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TIEMPOS DE EMERGENCIA
El contexto de pandemia que estamos viviendo está reconsiderando las salidas que tenemos de las
obligaciones del docente y de su papel al enseñar. No obstante, la forma en que se está pensando cubrir
dicho avatar, no siempre se aborda desde una punto de vista profesional, sistémico y fiel a la realidad.
El primer punto a considerar, respecto a esta trama, sería que se han adicionado exigencias al deber de los
docentes pidiéndoles que adapten sus clases planificadas para la presencialidad a una interacción virtual de
forma inmediata y expedita.
El siguiente punto de esta coyuntura estriba en que a nivel mundial, existe presión por volver a la
normalidad, dado lo afectadas que se vieron las economías particulares de cada país por la recesión
económica. Para lo cual, han instalado calendarios escolares que no ponen en el centro de estas
decisiones la opinión de los docentes y de las comunidades escolares, ni la trayectoria de aprendizaje
en esta nueva modalidad de estudios, pretendiendo adaptar la presencialidad a la nueva realidad sin
que cuente para nada su efectividad.
Caso particular del Ecuador
En el caso particular del Ecuador, el Ministerio de Educación no se ha pronunciado aún sobre lo que
genera en escuelas y docentes presión por la cobertura curricular y el cumplimiento de calendarios de
evaluación programados antes de esta pandemia. A nivel institucional, no todas las escuelas han
mostrado la misma flexibilidad para ajustar la enseñanza en este contexto o han entregado apoyos a los
docentes para realizar este cambio de enseñanza a distancia. Todas estas decisiones institucionales y
nacionales influyen en la docencia y el trabajo docente. A pesar de las dificultades, se sigue pensando
que el problema educativo se centra en el ejercicio docente, sin considerar los aspectos que organizan
y dan dirección al sistema escolar.
Entonces…¿Qué medidas tomar?
En contraposición, se debería, tomar este escenario como una oportunidad para inquirir y proceder
cambios respecto a la perspectiva de docencia y del trabajo docente que se requieren. Este es un momento
histórico para indagar oportunamente qué significa enseñar en tiempos de pandemia, situación para la cual
no estábamos preparados y que tiene secuelas en las condiciones emocionales de los estudiantes y
docentes. Además, aún no hemos pensado si quiera, cómo cambiará el trabajo docente cuando aumenten
los contagios y sea más común que estudiantes, docentes y sus familias se enfermen.
Otra respuesta importante a considerar para el aprendizaje es el bienestar de los estudiantes. Esto
implica, por supuesto, adaptar la atención a las distintas comunidades, según sus características. Sin
embargo, es importante respetar los tiempos de aprendizaje de los estudiantes por sobre el afán y la
preocupación por cubrir contenidos, lo que implica una comunicación frecuente con ellos y ellas para
conocer su situación. Sería una utopía seguir pensando que vamos a lograr todos los aprendizajes que
estaban previstos sin pandemia, hay que priorizar. Sobre todo, es relevante, proponer soluciones viables en
los contextos escolares y no agobiar a los docentes, o pretender que estén conectados 24/7.
¿Cómo reflexionar la docencia y el rol del
educador en tiempos de pandemia?
El mundo educativo precisa hoy por hoy robustecer en docentes y en los estudiantes de pedagogía, la
talento de percibir decisiones pedagógicas y curriculares en categoría de sus estudiantes, contextos,
posibles, etc. Esto involucra posesionarse de las desigualdades de acceso de los estudiantes y preocuparse
por encontrar soluciones creativas y viables para cada contexto.
En Consecuencia, las propuestas efectuadas sobre cómo reflexionar la docencia y el rol del educador en
tiempos de pandemia, no son viables ni sostenibles si no revisamos los lineamientos institucionales y
nacionales por lo que urge repensar en cuáles son las señales que se están dando y no es menos importante
recordar, que no se debe obviar la participación del docente como ente vital en la toma de decisiones
educativas y pedagógicas de las escuelas y colegios de las que forman parte, además de por la construcción
de un docente capacitado para hacer frente a cualquier adversidad, por el beneficio formativo de las
comunidades educativas y los estudiantes.