por estos jueces desterrados por algún tiempo [a] donde padeciesen algunos trabajos, con q[ue]
corregían la demasiada e insufrible presunción.
Jura. [101] Cuando el príncipe sucedía por rey a el reino, lo primero q[ue] hacían era cubrirlo con una
ropa real de algodón azul, de la suerte q[ue] en esta relación va pintado, [102] y poníanle unas cutaras a los
pies, también azules, y en la cabeza, en lugar de corona y por insignia real, una venda de algodón azul,
forrada, q[ue], por la parte que caía encima [de] la frente, era más ancha, y tanto, q[ue] casi parecía una
media mitra: Y, con estos hábitos y pompa real, iba al templo mayor de Tezcatlipuca, acompañado de todos
los grandes y principales del reino, y de los otros reyes de México y Tacuba, si se hallaban presentes. Y,
llegado en presencia del ídolo, se humillaba a él y, luego, le era dado en la mano un incensario, y con él le
incensaba, haciendo lo mismo al oriente y al poniente, norte y sur. Y, hecho esto, echaba las brasas en unos
braseros que allí había, y decíale [al ídolo]:
s[eñ]or, yo soy venido a tu presencia para confirmación del oficio en que al presente soy constituido,
porq[ue], sin tu voluntad, no puede tener ninguna cosa efecto bueno. Y, pues tú lo permites, sé servido
de tenerme de tu mano y encaminarme [en] el gobierno deste estado y reino, pues es tuyo, porq[ue], sin
esto, no acertaré en cosa buena ni que aproveche a tus criaturas, y, de aquí, se me seguirá odio de ti y
aborrecimiento, con q[ue] me vengas a castigar y hacer mal...
[Esto decía], con otras muchas palabras de humildad y recomendación, y, [después] de hecho, se bajaba
con toda aquella gente, con mucho silencio y aplauso, y se aposentaba en la casa q[ue] al pie del cu y
templo estaba, q[ue], como ya se ha dicho, se llamaba “casa de hombres de dignidad”. [103] Y allí [se] estaba
cuatro días ayunando, sin comermás de una vez a medio día y sólo un manjar, y, desto, poca cosa, [y] bebía
agua simple. No había de llegar a mujer, ni hacer cosa q[ue] pareciese cosa deshonesta. Gastaba el tiempo
en meditar y considerar el estado nuevo q[ue] le encargaban, de tanto poder y grandeza, y el cuidado q[ue]
había de tener el gobierno dél. Todas las mañanas destos cuatro días, había de incensar al ídolo y hacia las
cuatro partes que se ha dicho, y, lo mismo, a las tardes, cuando ya se ponía el sol.
Pasados los cuatro días, era, por ceremonia, bañado con agua simple y fría, y, puesta la corona y
vestidos reales, acompañado de todos los grandes de su reino, y de los embajadores o personas ilustres
q[ue] le venían a ver, salía a la plaza al areito pú[bli]co, y bailaba con mucha mesura y gravedad y
principalmente. Le acompañaban [en] este día al areito, hasta ir a su casa, todos los descendientes de las
personas que, acerca de lo de sus pasados, tenían méritos, con ciertos líos y cosas de cargo, y mucha
diversidad de insignias de dignidades, representando en esto la memoria de los servicios que sus pasados
dellos hicieron al rey nuevo, o a sus antecesores, dando a entender q[ue], por este mérito, iban cargados de
dones, bienes y de dignidades, ejemplando a los demás para q[ue], haciendo lo mismo, esperasen
semejante galardón.
Acabado el areito ya cerca de la noche, se iba a la casa real y allí, en una sala grande, esperaba a que
le diesen el parabién del reino, no con señales de gozo y contento, sino rep[r]esentándole los trabajos del
gobierno y cuántos cuidados tenía, y que aquella dignidad real estaba acompañada de muchos sobresaltos
y mudanzas, y que dél dependía el bien o el mal de todos, y [que] [104] no se descuidase. Y sobre esto era
toda la tema de lo [105] q[ue] le decía[n]. Pero las dos personas de mayor dignidad del reino, después del
rey, le hablaban con mayor libertad y, llorando a lágrima viva, le decían q[ue] mirase por el bien pú[bli]co de
manera q[ue] sirviese a Dios, porq[ue] por esto, principalmente, era puesto por él en aq[ue]lla dignidad real;
y q[ue], sobre todo, prefiriese el bien general sobre el suyo particular y se acordase, cuando se viese muy
vestido y adornado de hábitos reales, con mucha abundancia de comidas [y] diversidad de manjares, [de] la
necesidad y pobreza de los pobres para hacerles bien; y q[ue] no pensase q[ue] aq[ue]lla majestad era suya
perpetua, sino prestada en tanto q[ue] hiciese el deber, porq[ue], si no, luego sería depuesto dél por el q[ue]
se lo había dado, con mucha mengua e ignominia. Y [decíanle] otras muchas razones, inclinándole a virtud,
y, muchas veces, le enternecían de manera q[ue] le hacían llorar. Y respondíales pocas palabras de
agradecimiento, diciendo q[ue], sin embargo de que él fuese rey, que ellos habían de gobernar el reino,
como lo hacían en tiempo de su antecesor, y q[ue] no le desamparasen, sino q[ue], como hombres expertos
en el gobierno, le dijesen [106] y encaminasen en [lo] q[ue] había de hacer. Y, despedidos con esto, de a[ll]í
adelante mandaba y gobernaba como le parecía q[ue] convenía, poniendo todo su cuidado principalmente
en tres cosas: la primera, en los negocios de la guerra; la segunda, en el culto divino, y, la tercera, en los
frutos de la tierra, para q[ue] siempre hubiese mucha hartura.
Oí[a] todos los días de cosas de gobierno, porq[ue], las de just[ici]a, oían los jueces, de quien ya se ha
dicho. Despachaba con pocas palabras, y jamás se excedía de lo q[ue] mandaba. Tenía tiempo para oír
cantos, de q[ue] eran muy amigos, porq[ue] en ellos, como se ha dicho, se contenían muchas cosas de
virtud, hechos y hazañas de personas il[ustr]es y de sus pasados, con lo cual levantaba el ánimo a cosas
grandes; y también tenía otros, de contento y pasatiempo y de cosas de amores. Salían pocas veces a lo
pú[bli]co: paseábanse a pie, yendo [a] algunas casas de placer q[ue] en la ciudad tenía, o fuera della, yendo
y viniendo con poca gente, y de la de su casa. Tenían de costumbre, después q[ue] habían comido y bebido
su cacao, tomar humo de unos cañutos de caña, que encendían llenos de liquidámbar y otras cosas
aromáticas, y también les daban flores hechas ramilletes, de q[ue] eran muy amigos. No dormían entre día
y, de noche, muy poco, porq[ue] se acostaban tarde y se levantaban, dos y tres horas antes q[ue]
amaneciese, a hacer sus ince[n]sarios a las cuatro partes del mundo en reverencia y sacrificio de Dios, sin
faltar jamás de hacerlo. Si era hombre de guerra y tenía la dignidad de tequihua, de q[ue] adelante se dirá,
preciábase della con traer las insignias dellos. La corona no la traía de ordinario, sino cuando había cortes o
ayuntamientos generales de los demás señores sus inferiores. Entonces, q[ue] trataban de sus negocios, se
sentaba él solo en su cabo, a una mano del fogón; porq[ue], en estos lugares reales, jamás dejaba de
haberle con lumbre. Y los demás estaban, apartados dél, sentados con mucho comedimiento y humildad, y
hablaban por sus veces, sin q[ue] se interrumpiesen los unos a los otros. Y consultaban todos los negocios
del reino y lo q[ue] se debía hacer para el buen gobierno dél, según el tiempo y la experiencia les enseñaba.
Eran estos señores muy bien recibidos del rey y muy festejados con muchos dones que les mandaba dar,
cuyos hijos vivían en la corte en servicio del rey, y doctrinados de los sacerdotes. Tenía otro concejo de
guerra, q[ue] llamaban tequihuacacali, [107] de donde se trataba de todo lo tocante a ella, asistiendo a él el
capitán general de todo el reino, q[ue] se llamaba, por título de dignidad, tlacochcalcatl. [108] Y, de aquí, salía
consultado lo q[ue] se había de hacer, lo cual el general comunicaba con el rey. Ninguna guerra nueva se
intentaba jamás, sin consulta de todos [los] tres reyes de Tezcuco, México y Tacuba, los cuales vivieron en
mucha conformidad, q[ue] no es de poca admiración Aunq[ue], por uno de los de México, [109] fueron
puestas asechanzas a Nezahualpiltzintli para que lo matasen en la guerra los huexutzincas, enviándoles sus
insignias y armas, pintadas, para q[ue] lo conociesen; y, porq[ue] no hace al propósito esto, no se tratará
dello. Eran estos reyes tan cercanos parientes los unos de los otros, q[ue] no bajaban de tíos, sobrinos o
primos. Eran amigos de saber el arte de los nigrománticos o hechiceros, para estar prevenido[s] contra
ellos. Eran muy supersticiosos y agoreros, teniendo mucha cuenta [110] con los cielos y sus mudanzas, y con
todo género de aves nocturnas, q[ue], generalmente, las tenían por prodigiosas y señal de males venideros,
adivinando por ellas los sucesos. Y, por algunas veces q[ue] acertaban, erraban las más.
Toda la renta gastaba y consumían [el rey] con todo género de gentes de su reino, y de los ajenos, con
cuenta y razón que, [cuan]do había hambre o carestía, [111] sustentab[a...] a todos sus vasallos y, por
entonces, mandaba cesar las guerras. Las mujeres que tenía eran cuantas quería, como se ha dicho, y no
había menester más de que le pareciese bie[n], porq[ue] luego enviaba por ella y, sin réplica, se la
enviaban, si no era casada, porq[ue], en tal caso, no la pedía ni quitaba a su dueño, por bien que le
pareciese. Tenía gran cuenta [de] si venía a su poder doncella, porq[ue] le parecía cosa vergonzosa para su
grandeza tomar mujeres estupradas.
Cuando moría, era cosa espantosa ver el sentimiento que todo el reino hacía, porq[ue] siempre fueron
amados los reyes desta ciudad de todos sus vasallos, a lo menos Nezahualcoyotzin y su hijo
Nezahualpiltzintli. Y, mucho más tiernamente, lo lloraban sus mujeres, hijos, y criado[s] y esclavos. Estaba el
cuerpo, después de m[uerto, en un] aposento airoso [durante] cuatro días, aguardando a los que de todas
partes habían de venir a llorarle, poniéndole una pesada losa encima del vientre por que, con su frialdad, le
conservase sin corromperse y, con su peso, no le dejase hinchar, adornado de sus hábitos e insignias
reales, y cubierto con una ropa real azul. Y, estando desta manera, llegaban todos los grandes de su reino,
y los reyes de México y Tlacopan y otros señores, o sus embajadores de los d[ic]hos reyes y s[eño]res, [112]
q[ue] siempre eran personas graves, cada uno de por sí o de dos en dos. Y, como si estuviera vivo, le
decían q[ue] fuese enhorabuena su descanso, porque, con su muerte, se habían acabado todos los trabajos
desta vida; y que, en premio de su valor y virtud, de que todos se hallaban faltos y desamparados, había ido
al lugar del descanso y deleite, donde est[aría] descuidado de las miserias del mundo, y en la variación y
mudanza de sus cosas. Y, si le q[ue]daban hijos y hermanos q[ue] le heredasen, le decían q[ue], aunq[ue] él
se iba y era muerto, q[ue] en efecto se podía decir q[ue] no moría, pues dejaba en su lugar [a] hijos o
hermanos, de quien tenían esperanza suplirían su falta y, en su lugar, gobernarían el estado q[ue] dejaba, y
otras cosas a este tono. Los embajadores de los reyes decían lo mismo, añadiendo, de parte del q[ue] los
enviaba, q[ue], sin él se hallarían solos y desamparados de su buena fortuna q[ue], mediante su valor, les
era favorable en el gobierno de sus reinos. Y, luego, revolvía[n] a los hijos o hermanos qu[e estaba]n
presentes, y les traían a la memoria la grandeza y valor del difunto, contando las cosas más virtuosas y
excelentes q[ue] por él fueran hechas, y [exhortándolos a] q[ue], a imitación suya, se esforzasen a hacer lo
mismo, encargándose del reino.
Pasados los cuatro días, componían el cuerpo de semejantes arreos q[ue] los del ídolo de
Huitzilopuchtli, y llevado al patio de su templo, q[ue], como se ha dicho, era el principal cu desta ciudad, y
allí, adornado como estaba, era q[ue]mado hasta hacerse ceniza, con todos los hábitos reales que habían
servido a su persona, con toda la pedrería rica y piedras preciosas de que, siendo vivo, se componía. Y,
secas las cenizas y cogidas en una caj[a de] piedra o madera, [las] llevaban a la [casa] real, en un aposento
q[ue] para ello estaba asignado. Y de lienzos, atado como mejor podían, hacían un bulto como de persona
que estaba sentada, la cual, puesta encima [de] la caja, [all]í cubrían de hábitos reales y le ponían una
máscara de oro o de turq[ue]sas engastonadas en otra máscara: y allí era guardado con mucha veneración,
donde todos los q[ue] de nuevo venían, y q[ue] no pudieron llegar a tiempo de llorarle el cuerpo presente, le
lloraban y le hacían semejante plática como se ha dicho. Poníanle delante, cada día, un servicio de comida
real. Y, habiéndolo tenido un rato, lo sacaban los q[ue] para ello tenían cuidado y volvíanlo a la [mesa], [113]
para que se gastase y comiese con lo demás q[ue] allí se guisaba. Poníanle sus ramilletes y uno de
aq[ue]llos cañutos q[ue] hemos dicho, en q[ue] recibían aquel humo de buen olor. [114]
Al tiempo [en] q[ue] había de ser quemado el cuerpo, mataban, degollando, [a] todos los que de su
voluntad q[ue]rían morir con él, diciendo q[ue] q[ue]rían ir en su compañía. Éstos, siempre, eran algunas de
sus mujeres, especialmente las q[ue] más le habían amado en vida, por mostrar el mismo amor en la
muerte. También lo hacían algunos de sus criados o esclavos, aunq[ue] destos y de esotros siempre eran
pocos. Esta misma orden tenían en la muerte de l[os de]más hombres principales. Y en la de l[os ple]beyos
y gente común, y, de cualquier edad que morían, [quemaban] el cuerpo y enterraban las cenizas puestas en
ollas de barro; salvo a los q[ue] morían de lepra, sarna, nacidos, diviesos y bubas, y otros males de
pudrición y materias, que [a éstos] los enterraban enteros, sin q[ue]marlos.
Las honras y lugares de dignidad siempre se daban a los más merecedores dellas, teniendo respeto a
q[ue], a las personas q[ue] se daban, concurriesen en ellas las calidades q[ue] conviniesen; aunq[ue], como
se ha dicho, siempre eran preferidos los valientes, con tal q[ue] no faltase en ellos las demás partes,
porq[ue], en tal caso, no se tenía cuenta con su esfuerzo, sino con la prudencia para el gobierno del [cargo]
q[ue] se le daba. No intervenían, par[a alc]anzar estas cosas, intereses, favores, linaje, esfuerzo y valentía,
[115]
sino sólo merecerlo con verdadera virtud, de q[ue] se había de tener larga y muy cierta experiencia. No
se averiguó de que jamás nadie de por sí, ni por interpósita persona, ni por mucho que mereciese, les
pretendiese, encubierta ni descubiertamente, por muy privado que fuese del rey [o] de la[s] persona[s] que
con él valían. [116] Y, así, eran dados a elección del rey, el cual siempre tenía respeto a lo q[ue] se ha dicho.
Procuraban que los mozos, cuando viniesen a tener parte con mujeres o casarse, tuviesen edad
perfecta, y lo mismo las mujeres, porque decían [que], si usaban de los actos venéreos en edad tierna y
muy juvenil, impedían a la naturaleza, de tal manera q[ue] no llegaban a las fuerzas y grandeza de cuerpo
q[ue les c]onvenía y ella quería. Y aun dicen que era embargo para la habilidad del entendimiento; y una de
las más principales cosas, demás de otras muchas, era ésta la una por q[ue] se les prohibía el vino: porque
decían q[ue] se les entorpecía el juicio.
Esforzábanse los nobles, y aun los plebeyos, si no era para la guerra, para valer y ser sabidos y
componer cantos, en que introducían, [117] por vía de historia, muchos sucesos prósperos y adversos, y
hechos notables de los reyes y de personas ilustres y de valor. Y, el q[ue] llegaba al punto desta habilidad,
era tenido y muy [118] estimado, porque así [119] eternizaba con estos cantos la memoria y fama de las cosas
q[ue] en ellos componía. Y, por esto, era premiado, no sólo del rey, pero de todo el resto de los nobles.
Otros se daban a oír en los concejos y, con habilidad natural y con cargo [a la exper]iencia de lo q[ue] en
ellos sucedía, venían a ser hombres muy [120] pláticos y, conocidos por tales, les daban cargos de just[ici]a y,
otros, en otras cosas virtuosas; de manera que, por diferentes vías, como fuese virtuosa y noblemente,
subían a valer y ser tenidos y estimados. Aunque, como se ha dicho, ninguno destos, por famoso q[ue]
fuese ni porque fuese hijo de rey, había de llegar a gozar de los privilegios de los valientes, ni vestirse de
sus hábitos y trajes, ni traer sus insignias; porq[ue] a ellos solos se permitía traer el cabello afeitado en la
forma q[ue] aquí va pintado, [121] y vestirse de todas las vestiduras, de las hechuras y colores que
quisiese[n], salvo la ropa real azul, que se ha pintado [al hablar d]el traje de los reyes, [122] ni ponerse
aquella corona o insignia real de que ya se trató. Y esto hacían, principalmente, para pr[ovo]car a todos a
una envidia virtuosa d[e av]enturarse a la guerra, y [a] hacer cosas dignas de merecer lo mismo q[ue] ellos.
Aunq[ue], para venir a ser tequihua, que era llegar a ser [123] afeitado en la forma q[ue] se ha dicho y
pintado, había de haber, primero, muerto o preso [a] cuatro enemigos: que entonces, con ciertos padrinos y
en el templo principal, ante el señor o rey, le daban la dignidad de caballería, afeitándole y dándole ciertas
borlas de plumas para insignia de su dignidad y caballería. Y, dende allí adelante, gozaba de privilegios y
exenciones, entre las cuales eran en sentarse entre los demás tequihuaq[ue] y hallarse en los concejos de
guerra, y comer y bailar con ellos, y, sobre todo, estaban en grado de al[can]zar capitanías y oficios de
gue[rra, y] otras dignidades de paz y gobierno de la república; aunq[ue] no, por esto, había de dejar de dar
su tributo al rey. Porque, generalmente, los daban todos, si no eran dos géneros de personas: los unos eran
los hijos y descendientes de Nezahualcoyotzin, y, los otros, los q[ue] tenían méritos acerca dél por haberle
ayudado y servido en el tiempo [en] que fue perseguido de su rebelde reino y naturales, matándole a su
padre, como se ha dicho. Porq[ue] fuera destos, luego que los tornó a sojuzgar, en señal de su rebelión los
hizo tributarios a todos generalmente, en q[ue] entraron muchos de sus deudos y parientes q[ue], por no le
haber acudido en tiempo de necesidad, los hizo pecheros con los demás. Y, hasta hoy, los descendientes de
Nezahualcoyotzin, cuando tienen diferencia con los demás, les dan en cara con esta rebelión antigua de sus
pasados y q[ue, po]r esto, eran pecheros, sin embargo [de qu]e fuesen de sangre ilustre y real, [124] aunque
los unos y los otros, el día de hoy, son todos tributarios a su Majestad.
Procuraban los nobles, para su ejercicio y recreación, deprender algunas artes y oficios, como era
pintar, entallar en madera, piedra u oro, y labrar piedras ricas y darles las formas y talles que querían, a
semejanza de animales, pájaros y sabandijas; aunque estas piedras estimaban, no era porq[ue] entendieran
dellas alguna virtud o propiedad natural, sino por la fineza de su color y por haber pocas dellas. Otros [se
dedicaban] a ser canteros y carpinteros, y, otros al conocimiento de las estrellas y movimientos de los
cielos, por los cuales adivinaban algunos sucesos futuros. Y se entiende que, si tuvieran letras, llegaran a
alcanzar muchos secretos naturales; pero, como las pinturas no son muy capaces para [rete]ner en ellas la
memoria de las [cosas que] se pintan, no pasaron adelante, porque, casi en muriendo el que más al cabo
llegaba, moría con él su ciencia.
No había entre ellos hombre mujeril ni afeminado, y, si alguno daba nota desto, era con tanta priesa
baldonado, que le hacían mudar costumbre y tomar ser y valor de hombre. Y tanto se preciaban de serlo y
de ejercer las armas, que muchos señores tuvieron forma de hacer matar a sus propios hijos, cuando
conocían dellos falta del esfuerzo y ánimo, porq[ue] no viviesen infame y vergonzosamente entre los demás
hombres de guerra.
Tenían por costumbre permitida de hacerse esclavo el que quería, con recibir el precio que paga[ba]n
de su persona: y, con esto, se obligaba a la sujeción y servidumbre de esclavo, y no podía ahorrarse e[n]
ninguna manera, si no era dando y volviendo lo que había recibido; pero [es]to sucedía pocas veces. Y [a]
éstos y [a] los demás [los] compraban mercaderes de tierras extrañas y que traían a estos reinos. Habían de
ser, de sus amos, humanamente tratados y, cuando les daban vida áspera y cruel, que era evidente señal
desto al ponerles una tova de madera grande al pescuezo, [125] eran libres si, con ella huyendo, se entraban
en la casa real, por privilegio de los reyes; aunq[ue], a los dueños, daban algún interés en recompensa de lo
que les costó.
Tenían de costumbre, en cada ochenta días, ayuntarse los nobles, y personas de toda dignidad y
oficios, en aquella casa de dignidad que hemos dicho, [126] y un sacerdote viejo, con tal q[ue] fuese muy
virtuoso y hábil, les hacía un razonamiento que duraba tres y cuatro horas, a manera de sermón, en que les
decía las cosas que eran menester remediar, corregir o enmendar, y [las fa]ltas generales, reprehendiendo
comúnmente los excesos que había y enseñándoles a bien y virtuosamente vivir. De manera que algunos
destos eran tan retóricos, q[ue], con su doctrina y ejemplo de buena vida, hacían vivir a los hombres con
orden y concierto, y los animaban y atraían fácilmente a hacer en la guerra cosas de valor y esfuerzo, y, en
las de paz, cosas de virtud y buen gobierno. Y esta costumbre era una de las cosas con que más se
conservaron en su modo de vivir, en la forma [en] q[ue] los hallaron los conquistadores. Demás de q[ue], en
los cantos y bailes públicos, lo que se contaba eran de hechos notables que hicieron hombres pasados o
presentes, o cosas que los buenos eran obligados a hacer. Y esto se cantaba con tales palabras y
compos[tura], que movía los ánimos dellos a desear hacer lo mismo y ponerlo por obra, en ofreciéndose
ocasión.
La comida y la bebida de los reyes, y grandes señores y hombres ricos, no eran nada viciosas ni
guisadas exquisitamente: no pasaba de gallinas, conejos, o venados o aves salvajes, asado o cocido, y pan
de maíz y ají, tenido por principal apetito. Y, la del común, a mucho menos, porq[ue] caza no la alcanzaban
y, cuando comían gallina, era por fiesta y regocijo. Comían dos veces al día, una, a la mañana, y otra, a la
tarde. Su bebida de los poderosos era cacao y, por regalo, bebían pinol hecho de chian, una semilla muy
menuda y muy fresca y de mucha sustancia; y desta usaban los plebeyos comúnmente, porq[ue] los más lo
cogían en sus sementeras.
Dormían poco, porq[ue], comúnmen[te, se le]vanta[ban], dos [o] tres horas antes q[ue] amaneciese, a
entender en sus granjerías y cultivar sus tierras. [127] Abañábanse en baños que calentaban, hechos manera
de un aposento muy pequeño y muy bajo, en el un lado del cual tenían un hornillo pequeño en que
encendían lumbre y, echándole agua, entraba el vapor en el aposento y, con el calor dél, sudaban y se
limpiaban y lavaban. Y, esto, por necesidad de enfermedades, porq[ue, de] otra manera, no se les permitía,
especialmente a los hombres, porque decían que era regalo afeminado, y no de hombres ejercitados al
aspereza de los tiempos; demás [de] que decían que encogía los nervios y cocía la sangre.
Los hombres de linaje y [de] todos los oficios de dignidades, y el mismo rey y los tequihuaque, se
trataban, en sus vestidos, muy honestos, porq[ue] no traían más q[ue] mantas blancas, sino eran en días de
fiestas y areitos públicos, q[ue] compo[níanse] diferente de los mexicanos, tla[x]calteca o huexotzinca, [128]
qué siempre andaban arreados a la soldadesca y fanfarronamente.
Las leyes y ordenanzas, y buenas costumbres y modo de vivir q[ue] generalmente se guardaba en toda
la tierra, procedía[n] desta ciudad, porq[ue] los reyes della procuraron siempre q[ue] fuesen tales cuales se
han dicho. Y, por ellas, se gobernaban las demás tierras y provincias sujetas a México y Tacuba. [129] Y,
comúnmente, se decía en toda la tierra que, en esta ciudad, tenían el archivo de su concejo, leyes y
ordenanzas, y q[ue], en ella, les eran enseñadas, para vivir honesta [y] políticamente como hombres y no
como bestias.
Tenían el año de trescientos y sesenta y cuatro días, de manera q[ue], conforme a n[uest]ro calendario,
diferían del n[uest]ro [en] un día y seis horas. [130] Tenían dieciocho fiestas [en] cada año, q[ue] caía[n a]
veinte días ca[da fiest]a. [131] Y [a] los cuatro días que sobraban, intercalares, llamaban ellos nenontemi, que
quiere decir que “ni son del año q[ue] acaba, ni del que comienza”. [132] Cada una destas fiestas tenía su
nombre diferente de los otras y, por cada una dellas, corrían los veinte días, llamándolos por de aquella
fiesta. Y, acabados, luego corrían otros tantos, del nombre de la fiesta que se seguía, como si dijésemos un
día de la semana de Ramos o de Pascua. Tenían por peligrosa la [133] enfermedad que comenzaba en [134]
el tiempo destos días intercalares.
15 ¶ Gobernábanse con la obediencia grande q[ue] tenían al rey y a sus ministros, los cuales eran
proveídos por él en todos los lugares y pueblos de su jurisdicción. Y, lo que se había de hacer, mandába[lo]
el rey y, de mano en mano, iba a parar hasta aquellos q[ue] lo ejecutaban y ponían por obra. Y, con [el
guardar las costumbres y ordenanzas que [hab]ía, y castigando los excesos que se hacían al deber, y con
que cada uno usaba del oficio y gobierno que le era encomendado, con mucho cuidado, y, principalmente,
porque conocían del rey celo grande de just[ici]a, vivían quietos y pacíficos, sin alterarse jamás. Y, sobre
todo, porque, naturalmente, los indios son muy domésticos y pacíficos unos con otros.
Las guerras que tenían de ordinario eran con los de Tla[x]calan y Huexultzinco, introducidas de
voluntad y consentimiento de Nezahualcoyotzin por dos c[au]sas: la una, por el ejercicio militar, para q[ue],
por él, [135] los buenos y nobles mereciesen en todo tiempo premios dignos de hechos valerosos de armas,
pareciéndoles q[ue] no era justo que, lo que sus pasados ganaron y ellos sustentaban con esf[uerz]o, lo
heredasen y poseyesen los hijos con una ociosa y vergonzosa paz, amiga de todos [los] vicios, y riesgo de
caer en sujeción por falta de ejercicio y cuidado de [los] enemigos. Y, así; concertaron entre sí que esta
guerra sirviese para sólo este efecto, con q[ue], si hubiese hambre o carestía en las tierras de los unos,
cesasen las guerras y pudiesen, libremente, los otros entrar en las [tierras] de los otros a proveerse de
provisión y q[ue], acabada la necesidad, también se acabasen las treguas; aunq[ue] esto no aconteció
jamás en espacio de poco más de setenta años que duraron las guerras, q[ue] fue hasta la venida de los
españoles a esta tierra. [136] Y, asimismo, concertaron que, cuando aconteciese q[ue] los unos tuviesen
necesidad del favor de los otros para contra otros enemigos q[ue] los tuviesen el algún aprieto y estrechura,
fuesen obligados [los otr]os [137] a ayudarlos con todo su poder. Y, lo otro y más principal, fue para el servicio
de sus ídolos, para que los prisioneros que hubiese, del un cabo y del otro, fuesen para sacrificar a sus
dioses; porq[ue], por la vecindad y cercanía q[ue] se tenían, excusarían de ir a lejanas tierras a traer
prisioneros para el ordinario sacrificio. Y esto debe ser verdad, por muchas razones y evidentes argumentos
q[ue] lo confirman. Lo primero, porq[ue], cuando Nezahualcoyotzin anduvo peregrino y ajeno de su reino por
la rebelión de los suyos, como queda dicho, fue acogido de los señores tla[x]caltecas en su tierra, y como a
su pariente y sangre y linaje, porq[ue] los tla[x]caltecas se precian de la descendencia de los chichimecas,
[y] le ayudaron a ganar de nuevo el reino y señorío. Y, lo mismo, los huexultzincas, aunq[ue] no [por]
obligación de parentesco, sino por amistad. Y es razonable cosa de creer q[ue] Nezahualcoyotzin, rey tan
virtuoso, por no dar muestra de ingratitud, no rompería con ellos por ninguna ocasión ni acontecimiento. Y
así, sin embargo de la guerra q[ue] la una gente hacía a la otra en lo público, él enviaba [a] sus
embajadores a visitar a los señores tla[x]caltecas, enviándoles dones y riquezas de las q[ue] ellos carecían,
[ya] que ellos hacían lo mismo con él; aunq[ue] faltaban en presentes, por ser pobres. [138] Y esta misma
orden se tuvo con Nezahualpiltzintli, su sucesor. [139]
Yo alcancé a conocer [a] uno de los embajadores q[ue] se llamaba Tlalcoyotl, hombre de mucho ser [y]
habilidad, y por esto, y por la calidad de su oficio, muy tenido y estimado entre los indios, del cual supe
muchos secretos y antigüedades; cuanto más, q[ue] lo q[ue] más testif[ica] esta verdad son los cantos viejos
y antiguos, donde, en muchas partes dellos, trata dello. Demás q[ue] los huexutzincas, en tiempo de
Nezahualpiltzintli, por estar perseguidos de las guerras ordinarias y no poderlas sustentar, y por la que de
nuevo se les recreció de sus vecinos los tlaxcalteca[s], se vinieron muchos señores dellos a Tezcuco,
México y Tacuba, en nombre de su república, a someterse por tributarios; porq[ue] querían más estar
sujetos a ésto[s], aunq[ue] infamemente, q[ue] no estar a la continua con sobresalto de las guerras, que era
consumición de su patria. Porq[ue, por] morir muchos hombres en ellas, había ya tan pocos que, de cuatro
partes de la gente q[ue] en ella había, las tres eran de mujeres. Y, no permitiéndolo estos reyes porq[ue] no
cesase el ejercicio militar y el sacrificio de los prisioneros que en la guerras [se ha]bían, les mandaron
volver, con treguas q[ue] les otorgaron con cierto tiempo, y les dieron tanta cantidad de gente, de
mexicanos, tepanecas y tezcucanos, q[ue] bastasen a defenderlos de los tlaxcaltecas, hasta que se
reformaran en el número y fuerzas que antes tenían. Y hoy día permanecen en Huexutzingo estas tres
naciones, que están pobladas en sus barrios de por sí, con voz y título de donde son. De manera q[ue], por
esto, se colige que estas dos ciudades eran, verdaderamente, conservadas para este efecto referido. [140]
Lo cual confirma lo q[ue] Motecuhzuma respondió al Marqués del Valle, preguntándole la causa de no
haberles ganado, pues su poder, y el [141] de los demás señores de la tierra, era tan aventajado, diciendo
q[ue], para la conservación del ejercicio militar y tener a mano prisioneros de valor para [el] sacrificio de sus
dioses, no había convenido sujetarlos. [142] Porque, conforme a su uso y derecho de guerra, a los q[ue] se
daban y rendían no les hacían ningún mal, antes los dejaban libremente, con sola la imposición de lo q[ue]
habían de tributar. Y, conforme a esto, si los sujetaran, como pudieran, se ponían en necesidad y trabajo de
[ir a] buscar prisioneros muy lejos y a tierras remotas, porq[ue] toda la cercanía tenían llana sujeta.
Y dan otra razón, q[ue] también confirma la opinión [arriba expresada], y es que el principal regalo de
q[ue] los señores desta tierra usaban en su comer era q[ue] las tortillas de maíz q[ue] habían de comer
fuesen calientes y sacadas hirviendo del horno, porq[ue], comiéndolas desta manera, eran más fáciles de
digestir; y ansí, por la misma razón, q[ue] los hombres q[ue] se sacrificaban a los ídolos, q[ue] eran como su
comida y se[rvicio], querían que fuesen recientes, y no añejos y consumidos de larga prisión y caminos. [143]
Yo, por apurar más esta verdad; lo he preguntado [a] algunos tlaxcaltecas, hombres viejos y de autoridad, y
me han confesado ser verdad q[ue] sus antepasados habían impuesto de su voluntad las guerras q[ue]
tenían antiguamente con los señores desta ciudad, sólo por el ejercicio militar y servicio de los ídolos. Y es
general opinión en toda la tierra, especialmente entre los curiosos que han pretendido saber antigüedades
della.
Las demás guerras y conquistas que tenían antes q[ue] los españoles viniesen eran pocas, porq[ue],
como se ha dicho, tenían toda la tierra casi sujeta, salvo a Michhuacan, porq[ue], como nación valerosa y de
gran provincia, no pudieron sujetarla, antes vinieron de allá rompidos una vez que intentaron entrar en ella;
pero, [to]do el resto desta Nueva España, hasta cerca de Guatemala, tenían llano y sujeto.
La orden q[ue] tuvieron para ello, en q[ue] se fundó su señorío, fue q[ue] Tezozomoctli, señor de
Azcaputzalco, con el mucho poder q[ue] tuvo y el largo tiempo q[ue] vivió, y la suerte q[ue] le favoreció, se
enseñoreo antiguamente de casi toda la tierra. Y, como pretendiese tiranizar a Tezcuco, procuró matar a
Ixtlilxuchitl, señor dél, como en efecto le mató por mano de los suyos, q[ue], a su instancia, se rebelaron. Y,
después, su hijo Nezahualcoyotzin, [como] con ánimo ensalzado procurase cobrar el reino de q[ue] estuvo
despojado nueve años, fue ayudado de los señores mexicanos, sus tíos, q[ue] fue menester poca ocasión
para hacerlo, porq[ue] uno dellos, llamado Chimalpopoca, había sido muerto en prisión por el señor de
Azcaputzalco, porq[ue] dicen q[ue] dio consejo para ciertas asechanzas q[ue] le ponían. [144] [Y], finalmente,
Nezahualcoyotzin y sus tíos, Itzcohuatzin y Motectzuma el viejo, se dieron tal maña y les favoreció la
ventura de tal suerte, que, en muy poco tiempo, conquistaron y ganaron a fuerza de armas a Azcaputzalco,
cabeza de la monarquía [145] de Tezozomoctli, con todo lo demás q[ue] poseía justa o injustamente. Y, desta
manera, se apoderaron de toda la tierra, haciendo tres cabeceras, q[ue] fueron México, Tezcuco y Tacuba,
poseyéndola en la forma [en] q[ue] la hallaron los conquistadores. [146] Y, algunos pueblos q[ue] no quisieron
darse ni rendirse, de los q[ue] habían sido sujetos a Azcaputzalco, después de req[ue]ridos q[ue] se
allanasen y diesen, y no lo haciendo con dureza y vana constancia, les denunciaban guerra a fuego y a
sangre; y, en señal della, les enviaban arcos y flechas, rodelas y macanas, para q[ue], pues est[aban]
contumaces, estuviesen también apercibidos, [y] que no pudiesen decir en algún tiempo, agraviándose,
q[ue] no se les requirió y apercibió. Lo cual hacían por vía de justificar su causa. Y, ansí, juntaban ejército de
todas tres naciones, de tezcucanos, mexicanos y tepanecas, con que los conquistaban y allanaban. Y, [con]
otros pueblos [y] provincias q[ue] después ganaron, se fundaba su justicia en q[ue], en ellos, hacían algunos
notables agravios a mercaderes destas tres naciones, o los mataban astuciosamente por trabar guerra con
ello. Y, en enviando a pedir enmienda ello y no la q[ue]riendo hacer, se les notificaba la guerra por la orden
q[ue] se ha dicho y, de aquí, venían a las manos, hasta ganarlos y sujetarlos. Y desta forma, a lo menos con
este achaque, se hicieron señores de toda la tierra, poniendo guarniciones de gente de todas tres naciones,
[en] las tierras y provincias que convenía para seguridad della. [147]
La orden y manera de su pelear era, principalmente, con rodela macana guarnecida de navajas o
pedernal, con q[ue] daban grandes cuchilladas, y picas con puntas de pedernal, y con arco y flechas;
aunq[ue], éstas gastadas, acudían a la rodela q[ue] llevaban a las espaldas, y macana en la cinta, y
peleaban pie a pie con los enemigos. Y, como ya se ha dicho, siempre procuraban de haberlos vivos a fin de
sacrificarlos, si no era q[ue] la necesidad los forzaba a matarlos, por no poderlos traer y no haber quien le
ayudase, o por otros respectos o priesas q[ue] se ofrecían. Las armas defensivas q[ue] llevaban eran
solamente las rodelas y unas jaq[ue]tillas de ñudillos q[ue] les cubría el cuerpo, q[ue] ellos llamaban
ichcahuipili, y, los q[ue] podían, se g[uar]necían las pantorrillas con grebas de oro y, los molledos, con
brazaletes de lo mismo, porq[ue] no tenían otro género de metal de q[ue] lo poder hacer. Y todo lo demás
del cuerpo llevaban descubierto, salvo la cabeza, que siempre la adornaban con mucha plumería de todas
suertes y colores. Algunos, por parecer fieros al enemigo, se embijaban de negro o de almagre y [se]
pintaban los rostros de diversas formas, [148] y en las rodelas, lo mismo, pintaban rostros y figuras
espantables y desemejantes. Y, generalmente, todos procuraban ir adornados de la plumería de la q[ue],
conforme a su posibilidad, podían haber y alcanzar; aunq[ue] esto les era ocasión de muerte, porq[ue] el
enemigo, especialmente [los] huexotzincas y tlaxcaltecas, se oponían contra el q[ue] más señalado andaba
de ornamentos y p[lum]ajes, a fin de despojarle dellos, porq[ue] carecían dellos por su pobreza.
La guerra que hacían era a cada veinte días, conforme a la cuenta de sus fiestas del año, de manera
que, una vez, la habían con los tlaxcaltecas y, otra, con los huexotzincas. Y ellos, por la propia cuenta, los
aguardaban los propios días en el campo y lugares de la pelea, sin errarse jamás. Llegados los ejércitos a
enfrontarse el uno con el otro a tiro de flecha u honda, hasta gastar las municiones se venían juntando y
allegando los unos contra los otros, y peleaban a macana y rodela. Y los valientes y esforzados se
señalaban en pelear y oponerse contra donde el enemigo estaba pujante o aventajado, corriendo a un cabo
y a otro, y acudiendo [a] donde había mayor peligro. Y si [alguno] de los contrarios se señalaba en hecho y
valor de armas, por el propio caso, discurrían por el campo [hasta] hallarle y pelear con él, conforme a la
comodidad del tiempo y lugar. Y algunos destos, que eran conocidos por valerosas, se [les] juntaban de los
contrarios los más escogidos, para dar en él y prenderlo o matarlo. Y el otro, por defenderse con sus
valedores, se fundaban las más peligrosas peleas, a donde acudía cada cual en favor de los suyos, y allí
era la mayor mortandad. Y, muchas veces, acontecía esto en diversas partes del campo, a donde acudían
los generales, con valerosos soldados y tequihuaq[ue], a animar y defender a los suyos. Y, muchas veces,
con industria, dejaban de respeto alguna gente, con m[andad]o y orden de acudir a la mayor necesidad, con
cuya venida de refrescos no podían los contrarios sustentar el peso de la batalla y, vueltas las espaldas,
huían. Y, en esta coyu[ntu]ra, había más cómodo lugar de prender a muchos de los contrarios, lo cual
hacían yéndoles al alcance; aunq[ue], muchas veces, revolvían con el esfuerzo de sus capitanes, o de otros
valerosos hombres, de tal suerte q[ue] , algunos q[ue] tenían ya prisioneros, se hallaban burlados y, la
necesidad q[ue] tenían de recogerse y no aguardar el peligro de caer en manos de los contrarios, les
forzaba a soltarlos. Y, muchas veces, acontecía que, el prisionero suelto, asía del q[ue] había sido antes
prendido, hasta q[ue] llegaban los suyos y lo acababan de sojuzgar y prender.
Había, entre ellos, hombres tan valerosos, q[ue] no se ocupaban en otra cosa más de en sustentar y
tener en peso la batalla, sin curar de prender a ninguno contrario, aunque el tiempo y l[a] ocasión se lo
ofreciese, por no poner en riesgo de ser el ejército rompido por los contrarios, si no era cuando estuviese ya
seguro desto. Y éstos eran, por la mayor parte, los generales y capitanes. El ser rompidos acontecía pocas
veces, porq[ue], por no lo ser, ponían todo su valor y esfuerzo. [Y] porq[ue], demás del peligro en q[ue] se
ponían, y todo el ejército, aunque escapasen de manos del contrario, eran gravemente castigados de sus
s[eñor]es con muertes y prisiones [y] con otros géneros de tormentos. [149] Y, por esto, cada cual procuraba
hacer el deber o morir honradamente, y no, con infamia, en poder de los jueces, q[ue], con diligente
inquisición, averiguaban las faltas que en la guerra cometían, especialmente las que [se] hacían de miedo y
cobardía. Y, por la misma razón, hacían lo mismo de los q[ue], como valerosos, hacían todo lo posible,
cumpliendo con la obligación q[ue] de buenos soldados tenían, para darles premio y galardón.
Duraba la pelea, hasta q[ue] los generales hacían señal de retirarse, lo cual hacían sin volver las
espaldas, hasta ver si el enemigo, con repararse, les daba lugar para ello. Cuando iban a la guerra, siempre
iban tres ejércitos: el uno, desta ciudad, y el otro, de México, y el otro, el de Tacuba. Y todos, con sus
generales, llegaban un día antes de la batalla en el campo, donde el enemigo los aguardaba o salía al
encuentro. Y, todos tres, concertaban el modo y orden q[ue] habían de tener, lo cual gu[ar]daban entre sí
inviolablemente. Y, hecha la pelea como se ha dicho, se volvían con orden y concierto en formados
escuadrones, hasta salir de donde hubiese temor o sospecha de [que] enemigos los pudiesen turbar e
inquietar su camino. El cual hacían, a la ida y venida, con mucho recato, teniendo para ello muy fieles y
diligentes espías q[ue], de mano en mano, avisa​ban a los generales de lo q[ue] había, a los cuales
premiaban largamente. Cuando caminaban con el ejército a pelear, iban delante los más valientes y
escogidos soldados, y, en su seguimiento, el resto de la gente bisoña y nueva en el arte. Y, cuando venían
de vuelta, los echaban delante.
Esto era solamente en las guerras de sus fronteros, los huexutzincas y tlaxcaltecas, pero, en las demás
jor[na]das que hacían, de caminos largos en donde era menester llevar bagaje y servicio, tenían otra orden,
porq[ue], igualmente, iban soldados viejos [tanto] en la avanguardia como en la retaguarda, llevando en
medio, en lo q[ue] se dice “batalla”, [150] [a] los soldados nuevos y [a] la gente de servicio con el bagaje,
echando siempre delante corredores, de hombres ligeros y valientes, para descubrir el campo y ver si los
enemigos les ponían celadas y emboscadas, sin [contar] los espías q[ue] de, ordinario iban y venían. Y, de
noche, procuraban alojarse en partes y lugares seguros y aventajados, velándose con guardia q[ue] tenían
de mucho cuidado y vigilancia; aunq[ue], con todo esto, los capitanes y generales no se descuidaban un
punto. Y, por esta orden, conquistaron y ganaron todo lo q[ue] poseían al tie[mp]o que el Marqués del Valle
vino a esta tierra.
Vueltos de la guerra, era cosa de admiración las averiguaciones que había de las cosas que en la
guerra sucedían, así de flaqueza y cobardía como de esfuerzo y valentía. Especialmente, se tenía gran
cuenta [de] si, estando el ejército en punto de ser perdido por cobardía de algunos, [151] por el valor de algún
valiente y esforzado no se rompió y perdió, para castigar a los unos y premiar a los otros. Otros tenían
diferencias sobre los prisioneros, de cuál era el verdadero señor del; porq[ue] acontecía haber sido preso
alguno entre dos y tres, y más, y conforme a esto, y al tiempo [en] q[ue] acudió a ayudar, así llevaba el
premio. Y si alguno, con falsedad, se aplicaba algún prisionero, diciendo haberle prendido, por el mismo
caso, si se averigua[ba] lo contrario, era sentenciado a muerte y ejecutada en él la sentencia, aunq[ue]
fuese el principal de los hijos del rey; de suerte que, en esto, no había cautelas ni favores para salir con
ninguna maldad. [152]
Los soldados q[ue] iban a la guerra no aguardaban paga ni salario, ellos ni sus capitanes, sino el
premio digno de sus obras que, con muy cierta esperanza, aguardaban del rey, con muchas honras y
favores. Tenían mañas y cautelas, los generales y capitanes, contra sus enemigos, porque, muchas veces,
se ponían en emboscadas y echaban algunos soldados a q[ue] escaramuceasen con ellos, fingiendo
retraerse o huir hasta meterlos en la celada o emboscada, dándoles por las espaldas con mucho ruido y
grita; y esto era en partes y lugares y tiempos muy aparejados y acomodados para ello. Y, cuando era en
campo raso, hacían muchas sepulturas de noche, muy disimuladas, llevando la tierra q[ue] dellas sacaban
muy lejos. Y, en ellas, se escondían los más valientes y esforzados, soldados, y los generales echaban
algunas ligeras bandas para escaramuzar con ellos, hasta meterlos delante de los que estaban enterrados;
y, saliendo [éstos] de sus sepulturas, les daban por las espaldas con muy grande grita y alarido, con q[ue]
los turbaban y eran tomados del un cabo y del otro, haciendo en ellos estrago y matanza. Y destas astucias,
y otras cautelas, usaban los generales y capitanes cursados, especialmente contra enemigos poco expertos
en el ejercicio de las armas y guerras. Los q[uej escapaban heridos o lisiados, eran sustentados curados por
el rey, y a su costa. La guardaban con gran cuidado la disciplina y orden militar, sin exceder de lo q[ue] sus
capitanes andaban, so pena de muerte. Eran fidelísimos y constantes en toda adversidad, [153] padeciendo
con extraña paciencia todos los trabajos de la guerra. No temían la muerte, sino el hacer cosa infame y
afrentosa.
El hábito que traían: En tiempo de su infidelidad, traían por vestido y hábito, los principales y señores,
como se ha dicho, una manta de algodón, blanca y llana, cuadrada, y atada por el hombro, y unos lienzos
por pañetes, con q[ue] cubrían los miembros ver​gonzosos. Y, las mujeres, traían naguas a manera de
faldellines, sobre q[ue] se fajaban, y unas camisas q[ue] llaman huipiles, de algodón de diferentes colores, y,
el cabello, recogido y atado de la suerte que aquí va pintado. [154] La gente común traían las mantas de
[he]nequén de maguey y, de lo mismo, los pañetes; y, las muje​res, al respecto, q[ue] los unos y las otras
andaban casi desnudos. Y, al presente, ellas traen el mismo hábito, aunq[ue], por honestidad, han añadido
una cobija blanca. Y ellos traen, demás de las mantas, camisas y zaragüeles, [y] algunos traen ya zapatos,
en lugar de las cutaras que antiguamente calzaban.
Los mantenimientos de que antes usaban es de lo propio que al presente usan y se mantienen, que es,
lo principal, el maíz de diferentes colores, aunq[ue] lo mejor es el blanco, y de frijoles de diversas maneras y
colores, y de chian, que es una semilla de mucha sustancia, y de huauhtli y michihuauhtli, y de ají, apetito
principalísimo y jamás fastidioso, por ordinario y perpetuo q[ue] se coma: y, con todos los géneros de
comida, le da gusto y sabor; [155] y gallinas, conejos, liebres, venados, y otras muchas suertes de aves de
caza. Y esto no lo alcanzaban sino los ricos, aunq[ue] ya la gente común, el día de hoy, goza de vaca y
carnero, especialmente los que más tratan y conversan con los españoles; el pan de Castilla comen por
regalo y fiesta, o por necesidad.
Averiguóse una cosa digna de admiración, y es que, en tiempo de su infidelidad, vivieron sanísimos, sin
jamás saber q[ué] cosa era pestilencia; sino q[ue], los q[ue] morían, habían de ser muy viejos o muy niños y
tiernas criaturas: tanto, [156] q[ue] se tenían por prodigio y mal agüero cuando moría alguno fuera tiestos dos
extremos. Y no se halló que sus padres ni antepasados diesen noticia de haber habido jamás pestilencia ni
mortandad como después de su conversión las [ha] habido; tan grandes y crueles, q[ue] se afirma haberse
consumido por ellas, de diez partes, las nueve de la gente que había. Y esto se entiende y tiene por
experiencia desde que los primeros conquistadores vinieron a esta tierra, porq[ue ellos mismos] afirmaban
que era sin número la gente q[ue] había. Y parece bien claro que debía ser ansí, por la mucha tierra q[ue]
labraban y cultivaban, q[ue] hoy día parece acamellonada generalmente en todas partes, la mayor parte de
la cual está desierta y eriaza Y, con tres pestilencias generales q[ue] han tenido desde q[ue] los ganaron, se
han consumido y menguado de tal suerte, q[ue] dicen los indios viejos y antiguos, con quien esta relación se
hace, [157] q[ue] pueblos y lugares peq[ue]ños sujetos a esta ciudad, que tenían en su infidelidad más de a
quince mil vecinos, no tienen al presente seiscientos, y otros q[ue] no eran tan grandes, están del todo
despoblados y desiertos. Y es cosa notoria q[ue], en la pestilencia general q[ue] hubo desde el año pasado
de setenta y seis hasta el de ochenta, se llevó, de tres partes de la gente, las dos, a lo menos en esta
ciudad y de la de sus sujetos, q[ue] se sabe, por el número y copia q[ue] dellos antes había, y por la cuenta
q[ue] después acá se ha hecho de su cantidad, por mandado de la Real Audiencia, para hacer las
tasaciones de su tributo. Y, en otras q[ue] hubo ha casi cuarenta a[ñ]os, hizo otro tanto estrago; sin [contar]
la primera q[ue] hubo, de las virue[las], al tiempo que estaban los conquistadores en la conquista de la
ciudad de México, que se entiende por cosa averiguada haber hecho aún mayor daño que en las que
después acá han tenido, sin otras muchas pestilencias que han tenido de menos furia.
Las causas de donde procedía la sanidad q[ue] afirman que tenían en su antigüedad, y las que hay
para q[ue] al presente tengan tan grandes y tan generales mortandades, aunque se han investigado por
muchos españoles doctos y hábiles en Medicina, [158] y por los propios indios, haciendo muchas diligencias
e inquisición de su vida y costumbres en tiempo de su infidelidad, y del modo que ahora tienen de vivir, para
tomar dello inteligencia, no ha sido [p]osible saberse alguna que del todo cuadre y satisfaga; puesto que los
unos y los otros dicen, y lo mismo afirman todos los curiosos que han pretendido lle[v]a[r] esto aI cabo, [159]
que, si hay alguna causa de la consumición, es el muy grande y excesivo trabajo que padecen en servicio
de los españoles, en sus labores, haciendas y granjerías, porque de ordinario, en cada semana, se reparten
para este efecto mucha cantidad dellos en todos los pueblos desta Nueva España, [y] porq[ue], en todos los
lugares dellos, tienen edificios, haciendas y granjerías de pan, ganados, minas e ingenios de azúcar,
caleras, y otras muchas maneras y suertes dellas, q[ue] benefician y labran con ellos, que, para ir a ellas a
doce y a quince leguas de sus casas, son compelidos y forzados. Y [dicen] que, de lo que padecen allí, de
hambre y cansancio, se debilitan y consumen de tal manera los cuerpos, que cualquiera y liviana
enfermedad que les da basta para quitarles la vida, por el aparejo de la mucha flaqueza que en ellos halla y,
[160] más, de la congoja y fatiga de su espíritu, que nace de verse quitarla libertad que Dios les dio, sin
embargo de haberlo ansí declarado su Majestad por sus leyes y ordenanzas reales para el buen tratamiento
y gobierno dellos, afirmando que, del descontento de su espíritu, no podía prevalecer con salud el cuerpo. Y,
ansí, andan muy afligidos, y se parece muy claro en sus personas, porq[ue] [161] por defuera no muestran
ningún género de alegría ni contento; y tienen razón, porq[ue], realmente, los [españoles los] tratan muy
peor q[ue] si fueran esclavos.
16 ¶ El asiento desta ciudad y población, de la mayor y más principal parte della, es en un llano descubierto,
que se hace entre la laguna y la serranía y montaña grande de Tlaloc, que es el propio [cerro] que se trató
en el capítulo 14, fojas [13v-14v], [162] en donde los indios tenían antiguamente el ídolo de las lluvias y
temporales; y la comarca se llama Acolhuacatlalli, que quiere decir “tierra y provincia de los hombres
hombrudos”, como ya se declaró en el capítulo 13, fo[ja 4r].
17 ¶ El puesto y sitio de la ciudad de Tezcuco, y generalmente de toda su tierra y provincia, es sana, y tal
opinión [se] tiene de los naturales della, y por los españoles que la conocen desde el tiempo que [a] aquesta
tierra vinieron; aunque, con todo esto, en las pestilencias generales no fue exenta ni reservada. Las
enfermedades que comúnmente suceden a los indios son calenturas y fiebres, que se curan con sangrías a
n[uest]ro modo y purgas de la tierra de que ellos usan, de muchas y diversas cosas, especialmente de
raíces. Y también suelen enfermar de ciciones, tercianas y cuartanas, que asimismo curan con purgas.
Algunos suelen tener bubas, pero muy pocos, y no les da ni penetra tanto en los huesos y partes interiores
como a los españoles: cúranselas con raíces que beben, y con sudar mucho trabajando. [163] Suelen tener
diviesos, sarna y nacidos, enfermedad vieja suya que nace de sangre corrompida. Aún, para las pestilencias
generales que han tenido, a lo menos la de ahora siete a[ñ]os y la que pasó ha casi cuarenta, [164] no
tuvieron ni hallaron remedio, sin embargo de que, entonces, los médicos indios y españoles hicieron para
ello las diligencias posibles [para atacar ese mal] que ellos llaman cocoliztli ezalahuac, [165] que quiere decir
“pestilencia de cólera adusta y requemada”, y así era la verdad, porque] los más que morían echaban por la
boca un humor como sangre podrida.
Las viruelas que tuvieron al principio de su conversión, por ser mal hasta entonces tan poco conocido
dellos, los maltrató y consumió gran parte, porq[ue] lo que tomaban por remedio les era causa de muerte,
que era bañarse en agua fría; hasta q[ue] lo entendieron, y usaron de abrigarse y sudar, y hacer otros
remedios q[ue] la necesidad y experiencia les enseñaba, con lo cual, después acá, en otras veces que les
ha dado, se han curado, especialmente con sangrías. También han tenido pestilencia de paperas y flujo de
sangre, aunque no tan mortíferas y contagiosas como las grandes. Y también suelen tener tabardete y dolor
de costado y cámaras de sangre, y, como todas son enfermedades conocidas de los españoles, se han
curado y curan por su orden y consejo, aplicándoles las medicinas y remedios ordinarios, con que se valen
el día de hoy. De manera que para solos los cocoliztles no han hallado remedio. Y, si al principio se valieron
contra él, fueron dos géneros de personas, que eran, las unas, la gente rica, vestida y abrigada y regalada,
y, la otra, la que vivía en tierras cálidas; de suerte que, en la gente más pobre y que vivía en regiones frías y
secas, hicieron más efecto: el secreto y misterio de lo cual tampoco se pudo saber.
18 ¶ Está[n de] la ciudad de Tezcuco, la sierra nevada y volcán de Chalco, a la parte del sur, aunque algo
más inclinados al oriente: la sierra, como a diez leguas, y el volcán, cuatro más adelante, por la propia vía
desta. De cuya cordillera procede la serranía y montaña grande de Tlaloc, desta ciudad, la cual, continuada,
pasa adelante hacia el norte, hasta fenecer en la provincia de Otumpan.
19 ¶ Río principal y caudaloso, no hay ninguno en esta ciudad ni cerca della, porque, los arroyos de agua
que corren por ella, apenas pueden llegar a la laguna en tiempo de seca. [Y] aun, para esto, fue menester
incorporar y reducir en uno muchas fuentes de sus propios nacimientos, quitándolos de sus cursos y
corrientes naturales, recogiéndolos en caños y acequias que para ello hicieron Nezahualcoyotzin y
Nezahualpiltzintli, no tanto para beber, porque tenían agua de pozos para esto, cuanto para regar sus
huertas y jardines, y otras posesiones y casas de placer; aunque ahora se sirven della, en muchas partes de
sus riberas, para regadíos de sementeras de maíz y trigo, y en que han hecho los españoles molinos y
[ba]tanes: como es del río que viene a esta ciudad de las fuentes de Otlat hitic, [166] y de otras sus vecinas,
de las montañas y serranía desta ciudad, en los capítulos pasados referidas, con q[ue], antiguamente, se
regaban unas montañuelas y cerros pequeños que llaman Quauhyacatl, que quiere decir “principio de
monte”, en donde los señores desta ciudad tenían muchas y diversas plantas de flores, de muchas y varias
colores y muy singulares olores, así de las propias y que naturalmente se dan y crían en esta tierra, como
otras de tierras templadas y calientes, que criaban con mucho regalo y beneficio. Y [hay] otro río, que nace
de las fuentes de Teotihuacan, pu[ebl]o que tiene en encomienda don Ant[oni]o de Bazán, alguacil mayor de
la santa Inquisición desta Nueva España, [167] que es tres leguas de aquí a la parte del norte, que asimismo
Nezahualcoyotzin sacó de su vía y trujo a unas casas de placer, como a un cuarto de legua desta ciudad,
que llaman Acatetelco; [168] aunq[ue] ahora no llega a ellas, por estar en muchas partes rompido y correr por
diferentes vías; porque, después q[ue] se acabó el poder que tenían los sucesores destos señores, se han
caído y venido en gran di[s]minución y ruina todas sus cosas, y una de ellas es ésta. Riéganse, con el agua
destos ríos, todas las tierras, o las más de su riberas, cuando los a[ñ]os son tardíos, o secos y faltos de
agua.
20 ¶ Ya se ha dicho, en el capítulo doce desta relación, que, entre esta ciudad y la de México, está una
laguna, de la cual lo que hay que decir es que, de su propiedad y naturaleza, es muy amarga y muy peor,
sin comparación, que la de la mar. Y, con no ser grande su hondo, a respecto de los grandes y muchos ríos
de agua dulce que en ella entran, no se mejora ni convierte en la dulzura della, antes se está y permanece
siempre su amargura natural. Y lo otro, [169] que, aun[que] entran en ella otros ríos y que alguna vez crece
por muchas aguas, no sobrepuja de su ser ordinario arriba de una vara de medir; de donde se presume que
tiene algunas vías y aberturas por donde se vacía y desagua. Porque. si algún año es algo falto de lluvias,
mengua tanto, q[ue] yo me acuerdo que, por la sequedad del año, apenas se podía navegar por ella, [y]
porque, yendo por ella en una canoa a la ciudad de México, vi una abertura de peña tosca, que corría casi
por medio della de norte a sur, y ancha de una braza y en partes más y menos, llena de cieno, por donde
debe de sumirse el agua della, [170] que, casi por la mayor parte della, llevaban la canoa a jorro o, [co]mo
dicen, a la sirga, huyendo de los bajíos y buscando lo más hondo para poder navegar. Pero, con todo esto,
no se ha podido saber dónde y en qué parte responde. El agua della no cría ningún género de pescado, si
no es a las bocas de los ríos, del agua de los q[ue] en ella entran, y esto es poco, y pequeño y ruin.
Tampoco cría ningún género de aves, porq[ue] los géneros de patos y ánsares, y otras aves de agua que en
ella hay, vienen, según dicen, de la Florida y no duran más de cuanto dura el invierno. Pero, con toda su
maldad, todavía sacan della los indios, sus vecinos, muchos y muy ordinarios provechos. Lo primero es la
mucha caza de aves, que toman con redes, y el pescadillo que cogen, de que se mantienen casi todo el
año, y un género de comida que llaman tecuitlatl, [171] que hacen de unas lamas verdes que cría, lo cual,
hecho tortas y cocido, queda con un color verde oscuro, que llaman los españoles “queso de la tierra”. Cría
otro género de comida que se llama ezcahuitl, [172] que hacen de unos gusanillos como lombrices, tan
delgados y tan cuajados por su multitud y espesura, que apenas se puede juzgar si es cosa viva o no; y otra
que llaman ahuauhtli, [173] que también comen ya los españoles los viernes, y que son unos hue​vecillos de
unas mosquillas que se crían en ella; y otra que se llama michpillin y, [otra], cocolin. [174] Aunque las más
destas [comidas] no comían, ni al presente comen, personas principales, sino pobres y gente miserable. No
