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Tema 34. El discurso literario. Tendencias actuales de la crítica.

La pragmática de
la comunicación literaria y la teoría de la recepción

I.. Introducción. El discurso literario


Es evidente que el discurso literario se caracteriza por su enorme complejidad,
pues encuentra sus raíces en lo lingüístico, lo estético y lo social. Esa complejidad
permite una gran variedad de enfoques críticos al analizarlo:
Como producto lingüístico, el discurso literario se diferencia de otros discursos
por un uso lingüístico determinado y por unas determinadas características pragmáticas.
Así pues, la literatura puede ser estudiada a partir precisamente de esos rasgos
inmanentes y diferenciadores.
Como producto estético, el discurso literario se equipara con las restantes obras
de arte en su valor simbólico, es decir, en su capacidad de ofrecer a través de la
estructura material una compleja representación del mundo en imágenes sintéticas
íntimamente relacionadas.
Como producto social, la obra literaria se inscribe en unas coordenadas espacio-
temporales concretas, reflejando así contextos, normas y valores sociales casi siempre
en conflicto.

I.1. El discurso literario como producto lingüístico


Toda obra literaria es un producto lingüístico, por cuanto constituye un mensaje
enviado intencionadamente por un emisor a un receptor. Se trata pues, de un acto
comunicativo, que presenta unas características peculiares, esbozadas por S. Gutiérrez
Ordóñez:
 El emisor no es monolítico, el mensaje puede ser emitido por el autor, el personaje
o, en el caso del teatro, el actor o autor dramático.
 Destinatario y receptor no tiene por qué ser el mismo. Destinatario es la persona en
quien piensa el autor al escribir la obra, mientras receptor es todo aquel que toma la
iniciativa de acercarse a la obra.
 Contexto: momento y lugar de creación (emisión) y recepción (casi nunca) no
coinciden.
 El mensaje, en la mayoría de las ocasiones queda fijado por escrito, pero abierto a
diversas interpretaciones, según los lectores e, incluso, en un mismo lector, a
interpretaciones diferentes, según las sucesivas lecturas.
 El código. La literatura forma un sistema con sus propias leyes, según las cuales se
establecen los criterios de norma y desviación. El problema que se plantea aquí es
hasta qué punto la lengua literaria se diferencia de la común, cuál es la verdadera
naturaleza de la lengua literaria.

En torno a la naturaleza de la lengua literaria, se distinguen dos grandes posturas que, en


principio se oponen radicalmente. Esa oposición se basa en considerar la coincidencia o
diferencia esencial entre la lengua literaria y la lengua común.
En primer lugar hallamos autores que, como E. Sapir, sostienen que la lengua
literaria coincide con la lengua común, ya que ambas utilizan el mismo material: las
palabras. En esta línea, Dámaso Alonso afirmaba que la diferencia entre la lengua
literaria y la común no es esencial, sino gradual: “El habla literaria y la corriente son
sólo grados de una misma cosa”. En el mismo sentido, para E. Coseriu la lengua
literaria es “la realización de todas las posibilidades del lenguaje como tal”.
No obstante, cualquier lector de poesía puede percatarse de que la lengua poética
desborda con frecuencia las posibilidades de la lengua común, hasta el punto que
lingüistas como Ch. Bally sostienen que no hay nada común entre ellas, la lengua
Tema 34. El discurso literario

común es un instrumento insuficiente para la creación literaria y, por tanto, claramente


diferenciado.
Una tercera postura, sostiene que lengua literaria es la “alteración” de la lengua
coloquial, por recursos superpuestos a ella. No existiría, por tanto, una lengua literaria
en si, sino un uso artístico de la lengua común, con una finalidad fundamentalmente
estética.

