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Las emociones primarias (ira, tristeza, miedo, amor, asco…) son estados afectivos
automá ticos y complejos de adaptació n del organismo, y que favorecen la reacció n
frente a un estímulo.
Por ejemplo: Ante la emoció n del miedo, un perro puede huir o atacar. En funció n de
sus experiencias previas, el cará cter, situació n y si existe un trauma anterior,
determinará su comportamiento, y por tanto su respuesta.
En cuanto a las emociones se refiere, aunque la forma física del cerebro es parecida,
la manera en las que se procesan estas emociones es diferente. Es decir, teniendo en
cuenta las diferencias del tamañ o de la corteza cerebral, en el humano es cinco veces
mayor que en el perro, esto podría significar que la forma de procesar las emociones
de los perros es má s simple y pura que la de los humanos.
Es decir, cuando un perro se pone contento, vive esa emoción plenamente, mientras
que el humano, está muy condicionado por pensamientos complejos, preocupaciones y
creencias limitantes que el perro no tiene (y si tiene, serían de menor grado).
Aú n existen personas que trabajan con técnicas anticuadas, ampará ndose a que son
técnicas basadas en la etología de hace 50 añ os. Cabe destacar que la etología y
estudio del perro se ha desarrollado mucho en los ú ltimos añ os, aportando nuevas
teorías y conclusiones que debemos incorporar en nuestras modernas formas de
trabajo.
Cuando se educa a un perro, ya sea para enseñ arle nuevos trucos o ayudarle en su
habituació n a un nuevo entorno, debe tenerse en cuenta su sistema emocional. El
sistema emocional es el motor de la mayoría de las conductas de nuestros perros.
La confianza, la resistencia a la frustració n, la resiliencia , está n relacionadas con su
capacidad de gestió n emocional, lo que equivale a tener un verdadero éxito en su
educació n, adiestramiento y bienestar.
El bienestar emocional, influye ya desde las primeras etapas de vida, de tal forma
que nuestro programa de gestió n emocional, debería contemplarse desde el
momento en el que el perro llega a nuestras vidas. Un entorno altamente estéril o
por el contrario, un entorno excesivamente estimulante puede resultar perjudicial a
nivel del desarrollo emocional. Los castigos duros en forma de manejo brusco,
gritos, enfados o golpes suelen dejar secuelas y deformar negativamente el
desarrollo emocional. Entre otras cosas, porque generan una alta respuesta de
estrés negativo, y éste es causante del mal desarrollo de ciertas partes del cerebro,
dando lugar como consecuencia a problemas sociales y de convivencia futuros.