se cría sal del agua della, ni aun salitre bueno, porq[ue], el q[ue] se da en sus riberas, no sirve de más de
para hacer jabón.
21 ¶ En cuanto a este capítulo veintiuno, no hay que satisfacer ni responder, porque, en esta ciudad y en su
comarca, no hay cosa notable ni digna de admiración; salvo las grutas y cuevas que en muchas partes della
hay, especialmente las de Quauhyacac, media legua desta ciudad hacia la montaña, que son tan grandes y
capaces, q[ue] pueden vivir en ellas doscientos hombres. Y, así, la[s] tuvieron por casa y asiento [175]
principal los señores chichimecas, antecesores de los reyes desta ciudad, porq[ue], a la redonda y comarca,
hay otras muchas en que, asimismo, vivían antiguamente los chichimecas, q[ue] todas ellas, el día de hoy,
están desiertas y despobladas; pero muy tenidas y estimadas de los principales desta ciudad, sucesores de
Nezahualcoyotzin, por la memoria de que sus antepasados, hombres tan valerosos y famosos en esta
tierra, la[s] hubiesen tenido por casa y morada.
22 ¶ Los árboles silvestres que hay en esta tierra y en su comarca, especialmente en los montes desta
ciudad, y de que más abunda, son tres géneros. El primero es el abeto, q[ue] los indios llaman huiyametl,
[176]
que son árboles muy grandes y crecidos y muy derechos, y hay dellos tan gordos, que tienen de
redondo cuatro y cinco brazas por el pie, y, otros, más y menos, de que hacen los indios grandes canoas
para navegación de la laguna, de que ya se ha tratado. Y, también, sacan dellos tablas para puertas, mesas
y cajas; y, lo princip[al] de que sirven, es para vigas y enmaderamientos, por ser muy derechos y poco
ñudosos. Y dellos, especialmente de los nuevos, se saca el aceite que llaman “de abeto”, que es un licor tan
blanco y claro como miel de abejas muy blanca: es medicinal y de[l] que, en muchas enfermedades, se
aprovechan los indios y españoles; [es] muy buena madera para mástiles. Otro género de árboles son
pinos, que son de poco provecho, porq[ue] no sirven ni aprovechan más que para leña y carbón, y eso no
bueno por su poca fuerza; no tienen piñones como los de Castilla; sácase dellos resinatea, de que se hace
pez; es madera fofa y de poca fuerza y muy liviana; son altos y derechos, que, a necesidad, sirve alguna
vez su madera de tablas para puertas o ventanas, El otro género es de robles y encinos, cuyos provechos
no se escribe[n], por ser muy notor[io]s. Hay madroños, árbol muy conocido, [177] y álamos que llaman
“prietos”, de ningún provecho, si no es para entallar, por ser [madera] laborable y liviana. Hay asen[c]ios [178]
q[ue] llaman de la tierra, que difieren muy poco de los de Castilla; pero éstos son puestos a mano en el
cerro de Tetzcutzinco, traídos de los montes de Chalco, donde se crían naturalmente abundancia dellos.
23 ¶ Los árboles de fruta, naturales desta tierra y que se dan bien en ella, son cerezos, que, labrados y en
tierra cultivada, dan muchas y buenas cerezas, de mucho sabor y gusto y razonable mantenimiento. Hay
manzanos, q[ue] dan una fruta amarilla y algo encendida, casi del tamaño y gusto de las de Castilla, que
llamamos “de por San Ju[an]”; hay dellas unas mejores que otras, según el beneficio que a los árboles
dellas hacen, o la malicia [179] o bondad de la tierra donde se crían. Éstas, y las cerezas, pasan los indios, y
las guardan para comer por regalo en tiempo de invierno. En los árboles destas manzanas, se ingieren muy
bien la de Castilla, y peras y membrillos. Morales de moras negras, también tienen. Los aguacates y
zapotes blancos que llaman “dormilones”, que hay en esta ciudad, es en algunas partes abrigadas y lugares
templados, y muy poco y ruin, porq[ue] su propia naturaleza es en tierra caliente, donde se da mucho y muy
bueno, cuya propiedad no se [e]s[cri]be, [180] porque habrán dado della razón los que hubieren hecho las
relaciones de las tierras calientes. Hay tunales, planta muy conocida en esta tierra, y aun en España, por la
que de acá [a] ella se ha llevado, q[ue] da y cría muchas y muy buenas tunas y de muchas colores, como
son las blancas, que son las mejores, y encarnadas, amarillas y coloradas, muy dulces y de muy singular
sabor y olor; hay otras, q[ue] tienen la cáscara agra, q[ue], quitado solamente el hollejo y comida con lo de
dentro, que es muy dulce, hace un muy singular sabor. Generalmente, las unas y las otras tienen propiedad
de restreñir, y la razón es porq[ue] toda su sustancia, que es como agua, va por las vías de la orina y, las
pepitas y granos della, seca y dura, pasa al estómago, el cual no es capaz a cocerlo y pudrirlo, antes se
apeñusca y endurece de tal manera, que con gran trabajo y dolor se purga; lo cual se excusa con comerlas
con pan, o muy pocas. Y, con todo esto, es esta fruta uno de los principales sustentos de chichimecas de las
Zacatecas, a lo menos por todo el verano, porque, en este tiempo, se da y cría. No tienen otras frutas de
que poder dar razón, porque, por la frialdad desta región, no se dan otras como se dan en las tierras
calientes y templadas, que son muchas y muy diversas; de las cuales se gozan no menos que si fueran
naturales, porq[ue], por ser muy cercanas las tierras donde se dan, se traen aquí con facilidad y muy
frescas.
De las q[ue] de España se han traído, y se dan muy bien en esta ciudad y su comarca, son duraznos de
todos géneros y melocotones, priscos y albaricoques, y los que llaman “de Damasco”, peras mayores y
cermeñas, manzanas gordas que llaman “de invierno”, y de las “de por San Ju[an]”, y membrillos muy
mejores q[ue] en España. Las granadas y ciruelas se crían muy mal y, lo poco que se da, es muy ruin y muy
cotoso; y lo mismo es de las higueras y olivos y parras, aunque éstas, si se beneficiasen bien, todavía se
darían, a lo menos las moscateles, para fruta. Las naranjas, limas, cidra y sus semejantes, se dan
medianamente; pero es, también, en partes abrigadas y defendidas del norte. [181]
24 ¶ Los granos y semillas, y otras hortalizas y verduras naturales que han servido y sirven de sustento a
los naturales: Las principales, después del maíz, son los frijoles, de diferentes suertes y colores, que,
cocidos [y] con ají, es sustento principal y ordinario para ellos; y el chian, que es una semilla muy menuda,
algo mayor q[ue] la de la mostaza, pero prolongadita y [a]ovada, blanca y pardita, de la cual usan los
naturales por sustento muy principal y de mucha sustancia, q[ue] beben tostada, molida y deshecha en
agua, muy fresca y muy aceitosa; y el huauhtli, que es otra semilla como de nabos, y de su propia color,
salvo que es chatilla como [las] lantejas, de que, después de molida y amasada, hacen unos bollos metidos
en hojas de maíz que cuecen en ollas, o haciéndola tortillas cocidas en un comal, que es en un tiesto
redondo y llano, que toma, de redondo y circunferencia, como dos varas de medir, que en los propios
cuecen las tortillas de maíz, que es su pan cotidiano. [Y] tienen michhuauhtli, que es otra semilla blanca y
más menuda: desta hacen bollos, por la propia orden que se ha dicho del huauhtli, y desta suelen beber,
después de tostada y molida, y deshecha en aguamiel. Tienen calabazas grandes y dulces, que, cocidas o
asadas, comen por fruta: [es] del talle y hechura, y color dentro y fuera, de los melones de Castilla, salvo
q[ue] tienen cáscara y no se pueden comer crudas; y sus pepitas, que comen en muchos y diferentes
guisados, y engrásalos [182] por ser muy aceitosas. Tienen otra fruta que se dicen chayotli, espinosos como
erizos o castañas, del tamaño de grandes membrillos: cómen[los] cocidos; es fruta dulce y apacible, y que
resisten la sed por ser aguanosas, y destas legumbres o frutas tienen para todo el año, que [las] traen de
tierra caliente. Tienen bledos, berros, cebolletas y verdolagas, que comen en los tiempos [en] que se da.
Tienen ají de su cosecha, de muchas suertes y colores, q[ue] comen en todos sus manjares, fresco y añejo,
sin el cual ninguna comida les es grata ni apacible. Tienen xitomatl y miltomatl, [183] que sirven de especia
con el ají, de que hacen salsas y apetitos para comer, que, por no haber fruta ni legumbres de Espa​ña a que
se parezca, no se trata más dellos, y porque, también, es ya muy conocido, y aun se cría y da en España.
25 ¶ De las que de España se han traído, como son coles, rábanos, cebollas [y] lechugas, usan
generalmente della[s] los indios a n[uest]ro modo, pero pocos. Y se da[n] y cría[n] muy bien en esta ciudad,
en las huertas y jardines de los indios, con las demás verduras de yerbabuena, perejil y culantro, nabos,
chirivías y zanahorias, salvo las berenjenas, porque se traen de las tierras templadas comarcanas a esta
ciudad. El trigo, muchas suertes, y cebada, se da muy maravilloso en labranzas y heredades de españoles,
porq[ue] muy pocos indios se dan a ello por no tener lugar, y aun, apenas, para sus propias sementeras, por
estar de ordinario ocupados en servicio de los españoles. Cogerse ha, en Texcuco y sus sujetos, hasta [diez
mil] f[aneg]as [184] de trigo, y, de cebada, muy poco, porq[ue] los que la siembran y cogen no es para vender,
como el trigo, sino lo que les basta para gastar en sus casas. Tampoco se coge seda, aunque [se] podría,
porque hay morales de que sustentar el gusano. Y, en tiempo antiguo, la cogía don Ant[oni]o Tlahuitoltzin,
[185]
caci[que] y gobernador que fue desta ciudad, hijo de Nezahualpiltzintli. Grana hay poca, pero no dentro
en la ciudad, sino en tierras altas, como son las que hay entre ella y el monte y serranía de Tlaloc, por ser
algo más templado; y, aun aquí, se dan poco por ella los indios. Verdad sea, q[ue] no pueden acudir a ello ni
tienen tiempo, por la ocupación ordinaria que tienen de los servicios personales, que, a no ser por esto,
podrían tener tiempo para coger trigo y cebada, y ciar seda y grana.
26 ¶ Las yerbas con que se curan los indios, raíces y plantas, granos y semillas, son muchas, así de las que
se dan en esta ciudad y su comarca, como de las que de fuera della se traen, de las cuales el doctor
Fran[cis]co Hernández, protomédico de su Majestad, tomó muy larga y entera razón, que escribió y pintó en
unos libros que de sus calidades y naturalezas hizo, [186] en donde se verán sus pro​piedades y efectos muy
en particular de cada cosa; y ansí se satisfará a este capítulo de lo que más generalmente usan y que más
conocidos efectos hacen en sus curas y medicamentos, porque, [para] tratar de todas, era menester hacer
un proceso y escritura de mucho volumen.
La yerba que llaman picietl, que, según dicen, es la misma que en España llaman beleño,
aprovéchanse della para dormir y amortiguar las carnes, y no sentir el mucho trabajo que padece el cuerpo
trabajando, la cual toman seca, molida, y mojada y envuelta con una poca de cal, en la boca, puesta entre el
labio y las encías, tanta cantidad como cabr[í]a en una avellana, al tiempo que se van a dormir o a trabajar;
aunq[ue] muy pocos de los indios q[ue] se crían con españoles usan della, ni aun de la gente política y
ciuda​dana, sino hombres rústicos y trabajadores. También toman desta yerba por humo, en cañutos de
caña, envuelta con liquidámbar; porque, atestados della [los cañutos], los encienden por el un cabo y, por el
otro, los chupan. Con que dicen que enjugan el celebro y purgan las reumas por la boca; y está ya tan
admitida de los espa​ñoles que padecen estas enfermedades, que la usan para su remedio y se hallan muy
bien con ellas. Y también usan della para ciciones, tercianas y cuartanas, tomándola por vía de calilla,
porq[ue] les hace purgar. Asimismo, las hojas tostadas y puestas en la ijada cuando hay dolor, se quita con
ellas.
Tienen otra yerba que llaman cihuapatli, que quiere decir “medicina de mujeres”, la cual, bebida, les
hace luego parir y echar las pares, y ayuda a limpiarlas presto. Tienen otra yerba que se llama xiuhquilitl,
[187]
que traen de tierra caliente, la cual, molida y hecha masa, se la ponen en la cabeza y les quita el dolor
della; y aprovecha para el empacho del estómago o ahíto, y lo mismo hace para el molimiento del cuerpo.
Tienen un grano que llaman ololiuhqui, [188] que también traen de tierra caliente, el cual, molido y hecho
masa, y puesto en las partes hinchadas que proceden de dolores interiores, quita el dolor y la hinchazón; y,
asimismo, tostado y molido, y deshecho en agua y bebido, quita el molimiento del cuerpo, porque hace
sudar.
Raíces tienen muchas para purgar todo género de humores, y muy buenas, a opinión de los que lo
entienden; salvo que no las saben aplicar y, así, se curan por acertamiento y ventura, y a poco más o
menos.
Plantas tienen algunas y, entre ellas por principal, un género de maguey que llaman cozamalometl, [189]
con que se curan todo género de heridas, porq[ue] toman una penca y la asan en el rescoldo, y, con el
zumo del caliente, lavan la herida y le ponen encima la penca, y, con esto, la aseguran de pasmo. Es tan
maravillosa su virtud y efecto, que se hacen curas con él que, a juicio de médicos, son tenidas por
milagrosas.
Tienen otra planta, que también traen de tierra caliente, que llaman cuauhpatli, [190] con cuya corteza
hacen el vino blanco, y el mejor que ellos tienen, porque, echado en la miel que sacan de los magueyes, y
puesto en botijas y parte abrigada, le hace hervir y convertir en vino.
Este maguey común y general, aunque] hay muchas especies dél, unas mejores que otras, todos tienen
una calidad. Es de mucho aprovechamiento para sustento de la vida humana, y, aunque dél hay mucho
escrito, por satisfacer a este capítulo, se dirán algunos de sus aprovechamientos. Lo primero, es de la miel,
q[ue] sacan dél virgen y pura y de la color de una agua blanquizca: [della] se hace el vino, con el cuauhpatli
de que ya se ha referido, y también con una raíz que se dice ocpatli. Hácese dél miel para comer, porq[ue],
sacada dél la que se ha dicho la cuecen hasta espesarse y tornarse de la color de un arrope muy
encendido: es singular provisión y mantenimiento. Hácese desta [el] azúcar que llaman chiancaca, [191] y
azúcar candi buena; [192] y, a falta de azúcar de Castilla o miel de abeja, se hacen con ella razonables
conservas. Desta misma miel, hacen otro género de vino que llaman aoctli, [193] pero no tan bueno como el
que hacen de la [miel] simple y por cocer, [194] y, ansí, no usaban dél si no en las tierras donde no se criaba
esta planta. Su tronco tierno y pencas, cocido en barbacoa, es buena comida y dulce. Del hilo y [he]nequén
de sus pencas, hacen muchos géneros de mantas, de que, generalmente, usan los otomíes. Hácese, del
[hilo], todo género de sogas y cuerdas, e hilo para coser cosas bastas. Finalmente, que es de tanta utilidad
y provecho, q[ue] aun hasta de sus troncos y pencas hacen chozas y bohíos; es muy buena [leña] para
quemar, y, aun de su ceniza, se hacen muy buenas cendradas, en q[ue] los mineros sacan la plata. La lejía
que della se saca es muy buena para los cabellos, y para otros muchos efectos; las púas que estas pencas
crían son muy agudas, enconosas, si pican con ellas: arrancadas de sus pencas, salen, con cada una, la[s]
hebras de su hilo que quiere el que las saca, con que se cosen muchas cosas groseras; de manera que,
para éste, proveyó naturaleza de hilo [y] aguja en un sujeto, sin usar de artificio ni industria humana. Por la
mayor parte, en las regiones donde esta planta se cría, es tierra seca y fría, y, generalmente, poblada de
otomíes, indios muy poco labradores, y que suplen la falta de maíz con el provecho desta planta.
Tienen otras muchas plantas, raíces [y] yerbas, buenas y malas, de que no se trata, por no hacer largo
proceso en esta relación; especialmente, porq[ue], dellas y de sus propiedades, escribió muy largo el
protomédico de su Majestad.
27 ¶ No tenían ningún género de animal para su servicio ni [su] comer, si no era un género de perros, del
tamaño de perdigueros, q[ue] engordaban, para comer, la gente plebeya. Eran estos perros pelados y
mudos, porq[ue] no ladraban. Y engordaban tanto como puercos, porque] los cebaban con pan de maíz, y
con el ezcauitli q[ue] se ha dicho que cría la laguna.
De los bravos, hay venados de cuatro géneros, como son los grandes [y] pardos que llaman ciervos, de
grandes cuernos y aspas, [195] que se crían en serranías peladas; y de otros algo menores que llaman
rabudos, que se crían en montes y espesuras; y otros que llaman corzos, de que se sacan las piedras que
llaman bezoares; y otros que llaman berrendos, aunque éstos no son de ningún provecho. Hay liebres y
conejos, y leones pardos y tigres, y un género de gatos pintados, que llaman ocotochtli, [196] con cuyos
pellejos se aforran ropas, y zorros q[ue] llaman coyotes, y lobos como lo de España y un género de puercos,
que tienen el ombligo en el espinazo.
De los domésticos traídos de España, se dan muy abundantemente, como son vacas, ovejas, puercos y
yeguas. Y algunos indios los crían y tienen, especialmente ovejas, y sin las enfermedades q[ue]
comúnmente tienen en España; pero, sin comparación, es en mucha más cantidad las q[ue], de todo
género, crían los españoles, por la anchura de muchos sitios de estancias que se les han dado.
30 ¶ No tienen salinas naturales, sino que, la sal q[ue] gastan y de q[ue] usan, es de panes y sacada por
artificio de cierta tierra salitral que se cría en algunas partes de la ribera de la laguna. El algodón de capullo
q[ue] gastan para su ropa y vestido lo traen de las tierras calientes comarcanas, especialmente del
Marq[ue]sado.
31 ¶ La forma y edificio de sus casas: Son bajas, sin sobrado ninguno; unas, de piedra y cal, y otras, de
piedra y barro simple; las más, de adobes, de que más usan en esta ciudad por ser muy buenos, porq[ue]
los hallamos hoy día [en] edificios viejos, [197] hechos de más de doscientos a[ñ]os a esta parte, [198] tan
enteros y sanos, q[ue] largamente pueden servir en edificios nuevos. Tienen las cubiertas [de sus casas]
con vigas y, en lugar de tablas, con muchas astillas muy menudas, tan bien puesta, q[ue] no cuela por entre
ella ninguna tierra de la que ponen encima para terrado. La mayor parte dellas tienen su patio y, a la
redonda dél, los aposentos que han menester, en que tienen sus dormitorios y recibimientos para hombres
en un cabo y, en otro, para mujeres; y despensas, y cocinas y corrales. De las casas de los principales y
señores, especialmente la de los reyes, son muy grandes, y de tan poderosas maderas, que casi parece
imposible que industria ni fuerzas humanas las pudieran poner en sus lugares, como por las ruinas dellas
hoy se ven en esta ciudad, especialmente en las casas de Nezahualcoyotzin, que están en la plaza; que,
según su grandeza, y el sitio y término dellas, pudieran aposentarse en ellas más de mil hombres. Son
sobre terraplenos, de un estado [el] que menos; [199] de cinco o seis, el q[ue] más. Los principales
aposentos que tenían eran unas salas de veinte brazas y más de largo, y otros tantos en ancho, porq[ue]
eran cuadrados. Y, en medio dellos, muchos pilares de madera de trecho a trecho sobre grandes brazas de
piedra, [200] sobre los cuales ponían las madres en que cargaba la demás maderazón. No tenían estos
aposentos puertas, sino unas portadas de madera, como pilares de la propia forma de los de adentro, [a]
tres brazas uno de otro, por donde se mandaban para entrar y salir. Y, como eran de madera y estaban
descubiertos al sol y al agua, duraban poco, porque, en comenzándose a pudrir por los pies los pilares de
las portadas, venían por allí a perderse, [y] toda la casa. Y no duraban tan poco, que, destos aposentos
q[ue] ha más de ciento y cuarenta a[ñ]os que se edificaron, [201] hay algunos todavía en pie y que se viven;
de donde se juzga q[ue], si la maderazón della estuviera guardada y cubierta del agua, [202] durara mucho
más, sin comparación, de lo que ha durado. Tenía esta casa un patio muy grande, con un suelo de
argamasa muy enlucido y encalado, cercado de gradas, por donde se subía a los grandes aposentos y
salas que a la redonda tenía. Había, en estas casas, aposentos dedicados para los reyes de México y
Tacuba, donde eran aposentados cuando a esta ciudad venían; tenían aposentos para los demás señores
inferiores del rey, sin otras muchas salas, en q[ue] hacían sus audiencias y juzgados; y otras, de concejos
de guerra; y otras, de la música y cantos ordinarios; y otras, en q[ue] vivían las mujeres; con otros muchos
palacios, y grandes cocinas y corrales.
El modo y la traza de las demás casas de principales y hombres ricos es por la misma traza, pero muy
pequeñas a respecto de las reales; aunque todas, como se ha dicho, se fundan sobre terraplenos. Porq[ue]
lo tienen por punto y blasón, de largo tiempo introducido, el preciarse de proceder de casa conocida con
terrapleno, como decir, los hidalgos de España, ser de casa y solar conocido. [203]
[1]
La leyenda, desde “Library...” hasta “...Collection”, está impresa en una etiqueta. Lo último es la signatura que el manuscrito tiene
actualmente en la BLAC de la UTX.
[2]
Inmediatamente a continuación de la presente leyenda, aparecen las siglas del nombre del copista, tan entramadas una con la otra, que he
preferido no arriesgar una identificación incierta.
[3]
Juan Velázquez de Salazar, nacido en México hacia 1535, era hijo del llamado factor Gonzalo de Salazar, “el gordo”, y de doña Catalina de
la Cadena; casó, hacia 1552, con doña Ana de Esquivel, hija legítima de Alonso de Mérida, y desempeñó, desde 1554 hasta 1585, el cargo de
regidor de la ciudad de México. En 1581, junto con Pedro Lorenzo de Castilla, salió a recibir a Puebla, en nombre de la ciudad, al nuevo virrey
Conde de la Coruña, sucesor de don Martín Enríquez. Todo parece indicar, entonces, que, sin abandonar el desempeño del cargo de regidor,
fue nombrado alcalde mayor de la ciudad de Tezcoco hacia fines de 1581. Éstos, y otros interesantes datos biográficos de Velázquez de
Salazar, pueden consultarse en Dorantes de Carranza (1970: 290) y en el estudio de Porras Muñoz (1982: 58, 62, 86, passim).
[4]
Datos biográficos sobre este predecesor de Velázquez de Salazar en la alcaldía de Tezcoco, pueden hallarse en Porras Muñoz (1982: 468-70,
passim), junto con numerosas referencias documentales. Parece que casó con doña Juana Altamirano y que, en 1576, fue alcalde ordinario de
la ciudad de México y, en 1577, alcalde de mesta. La genealogía e identificación de este personaje resultan un poco oscuras.
[5]
La cronología, obviamente es aproximada; habría sido más exacto decir “habrá sesenta y tres años”. Cortés arribó a costas de Veracruz en
1519.
[6]
De Nezahualpiltzintli dice Alva Ixtlilxóchitl (1975, I: 386), en un lugar, que “...tuvo 69 hijos varones y 66 hijas, de suerte que, por todos,
fueron 135 hijos e hijas”. y, en otro (1977, II: 152), que “por las historias, parece haber tenido... más de dos mil concubinas, aunque, con las
que él... tuvo hijos..., fueron cuarenta con la reina, de las cuales tuvo ciento cuarenta y cuatro hijos, de los cuales los once eran
legítimos...” Entre los descendientes de Nezahualpiltzintli, cuyos nombres recuerda y eventualmente enumera Alva Ixtlilxóchitl, no está
mencionado el don Carlos Ometochtzin; tampoco ha quedado rastro de su nombre y anécdota en otras crónicas contemporáneas, españolas o
indígenas. Ver RG de Tlaxcala (1984, I: 278).
[7]
El manuscrito, fol. 2r, lee: “a la banda del poniente” y, sin testar “poniente”, encima e interlineado, lee: “oriente”. La última, sin
discusión, es la lección correcta.
[8]
El manuscrito, fol. 2r, lee: “tlachcala”.
[9]
Inexplicablemente, Garibay (1964: 164, 12) lee: “...a cargo de los franciscanos de este convento”.
[10]
Garibay (1964: 154, 14) lee: “...corriendo la mahonera y línea de norte a sur”.
[11]
Garibay (1964: 154, 15) lee: “Navégase por ésta en canoas de la una a la otra ciudad”.
[12]
Garibay (1964: 154, 15) lee: “Y para ir de Tezcuco a México hay dos caminos por tierra...”.
[13]
El manuscrito (fol. 3r), por obvio error del copista, lee: “s°ʳ ju° vazques de Salazar”; sin explicación o justificación, JGI (1941: 5) y
Garibay (1964: 155, 18) leen: “Br. Juan Velázquez de Salazar”.
[14]
Garibay (1964: 228) está en desacuerdo con esta proposición. Según él, tetzcotl significa “vara para astil de flecha, de planta dura y
resistente”, y “el nombre se deriva de tetl –iztli –cotli, cotl”, que “es el fundamento del nombre Tetzcoco, o Tezcoco”. Allí queda. El
jeroglífico “Tezcoco” propuesto en el Códice mendocino (1964, I: lám. III, 9) apenas difiere del de “Acolhuacan” (o. cit., lám. V, 13); pero es
marcadamente distinto del que registra el Códice Xólotl (Dibble 1980) en varias de sus láminas, aunque uno y otro poseen elementos que
podrían calificarse de afines.
[15]
Con más exactitud, “hombro” se dice en náhuatl acolli (Molina 1944: ME, 2v); de donde, acolhuaque podría significar “los poseedores de
hombros” o “del hombro”.
[16]
Literalmente, “el lugar de Acolhua”, uno de los caudillos epónimos chichimecas.
[17]
“Lengua o palabra de los aculhuaque”.
[18]
La referencia es al lugar conocido ahora por el nombre de Culiacán, en el Estado de Sinaloa.
[19]
Véase vexotl y vexotla en Molina (1944: ME, 157r).
[20]
La lección correcta de este topónimo debería ser Tetzonyocan, compuesto de te (tl), tzon (tli), el sufijo abstracto -yo (d) y el locativo -
can.
[21]
El manuscrito, fol. 4r, lee: “y tepetla y oztoch”, que la transcripción de Garibay (1964: 156, 26) convirtió en “Y Tepetlaoztoc...”.
[22]
Durán (1967, II: 83, 50) explica que calpullali “...quiere “...quiere decir 'tierras dedicadas a los barrios'.”
[23]
Más bien, “sobre el agua o río de los venados”.
[24]
Es un topónimo que podría calificarse de irregular, porque está compuesto de un adjetivo, yahualiuhqui, “cosa redonda, como luna o
rodela, &c.” (Molina 1944: ME, 31v), y el locativo -can.
[25]
Esto es, desde el año de 583, aproximadamente; fecha que coincide con la época floreciente de Teotihuacan III (ver Krickeberg 1964:
424), y que, según la correlación de Caso (1967: cuadro XV), correspondería al año 1-Caña o ce Acatl.
[26]
El sentido y construcción de la frase exigen leerla tal como se ha transcrito, pero la lección del original (fol. 4v) es: “q por aber sido muy
biçioso... Los datos de Sahagún (1956, II: 289) difieren ligeramente de los que propone Pomar, porque afirma que “el sexto señor de Tezcoco
se llamó Cacamatzin, reinó cuatro años y, durante su reinado, llegaron los españoles a esta tierra”.
[27]
Conforme a los datos de Sahagún (1956, II: 291), Tezozomoctli, primer señor de Azcaputzalco, “fue elegido el año de 1348”. Dicha
cronología está de acuerdo con la propuesta en la RG de Tepeapulco (ver nota 19 al pie del texto, RGs de México II). Todo parece indicar que
Tezozomoctli gozó de un largo reinado, porque, según Durán (1967, II: 71), falleció poco antes que los tepanecas asesinaran a su nieto
Chimalpopoca (1417-1426), tercer señor de México. Según los Anales de Tlatelolco (Berlin & Barlow 1948: 55, 258-259), un año después de
fallecer Tezozomoctli, murió Ixtlilxochitl, tercer señor de Tezcoco, de quien dice Sahagún (1956, II: 288) que “tuvo el señorío sesenta y cinco
años” y que, “en sus días, no se hizo cosa digna de memoria”. Por consiguiente, no parece exacta la afirmación de Pomar, en el sentido de
que Tezozomoctli, “...su enemigo..., después de haberle mucho tiempo perseguido..., le mataron [a Ixtlilxochitl]”. Uno y otro debían ser
unos viejos chochos hacia 1425.
[28]
En el manuscrito, fol. 5v, la frase “usando de muncha clemençia” parece testada. Ni JGI (1941: 8) ni Garibay (1964: 157, 30) la recogieron
en sus respectivos traslados, ni acusaron registro de su existencia. Al fallecer Ixtlilxochitl en 1427, le sucedió Nezahualcoyotzin en el señorío
de Tezcoco; pero; los Anales de Tlatelolco (Berlin & Barlow 1948: 55, 259, 262) afirman que este señor “vivió aquí en México” hasta el año 4
Acatl, 1431, en que “se sentó como soberano”, y “comenzó y fundó el gobierno, el reinado en Acolhuacan”. Éste fue prolongado, pues
Sahagún (1956, II: 288) indica que “reinó setenta y un años”; dato que no avala el Códice Telleriano-Remensis, parte cuarta, lám. 13 (1964, I:
285), que sitúa su muerte en 1472 (ver Castillo Farreras 1972: 137).
[29]
El manuscrito, fol. 5v, lee: “...con ellos usando de mucha clemencia causa bastante para amarle y [ʻque’, testado] temerle co realmente
lo yçieron... Es obvio, entonces, que la testadura acusada arriba, en la nota 28, es efectiva, y que el copista la usó, porque se había saltado
sobre una linea del arquetipo. Debía estar ya cansado, como lo acusan las testaduras y errores del párrafo aquí comentado. Por su parte, al
transcribirlo, Garibay (1964: 157, 30) se comió el “realmente”.
[30]
Este cálculo cronológico de Pomar sólo debe considerarse aproximado. Haciendo cuenta desde el momento en que Nezahualcoyotl asumió
el poder efectivo en Tezcoco, 1431, hasta la fecha de su muerte en 1472, la suma de años que este señor gobernó es de cuarenta y uno. Si son
fidedignos los datos de Alva Ixtlilxóchitl (1977, II: 188), Nezahualpiltzintli, su inmediato sucesor, gobernó Tezcoco hasta 1515, esto es,
cuarenta y tres años; aunque esto no esté de acuerdo con el Códice Telleriano-Remensis, parte cuarta, lám. 28 (1964, I: 315) , que registra la
muerte de este señor en el año 11 Tecpatl, 1516, Todo lo cual significa que, en total, ambos señores reinaron por cerca de ochenta y cinco
años; treinta y nueve años menos de lo que resultaría, si uno se fiara de los cálculos de Sahagún (1956, II: 288).
[31]
El manuscrito, fol. 7v, lee, literalmente: “en lo q toca la opinion a sus adoraçiones...”; frase que ha sido transcrita por JGI (1941: 9): “En
lo que toca a la opinión a sus adoraciones…”, y, por Garibay (1964: 159, 42): “En lo que toca a la opinión de sus adoraciones…” Los subrayados
son míos.
[32]
Aquí, obviamente, hay una alusión velada a una o varias fuentes escritas que Pomar había leído antes de escribir estas líneas y, entre las
cuales, él había elegido aquella “que más cerca de la verdad ha llegado”.
[33]
El manuscrito, fol. 8r, lee: “...y una machcara con tres betas de espech huelo...” ¿Habrá sido ésta la lección del arquetipo, o será que el
autor de esta copia no era español?
[34]
Garibay (1964: 160, 44) leyó, inexplicablemente: “dos orejeras”.
[35]
Teoxihuitl podría ser “turquesas divinas” o, más bien, “turquesas grandes”.
[36]
Más bien, “bordón grande”.
[37]
Como la presente es una copia, carece de la pintura aquí aludida. Sobre ésta, y sobre otras pinturas que acompañaban la relación original
de Pomar, ver Thompson (1941) y Robertson (1959: 130-3, 149-51, 201-2, ilustración 52).
[38]
La transcripción publicada por Garibay (1964: 160, 46) omite lo que, en el manuscrito (fol. 8v), se lee: “...en un barrio de çeis q ay en ella
q se llama...”
[39]
Garibay (1964: 160, 46) omite, e inventa: “un género de incienso... ['q ay en'] de esta tierra...” El subrayado es mío.
[40]
Si el texto de Durán (1967, I: 59, 62), transcrito por Garibay, es fidedigno, el prisionero que representaba a Tezcatlipoca “traía siempre
consigo doce hombres de guardia…” (el subrayado es mío), no “dos”, como registra Pomar.
[41]
Esto es, la pintura cuya ausencia ya se ha comentado arriba en la nota 37, y otra, que representaba al cautivo.
[42]
En el manuscrito (fol. 9v), por error del copista, esta frase se lee: “el uno el uno de la propia forma q era el mismo ydolo...”.
[43]
La copia sobreviviente de la relación de Pomar no reproduce esta pintura. Ver, arriba, la nota 37.
[44]
El manuscrito, fol. 10r, lee: “... qmaban el cuerpo asta aser senisa”; frase que JGI (1941: 12) y Garibay (1964: 162, 51) leen: “quemaban
el cuerpo hasta hacerse ceniza”. El subrayado es mío.
[44a]
La lección del manuscrito (fol. 11r), en medio de correcciones y testaduras, parece ser: “de aquella”; pero, el sentido común indica que
debe reconstruirse “del cuello”, tal como en la versión de Alva Ixtlilxóchitl (ver Thompson 1941: “Passage 2: Tlaloc.
[45]
Veytia (1944, II: 288-9) reproduce la figura de un Tlaloc, que “...consists of another poor version of the codex from which Magliabecchi
derives..., except that the dais is omitted” (Thompson 1941: 18).
[46]
Reducido al sistema métrico decimal, esto significa que el templo media, “en cada cuadro”, cerca de 134 metros cuadrados y, de alto,
unos 45 metros; cada escalón, de los ciento sesenta que se mencionan, medía, en alto, unos 28 centímetros. No está nada claro si el alto de
la pirámide incluía el de los aposentos de los ídolos, construidos en el patio superior.
[47]
Dice Thompson (1941: 18): “...the twin temple of Codex Veytia, practically identical with the double temple of Codex Ixtlilxochitl, is
almost certainly the missing illustration of the great pyramid of Texcoco, as it fits perfectly Pomar's description...”
[48]
La descripción de estos envoltorios, y de su contenido, es de gran importancia para determinar lo que eran los misteriosos envoltorios de
los quichés, denominados quirom 3a3al y pizom 3a3al (Recinos 1950: 216; 1953: 217-8).
[49]
Se trata de Culiacán, ahora perteneciente al Estado de Sinaloa.
[50]
Ver, arriba, notas 18 y 49.
[51]
Aunque es dable postular la existencia de estas dos RGs, su paradero se desconoce en la actualidad. Ver Gerhard (1968: 621).
[52]
En el manuscrito (fol. 14r), testado, se lee “para” y, entre líneas, “de”.
[53]
El manuscrito, fol. 15r, lee: “...a estos ydolos q fue ynbençion...”
[54]
Según la cronología aquí propuesta, los sacrificios humanos se introdujeron hacia 1430, durante el gobierno del señor mexicano Itzcoatzin.
[55]
Así, en el manuscrito (fol. 16r), aunque, generalmente, este nombre se lee toxcatl. Para una discusión de su significado, ver Acuña (1976:
289-91). Este mes se corresponde con el llamado kayab por los antiguos yucatecos.
[56]
El manuscrito, fol. 16v, lee: “y por esta orden sacrificaban todos y los q avia para el sacrificio de aquel dia acabado...” JGI (1941: 17)
trascribe: “... y por esta orden sacrificaban todos; y los que había para el sacrificio de aquel día acabados...”; Garibay (1964: 168, 72): “Y por
esta orden sacrificaban todos, y los demás sacerdotes...” Obviamente, el último transcriptor se saltó línea y media.
[57]
Dice Durán, en el texto editado por Garibay (1967, I: 67, 30): “...tequiuaque... quiere decir tanto como ʻhombre que usa bien del oficioʼ
de soldado. El cual vocablo se compone de tequitl, que quiere decir ʻoficioʼ y de esta sílaba uaque (que) hace relación de la persona que
ejercitó bien aquel oficio. De manera que, hablando a nuestro modo, le podemos apropiar el nombre de ʻcapitánʼ.”
[58]
“Muela, o rueda de piedra” (Molina 1944: ME, 97r).
[59]
“Padrino” se lee con dificultad en el manuscrito (fol. 18v), porque aparece sobre otras palabras que se testaron; sin embargo, la lección
“q tenia” es inequívoca y no está testada, pero ni JGI (1941: 19) ni Garibay (1964: 169, 77) la trasladaron en sus respectivas transcripciones.
Por lo demás, ambos leyeron, inexactamente, “dábanle” en vez del “dabale” que dice el manuscrito.
[60]
Cuetlachtli, “lobo” (Molina 1944: ME, 26r). Ver Hernández (1959, II: 310).
[61]
El manuscrito (fol. 18v) lee: “sacrifiçio”.
[62]
Garibay (1964: 170, 78) traslada: “el uno contra el otro”.
[63]
Entre los mexicanos, cihuacoatl era el título de un funcionario, segundo en el gobierno; así, Tlacaelel, segundo de Motecuhzoma, recibía
ese título (Durán 1967, II: 220, 28). Alva Ixtlilxóchitl (1975, I: 352, 371), empero, habla del cihuacoatl como si fuera un gran sacerdote o un
sacerdote mayor; aunque Sahagún (1956, I: 248-52) no enumera este título entre los de los “ministros que servían a los dioses”.
[64]
El manuscrito, fol. 19r, lee: “y ybaba...”
[65]
Este pasaje es de la mayor importancia para entender el significado del baile-drama Rabinal Achi. Acuña (1975: 88) ha dicho que, “si la
pieza delata alguna simpatía, ésta no favorece al guerrero victorioso de Rabinal, sino al cautivo…”, y que es “gratuita suposición” la de que
“el RA es una obra que canta las glorias de Rabinal”. Si el autor citado hubiera tenido conocimiento de este pasaje, sin duda habría
modificado esas pedantes afirmaciones.
[66]
El manuscrito, fol. 20r, lee: “...si no se a dicho...”
[67]
El copista había leído (fol. 20v), originalmente, “…como cosa famosa de ombres balientes q en el concurrían... “; pero, después, testó
“...currian” e intercaló entre líneas, a continuación de “morian”, “concurian”.
[68]
Este pasaje permitiría explicar por qué el cautivo de Rabinal, en el baile-drama de Guatemala, el Rabinal Achi, retornó al lugar de su
sacrificio después de una prolongada ausencia de 260 días y 260 noches. Ver Acuña (1975: 102).
[69]
El manuscrito (fol. 22v), por obvio error del copista, lee “después”.
[70]
El manuscrito (fol. 23r) lee: “se picaba se picaba”.
[71]
Conforme al testimonio de Sahagún (1956, I: 46), “era éste el gran sacerdote del templo.
[72]
En el manuscrito (fol. 24r), a continuación, aparentemente testado: “q de”.
[73]
“Entretenimientos” se interpoló más tarde en el manuscrito (fol. 24v), y aparece entre líneas, arriba de “y areytos”.
[74]
El manuscrito, fol. 25v, lee: “...nunca quando se ofreçia a tratar los...” Obsérvense las afinidades de este pasaje con el capitulo sexto del
libro segundo de la Historia de Mendieta (1945, I: 89-90).
[75]
Esta denominacian se traduce, más bien, por “el dueño del cerca y del junto” (ver León-Portilla 1959: 341).
[76]
Este enunciado constituye una interpolación tardía.
[77]
El manuscrito, fol. 26v, lee: “donde consumían su matrimonio”.
[78]
El manuscrito, fol. 27v, parece leer: “...prefiriese a todos en birtud...”
[79]
El “q fuese” es una interpolación tardía, que aparece en el manuscrito (fol. 28r) entre líneas.
[80]
En el manuscrito (fol. 28r), a continuación, testado, se lee: “y desta”.
[81]
A continuación, en el manuscrito (fol. 28v), hay una abreviatura que parece leerse “cosᵉ”, y que podría ser “cõsᵃ”, equivalente a
consanguinitate, “por consanguinidad”.
[82]
El manuscrito, fol. 29r, lee: “casi”.
[83]
El manuscrito, fol. 30r, lee: “y aūq”
[84]
El manuscrito, fol. 30r, lee: “y aunq”.
[85]
La frase “con 4 esquinas” fue interpolada tardíamente en el manuscrito (fol. 30r), y aparece entre líneas.
[86]
Aproximadamente, de unos veinte centímetros de diámetro.
[87]
El manuscrito, fol. 30v, lee: “o salían... “
[88]
El manuscrito, fol. 32v, lee: “tenían su conbersació con ellas quando qrian y con la q le parecían...”
[89]
Esto es, cuatro meses de veinte días cada uno.
[90]
Según Molina (1944: ME, 106v), los tetecu[h]tin eran “senadores, principales o caualleros de la ciudad”.
[91]
El manuscrito, fol. 34r, lee: “% gre”.
[92]
El manuscrito, fol. 34v, lee: “aq fuesen”.
[93]
Literalmente, “crimen de ley”, o “contra la ley”; pero el contexto sugiere que se trata, más bien, de un crimen regis, “crimen contra el
rey” o “alta traición”, llamado también lesae majestatis, “de lesa majestad”.
[94]
De manera igualmente oscura, Alva Ixtlilxóchitl (1975, I: 545) habla también de Tetzauhpiltzintli, cuya muerte ordenó su padre “por haber
quebrantado cierta ley”. Este príncipe era hijo de Nezahualcoyotl y de Tenancacihuatzin, de triste recordación.
[95]
El manuscrito, fol. 35v, parece leer: “po”, como si el copista hubiera dejado incompleta la frase u omitido algunas palabras.
[96]
El verbo tetzauhtlatoa significa “hablar cosas terribles y escandalosas, o descubrir algún secreto por el qual se causó algún gran mal y
escándalo” (Molina 1944: ME, 111r); tetzauhtlato, por consiguiente, vendría a ser el que ejecutó o ejecutaba esa acción. ¿Por qué habrá
Pomar alterado la significación de la palabra?
[97]
La anécdota ha sido también relatada por Alva Ixtlilxóchitl (1977, II: 169)
[98]
Este mismo relato, con mayor pormenor, en Alva Ixtlilxóchitl (1977, II: 164-5).
[99]
“Puto que padece”, cuiloni (Molina 1944: EM, 100r)
[100]
“puta del burdel”, ahuiani (Molina 1944: EM, 100r).
[101]
Este enunciado se interpoló tardíamente en el manuscrito (fol. 36v).
[102]
Ver, arriba, la nota 37.
[103]
Se refiere al edificio denominado tlacatecco.
[104]
El manuscrito, fol. 38v, lee: “y co no se...”
[105]
El manuscrito, fol. 38v, lee: “...toda la tema dello q...”
[106]
El manuscrito, fol. 39r, por error del copista, lee: “le digesen le digesen...”
[107]
Literalmente, “cosa de los jefes o capitanes”. Dice Sahagún (1956, II: 311: “Otra sala del palacio se llamaba tequi[hu]acacalli, por otro
nombre quauhcalli: en este lugar se juntaban los capitanes, que se nombraban tlatlacochcalca y tlatlacalteca, para el consejo de guerra.”
[108]
Literalmente, “el de la casa de los dardos”; sobre éste, y otros dignatarios, ver el estudio de Piho (1972: 315-28).
[109]
No registran Durán 1967, II: 473-4) ni Alva Ixtlilxóchitl (1975, 1: 449; 1977, II: 188-9) las “asechanzas” que aquí delata Pomar; aunque el
segundo cronista de los arriba citados sí dice que Nezahualpiltzintli “murió de pena por ciertas pesadumbres que tuvo, especialmente por la
gran soberbia de Moteczuma, que había [usa]do con él ciertas traiciones…”
[110]
Originalmente, el copista había escrito “teniendo muncha parte...” (fol. 41r); pero, después, testó “parte” y, encima, entre líneas,
escribió “quenta”.
[111]
Desde esta plana (fol. 41r), junto a la esquina izquierda inferior de la hoja, hasta el folio 66, hay una socarrena producida en el papel por
algún roedor, que eventualmente impide reconocer las palabras y la continuidad de las frases.
[112]
Este pasaje (fol. 42r) fue en parte testado, sujeto a varias interpolaciones que están entre líneas.
[113]
La socarrena ya comentada en la nota 111 impide, aquí, saber lo que estuvo escrito. Mi reconstrucción, “[mesa]”, es enteramente
conjetural.
[114]
La descripción, y por añadidura “el cañuto de humo”, evocan fuertemente la imagen del Maximón, otrora tan popular en Guatemala.
[115]
A partir de “fabores”, se observa en el manuscrito (fol. 45r) un marcado cambio de letra, de pluma y de ortografía.
[116]
El manuscrito, fol. 45r, lee: “... ni de la persona o que con el balían”.
[117]
Aunque el manuscrito (fol. 45v) lee “para baler y ser çauidos y conponer cantos”, el contexto sugiere que la lección original era “para
saber y...”.
[118]
El “muy”, en el manuscrito (fol. 45v), fue interpolado tardíamente entre líneas.
[119]
El manuscrito (fol. 46v) lee “casi”.
[120]
Aquí, nuevamente, el “muy” es una interpolación tardía, que aparece entre líneas (fol. 46r).
[121]
Ver, arriba, nota 37.
[122]
Se refiere a la pintura comentada en la nota 102.
[123]
Este “ser afeytado” no está muy claro en el manuscrito (fol. 46v), observándose retoques sobre lo ya escrito.
[124]
En el manuscrito (fol. 47r), la palabra “yllustre” está interpolada entre líneas, pero la caligrafía es del propio amanuense.
[125]
El manuscrito, fol. 48v, lee: “...el ponelles y na coba de madera...”.
[126]
Se refiere a la sala o edificio llamado tlacatecco.
[127]
El manuscrito (ff. 49v-50r) acusa aquí varios cambios y correcciones. Al principio, el copista escribió: “[se le]banta[ban] a bañarse en
baños...”; pero, evidentemente, había dejado fuera una línea del arquetipo. Entonces, al darse cuenta de la omisión, añadió línea y media a
la cabeza de la plana y corrigió su lección: “[se le]banta[ban]/dos tres oras antes q amaneçiese a entender en sus gragerías/y cultibar sus
tierras/abañabase en baños...” Las respectivas transcripciones del presente pasaje, en JGI (1941: 40) y Garibay (1964: 194, 183), son bastante
libres.
[128]
En el manuscrito, ff. 50r-v, este pasaje se lee: “...si no erā/ en días de fiestas y arreytos publicos q con/ po [rotura] diferente de los
mexicanos. tlach/calteca/ o huexotzinca...” Ahora, obsérvese la libertad con que traslada Garibay (1964: 194, 184: “si no era en los días de
fiesta y areitos públicos en que se trataban con no poca diferencia de los mexicanos, tlaxcaltecas o huexotzincas...”.
[129]
El amanuense había escrito al principio (fol. 50v): “...y probinçias sujetas/ a tacuba...; pero, inmediatamente, testó “a tacuba” y
corrigió: “a mexico y tacuba”.
[130]
Como se puede observar, los datos relativos al año solar indígena son inexactos: constaba de dieciocho meses de veinte días cada uno, y
de cinco días sobrantes. La diferencia que señala Pomar, partiendo de su errónea noción del año solar indígena, es con referencia al año
juliano, que constaba de trescientos sesenta y cinco días, seis horas, según los cálculos del astrónomo Sosígenes. La enmienda gregoriana no
corrigió este cálculo, sino que se limitó a eliminar los diez días que impedían que el equinoccio vernal cayera el 21 de marzo. Esta enmienda
se hizo efectiva, precisamente, en octubre de 1582.
[131]
Nuevamente, la “transcripción libre” de Garibay (1964: 194, 186) lee aquí: “Tenían diez y ocho fiestas cada año, que caían de vei[n]te en
veinte días cada una…”.
[132]
Dice Durán (1967, I: 293): “...a los cinco días que había llamaban los ʻdías - demasiadosʼ y ʻsin necesidadʼ ... nen on temi, que quiere
decir ʻdías sin necesidad ni provechoʼ.”
[133]
En el manuscrito, fol. 51r, “la” está interpolado entre líneas.
[134]
En el manuscrito, fol. 51r, “en” está interpolado entre líneas.
[135]
Aquí, el manuscrito (fol. 51v) acusa una corrección. El amanuense había escrito “ellos” y corrigió, después, “el, los”.
[136]
Esto es, que las guerras comenzaron hacia 1449.
[137]
Se ha suplido “[los otr]”, porque la raedura ya comentada en la nota 111 se comío las palabras.
[138]
El dato es coherente con lo que afirma Muñoz Camargo (1981: 130v): “...los señores Mexicanos y señores Tetzcucanos, en tiempo q ponían
treguas por algunas temporadas, embiauan a los ss.ͤ ˢ de Tlaxcala grades presentes y dádiuas de oro, ropa y cacao y sal, y de todas las cosas
de q carecían, sin q la gente plebeya lo entendiese, y se saludauan secretam.ͭ ͤ guardándose el decoro q se deuían...”.
[139]
El amanuense, al principio, habla escrito “su hijo”; pero, inmediatamente, testó “hijo” y corrigió a continuación “susesor” (fol. 53r).
[140]
Para una versión más pormenorizada de este episodio, ver Durán (1967, II: 454-7). Las similitudes circunstanciales permiten conjeturar
que Pomar obtuvo su información de la obra del dominico, y que la usó, no tanto para fines histórico-descriptivos, cuanto por vía de apoyo
para la tesis que aquí sustenta.
[141]
El manuscrito, fol. 54r, lee: “...pues su poder y de la de los...”
[142]
No he podido identificar la fuente de donde extrajo Pomar los datos de este presunto diálogo entre Cortés y Motecuhzoma.
[143]
Éste, evidentemente, es otro argumento inspirado en la obra del dominico Durán (1967, II: 232-3), extraído del pasaje que reproduce, en
forma textual, el presunto diálogo que sostuvieron Tlacaelel y Motecuhzoma el viejo. Como en el pasaje ya comentado arriba en la nota 140,
Pomar no selecciono éste para efectos histórico-descriptivos, sino para fundamentar la interpretación y visión histórica que él está
proponiendo.
[144]
El fallecimiento de Chimalpopoca ocurrió hacia 1426, como ya se dejó indicado arriba en la nota 27; pero, en cuanto a las circunstancias
que rodearon su muerte, hay discrepancia en las crónicas y relatos. Durán (1967, II: 71, 17) refiere que fue asesinado en su recámara, en el
propio palacio real; Alva Ixtlilxóchitl (1975, I: 355-7), inspirado en una anónima “original historia” y en los escritos de don Alonso Axayaca,
que “todo es una misma cosa” (p. 358), relata que Chimalpopoca murió prácticamente de hambre, en el cuauhcalli; en una jaula en donde
Maxtla había ordenado que lo encerraran después de su alevoso secuestro. Los datos de Pomar y los de Alva Ixtlilxóchitl son, obviamente,
coincidentes; entonces, ¿no se habrán inspirado en la misma, o mismas fuentes? Digno de observación es, aparte de lo anterior, que Alva
Ixtlilxóchitl (1975, I: 409) sitúa la muerte de Chimalpopoca en un año 13 Acatl, 1427, coincidiendo con la cronología del Códice mendocino,
lám. 4 (1964, I: 13), pero en discrepancia con la del Códice telleriano-remensis, lam. 5 (1964, I: 269), que pone este hecho en un arto 12
Tochtli, 1426.
[145]
El amanuense había escrito “cabesa de la monarquia”, pero la mano de un interpolador tardío testó “...qui...” y, encima, corrigió “chi”,
con lo que la lección venía a quedar en “monarchia” (fol. 56r)
[146]
El amanuense había escrito “españoles”, pero, observando a tiempo su error, testó esa lección y, encima, corrigió “conquista”,
continuando en línea normal “dores” (fol. 56r).
[147]
En términos de la retórica imperialista moderna, esto significa que las conquistas e invasiones se hacían para garantizar el libre comercio
y la seguridad de los ciudadanos”.
[148]
El amanuense habla escrito “de diferentes maneras”, pero, corrigiendo su error, testó “...ferentes maneras” y escribió entre líneas “...
versas formas” (fol. 57v).
[149]
Aparte de “muertes y prisiones”, es extraña noticia ésta de que, en la época prehispánica, se aplicaran “otros géneros de tormentos Es
una lástima que Pomar no haya sido más explícito; aunque, tal vez, no podía.
[150]
Término arcaico para designar el “centro del ejército, a distinción de la vanguardia y retaguardia” (Diccionario' de la RAE).
[151]
El manuscrito„ fol. 61v, lee a continuación: “y por el valor... Eliminé el “y” de mi transcripción, juzgándolo innecesario.
[152]
El manuscrito (fol. 62r) acusa aquí un cambio de letra, que puede ser sola​mente un indicio de que la copia se reanudó después de una
interrupción.
[153]
El manuscrito, fol. 63r, lee a continuación: “y padeciendo...”. Se ha eliminado el “y” en mi transcripción.
[154]
Thompson (1941) no reparó en la existencia de este pasaje, que acusa también la existencia de una pintura ahora extraviada, en este
caso ilustrando el traje y peinado de las señoras.
[155]
En tantas RGs como llevo hasta ahora transcritas, ésta es la primera vez que me topo con un verdadero elogio criollo del chile.
[156]
El manuscrito, fol. 64r, parece leer: “tan tan”.
[157]
Tal parece, pues, que Pomar estaba haciendo su relación con algunos “indios viejos y antiguos”. Es lástima que no haya registrado sus
nombres.
[158]
De manera general, se puede pensar que la referencia es a “todos los médicos” ue, durante el cocoliztle de 1576, dice el virrey Enríquez
(carta de oct. 31, 1576, en Cartas de Indias, 1877: 331) haber mandado juntar para “que procurasen entender a calidad del mal”; pero, en
particular, es posible que Pomar estuviera pensando en los trabajos de los doctores Francisco Hernández y Alonso López de Hinojosos. Del
primero, se conserva el tratado De morbo Nova Hispania anni 1576 vocato ab indiis cocoliztle (ver Somolinos dʼ Ardois 1956: 7-10, 115-22), y,
del segundo, la Suma y recopilación de chirugía... (1578). Sobre sus respectivos trabajos de indagación quirúrgica para determinar las causas
del mal, ver Somolinos dʼArdois (1960, I: 241-6, passim). Sobre otros médicos que ejercían en México en el siglo xvI, ver JGI (1954: 223-42).
[159]
El manuscrito, fol. 66r, lee: “... todos los curiosos que an pretendido llegan esto al cabo...” Mi reconstrucción es conjetural. Con ésta,
son ya dos las ocasiones en que Pomar se refiere a “los curiosos” (ver, arriba pág. 92). Todo parece indicar que un eufemismo para aludir a los
que hablan escrito sobre las cosas de Nueva España.
[160]
No tengo explicación para ello, pero JGI (1941: 51) y Garibay (1964: 206, 237), ambos leen: “... por el aparejo y de la mucha flaqueza
que en ellos halla” (el subra​yado es mío); aunque la lección del manuscrito es: “... por el aparejo de la muncha flaquesa que en ellos alla”
(fol. 66v).
[161]
Aunque el manuscrito (fol. 66v) lee, inequívocamente, “porq”, JGI (1941: 51) traslada “pues”; Garibay (1964: 206, 238), que a estas
alturas parece haber renunciado ya a la guía del manuscrito, sigue en esta lección a JGI.
[162]
En el manuscrito (fol. 67r) solamente se lee “fojas” y, al final del presente capitulo, “fo.” Por obvias razones, el copista omitió los
números subsecuentes que había en el arquetipo; pero también omitió dar los de su propia copia. Mi transcrip​ción suple esa deficiencia.
[163]
La ironía, obviamente, parece dedicada a los españoles.
[164]
Aunque un poco vaga, la referencia es a las pestilencias de 1545 y de 1576 (ver Mendieta 1945, III: 172-79).
[165]
JGI (1941: 52) transcribe: “... que ellos llaman cocoliztli ezalahuacque, quiere decir...”, y Garibay (1964: 207, 242). “que ellos llaman
cocoliztli ezahualhuacque, ue quiere decir... Y todavía, en el “Vocabulario de voces nahuas” (pág. 225), Garibay añade: “Ezahualhuacque:
(242) Lit. 'los que tienen sanguaza seca'. Es una dolencia de carácter purulento, que puede asimilarse a la viruela”. Pero el manuscríto (fol.
68r) no dice ezahuaihuacque, sino ezalahuac, que se compone de ez (tli), sangre”, y de alahuac, “flema”, esto es, “flemas de sangre”;
añadiendo, a continua-
ción, que 'los más que murían echaban por la boca un umor como sangre podrida”.
[166]
Así, literalmente, en el manuscrito (fol. 70r); significa “dentro de los otates o cañas”. Sólo puede atribuirse a confusión que JGI (1941:
53) haya leído 'Alatlhitia”, pero es inexplicable que Garibay (1964: 208, 247) haya transcrito “Atlaitía”.
[167]
Se trata de don Antonio Velázquez de Bazán; ver relación de Teotihuacan, nota 40, en el séptimo volumen de esta serie, México II, RG de
Tequizistlan.
[168]
168 “Lugar del, o de los montes de caña”.
[169]
El manuscrito, fol. 71v, lee: “lo otro y lo otro”.
[170]
En el manuscrito (fol. 72r), desde “que corría” hasta aquí, está subrayado.
[171]
“Muy parecido a limo”, dice Hernández (1959, II: 408-9), donde puede hallarse una descripción más pormenorizada de este “género de
comida”.
[172]
Sobre el ezcahuitli, ver Durán (1967, II: 59, 22; 93, 45).
[173]
“Bledos de agua” sería la traducción, aunque, en realidad, eran “huevezuelos de moscas marinas”, como dice Durán (1967, II: 357, 3), o
“huevos de moscas palustres”, como dice Hernández (1959, II: 392); nuevecillos de Ephidra californica o de Corixa femorata habría que decir
en nuestra jerga científica (ver Santamaría 1974: 42).
[174]
Sobre el cocollin y el michpillín, ver Hernández (1959, II: 395, 396).
[175]
El manuscrito (fol. 74r) leía “y açiento y açiento”, pero alguien, a lo mejor el mismo amanuense, se dio cuenta de la repetición y testó la
segunda.
[176]
Así, en el manuscrito (fol. 70v), sugiriendo que su etimología podría ser, de huey, a (tl) y metl, “maguey de agua grande”; aunque el
nombre con el que se le conoce mejor es oyametl (Molina 1944: ME, 76r; Sahagún 1956, III: 283, 5; Santa​maría 1974: 778).
[177]
“Conocido”, sí, pero en España; Madrid se suele llamar la ciudad “del oso y el madroño”.
[178]
La lección del manuscrito (fol. 75v) parece ser “gendios”, y podría ser “asen-dios”. JGI (1941: 56) prefirió sustituirla por puntos
suspensivos, comentando, en la nota al pie, que era “una palabra enmendada que no puede leerse”; Garibay (1964: 211, 258), sin comentario
alguno, encontró más fácil y honesto transcribirla por “sabinos”.
[179]
El manuscrito, fol. 76v, lee: “oalla malicia…”; pero “oalla” está sobrecorregido. Mi transcripción debe considerarse conjetural.
[180]
Según la fotocopia que he tenido a la vista, el manuscrito (fol. 76v) parece leer, literalmente: “nosesa/be”, y así han trasladado JGI
(1941: 57) y Garibay (1964: 212, 260). Mi reconstrucción es conjetural.
[181]
En el manuscrito (fol. 78v), hay a continuación una leyenda y una especie de viñeta, ambas invertidas. Son cosas que deben examinarse
directamente en el original. Hasta donde yo alcanzo a entender sobre la fotocopia, la leyenda superior dice: “P°Roxᵃˢ cu voluntad dei/co”, y,
en la que parece viñeta, “na/SArio Soarez”. Insisto, estas lecciones deberán comprobarse directamente sobre el manuscrito. Mi transcripción
es meramente conjetural.
[182]
El manuscrito, fol. 80r, lee: “... que comen en muchos y diferentes guisados y de engrasallos...” Considérese mi transcripción meramente
conjetural.
[183]
El manuscrito, fol. 80r, lee “gitomatl y miltomatl”.
[184]
En el manuscrito (fol. 81r) se lee: “asta xll fˢ.” Tengo serias dudas respecto a la transcripción de esas cifras.
[185]
Aunque el manuscrito (fol. 81v) registra así el segundo nombre de este señor, debe tenerse en cuenta que Alva Ixtlilxóchitl (1975, I: 492)
lo lee “Tlahuiloltzin”, que, en mi opinión, es la lectura correcta.
[186]
La referencia es a la Historia natural de Nueva España, que el interesado puede consultar, en edición de la UNAM, dirigida por Somolinos
d'Ardois (1959, I-II).
[187]
Ver Hernández (1959, I. 28, 154).
[188]
Ver, sobre esta “planta de hojas redondas” o “que hace dar vueltas”, Hernández (1959, II: 73) , Sahagún (1956, III: 292, 311, 314-5) y
Santamaría (1974: 771-2) .
[189]
“Maguey de arco iris”. Planta no identificada.
[190]
Ver Hernández (1959, I: 40).
[191]
“Açúcar negro desta tierra o macapán” (Molina 1944: EM, 4r).
[192]
Azúcar candi es “el obtenido por evaporación lenta, en cristales grandes, cuyo color varía desde el blanco transparente y amarillo al
pardo oscuro, por agregación de melaza o sustancias colorantes” (Dic. de la RAE).
[193]
“Vino hecho de miel y agua” (Molina 1944: ME, 6v).
[194]
El manuscrito, fol. 86r, lee: “... no tan bueno como el que asen de la sinple y por coser”.
[195]
Así, en el manuscrito (fol. 87v); pero es probable que deba leerse “astas”.
[196]
”Conejo de los pinos”; ver Hernández (1959, II: 305), Sahagún (1956, III. 226, 23), y Santamaría (1974: 768).
[197]
El manuscrito, fol. 89r, lee: “... porq los allamos oy dia a edifiçios biejos...”
[198]
Esto es, que databan de 1382, aproximadamente.
[199]
El manuscrito, fol. 90r, lee:”... de un estado la que menos”.
[200]
El manuscrito, fol. 90v, lee: “sobre grandes brasas de piedra”; pero es probable que deba leerse “sobre grandes basas de piedra”.
[201]
Esto es, hacia 1442.
[202]
El manuscrito, fol. 91r, lee: “... estubiera guardara y cubierta dellagua...”
[203]
En el manuscrito (fol. 92r), inmediatamente a continuación, se lee “fin” y, después, sigue el texto de la “ynstruçion y memoria de las
rrelaçiones que se an de aser para la descripcion de las yndias...”, que comprende hasta el folio 102v. Aquí, de otra letra, hay ocho
anotaciones de nacimientos, que van, desde 1609, hasta 1638. En el folio 103r, comienzan los “rromanses de los señores de la nueba españa”,
cuyo texto corre hasta el folio 144v, donde se lee al calce: “fin de los cantos. 144 fojas por todo.” Siguen otras anotaciones tardías.
RELACIÓN DE TOLNACUCHTLA Y SU PARTIDO