I.2. El discurso literario como producto estético


Si afirmamos que es posible hacer un uso artístico de la literatura, asumimos que
puede ser apreciada y estudiada desde el punto de vista estético. El término “estética”
fue utilizado por primera vez por en el siglo XVIII por el filósofo alemán A. T.
Baumgarten, para referirse al conocimiento sensitivo, por oposición al conocimiento lógico.
Dentro del conocimiento sensitivo incluía la impresión producida por la belleza. Según
Lapesa, aceptamos como bello “todo aquello cuya mera contemplación origina un placer
espiritual, agradándonos de modo inmediato y desinteresado”. [Introducción a los estudios
literarios, 1988, pags. 13-14].
Si hacemos un breve repaso a los autores que se han acercado a la literatura desde
un punto de vista estético, debemos remontarnos a los grandes filósofos griegos – Platón y
Aristóteles- y latinos –Cicerón y Horacio.
Platón, reelaborando una idea ya planteada con el pitagorismo, considera la Belleza
como origen de todas las realidades del universo, aunque lo bello no deje de ser una idea
diferenciada de lo “útil” y “el bien”. Así, basándose en su teoría de las ideas, considera la
poesía –es el término que utiliza- una imitación de las realidades sensibles, imitación a su
vez de las realidades eternas.

I.3. El discurso literario como producto social

La literatura como conocimiento


La literatura como evasión
La evasión significa siempre la fuga del yo ante determinadas condiciones y
circunstancias de la vida y del mundo y, correlativamente, implica la búsqueda y la
construcción de un mundo nuevo, imaginario, diverso de aquel del cual se huye y que
funciona como sedante, como objetivación de sueños y aspiraciones.
En el origen de la necesidad de evadirse pueden actuar diversos motivos:
a) Conflicto con la sociedad: el escritor siente la mediocridad, la vileza y la
injusticia de la sociedad que le rodea y, en actitud de amargura y desprecio,
huye de esa sociedad y se refugia en la literatura. Este problema se agravó
singularmente a partir del pre-romanticismo y alcanzó con el romanticismo
una tensión exasperada.
b) Problemas y sentimientos íntimos: que torturan el alma del escritor. El tedio, el
sentimiento de abandono y de soledad, la angustia de un destino frustrado,
constituyen otros tantos motivos para abrir la puerta de la evasión.
c) Recusación de un universo finito, absurdo y radicalmente imperfecto: en
general, esta recusación envuelve un sentido metafísico, pues implica una
toma de posición ante los problemas de la existencia de Dios, de la finalidad
del mundo, del significado del destino humano, etc…
Los diferentes modos de evadirse que ha encontrado el escritor en la literatura
son:
Tema 34. El discurso literario

1) Transformando la literatura en auténtica religión, en cuyo seno el artista,


arrastrado por las torturas y los éxtasis de su creación, olvida el mundo y la
vida.
2) Evasión en el tiempo, buscando en épocas remotas la belleza, la grandiosidad
y el encanto que el presente es incapaz de ofrecer (novela histórica)…
resurrección de civilizaciones esplendorosas y de heroicos o pintorescos
pueblos…
3) Evasión en el espacio, que se manifiesta en el gusto por los paisajes, por las
figuras y las costumbres exóticas. Ocupa un lugar fundamental el tema del
viaje, al término del cual se extiende un país magnífico.
4) La infancia constituye un terreno privilegiado para la evasión literaria. Ante
los tormentos, desilusiones y derrumbamientos de la edad adulta, el escritor
evoca soñadoramente el tiempo perdido de la infancia, paraíso lejano donde
viven la pureza, la inocencia, la promesa y los mitos fascinantes.
5) La creación de personajes también se usa para la evasión, ya que el personaje
se plasma según los más secretos deseos y designios del artista, y presenta las
cualidades y vive las aventuras que el escritor ha deseado para sí inútilmente.
6) El ensueño, los paraísos artificiales, provocados por las drogas y el alcohol, la
orgía… representan otros procesos de evasión con amplia proyección en la
literatura. La literatura romántica y la simbolista ofrecen muchos ejemplos de
esta forma de evasión.

El fenómeno de la evasión literaria se verifica también en el lector. Éste llega a la


evasión a través del tedio, de la frustración y del proceso psicológico conocido como
bovarismo, es decir, la tendencia a soñar ilusorias felicidades y aventuras, y a creer en el
ensueño así tejido. La lectura resulta entonces excitante.

II. Tendencias actuales de la crítica. Pragmática de la comunicación literaria y teoría de


la recepción.

II.1. Pragmática de la comunicación literaria


II.2. La teoría de la recepción

IV. Conclusiones y conexión curricular

Bibliografía
· Aguiar e Siva, V. M.: Teoría de la literatura, Gredos, Madrid, 2005 (1972)
· Lapesa, R.: Introducción a los estudios literarios
· Wellek, R. & Warren, A.: Teoría literaria, Gredos, Madrid, 2002 (1966)

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