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Informe de lectura: el buen arte de la preparación de la clase.

Daniel Esteban Quiroz


Curso: Didáctica General
Profesor: Juan Felipe Garcés
Fecha: 31/01/12

Desarrollo

Una de las disposiciones vitales para un buen trabajo a la hora de transmitir un


conocimiento en el ámbito escolar es la preparación, que por lo general implica un esfuerzo
incluso mayor que el de la transmisión misma. Así lo indica Heinrich Roth en su texto El
buen arte de la preparación de la clase, en donde plantea las condiciones para que el
maestro logre una conexión de interés entre el objeto que pretende enseñar y la persona que
recibirá el conocimiento de dicho objeto; esta persona es sobreentendida por el autor como
el niño. Roth divide su planteamiento en cinco partes: la relación entre el maestro y la
disciplina que va a enseñar, la consideración pedagógica, la consideración psicológica, la
consideración metódica, y finalmente la aplicación de estas consideraciones a la pregunta
por la meta de la enseñanza. A continuación se hará la síntesis de cada una de estas partes.

La relación entre el maestro y la disciplina no se debe entender, según Roth, como


simplemente la asimilación de una serie de contenidos según el nivel en el cual va a
enseñar, es decir, el maestro debe, en primer lugar, conocer la materia más allá de un nivel
escolar o de un manual de enseñanza. El maestro se debe relacionar de una manera
profunda con su objeto, debe conocerlo a fondo y encontrar en él el mayor interés, puesto
que su nivel espiritual así lo exige; el maestro debe buscar, debe conocer a los autores de
importancia de la disciplina, pues es en ellos donde se encuentra la necesidad espiritual del
conocimiento del objeto. En esta etapa aún no resulta necesario pensar en el niño, la
búsqueda debe estar enfocada exclusivamente en el objeto, pues de esta primera
consideración dependen las cuatro restantes.
La consideración pedagógica parte del rigor científico que implica la relación entre el
maestro y la disciplina; éste ya tiene arraigada en su espíritu la pertinencia del saber. Ahora
la pregunta es por el contenido formativo del objeto, es decir, el maestro ahora se preocupa
por buscar en el objeto lo que puede despertar el interés en el niño, con el objetivo de
formar en él una espiritualidad, unos valores y una cultura, en suma, formar al ser humano
como tal. La única forma en que el maestro puede responder esta cuestión es haciendo un
retorno hacia sí mismo, con el objetivo de averiguar qué fue lo que hizo que él se interesara
por el objeto, cómo lo transformó, qué hizo ese conocimiento en su ser espiritual; el
maestro debe revivir el interés, para responderse a sí mismo cómo lo formó el objeto, para
finalmente encontrar los puntos clave para hacer que el niño se interese y se forme a sí
mismo a través del objeto a enseñar.

La consideración psicológica deja de lado por un momento el objeto de conocimiento y se


centra de manera exclusiva en quien va a recibir la enseñanza, más exactamente en el niño.
Esto exige, sin lugar a dudas, un conocimiento de cada alumno como individuo, y de su
clase como grupo social; el maestro deja de lado también lo pedagógico y se preocupa por
conocer a sus alumnos como personas en contexto: como miembros de una sociedad, como
hijos, como jóvenes. Este conocimiento responde a la siempre difícil pregunta de cómo
llevarles el objeto, cómo poder hacer que se interesen en él a pesar de su aparente apatía;
también entra la observación del objeto de conocimiento como algo que se creó por un
interés humano, por tanto es necesario también descubrirlo y llevarlo a cada uno.

Estas tres consideraciones comprenden la preparación de la clase como tal; ahora es


necesario mirar también la acción que se genera en la clase como momento donde se aplica
toda esta preparación y finalmente se presenta el objeto. La consideración metódica es,
como lo explica Roth, una anticipación, es tener presente que posiblemente habrá tanto
aceptación como resistencia; es la búsqueda de formas de asimilación según las
particularidades del objeto y del niño. Resulta imposible encontrar una respuesta general a
esta búsqueda, siempre habrá que plantearla nuevamente según cada objeto, según cada
clase y según cada individuo. Por esto, la creatividad siempre es necesaria, esto hace que
exista gran variedad de formas de exponer y trabajar los objetos; el análisis de cada una de
las consideraciones anteriores hace que, según el autor, el objeto mismo revele cuál es la
mejor forma de ser llevado. Pero para esto también hay que tener en cuenta al niño, según
su edad, su contexto, su experiencia, poca o mucha, con el objeto; son muchas las preguntas
que Roth plantea y que buscan que el maestro haga que el niño se apropie del objeto y lo
haga parte de su ser espiritual.

La clase tiene una dinámica cambiante, lo cual hace que deba haber una mediación entre el
plan y la espontaneidad; de esto deviene la pregunta que se hace al autor por la meta de la
enseñanza, que tiene como base fundamental el objeto de conocimiento. La meta es una
unión de las consideraciones: según la relación maestro-objeto, la meta es pensar el objeto
con profundidad; según la consideración pedagógica, la meta es la formación de la persona
a través del objeto; según la consideración psicológica, la meta es que el objeto llegue a la
persona en tanto es alguien con intereses individuales, en suma, hacer el objeto algo
humano. Esta división de la meta, el cual es un camino hacia la misma, es necesaria para la
enseñanza, y debe estar sujeta a posibles cambios en su orden, el cual será determinado por
la dinámica de la clase, pero siempre con las miras puestas en el objeto del conocimiento.
Es necesario un plan, pero que siempre tenga en cuenta los posibles cambios según cada
individuo y según cada grupo; un plan que siempre comienza con el maestro y termina en
un niño apasionado por el conocimiento, aunque siempre cabe la posibilidad de lo
contrario.

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