INTRODUCCIÓN
El manuscrito de Tolnacuchtla

El legajo de la RG de Tolnacuchtla y su partido está contenido en una cubierta, lo encabeza el “escripto de


molde” de la Instrucción y Memoria impresa en 1577, y consta de once folios (veinte y dos planas) limpia y
cuidadosamente caligrafiados por don Alonso López, escribano nom​brado y jurado para aquel efecto. El
manuscrito se custodia en el AGI de Sevilla, “IG 1529, N° 375”, y su transcripción paleográfica, hecha
probablemente por José Joaquín Gómez, ha sido editada por FPT (1905, VI: 12-38).
El documento en sí está compuesto de un acta preliminar (fol. lr-v), fechada en el pueblo de
Hueypuchtla a 10 días del mes de octubre de 1579. Fue atestiguada por Francisco de Villegas Quijada,
Gonzalo Pérez y Baltasar de Contreras (hermano del alcalde mayor), “estantes en este dicho pueblo”, y
debidamente firmada por el alcalde mayor de aquella jurisdicción, Alonso Contreras de Figueroa, y por su
escri​bano nombrado, de quien ya se hizo mención. inmediatamente después, sigue la “Descripción del
pueblo de Axocupan” (ff. lv-3v); la “Descrip​ción del pueblo de Yeytecomac y su tierra” (ff. 4r-5v); la
“Descripción del pueblo de Tolnacuchtla y su tierra” (ff. 5v-6v); la “Descripción del pueblo de Hueypuchtla y
su tierra” (ff. 7r-9r); la “Descripción del pueblo de Tezcatepec y su tierra” (ff. 9r-10r), y, por fin, la “Descripción
del pueblo de Tecpatepec y su tierra” (ff. 10r-llv).
En el mismo folio 11v, inmediatamente después de la descripción de Tecpatepec, se adicionaron dos
párrafos que contienen las fórmulas jurídicas de auténtica, la primera de las cuales está fechada, otra vez
en el pueblo de Hueypuchtla, a 24 días del mes de marzo de 1580. Se citan como testigos en este caso,
aunque no firmaron al calce, al clérigo presbítero Cristóbal Gentil, a Manuel Díaz y, de nuevo, a Francisco
de Villegas Quijada. En la contracubierta aparecen las letras de remi​sión, y el sello de cera que acredita que
el documento se envió cerrado.
Desde la fecha del acta preliminar, 10 de octubre de 1579, hasta la de los párrafos de auténtica, 24 de
marzo de 1580, habían transcurrido poco más de seis meses.

Algunas observaciones

El corregimiento de Citlaltepec, presidido en 1579 por Alonso de Galdo, era inmediatamente vecino de
la alcaldía mayor de minas de Tolnacuchtla, a cuyo cargo estaba Alonso de Contreras Figueroa. La RG del
corregimiento de Citlaltepec, impropiamente llamada “de Tequixquiac” (Cline 1972a: 352, 114) fue
compuesta entre el 10 y el 30 de sep​tiembre de 1579, habiéndose concluido, por tanto, apenas diez días
antes que De Contreras Figueroa comenzara la suya. Ambas RGs tienen en común las características
formales de presentación y, en cuanto a las respectivas actas preliminares, la formulación de una y otra es
virtual​mente idéntica.
Como la relación de Alonso de Galdo es cronológicamente anterior, cabe afirmar con razonable certeza
que la suya constituyó el modelo de la que, más tarde, prepararía Alonso de Contreras Figueroa. Todo
parece indicar, entonces, que el alcalde mayor de minas de Tolnacuchtla tuvo a la vista el original, o una
buena copia, de la llamada RG de Tequixquiac, la cual (no hay motivo para pensar otra cosa) compartió de
común acuerdo con Alonso de Galdo. Debieron existir, entre los dos funcionarios, lazos de amistad o de
estrecho compañerismo.
Esta clase de hechos no afectan, tal vez, a la Historia; nada más la sazonan con una dosis de sal y
pimienta humana. Un caso similar de amistad ya se había observado, en Antequera, entre Francisco de la
Mezquita y Francisco de Villagar; aunque, entonces, tuvo por conse​cuencia que la RG de Tecuicuilco
resultara una copia casi textual de la RG de Atlatlaucca. No sucedió lo mismo en Tolnacuchtla, porque el
plagio, si cabe llamarlo así, quedó limitado al acta preliminar y a cier​tos aspectos meramente formales. En
cuanto al contenido, las RGs de Tequixquiac y de Tolnacuchtla, aunque comparten ciertos juicios y
apreciaciones acerca de los nativos, son substancialmente distintas.

Don Alonso de Contreras Figueroa


La biografía del alcalde mayor de minas de Tolnacuchtla no puede calificarse precisamente de
transparente. Aunque parece no ofrecer duda que era hijo del conquistador Alonso de Contreras y de doña
Isabel Mejía (Porras Muñoz 1982: 265), la procedencia de su segundo apellido, “Figueroa”, es incierta. De
su padre se dice que tuvo, por des​cendencia, cuatro varones y siete hijas (Icaza 1923: N9 59); pero
Dorantes de Carranza (1970: 164) registra únicamente los nombres de tres hijos varones: García, el mayor;
Baltasar, el segundo, y Alonso, al pare​cer, el menor. De este último dice que casó “con nieta de Francisco
de Villegas y [d]el Comendador Cervantes, ambos conquistadores”, pero omite declarar el nombre de esa
señora.
Las coordenadas genealógicas son, sin embargo, muy claras: don Alon​so de Contreras Figueroa
estaba casado con una hija, cualquiera que haya sido su nombre, de don Francisco de Villegas Quijada; por
ese motivo, sin duda, don Francisco aparece, en la RG de minas de Tolnacuchtla, como “estante” en
Hueypuchtla, pueblo en que residía el alcal​de mayor. Don Francisco de Villegas Quijada, hijo del
conquistador del mismo nombre y de doña María Quijada, estaba casado con hija de Alonso de Aguilar y de
doña Isabel de Lara, hija mayor, esta última a su vez, del comendador Leonel de Cervantes y de doña
Leonor de Andrada (Porras Muñoz 1982: 175-77, 250). Un pequeño esquema resul​tará, sin duda, más
elocuente que esta enumeración genealógica:

Mediante esta sencilla reconstrucción genealógica, ya no podrá con fundirse Alonso de Contreras
Figueroa, hijo del conquistador del mismo nombre, con un homónimo suyo del que se hace mención en el
“Memo​rial de los conquistadores” (Dorantes de Carranza 1970: 444-45), donde se dice:
De esta casa pretende Alonso de Contreras, por casado con hija de Tristán de la Loa. Aunque el Alonso de
Contreras pretende por hijo de Conquistador, no le tengo por tal, porque no he visto sus provanzas y
porque sé que vino su padre de Guaxaca el año de 24 a esta ciudad, y no se dan por conquistadores
más de aquellos que se halla​ron en la toma de México...
Uno y otro son diferentes, porque, del padre del alcalde mayor de minas de Tolnacuchtla, dice Bernal
Díaz del Castillo (1962: 384) que era “soldado viejo de Cortés” y, además, Donantes de Carranza (1970:
164) no pone en duda su calidad de “conquistador”. La identidad de su homónimo, “casado con hija de
Tristán de la Loa” y cuyo padre “vino... de Guaxaca el año de 24 a esta ciudad”, no viene al caso dilucidarla
en este lugar.

La jurisdicción de minas de Tolnacuchtla

En el capítulo 11 de la descripción del pueblo de Tolnacuchtla, se dice: “Deste pueblo, y [de] las minas
que están en sus términos, se nombra el alcaldía de esta jurisdicción”. Para entonces, empero, el pueblo en
sí acusaba signos marcados de decadencia. En el capítulo 28 se afirma que “tiene minas de plata”; pero, en
el capítulo 48 se aclara que “las minas que están en términos de este pueblo, que llaman Capula, estuvieron
pobladas de españoles y, de diez años a esta parte, se han despoblado, por ser [los] metales pobres, pocos
y de poca ley...”. En 1580, a pesar de constituir la cabecera de la alcaldía mayor y, presun​tamente, un centro
minero, Tolnacuchtla contaba apenas con cuatro​cientos vecinos, tributarios enteros. Desde el punto de vista
civil, había dejado de ser la sede en que residían los funcionarios, quienes habían trasladado sus reales al
pueblo de Hueypuchtla; desde el punto de vista eclesiástico, su administración dependía del convento
agustino de Atucpan. Técnicamente, entonces, el eje político de aquella jurisdicción se había desplazado a
Hueypuchtla, donde residía el alcalde mayor, cuya doctrina era administrada por dos curas clérigos, y que
contaba, en 1580, con más de mil seiscientos cuarenta vecinos, tributarios enteros. Hacia fines de siglo, la
alcaldía mayor de minas de Tolnacuchtla había desaparecido. En 1599, el virrey nombró a don Rodrigo de
Zárate “alcal​de mayor le Gueypuxtla” (Porras Muñoz 1982: 478).
Los acusados signos de decadencia de este centro minero son mani​fiestos. Tezcatepec, el único pueblo
que reconoce caer en jurisdición de la cabecera de Tolnacuchtla, contaba con mil doscientos tributarios
enteros y, en contraste con su cabecera jurisdiccional, su doctrina estaba a cargo de un clérigo en
residencia. Por su parte, Axocopan acusa una marcada tendencia a constituirse en entidad política
autónoma. En 1580, contaba con dos mil ochocientos tributarios enteros y, además, los agus​tinos tenían allí
convento. Axocopan y Tecpatepec (con cuatrocientos cincuenta tributarios enteros; visita de Mizquiyahuala)
caían, entonces, en la jurisdicción del corregimiento de Yeytecomac. Pero Yeytecomac, con sus dos mil
doscientos dos tributarios enteros, dependía, eclesiás​ticamente, del convento agustino de Axocopan.
En 1580, la llamada alcaldía mayor de minas de Tolnacuchtla conta​ba con un total de seis mil
seiscientos noventa y cinco tributarios enteros; término que, traducido al lenguaje actual, equivaldría a un
número igual de familias. Teniendo esto en cuenta, uno advierte la relación que existe entre los números
demográficos y la historia política; y, puesto que hombre y producto constituyen una unidad, la relación que
existe entre los números demográficos y la historia total.
Comoquiera que deseen considerarse las generalidades arriba apun​tadas, una cosa parece cierta: los
números demográficos influyeron en la estructura de la RG que aquí se presenta, no la constitución teórica
de aquella entidad política. Si se excluye la inserción simbólica de la descripción del pueblo de Tolnacuchtla
entre las de los pueblos de Yeytecomac y Hueypuchtla, lo cual puede considerarse un tributo póstumo a su
condición nominal de cabecera de aquella alcaldía mayor, obsér​vese que el orden de las descripciones
restantes no se ajusta a patrones políticos, antes se subordina a la importancia demográfica de los pueblos.

Contenido: problemas cronológicos

Llama poderosamente la atención, en este cuerpo de descripciones, el casi exquisito pormenor con que
se registran los antecedentes históri​cos de cada comunidad. En cada uno de los seis casos, se hace
constar el nombre de los descubridores y pobladores “infieles” de los poblados, su procedencia, casi
siempre la fecha, y, en ocasiones, se proporciona datos sobre la esposa y familia de estos epónimos. Es
evidente que, a diferencia de su vecino y amigo De Galdo, corregidor de Citlaltepec, Alonso de Contreras
Figueroa dispuso de informantes más enterados. Tal vez por eso, no obstante haber adoptado en la suya
las formalidades de la llamada RG de Tequixquiac, introdujo de propia cuenta capítu​los que en el modelo se
omiten.
Los informantes fueron, según declara la RG, “el gobernador, alcal​des, regidores y principales” de aquel
distrito y jurisdicción; pero es legí​timo suponer que éstos tuvieron a mano documentos o pinturas anti​guas.
Por eso, da pena comprobar que, de esa región, sólo ha sobrevivido el llamado Códice de Huichiapan (ver
Caso 1928: 130-35; Carrasco 1950: 169-84; Ecker 1966: 605-12); códice que es demasiado tardío (ca.
1632) y de “escaso valor histórico” (Ecker 1966: 611).
Pero, cualesquiera que hayan sido las fuentes escritas, si es que exis​tieron, y quienesquiera que hayan
sido los informantes, hay que obser​var que los intérpretes, o el escribano de la RG, al parecer sufrieron
algunas confusiones, particularmente al trasmitir datos cronológicos.
Un cuadro, que sumarice los datos que contienen las relaciones, ayudará a la comprensión del
problema.

Lugar Poblador procedencia año datos históricos

Axocopan Tzotzocole y Tenayucan ----- -------------


Petlatzin

Quauhtecuhtli y Chiapan ----- Tributaban a Chimalpopoca


Coanantzin
(1417-1427)

Yeytecomac Huitzilitzin Chiapan ----- Atlpopocatzin señor de Apazco, gobernaba


Chiapan. Tributaban a Itzcoatl (1428-1440)

Tolnacuchtla Nacatzin y 4 Azcaputzalco 1419 Casó con hija de Itzcoatl (1428-1440)


hermanos

Hueypuchtla Huitzilitzin Chiapas 1219 Tributaba a Motecuhzoma (1440-1469) y a sus


antecesores.

Tezcatepec Tezcatzin, Chiapas 1280 Tributaba a Motecuhzoma (1440-1469) y a sus


Tlilquauhtli y antecesores.
Tuzantzin

Tecpatepec Tlalnenenqui Azcaputzalco 1370 Atlpopocatzin era señor de Apazco.

Quaquauhpitzahuac (1350-1409), al que


tributaban, era señor de Tlatelolco.


Como se puede observar, la noticia mejor documentada es la correspondiente a la fundación de
Tecpatepec. Si sus datos son fidedignos, Atlpopocatzin, señor de Apazco y gobernador de Chiapan o
Hueychiapan, era contemporáneo de Quaquauhpitzahuac, señor de Tlatelolco, de quien se sabe por otras
fuentes (Barlow & Berlin 1948: xviii-xx, 81, passim) que floreció entre los años de 1350 y 1408. De allí que
pueda inferirse que la fundación de Yeytecomac, realizada por Hutzilitzin durante el gobierno de
Atlpopocatzin en Apazco, tuvo lugar, también, hacia 1360; pero no es aceptable situar la fundación de
Hueypuchtla en 1219, si el Huitzilitzin allí mencionado es el mismo que intervino en la de Yeytecomac.
Por lo demás, tampoco resulta congruente que Nacatzin, fundador de Tolnacuchtla en 1419, se haya
casado con una hija de Itzcoatl diez o quince años más tarde, ni parecen encajar en el contexto de estos
even​tos las tempranas fechas de 1219 y 1280, ni la tardía de 1419. Ahora bien, como su fijación es
indirecta, derivada de frases que hay en el texto: “ha ciento y sesenta años”, “de trescientos años a esta
parte” y “de trescientos y sesenta años a esta parte”, uno no puede evitar pregun​tarse si habrán entendido
bien a los informantes, primero, los intérpre​tes y, después, el escribano. Porque es probable, en términos
generales, que la ocupación y fundación de estos pueblos haya ocurrido, en forma casi sincrónica, hacia
1360. Sus alianzas con los señores de México, o su respectiva conquista y subsecuente tributación,
pudieron acaecer en el siglo XV.

[En la portada o cubierta, de varias letras:] Nọ 192. To[l]nacu[ch]tla y su


partido. Arzobispado de México. Nueva España. [1]

¶ En el pueblo de Hueypuchtla desta Nueva España, que dizque está en encomienda de Antón Bravo y
doña María Garao, [2] que son dos compañeros, a diez días del mes de octubre del año del Señor de mil y
q[uinient]os y setenta y nueve a[ñ]os, el il[ustr]e señor Al[on]so de Contreras Figueroa, al[ca]lde mayor [por]
su Maj[esta]d en este d[ic]ho pu[ebl]o y minas de Tolnacuchtla, [3] y los demás de su partido, y por presencia
de mí, Al[on]so López, escrib[an]o nombrado de su juzgado, y jurado en forma de d[e]re[ch]o para todo lo de
suso conteni​do, dijo que, por cuanto el il[ustr]e señor Gordián Casasano, v[e]c[i​n]o de la ciudad de Méx[i]co,
contador y administrador general del Alcabala desta Nueva España por su Maj[esta]d, envió al d[ic]ho señor
al[ca]lde mayor una Instrucción, en un pliego de papel escrita en molde, con ciertos capítulos para que, por
el tenor y forma dellos, envíe relación de las cosas notables que hubiere en los pueblos que el d[ic]ho señor
al[ca]lde mayor tiene en su distrito y jurisdicción para lo tocante a la descripción que su Maj[esta]d manda [4]
hacer de estas Indias; en cumplimi[ent]o de lo cual, y para saber enteramente la verdad de lo contenido en
los d[ic]hos capítulos e Instrucción, luego mandó a todos los gobernadores, al[ca]ldes, principales e indios
los más ancianos de los pueblos de la d[ic]ha su jurisdicción, y a otros de fuera della, pareciesen ante su
m[erce]d. Y, parecidos, por lengua de intérpretes de la lengua mexicana y otomí que para este efecto
nombró y juramentó, estando los d[ic]hos gobernadores, y los demás indios de los d[ic]hos pueblos deste
d[ic]ho cargo y fuera del, todos juntos, en general, y después a cada uno en particular, supo e inquirió, y
procuró inquirir y saber lo más esencial y verdadero de todo lo que ansí por la d[ic]ha Instrucción y capítulos
se declara, la cual les fue por mí, el d[ic]ho escrib[an]o, leída, y por los d[ic]hos intérpretes dada a entender
de verbo ad verbum como en ella se contiene, encargándoles con toda instancia dijesen y declarasen la
verdad de lo que todos y cada uno dellos supiese y alcanzase, así por experiencia como por oídas de sus
padres y abuelos, parientes y amigos, vecinos y allegados. Y, para ello, el d[ic]ho señor al[ca]lde mayor les
mandó se fuesen a sus pueblos y casas, y encomendasen a la memoria todo lo referido en los d[ic]hos
capítulos e Instrucción para q[ue], habiendo tomado la razón de todo lo en ella contenido, viniesen a darla
cada uno por sí. Y, habiéndolo ansí entendido el gobernador, al[ca]ldes, regidores y principales del pu[ebl]o
de Hueypuchtla y los del pu[ebl]o de Axocopan, y los del pu[ebl]o de Tolnacuchtla y los del pu[ebl]o de
Tetepango que son de esta jurisdicción, [5] mediante los d[ic]hos intérpretes respondieron q[ue] harían y
cumplirían lo que por el d[ic]o señor al[ca]lde mayor les ha sido mandado, y ansí se fueron a sus pueblos. Y
el d[ic]ho señor al[ca]l​de mayor lo firmó, siendo testigos Fran[cis]co de Villegas Quixada, y Gonzalo Pérez y
Baltasar de Contreras, [6] españoles estantes en este d[ic]ho pu[ebl]o. Al[on]so de Contreras Figueroa
(rúbrica). Pasó ante mí: Al[on]so López, escrib[an]o nombr[a]do.

DESCRIPCIÓN DEL PU[EBL]O DE AXOCOPAN


1 y 2 y 9 y 13 ¶ Cuanto al capítulo primero: El pu[ebl]o de Axocopan es el principal pu[ebl]o de doctrina de
los que hay en esta alcaldía mayor. Llamábase, en tiempo que esta tierra estaba des​poblada, en la lengua
mexicana, Huitziquauhtlan, que, en la caste​llana, quiere decir “monte de espinos”. Y este nombre le
pusieron dos indios chichimecas que vinieron del pu[ebl]o de Tenayuca[n], que está [a] dos leguas de la
ciudad de Méx[i]co. Llamábase el uno dellos, en lengua mexicana, Tzotzocole, que en la castellana quiere
decir “cántaro”, y el otro, Petlatzi[n], que en la lengua castellana quiere decir “estera”. Estos dos infieles
corrían toda esta tierra [y] nunca hicieron asiento en ella, porque eran salteadores y, de aquí, salían a los
caminos a saltear. Hacían su habitación en este monte, porque era muy espeso.
Después, vinieron dos indios infieles del pu[ebl]o de Chiapa y naturales del, [7] los cuales, habiendo
corrido toda esta tierra, hicieron asiento en esta montaña, y fueron los primeros pobladores que hicie​ron
casas en este pu[ebl]o; trujeron consigo dos indias, que eran sus mujeres. Llamábase el uno en lengua
mexicana, Quauhtecuhtli, [8] que en la castellana quiere decir “águila principal”, y [a]l otro llama​ban
Coanatzi[n], que quiere decir “madre de culebras”. Estos dos infieles pusieron por nombre a este pu[ebl]o,
en su lengua mexicana, Axocopan, que quiere decir “agua agra”. [9] Dicen [que] le pusieron este nombre,
por ser el agua que en el d[ic]ho pu[ebl]o hay, agria. Llaman a esta provincia Teutlalpa[n], que en la lengua
castellana, quiere decir “tierra de los dioses”. [10] Tenía este nombre, por ser tierra despoblada. [Los dos
caciques mencionados] no fueron envia​dos por nadie; ellos, por su propio motivo, la poblaron.
3 ¶ En cuanto al tercero capítulo: Esta tierra es templada, seca, y tiene fuentes de aguas calientes. El más
contino viento que en él corre es nordeste; corre con gran fuerza, desde el mes de marzo, hasta el de
agosto.
4 ¶ En cuanto a los cuatro capítulos: Este d[ic]ho pu[ebl]o está poblado en tierra llana, rasa y cercada de
cerros [y] de muchas fuen​tes de aguas calientes; tiene muchos pastos [y es] abundosa de man​tenimientos.
5 ¶ En cuanto a los cinco capítulos: Tiene dos mil y ochocientos tributarios enteros, vecinos; han tenido
mucha más cantidad de gente. Están poblados en pu[ebl]o formado y por sus calles; es gente de bajos
entendimientos, y bárbaras inclinaciones y manera de vivir. Hablan la lengua otomi, en general, y algunos,
en la mexicana.
6 ¶ En cuanto a los seis capítulo[s]: Este pu[ebl]o está en poco más de dieciocho grados; en el mes de
junio, no hace sombra el sol al mediodía.
11 ¶ En cuanto a los once capítulo[s]: Este d[ic]ho pu[ebl]o dista, del pu[ebl]o de Yeytecomac, dos leguas
grandes, que es el corre​gimiento y cabecera de este partido; es, este d[ic]ho pu[ebl]o, cabe​cera de doctrina.
12 ¶ En cuanto a los doce capítulo[s]: Hacia la parte del oriente, tiene el pu[ebl]o de Temoaya[n]: dista deste
dos leguas y media; ade​lante, entre el oriente y el sur, el pu[ebl]o de Tezcatepec: dista deste dos leguas
grandes; al sur, el pu[ebl]o de Tetlapanaloya[n]: dista cuatro leguas pequeñas; adelante, entre el sur y el
poniente, tiene el pu[ebl]o de Apazco: dista tres leguas pequeñas; al poniente, [11] el pu[ebl]o de
Tehualilpa[n]: dista dos leguas; y, entre el poniente y el norte, el pu[ebl]o de Mizquiyahuala, [12] dista dos
leguas y media grandes; y hacia el norte, el pu[ebl]o de Tecpatepec: dista tres leguas. Los más de los
caminos son torcidos, y por tierra doblada.
14 ¶ En cuanto al capítulo catorce: Reconocían, por señor, a Chimalpopoca, que, al presente, lo era de
Méx[i]co. [13] Llamá[ba]nle por este nombre en la lengua mexicana, que, en la castellana, quiere decir
“rodela ahumada”. Dábanle de tribu[t]o rodelas de [he]nequén y varillas tostadas, mantas de [he]nequén de
diferentes labores; hacíanle nueve sementeras de maíz, [y] acudían a ellas los pueblos comarcanos.
Adoraban y tenían por su dios a Huitzilopoch[tli], q[ue] era el Demonio; ofrecíanle incienso y papel de la
tierra; teníanle casa dedicada, a manera de monasterio, en la cual encerraban cantidad de muchachos, los
cuales se criaban allí (tenían doctrina del Demonio) a manera de colegio, [14] y de allí salían los que querían
casarse, y los demás quedaban en castidad. Cortábanse las orejas, y sajábanse las piernas y los brazos y
las lenguas a manera de peni​tencia, [y] rociaban los ídolos con la sangre. Y, cuando iban a las guerras con
el señor de Méx[i]co, los muchachos que en la guerra cautivaban traíanlos ante estos ídolos, sacábanles el
corazón y dábanle con él por la cara. Hacían grandes areitos cuando hacían estos sacrificios, [15] [y] decían
muchas canciones y chanzonetas a honor de estos sacrificios; hacían esta fiesta cada veinte días. En aquel
tiempo no se embriagaban, porque iba contra la ley que entre ellos había, y moría por ello [el que lo hacía.
Y] no hurtaban ni había ladrones, porque también moría el que excedía desto. Estaban muy sujetos a sus
mayores. No osaban decir mentiras, porque apedreaban al que contra esto iba.
15 ¶ En cuanto a los quince capítulos: Gobernábanse a nuestro modo, porque tenían puestos jueces y otras
personas que les administraba[n] justicia a su modo. Nunca tuvieron guerras por sí; iban, al llamado de
Chimalpopoca, cuando se le ofrecía, contra otros. Peleaban con macanas y rodelas, arcos y flechas;
llevaban, para defensa del cuerpo, ciertas armas hechas de [he]nequén, que es como cáñamo, que acá
llaman ichcahuipiles. [16]
Andaban desnudos, con solas unas vendas a manera de bragueros y con unas mantas de algodón y de
[he]nequén, que es como anjeo de Castilla, [17] con un nudo en el hombro. Al presente, traen camisas,
zaragüeles y destas mantas, y, algunos, sayos hechos de este lienzo o de paño; traen sombreros [y] andan
calzados con cutaras y, algu​nos, [con] zapatos.
Tenían, para su sustento, lo que ahora tienen, que es pan de maíz y semillas de bledos, frijoles,
calabazas, chian (que es como zargatona de Castilla), ají, tunas agrias y dulces, de diferentes colo​res, hojas
de tunas que llaman nopales, miel de maguey cocida (a manera de arrope de Castilla); de las raíces y hojas
del maguey, hacen un género de comida muy dulce, que llaman mexcal; [18] tienen otras raíces y yerbas
campesinas, que les sirve de manteni​mi[ent]o; tienen caza y aves.
Vivían más sanos [antes] que ahora; entiéndese que es por la embriaguez, de que usan con tan gran
desorden, y la ociosidad grande que tienen. Es gente de poca honra, y verdad y vergüenza, y ansi, por
estas ocasiones, cualquiera cosa q[ue] se les mande la hacen de temor, y, si los hubiesen de llevar por bien,
no harían cosa. Es gente para poco, flojos en tanta manera, que, si fuese posi​ble sin trabajar, estando
acostados, tener qué comer, no harían diligencia para ello, aunque estuviesen desnudos toda la vida; y,
ansi, algunos se están debajo de los magueyes, y se sustentan del vino que dellos se hace a su modo, y
[de] yerbas y tunas que, en los más pueblos, tienen en cantidad. Hanse de llevar por mal para que hagan lo
que les mandan, y esto es general en toda la Nueva España.
16 ¶ En cuanto a los dieciséis capítulo[s]: este pu[ebl]o está asentado a la falda de unos cerros que llaman,
en lengua mexicana, Tlalquauhq[u]auhtla, [19] que, en la castellana, quiere decir “serranía dura en un llano”.
[20]
Está cercado de otras serranías hasta el norte, tierra escombrada.
17 ¶ En cuanto a los diecisiete capítulo[s]: Este pu[ebl]o es tierra sana.
19 ¶ En cuanto a los diecinueve capítulo[s]: De las fuentes de aguas calientes que hay en este d[ic]ho
pu[ebl]o, se riega parte dél.
22 ¶ En cuanto a los veinte y dos capítulo[s]: Los árboles silvestres que tienen son tunales, magueyes,
espinos grandes, mezquites, que da una fruta que son unas vainillas delgadas, dulces, de que suelen hacer
pan; [21] tienen arboledas de monte, como es encinos, pinos, robles. Del maguey, se hace miel, como arrope
de Castilla, [y] aguamiel, que es una bebida simple y purgativa, y muy saludable; hacen della vino a su
modo, echándole una raíz que le da aquella fuerza, [y] vinagre; [21a] de las raíces y pencas, hacen una
manera de comida dulce que llaman mexcale; hacen [he]nequén, que es como cáñamo, del cual hacen ropa
para su vestir (como anjeo) , cuerdas, sogas, y otras jarcias; las hojas, entre los naturales, sirven de tablas,
canales [y] leña para quemar; el cogollo de este árbol, asados, con el zumo se curan heridas y otras llagas,
y cualquier q[ue]bradura de brazo o pierna: puesto este zumo, caliente, después de haber encajado un
hueso con otro [y] puestas sus tablillas, abri​gándole con pluma o estopa, sana, y es medicina muy
experimentada.
23 ¶ En cuanto a los veinte y tres capítulo[s]: En este d[ic]ho pu[ebl]o, y [en] sus sujetos, se dan parras en
poca cantidad, porque los naturales no se dan a plantarlo; [pero] es tierra para el efecto muy buena, y la uva
que dellas se coge. Hay higueras de Castilla, duraznales, granados, albaricocales, membrillales, nogales,
rosas de Castilla, [y] todo género de verdura de Castilla. Todo lo cual se da muy bien, y se daría en
cantidad, si los naturales se diesen a ello.
24 ¶ En cuanto a los veinte y cuatro capítulo[s]: Los granos y semillas desta tierra, que les sirve de sustento,
son maíz, frijoles, ají, chian, huauhtli (que es semilla de bledos), calabazas, tomates chicos y grandes, de
dos géneros, [y] tienen otras muchas raíces que les sirve de sustento; tienen capulíes, que son como
cerezas de Casti​lla, y bellotas dulces.
25 ¶ En cuanto a los veinte y cinco capítulo[s]: En esta tierra, se coge trigo [y] cebada.
26 ¶ En cuanto a los veinte y seis capítulo[s]: Tienen gran cantidad de yerbas medicinales que entre ellos
usan, y otras flores y raíces que sirven de purga muy buena; tienen raíces, y otra yerba venenosa; la raíz
llaman entre ellos iztacpatli, que quiere decir “medicina blanca”. [22]
27 ¶ En cuanto a los veinte y siete capítulo[s]: Los animales domésticos que de España han traído, y hay en
esta tierra, son vacas, ovejas, cabras, puercos [y] yeguas; y, los bravos, son venados, liebres, conejos,
adives, zorrillos, topos (que, en esta tierra, llaman tuzas), comadrejas (que acá llaman los naturales
tlaquatzin), ardillas (llámanlas techalotl), perros de esta tierra y de Castilla, [y] gatos. Todo lo cual se cría y
multiplica muy bien. Ansimismo, hay gallinas, de esta tierra y de Castilla, palomas, ánsares blancos, patos
reales, codornices, tórtolas, cuervos, auras, tordos, golondrinas, go​rriones, ruiseñores, calandrias,
gavilanes, aguilillas, cernícalos, buharros, lechuzas y otras avecillas, que, ansimismo, se crían en cantidad.
30 ¶ En cuanto al capítulo treinta: En esta tierra no hay salinas; provéense de sal, de los mercados que en
este d[ic]ho pu[ebl]o y en los de su comarca se hacen, y, [ansí], de las demás cosas nece​sarias para su
mantenimiento y vestido.
31 ¶ En cuanto a los treinta y uno capítulo[s]: Las casas que tienen los naturales son pequeñas y bajas; son
de piedra y adobe, cubiertas de paja, por orden y calles, y, cada casa, por sí, apartadas unas de otras.
Tienen mucha cal, arena, piedra liviana y pesada, y otra, de que hacen portadas que tienen un color rosado;
es piedra recia, que no la come el salitre.
33 ¶ En cuanto a los treinta y tres capítulo[s]: Los tratos y granjerías que tienen, son miel de maguey y
cocida, [he]nequén, cal, ovejas, cabras, maíz, y otras cosas y semillas que arriba van declaradas; pagan su
tribu[to] en maíz y dineros.
34 ¶ En cuanto a los treinta y cuatro capítulo[s]: Este pu[ebl]o está en el arzobispado de México, catorce
leguas grandes de la ciudad hacia la parte del norte. Tiene los sujetos que van espacificados: Tetepango,
Ulapa[n], Santiago, Tulancalco, San Agustín, San Juan, Santa Mónica, [y] Xuchichiuhca[n]. [23]
36 ¶ En cuanto a los treinta y seis capítulo[s]: En este d[ic]ho pu[ebl]o, hay un monasterio de frailes de la
orden del señor San Agustín; residen en él, de ordinario, tres religiosos. Fundólo Jerónimo López, regidor de
la ciudad de Méx[i]co, [24] que lo tiene este d[ic]ho pu[ebl]o, por su Maj[esta]d, en encomienda. Fundóse este
d[ic]ho monasterio de nueve a[ñ]os a esta parte, porque, antes, doctrinaban a estos naturales curas
clérigos. En cada sujeto, hay su iglesia y advocación; celebran sus fiestas cada año muy bien, como ellos
acostumbran, a nuestro modo, haciendo su procesión los religiosos que a ella se hallan.

DESCRIPCIÓN DEL PU[EBL]O DE YETECOMAC Y SU TIERRA, QUE ES DE LA


CORONA REAL
1 y 9 y 13 y 16 ¶ En cuanto al primero capítulo: El pu[ebl]o de Yetecomac, llámanle en la lengua mexicana
ansí, que, en la cas​tellana, quiere decir “jícara redonda de olor”, [25] y [es] por tres cerros redondos, a las
faldas de los cuales están los naturales poblados. Era este d[ic]ho pu[ebl]o de la provincia de Apazco,
porque, antigua​mente, fueron gobernados por el señor deste pu[ebl]o de Apazco, que se llamaba
Atlapocatzi[n], que, en la lengua castellana, quiere decir “agua ahumada”. Este señor gobernaba diez
pueblos, por mandado de el que era en aquel tiempo señor de Méx[i]co, a quien éstos reconocían, que tenía
sujeta la Teutlalpa.
2 ¶ En cuanto al segundo capítulo: Dicen y afirman los naturales que el primero poblador, indio infiel que
pobló este pu[ebl]o, se llamó, en la lengua mexicana, Huitzitl, que en castellana quiere decir “jilguero”, [26]
que es un pájaro pequeño, de la pluma de los cuales se hacen las imágenes que desta tierra llevan a
España, [27] y era natural de un pu[ebl]o que, en la lengua mexicana, llaman Chiapa[n], y en castellana
quiere decir “mancha de agua”. [28] Este infiel vino poblando otros pueblos antes de llegar a éste, en el cual
murió, y traía consigo [a] su mujer y [a] dos hermanos. Tuvo, después, muchos hijos, de los cuales, y de
otras gentes advenedizas, se fue poblando, y venían al llamado de este poblador. Vínose él mismo, sin ser
enviado por ninguna otra persona. Dista deste pu[ebl]o, el de Chiapa[n], diez leguas hacia la parte del
poniente. [29] Tiene esta cabecera, al presente, doscientos vecinos, tributarios enteros; no tiene ningún
sujeto.
3 ¶ En cuanto al tercero capítulo: Este d[ic]ho pu[ebl]o es frío y [de] tierra seca; no tienen agua, si no es de
jagüeyes, y de allí beben. El viento que más ordinario corre es el que llaman sudoeste, y éste es lo más del
año.
4 ¶ En cuanto al cuatro capítulo: Están poblados los vecinos dél en las faldas de tres cerros grandes; en lo
llano, es tierra escom​brada y sin arboleda, abundosa de pastos para ganados menores; tiene algunos
árboles de duraznos, y tunales.
5 ¶ En cuanto a los cinco capítulo[s]: Tiene doscientos y cinco tributarios enteros, [aunque, antes,] tuvo
mucha más gente; entién​dese mueren por el vicio de la embriaguez, que entre ellos usan muy [de] ordinario
Están poblados en pu[ebl]o formado por sus calles; son de inclinaciones bárbaras, como son las
embriagueces; flojos, que, si tuviesen qué comer sin trabajar, se estarían echados toda su vida; mal
mandados, acuden mal a las cosas tocantes a la doctrina; es gente humilde a sus mayores. Hablan la
lengua otomí sola.
11 ¶ En cuanto a los once capítulo[s]: Este d[ic]ho pu[ebl]o es el corregimiento de esta alcaldía; es cabecera
de doctrina el pu[e​bl]o de Axocopa, de donde son visitados por los frailes que en él residen.
12 ¶ En cuanto a los doce capítulo[s]: Tiene, hacia la parte de oriente, el pu[ebl]o de Tecaxic, y dista dos
leguas; y, entre el sur y el oriente, está el pu[ebl]o de Temoaya[n]: dista dos leguas y media grandes; tiene
adelante del sur, hacia el poniente, el pu[ebl]o de Axocopa: dista dos leguas pequeñas; tiene, al poniente, el
pu[ebl]o de Santiago, sujeto al de Axocopa: dista una legua larga; y, entre el poniente y el norte, el pu[ebl]o
de Tecpatcpec: dista una legua larga, a la caída de una cuesta grande; hacia el norte, tiene el pu[ebl]o de
Santa María, sujeto al pu[ebl]o de Atucpa: dista una legua [y] tiene otra cuesta. Todos los demás caminos
son derechos y por tierra llana.
14 ¶ En cuanto a los catorce capítulo[s]: Tenían y reconocían por señor a Itztcoatl, señor de México; dábanle
de tributo mantas de [he]nequén, que es un lienzo como anjeo de Castilla, conejos, fiebres, codornices,
cueros de adives; hacíanle dos sementeras de maíz. Adoraban a Tezcatlipoca, [30] que era el Demonio;
ofrecíanle incienso de esta tierra y papel, [31] que es como [el] de estraza de Cas​illa; horadábanse las orejas
y acuchillábanse las piernas, y la sangre. que les salía le ofrecían [al ídolo], y con ella bañaban [a] sus
ídolos hechos, [unos], de piedra, y otros, de palo, haciendo grande areito y baile a su modo dellos.
15 ¶ En cuanto a los quince capítulo[s]: Cuando Méx[i]co tenía guerra con algunos otros pueblos, llamaban
a los naturales deste para que acudiesen a ella con arco y flechas, macanas y rodelas; llevaban, por armas
para la defensa del cuerpo, ichcahuipiles. Andaban, en su tierra, desnudos en cueros, con unas vendas con
que se cubrían las partes vergonzosas, con unas mantas de algodón o de [he]nequén, atadas con un nudo
al hombro. Andan, ahora, con sus camisas, zaragüeles, sombreros y cutaras, y zapatos y mantas. Comían
tortillas de maíz, chile, frijoles, chian (que es como zargatona de Castilla), miel de maguey y cocida (que es
como arrope de Castilla), y conejos [y] tuzas (que son topos de Castilla); bebían cacao y aguamiel de los
magueyes, que es una bebida simple, antes de echarle una raíz fuerte con que hacen el vino con que se
embriagan, [32] que ésta le pone la fuerza para este efecto. Viven malsanos, y entiéndese por muy cierto que
las enfermedades proceden de las embriagueces y [del] poco ejercicio que hacen, y [de] vivir con tan
grande ociosidad.
17 ¶ En cuanto a los diecisiete capítulo[s]: Es tierra sana. Las enfermedades que entre ellos hay es
tabardete y, otros, que se vuelv​en locos: y dicen que se les cubre el corazón, y dende a tres o cuatro las
mueren; sáleles sangre por las narices [y] tienen grandes dolores de cabeza. Cúranse con estafiatl, [33] que
es una yerba que llaman “inciensos”, echada en agua, y con aquella se rocían y báñanse con ella.
18 ¶ En cuanto a los dieciocho capítulo[s]: Tiene estos tres cerros a tiro de arcabuz, poco más hacia la parte
del norte, los cuales le abrigan. Llaman al mayor ceno, Tecotepetl, y, en lengua caste​llana, quiere decir
“ceno de señorío”, porque sacrificaban en él al Demonio. [34]
22 ¶ En cuanto al capítulo veinte y dos: Tienen muchos tuna​les q[ue], de las hojas dellos, cocidas y
guisadas a su modo, les sirve de mantenimiento. Destos árboles tienen muchas tunas de diferen​tes colores,
dulces y agras, de muy buen gusto; es fruta muy sana y fría. Tienen unos árboles que llaman magueyes, de
los cuales tienen mucho aprovechamiento: hacen miel, como arrope de Castilla, [y]. hacen della vino [y]
vinagre; beben el aguamiel por cocer, que es una bebida muy saludable, purgativa, que engorda y da salud;
de las pencas y raíces, hacen uña comida a su modo, dulce; del zumo de las hojas, se curan llagas y
heridas: es una medicina q[ue] aprovecha mucho, y se ha hecho gran experiencia dello; sacan dellos
[he]nequén, con que hacen las mantas, cuerdas y otras jarcias; sirven estas hojas de tablas, a manera de
tejas, con que cubren sus casas; para las aguas, sírvenles de canales, y de leña; crían estos árboles, en las
raíces dellos, unos gusanos que los naturales comen.
23 ¶ En cuanto a los veinte y tres capítulo[s]: Tienen árboles duraznales, albaricocales, granados,
membrillares; darse [all]í [35] han otros cualesquier árboles de agricultura, por ser tierra aparejada para ello
por no haber menester riego.
24 ¶ En cuanto a los veinte y cuatro capítulo[s]: Las semillas que entre ellos tienen y se usan, son maíz,
frijoles, chian, huauhtli, que es semilla de bledos, y de estas semillas se hace un pan a su modo, [y]
calabazas.
25 ¶ En cuanto a los veinte y cinco capítulo[s]: En esta tierra se da trigo y cebada, aunque no lo usan los
naturales, de cuarenta a[ñ]os a esta parte, que murió su encomendero español que lo hacía sembrar.
27 ¶ En cuanto a los veinte y siete capítulo[s]: Hay adives, topos, ardillas, zorrillos, liebres, conejos, gallinas
de Castilla y de esta tierra, codornices, gavilanes, torzuelos, águilas bravas, cerníca​los, gorriones, tórtolas,
cuervos, tordos, golondrinas, auras, palomas de Castilla y otros puchos pájaros monteses; danse ovejas,
cabras [y] puercos, en mucha cantidad.
30 ¶ En cuanto a los treinta capítulo[s]: No tienen salinas; provéense della de los mercados que en este
pu[ebl]o se hacen, y en los demás de su comarca, y de las demás cosas de su menester.
31 ¶ En cuanto a los treinta y un capítulo[s]: Las casas que tienen son pequeñas: las paredes son de adobe,
y cubiertas de paja y hojas de maguey, y, algunas dellas, las tienen cercadas de la caña del maíz.
33 ¶ En cuanto a los treinta y tres capítulo[s]: Tienen algunos españoles, por granjería, estancias de ovejas:
hacen carneradas y chivatos; los naturales hacen miel, tienen aves de Castilla y de la tierra, tuna, que es su
trato, y [he]nequén; pagan su tributo en dine​ro y [en] maíz.
34 ¶ En cuanto a los treinta y cuatro capítulo[s]: Está este pu[ebl]o, del arzobispado de Méx[i]co, dista[nte]
catorce leguas gran​des hacia la parte del sur, por camino torcido y algunas cuestas; ll[u]eve poco: no son
tan buenos los temporales como en otras partes.

DESCRIPCIÓN DEL PU[EBL]O DE TOLNACUCHTLA Y SU TIERRA


1 y 13 ¶ En cuanto al primero capítulo: El pu[ebl]o de Tolnacuchtla se llama ansí en la lengua mexicana y,
en la castellana, “ore​jera de juncia”, que el significado dello es una oreja y, a manera de arillo, está metida
juncia, [36] porque el infiel poblador se llamaba OREJA. [37] Son de la provincia de Apazco, como en la
descripción del pu[ebl]o de Yetecomac se declara, que es en esta Teutlalpa.
2 ¶ En cuanto los dos capítulo[s]: El primer poblador, indio infiel q[ue] pobló este d[ic]ho pu[ebl]o, era
chichimeco de su nación: salió del pu[ebl]o de Azcaputzalco, que es en la comarca de Méx[i]​co. Vino a
poblar esta tierra, por tener grandes montes y mucha caza en ellos; trujo consigo [a] cuatro hermanos, y,
hecho su asiento, fueron a Méx[i]co a sujetarse al señor del, que se llamaba Itzcoatl. Lleváronle de presente
muchas águilas reales, venados, liebres, cone​jos y codornices, y, en pago de este reconocimiento y
presente, dio el d[ic]ho Itzcoatl una hija suya por mujer a este infiel. Y de allí adelante, con la gente que llevó
y otra advenediza, se fue poblando este pu[ebl]o. Tuvo cinco hijos con ella, y ha ciento y sesenta a[ñ]os que
se pobló. [38] No le envió ninguna persona, sino [vino] él de su motivo.
3 ¶ En cuanto a los tres capítulo[s]: Esta tierra es muy fría y en gran manera seca. Tienen un arroyo por una
quebrada: nace en el monte de un cerro grande, de donde beben. Corre, casi todo el año, norte.
4 y 16 ¶ En cuanto a los cuatro capítulo[s]: Este pu[ebl]o está poblado en tierra llana, a la subida de una
loma grande: está hacia el norte el monte y arroyo; toda la demás tierra es escombrada. Tie​ne muchos
pastos para ganados menores; es falta de mantenimientos.
5 ¶ En cuanto a los cinco capítulo[s]: Tiene este d[ic]ho pu[ebl]o cuatrocientos vecinos, tributarios enteros;
solía ser de mucha más gente y, con las enfermedades de cocoliztles que han tenido, se han apocado y
muerto. Está poblado con orden, por sus calles. Es gente bárbara, y de bajas inclinaciones y
entendimientos. Hablan la lengua otomí, que es la general entre ellos, y algunos hablan la lengua mexicana.
11 ¶ En cuanto a los once capítulo[s]: Deste pueblo, y [de] las minas que están en sus términos, se nombra
el alcaldía de esta juris​dicción; administran los sacramentos a los naturales los frailes agustinos, que
residen en el pu[ebl]o y monaster[i]o de Atucpa[n], que es la cabecera de la doctrina dél.
12 ¶ En cuanto a los doce capítulo[s]: Hacia la parte del oriente, tienen el pu[ebl]o y minas de Pachuca:
dista dos leguas grandes; y, entre el oriente y sur, tiene el pu[ebl]o de Tilquau[h]tla, sujeto de Tezcatepec:
dista dos leguas; hacia el sur, tiene el pu[ebl]o de Izquinquitlapilco: corren sus términos hasta casi el norte,
[y] dista de éste legua y media; y, de allí adelante, corren los términos y pueblo de Atotonilco: dista cinco
leguas grandes. Es tierra doblada y, los caminos, torcidos.
14 ¶ En cuanto a los catorce capítulo[s]: Reconocían por señor, en tiempo de su gentilidad, al d[ic]ho
Itzcoatl, señor de México; dábanle de tributo águilas, codornices, venados, liebres y conejos. Adoraban a
Tezcatlipoca, [39] que era el Demonio; ofrecíanle incien​so y papel de la tierra; sacrificábanle niños;
horadábanse las orejas, y ofrecíanle aquella sangre
15 ¶ En cuanto a los quince capítulo[s]: Nunca tuvieron, por sí, guerras con nadie, y, cuando la tenía Itzcoatl,
acudían con gen​te; llevaban arcos y flechas, rodelas y macanas, con que peleaban; levaban, por defensa
del cuerpo, ichcahuipiles. Andaban, en su tierra, en cueros, con solas unas mantas de [he]nequén atadas a
los hombros. Ahora andan vestidos con, camisas, zaragüeles [y] mantas; raen cutaras. Comían pan de
maíz, frijoles, chian, huauhtli y ají, caza de monte y gallinas, que es lo q[ue] ahora usan. Vivían más sanos
entonces que ahora, por la embriaguez y poco trabajo que ahora tienen; y esto se entiende debe ser la
causa por que viven menos sanos.
17 ¶ En cuanto a los diecisiete capítulo[s]: este pu[ebl]o es tierra sana y seca.
18 ¶ En cuanto a los dieciocho capítulo[s]: La serranía que tienen se llama Tetzotzolco; está, de la poblazón,
tres leguas grandes hacia el norte.
22 ¶ En cuanto a los veinte y dos capítulo[s]: Tienen árboles [de] pinos, robles y encinos.
23 ¶ En cuanto a los veinte y tres capítulo[s]: Tienen muchos magueyes [y] tunales, y no tienen otros
frutales, porque no se dan.
24 ¶ En cuanto a los veinte y cuatro capítulo[s]: Tienen maíz, frijoles y bledos, y, de la semilla, hacen pan.
27 ¶ En cuanto a los veinte y siete capítulo[s]: Hay en este pu[ebl]o ovejas y cabras, que se dan bien; hay
adives, topos, venados, conejos y liebres, gavilanes, torzuelos, primas, cernícalos, mochuelos, buharros,
águilas [40] y aguilillas, cuervos, gorriones, tordos, golondri​nas, palomas, gallinas de la tierra y de Castilla,
codornices, tórtolas; calandrias, y zorrillos, ratones, comadrejas, gatos, perros y ardillas.
28 ¶ En cuanto a los veinte y ocho capítulo[s]: Tiene minas de plata.
30 ¶ En cuanto a los treinta capítulo[s]: No tiene salinas; pro​véense della, y de las demás cosas de que
tienen necesidad, de los mercados que se hacen en este d[ic]ho pu[ebl]o y [en] los de su comarca.
31 ¶ En cuanto a los treinta y un capítulo[s]: Las casas q[ue] tienen son unos bohíos de adobe cubiertos de
paja; tienen cantidad de piedra liviana y pesada, [y] maderas en cantidad para poder edificar.
33 ¶ En cuanto a los treinta y tres capítulo[s]: Tienen por granjería, los naturales deste pueblo, la miel del
maguey, que es como arrope de Castilla, tunas, y van [a] alquilarse a las minas, [y] gallinas de la tierra;
tienen ruines cosechas de maíz, porque llueve poco y se les hiela los más años. Pagan su tributo, al
presente, en dineros y [en] maíz.
34 ¶ En cuanto a los treinta y cuatro capítulo[s]: Este pueblo está en el distrito del arzobispado de México;
es visita de frailes agustinos, que residen en el pu[ebl]o de Atucpa[n]: dista tres leguas por camino torcido y
áspero, de pedregales y cuestas; dista de 1ª ciudad de Méx[i]co catorce leguas, por camino derecho y, parte
dél, áspero, de cuestas y quebradas.
48 ¶ En cuanto a los cuarenta y ocho capítulo[s]: Las minas que están en términos de este pu[ebl]o, que
llaman Capula, estuvieron pobladas de españoles y, de diez años a esta parte, se han despoblando, por ser
[los] metales pobres, pocos y de poca ley; ha quedado una sola hacienda. [41]

DESCRIPCIÓN DEL PU[EBL]O DE HUEYPUCHTLA Y SU TIERRA


1 y 16 ¶ En cuanto al capitulo primero: Llaman los naturales desta tierra, en lengua mexicana, a esta
comarca y provincia Teu​tlalpan, que quiere decir, en romance castellano, “tierra de los dioses”; [42] y
llamábanla ansí por ser tierra que, en tiempo de su gentilidad, era poblada ni habitaba nadie en ella, porque
la tenían dedicada a sus dioses. A este pu[ebl]o, en aquel tiempo, llamaban en la lengua mexicana Iztac
tzacuala, por ser la piedra que en él hay blanca, que se hace cal. [43] Y dicen los d[ic]hos naturales que, de
trescientos y sesenta a[ñ]os a esta parte, se pobló este pu[ebl]o y, desde entonces, se llamó en lengua
mexicana Hueypuchtla y, en len​gua española, “grande feria”. [44] Y llamóse ansi, por haber sido el primero
mercado que se usó en esta tierra, porque, hasta entonces, no se usaba.
2 y 3 y 4 y 9 y 10 capítulos, y 13 ¶ En cuanto al segundo capítulo: Dicen y afirman los d[ic]hos naturales que
el primero pobla​dor infiel que pobló este pu[ebl]o se llamó, en lengua mexicana, Huitzitl, que, en castellana,
quiere decir “jilguero”, [45] que es un pájaro pequeño de la pluma de los cuales se hacen las imágenes que
de esta tierra llevan a España; y era natural de un pu[ebl]o que lla​man Chiapa[n] en la lengua mexicana y,
en castellana, “mancha de agua”: [46] está, de este pu[ebl]o, [a] nueve leguas [y] cae hacia el poniente. Y
poblóse con sólo este poblador, y su mujer y un hijo, y después se fue poblando de otra gente advenediza,
que venían al llamado deste poblador. Y vínose él mismo a esta tierra, sin ser enviado por ninguna otra
persona. Y, al presente, tiene esta cabecera al pie de cuatrocientos vecinos, tributarios enteros, que se
entiende marido y mujer cada tributario. Tiene un sujeto que se llama Tianguiztongo: dista deste pu[ebl]o
dos leguas, antes grandes que pequeñas, [y] tiene ciento y cuarenta y cuatro v[ecin]os enteros; tiene otro
sujeto que llaman Tlalquitlapilco, que dista nueve leguas ordi​narias; tiene otro sujeto junto a éste, que se
llama Tezcatepec, que dista siete leguas buenas, que, en ambos, tienen setecientos v[ecin]os y. m[edi]o;
tiene estos sujetos hacia el norte, por tierra llana, en una hoya. Tiene otro sujeto hacia donde nace el sol,
que llaman Xomeyucan: dista dos leguas grandes [y] tiene cuatrocientos v[eci​n]os enteros, escasos, que,
los de todo el d[ic]ho pu[ebl]o, son mil y seiscientos y cuarenta v[ecin]os enteros, dos más o menos. Y este
d[ic]ho pu[ebl]o, y el sujeto que llaman Tianguiztongo y Xomayuca[n], [47] es tierra fría; tiene pozos y
jagüeyes, de donde beben, y no tienen otra agua y es tierra seca. Y los demás sujetos caen en tierra más
caliente que fría, y tienen un río caudaloso que pasa por ellos, que es el río grande que llaman de Tula. Este
d[ic]ho pu[ebl]o, y sus sujetos, están en tierra llana, y la poblazón dellos no está con orden ni con calles,
antes están apartados los unos vecinos de los otros; tienen i[g]lesias en el pu[ebl]o principal y [en] sus
sujetos; están las y[g]lesias susod[ic]has de oriente a poniente. Corren, de ordinario, vientos de norte [y] sur,
y el más concino es sur, de cuya causa no llueve tan ordinario como en otras partes. Es tierra sana y de
muchos pastos para ganados; tierra descubierta y rasa, no tiene montes. [Es] falta de todas frutas, de
Castilla y de la tierra, y, de ordinario, tiene valor el maíz.
5 y 13 ¶ En cuanto al quinto capítulo: Como arriba se declara, tiene mil y seiscientos cuarenta v[ecin]os
enteros, dos más o menos, que es la última tasación que tienen al presente; han tenido mucha más
cantidad de gente y, con las enfermedades de los cocoliztles pasados, ha venido en disminución. Y están
poblados, como arriba va espacificado. Son indios de bajos entendimientos e inclinaciones bárbaras, de
cuya causa acuden mal a las cosas de la doctrina y de su república, y de ordinario se embriagan con un
vino que entre ellos se usa, hecho de miel de magueyes, que, en la lengua española, se llama pulque.
Hablan dos lenguas: otomí y mexicana, y la más gene​ral es la otomí.
11 ¶ En cuanto a los once capítulos: Este d[ic]ho pu[ebl]o tiene vicario, cura clérigo, que les administra los
sacramentos, con dos de los sujetos más cercanos; y los dos sujetos, Tlalquitlapilco y Tezcatepec, tienen
cura clérigo por sí.
12 ¶ En cuanto a los doce capítulos: Tiene en torno de este d[ic]ho pu[ebl]o, hacia la parte del oriente, un
pu[ebl]o que se llama Tolcayuca[n]: dista dos leguas; y, entre el sur y oriente, tiene otro que llaman
Xilotzingo: dista una legua; y, al mismo sur, tiene el pu[ebl]o de Tzumpango: [48] dista dos leguas; y, poco
más hacia el poniente, tiene a Citlaltepec: dista dos leguas grandes; y, más ade​lante, tiene a Tequixquiac:
dista una legua; y, al mismo poniente, tiene a Tetlapanaloya[n]: dista media legua pequeña; y, a la parte del
norte, tiene a Tezcatepec. cabecera de por sí: dista dos leguas buenas. Los caminos son derechos; hay
llanos y lomas pequeñas.
14 ¶ En cuanto al catorce capítulo: Reconocían, en tiempo de su gentilidad, por señor, a Moctezuma y a sus
antecesores; dábanle, por tributo, venados, conejos, redes y unas mantillas de [he]nequén, que son como
anjeo de Castilla, y codornices y cuta[r]as, arcos y flechas, y le hacían unas sementeras [de] maíz, frijoles,
calabazas, y otras semillas menudas de esta tierra. Adoraban al demonio que ellos llamaban Huitzilopochtli,
[49]
y [a] otros ídolos de piedra y palos. Y ofrecían su misma sangre, cortándose las orejas y en otras partes
de su cuerpo; ofrecíanles papel desta tierra, que es como de estraza de España, con que lo cubrían al
tiempo que ellos derrama​ban su sangre, e incienso de la tierra. Y, después de hecho el sacrifi​cio, bailaban y
hacían grandes areitos, y echaban a volar muchas aves de diferentes maneras; y esto hacían en cada un
año, al tiempo que cogían el maíz y cuando sembraban. Había entre ellos ciertos indios que, desde
pequeños, los ofrecían sus padres a los ídolos, y éstos se criaban recogidos en las i[g]lesias donde estaban
los d[ic]hos ídolos, los cuales se cubrían los rostros de ceniza y se encerraban en las i[g]lesias que tenían
dedicadas, y ayunaban y hacían otras cere​monias a manera de penitencia, para que sus dioses les diesen
buena cosecha, y éstos eran como sacerdotes.
15 y 24 ¶ En cuanto a los quince capítulos: Nunca éstos tuvieron guerra; y andaban en cueros, con sólo las
unas vendas de [he]nequén con que se cubrían sus vergüenzas, y ahora andan vesti​dos con camisas,
zaragüeles y mantas de algodón, algunas, de lana y de [he]nequén, al uso mexicano. Comían venados y
cazas de mon​tes, y tunas agras, y pan de maíz y frijoles, y otras yerbas y raíces, que es lo mismo que ahora
comen. Vivían sanos: morían pocos; y se entiende, por cosa cierta, que las enfermedades, que después acá
tienen, proceden de la costumbre que han tomado en embriagarse a la contina y que, en tiempo de su
gentilidad, no se lo consentían, y, el que se embriagaba, moría por ello. Era ley instituida por ellos, y sólo a
los viejos que habían trabajado en la guerra les consentían beber de su vino, y moderadamente. [50]
22 ¶ En cuanto a los veinte y dos capítulos: Tiene este pu[ebl[o, y sus sujetos, unos árboles que se llaman,
en la lengua mexicana, metl y, en la lengua otomí, guada y, en la lengua española, “ma​guey”; tiene muchos
aprovechamientos, que son miel y aguamiel, que es como purga entre ellos, y mantas y cutaras e hilo y leña
y vinagre; y la penca del d[ic]ho maguey, cortada fresca y asada y caliente, echado aquel zumo que le
exprimen en las heridas, es muy buena medicina y, con esto, se han curado heridas muy peli​grosas; y las
raíces se comen cocidas, y es mantenimiento entre los naturales.
23 ¶ En cuanto a los veinte y tres capítulos: En el sujeto de este pu[ebl]o que llaman Tlalquitlapilco, se dan
uvas de Castilla y naranjas y limas, y palmas de dátiles, e higos y granadas; y, la canti​dad de las uvas,
serán doscientas cargas de persona, que serán tres arrobas de peso, poco más o menos. Y, de frutas de la
tierra, hay tunales, que en lengua mexicana se llaman nuchtle y, en otomí, caha; y destas hay en tres
maneras: blancas, coloradas, amarillas y de todos géneros: hay agrias y dulces; y es mantenimiento entre
ellos, y [lo] mismo las hojas del árbo[l], que entre ellos llaman nopales. Y, si se plantasen los árboles de
Castilla, de agricultura de Castilla, se darían bien en este d[ic]ho pu[ebl]o y sus sujetos.
25 ¶ En cuanto al capítulo veinte y cinco: En este pu[ebl]o, y [en] sus sujetos, se da trigo, cebada y, en el
sujeto de Tlalquitlapilco, se da uva.
26 ¶ En cuanto al capítulo veinte y seis: Hay, en este d[ic]ho pu[ebl]o, unas raíces redondas como nabos
pequeños que, en gene​ral, sirve de purga muy buena: no tiene mal gusto ni olor; tomase molida y desleída
con agua.
27 ¶ En cuanto a los veinte y siete capítulos: En este d[ic]ho pu[ebl]o, y [en] toda su comarca y sujetos, se
dan muy bien las ovejas, cabras y puercos, aves de Castilla y de la tierra, codornices, conejos, liebres, y
víboras, arañas y zorrillos, que son unos animalejos pequeños a manera de ardillas: da tanto hedor de sí,
que es insu​frible; gavilanes, y otros pájaros.
29 y 31 ¶ En cuanto a los veinte y nueve capítulos: En este d[ic]ho pu[ebl]o se sacan, de las canteras que
en él hay, piedras de molino, y son las mejores que se han hallado en esta tierra; tienen muchas caleras, y
otras piedras que tiran a color rosado, de que se hacen columnas y basas y portadas: es piedra recia, no se
come jamás de salitre, ni de otra cosa que las pueda dañar que, de todas estas cosas, podrían tener los
naturales, si quisiesen, grande apro​vechamiento y, por ser perezosos y para poco, no se aprovechan;
aunque los años pasados, hasta la mortandad que pasó de setenta y siete, tuvieron desto mucho
aprovechamiento.
30 ¶ En cuanto al capítulo treinta: No tienen salinas; provéense del pu[ebl]o de Xaltocan, que dista tres
leguas y media, y de la comarca de Méx[i]co. No tienen algodón en los mercados que en este pu[ebl]o y su
comarca se hacen; se proveen dello de la gente que viene a ellos, de las sierras de Meztitlan y de otras
partes.
33 ¶ En cuanto a los treinta y tres capítulos: Tienen, por granjerías, cal, piedra, miel de magueyes,
[he]nequén, aves, gallinas de esta tierra y de Castilla, codornices, conejos [y] liebres en mucha cantidad.
Pagan maíz y dineros de tribu[t]o.
34 ¶ En cuanto a los treinta y cuatro capítulos: Este pu[ebl]o, y su comarca, son del arzobispado de
Méx[i]co; dista ocho leguas de la ciudad de Méx[i]co, donde está la catedral, que cae hacia el sur. Los
caminos son derechos y por tierra llana lo más dello; hay, por algunas partes, lomas y quebradas pequeñas
y, en todo el d[ic[ho camino, no hay más de sola una cuesta, que llaman de Tenayuca[n]: llámanle ansí en
lengua mexicana, porque es pedregosa y cantera [de] donde sacan losas grandes. [51] Hay otro camino, que
va de Méx[i]co a las minas de los Zacatecas, y [a] otras partes de minas, por do pasan carretas y carros:
dista once leguas a la ciudad de Méx[i]co.

DESCRIPCIÓN DEL PU[EBL]O DE TEZCATEPEC Y SU TIERRA


1 y 2 y 9 capítulos ¶ En cuanto al primero capítulo: El pu[ebl]o de Tezcatepec está en la comarca de la
ciudad de Méx[i]co; llámase ansí en la lengua mexicana y, en la española, “cerro de espejo, [52] porque la
primera persona q[ue] lo pobló se llamaba Tezcatzi[n], [53] que en español dice “espejo”, y era natural del
pu[ebl]o de Chiapa[n], que es de adonde proceden los de Hueypuchtla. Tiene dos sujetos, que el uno se
llama en lengua mexicana Tuzantlalpa[n], que, en castellana, se llama “suelo de comadrejas”; tiene este
nombre, porque el d[ic]ho Tezcatzi[n] tuvo un hermano que se llamaba Tuzantzi[n], que es nombre de este
animalejo arriba d[ic]ho, que fue el que fundó aqueste sujeto; llaman el otro sujeto, en lengua mexicana,
Tlilquauhtla, que quiere decir, en castellana, “monte negro”: también tiene este nombre, porque lo fundó otro
hermano del d[ic]ho Tezcatzi[n]. Este d[ic]ho pu[ebl]o, y sus suje​tos, está en la provincia de la Teutlalpa[n],
que quiere decir “tierra de los dioses”. Fueron los fundadores estos tres hermanos, y, des​pués, se pobló de
gente advenediza. Reconocían a Moctezuma, y a sus antecesores, por señor; dábanle de tribu[t]o venados,
conejos, liebres, culebras, arcos, flechas [y] pellejos de venados. Nunca tuvie​ron guerras. Vinieron a poblar
de su voluntad. Tiene la d[ic]ha cabecera, y sujetos, mil y doscientos v[ecin]os, tributarios enteros; tuvo
[antes] mucha más cantidad de gente que ahora: han muerto de las enfermedades de cocoliztle pasadas.
Descubrióse y poblóse este pu[ebl]o de trescientos a[ñ]os a esta parte, poco más o menos, [54] porque,
hasta entonces, estaba dedicada, esta tierra y provincia, a sus dioses, y, ansí, no la habitaban.
3 ¶ En cuanto a los tres capítulos: El temperamento y calidad de esta tierra es muy fría [y] seca; no tienen
aguas: beben de pozos y jagüeyes hechos a mano Los vientos son norte y sur; el más contino es sur y,
ansí, [55] llueve poco; son, desde diciembre, hasta mayo.
4 y 10 ¶ En cuanto al cuarto capítulo: Está poblado a las faldas de una serranía grande y, en lo alto della,
hay una montaña grande de encinos; tiene buenos pastos para ganados menores; [es] estéril de todas
frutas y de mantenimientos.
5 ¶ En cuanto a los cinco capítulos: Tiene el número de gente arriba d[ic]ho; están poblados sin orden,
porque están derramados y apartados los unos vecinos de los otros. Son de bajos entendimien​tos e
inclinaciones y manera de vivir; hablan la lengua otomí.
11 ¶ En cuanto a los once capítulos: Está este d[ic]ho pu[ebl]o en la jurisdicción del alcaldía mayor de las
minas de Tolnacuchtla: dista cuatro leguas; es cabecera, y tiene cura clérigo de por sí.
14 ¶ En cuanto a los catorce capítulo[s]: No tenían ningunos ídolos ni adoraban a cosa alguna: sólo miraban
al cielo.
15 ¶ En cuanto a los quince capítulo[s]: Andaban en cueros, con orejeras y bezotes de piedras y otras
cosas; usaban los [mismos] mantenimientos q[ue] ahora hay entre ellos, que es pan de maíz, frijoles, caza
de monte, y yerbas y raíces; no había enfermedades.
17 ¶ En cuanto a los diecisiete capítulo[s]: Es tierra sana.
18 ¶ En cuanto a los dieciocho capítulo[s]: Está este d[ic]ho pu[ebl]o [a] un cuarto de legua de la serranía y
monte de los pueblos de Axocopan y Tetlapanaloya[n], hacia la parte del poniente.
22 ¶ En cuanto a los veinte y dos capítulo[s]: Los árboles silvestres que tienen en este d[ic]ho pu[ebl]o y su
comarca son ma​gueyes, de que sacan aguamiel y, cocida, es una miel a manera de arrope de Castilla:
hacen della un vino que, en castellano, se llama pulque; de las pencas de este árbol, hacen [he]nequén, que
dél se hace ropa a manera de anjeo de Castilla; de la raíz, cocida debajo de tierra, usan una comida dulce
entre ellos, y la llaman en lengua mexicana mexcale; de las d[ic]has pencas usan para leña, estando secas,
y dellas suelen cubrir algunas casillas, a manera de tejas; tienen, también, tunales, dé que tienen
aprovechamientos.
23 ¶ En cuanto al capítulo veinte y tres: Los árboles de Casti​lla, como son duraznales, perales,
membrillares, albaricocales, plan​tándose, darán muy bien, porque hay algunos.
24 ¶ En cuanto a los veinte y cuatro capítulo[s]: Tienen maíz, frijoles, calabazas, y otras semillas que entre
ellos se usan.
25 ¶ En cuanto a los veinte y cinco capítulo[s]: El trigo, ceba​da, se da; aunque los más a[ñ]os se hiela, y el
d[ic]ho maíz, y, a esta causa, se despuebla cada día.
27 ¶ En cuanto a los veinte y siete capítulo[s]: Tienen gallinas de esta tierra y de Castilla, codornices,
gavilanes, buharros, lechu​zas, venados, liebres, conejos; da[n]se muy bien las ovejas, cabras, puercos, por
tener buenos pastos, y es tierra para ello: multiplican mucho.
29 ¶ En cuanto a los veinte y nueve capítulo[s]: Tienen mucha piedra de cal que es su aprovechamiento.
30 ¶ En cuanto a los treinta capítulo[s]: No tienen salinas; provéense de los mercados que en los pueblos
comarcanos y en él se hacen, y de algodón y ají, y las demás cosas que han menester para su sustento y
vestido.
31 ¶ En cuanto a los treinta y un capítulo[s]: Tienen mucha piedra [de] cal, de que podrían edificar; viven en
unas casillas cerca​das de caña de maíz y cubiertas de paja silvestre.
33 ¶ En cuanto a los treinta y tres capítulo[s]: Tienen por granjería, los naturales y españoles, la cal, que es
el trato mejor que entre ellos hay; los indios crían gran cantidad de gallinas de Castilla y de esta tierra;
hacen sus sementeras de maíz, frijoles, calabazas, chian (que es una semilla a manera de zargatona de
Castilla), [y] hacen mantas de [he]nequén, miel de magueyes. Pagan su tributo en dineros y maíz.
34 ¶ En cuanto a los treinta y cuatro capítulo[s]: Cae este d[ic]ho pu[ebl]o en el arzobispado de México: dista
diez leguas buenas; son los caminos derechos, por lomas y quebradas pequeñas, y, lo más del d[ic]ho
camino, es tierra llana y, en todo él, no tiene otra cuesta más de la de Tenayuca[n], que es la que va
declarada en el pu[ebl]o de Hueypuchtla. Está la ciudad de Méx[i]co, adonde está la catedral, hacia el sur.

DESCRIPCIÓN DEL PU[EBL]O DE TECPATEPEC Y SU TIERRA


1 y 9 y 13 ¶ En cuanto al primero capítulo: El pu[ebl]o de Tecpatepec, antes de haberse poblado aquella
tierra, era de la Teutlalpa[n], que quiere decir, en lengua castellana, “tierra de los dio​ses”, y, después de
haberse poblado, fue uno de los diez pueblos que gobernaba Atlapopoca, [56] que residía en la provincia de
Apazco. Llamóse ansí este pu[ebl]o de Tecpatepec en la lengua mexicana, que, en la castellana, quiere
decir “cerro de pedernales”; y llámanlo ansí, por ser, casi la mayor parte de la tierra de esta serranía, de
pedernal.
2 ¶ En cuanto a los dos capítulo[s]: El primero indio infiel que descubrió y pobló este pu[ebl]o era de nación
chichimeco; llamábase Tlalnenenqui, que, en la castellana, quiere decir “descu​bridor de tierras”. [57] Salió del
pu[ebl]o de Azcaputzalco [58] el año de trescientos y setenta, y vino a este pu[ebl]o solo, sin mujer ni otra
persona, y, habiendo llegado a esta tierra que, hasta entonces, estaba despoblada, y buscando lugar
cómodo para poblar, encontró [a] una india, natural del pu[eblo] de Atucpa[n], [59] que andaba a bus​car qué
comer, con la cual casó y la llevó a donde al presente está poblado el pu[ebl]o de Tecpatepec. Y, habiendo
poblado, dio noticia a algunas personas, sus conocidos, y éstos fueron poblando. Hubo este poblador, en la
d[ic]ha su mujer, dos hijos; no fue enviado por nadie, sino que, de su motivo, vino y pobló.
3 ¶ En cuanto a los tres capítulo[s]: Esta tierra no es muy fria; es seca: no tienen otra agua si no de
jagüeyes, y de ésta beben y se sirven. Los vientos que corren son del oriente y de poniente, y los más
ordinarios son del oriente, que son en la primavera.
4 y 16 ¶ En cuanto a los cuatro capítulo[s]: Este d[ic]ho pu[ebl]o está poblado en un llano grande, muy
montuoso de espinos, magueyes, tunales silvestres, y otros árboles que entre ellos llaman mezquites, que
dan una fruta dulce, a manera de unas vainillas que son más delgadas que habas de Castilla, de que hacen
pan, y otras palmas silvestres. [Es] falta de agua, abundosa de pastos para ganados menores y de
mantenimientos.
5 ¶ En cuanto a los cinco capítulo[s]: Tiene este d[ic]ho pu[ebl]o cuatrocientos y cincuenta vecinos,
tributarios enteros; tuvo [antes] muchos más. Están poblados por orden, en sus calles; son de
entendimi[ent]o, en inclinaciones y manera de vivir, de gente bárbara. Hablan, generalmente, la lengua
otomí y, algunos, la mexicana.
11 ¶ En cuanto a los once capítulo[s]: Este pu[ebl]o está en la jurisdicción del corregimiento de Yetecomac y
del alcaldía mayor de las minas de Tolnacuchtla; dista, al pu[ebl]o de Yetecomac, una legua grande hacia el
norte, y, al de Tolnacuchtla, tres leguas gram des. Es visita de el cura clérigo del pu[ebl]o de Mizquiyaguala,
que es cabecera de doctrina.
12 ¶ En cuanto a los doce capítulo[s]: Hacia la parte del oriente, tiene el pueblo] de Atucpa[n]: dista dos
leguas y media grandes; y, entre el oriente y el sur, el pu[ebl]o de Yetecomac: dista una legua; y, hacia el
sur, el pu[ebl]o de Axocopa[n]: dista tres leguas; y, entre el sur y el poniente, el pueblo de Tetepango: dista
tres leguas pequeñas; y, a la parte del poniente, el pu[ebl]o de Mizquiyaguala: dista dos leguas grandes;
corre, en redondo, los términos del pu[ebl]o de Atucpa[n], casi hasta este pueblo. Los caminos son derechos
y por tierra llana, excepto el q[ue] va al pueblo de Yetecomac y el de Axocopa[n], que son caminos torcidos
y de grandes cuestas.
14 ¶ En cuanto a los catorce capítulo[s]: Al cabo de cincuenta a[ñ]os que se fundó este d[ic]ho pu[ebl]o, por
temor de que no se le hiciese guerra, tratando desto los naturales, acordaron de ir a la ciudad de Tlatelulco,
que es en la comarca de Méx[i]co, y suje​tarse al señor desta ciudad, que se llamaba Quaquauhpitzahuatzin,
[60] que, en lengua castellana, quiere decir “cuerno delgado”. Al cual, de allí en adelante, reconocieron por
señor y, ansí, le daban de tributo mantas de [he]nequén y naguas, cueros de venado, vena​dos, liebres,
conejos y codornices, y le hacían una sementera de maíz. Adoraban a Tetzcatlipoca, [61] que era el
Demonio, y [a] otros ídolos de piedra y palo; ofrecíanle incienso, con que lo sahumaban, y papel de la tierra;
horadábanse las orejas y sajábanse y, con aquella sangre, rociaban los ídolos; y esto hacían cada veinte
días. Eran muy obedientes y humildes a sus mayores, y acudían con gran cuidado y diligencia a servirlos.
15 ¶ En cuanto a los quince capítulo[s]: Nunca estos naturales tuvieron guerras con nadie, y, cuando las
tenía Quaquauhpitzahuatzi[n], [62] iban con bastimento de comida para la guerra. Andaban desnudos en
tiempo de su gentilidad, con solas unas vendas con que se cubrían las partes vergonzosas, y unas mantas
de [he]nequén sueltas, atadas al hombro. Andan, al presente, vestidos con camisas, zaragüeles, y mantas
de [he]nequén y de algodón. Comían pan de maíz, frijoles, calabazas, chian, huauhtli, gallinas, venados,
liebres, conejos y codornices, y tunas y mezquite; bebían aguamiel: que todo esto tienen ahora, de que se
sustentan. Vivían [entonces] más sanos que ahora; entiéndese que es por la grande ociosidad con que
viven, y la embriaguez que usan tan sin orden.
17 ¶ En cuanto a los diecisiete capítulo[s]: Esta tierra es mal​sana para los naturales, porque, de treinta
a[ñ]os a esta parte, muere de ordinario gente y, ansí, se van acabando los naturales; entiéndese debe ser
por el vino que hacen del maguey, de que usan con tan grande desorden, que les asa las entrañas y, ansí,
mueren los más dellos de tabardete y sangre de narices [y] dolores de cabeza. El reme​dio que tienen es
sangrarse, y beben el zumo de la ruda y del zumo de las hojas del maguey, y con que se hacen algunos
lavatorios de cabeza, que dicen les aplaca la calor y dolor della.
18 ¶ En cuanto a los dieciocho capítulo[s]: Hacia la parte del sur, tiene este pu[ebl]o un cerro muy grande,
[al] que llaman Sierra Grande de Pedernales. [63]
22 ¶ En cuanto a los veinte y dos capítulo[s]: Tienen mucha arboleda silvestre [64] de espinos, magueyes,
mezquites, tunales silves​tres y desotros, [y] palmas silvestres.
24 ¶ En cuanto a los veinte y cuatro capítulo[s]: Tienen maíz, frijol, chian, huauhtli [y] calabazas; no se dan
en esta tierra semi​llas de Castilla.
27 ¶ En cuanto a los veinte y siete capítulo[s]: Los animales domésticos q[ue] tienen son ovejas, cabras,
caballos (pocos); tienen venados, liebres, conejos, gatos, topos, zorrillos, adives, ardillas, coma​drejas,
ratones; tienen gallinas de Castilla y de la tierra, palomas, codornices, gavilanes, torzuelos, primas,
buharros, aguilillas, cernícalos, mochuelos, lechuzas, cuervos, auras, tordos, gorriones, golon​drinas,
calandrias, grajos: todo lo cual se cría y multiplica muy bien.
30 ¶ En cuanto a los treinta capítulo[s]: No tienen salinas; provéense de sal, y de las demás cosas que les
falta, de los mercados que se hacen en este pu[ebl]o y su comarca.
31 ¶ En cuanto a los treinta y uno capítulo[s]: Las casas que tienen son pequeñas, de adobe, y cubiertas de
paja; tienen mucha piedra blanca de cantería, y destotra pesada, y cal [y] arena.
33 ¶ En cuanto a los treinta y tres capítulo[s]: Tienen por granjería, los españoles y naturales, criar ovejas y
cabras, miel de maguey cocida, [he]nequé[n] y mantas dél, cal, gallinas de Castilla y de la tierra; tienen poco
maíz, por no ser los temporales buenos, porque se les hiela algunas veces.
[34] ¶ En cuanto a los treinta y cuatro capítulo[s]: Este d[ic]ho pu[ebl]o cae en el arzobispado de Méx[i]co:
dista catorce leguas grandes. Es, la cabecera de la jurisdicción real, el corregimiento de Yetecomac y
alcaldía mayor de las minas de Tolnacuchtla, y, de la doctrina, el pu[ebl]o de Mizquiyaguala, adonde reside
el cura clé​rigo que les administra los sacramentos: dista dos leguas grandes.
¶ Y ansí, h[ec]ha la d[ic]ha Instrucción y por el d[ic]ho señor al[ca]lde mayor vista, dijo que mandaba, y
mandó, a mí, el escribano susoescrito, mande cerrar, y cierre esta Instrucción, y la selle y auto​rice en
manera que haga fe, para ocurrir con ella al muy ex[celen]te señor Visorrey de esta Nueva España, que es
h[ec]ha, en este d[ic]ho pu[ebl]o de Hueypuchtla de esta Nueva España, en veinte y cuatro días del mes de
marzo de mil y q[uinient]os y ochenta a[ñ]os, siendo testigos presentes a lo que d[ic]ho es el vicario de este
d[ic]ho pu[e​bl]o, Cr[ist]óbal Gentil, clérigo prebítero, y Fran[cis]co de Ville​gas Quixada y Manuel Díaz, [65]
estantes en este d[ic]ho pu[ebl]o. Y firmólo el señor al[ca]lde mayor de su nombre, que, para su auto​ridad y
firmeza, dijo que interponía, e interpuso, su autoridad y decreto judicial. Al[on]so de Contreras Figueroa
(rúbrica).
¶ Yo, Al[on]so López, escrib[an]o nombrado del juzgado del d[ic]ho señor al[ca]lde mayor que aquí firmó
su nombre, lo hice escribir según que ante mí pasó, y, por ende, hice aquí mi firma usa​da y acostumbrada,
que es a tal, en t[estimoni]o de verdad. Al[on]so López, escrib[an]o nombrado (rúbrica). [66]
Yeytecomac y minas de Tolnacuchtla.
¶ Relación hecha de la descripción de la tierra del alcaldía mayor de las minas de Tolnacuchtla y su
partido. Juez, el il[ust]re señor Al[on]so de Contreras FIGUEROA, al[ca]lde mayor por su Maj[esta]d en las
dichas minas y su partido.
¶ Escribano, Al[on]so López (rúbrica).
[Al dorso, de diferente letra:] Desc. y Pob. 1000. 8°

[1]
El paleógrafo no tuvo a la vista fotocopia alguna de esta leyenda. Se registra conforme a la transcripción de FPT (1905, VI: 12).
[2]
Se trata de Anton Bravo, hijo probablemente del conquistador del mismo nombre, “que vino con Cortés” (ver Dorantes de Carranza 1970:
163), y de María Garao, Guerau o Guercio, hija del conquistador Pedro Valenciano, de quien heredó la enco​mienda de Hueypuchtla. Esta
señora había casado, y sucesivamente enviudado, con Juan de Manzanares, el doctor Bartolomé Frías de Albornoz y el canonista Ambrosio de
Bustamante (ver Porras Muñoz 1982: 211, 343; Carreño 1963, I: 18, 19, 20, 23, 28, 36, 41, 52).
[3 ]
El manuscrito (fol. 1r) lee: “minas de tornacustla”, lección que será constante a lo largo de todo el texto; en mi transcripción, se
restablece uniformemente la lectura correcta.
[4 ]
Por error del escribano, en el manuscrito (fol. 1r) se lee, repetido: “que su mag.ͭ manda manda hazer...”.
[5 ]
El pueblo de Tetepango, en cuanto tal, era aparentemente de jurisdicción com​partida, motivo por el cual su descripción no aparece en el
presente informe (ver FPT. 1905, III: 58-59).
[6 ]
Francisco de Villegas, encomendero de Zorosto, hijo de un poblador del mismo nombre y de Marfa Quijada, estaba casado con una de las
hijas de Alonso de Aguilar e Isabel de Lara, primeros pobladores; su padre había sido alcalde ordinario de la ciudad de México en 1536, junto
con Alonso de Contreras, padre del alcalde mayor que aquí se nombra y, asimismo, de Baltasar de Contreras. No he podido identificar a
Gonzalo Pérez. Ver Porras Muñoz (1982: 177, 264-66, 471-73. Obsérvese que, al con​cluirse la relación seis meses más tarde, Francisco de
Villegas Quijada continuara “estante” en el pueblo; pero no así los otros dos testigos que aquí se citan.
[7 ]
Más adelante, en la relación de Yeytecomac (cap. 2), se explicará que Chiapan “dista dese pueblo... diez leguas hacia la parte del
poniente”. Todo parece indicar que se trata, entonces, del pueblo de Hueychiapan, en la provincia de Xilotepec.
[8 ]
El manuscrito, fol. lv, lee: “quhutevctli”.
[9 ]
Más bien, “en” o “sobre el agua amarga”; recibía este nombre debido a las fuen​tes de aguas termales, sulfurosas sin duda, que había en el
pueblo (ver, adelante, capitulo 3).
[10 ]
Aunque la traducción resulte admisible, debe tenerse en cuenta que el prefijo teu (tl) -, en topónimos como éste, suele tener acepción
sinónima de huey, “grande”.
[11 ]
Antes de “poniente”, hay en el manuscrito (fol. 2r) una testadura, la cual se justifica mediante nota al pie de la plana: “Va testado en dos
partes: do diz 'ponien​te', y 'areytos. Pase.”
[12 ]
El manuscrito, fol. 2r, lee: “mjsquiaguala”.
[13 ]
Chimalpopoca gobernó en Tenochtitlan entre los años de 1417 y 1427 (ver Códice mendocino, lámina 4).
[14 ]
Probablemente la casa denominada telpochcalli.
[15 ]
En el manuscrito (fol. 2r), antes de “sacrificios”, aparece testado “areytos”, lo cual se justifica en nota al pie de la plana (ver, arriba,
nota 11).
[16 ]
El manuscrito, fol. 2v, lee: “ichicaguipiles”.
[17 ]
Por error del escriba, el manuscrito (fol. 2v) lee: “que es como agero de castilla”; se refiere al “anjeo”, un paño basto que se produjo
originalmente en Anjou y, más tarde, también en Castilla.
[18 ]
El manuscrito, fol. 2v, lec: “meyscal”; se trata del mexcalli o “barbacoa de maguey”.
[19 ]
El manuscrito, fol. 2v, lee: “tlaquhutlahutla”.
[20 ]
No, aquí el intérprete sufrió una confusión; Tlalquauhquauhtla está compuesto de tlalquau (itl), “vara para medir tierras o heredades”, y
quauhtla, “montaña, arbo​leda o bosque” (Molina 1944: ME, 87r, 124v): viene a significar, por tanto, “arboleda limítrofe”.
[21 ]
Sobre el “mezquite”, ver Hernández (1959, II: 32) y Santamaría (1974: 722).
[21a]
La raíz aludida aquí es la de la yerba llamada ocpatli, quapatli o tlalpatli (ver Hernández 1959, II: 119-20; Santamaría 1974: 768).
[22 ]
Yerba medicinal cuya descripción puede hallarse en Hernández (1959, II: 242-43); es una apocinácea (ver Robelo, s. f.: 220; Santamaría
1974: 620).
[23 ]
El manuscrito, fol. 3v, parece leer: “xuchichiuca”.
[24 ]
Sobre Jerónimo López, “regidor de la ciudad de México, ver Porras Muñoz (1982: 341, passim); la encomienda de Axocopan le fue
concedida en 1543 por don Antonio de Mendoza. La fundación del convento debe datar, entonces, de alrededor de ese año.
[25 ]
La lección debería ser Yeytecomac, “en los tres calabazos”; nombre que recibía esta población, por estar poblada, como se dirá en el
capítulo 4, “en las faldas de tres cerros grandes”.
[26 ]
Se trata, más bien, del colibrí o chupamirto, llamado comúnmente huitzilin o huitzitzilin.
[27 ]
Es la primera vez que hallo registrada, en las RGs, esta artesanía de expor​tación.
[28 ]
El intérprete, al parecer, derivaba el topónimo de chiactic o chiyactic, “mancha de azeite o de manteca, o cosa llena de grassa” (Molina
1944: ME, 20v), y atl, “agua”, ignorando el sufijo pon y, además, que chiactic, chiaua, chiauac, etcétera, están refe​ridos a chic, “cierta
semilla de que sacan azeite” (Molina 1944: ME, 19r). Chiapan, entonces, podría traducirse por “río aceitoso” o, simplemente, “río del chian”.
[29 ]
Ver, arriba, la nota 7.
[30 ]
El manuscrito, fol. 4v, lee: “tescatepoca”.
[31 ]
Por error del escriba, el manuscrito (fol. 4v) lee, repetido: “y papel y papel”.
[32 ]
Se refiere al ocpatli (ver, arriba, nota 21a).
[33 ]
Se trata del iztauhyatl, por corrupción llamado vulgarmente “estafiate”; ver Hernández (1959, II: 7) y Santamaría (1974: 509, 620).
[34 ]
La presunta justificación del topónimo, en realidad, nada aclara.
[35 ]
El manuscrito, fol. 5r, lee: “darse y an otros..:”, haciendo uso del adverbio “y”, derivado del latín ibi, “allí; FPT (1905, VI: 22) leyó:
“darse ian otros...”
[36 ]
Es obvio que, al hablar la fuente del “significado dello”, en este caso está describiendo el glifo del lugar. Tolnacuchtli eran, propiamente,
unas juncias “cortas y delgadas... corre[o]sas y rrecias: hazen dellas petates” (Sahagún, Códice florentino, III, lib. 11, párrafo 7, fol. 183v);
Tolnacuchtla, por tanto, significa “donde abunda esta clase de juncias”.
[37 ]
Nacaztli, Nacatzin o Nacax.
[38 ]
Hacia 1419, según esto, durante el señorío de Chimalpopoca; aunque más adelante

se dirá que tributaban a Itzcoatzin (cap. 14), 1428-1440.


[39 ]
El manuscrito, fol. 6r, lee: “tescatepoca”.
[40 ]
Por distracción del paleógrafo, o por error de imprenta, en la transcripción publicada por FPT (1905, VI: 25) falta una línea del
manuscrito.
[41 ]
A continuación, en el manuscrito (fol. 6v); queda un cuarto de plana en blanco; la “Descripción del pueblo de Hueypuchtla” comenzará,
por eso, en plana recta
o impar.
[42 ]
Ver, arriba, la nota 10. FPT (1905, VI: 26, n. 1) observa que, en “una suma de la vista que al pueblo se hizo a mediados del siglo XVI..., se
dice que tenían el pueblo encomendado por mitad Antón Bravo y Juan de Manzanares, habiendo en esto discordancia con los datos atrás
consignados al principio de la Relación…” La “discordancia” es solamente formal; Juan de Manzanares fue encomendero del pueblo, por virtud
de su matrimonio con doña María Guerau o Garao (ver, arriba, la nota 2)
[43 ]
El topónimo significa, más bien, “donde abundan las pirámides o adoratorios blancos o encalados”.
[44 ]
Pochtlan significa “lugar de la ceiba”; era el nombre de “un monasterio donde estaban los ministros y sátrapas que ministraban en el cu
donde estaba la estatua de Yacatecuhtli, el dios de los mercaderes...” (Sahagún 1956, I: 238, 49). Hueypochtlan, en consecuencia, podría
traducirse por “lugar de la ceiba grande” o “lugar del gran monasterio de los misterio de los ministros de Yacatecuhtli”, entre otras posibles
acepciones.
[45 ]
Ver, arriba, nota 26.
[46 ]
Ver, arriba, notas 7 y 28.
[47 ]
Obsérvese que el presente topónimo se ha leído, apenas unas lineas antes, Xomeyucan; la lección correcta debe ser Xomayucan, “lugar de
juncias acuáticas”.
[48 ]
El manuscrito, fol. 7v, lee: “cunpango”.
[49 ]
El manuscrito, fol. 7v, lee: “vytztl opochtl”.
[50 ]
Obsérvese que, al principio del capítulo, se dejó establecido que “nunca éstos tuvieron guerra”; no obstante lo cual, ahora, se afirma que
“sólo a los viejos que hablan trabajado en la guerra les consentían...”
[51 ]
Si tal fuera el significado, el topónimo debería ser Tetlapanaloyan (ver “Cantera”, en Molina 1944: EM, 24r); Tenayucan significa “lugar
lleno de murallas”.
[52 ]
Literalmente, “en el cerro de espejos” o “del espejo”.
[53 ]
El manuscrito, fol. 9r, lee: “tzescazi”.
[54 ]
Hacia 1280, según este cómputo.
[55 ]
El manuscrito, fol. 9r, lee: “ansin…”.
[56 ]
No he encontrado datos relativos a este señor “que residía en la provincia de Apazco”, ni me ha sido posible identificar los diez pueblos
que gobernaba. Ver, arriba, relación de Yeytecomac, capítulo. 1.
[57 ]
Nenenqui significa, más bien, “caminante” (Molina 1944: ME, 68r); en consecuencia, Tlalnenenqui viene a ser “el que recorre tierras”.
[58 ]
El manuscrito, fol. 10r, lee: “escapucalco”, del que se ha dicho antes (relación de Tolnacuchtla, capitulo 2) que “es en la comarca de
México”. El año de 1370, que a continuación se propone como el de la fundación del pueblo, nos refiere al reinado de Tenochtli (1325-1375),
primer señor de México.
[59 ]
Por aparente error del paleógrafo, la transcripción publicada por FPT (1905, VI: 35) lee este topónimo “Tuspa”; en el manuscrito (fol.
10r), es “atucpa”.
[60 ]
El manuscrito, fol. 10v, lee: “quaquahpitzatzi”; pero, si debe traducirse “cuerno delgado”, la reconstrucción de su nombre es
Quaquauhpitzahuac o Quaquauhpitzahua-tzin. Comenzó a gobernar a los tlatelolcas, residiendo aún en Azcapotzalco, hacia 1350; en 1351,
trasladó su sede a Tlatelolco, y falleció hacia 1409 (ver Barlow & Berlin 1948: 81, passim). Si la cronología de los Anales de Tlatelolco es
fidedigna, la que propone esta relación debe considerarse únicamente aproximada.
[61 ]
El manuscrito, fol. 10v, lee: “tezcatepocatl”.
[62 ]
Ver, arriba, nota 60.
[63 ]
Su nombre náhuatl, conforme a esto, tendría que ser Huey Tecpatepetl.
[64 ]
El manuscrito, fol. 11r, lee: “tienen muncha arboleda silvestres…”.
[65 ]
Ver, arriba, nota 6. No me ha sido posible identificar a Manuel Díaz.
[66 ]
Las leyendas que se transcriben a continuación aparecen al dorso de la contra- cubierta, y son de letra del escribano Alonso López, cuyo
nombre y rúbrica están al calce. Se observan restos del sello original de cera. Esta RG, aparentemente, no se acompañó de pintura.
RELACIÓN DE TOTOLAPAN Y SU PARTIDO
INTRODUCCIÓN
La breve RG de Totolapan y su partido está precedida del texto impre​so en 1577 de la Instrucción y
Memoria, y consta de tres planas y media; aparte, en foja suelta, anunciando la remisión del legajo, hay una
carta dirigida al virrey por el propio autor de la relación, y el sobre dentro del cual el expediente se envió. No
hay motivos para pensar que el informe se acompañó de pintura alguna. El manuscrito original se conserva
en la RAH de Madrid, bajo signatura “9. 25-4/4663, XXXIV”. Su texto, probablemente en transcripción
paleográfica de José Joaquín Gómez, ha sido editado por FPT (1905, VI: 6-11).
La caligrafía de la presente RG evidencia que intervinieron en su escritura tres manos: la del escriba
anónimo que redactó el texto; la de Andrés de Curiel, presunto autor de la relación, que se acusa exclu​-
sivamente en las firmas y en el sobrescrito de remisión, y la del funcio​nario anónimo que estampó en el
sobre la nota de recepción del legajo. No deja de sorprender que, habiendo intervenido un escribano, se
haya omitido hacer mención de su nombre en el documento. Es manifiesto, asimismo, que alguien, a quien
tampoco se nombra, asistió como nahuatlato; a no ser que uno acepte la hipótesis improbable de que el
propio Curiel tenía conocimientos del náhuatl.
No he encontrado, en las obras que tengo a mano, datos que ilustren la biografía de don Andrés de
Curiel. La relación se limita a indicar que estuvieron “presentes a ella Alonso y Felipe de Contreras, hijos del
dicho...” corregidor. Queda sin definir la razón por que los hijos de don Andrés ostentaban el apellido
Contreras. Uno de ellos, como es dable observar, resultaba homónimo del alcalde mayor de minas de
Tolnacuchtla. ¿Existiría, por tanto, algún lazo de parentesco? Es posi​ble. “En los primeros años después de
la conquista, don Alonso de Con​treras [padre] fue corregidor de Totolapa...” (Porras Muñoz 1982: 266).
Podría ser que Andrés de Curiel se hubiera casado con una de las siete hijas que tuvo el conquistador
Contreras. Pero, sea de ello lo que haya sido, el hecho de que Alonso y Felipe de Contreras sean citados
como testigos parece indicar que eran mayores de edad. Cualquiera de ellos pudo encargarse de la
redacción del informe. Don Andrés debía ser hombre ya entrado en años.
A juzgar por la carta con que remite su relación, el corregidor había recibido la orden de preparar la
descripción de su distrito directamente del virrey don Martín Enríquez. Explicando que “son todas las cosas
della muy comunes”, a pesar de “las diligencias que hice”, concluye que, por tal causa, “... no se responde a
muchos de los capítulos de la Ins​trucción y Memoria que vuesa Excelencia me dio”.
Es verdad, su relación omitió dar respuesta a varios capítulos de la Instrucción y Memoria, y, lo que
resulta más grave, no parece haber reparado en que sus respuestas no siempre se coordinaban con los
capítulos. En el capítulo 16 de su descripción, se da respuesta al 17 de la Memoria; en el 22, al 23; en el 28,
al 31, y, en el 29, al 33. Por todo esto, es permisible inferir que el presunto autor no llegó a cotejar el escrito
con el cuestionario de la Memoria y que, al parecer, descansó totalmente en la responsabilidad de su
escribano anónimo.
Tal vez por eso, tampoco cayó en la cuenta de que la fecha de su carta de remisión del legajo era
anacrónica. La relación fue datada “a cuatro del mes de septiembre de mil y quinientos y setenta y nueve
años”; la carta con que la envía al virrey, a “seis días de agosto de 1579”, esto es, casi un mes antes de que
estuviera preparado el informe. El error de pluma es muy obvio. La relación se compuso el 4 de septiem​bre;
se remitió dos días después, el 6 de septiembre, y fue recibida ofi​cialmente el 9 de septiembre de 1579.
No hay mucho más que decir. Esta descripción, en su brevedad, con​tiene datos dignos de reflexión,
sobre todo los concernientes a la admi​nistración de justicia en la época prehispánica. Quienes deseen infor​-
mación sobre los productos artesanales de esta región, harán bien en examinar las láminas 26 y 27 del
llamado Códice mendocino (1964, I: 59-59); sobre su historia, la lámina 7 del mismo códice, así como los
datos que han quedado dispersos en las páginas de Durán (1967).

[Encabezando la plana, de diferentes letras:] N9 81. N[uev]a España.


Totolapa[n]. CÉSPEDES.

¶ Relación, la más verdadera que pudo ser, de las cosas de Totolapa[n], Tlayacapa y Atlatlauhca[n],
cabeceras, y de sus sujetos. Hecha por Andrés de Curiel, corregidor de los pueblos susodichos, a cuat​ro del
mes de septiembre de mil y quinientos y setenta y nueve años, conforme a la Instrucción y Memoria de su
Maj[esta]d, y por mandado del muy ex[celen]te señor don Martín Enríquez, visorrey desta Nueva España,
estando presentes a ella Alonso y Felipe de Contreras, hijos del dicho Andrés deCuriel,[1] y don Antonio, y
don Pedro y Damián Vázquez, naturales, gobernador y alcaldes de los dichos pueblos, y otros principales.
11 ¶ Totolapa[n], una de las tres cabeceras susodichas, tiene sujetos [a] los pueblos siguientes;[2] Ahuatlan,
que dista de la dicha cabecera de Totolapa[n] poco más o menos de cuarto de legua; Nepopualco, media
legua; Quauhnanacatzingo, una legua; Metepeque y Atongo, media legua; Quilotepeque, una legua;
Teuhixco, poco más de legua; Tolapa[n], una legua; Chalchiuhtepeq[ue], dos leguas, [y] Quamilpan, dos
leguas y media.
Tlayacapa, otra cabecera de las susodichas, tiene sujetos [a] los pueblos siguientes: Hizquitepeque,
Cuitlapila, Atocpa[n], Tezontlitlan, Nonopala, Zacatiliuhcan: todos los cuales están en torno de la ficha
cabecera y distan della media legua, poco más o menos, excepto Xocoyocan, que dista una legua, poco
más o menos.
Atlatlau[h]ca[n], tercera y última cabecera de las susodichas, tiene los sujetos siguientes: Texcalpan,
Tepetlixpan y Tonala, que distan de la dicha cabecera poco más o menos de legua.
12 ¶ Los pueblos, que están en contorno del dicho pueblo de Totolapa[n], con lo que cada uno dellos dista
dél, son los siguientes: mirando al oriente, está, a la mano derecha, Huaxtepeque, villa del Marquesado, [a]
legua y media, poco más o menos; y Acapixtla, asimismo villa del dicho Marquesado, más al oriente, [a] dos
leguas; y Chimalhuacan, a la mano izquierda, pueblo de la provincia de Chalco, [a] dos leguas; Suchimilco,
a la misma mano izquierda, [a] seis leguas, poco más o menos; Tepuztlan, asimismo villa del dicho
Marquesado, al occidente, [a] cinco leguas, poco más o menos.
Los pueblos que están en contorno de Tlayacapa, con lo que asimismo cada uno dellos dista del dicho
pueblo, son los siguientes: mirando, como dijimos, al oriente, está, a la mano derecha, la dicha villa de
Huaxtepeque [a] una legua del dicho pueblo; Acapixtla está, al oriente, [a] tres leguas; Chimalhuacan está
tres leguas y media hacia el norte; Suchimilco está, seis leguas más abajo, hacia el occi​dente; y Tepuztlan,
cuatro leguas al occidente.
Atlatlau[h]ca[n] tiene, alrededor de sí, los pueblos siguientes: mirando al oriente, a la mano derecha, a
la dicha villa de Huaxtepeque, más hacia el occidente que al mediodía, a dos leguas, poco más o menos; a
la dicha villa de Acapixtla, al oriente, [a] una legua; al dicho pueblo de Chimalhuacan, dos leguas y media a
la parte del norte; al dicho pueblo de Suchimilco, asimismo a la parte del norte, más abajo hacia el
occidente, siete leguas; a Tepuztlan, al occidente, a seis leguas.
Las leguas que hay de los pueblos referidos, de unos a otros, ni son muy pequeñas ni muy largas; los
caminos, ni son de tierra muy doblada ni muy llana, y, algunos dellos, derechos, y otros, no.
13 ¶ La causa por que dicen que se llamó el dicho pueblo de Totolapa[n] así, es porque, viniendo ciertos
indios llamados chichimecos en busca de tierras donde poblasen, hallaron ciertos manan​tiales de agua, que
en lengua mexicana se dicen apan, y, en uno dellos, un gallo montés de la tierra bebiendo, que, en la dicha
len​gua, se dice totol:[3] de las cuales dos dicciones, llamaron al dicho pueblo Totolapa[n].
Tlayacapa se dijo [así] porque, por la parte del mediodía, la cerca una sierra que hace una punta, la
cual, en lengua mexicana, se dice Tlayacapa.[4]
Atlatlau[h]ca[n] se dijo [así] porque los pobladores, viniendo en busca de tierras donde poblar, hallaron
en cierta quebrada, cerca del dicho pueblo, agua, que en su lengua se dice atl, la cual estaba colorada de la
tierra y barro por donde pasaba, y, “lo colorado”, se llama en su lengua tlahuitl;[5] y, así, de ambas dicciones
le llama​ron Atlatlau[h]ca[n].[6]
La lengua en que hablan los naturales de los pueblos susodichos es la mexicana.
14 ¶ El señor natural de los dichos pueblos, cabeceras y sujetos, en tiempo de su gentilidad, fue
Montezuma, al cual no tribu​taban, porque sólo le servían en las guerras que tenía; dábales, el dicho
Montezuma, las armas necesarias para la guerra. Adoraban al Demonio, el cual tomaba muchas formas y
figuras; sacrificábanle, ofreciéndole copal y cortándose las orejas, o pasándose, con la punta de un maguey,
el pellejo de una de las dos piernas, abajo de la rodilla, y ofrecíanle la sangre que les salía de las orejas.
En sus casamientos, guardaban este orden: el padre, y parientes del desposado, enviaban a la
desposada muchos presentes, como eran vestidos, comida, criados y criadas que la sirviesen, y, el día del
casamiento, iban por ella, a su casa, el padre y parientes del dicho desposado, a cuya casa la traían en
hombros: donde los ataban o trababan, de la manta del desposado y huipil de la desposada, en señal de
que eran casados. La fiesta que, trayendo a la dicha des​posada, se hacía, era muy grande, de bailes y
danzas, comidas y banquetes, por espacio de siete días, en la cual se emborrachaban como al presente lo
hacen.
15 ¶ Tenían los pueblos susodichos un señor universal, el cual ponía de su mano ciertos ministros que, en
la dicha lengua, se llama tequitlatos,[7] los cuales tenían a cargo y en administración ciertos barrios, cada
uno el suyo, y, de lo que sucedía, daban noticia y aviso a cuatro jueces puestos por el dicho señor universal,
[8] los cuales, como jueces supremos, conocían de todo género de causas, determinándolas y ejecutando
sus sentencias; aunque se apelaba dellos para el señor universal, el cual, consintiendo ellos la apela​ción,
conocía de la causa y la determinaba[9] según y como le parecía.
Los pueblos con quien traían guerras eran Chalco, Huexotzingo, T[laxcala [y] Cholula, las cuales eran
sobre sus tierras. Tenían sus capitanes, el número dellos conforme a la gente de guerra. Llevaban su
atambor y cierta manera de pífano, rodelas y ciertos palos anchos, de roble o de encina, que comúnmente
se llaman macanas, con sus pedernales al cabo dellos. Hacíanse una ala, aunque otras veces, conforme a
la disposición de la tierra y lugar de la batalla, guarda​ban otro orden y postura; llevaban, asimismo, los
jubones estofados de algodón.
El hábito y traje que antiguamente traían, y al presente traen, es una manta de algodón hasta el tobillo,
[10] atada con un nudo en uno de los hombros o en el pecho, camisa y zaragüelle, y cotaras por zapatos. Y
comían carne y legumbres y su maíz, y, algunas veces, carne humana de los que cautivaban en la guerra.
Vivían más, y más sanos, antiguamente que ahora, de lo cual no se sabe la causa.
16 ¶ Están las dichas tres cabeceras asentadas en tierra llana, cercadas de montes y sierras no muy altos.
llámase la provincia, Quauhtengo,[11] y díjose así porque los más de sus sujetos están pobla​dos en montes
y, en la dicha lengua, se dice “el monte”, quauhtla o quauhtengo.[12] La tierra es sana y de buen temple,
donde no hace excesivo frío ni calor; las enfermedades más ordinarias son calentu​ras, dolor de costado y
bubas. Cúranse con yerbas, púnzanse algunas veces y, otras, se sajan donde sienten dolor.
22 ¶ Los árboles silvestres son aguacates, zapotes, capulíes, gua​yabos, manzanillos de la tierra, de cuyos
frutos se aprovechan comién​dolos y vendiéndolos, y, de la madera, quemándola, por no ser para otra cosa.
También hay un árbol silvestre [al] que llaman maguey, el más provechoso de todos, de que se saca miel y,
della, se hace vino; y de sus pencas, que son grandes y gruesas, hacen hilo y, del hilo, mantas y zapatos, y,
de las puntas de las dichas pencas, agujas gruesas. Son, asimismo, las dichas pencas muy buenas de
comer, cocidas en horno, por sí, sin otra cosa. Hay, también, encina, robles y pinos, de que se aprovechan
para vigas, tablas, morillos y otras cosas.
23 ¶ Arboles de cultura traídos de España, son naranjos, pera​les, limones, higueras, manzanos, membrillos,
duraznos [y] parras de uvas; todo lo cual se da muy bien.
24 ¶ Los granos y semillas son trigo, maíz, frijol, haba, garban​zo, camote, y todo género de verdura; las
semillas de España son trigo, cebada, garbanzo, haba, lanteja [y] anís; dase todo bien.
26 ¶ Las yerbas con que se curan, [son] tlatlacotic,[13] con que curan quebrantamiento de cuerpo; pitzahuac,
para cámaras; yamanqui,[14] con que curan enfermedades no conocidas; illacatziuhqui,[15] para calenturas;
poxahuac, para cámaras de sangre; izel,[16] para dolor de costado matlali, para la del monte.[17] Plantas
aromáticas, son cacalosuchil, elosuchil, izquisuchil,[18] y otras así.
27 ¶ Los animales bravos son leones, lobos, coyotes y zorras; las aves bravas son gavilanes, auras,
cuervos, lechuzas [y] murciéla​gos; animales domésticos de España, son caballos, mulas, asnos, car​neros,
cabras, puercos, gallinas, y otros muchos.
28 ¶ Las casas son de adobes, cubiertas con su[s] xacales de paja; algunas tienen azoteas. Hay materiales
de que se hagan, como son piedra, madera [y] arena, excepto la cal, que se trae de Huaxtepeque, muy
cerca de la dicha provincia.
29 ¶ Las granjerías y contrataciones son comprar y vender en sus mercados, y cultivar y labrar sus tierras;
sus tributos pagan en rea​les y en huipiles, que son camisas de indias.
34 ¶ Están las dichas cabeceras, y sujetos, en el arzobispado de Méx[i]co, [a] doce leguas de la catedral del
dicho arzobispado; las leguas son comunes, por tierra áspera.
36 ¶ Los monasterios que hay son tres, de frailes agustinos: uno, en Totolapa[n], y otro, en Tlayacapa, y
otro, en Atlatlauhca[n]; en cada uno de los cuales hay dos, tres y cuatro frailes. Fundólos su Maj[esta]d, el
de Totolapa[n], puede haber cuarenta y cinco años, poco más o menos; el de Tlayacapa, veinte, y el de
Atlatlauhca[n], nueve. Andrés de Curiel (rúbrica).[19]
[En una foja aparte:]
Muy ex[celen]te señor:

Yo hice la relación que v[uest]ra Ex[celenci]a me mandó, conforme a la Instrución y Memoria de su


Maj[esta]d, lo menos mal que yo pude, con deseo de acertar a servir a v[uest]ra Ex[celenci]a, así en esto
como en lo demás que se me mandare. Va con ésta, la más breve y más verdadera que pudo ser. Son
todas las cosas della muy comunes, por​que, con las diligencias que hice, no se hallaron algunas notables
y curiosas; por cuya causa, no se responde a muchos de los capítulos de la Instrucción y Memoria que
vuesa Ex[celenci]a me dio, la cual, asimismo, va con ésta.

Guarde n[uest]ro Señor a v[uest]ra Ex[celenci]a muchos y muy largos años, con la salud y prosperidad
que sus criados deseamos. De Totolapa[n], seis días de agosto de 1579 años.[20]

Muy ex[celen]te señor, de v[uest]ra Ex[celenci]a menor criado, Andrés de Curiel (rúbrica).

[En el sobre de remisión:] ¶ Al muy ex[celen]te señor Virrey, mi señor. ¶ 1579. Totolapa[n]. ¶
De Andrés de Curiel, corr[egid]or de Totolapa[n]. De VI de agosto. R[ecibi]do en IX de set[iem​br]e.[21]

[1]
Henos aquí frente a un caso, bastante frecuente en aquella época, de dos vástagos que no ostentan el apellido paterno. ¿Serían hijos de
alguna señora de apellido Contreras? No necesariamente. En cualquier caso, obsérvese que uno de los hijos de Andrés de Curiel se llamaba
Alonso de Contreras, obviamente homónimo del alcalde mayor de minas de Tolnacuchtla. ¿Habrá sido éste a quien el “Memorial de los
conquistadores” (Dorantes de Carranza 1970: 444-45) da “por casado con hija de Tristán de la Loa”? Allí queda la pregunta.
[2]
En el manuscrito, fol. 1r, a continuación, aparece una “q”; puede ser solamente un error de pluma.
[3]
Totolin o totol, “ave o pájaro en general”, designa vulgarmente al guajolote (San​tamaría 1974: 1079)
[4]
Tlayacapa, literalmente, significa “al extremo de algo”, y, en este caso, probable​mente el topónimo designaba una “linea limítrofe”; nada
tiene que ver con que la sierra hiciera “una punta”.
[5]
Tlahuitl es propiamente el “almagre” (Molina 1944: ME, 145r).
[6]
La etimología aquí propuesta es inexacta; el topónimo se compone de atl, “agua” atlauh (tli), “barranca alta” (Molina 1944: EM, 18v), y el
locativo -can: Atlatlauhcan significa “lugar de la barranca con agua”.
[7]
El manuscrito, fol. 1v, lee: “tequitlatlos”; tequitlato era el “mandón o merino, o el que tiene cargo de repartir el tributo o el tequio [cosa
que tiene o da trabajo] a los macehuales” (Molina 1944: ME, 105v).
[8]
Obsérvese la constitución cuaternaria de la administración de justicia. Cabe conjeturar que cada juez tendría jurisdicción sobre una área
cardinal, la cual, a su vez, se subdividiría en otros tantos barrios.
[9]
Debido a error de imprenta, o quizás del paleógrafo, la transcripción de FPT (1905, VI: 9) lee: “terminaua”, donde el manuscrito (fol. 1v)
dice “determinaua”.
[10]
El manuscrito, fol. 2r, lee: “todillo”; obvio error de pluma del escribano.
[11]
El manuscrito, fol. 2r, lee: “quahutengo”.
[12]
Quauhtenco significa, literalmente, “en la orilla del monte”.
[13]
El manuscrito, fol. 2r, lee: “tlatlacotiqui”; sobre el tlatlacotic, ver Hernández (1959, II: 149-50).
[14]
El manuscrito, fol. 2r, lee: “yamance”; sobre el yamanqui, “yerba templada”, ver Hernández (1959, II: 7-8).
[15]
El manuscrito, fol. 2r, lee: “ylacazihuic”; sobre el illacatziuhqui, ver Hernández (1959, II: 8).
[16]
No me ha sido posible identificar esta yerba, cuyo nombre debe estar mal leído; icel, así como suena, significa “sólo aquél, o sóla aquélla”
(Molina 1944: ME, 32r).
[17]
Así en el manuscrito (fol. 2r), sin que quepa reconstruir lo que quiso expresar el escriba; sobre el matlalli, “yerba color verde oscuro”, ver
Hernández (1959, II: 33, 34, 36 y 247), Robelo (s. f.: 420, 426-27) y Santamaría (1974: 703).
[18]
Sobre estas plantas aromáticas, ver Santamaría (1974: 170, 470, 508).
[19]
En el ángulo superior izquierdo de esta plana (fol. 2v), se lee, de otra mano: “Desc. y Pob. 614. 6°”
[20]
Debe existir error en esta fecha. No parece posible que la carta, con que se remi​tía la relación, hubiera sido escrita un mes antes. Lo más
probable es que Curiel, por distracción o despiste, escribió “agosto” donde debía haber escrito “setiembre”.
[21]
Las leyendas del sobre fueron escritas por dos calígrafos: la contenida en el pri​mer párrafo, por Curiel; las dos restantes, por quienquiera
que recibió el expediente.
RELACIÓN DE ZAYULA
INTRODUCCIÓN
La RG de Zayula, preparada el 3 de febrero de 1580 por don Alonso de Coria, a quien asistió el escribano
Esteban Gutiérrez, está precedida del texto impreso en 1577 de la Instrucción y Memoria, y consta de tres
planas exactamente. No hay indicio de que la hubiera acompañado pintura alguna. El expediente se guarda
en el AGI de Sevilla, “IG 1529, N° 391”, y su texto, probablemente en transcripción paleográfica de José
Joaquín Gómez, ha sido editado por FPT (1905, VI: 178-82).
Don Alonso de Coria era hijo del conquistador Diego de Coria, de quien solamente dice Díaz del
Castillo (1962: 524): “vecino que fue de México” y “murió de su muerte”, y de doña Isabel de Chávez, de
ilus​tre abolengo indiano (Dorantes de Carranza 1970: 202; Porras Muñoz 1982: 266). Los méritos y
servicios particulares de don Diego de Coria están consignados, con bastante pormenor, en la Sumaria
relación de Dorantes de Carranza (1970: 171-73). Allí consta, entre otras cosas, que
Diole su Majestad del Emperador privilegio de armas, en un scudo que esté en él un peñol, en señal y
memoria del que ganó, y, encima dél, una cruz de oro; y, puesto en ella, un estandarte a colores de
verde y azul y colorado, con perfiles de oro, en señal de la bandera que llevaba como alférez de todo el
campo. El qual dicho peñol está asentado sobre un campo verde y, de la parte alta, el campo colorado, y,
por orla, seis estrellas de oro en campo azul; y, por timbre, un yelmo cerrado con su rollo torcido; y, por
devisa, unos penachos de colores y oro, con sus trascoles y dependencias a follajes de azul y oro.
Fecho el dicho privilegio en Madrid, a 15 días de abril [de] 1540... Tuvo el dicho Diego de Coria,
[además], cédula de su Majestad de recomenda​ción para él y sus hijos..., y los demás descendientes.
No hay duda, pues, que, si a don Alonso le faltaron méritos propios para sobresalir en la sociedad
novohispana (no hay crónica de la época que registre sus hechos o su nombre), por linaje y por pergaminos
los tenía de sobra. En plan especulativo, se puede aventurar que, en 1580, andaba bordeando los cincuenta
años de edad. Entre los papeles y obras que tengo a mano, no he encontrado dato ni documento que
acredite con quién casó y quiénes, si los tuvo, fueron sus hijos.
La RG cuya composición presidió, como podrá comprobar quien la lea, no puede calificarse
precisamente de obra maestra, ni alcanza a recomendar su talento y solicitud. Sin sujetar a examen las
recomen​daciones de la Instrucción, su informe responde a todas las preguntas de la Memoria, y, al parecer,
su acción se redujo a presidir la encuesta. La forma en que ésta se llevó a efecto está muy claramente
descrita en el párrafo introductorio: “... estando todos [los informantes] juntos, se les fue preguntando
conforme a los capítulos de la Memoria, por lengua de don Martín Ramírez, gobernador deste dicho pueblo,
a los cuales fueron respondiendo en presencia del dicho señor corregidor...” Con​forme las respuestas iban
surgiendo, el escribano Esteban Gutiérrez las trasladaba al papel. Eso fue todo.
Si la RG de Zayula tiene alguna virtud, desde luego no atribuible a don Alonso de Coria (o, tal vez sí),
ésta consiste en permitir al lector moderno apreciar lo que la tradición local de Zayula recordaba de su
pasado y, en cierto modo, lo que la comunidad indígena contemporánea concebía de su presente inmediato.
Aunque es presumible que los intér​pretes, y hasta el escribano, hayan interpolado comentarios y explica​-
ciones de su cosecha (fácilmente identificables), lo que la RG de Zayula trasmite es la tradición popular. Lo
que los informantes sabían, o creían saber, lo declararon; lo que no, no. En la composición del presente
informe no se acusa elaboración alguna erudita, ni hay esas disertacio​nes, tan útiles y sabrosas, frecuentes
en otros textos.
En su pobreza relativa de datos, la presente RG es de tremendo inte​rés etnográfico e histórico; no para
la indagación de la historia prehis​pánica, ni para el gratificante ejercicio académico de cotejar sus datos con
los mismos que traen Sahagún y Durán, etcétera, sino para la etnografía e historia de una comunidad
indígena en 1580. Y, si hay quién se pregunte aún en qué medida el trasplante de la cultura europea a
tierras americanas constituyó un progreso, esta RG, quizás, le ayudará a encontrar el camino de las
respuestas.

[Encabezando el impreso de la Instrucción, aunque no en el mismo orden, se


lee:] Zayula se conquistó con Tula. [Arz]obispado de México, N[uev]a Esp[añ]a.

¶ En el pueblo de Zayula desta Nueva España, en tres días del mes de feb[rero] de mil y quini[ent]os y
ochenta años, en cumplimiento de la Instrucción de su Maj[esta]d sobre la memoria y descripción que
manda hacer en esta Nueva España, el il[ustr]e señor Alonso de Coria, corregidor del dicho pueblo por su
Maj[esta]d, mandó parecer ante sí al gobernador y al[ca]lde, y [a] los demás principales y hombres antiguos
deste dicho pueblo, para que se haga lo que su Maj[esta]d y el muy ex[celent]e señor don Martín Enríquez,
visorrey desta Nueva España, en su real nombre tiene mandado. Y, estando todos juntos, se les fue
preguntando conforme a los capítulos de la Memoria, por lengua de don Martín Ramírez, gobernador deste
dicho pueblo, a los cuales fueron respondiendo en presencia del d[ic]ho señor corregidor y de mí, Esteban
Gutiérrez, escribano de su juzgado, y estando presentes a ello, en uno con el d[ic]ho gobernador, y don
Jusepe de Granada y P[edr]o de Torres, al[ca]ldes del dicho pueblo.
1 ¶ No hay a q[ue] responder.
2 ¶ No se determinan [respecto a] quién los conquistó; sólo dan razón que, cuando Tula se sujetó a México,
o a los descubridores dél, ellos, como sus sujetos, hicieron lo propio.[1]
3 ¶ El temple es más caliente que frío: es tierra seca; corren aires algunos tiempos del año. Tienen el agua
que han menester, que no es mucha, en tiempo de verano; abundan más las aguas en el invierno. Es tierra
llana; hay muchos y buenos pastos; [es] abundosa de mantenimientos y frutos.
4 ¶ Hay trescientos indios, poco más; solía haber muchos, antes de un cocolizte que dicen tuvieron muchos
años ha. Están poblados casi todos en este pueblo, que tiene muy buen asiento; los más dellos es gente
torpe, que no saben más de cavar y sembrar y cargarse. Son muy inclinados al vicio del beber; andan, lo
más del tiempo, borrachos con el vino que ellos hacen, q[ue] es la miel que sacan del maguey, a la cual
echan una raíz,[2] la cual es de tanta fortaleza, que luego lo aceda y pone para beber. [El vino] tiene muy
mal sabor y peor color. Hablan todos ellos en una lengua.[3]
5 ¶ No hay que responder más de lo en el cuarto capítulo declarado.
6 ¶ Está este pueblo [a] trece leguas de la ciudad de México, donde reside el Audiencia Real; reside, en
este dicho pueblo, el gobernador.
7 ¶ No hay que responder.
8 ¶ No hay q[ue] responder.
9 ¶ No hay que responder.
10 ¶ El pueblo está en un llano pequeño, que sólo cabe en él el dicho pueblo; hay muchas serranías a los
lados. Hay sólo un monasterio. Hay otro sujeto [a] un cuarto de legua de la cabecera, donde habrá
cincuenta indios; es algo más frío que la cabecera; hay una iglesia en él, peq[ue]ña. Es muy buen temple
para sembrar.
11 ¶ Este pueblo está, de la cabecera de doctrina, [a] un cuar​to de legua; tiene un sujeto q[ue] se dice
Capula.
12 ¶ Está este pueblo de Zayula metido entre tres pueblos en triángulo, que son pueblos señalados: que es,
el primero, Tula, que cae al nacimiento del sol, que hay del uno al otro dos leguas; no son grandes: es tierra
llana y camino derecho. Hay, al pueblo y provincia de Xilotepec, cinco leguas; no son grandes: es camino
torcido hacia el sur; hay en él algún pedregal, y todo lo más es tierra llana. Hay, al pueblo de Chiapantongo,
legua y media; éste cae hacia el norte: es buen camino, salvo una cuesta de pedregal bien ruin, que será de
un tiro de arcabuz.[4]
13 ¶ La lengua que los indios hablan es otomí, y algunos [son] mexicanos. Llámase el pu[ebl]o Zayula, que
quiere decir “mosqui​tero”.[5] Hay mosquitos; no son dañosos ni pican.
14 ¶ Eran sujetos a la provincia de Tula, donde era señor Tecolotzin, que es por una ave q[ue], en su
gentilidad, tenían en mucho,[6] que dicen que tenía orejas [y] que era mayor que una gallina de Castilla, [y]
que era parda. A este señor servían en su casa, las indias, de moler, y los indios llevaban leña, rosas y
chile, y no daban otra cosa de tributos. Adoraban ídolos de piedra y madera, que hacían cada uno como
quería. No tenían orden; tenían muchas mujeres, y eran viciosos.
15 ¶ No tenían otro gobierno si no era el de Tula, a quien servían. Traían guerra con los de Huexotzingo;[7]
peleaban con arcos y flechas, y, otros, con unas macanas y rodelas. El vestido era un maxtli, que dicen que
solamente tapaban sus vergüenzas, y una man​ta encima, suelta. No traían camisa ni sayo, como ahora los
traen. Las comidas eran conejos, venados y gallinas, y tortillas de maíz, chile, frijoles y otras yerbas del
campo, q[ue] es lo propio que ahora comen. Vivían más sanos y eran muchos más sin comparación, porque
había tanta suma de gente, que todas las sierras y valles se sembraban.
16 ¶ Es el asiento del pueblo en una cañada llana, fresca; está cubierta del norte con un cerro que llaman
Patlachtepeque, que es “cerro ancho”.[8] Está en la comarca dicha.
17 ¶ Es tierra sana; no hay enfermedad conocida si no son males que suceden; no hallan ningún remedio si
no es sangrarse, y esto tienen por medicina.
18 ¶ No hay que responder.
19 ¶ Hay un arroyo que pasa por mitad del pueblo; es de muy poca agua: riegan con ella algunos pedazos
de tierra, para sembrar chile, cebollas y algún trigo; es todo poco.
20 ¶ No hay que responder.
21 ¶ No hay q[ue] responder.
22 ¶ No hay que responder.
23 ¶ Los árboles de la tierra que dan fruto son tunales, q[ue] dan muchas tunas q[ue] es sustento de los
naturales; hay naranjos, membrilos, duraznos, higos, cidros y nogales: todo se da bien y abundoso. Hay
parras, donde se dan muy buenas uvas, y se darían en cantidad, y muchos magueyales, de q[ue] se
sustentan.
24 ¶ Tienen, por sustento a su gusto, las cebollas, y no otra hortaliza.
25 ¶ Dase muy bien el trigo, maíz y cebada, en cantidad.
26 ¶ No se curan con yerbas; todo su remedio es meterse en un baño que llaman temazcal, donde ellos se
bañan, y éste tienen por su principal cura para cualquier enfermedad.
27 ¶ No hay, ni se halla en este pueblo, más de ovejas, y destas hay buen multiplico.
28 ¶ No hay que responder.
29 ¶ No hay que responder.
30 ¶ Provéense de sal, y de todo lo demás que les falta, de la ciudad de México.
31 ¶ Las casas son bajas; son de adobe y paja y muy chicas, que se entra en ellas con trabajo, por ser tan
angostas y bajas.
32 ¶ No hay que responder.
33 ¶ El trato que tienen es criar gallinas, hacer miel de maguey, y sembrar maíz y frijoles, y esto venden y
contratan; el tributo que pagan es dinero y maíz.
34 ¶ Cae este p[a]r[ti]do en el arzobispado de México; hay, deste pueblo allá, trece leguas de buen camino y
llano, y las leguas son en buen cómodo, que ni son grandes ni chicas.[9]
35 ¶ No hay que responder.
36 ¶ Hay un cuarto de legua desta cabecera al pueblo de Tepetitlan, donde hay convento poblado con
religiosos de la orden de San Fr[ancis]co, donde acuden los deste d[ic]ho pu[ebl]o y su sujeto a oír misa y a
la doctrina, y dél los visitan y administran los sacramen​tos. Asisten en el dicho convento dos religiosos.
Habrá, que se fundó, nueve años, poco más, a instancia y pedimento de los indios.[10]
37 ¶ No hay que responder.
38 ¶ No hay que responder.
39 ¶ No hay que responder.
40 ¶ No hay que responder.
41 ¶ No hay que responder.
42 ¶ No hay que responder.
43 ¶ No hay que responder.
44 ¶ No hay que responder.
45 ¶ No hay que responder.
46 ¶ No hay que responder.
47 ¶ No hay que responder.
48 ¶ No hay que responder.
49 ¶ No hay que responder.
Al[ons]o de Coria (rúbrica)
Pasó ante mí:
Esteban Gutiérrez (rúbrica) escribano nom[bra]do.
[A la vuelta, en el ángulo superior derecho de la plana:] Desc. y Pob. 654. 6°[11]

[1] Los vagos sucesos que aquí se narran podieron acontecer hacia 1370, durante el reinado de Acamapichtli el Viejo en Tenochtitlan, cuando
los de Tullan solicitaron que Ometochtzin fuera a reinar allí (Alvarado Tezozomoc 1975: 87), o bastante más tarde, cuando Motecuhzoma el
Viejo (1440-1469) conquistó la provincia de Tula (ver lamina 8 del Códice mendocino).

[2] Se refiere al ocpatli.

[3] Más adelante, en el capítulo 13, se explicará que “la lengua que los indios hablan es otomí, y algunos [son] mexicanos”.

[4] FPT (1905, VI: 5, n. I; 179, n. 1) observa que el primer tenedor de la encomienda de Xilotepec fue Juan Jaramillo y, a su muerte, tras
largos pleitos entre las partes, fue dividida por mitad entre Francisco de Velasco y Luis de Quezada. Tula, a mediados el siglo xvi, estaba en la
real Corona; Chiapantongo, encomendado primero en Hernán Sánchez de Hortigosa, quedó, por muerte de éste, en su viuda Leonor Vásquez.

[5] Zayulin es, propiamente, “mosca” (Molina 1944: ME, I3v); Zayula, por consiguiente, significa “donde hay muchas moscas”. Su nombre
otomí era Mic-huc (FPT 905, VI: 182, n. 1).

[6] Se trata del vulgarmente llamado “tecolote” (Buho virginianus). No he encontrado en las crónicas, españolas o nativas, noticia de este
señor Tecolotzin, gobernante de Tula. Sobre otros señores, ver FPT (1905, VI: 180, n. 2).

[7] Observa FPT (1905, VI: 180, n. 3): “Harían esta guerra de orden de los mexicanos en clase de auxiliares, como los demás pueblos a México
sujetos”.

[8] De patlach (tic), tepe (ti) y -c, “en el cerro ancho”.

[9] Leguas normales, entonces, equivalentes a tres mil pesos, cada paso de cinco tercias de vara, esto es, cerca de 4.200 metros.

[10] El convento de Tepetitlan aún subsistía en 1698. El pueblo, a mediados del siglo xvi, había sido encomienda del conquistador Bartolomé
Gómez y, a su muerte, quedó en una hija suya que, después, casó con Juan de Azpeitia (FPT 1905, IV: 182, n. 1).

[11] Observa Cline (1972a: 362, 153) que Zayula “has same DyP signature as Nexapa, 73”, perteneciente al obispado de Antequera. No he
podido comprobarlo, porque mi fotocopia de la RG de Nexapa no registra esa signatura.
RELACIÓN DE LAS MINAS DE ZULTEPEC
INTRODUCCIÓN
La RG de minas de Zultepec fue preparada, a juzgar por su data, en el mismo real, a 5 de marzo de 1582.
El expediente está encabezado por el texto impreso en 1577 de la Instrucción y Memoria, y consta de tres
fojas no numeradas (cinco y medio planas), escritas en elegante caligra​fía procesal por el escribano don
Diego Pérez. Es inexacto que el núme​ro de folios del manuscrito sean seis (Cline 1972a: 364, 163); tal
número resulta de sumar las hojas del impreso, y otra en blanco que aparece al final. El legajo se custodia
en el AGI de Sevilla, “IG 1529, N” 379”; su transcripción, hecha probablemente por el paleógrafo José
Joaquín Gómez, fue publicada por FPT (1906, VII: 8-14), en volumen parcial​mente editado por los Talleres
Gráficos del Museo Nacional de Arqueo​logía, Historia y Etnografía de México, en 1932.
Para fines prácticos, se ha considerado autor de esta relación al alcal​de mayor don Rodrigo Dávila (ver
Cline, loc. supra cit.), a quien, en realidad, se corresponde más bien el papel de compilador. Según el pro​pio
documento atestigua, autores del informe fueron Miguel de San Pedro y Diego Suárez, “indios principales y
muy antiguos, hombres de buena razón, y que saben y entienden en las cosas desta provincia” (párrafo
introductorio), de quienes se dice, en el párrafo epilogal, “que hicieron la dicha descripción”. En el mismo
párrafo, se declara que don Rodrigo Dávila “procuró, con toda la diligencia posible, de inqui​rir, saber y
averiguar, así por relación de los dichos Miguel de San Pedro y Diego Suárez, personas que diputó para
este negocio, como de otras de quien entendió hallar claridad ...”. De estas “otras personas”, quienesquiera
que hayan sido, no se registraron los nombres.
Todo parece indicar, entonces, que, inicialmente, don Rodrigo Dávila “diputó para este negocio” de
describir las minas de Zultepec a Miguel de San Pedro y a Diego Suárez; pero que el propio alcalde mayor
hizo otras indagaciones de propia cuenta, el resultado de las cuales, se puede conjeturar, fue incorporado a
la descripción hecha por aquellos “indios principales y muy antiguos”. Algunos datos e informaciones de
estos señores quizás fueron sustituidos por aquéllos derivados de las fuentes anónimas en que Dávila
“entendió hallar claridad”. Parece inferible, por fin, que, aunque el manuscrito está fechado a 5 de marzo de
1582, tal fecha señala, exclusivamente, el día en que el escribano don Diego Pérez redactó el resumen de
los datos acumulados. Al concluir el escrito, firmaron al calce Rodrigo Dávila, don Miguel de San Pedro y el
propio escribano; pero, aunque su firma estaba anunciada, no estampó la suya don Diego Suárez.
Si don Rodrigo Dávila, alcalde mayor de minas de Zultepec en 1582, es la misma persona que, en
1585, fue elegido alcalde ordinario de la ciudad de México con don Martín de Jaso (Porras Muñoz 1982:
166, 277.79), entonces puede decirse que, en 1566, cuando el licenciado Jeró​nimo de Valderrama informó a
la corte de Castilla, Rodrigo Dávila era “mozo y soltero”, había sido “criado del virrey” y ocupado ya algún
corregimiento (Porras Muñoz 1982: 277). Más tarde, casó con nieta del conquistador francés don Pierres
Gómez y tuvo casa en el barrio de Tomatlan (ibid.). Él mismo era nieto del conquistador Gaspar Dá​vila, y
sobrino del importante constructor novohispano, don Melchor Dávila, a cuyo cargo estuvo la construcción de
los portales nuevos y tiendas en la plaza menor y, más tarde, del edificio de la universidad (Porras Muñoz
1982: 278).
Rodrigo Dávila sucedió a su tío Melchor en el oficio de contratista de obras, aunque su honestidad en
este negocio no parece haber sido precisamente ejemplar. Los poco edificantes detalles de sus manejos
pueden hallarse en Porras Muñoz (1982: 279), quien registra que, a pesar de esos contratiempos, en 1603,
Rodrigo Dávila era justicia mayor de Meztitlan por nombramiento del virrey. Algunos pícaros de entonces, y
muchos de nuestro tiempo, fueron premiados en Nueva España con dignidades y cargos públicos. Voilà!

[Encabezando la Instrucción impresa, de diferentes letras:] N° 102. Minas de


Zultepec. Arzobispado de México. Nueva España. Céspedes.[1]

¶ En las minas de Zultepec de la Nueva Esp[añ]a, a cinco días del mes de marzo de mil y qui[nient]os y
ochenta y dos años, el il[ustr]e señor Rodrigo Dávila, al[ca]lde mayor en ellas por su Maj[es]t[a]d, dijo que,
por cuanto entre las demás cosas que se le ha dado orden para la buena gobernación destas d[ic]has
minas, expedientes a su cargo, se le envió por el señor Gordián Casasano, contador y admi​nistrador de la
Renta de la Alcabala en esta Nueva España, una Ins​trucción escrita de molde con cincuenta capítulos, en
que parece su Maj[es]t[ad] manda se responda a cada uno dellos lo que hubiere q[ue] responder y
satisfacer, conforme a la d[ic]ha Instrucción, y, esto h[ec]ho, se le envíe. Y, porque ya que con más verdad
su Maj[es]t[a]d pueda ser informado, m[an]dó parecer ante sí a Diego Xuárez y [a] Miguel de S[an] P[edr]o,
indios principales y muy antiguos, hombres de bu[en]a razón, y que saben y entienden en las cosas desta
provi[nci]a, y, siéndoles preg[unta]do cada capítulo de por sí, respondieron lo sig[uien]te:
1 ¶ Al prim[er]o capítulo, dijeron que estas mi[n]as, donde es la congregación de españoles, se llama las
mi[n]as de Zultepec, en que habrá de vecindad más de sesenta españoles, y es donde reside la r[ea]l
jus[tici]a.
2 ¶ Al segundo cap[ítul]o, dijeron q[ue e]l descubridor desta provi[nci]a no saben quién fue, más de que el
Marqués del Valle, p[er]sona que conquistó a Méx[i]co, habiéndola sujetado, y a su rey Motezuma, luego
esta provi[nci]a se allanó, y fue el mismo año que Méx[i]co se conquistó.
3 ¶ Al t[e]r[cer]o cap[ítul]o, dijeron que el asiento destas mi​[n]as es frío medianam[en]te, y la comarca
ent[er]a es caliente y, alg[un]os pu[ebl]os, templados; en esta forma: Zultepec, con sus sujetos, es muy
cálido; Almoloya[n], con los suyos, es templado; Tlatlaya[n] es frío y, los sujetos, muy cálidos; y Amatepec
es frío y, los sujetos, muy cálidos. Y [dijeron] q[ue] Zultepec tiene su nombre así, por estar en una serranía
q[ue] dicen “de codornices”;[2] y Amatepec se llama y quiere decir “cerro de papel”;[3] y Tlatlaya[n], “sie​rra
que arde”,[4] y Almoloya[n], “manantial de agua”.[5]
4 ¶ Al cuarto capítulo, respondieron q[ue] toda la más p[ar]te desta provi[nci]a es áspera y de serranías y
montes, entre los cuales hay alg[un]os arroyos grandes de agua, aunq[ue] no en mucha can​tidad; es fértil
de pastos, [y] abunda en frutas de la tierra, que son plátanos, guayabas, aguacates, ciruelas de la tierra,
cañas dulces, anonas, papayas, piñas.
5 ¶ Del quinto, dijeron que es provi[nci]a de muy pocos indios, que, antiguam[en]te era muy poblada, y se
han muerto y apocado por haber sucedido muchas pestilencias, especialm[en]te de tres que han sucedido
de cuarenta a[ñ]os a esta p[ar]te,[6] de que se han muerto toda la mayor p[ar]te; y que no están poblados,
los pocos que han quedado, en pu[ebl]os formados, sino esparcidos en lugares muy ásperos, sin policía ni
orden ning[un]a, sino por las quebradas, como [a] cada uno se le antoja; y que, en esta provi[nci]a, se
hablan diferentes lenguas, como son mexicana, matalcinga y mazateca, y, en algunas p[ar]tes della, se
habla la lengua tarasca. Hay algunos indios de buen entendimiento y, alg[un]os, bien inclinados, y, otros y la
mayor p[ar]te, son gente ociosa, dados a embriaguez y otros vicios.
6 ¶ Al sexto cap[ítul]o, dijeron que está, esta provi[nci]a y mi[n]as de Zultepec, en la misma altura que
Méx[i]co, de la cual [ciudad] demora leste-oeste.[7]
7 ¶ Al séptimo cap[ítul]o, dijeron q[ue e]sta comarca está [a] veinte leguas de Méx[i]co, especialm[en]te
estas mi[n]as, y, el pu[ebl]o más lejano desta provi[nci]a, estará como [a] treinta y dos leguas.
8 ¶ Al octavo cap[ítul]o, dijeron q[ue e]stas d[ic]has mi[n]as y provi[nci]a parten t[é]r[mi]no con las mi[n]as de
Temazcaltepec, q[ue e]starán [a] cinco leguas, y con las de Tzaqualpa[n], que estarán [a] otras cinco; las
leguas son como las de España, aunq[ue] parecen mayores, por ser esta tierra muy áspera y fragosa.
9 ¶ Al noveno capítulo, dijeron se llaman, estas d[ic]has min]as, de Zultepec, y la provi[nci]a toma de aquí su
denominación; y no se sabe quién les haya puesto este nombre, más de q[ue], por las muchas codornices
que hay, se nombraron ansía y no [se] sabe con cuántos v[ecin]os se comenzaron a poblar.
10 ¶ Al décimo cap[ítul]o, dijeron q[ue e]1 sitio y asiento destos d[ic]hos pu[ebl]os, todos están en alto, sin
traza ning[un]a, en serranías y quebradas, sin plazas ni calles; hay, en cada pueblo, su iglesia, de la
advocación del pu[ebl]o en que está.
11 ¶ Al onceno, se responde q[ue e]l pu[ebl]o de Almoloya[n], desta jur[isdicci]ón, está, destas mi[n]as, dos
leguas hacia la banda del leste; tiene por sujetos a[8]
Aquiapa San Andrés Tepexititlan

Cacapula[9] San Felipe Tecontitlan

Huey xahualco[10] San Fran[cis]co Coaxuchco[11]

Metlatepec San Miguel Tepechango[12]

Santiago Ahuacatitlan


Y la cabecera de Zultepec tiene por sujetos a Santa Ana Mahuizaltepec,[13] Santo Tomás Copaltitlan,
Santa Cruz Huetititlan, San Loren​zo Ocozacapa[n].[14] Y la cabecera de Amatepec tiene por sujetos al
pu[ebl]o de San Simón Chaneca, San M[art]ín Tecaxiqui, San Mar​cos Ayuquila, San Miguel Aguyutla.[15] Y
la cabecera de Tlatlaya[n] tiene por sujetos a
San Felipe Hua[x]tepec[16] San Mateo Tototepec

San Fran[cis]co Atiquixca[n] San P[edr]o Mecatepec

San Gaspar Tletepec[17] Santa Ana Tzicatacoya[n][18]

San Ju[an] Tepetl itlatlayan[19] Santa M[arí]a Asunción Ichcatepec[20]


San Lucas Isuchitlan Santa M[arí]a Cacahuatlan.


Son poblezuelos, todos éstos, que están por quebradas y montes, sin policía. Y podrían congregarse en sus
cabeceras, o en llanos donde pudiesen ser visitados, porque hay estanzuela destas que tiene [sólo] a dos y
a tres indios, y, la más poblada, no pasa de veinte. La doctri​na y visita que tienen es destas d[ic]has minas,
en que hay dos clérigos que, cada mes, por su tanda, los salen a visitar, en que se pasa grandísimo trabajo.
12 ¶ Alos doce cap[ítul]os, se responde q[ue e]l pu[ebl]o de Almoloya[n] dista, destas mi[n]as, dos leguas, y,
del pu[ebl]o de Zultepeq[ue], cuat[r]o; y, de Zultepec [a] Amatepec, seis; y, de Amatepeque a Tlatlaya[n],
dos. Corren, destas mi[n]as, leste-oeste; y, en lo que toca a las leguas, ya está respondido y, [asimismo], de
la calidad de la tierra.
13 ¶ A los trece cap[ítul]os, está ya respondido.
14 ¶ A los catorce, se responde que, en t[iem]po de su gentilidad, eran sujetos a los reyes de Méx[i]co, a los
cuales tributaban. Y, en los ritos que tenían, adoraban al Demonio, a quien tenían edificados templos, y les
ofrecían sacrificios de personas que mataban.
15 ¶ Del quince cap[ítul]o, se responde q[ue], en t[iem]po de su gentilidad, se gobernaba esta provi[nci]a por
un cacique principal, el cual tenía puestos [a] otros indios q[ue] llamaban piles y tequit[l]atos,[21] que
cobraban los tributos y recogían la gente p[ar]a ir a la guerra q[ue] traían con los de Mechoacan,[22] en que
se aprovechaban de arcos y flechas, y macanas y varas tostadas. Andaban, por la mayor p[ar]te, desnudos,
si no eran los principales, que traían unas armas de algodón.[23] Vivían sanos, aunque, algu[n]as veces, les
sucedían enfermedades, de que morían.
17 ¶ A los diecisiete cap[ítul]os, se responde q[ue e]sta provi[nci]a es sana por la mayor p[ar]te, y, alg[un]as
enfermedades que suceden, son calenturas, tabardetes, dolores de costado; sus curas era punzarse los
brazos con unas agujas grandes; purgábanse con yerbas y bañábanse en temazcales, que son baños.
18 ¶ Al dieciocho capítulos, no hay q[ue] responder.
19. [20. 21. 22] ¶ Al diecinueve y veinte, y veinte y uno y veinte y dos, no hay q[ue] responder.
23 ¶ Al veinte y tres cap[ítul]o; se responde que, en esta pro​vi[nci]a, hay plátanos, y las demás frutas de la
t[ie]rra que está res​pondido; y, de las demás frutas de Castilla, se dan en abundancia membrillos,[24]
duraznos, granados, higos y manzanas.
24 ¶ A los veinte y cuat[r]o, se responde q[ue] se tiene por bastimento p[ar]a los naturales el cacao, que es
una almendra, y otros granos como mostaza, que se dice [chia, de que preparaban el chian]pinole,[25] q[ue]
lo beben molido; hay una hortaliza que se dice quilites, que comen cocidos, y otra que se dice piciete, que
por otro nombre llaman “tabaco”, que lo meten en la boca los indios con cierta confección, que dice[n]
preservarlos de cansancio y hambre.
25 ¶ A los veinte y cinco, se responde que da, en esta comarca, trigo, cebada, habas, garbanzos y arvejas,
y, las veces que se ha sembrado y siembra, abunda; alg[un]os olivos se han sembrado, y no crecen ni
medran.
26 ¶ Al veinte y seis cap[ítul]os, se responde que, en esta pro​vi[nci]a, hay zarzaparrilla y alg[un]a
cañafístola, y no se sabe de otras yerbas medicinales.
27 ¶ Al veinte y siete cap[ítul]o, se responde que, en esta pro​vi[nci]a, hay lobos como los de España,
aunque no tan feroces, y hay leones pardos, tigres, zorros grandes y pequeños, o gatos[26] que son
pintados como tigres; hay águilas tan grandes, y mayores, como las de Esp[añ]a.
28 ¶ Al veinte y ocho cap[ítul]o, se responde que, en esta pro​vincia, hay muchas minas de plata, cobre y
plomo, alcaparrosa [y] estaño; de oro, no se sabe que haya minas.
29 ¶ Al veinte y nueve, no hay q[ue] responder.
30 ¶ Al treinta cap[ítul]o, se responde que, en esta comarca, hay algunos ojos de agua salada, de que los
naturales cuajan alg[un]a sal; de, que hay abundancia p[ar]a comer, y aun se ayudan del beneficio de los
metales de la que sobra.
31 ¶ Al treinta y uno cap[ítul]o, se responde que el edificio de las casas desta comarca es todo de adobes y,
los cimientos, de piedra; y otras casas hay, de palos y barro, sin más primor ni for​taleza.
32 ¶ Al treinta y dos cap[ítul]os, no hay q[ue] responder.
33 ¶ Al treinta y tres cap[ítul]os, se responde q[ue] alg[un]os indios tienen, por trato, vender miel q[ue]
buscan en los montes; maíz, leña, [y] cal que tienen de su cosecha y hacen; alg[un]os tienen caballos, con
que trajinean como los españoles; otros indios son mer​caderes en cosas de la tierra y de Castilla, y desta
suerte se sustenta mucha suma dellos, y alg[un]os españoles que aquí viven.
34 ¶ Al treinta y cuatro cap[ítul]os, se responde que esta provi[nci]a y minas están en el arzobisp[a]do de
Méx[i]co, adonde está la catedral, desde la cual aquí hay veinte leguas.
35 ¶ Al treinta y cinco cap[ítul]o, se responde que, en estas mi[n]as, hay dos beneficiados curas, que
administran en ella los santos sacram[en]tos, y visitan y doctrinan [a] los indios.
36. [37. 38] ¶ De los treinta y seis, y treinta y siete y treinta y ocho, no hay q[ue] responder.
39 ¶ De los treinta y nueve cap[ítul]os, se responde, con todos los demás de la d[ic]ha Instrucción, que no
hay en esta provi[nci]a cosa alg[un]a de lo en ellos pr[egunta]do y, ansí, no hay q[ue] responder a cosa
dellos, por estar [a] más de cuarenta leguas de la mar.
¶ Todos los cuales d[ic]hos cap[ítul]os, y relación dellos, el d[ic]ho señor al[ca]lde m[ay]or procuró, con
toda la dilig[enci]a posible, de inquirir, saber y [a]veriguar, así por relación de los d[ic]hos Miguel de San
P[edr]o y Di[eg]o Xuárez, personas q[ue] diputó p[ar]a este neg[oci]o, como de otras de quien entendió
hallar claridad; y no ha podido saber ni rastrear cosa alg[un]a, más de lo aquí con[teni]do. Y, p[ar]a que
conste él haber hecho su deber, como está obligado al servi[ci]o de su Maj[es]t[ad], lo m[an]dó asentar por
auto; y m[an]dó a mí, el pres[en]te escribano, se lo dé e pú[bli]ca forma. Y lo firmó de su nombre, y los
d[ic]hos Miguel de San P[edr]o y Di[eg]O Suárez, que hicieron la d[ic]ha descripción. Rodrigo Dávila
(rúbrica) d[on] Miguel de S[an] Pedro (rúbrica). Ante mí: Diego P[ér]ez, escrib[an]o de su Maj[es]t[ad]
(rúbrica).[27]
[En el ángulo superior de la última plana blanca:] Desc. y Pob. 235. 3°

[1]
Estas inscripciones se trasladaron de FPT (1906, VII: 8). El paleógrafo no tuvo a la vista fotocopia de esta página.
[2]
De zol (i) o zul (i) , tepe (tl) y -c, “en el cerro de la, o de las codornices”.
[3]
“En el cerro de los amates” o “en el cerro de papel”.
[4]
Según reza la traducción, el topónimo debería ser Tepetl itlatlayan.
[5]
Almoloyan o atlmoloyan, “donde rebosa el agua a borbotones”.
[6]
La relación parece hacer cuenta, únicamente, de las pestilencias que azotaron la Nueva España en 1545, 1564 y 1576 (ver Mendieta
1945, III: 174).
[7]
La frase resulta oscura (para mí, al menos, lo fue), debido al verbo demorar, que aquí se emplea en su acepción náutica: “corresponder
un objeto a un rumbo o direc​ción determinada, respecto a otro lugar desde donde aquél se observa”. Es decir que, desde Zultepec, la ciudad de
México podría observarse de poniente a oriente; o, más sencillo, que la ciudad de México estaba al oriente de Zultepec. Añádase, más o menos.
[8]
Para comodidad del lector, ésta, y la lista de sujetos de Tlatlayan, se han dispuesto en orden alfabético. Por supuesto, no aparecen así
en el manuscrito (fol. 2r).
[9]
Este pueblo se llama, actualmente, Capula; Cacapula significa “donde hay muchos capulíes”.
[10]
El manuscrito, fol. 2r, Ice: “vhuixavalco”; Huey xahualco significa “lugar grande afeites o de cosméticos”.
[11]
El manuscrito, fol. 2r, lee: “sant franco coasusco”; Coaxuchco significa “lugar de coasúchiles”. Sobre la planta denominada coaxuchitl,
ver Hernández (1959, I: 221).
[12]
El manuscrito, l. cit., lee: “y el pu.° de sant mjguel tepechango”; debido a la transcripción alfabética de esta lista, hubo que omitir “y el pu
° de”.
[13]
El manuscrito, l. cit., lee: “santa mᵃ. maujcaltepec”; mahuiz altepec, podría traducirse “en el pueblo del homenaje”.
[14]
Quizás por error de pluma, o de imprenta, este topónimo se lee, en la edición de FPT (1906, VII: 10): “Ocoçicapan “; Ocozacapan
significa “sobre el zacate resinoso”. Para una descripción de esta yerba, ver Hernández (1959, I: 124).
[15]
Así en el manuscrito (l. cit.); no sé cómo reconstruir con certeza la lección del topónimo mexicano.
[16]
FPT (1906, VII: 10) transcribió “San Felipe Guatepec”, tal como se lee en el manuscrito (l. cit.); yo me he atrevido a corregir
“Hua[x]tepec”, pero muy bien podría ser la lección correcta Cuatepec, “en el cerro de la culebra”.
[17]
El manuscrito, l. cit., lee: “san gaspar tletlepec”; Tletepec significa “en el cerro de, o del fuego”.
[18]
El manuscrito, l.cit., parece leer: “çicatacoya”. El doctor López Austin, a quien consulté sobre este topónimo, me declaró no encontrarle
significado reconocible; un nativo de Ameyaltepec, don Pánfilo Avelino Lorenzo, vendedor ambulante afiliado a Fonart, respondió sin vacilación
que Tzicatacoyan viene a significar “donde había hormigas, y ya no hay”, porque “se fueron”. Me limito a registrar esa información.
[19]
El manuscrito, l. cit., lee: “sant ju°. tepetletaya”; FPT (1906, VII: 10-11, n. 2) sugiere que el topónimo mexicano debe corregirse por
“Tepetlatlaya” y, mejor, por “Tepetl itlatlayan”. Estoy de acuerlo con él. Éste era el nombre original de la cabecera.
[20]
El manuscrito, l. cit., lee: “yhcatepec”, que FPT (1906, VII: 10) trascribe “Ecatepec”; es una lección dudosa. Ichcatepec significa “en el
cerro de magueyes” o “en el cerro del henequén”.
[21]
Pilli es “cauallero, o noble persona”; Tequitlato, el “mandón o merino, o el que tiene cargo de repartir el tributo o el tequio a los
maceuales” (Molina 1944: ME, 81v, 105v).
[22]
Observa FPT (1906, VII: 11, n. 2): “La guerra que habitualmente sostenían estos pueblos contra los de Michoacán es otra prueba
indirecta de su vasallaje a un imperio, como el de México, bastante fuerte para defenderlos, pues ellos, por sí solos, no hubieran podido resistir
el empuje de las armas tarascas.”
[23]
Alude a los llamados ichcahuipilli.
[24]
El manuscrito, fol. 2v, lee: “brenvillos”.
[25]
Esta frase, en el manuscrito (fol. 2v), quedó evidentemente incompleta. Se ha intentando una reconstrucción hipotética.
[26]
El manuscrito, fol. 3r, lee: “o papos que son pintados como tigrues”.
[27]
Obsérvese que no aparece la firma anunciada de Diego Xuárez o Suárez. Es, por eso inferible que el actual manuscrito de la RG de
Zultepec constituya una copia en limpio del borrador donde se asenté el resultado original de la encuesta. Al concluirse la copia. Diego Suárez
ya no estuvo a mano para firmar.
RELACIÓN DE LAS MINAS DE ZUMPANGO

INTRODUCCIÓN
La RG de minas de Zumpango, compuesta por el alcalde mayor Gonza​lo Bazán y por el bachiller Francisco
Sánchez Moreno, beneficiado del pueblo, consta de una pintura en papel indiano que mide 70 x 71 centí​-
metros, de un manuscrito en diez planas y cuarto redactado por Juan Valadés, y de una sobrecubierta. Falta
en el expediente la copia impresa de la Instrucción y Memoria. El legajo se guarda, foliado moderna​mente
de 9 a 14, en la biblioteca de la RAH de Madrid, bajo signatura “9-25.4/4663, 16-XXXVI”. Una transcripción
de este documento, hecha probablemente por José Joaquín Gómez, fue editada por FPT (1905, VI: 313-
22); la pintura ha permanecido hasta ahora inédita, aunque se hicieron de ella copias impresas para
acompañar la citada publicación, las cuales no llegaron a distribuirse.
Minas de Zumpango, alcaldía mayor, comprendía en su distrito y jurisdicción cinco cabeceras, a saber,
Chilapan, Huitziltepec, Muchitlan, Tixtla, y el propio pueblo de minas de Zumpango, que, en 1582, había
venido a menos y poseía un índice bajo de población. El número de tri​butarios enteros existente en
Zumpango, según consta por el capítulo 5 de la presente RG, era de cerca de cuatrocientos. Como la
actividad minera era exigua, o casi nula, el alcalde mayor había trasladado su residencia, y la del gobierno
civil, al pueblo de Chilapan, “por respecto de ser mejor temple y más abundante de todo, y por auer
monasterio de religiosos del orden de sancto Augustín” (RG de Chilapan, capítulo 11).
En 1582, Chilapan poseía una población de alrededor de tres mil tri​butarios enteros, repartidos entre la
cabecera y unas cuarenta y tres estanzuelas. Como en otros casos ya examinados (ver RG de
Tolnacuchtla), la mayor densidad demográfica de los pueblos constituía un factor decisivo en la
configuración de las entidades políticas novohispanas. Primero, porque, proporcionando una amplia base
económica, atraía, y estimulaba y sostenía las fundaciones eclesiásticas, y, segundo, porque, conforme iba
creciendo la importancia eclesiástica de un poblado, pro​piciaba el desplazamiento del gobierno civil.
Por otra parte, la jurisdicción de esta alcaldía mayor era mixta y, en cierto modo, hasta conflictiva. Si,
desde el punto de vista civil, consti​tuía una entidad jurídica unívoca que giraba alrededor de Zumpango, la
cabecera política, no sucedía lo mismo desde el punto de vista eclesiástico. Eclesiásticamente, la
jurisdicción de esa alcaldía mayor estaba desarticulada: sus sujetos, Chilapa, Tixtla y Muchitlan (de
Huitziltepec no tengo datos a mano), pertenecían al obispado de Tlaxcala; Zumpango, al arzobispado de
México. Atendiendo al orden de la jerarquía eclesiástica, Chilapan, por poseer un monasterio agustino en el
que asistían varios religiosos, tenía obviamente la precedencia; independien​tes, pero de inferior jerarquía,
venían después los pueblos de Tixtla y de Zumpango, cada uno a cargo de un cura beneficiado. Muchitlan
era visita de Tixtla, y de Huitziltepec no se ha conservado noticia.
Cuando Gonzalo Bazán emprendió la tarea de describir los sujetos de su alcaldía mayor, la primera
encuesta que realizó tuvo lugar en Chilapan, a febrero 21 de 1582; entre ésa y la siguiente fecha, marzo 7,
cuando efectuó la encuesta y descripción de Tixtla, hay un lapso de cerca de quince días. Es posible que,
en ese intervalo, haya preparado las relaciones de Huitziltepec y Muchitlan, cuyos textos respectivos se han
presumiblemente extraviado. En marzo 7, Bazán y don Francisco Martínez, beneficiado del pueblo,
prepararon la relación de Tixtla; el 10 de mano de 1582, el alcalde mayor y el bachiller Sánchez Moreno
compusieron, por fin, la relación de Zumpango. Según se puede juzgar por las correspondientes
sobrecubiertas, estas relaciones se remitieron a México, cada una conforme quedaba concluida, lo que sin
duda contribuyó al extravío de algunos de los legajos, y, además, a que queda​ran desmembradas como
unidades aparte.
Del paradero de las relaciones de Huitziltepec y Muchitlan, cuya existencia es dable conjeturar, nada se
sabe en la actualidad; la rela​ción de Tixtla, acompañada de la pintura de Muchitlan, se custodia en la BLAC
de la UTX; las relaciones de Chilapan y de Zumpango actualmente paran en la biblioteca de la RAH de
Madrid, donde forman parte, o formaron parte, de un expediente modernamente foliado de 1 a 14: Chilapan,
de 1 a 5; Zumpango, de 9 a 14 (desconozco la identidad del documento intermedio, al que corresponderían
los folios 6 a 8). Las relaciones de Chilapan y Tixtla pueden consultarse en el quinto volumen de la presente
serie de Relaciones geográficas del siglo XVI, tomo segundo de Tlaxcala.

[En el respaldo de la hoja posterior de la cubierta, de varias letras:] N° 213.


Minas de Zumpango. Arzobispado de México, año de 1580. N[uev]a España.
Céspedes.

Relación de la alcaldía mayor de las MINAS DE


Z U M PA N G O , d e b a j o d e l a c u a l j u r i s d i c c i ó n e s t á e l p u e b l o
de Zumpango, y Chilapa[n] y Huitziltepeque
¶ En el pueblo de Zumpango desta Nueva España, en diez días del mes de marzo de mil y qui[nient]os y
ochenta y dos años, el il[us​tr]e y muy r[everen]do señor, el bachiller Fran[cis]co Sánchez Moreno,[1]
beneficiado deste dicho pu[ebl]o, y el il[ustr]e s[eñ]or Gonzalo Bazán, al[ca]lde mayor por su Maj[es]t[ad]
destas dichas provincias, y en presencia de mí, Juan Valadés, escribano para este efecto nombrado, y en
presencia de Al[ons]o Marín y Gaspar de Herrera y Domingo Benítez, vecinos y españoles deste dicho pu[e​-
bl]o de Zumpango, y en presencia de Al[ons]o Varela, español, intérprete para este negocio, y de don
Gregorio Vázquez, gobernador deste dicho pu[ebl]o, y de Diego Lorenzo, al[ca]lde ordinario deste dicho
pu[ebl]o, y de Andrés Lorenzo y Agustín M[art]ín,[2] y otros principales y naturales deste dicho pu[ebl]o, se
hizo la relación, por mandado de su Maj[es]t[ad], en la manera siguiente, por virtud de su cédula e
Instrucción:
1 ¶ Primeramente, el pu[ebl]o de Zumpango, que es la cabecera, quiere decir “un árbol que lleva una fruta
colorada” a manera de chochos de Castilla.[3]
2 ¶ Segunda. Quién fue descubridor y conquistador desta pro​vincia de Zumpango. A esto se averiguó que,
por mandado del Mar​qués del Valle, fue conquistada esta provincia antiguamente, jun​tamente cuando la
ciudad de Méx[i]co; porque los viejos dicen que, ganado Méx[i]co, se dejaron rendir y sujetar. Y esto fue un
año des​pués de ganado Méx[i]co.
3 ¶ Tercera. En lo del temperamento. Este pu[ebl]o de Zumpango es pueblo cálido y muy seco, de pocas
aguas, y en él no hay sereno ni humedad. Y, en este pu[ebl]o de Zumpango, llueve poco, y las aguas que
tiene son malas, porque son gordas y muy salobres. Llueve por mayo, y más tarde; llueve poco, y [es] tierra
de muchos temblores al entrar y salir de las aguas: truena mucho, y caen algu​nos rayos. Los aires que
corren [son] el norte y sur, y de ordinario, el que más reina, es el sur. Y es pueblo de muchos mosquitos,
que dan mucha pesadumbre a los españoles y naturales, en tanta manera, que les hace llagas: si se
rascan. Llámanlos los naturales zayoli,[4] que, en la lengua española, los llaman “mosquitos”: son muy
chiquitos, del tamaño de pulgas.
4 ¶ Cuarta. Este pu[ebl]o está asentado en llano, y muy cercado por todas partes de sierras y cerros altos;
todos los demás sujetos son siete, que acuden a la doctrina y servicio personal a este dicho pu[ebl]o de
Zumpango.[5] Y los sujetos están, algunos dellos, en tie​rra llana y, otros, en tierra áspera y muy caliente, y
parte della muy montuosa y de muchos mosquitos y muy doblada. Y, en el pu[ebl]o de Amaixtlahuaca[n],
sujeto deste pu[ebl]o, pasa un rio grande, q[ue], en lengua española, quiere decir “llano”;[6] tómanse en este
río bagrecillos y mojarras. Y, en este pu[ebl]o de Zumpango; algu​nos años cuando llueve mucho, se coge
mucho maíz, que es el sus​tento de pan destos naturales. No se da trigo, por ser tierra muy cálida, y, en toda
esta provincia, no se da algodón; es tierra de bue​nos pastos, aunque no se da ganado ovejuno.
5 ¶ Quinta: En lo de pocos o muchos indios. De presente, tiene este pu[ebl]o de Zumpango, y sus sujetos,
cuatrocientos tributa​rios, pocos más o menos. Dicen los viejos que, antiguamente, había mucha cantidad y,
poco a poco, han venido en disminución, por mortandades de sarampión y pujamientos de sangre, y otras
muchas enfermedades que han tenido de ordinario en esta provincia. Y este pu[ebl]o está formado por su
orden, como pueblos de españoles, por sus calles derechas, como constará por la pintura.[7] La lengua es
mexicana, aunque no tan pulida como la mexicana; en los entendi​mientos destos naturales, e inclinaciones
y manera de vivir, en los mexicanos hay poca diferencia.
6 ¶ Sexta. En cuanto a la altura, por no haber quien sepa tomarla, no se aclara más de que el sol hace
sombra a medio día todo el año: la mitad, hacia el norte, y la mitad, hacia el sur.
7 ¶ Séptima. [De] este pu[ebl]o y cabecera de Zumpango, hasta la ciudad de Méx[i]co, adonde reside la
Audiencia Real desta Nueva España, hay más de cuarenta y cinco leguas hacia el norte.
8 ¶ Octava. Este pu[ebl]o está [a] tres leguas del pu[ebl]o de Tistla: hay en él dos vec[in]os españoles, y los
demás son naturales; de allí a Chilapa[n, a] cinco leguas, hay seis vec[in]os españoles: está hacia levante, y
las leguas son antes grandes que chicas, por ser tierra doblada y áspera, y, en el pu[ebl]o de Chilapa[n], hay
como diez vec[in]os españoles. Y este pu[ebl]o de Zumpango parte térmi​nos con el pueblo de Tistla, que
está tres leguas hacia la parte de levante; y, por la parte del sur, con tierra de la cabecera de Ohuapan, que
está [a] ocho leguas deste dicho pu[ebl]o; y, por la parte del poniente, parte términos con tierras de
Tepecuacuilco,[8] que está [a] cinco leguas deste pu[ebl]o; por la parte del mediodía, hacia la parte del sur,
parte t[é]r[mi]nos con Anecuilco,[9] a veinte y [a] veinte y cinco leguas. Es tierra m[uy] áspera y muy
montuosa y muy dobla​da, [de] muy grandes montañas de pinales, sabinas, y acipreses sil​vestres y cedros, y
otros muchos géneros de árboles y madroños silves​tres, que dellos no se pueden aprovechar.
9 ¶ Nona. El nombre deste pu[ebl]o, está puesto en la primera pregunta que se llama Zumpango. En él
siempre ha habido clérigo, y siempre han sido administrados por clérigos. No se pudo averi​guar quién fue el
fundador ni quién le puso el nombre, más de que dicen los viejos que el primer señor q[ue] en él hubo se
llamó Cuicanitecu[h]tli,[10] que quiere decir en castilla “señor cantor”; y no se pudo averiguar quién le pobló,
10 ¶ Décima. Ya está arriba declarada y, por pintura, va ya señalado.
11 ¶ Undécima. Este pu[ebl]o de Zumpango tiene siete estancias, como se verá por la pintura, que acuden a
la doctrina a este dicho pu[ebl]o, y las visita el beneficiado que lo tiene a cargo, que reside en esta
cabecera. En la pintura va puesto el número y nombre de ellas y la distancia de un pu[ebl]o a otro.[11] Este
pueblo de Zumpango está puesto en la Corona Real, y Tistla, que está de aquí [a] tres leguas, es cabecera
de por sí y ansimismo Mochitlan y lo mismo Huitziltepeque, q[ue] las cuales tiene en encomienda don Luis
de Velasco, caballero del hábito de Santiago.[12]
12 ¶ A la doce. En el t[é]r[mi]no deste pu[ebl]o de Zumpango se descubrieron, habrá cuarenta y ocho a[ñ]os,
[13] unas minas de plata y oro, y el descubridor de ellas fue Diego Jaramillos, conquis​tador y encomendero

que fue deste pueblo de Zumpango.[14] Hubo poblazón de muchos españoles, porque fueron muy ricas,[15]
y, por quitarles los esclavos por mandado de su Maj[es]t[ad], se dejaron de labrar y despoblaron, que sólo
hay en ellas algunos indios naborios; las cuales están deste pu[ebl]o de Zumpango [a] cinco leguas.
Ansimismo, se han descubierto y descubren metales de plata en este t[é]r[mi]no de Zumpango, y hay otras
minas que ahora se labran. Y hay otras de cobre y hierro, y no se labran por falta de gente, por lo cual su
Maj[es]t[ad] pierde sus reales quintos: están en unas sierras muy altas, y es tierra muy fría y muy montuosa
y de muy buenas aguas.[16]
13 ¶ Trece. Ya se declaró, arriba, por qué la denominación del pu[ebl]o es “árbol que lleva una fruta como
chochos de Casti​lla”; y la lengua es toda una, como está declarado.
14 ¶ Catorce. En tiempo de su gentilidad estaban sujetos a Montezuma, rey que fue de la Nueva España, y
le servía este pu[e​bl]o de llevarle esclavos de los [que] tomaban en la guerra; y [dicen] que esto le lleva[ba]n
en reconocimiento.[17] Las adoraciones y ritos eran, generalmente, los que en toda la tierra tenían, que eran
unos bultos a manera de muñecas, de madera y piedra y barro labrados. Las costumbres que tenían eran
las generales de la tierra.
15 ¶ Quince. El gobierno que tenían era el general que toda la tierra tenía, de hacer sus sementeras y
acudir a la guerra cuando se lo mandaban, porque este pueblo era frontera contra una provin​cia que se
llama de los Yopes que es hacia la costa del Mar del Sur, que estará de aquí [a] veinte leguas y es hacia el
puerto de Acapulco.[18] El modo de pelear era el que toda la tierra tenía, y el hábito y traje que tenían era
andar desnudos, excepto los capitanes y caci​ques, que traían armas hechas de mantas y algodón
pespuntadas,[19] y rodelas hechas de cañas macizas, aforradas con mantas y algodón. Traían, por armas,
unas macanas a manera de espadas, con puntas de navajas de piedra; los demás, arcos y flechas.
El traje que de presente traen es camisa y zaragüeles, y, la camisa, suelta; una manta atada al hombro
hasta los pies y, por calzado, unas suelas tejidas de [he]nequén, con sus correas de cuero, y, algunos, usan
zapatos de los españoles, y sombreros usan ya generalmente. Los mantenimientos de que usaban, y ahora
usan, son los declarados arriba. Dicen que vivían más sanos que ahora, por causa, según se entiende, [de
que] las comidas eran menos, y lo mismo el trabajo.
16 ¶ Dieciséis. Ya está declarado arriba.
17 ¶ Diecisiete. Ansimismo, está ya declarado arriba.
18 ¶ Dieciocho. Ya está declarado cómo este pueblo de Zumpango está en un poco de llano, que es obra de
media legua, y rodea​do de cerros, como arriba está dicho.
19 ¶ Diecinueve. Ansimismo, está declarado de los ríos que están en su t[é]r[mi]no. Junto al pu[ebl]o, pasa
un arroyo que se seca la mitad del año y, mientras trae agua, riegan con él chile, y tomates y melonares; el
agua es salobre.
Pintura de Zumpango (ARCH. 1).

PINTURA DE ZUMPANGO

LAS GLOSAS

Advertencia. La transcripción de las glosas se ha efectuado de izquierda a derecha y horizontalmente, tanto como lo ha permitido la irregular
situación de las inscripciones. Obsérvese que, en la parte superior de la pintura, aparecen siete glifos de lugar, cuya interpretación se deja a
recaudo de los expertos. Por fin, los números romanos registrados en minúscula corresponden a las leguas que distaba cada pueblo de su
cabecera central y, eventualmente, las que los separaban entre sí. La pintura está orientada hacia el este (parte superior); las inscripciones
corren de norte a sur.

Ayotzinapan: iii [leguas a la cabecera], ii [a Temotzinco]; tributarios, IIII.

Temotzinco: i [legua a la cabecera]; tributarios, XXII.

Apoecan: iii [leguas a la cabecera]; tributarios, VI.

Quaolotitlan: i [legua a la cabecera]; tributarios, XXXI.

Xilhuaztlan: i [legua a la cabecera]; tributarios, XX.

Tzonpango: tributarios, CLXIII.

Iztapan: i [legua a la cabecera]; tributarios, XXVI.

Camino del Puerto de Acapulco.

Chilpantzinco: ii [leguas a la cabecera]; tributarios, CII.

Xiuh amolla: ii [leguas a la cabecera]; tributarios, VII.

Temeztla Tzonpango: v [leguas a la cabecera]; tributarios, XLII.

Camino de México.

Amayxtlahuacan: xii [leguas a la cabecera]; tributarios, XI


20 ¶ A las veinte, no hay qué decir.
21 ¶ Veinte y una.
22 ¶ Veinte y dos. Los árboles que en esta provincia hay, sil​vestres, son robles y algunos pinos, aunque
pocos; son maderas de poco provecho y duran poco. Y, en el pu[ebl]o, hay unos árboles que se llaman
guamúchiles, que llevan una fruta áspera, a manera de algarrobas después de madura; se comen: alguna
della es buena, y la otra es asperilla. Y hay en él algunos ciruelos de la tierra, y también hay otros árboles
que los naturales llaman guaji, y echan unas vainas coloradas, largas y muy delgadas, a manera de algarro​-
bas; huele mal el huelgo del que los come. Hay otras ceibas gran​des, que hacen gran sombra [y] llevan una
fruta a manera de higos, que crían muchos mosquitos. Hay otros árboles que llaman mezquites, [que] llevan
una fruta que también es a manera de algarro​bas; es fruta de comer. Hay otros árboles que llaman anonas,
[que] llevan una[s] fruta[s] mayores que granadas de Castilla: es casi a manera de manjar blanco; son de
muy buen gusto, y tienen unas pepitas dentro. También hay algunos árboles que llevan unas flores
coloradas, y amarillas y blancas, de muy buen olor, y se suele hacer dellas conserva,[20] hacen dellas, los
indios, unos ramilletes.
23 ¶ Veinte y tres. No hay en este pu[ebl]o.
24 ¶ Veinte y cuatro. Las semillas que en esta provincia se dan, que usan los naturales para su sustento,
son frijoles, calabaza, ají, tomates grandes y pequeños, [y] batatas; hay otro granito a manera de alpiste que
se llama chia, que beben los naturales: es muy fresco y usan los naturales en general dél, del cual suelen
sacar aceite para dar lustre a las pinturas.
25 ¶ Veinte y cinco. Los árboles y semillas que de España han venido se dan en algunos pueblos sujetos a
este pu[ebl]o, como son membrillos, duraznos, peras, higos, y unos árboles, que son a mane​ra de cerezas
de Castilla, que acá llaman capolÎES; y se dan rábanos y lechugas y habas y coles [y] cebollas, y, en este
pu[ebl]o, se dan muy buenos melones, tan buenos como los de Castilla. Hay, en esta provincia, algunas
colmenas de miel, aunque las abejas no son como las de Castilla, que son más pequeñas; la miel no es tan
dulce como la de España, y los cuerpos en que están son de encina y de otros árboles. Deste pueblo sale
una quebrada, que es un camino real de siete leguas, que, en tiempo de seca, no lleva gota de agua y, en
tiempo de aguas, han perecido en ella muchas gentes; y es de gran​dísimos arcabucos y gran serranía.
26 ¶ Veinte y seis. Hay unas matas de yerbas, a manera de beleño de Castilla, que la llaman piciete, de que
usan mucho los naturales y los negros, y aun algunos españoles, tomándola majada en la boca, para
adormecer los dolores que sienten, y el zumo,[21] por las narices, para dolores de cabeza.
27 ¶ Veinte y siete. Los animales que hay en esta provincia son leones y tigres, gatillos silvestres y lobos
pequeños que los natu​rales llaman coyotes, que son dañosos en el ganado menor; hay zorrillos, de hedor
insufrible, [que] son dañosos a todas las aves que pueden haber; hay venados, liebres, conejos, puercos
monteses peque​ños; hay aves bravas, como son auras, cuervos, gavilanes, cernícalos y buharros, y
algunas águilas; hay perdices (pocas), algunas codor​nices, [y] unos papagayos verdes, grandes y
pequeños, que hacen daño a las sementeras; hay algunos patos reales y algunas garzas, y muchas
tortolillas y palomas silvestres pequeñas, y, en alguna parte, algunos faisanes, gallos y gallinas de la tierra
monteses; hay tam​bién, domésticos, muchos, que crían los naturales; hay, también, muchas gallinas de
Castilla y patos.
28 ¶ Veinte y ocho. Antiguamente, sacaban los naturales oro en polvo en esta provincia, con que pagaban
tributo, en la cual hay minas de plata, que dejaron los españoles por falta de los esclavos que las labraban.
29 ¶ Veinte y nueve.
30 ¶ Treinta. En esta provincia no hay salinas ningunas; pro​véense los naturales de sal, de la mar, y de
otros pueblos comarca​nos donde hay algunos pozos de agua salada.
31 ¶ Treinta y uno. Comúnmente, las casas en general de toda esta provincia son de horcones, y algunas
de adobes, y cubier​tas con paja, que es la armazón de los techos dellas; y, de poco acá, usan algunas
casas de terrado, y [son] pocas.
32 ¶ Treinta y dos.
33 ¶ Treinta y tres. La contratación destos naturales es llevar a la costa del sur gallinas, maíz y esteras de la
tierra, y maíz molido y algún ají para vender. También llevan miel blanca, que se da en esta tierra en
cantidad, y, en trueque desto, traen cacao, que es una fruta que se cría en árboles, dentro, en unas
mazorcas grandes, el cual usan por moneda, [y] úsanlo por bebida y comida. Traído esto, lo venden y hacen
reales, de que pagan su tributo, y, ansimismo, pagan su tributo en maíz; y tienen, por granjería, alquilarse
aquí y en la Costa. El trato de españoles es llevar mercaderías, de Castilla y de la tierra, a la Costa, y
venderlas a trueque de cacao.
34 ¶ Treinta y cuatro. Esta cabecera de Zumpango está en el arzobispado de Méx[i]co, donde asiste la Silla,
que está deste pueblo [a] cuarenta leguas de mal camino, torcido, y de muchas piedras y calor, por ser todo
tierra caliente; está entre norte y poniente.[22]
35 ¶ Treinta y cinco.
36 ¶ Treinta y seis. En este pu[ebl]o y cabecera de Zumpango está de ordinario un clérigo, que entiende y
habla bien la lengua mexicana. La iglesia es de horcones y cubierta de paja; tiene una capilla chica de
calicanto, cubierta de terrado y madera labrada, y no alta, por amor de los temblores.
37 ¶ Treinta y siete. No hay en esta provincia lo contenido en ella, ni en todas las demás restantes hasta el
fin, y, a esta causa, no se hace relación tocante a ellas, más de en sólo lo arriba d[ic]ho y contenido en esta
aclaración y relación, como en ella se contiene.
¶ Que a todo ello se hallaron los dichos señores al[ca]lde mayor y beneficiado y vec[in]os, y los dichos
al[ca]lde y principales, vie​jos y naturales desta dicha cabecera. Y firmáronlo de sus nombres, y los naturales
que supieron escribir, los cuales hicieron esta dicha declaración con la más certidumbre que supieron, por la
noticia que tienen de las cosas de su antigüedad. Todo lo cual pasó por lengua de Alonso Varela, persona
que entiende y habla, y entiende muy bien la lengua mexicana y la desta provincia, que es casi como ella;
[23] el cual lo firmó de su nombre, y el s[eñ]or al[ca]lde mayor. G[onzal]o Bazán (rúbrica). El bachiller Moreno
(rúbrica).[24] don Greg[ori]o Vázquez (rúbrica). Al[ons]o Varela (firma). Gaspar de Herrera (rúbrica). Ante mí:
Juan Valadés, escr[iba]no nom[bra]do (rúbrica).
[En el dorso de la contracubierta:] ¶ Instrucción y declaración del pu[ebl]o de Zumpango y sus sujetos, de
las cosas que en su término hay, de que se pueda dar noticia a su majestad del Rey n[uest]ro señor,
hecha en el año de mil y qui[nient]os y ochenta y dos años.

[1]
El bachiller Sánchez Moreno, en 1582, debía ser ya persona de edad avanzada. En 1566, cuando era beneficiado de las Zacatecas, cumplía
veinte años de trabajar “en la conversión y dotrina de los naturales, por ser muy buena lengua...”; por esa razón, y “por su edad, virtudes y
ejemplo”, el arzobispo de México, en carta de noviembre 30 dirigida al rey (FPT 1940, X: 156-57) , considerando que era “digno de otra cosa
mejor”, solicitaba se le nombrase, junto con el bachiller Alonso Hernández de Segura, beneficiado en la provincia de Acapulco. Es posible,
entonces, que don Francisco Sánchez Moreno disfrutara el beneficio de Zumpango desde 1567.
[2]
FPT (1905, VI: 313) traslada “Martinez”, en vez de “Martín”; la lección, en cual​quier caso, resulta dudosa.
[3]
El intérprete estaba refiriendo el significado del topónimo a un árbol denominado tzonpantli, que Hernández (1959, II: 185) describe como
“de mediano tamaño, con tallos espinosos y rojizos, y flores escarlata y espigada en el extremo de las ramas, de donde se producen unas
vainas color de púrpura que encierran semillas de forma y color de corales”; pero tzonpantli podría ser, asimismo, la estructura de palos
donde espetaban los cráneos de los sacrificados (ver Durán 1967, II: 291, 25). El topónimo Tzumpanco es, en consecuencia, de significado
ambiguo.
[4]
Ya en la RG de Zayula (ver, allí, nota 5) se atribuye a zayolin la acepción de “mosquito”, no obstante que Molina (1944: ME, 13v) le asigna,
estrictamente, el sig​nificado de “mosca”. Tal discrepancia, a mi juicio, no implica inexactitud por parte de los informantes o intérpretes,
como ha creído FPT (1905, VI: 180, n. 1: 314, n. 1); podría ser que zayolin tuviera la acepción de “mosquito” en algunas partes.
[5]
A juzgar por los datos registrados en la pintura de Zumpango, sus sujetos no eran “siete”, sino diez.
[6]
Amaixtlahuacan, literalmente, significa “llano de amates”.
[7]
Observa FPT (1905, VI: 315, n. 1): “Es un mapa de colores, hecho en papel indiano, y está cosido al principio del cuadernillo de texto; mide
71 centímetros de latitud por 70 de altura, y merece reproducirse por tener materiales pictóricos de interés para el estudio de la escritura
figurativa.” Se imprimió para ilustrar el texto editado por FPT, pero, al fin de cuentas, no se distribuyó (Robertson 1972: 276, 91), por lo cual
debe considerarse aún inédito (ver Cline 197a: 364, 164). Zavala (1980: 311) lo registra, entre los “Mapas y planos”, número xvI, bajo el
nombre de “Mapa de Qualotitlán...; 616”.
[8]
El manuscrito, fol. [2v], lee: “tepe quauqujulco”.
[9]
El manuscrito, fol. [2v], lee: “anaqujlco”; FPT (1905, VI: 316, n. 2) explica dicha lección “por haber tendencia en mexicano a la
promiscuidad entre las vocales a y e”. Sin descalificar la validez de esa observación erudita, téngase en cuenta que el responsable de la
lección aquí comentada no fue un “mexicano”, sino, simple y sencillamente, el escribano Juan Valadés.
[10]
El manuscrito, fol. [2v], lee: “qujcanitebutli”.
[11]
Ver, arriba, la nota 5.
[12]
Observa FPT (1905, VI: 317, n. 1) que don Luis de Velasco, el segundo, tenía estas encomiendas, “por haberse casado con d[oñ]a María de
Ircio, hija mayor del conquistador y primer tenedor de los pueblos, Martín de Ircio y de su esposa d[oñ]a María de Mendoza, hermana natural
del virrey d[on] Antonio”.
[13]
En 1534, según este cómputo. Sobre la posible inexactitud de tal fecha, ver FPT (1905, VI: 317, n. 2).
[14]
Se trata, aparentemente, de Diego García Jaramillo, primer tenedor de ésta y de la encomienda de Citlaltomahua, a quien sucedió su
mujer, doña Cecilia Lucero (ver “Relación” de 1560, en FPT 1940, IX: 12). No hay, sin embargo, indicios documen​tados que justifiquen
acreditarle el título de “conquistador” que aquí se le confiere, ya que su nombre es ignorado en las crónicas y Dorantes de Carranza (1970) no
hace mención de él. En cualquier caso, y sin que conste por qué, Diego Jaramillo tenía ingerencia en todos aquellos asuntos que concernían a
la región de Zumpango, inme​diatamente vecina de la provincia entonces denominada “de los Yopes”. Por alguna razón, en una carta sin
fecha, que se conserva entre documentos fechados en 1531, Alonso Soto le informa del alzamiento de los indios yopes, los cuales ya “habían
muerto [a] dos españoles” y, “hoy, día de la fecha en la noche, vinieron adonde estaba un minero de Vasco Porcallo, y otro de Martín de Ircio
y otro de Peñaranda, y dieron en ellos y le mataron cuatro indios a Martín [de] Ircio y hirieron [a] otros muchos...” (FPT 1940, XV: 180).
Alonso Soto suplica a Jaramillo “que muestre esta carta a los señores oidores, para que ellos vean aquello que cumple al servicio de Dios y de
su Majestad, y hagan lo que es justicia” (o. cit., p. 181). Esta carta, fuera de acreditar que Diego Jaramillo estaba asociado a la región de
Zumpango antes de 1531, evidencia, asimismo, que para entonces ya estaba en marcha la explotación de minas.
[15]
Hay un documento sin fecha, interesante de todas formas, que declara el número de españoles que había en las minas de Zumpango (ver
FPT 1940, XV: 51).
[16]
La fotocopia que obtuve, y que empleé para paleografiar este párrafo o capí​tulo 12, resultó muy borrosa; me vi orillado, por eso, a
apoyarme, más de lo que habría querido, en la transcripción publicada por FPT (1905, VI: 317).
[17]
El manuscrito, fol. [3r], lee: “y que esto le llevan en Reconocimiento”. Sobre la identidad de los pueblos tributarios denominados
Tzonpanco en el Códice mendocino, ver FPT (1905, VI: 317-18, n. 3).
[18]
Sobre el alzamiento de los yopes en 1531, ver, arriba, la nota 14; FPT (1939, II: 29-33). Sobre los yopes, en general, ver Krickeberg (1964:
36, 67, 146).
[19]
Se refiere, obviamente, a las armas defensivas que llamaban los mexicanos ichcahuipilli.
[20]
FPT (1905, VI: 319, n. I) observa: “Deben ser los vegetales que llamamos vul​garmente súchiles, y cuyo nombre mexicano cambia según el
color de las flores, nom​brándose iztac cacaloxuchitl al árbol que da flor blanca, tlapaltic cacaloxuchitl al de flor colorada, y coztic
cacaloxuchitl al de flores amarillas, que son las únicas de que se hace la conserva, porque las blancas y rojas salo se usan para ramilletes.”
Sobre el cacalosúchil, ver Santamaría (1974: 170-71).
[21]
Así, en el manuscrito (fol. [4v]), pero es probable que, en vez de “zumo”, deba leerse “humo”.
[22]
Aunque la alcaldía mayor de Zumpango caía en la jurisdicción del arzobispado de México, los corregimientos de Chilapan y Tixtla, a ella
sujetos, estaban compren​didos en el obispado de Tlaxcala. Las RGs correspondientes a esos pueblos pueden consultarse en el volumen quinto
de esta serie, Relaciones geográficas del siglo XVI: Tlaxcala II.
[23]
Ya, en el capítulo 5, se había indicado que la lengua hablada en Zumpango era “mexicana, aunque no tan pulida como la mexicana”.
[24]
Su nombre completo: bachiller Francisco Sánchez Moreno. Ver, arriba, la nota 1.
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GLOSARIOS

VOCES ESPAÑOLAS DE USO POCO FRECUENTE

abolorio: abolengo; ascendencia notada y calificada.

aguanoso: lleno de agua, o demasiadamente húmedo.

ahorrarse: hacerse horro, libre; liberarse de la esclavitud.

alcaparrosa: sal compuesta de ácido sulfúrico y de cobre o hierro.

alinde: superficie bruñida, pulida y brillante, que puede servir de espejo; de allí, “espejo de
alinde”.

andana: orden de algunas cosas puestas en línea; como “casa de dos o tres andanas de
balcones”.

anjeo: de Anjou; especie de lienzo basto.

apeñuscar: apiñar, agrupar, amontonar.

apetito: apetite; salsa o sainete para excitar el apetito; condimento.

arillo: arete de metal, casi siempre precioso, que se cuelga del lóbulo de las orejas.

arrope: almíbar de miel cocida y espumada.

batey: voz caribe con que se designaba el hule y, por extensión, las pelo​tas de esa substancia
que fabricaban los indios.

beneficio: labor y cultivo que se da a los campos, huertas y sementeras.

bezoar: concreción calculosa que suele encontrarse en las vías digestivas y en las urinarias de
algunos cuadrúpedos, y que se ha considerado como antídoto y medicamento.

bojar: rodear, medir el perímetro de una superficie territorial.

calilla: lavativa o supositorio.

campo: en heráldica, la superficie total e interior del escudo, donde se dibujan las particiones
y figuras.

candi: azúcar, jarabe cristalizado.

capelete: capacete, sombrero, cubierta de la cabeza.

carneada: rebaño de carneros.

castilla, en: en español, en romance, en castellano.

celebro: cerebro.

cenegado: campo cubierto de ciénegas.

cermeña: nombre de una pera pequeña, muy aromática y sabrosa.

cición: calentura intermitente.

cinta: cintura.
cocoso: dícese de las semillas, frutas, maderas, que han sido dañadas por un gusanillo
llamado “coco”, que a veces se cría en ellas.

cómodo: con medida, con proporción.

consumición: acción y efecto de consumir o consumirse.

cursado: que tiene estudios académicos acerca de alguna materia.

cutara: zapato alto hasta la caña de la pierna y con orejuelas; los cacles o sandalias que
usaban los indios.

chirivía: planta de la familia de las umbelíferas, de hojas parecidas a las del apio, flores
pequeñas y amarillas, y raíz fusiforme, carnosa y comestible.

chocho: altramuz; planta anua de la familia de las leguminosas, que cre​ce hasta poco más de
medio metro, con hojas compuestas de hojuelas trasovadas, flores blancas y fruto de grano
menudo y achatado, en legumbre o vaina.

damasco: variedad de albaricoque; ciruela damascena.

demorar: en náutica, corresponder un objeto a un rumbo o dirección determinada, respecto a


otro lugar o al paraje desde donde se observa.

derecera: derechera, vía o senda derecha, a distinción de la que toma rodeo.

digestir: digerir.

divieso: tumor inflamatorio, pequeño, puntiagudo y doloroso, que se forma en el espesor de la


dermis.

ejemplar: dar ejemplo y tomarlo.

envestir: investir; revestir, cubrir.

enfrontar: llegar al frente de alguna cosa; hacer frente a algo.

eriazo: erial, tierra o campo sin cultivar ni labrar.

escombrar: desembarazar de escombros, limpiar.

estar hecho a: estar acostumbrado a, o familiarizado con algo.

estraza: trapo, pedazo o deshecho de ropa basta; de allí, “papel de estraza”, porque se hacía
moliendo y reduciendo a pasta los desechos de ropa vieja.

estuprar: efectuar el coito hombre con doncella menor de edad, mediante engaño o abuso de
confianza, y, por extensión, fornicar con soltera núbil, sin que medie su libre consentimiento.

greba: pieza de la armadura antigua, que cubría la pierna desde la rodilla hasta la garganta
del pie.

hoya: joya, llano extenso rodeado de montañas; pequeño valle.

huelgo: aliento, respiración, resuello.

imponer: instruir a uno en alguna cosa, enseñársela o enterarle de ella; por extensión,
acostumbrar.

interese: interés.

jagüey: zanja, acequia de agua.

jaqueta: chaqueta, prenda exterior de vestir, con mangas y sin faldones, que se ajusta al
cuerpo y pasa poco de la cintura; el diminutivo es “jaquetilla”, una chaqueta más corta que la
ordinaria, de forma dife​rente y casi siempre con adornos.
jorro, a: remolque, a rastra.

lanteja: lenteja.

llegar a mujer: fornicar.

madre: madero principal donde tienen su fundamento, apoyo y sujeción otras partes de
ciertas armazones.

mandarse: en construcción, comunicarse una pieza con otra.

materia: pus.

molledo: parte carnosa y redonda de un miembro, especialmente de los brazos, muslos y


pantorrillas.

naborio: indio libre que se empleaba en el servicio doméstico.

nacido: sinónimo de divieso; ver arriba.

pares, las: placenta, órgano redondeado y aplastado como una torta, intermediario durante la
gestación entre la madre y el feto.

pasar: desecar una cosa al sol o al aire, hacerla pasa.

pechero: el que paga pecho, tributo o impuesto por los bienes que usa, ordinariamente al
señor o presunto propietario de ellos; por extensión, persona plebeya.

pecado nefando : eufemismo para designar el concúbito entre personas del mismo sexo.

peñol:peñón, monte peñascoso.

plático: práctico, experimentado, versado y diestro en alguna cosa.

policía: buen orden que se guarda y observa en las ciudades y repúblicas; urbanidad y
civilización.

prima: halcón hembra. Ver “torzuelo”.

prisco: albérchigo, durazno grande, jugoso, de carne y piel de color amarillo intenso; en
Guatemala, recibe este calificativo cierta variedad de duraznos que tienen la carne blanda y el
corazón ligeramente rosado.

pudrición: putrefacción.

punto: pundonor.

remanecer: aparecer de nuevo e inopinadamente.

reservado: exento de pagar contribución o tributo.

rollo: en heráldica, la columna pintada que era insignia de autoridad; aquél cuyo escudo de
armas la ostentaba era considerado señor de horca y cuchillo.

romper: desbaratar o deshacer un cuerpo de gente armada; de donde, “rompido”, era el


soldado o ejército que había sufrido esta acción.

sacomano: saqueo, saco; acto de apoderarse violentamente los soldados de todo aquello que
hallan en una plaza vencida.

saltear: asaltar.

sirga: maroma que sirve para tirar las redes y para llevar las embarcaciones desde tierra; “a
la sirga” es arrastrar una embarcación que está atada a dicha maroma.

sobrado: cada uno de los altos o pisos de una casa o construcción.

tabardete: nombre que recibía el tifus denominado exantemático.


terrapleno, tierrapleno: terraplén, macizo de tierra con que se rellena un hueco, o que se
levanta para hacer una defensa, un camino u otra cosa semejante.

timble: timbre; en heráldica, insignia que se coloca encima del escudo de armas, para
distinguir los grados de nobleza.

toba: piedra caliza, muy porosa y ligera; también el sarro, sedimento o sustancia que se
adhiere al fondo y paredes de una vasija que contiene cierta clase de líquidos, y, asimismo, a
los dientes.

torzuelo: terzuelo o halcón macho. Ver, arriba, “prima”.

trascol: término que se usa en heráldica, no definido por el Diccionario de la RAE.

ventador: aventador, abanico, ventilador, soplador.

zaragüeles: zaragüeles; calzones anchos, mal hechos, blancos, que apenas llegan a media
pierna. Todavía los usan los indios de Guatemala.

zaragatona: yerba anua de la familia plantaginácea, con tallo velludo, ramoso, de dos a tres
decímetros de altura; su fruto, capsular, contiene muchas semillas menudas y brillantes, que,
cocidas, dan una sustancia mucilaginosa. En las RGs, eventualmente, la referencia a esta
yerba se usa para ilustrar la descripción de la chia.

VOCES MEXICANAS Y MEXICANISMOS*

ahutani: mujer que da placer; nombre dado a las mujeres que entrete​nían a los guerreros en
sus tiempos de larga tregua; era una institu​ción oficial.

aoctli: pulque de agua; bebida que se obtiene de fermentar el aguamiel del maguey, y que se
deja, durante una noche, al sereno; tenía usos medicinales.

cacalosúchil: cacaloxuchitl, “flor de cuervo” o “de tenazuelas”; era signo de nobleza entre los
aztecas; con una de sus variedades, los espa​ñoles hacían conserva; Plumeria rubra , P. bicolor,
P. acutifolia .

calpixque: los guarda casa; nombre que recibían cierta especie de mayordomos encargados
de los tributos, y otros funcionarios menores.

capuli: vulgarmente “capulín”; existen muchas variedades (ver Santa​maría 1974: 209).

cocolizte, cocoliztle: cocoliztli, “enfermedad o pestilencia”.

comal: “tiesto redondo y llano, que toma, de redondo y circunferencia, como dos varas de
medir, que en los propios cuecen las tortillas de maíz”.

copal: copalli, “incienso”, “cosa exterior del palo”; ver Hernández (1959, I: 176-82),
Santamaría (1974: 293).

coyote: coyotl; ver Hernández (1959, II: 302-3), Santamaría (1974: 308-9) .

cozamalometl: maguey de arco iris; maguey que tiene listas amarillas en el verde de sus
pencas; Agavis variegata, A. marginata, A. picta.

chia, chian: semilla de la Salvia chian ; hay dos variedades: la una, negra y pequeña, de que se
saca aceite para la pintura; la otra, menos oscura y más gruesa, que, puesta a infundir en
agua endulzada y con zumo de limón, produce una bebida mucilaginosa muy refrescante; ver
San​tamaría (1974: 371).

chiancaca: Garibay (1964, I: 224-25) opina que es dudoso el origen nahua de esta palabra, y
considera “probable” que procede de las Antillas; Molina (1944: ME, 19r) la define como
“maçapán de la tierra”.

* Aunque hay excepciones, el presente glosario no registra palabras nahuas ya discutidas o


declaradas en el texto, en las notas al pie de página.

elosúchil: eloxuchitl, “flor de elote”; planta cuya flor, muy olorosa, tiene forma de mazorca de
maíz verde con hojas; Magnolia dealbata .

ezalahuac: flemas de sangre o vómitos de sangre.

guaji: huaxin, vulgarmente llamado “guaje”; ver Santamaría (1974: 569-70).

guamúchil: quauhmochitl; ver Hernández (1959, I: 112), Santamaría (1974: 571).

huipil: camisa de india (Molina 1944: ME: 150v).

illacatziuhqui: medicina torcida; ver Hernández (1959, II: 8).

istafiate: iztauhyatl, “agua amarga o salada”; ver Hernández (1959, II: 7), Santamaría (1974:
509, 620).

izquisúchil: izquixuchitl “flor de maíz tostado”; ver esquisúchil en San​tamaría (1974: 508).

matlali: matlalin, “[yerba] azul”; ver Hernández (1959, II: 34-35).

maxtli: vulgarmente, “mastel” y “mastil” ; taparrabos.

metl: maguey; en lengua otomí, guada oʼuada (ver Ethel E. Wallis, “Toponimia otomí del Valle
del Mezquital”, Revista mexicana de estudios antropológicos , 14/1 (México, 1954-55: 157).

mexcal: mexcalli, “pencas de maguey asadas en barbacoa”; nada tiene que ver con la bebida
alcohólica llamada ahora “mezcal”.

mezquite: mizquitl, “árbol de goma para tinta” (Molina 1944: ME, 57v); etimología
desconocida (ver Santamaría 1974: 722).

miltomatl: tomate de huerta o de milpa; el “miltomate”, en Guatemala, es el tomate silvestre o


tomate verde.

nochtle: nochtli, “tuna, fruta conocida” (Molina 1944: ME, 72v); el fruto y la planta del nopal o
chumbera (ver Santamaría 1974: 760-1); hay muchas variedades; en otomí, caha o xatʼa (ver
Wallis 1954-55: 157, citado arriba en metl ).

nopal: nopalli, “hojas de tuna” (ver Santamaría 1974: 761).

piciete: picietl, “tabaco”.

pile: pilli, “cauallero, o noble persona” (Molina 1944: ME, 81v)

pitzahuac: cosa delgada, así como varas, pilares, colu[m]nas, sogas y cosas largas ... , los
frisoles pequeños, lantejas, o cosas semejantes (Molina 1944: ME, 82v); una planta medicinal,
por otro nombre llama​da cihuapatli (Hernández 1959, I: 33, 298, 430).

poxahuac: yerba fofa (ver Hernández 1959, II: 89).

quilite: quilitl, “verdura, o yeruas comestibles” en general (Molina 1944: ME, 89v).

techalotl: “cierto animalejo como hardilla” (Molina 1944: ME, 92r).

techcatl: “piedra sobre que sacrificauan y matauan hombres delante los ídolos” (Molina 1944:
ME, 92r).

temazcal: temazcalli, “casilla como estufa, adonde se bañan y sudan” (Molina 1944: ME, 97v).

tequihua: “es el nombre del sobrestante en el trabajo (tequitl), pero, como el “trabajo” por
excelencia en estas culturas era el de adquirir víctimas para el sacrificio, se da al capitán de
guerreros” (Garibay 1964, I: 227).

tequitlato: “mandón o merino, o el que tiene cargo de repartir el tri​buto o el tequio [cosa que
tiene o da trabajo] a los macehuales” (Moli​na 1944: ME, 105v).

tlaquatzin: vulgarmente, “tlacuache”; Didelphis virginiana (ver Santa​maría 1974: 1055-56;


Hernández 1959, II: 298-99).
tlatlacotic: [yerba] de muchas varas; ver Hernández (1959, II: 149-50).

tuza: tuzan, “topo, animal o rata” (Molina 1944: ME, 148r); ver Hernán​dez (1959, II: 310),
Santamaría (1974: 1097-98).

xacal: xacalli, “choça, bohío o casa de paja” (Molina 1944: ME, 158r).

xippe: dios de la fecundidad, probablemente de importación huasteca; el sentido del nombre


es el de “desollado”, aunque tiene otro esotérico (Garibay 1964, I: 228).

xitomatl: vulgarmente, “jitomate”; el Lycopersicum esculentum .

yamanqui: “cosa blanda y muelle” (Molina 1944: ME, 30v); una yerba medicinal (ver
Hernández 1959, II: 7-8).

ÍNDICE DE NOMBRES Y DE TOPÓNIMOS

Acamapichtli, el Viejo 171

Acolhua, caudillo 49

Acuario, signo 26

Aculhuaque, gente 49, 59

Acuña, René 62, 65, 67

Acuña B., Alonso 9

Agreda y Sánchez, José Marta 23, 40

Aguilar, Alonso de 119, 126

Agustinos, religiosos 120, 132, 138-9, 140, 164, 191, 192

Ahuizotl, señor de México 25, 26

Alárabes 48

Alfaro, fray Luis de 26

Altamirano, doña Juana de 46

Alva, Ana de 27;

Ana María de, 27, 28;

Anitica de, 26;

Andrés de, 26;

Diego de, 27;

Pablo de, 26, 27;

Pedro de, 26, 27, 28

Alva Cortés, Juan Luis de, cacique de Teotihuacan 27, 28, 39

Alva Ixtlilxóchitl, Fernando de 9, 12, 27-8, 29, 30, 32, 33, 35, 36, 39, 40, 41, 42, 44, 46, 52, 57,
64, 76, 77, 81, 92, 108

Alvarado Tezozómoc, Hernando 171

Anales de Tlatelolco 51, 151


Andrada, doña Leonor de 119

Atlpopocatzin (Atlapocatzin), señor de Apazco 122, 133, 149

Avelino Lorenzo, Pánfilo 184

Axayaca, don Alonso 92

Axayacatzin, señor de México 71

Azpeitia, Juan de 175

Aztlanes 25

Barlow, Robert H. 51, 122, 151

Bazán, Antonio Velázquez de, encomendero 102

Bazán, Gonzalo, alcalde mayor 191, 192, 193, 202

Bazán, fray Jerónimo de 27

Benítez, Domingo 193

Beristáin y Souza, Mariano 23, 28

Berlin, Heinrich 51, 122, 151

Boban, Eugène 31, 32, 42

Bravo, Antón, encomendero 125, 141

Bustamante, Ambrosio de, canonista 125

Cacamatzin, señor de Tezcoco 50

Cadena, doña Catalina de la 45

Cáncer, signo 26

Cantares antiquísimos 46

Capricornio, signo 26, 27

Carrasco, Pedro 121

Carreño, Alberto María 125

Cartas de Indias 99

Casasano, Gordián 125, 181

Caso, Alfonso 50, 121

Castañeda, fulano 45

Castañeda, don Pedro de 27

Castañeda León, Juan de 36

Castilla, Pedro Lorenzo de 45

Castillo Farreras, Víctor M. 51

Cervantes, comendador Leonel de 119

Céspedes, Andrés García de 159, 181, 193

Cihuacoatl, dignatario 64-5


Citlalpopoca 72

Cline, Howard F. 23, 118, 176, 179, 195

Coanatzin, poblador 122, 127

Códice de Hueychiapan 121

Códice florentino 137

Códice Ixtlilxóchitl 31, 32, 40, 42, 44, 58

Códice Magliabecchi 57

Códice mendocino 49, 92, 128, 158, 171, 198

Códice telleriano-remensis 51, 52, 92

Códice Veytia 58

Códice Xólotl 49

Compendio histórico del reino de Texcoco 29

Consejo de las Indias 13, 40

Contreras, Alonso de 118, 119, 126, 157, 159

Contreras Baltasar de 117, 119, 126

Contreras, Felipe de 157, 159

Contreras, García de 119

Contreras Figueroa, Alonso de, alcalde mayor 117, 118-20, 121, 125, 126, 153, 154

Coria, Alonso de, corregidor 159, 170, 171, 176

Coria, Diego de, conquistador 169

Cortés, doña Ana 26, 27

Cortés, don Fernando, Marqués del Valle 24, 25, 46, 50, 91, 96, 119, 125, 181, 194

Cuauhtémoc 25

Cuetlachtli 64

Cuicanitecuhtli, señor de Zumpango 196

Culhuaque, gente 48, 49, 51, 59, 68

Curiel, Andrés de, corregidor 157, 159, 164, 165

Chalcas 51

Chávez, doña Isabel de 169

Chichimecas 25, 48, 49, 50, 51, 59, 60, 61, 90, 104, 106, 126, 138, 149, 160

Chimalpopoca, señor de México 26, 51, 92, 122, 128, 129, 138

Dávila, Gaspar, conquistador 180

Dávila, Melchor, constructor 180

Dávila, Rodrigo, alcalde mayor 179, 180, 181,188

De morbo Novae Hispaniae ... 99


De regimine principum (Tolomeo de Lucca) 37

Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala 36

Diaz, Manuel 117, 153

Diaz del Castillo, Bernal 119, 169.

Dibble, Charles 49

Diccionario de la RAE 96, 110

Dorantes de, Carranza, Baltasar 45, 118, 119, 125, 159, 169, 197.

Durán, fray Diego 35, 38, 40, 50, 51, 55, 64, 76, 81, 88, 91, 92, 104, 158, 170, 194

Ecker, Lawrence 121

Edwards, Clinton R. 13

Enríquez, don Martin, virrey 45, 99, 158, 159, 171

Envoltorios divinos 59-60

Espíritu Santo, pascua del 27

Esquivel, doña Ana de 45

Franciscanos, religiosos 47, 48, 175

Frias de Albornoz, Dr. Bartolomé 125

Galdo, Alonso de, corregidor 118, 121

Garao, doña Maria encomendera 125, 141

García, fray Francisco 27

García, Genaro 23, 39, 40, 45

García, fray Hernando 26

García Icazbalceta, Joaquín 23, 29, 30, 38, 39, 42, 43, 44, 48, 51, 54, 57, 62, 64, 87, 99, 100,
101, 102, 105, 106

García Jaramillo, Diego (ver Jaramillos, Diego) 197

Garibay K., Ángel María 24, 33, 37, 38, 39, 47, 48, 49, 50, 51, 52, 54, 55, 57, 62, 64, 87, 88,
100, 101, 102, 105, 106

Garibay, fray Sebastián de 27

Géminis, signo 26

Gentil, Cristóbal, clérigo 117, 153

Gerhard, Peter 60

Gibson, Charles 23

Gómez, Bartolomé, conquistador y enco​mendero 175

Gómez, José Joaquín, paleógrafo 117, 157, 169 179, 191

Gómez, Pierces, conquistador 180

González, Felipe 27

Goupil, Eugène, colección de 42


Granada, don Jusepe de, alcalde de Zayula 171

Gutiérrez, Antonia 27

Gutiérrez, Esteban, escribano 169, 170, 171, 176

Heawood, Edward 29

Hernández, Dr. Francisco 64, 99, 104, 109, 110, 111, 112, 130, 131, 135, 163, 183, 184, 194

Hernández de Segura, Br. Alonso 193

Herrera, Gaspar de 193, 202

Historia natural de Nueva España 109

Huexotzincatzin, príncipe texcocano 77

Huexutzincas 66, 81, 88, 90, 93, 94, 96

Huitzilitzin, poblador 122, 133, 142

Huitzilolpochtli, ídolo 31, 32, 43, 44, 54, 56-7, 58, 59-60, 63, 66, 83, 128, 143

Icaza, Francisco A. de 118

Ichpoch 26

In tloque in nahuaque, nombre de dios 70

Información de Pomar 29-30, 34

Inquisición, la santa 103

Ircio, doña María de, encomendara 196

Ircio, Martín de, conquistador y enco​mendero 196, 197

Itzcoatzin , señor de México 61, 92, 122, 135, 138, 139

Ixtlilxochitl, señor de Tezcoco 34, 51, 92

Ixtlilxóchitl, Fernando Cortés 24, 25

Jaramillo, Juan, encomendero 173

Jaramillos, Diego, conquistador y encomendero 197

Jaso, Martín de 180

Jesuitas 23, 28, 40

Kayab , fiesta (Tochcatl ) 62

Krickeberg, Walter 50, 198

Lara, doña Isabel de 119, 126

León-Portilla, Miguel 70

Libra, signo 27

Loa, Tristán de la 119, 159

López, Alonso, escribano 117, 125, 126, 153, 154

López, Jerónimo, encomendero 132

López Austin, Alfredo 184


López de Hinojosos, Dr. Alonso 99

Lorenzo, Andrés, principal de Zumpango 193

Lorenzo, Diego, alcalde de Zumpango 193

Lucero, doña Cecilia, encomendara 197

Manzanares, Juan de 125, 141

Mapa de Qualotitlan 195

Marín, Alonso 193

Martín, Agustín, principal de Zumpango 193

Martínez, Catalina 27

Martínez, Francisco, clérigo 192

Maximón, el 83

Maxtla 92

Mejía, doña Isabel 118

Memorial de los conquistadores 119, 159

Mendieta, fray Jerónimo de 70, 101, 182

Mendoza, don Antonio de, virrey 132, 196

Mendoza, doña María le 196

Mérida, don Alonso de 45

Mexicanos 56, 59, 61, 88, 91, 93, 144

Mezquita, Francisco de la 118

Miyahuaxichitzin, doña Isabel 26

Molina, fray Alonso de 49, 50, 64, 76, 77, 78, 105, 110, 111, 130, 133, 146, 150, 161, 162,
163, 173, 185, 194

Monarchia indiana 29, 30, 33, 35, 40

Moquihuitzin 26

Motecuhzomatzin (Montezuma, Moteczumatzin ) 26, 45, 64, 81, 91, 92, 122, 143, 147, 161,
171, 181, 197

Muñoz Camargo, Diego 33, 35, 36, 90

Nacatzin (Oreja), poblador 122, 138

Nenontemi, días intercalares 88

Nezahualcoyotzin, señor de Tezcoco 26, 32, 33, 42, 50, 51, 52, 58, 59, 60, 69, 75, 76, 82, 85,
89, 90, 92, 102, 103, 104, 112

Nezahualpiltzintli , señor de Tezcoco 25, 26, 31, 32, 33, 34, 35, 42, 44, 46, 50, 51, 52, 60-1,
71, 75, 76, 77, 81, 82, 90, 102, 108

O'Gorman, Edmundo 27, 28, 29, 35

Ometochtzin, señor de Tula 171


Ometochtzin, don Carlos 46, 47

Osorio, fray Damián de 27

Otomíes 111

Papeles de Nueva España 13

Paso y Troncoso, Francisco del 13, 23, 33, 114, 125, 126, 136, 140, 141, 150, 157, 162,

169, 173, 175, 179, 181, 184, 185, 191, 193, 194, 195, 196, 197, 198, 199

Peñaranda, fulano 197

Peraleda, Juan de 26, 27

Pérez, Diego, escribano 179-80,188

Pérez, Gonzalo 117, 126

Petlatzin, poblador 122, 127

Piho, Virve 81

Pimentel, Lic. Cristóbal 24

Pintura de Zumpango 195, 196

Piscis, signo 26

Pomar, Antonio de 33

Pomar, Juan Bautista de 9, 12, 23, 24, 28, 29, 30, 31,32, 33, 34, 35; 36, 37, 38,

39, 40, 41, 42, 44, 45, 50, 51, 52; 54; 55, 56, 77, 81, 88, 91, 92, 95, 99

Porcallo de Figueroa, Vasco 197

Porras Muñoz, Guillermo 45, 46, 118, 120, 125, 126, 132, 157, 169, 180

Quaquauhpitzahuac , señor de Tlatelolco 122, 151-2

Quauhtecuhtli, poblador 122,127

Quauhtepoctzin 26

Quauhtlazacuilotzin 32, 42

Quetzalcohuatl 62, 68

Quezada, Luis de, encomendero 17

Quijada, doña María 119, 126

Quinatzin, señor chichimeca 59

Rabinal Achi 65, 67

Ramirez, don Martín, gobernador de Zayula e intérprete 170, 171

Recinos, Adrián 59

Relación de las antigüedades ... 23

Relación que se envió a su Magestad 24

Relaciones Geográficas del siglo XVI 9, 47, 51, 103, 192, 201

Robelo, Cecilio 131, 163


Robertson, Donald 31, 32, 42, 55, 195

Romances de los Señores de Nueva España 9, 24, 37, 39, 41, 45

Roxas, Pedro 107

Ruiz, Diego 26

Sagitario, signo 26

Sahagún, fray Bernardino de 50, 51, 52, 65, 68, 81, 105, 110, 112, 137, 141, 170

Salazar, factor Gonzalo de 45

Salazar, fray Pedro de 26

San Juan, manzanas ue por 105-6, 107

San Julio Abad, fiesta de 27

San Lucas, fiesta de 24

San Luis, fiesta de 27

San Pedro, Miguel de, principal de Zultepec 179, 180, 181, 187, 188

San Valentin, fiesta de 27

Sánchez de Hortigosa, Hernán, encomendero 173

Sánchez Moreno, Br. Francisco 191, 192, 193, 202

Sandoval, doña Francisca de 27

Santa. Olalla, fiesta de 26

Santamaría, Francisco J. 104, 105, 110, 112, 130, 131, 135, 160, 163, 199

Santo Tomás de Aquino 37

Sigüenza y Góngora, don Carlos de 28, 39‑40

Soárez, Nasario 107

Somolinos d'Ardois, Germán 99, 109

Sosigenes, astrónomo 88

Suárez, Diego, principal de Zultepec 179, 180, 181, 187, 188

Suárez de Mendoza, don Lorenzo, virrey 29, 45

Sumaria relación... 169

Summa y recopilación de chirugia ... 99

Tecolotzin, señor de Tula 173

Tenancacihuaztin, señora de Tezcoco 76

Tenochtli, señor de México 150

Tepanecas 51, 91, 93

Tequihua, dignatario 64, 85, 88, 94

Tequitlato, funcionario 162, 185

Tetecuhtin, jueces 76
Tetzauhpilli, don Gabriel 26

Tetzauhpiltzintli, ejecución de 76-7

Tetzotzomoctli (Tezozomoctli), señor de

Azcapultzalco 51, 92-3

Texoquihuatzin 26

Teycuhtzin 26

Tezcatlipoca, ídolo 31, 32, 42-3, 54-6, 58, 59, 61, 66, 67, 69, 78, 135, 139, 151

Tezcatzin, poblador 122, 146-7

Tezcucanos 90, 91, 93

Thompson, J. Eric S. 23, 31, 42, 55, 57, 58, 98

Tlacaelel 38, 64, 91

Tlacalteca, dignatario 81

Tlacochcalcatl, dignatario 81

Tlacoyehuatzin 26

Tlahuitoltzin (Tlahuiloltzin), don Antonio, cacique 108

Tlalcoyotl, embajador e informante de Pomar 90

Tlalnenequi, poblador 122, 150

Tlaloc, ídolo 31, 32, 42, 44, 54, 57, 58, 60, 63, 66

Tlamacazque, sacerdotes 68-9

Tlatlauhquitezcatl , nombre mexicano del dios Xipe 62

Tlaxcaltecas 66, 88, 90, 91, 92, 94, 96

Tlilquauhtli, poblador 122, 146-7

Tocuepotzin 32, 42

Tochcatl, fiesta (ver Kayab) 62

Torquemada, fray Juan de 29, 30, 33, 34, 35, 36, 40

Torres, Pedro de, alcalde de Zayula 171

Tultecos 25, 60

Tuzantzin, poblador 122, 146

Tzotzocole, poblador 122, 127

Valadés, Juan, escribano 191, 193, 196. 202

Valderrama, Lic. Jerónimo de 180

Valenciano, Pedro, conquistador 125

Varela, Alonso, intérprete 193, 202

Vázquez, don Antonio, principal de Totolapan 159

Vázquez, don Damián, principal de Totolapan 159


Vázquez, don Gregorio, gobernador de Zumpango 193, 202

Vázquez, doña Leonor, encomendera 173

Vázquez, don Pedro, principal de Totolapan 159

Velasco, Francisco de, encomendero 173

Velasco, Luis de, encomendero 196

Velázquez de Salazar, Juan, alcalde mayor 45, 48

Veytia, Mariano 57

Villagar, Francisco de 118

Villanueva Cervantes, Alonso de, alcalde mayor 45-6

Villegas, Francisco de 119

Villegas Quijada, Francisco de, encomendero 117, 119, 126, 153

Xipe, ídolo 62, 63-6

Yacatecuhtli , ídolo 141

Yopes, indios 197, 198

Yopico Cihuapilli 26

Zárate, Rodrigo de, alcalde mayor 120

Zavala, Silvio 23, 195

Zumárraga, fray Juan de 46, 61

TOPÓNIMOS

Acapixtla (4 Villas) 160

Acapulco, provincia y puerto de 193, 198

Acatetelco 103

Acolhuacatlalli 100

Acolhuacan 49, 51

Aguyutla, San Miguel 184

África 48

Ahuacatitlán, Santiago 183

Ahuatlan 159

Almoloyan, cabecera 182, 185

Amaixtlahuacan, río de 194

Amatepec, cabecera 182, 184, 185

América 28

Ameyaltepec 184

Anecuilco 196

Anjou, Francia 129


Antequera, obispado y provincia 118, 176

Apazco 122, 128, 133, 138, 149

Aquiapa 183

Archivo General de Indias 117, 169, 179

Atiquixcan, San Francisco 184

Atlatlaucca, RG de 118

Atlatlauhcan, cabecera 159, 161, 164

Atocpan 159

Atongo 159

Atotonilco 139

Atucpan, convento agustino de 120, 134, 139, 140, 150, 151

Axocupan 117, 120, 122, 126, 134, 148, 151;

descripción de, 126-33

Ayuquila, San Marcos 184

Azcaputzalco 51, 61, 92, 93, 122, 138, 150, 151

Benson Latin American Collection 23, 39, 45, 192

Biblioteca Nacional, París 40, 42

Boturini, colección 28

Cacahuatlan, Santa María 184

Cacapula 183

Calpulalpá 50

Campeche 25

Capula, minas de 120, 141; sujeto de Zayula, 172; 183

Castilla, España 98, 105, 106, 107, 129, 130, 131, 132, 135, 136, 137, 140, 143, 145, 146,
148, 149, 150, 152, 153, 173, 180, 186, 187, 193, 197, 199, 200, 201

Citlaltepec, corregimiento 118, 121, 143

Citlaltomahua, encomienda 197

Coaxuchco, San Francisco 183

Cohuatl Ichan 47, 48, 50

Copaltitlan, Santo Tomás 184

Costa del Sur 201

Coyoacan (Coyohuacan) 25, 26, 45

Cuatlatzinco, San Salvador 29

Cuitlapila 159

Culhuacan (Culiacán, Sin.) 25, 49, 59, 60


Cuzcatlan, RG de 36

Chalco, provincia, sierra y volcán de 25, 28, 60, 61, 102, 105, 160, 162

Chalchiuhtepeque 159

Chaneca, San Simón 184

Chiapan (Huey Chiapan) 122 127, 133, 134, 142, 14

Chiapantongo 173

Chiauhtla 48, 50

Chilapan, cabecera 191, 192, 193, 195, 201

Chimalhuacan (4 Villas) 160

Cholula 162

Damasco, duraznos de 106

España 17, 32, 36, 40, 105, 106, 107, 108, 109, 112, 113, 131, 133, 142, 163, 183,

186, 199, 200

Florida, la 103

Francia 27

Guadalajara 59

Guatemala 53, 67, 83, 92

Guaxaca (Oaxaca):119, 120

Hizquitepeque 159

Huaxtepec, San Felipe 184

Huaxtepeque (4 Villas) 160, 164

Huetitlan, Santa Cruz 184

Huexotla 47, 48, 49-50

Huexotzinco 47, 55, 60, 61, 89, 91, 162, 173

Huey Chiapan (ver Chiapan) 127

Huey Puchtla 117,119, 120, 121, 122, 126, 149, 153; descripción de, 141-6

Huey Tecpatepetl 152

Huey Xahualco 183

Hultziltepec, cabecera 191, 192, 193, 196

Huitziquauhtlan (nombre antiguo de Axocopan) 126

Huitznahuac, barrio de Tezcoco 55, 58, 59

Ichcatepec, Santa Marías. Asunción 184

Indias, las 13, 45

Isuchitlan, San Lucas 184

Izquinquitlapilco 139
Iztac Tzaquala (nombre antiguo de Huey Puchtla) 141

Laguna, la 48, 100, 102, 103, 105, 111, 112

Madrid, España 13, 105, 157, 169, 191, 192

Mahuizaltepec, Santa Ana 184

Mar del Norte 47, 53

Mar del Sur 47, 53, 198

Marquesado, comarcas del 112;

villas del, 160

Mazaapan 50

Mecatepec, San Pedro 184

Metepeque 159

Metlatepec 183

México, arzobispado y ciudad 9, 25, 26, 27, 33, 36, 45, 46, 48, 51, 61, 70, 71, 77, 78, 81, 82,
88, 90, 93, 95, 99, 103, 113, 119, 123, 125, 126 127, 128, 129, 132, 133, 135, 137, 138, 139,
140, 141, 146, 149, 150, 151, 153, 164, 169, 171, 172, 173, 174, 175, 179, 180, 181, 182, 183,
185, 187, 192, 193, 194, 195, 201

Meztitlan, pueblo y sierras 146, 180

Michoacán 92, 185

Mizquiyahuala 120, 128, 151, 153

Muchitlan, cabecera 191, 192, 196

Musco Nacional de Arqueología..., Mé​xico 179

Nepopualco 159

Nexapa, RG de 176

Nonopala 159

Nueva España 9, 45, 47, 48, 59, 92, 99, 100, 103, 125, 130, 153, 159, 171, 180, 181, 182, 193,
195, 197

Oaxaca 119, 120

Ocozacapan San Lorenzo 184

Ohuapan 195

Otlatl hitic 102

Otumba 29, 102

Pachuca, minas de 139

Patlachtepeque, cerro 173

Pochtlan, edificio 141

Puebla de los Ángeles 45

Quauhcalli, edificio 81, 92


Quamilpan 159

Quauhnanacatzingo 159

Quauhtengo, provincia 162

Quauhyacac, cuevas de 104

Quauhyacatl 102

Quilotepeque 159

Rabinal, Baja Ver. (Guatemala) 65, 67

Real Academia de la Historia, Madrid 157, 191, 192

San Agustín 132

San Gregorio, colegio de 23, 24, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 35, 36, 38, 39, 40

San Juan 132

Santa Catalina, parroquia de 26, 27

Santa María (Atucpan) 134

Santa Mónica 132

Santiago 132, 134

Santo Domingo, islas de 57

Saturno, planeta 27

Sevilla, España 26, 114, 169, 179

Suchimilco 160

Tecaxic 134

Tecaxiqui, San Martín 184

Tecontitlan, San Felipe 183

Tecotepetl, cerro 136

Tecpatepec, cabecera 117, 120, 122, 128, 134; descripción de, 149-53

Tecuicuilco, RG de 118

Tehualilpan 128

Telpochcalli, edificio 75, 129

Temazcaltepec, minas de 183

Temoayan 128, 134

Tenayucan 122, 126, 146, 149

Tenochtitlan 128, 171

Teotihuacan, San Juan 26, 28, 50, 102, 103

Tepeapulco, RG de 51

Tepecuacuilco 196

Tepechango, San Miguel 183


Tepetitlan, convento de 175

Tepetlaortoc 48, 50

Tepetl Itlatlayan 182; San Juan, 184

Tepetlixpan 160

Tepexititlan, San Andrés 183

Tepurtlan (4 Villas) 160

Tequihuacalli, edificio 81

Tequixquiac 118, 121, 143

Tequizistlan, RG de 103

Tetepango 126, 132, 151

Tetlapanaloyan 128, 143, 146, 148

Tetzcotl, cerro 48, 49

Tetzotzolco, serranía de 139

Tetzoyucan 47, 48, 50

Teuhixco 159

Teutlalpan, provincia de la 127, 133, 138, 141, 147, 149

Texcalpan 160

Tezcatepec, cabecera 117, 120, 122, 128, 139, 142, 143; descripción de, 146-9

Tezcoco 9, 12, 23, 26, 29, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 44, 45, 46, 47, 48, 49,
50, 51, 52, 58, 81,90, 92, 93, 100, 102, 108; relación de, 45-113

Tezcotzinco, ceno 49, 105

Tezontlitlan 159

Tianguistongo 142

Tilquauhtla 139, 146

Tixtla 191, 192, 195, 201

Tlacatecco, edificio 79, 86

Tlacuba (Tlacopan, Tacuba) 61, 70, 78, 81, 82, 88, 90, 93, 95, 113

Tlalmanalco 27, 28

Tlaloc, cerro 60, 100, 102, 108

Tlalquauhquauhtla, cerros de 130

Tlalquitlapilco 142, 143, 145

Tlatelolco 122, 151

Tlatlayan, cabecera 182, 183, 184, 185

Tlaxcala, ciudad y obispado 47, 55, 61, 89, 90, 162, 192, 201

Tlayacapa, cabecera 159, 160, 161, 164


Tletepec, San Gaspar 184

Tolapan 159

Tolcayucan 143

Tolnacuchtla 117, 118, 119, 120, 121, 122, 125, 126, 147, 150, 151, 153, 154, 159, 191;
relación de, 137-41

Tomatlan, barrio de 180

Tonala 160

Totolapan 157, 159, 164, 165

Tototepec, San Mateo 184

Tula, pueblo y río de 142, 171, 172, 173

Tulancalco 132

Tuzantlalpan 146

Tzaqualpan, minas de 183

Tzicatacoyan, Santa Ana 184

Tzupango 143

Ulapan 132

Universidad de Texas, USA 23, 39, 40, 45,

192

Universidad Nacional Autónoma de México 109

Veracruz 46, 47

Xaltocan, sal de 145

Xilotepec, provincia de 127, 172, 173

Xilotzingo 143

Xomayucan 142

Xuchichiuhcan 132

Yahualiuhcan 50

Yeytecomac (Yetecomac), cabecera 117, 120, 121, 122, 127, 128, 138, 149, 150, 151, 153,
154; descripción de, 132-7

Yopes, provincia de los 197, 198

Zacatecas, minas y provincia de las 48, 106, 146, 193

Zacatiliuhcan 159

Zayula 169, 170, 194; relación de, 171-6

Zorosto, encomienda de 126

Zultepec, minas de 179, 180; relación de, 181-8

Zumpango, minas de 191, 192; relación de, 193-202

Relaciones Geográficas del siglo XVI: México III , editado por la Dirección General de
Publicaciones, se terminó de imprimir en la Imprenta Universitaria, el día 30 de abril de 1986.
Su composición se hizo en tipo Baskerville de 11:12, 10:12, 9:10 y 8:9 puntos. La edición
consta de 1 000 ejemplares empastados y 2 000 rústica.
Libro electrónico editado por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la
Universidad Nacional Autónoma de México. Se terminó de producir en mayo del 2017
en formato ePub por Silvia Elvira Abdalá Romero y Ada Ligia Torres Maldonado.

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