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RUPTOR - Definición - Significado





El ruptor es un componente de la instalación de encendido; está situado en el distribuidor e
interrumpe periódicamente la corriente en el primario de la bobina. Dicha interrupción se
consigue mediante la apertura, mandada por una leva especial, de dos contactos,
denominados corrientemente platinos. Uno de éstos (yunque) está soldado a una escuadra
metálica bloqueada con tornillos al cuerpo del distribuidor: por tanto, queda fijo y
conectado eléctricamente a masa; el otro platino está soldado a una placa (martillo)
articulada con un eje por medio de un casquillo aislante, y está conectado al primario de la
bobina por medio de un muelle de lámina que mantiene unidos los contactos con una
carga aproximada de 400-700 g. El martillo lleva clavado un patín de material aislante que
roza contra la leva. Ésta posee tantos lóbulos como cilindros tiene el motor. De este modo,
puesto que la leva gira a una velocidad de una vuelta por cada ciclo del motor, se
producen tantas aperturas como explosiones se necesitan en un ciclo.
La rotación realizada por la leva entre dos aperturas sucesivas, se obtiene dividiendo los
360° de una vuelta por el número de cilindros, y se denomina ángulo de encendido. La
parte de dicha rotación en que los contactos permanecen juntos se llama ángulo de cierre
o dwell, mientras que aquella en que la leva provoca el desplazamiento del contacto móvil
es denominada ángulo de apertura. Estos ángulos tienen, respectivamente, los valores de
2/3 y 1/3 del ángulo de encendido. Dichos valores son impuestos por la necesidad de
obtener un intervalo de contacto de los platinos suficientemente largo que permita que la
corriente en el primario se estabilice y, al mismo tiempo, no se obligue a la leva a una
apertura demasiado brusca que ocasione el golpeteo de los contactos. Además, para evitar
la permanencia de la corriente, con el consiguiente desgaste prematuro de los platinos, es
necesario que la distancia entre los contactos, en posición de apertura máxima, no sea
inferior a 0,3 mm. Para conseguir tal apertura en un ángulo reducido, el martillo es
obligado a moverse en aceleraciones mayores que pueden provocar rebotes en el
momento del contacto.
El rebote de los platinos puede producirse tanto en la fase de apertura como en la de
cierre: en el primer caso se produce un mayor desgaste de los contactos por efecto del alto
número de interrupciones; en el segundo caso, más frecuente, se produce también una
reducción del período de cierre efectivo. Esto impide que la corriente primaria se estabilice
y, por tanto, en el secundario se obtiene una tensión más baja. El rebote puede reducirse,
con un perfil adecuado de la leva y del platino, y también aflojando el martillo y
aumentando la fuerza del muelle. Sin embargo, de esta manera se provoca un mayor
desgaste del platino.
Para un buen funcionamiento del motor, es necesario que el encendido se produzca en
correspondencia con ángulos precisos del cigüeñal, con un error no superior a ±2°.
Generalmente, el desfase de retraso es causado por el desgaste del patin de fibra,
mientras que el desgaste de los platinos, que produciría un avance, es despreciable. Un
juego excesivo entre el eje y el casquillo del martillo produce una incertidumbre en el
instante de apertura de los contactos y, por tanto, puede ser causa de un avance o de un
retraso. Por consiguiente, es necesario reducir al mínimo posible el desgaste de dichos
elementos: se obtienen buenos resultados con una leva de acero templado rectificada y un
patín de tela a la baquelita o de neón, mientras que la erosión de los contactos, causada
por las chispas, es reducida con el empleo de platino iridiado o de volframio.
Un inconveniente característico de los contactos de volframio es la formación de puntos
azules, por oxidación. Este inconveniente puede ser producido por impurezas o humedad
existentes entre los contactos, por una corriente eléctrica excesiva o por una tensión
también excesiva entre los contactos en el momento de la apertura. Un exceso de
lubricación puede facilitar el depósito de polvo entre los platinos, mientras y todo el eje del
distribuidor. No debe exagerarse la lubricación, para evitar que el exceso de aceite llegue
hasta los platinos y provoque una chispa anormal. Cuando la apertura de los contactos sea
diferente de la prescrita (0,35-0,45 mm), deberá efectuarse la regulación desplazando la
escuadra, aflojando los tornillos con un destornillador introducido en las muescas que lleva
la escuadra en la base plana de su cuerpo. La substitución del ruptor deberá efectuarse
cuando el desgaste sea excesivo o cuando el muelle no llegue a cargar suficientemente
sobre los platinos.
Finalmente, colocando el distribuidor en un banco de pruebas adecuado o, para más
facilidad, mediante un sincronizador dotado de disco graduado solidario con el eje del
distribuidor y conectado al terminal de baja tensión, se comprueba que los ángulos de
apertura y de cierre estén en los límites previstos.
El ruptor fue montado desde los orígenes en los motores de gasolina: al principio, en el
sistema de disyuntor (1890), donde el ruptor, accionado por una leva, estaba situado
incluso en la cámara de combustión; después, en la magneto de baja tensión (1900),
donde el ruptor estaba montado sobre el mismo árbol que hacía girar la magneto de alta
tensión.
Al introducirse el delco (hacia 1985), el ruptor fue alimentado por vez primera con corriente
continua suministrada por la batería, lo cual demostró inmediatamente las que la formación
de humedad puede depender de la obturación de los pequeños agujeros de ventilación de
la tapa del distribuidor. Una corriente de intensidad excesiva entre los platinos puede ser
debida a un funcionamiento a baja temperatura que provoca una reducción de la
resistencia eléctrica de la bobina de cobre del primario, o a un regulador de la tensión del
generador calibrado para funcionar a mayor tensión. El efecto producido por la corriente
excesiva es una tensión demasiado elevada entre los platinos en el momento de la
apertura, de la que se deriva un arco demasiado prolongado y la consiguiente oxidación.
Puede ponerse remedio provisional a estos inconvenientes conectando en serie a la bobina
del primario una pequeña resistencia que reduzca la corriente, o bien, utilizando un
condensador de mayor capacidad, pero con el riesgo de inconvenientes más graves.

Respecto a la tensión demasiado elevada, la causa puede buscarse en una insuficiente


capacidad del condensador o en una resistencia en su conexión eléctrica con los platinos,
por ejemplo, si las conexiones están flojas. Otras causas pueden ser: un funcionamiento
prolongado en ralenti o a baja velocidad, un aumento de la distancia entre los electrodos
de las bujías o, finalmente, conexiones inseguras en el circuito que provocan un aumento
de la tensión de funcionamiento.
Otro inconveniente que puede encontrarse en el ruptor es la formación de la punta de
cráter, es decir la transferencia de material de un platino al otro. Este inconveniente
determina que la medida de la apertura de los platinos sea inexacta, puesto que la
distancia real es mayor que el espesor interpuesto entre los platinos. Puede ser causado
por condensadores defectuosos, o con capacidad demasiado grande, o por conexiones
insuficientes en el circuito condensador-platinos. Se producirá transferencia de material
hacia el contacto negativo cuando los condensadores sean demasiado grandes, mientras
que en los demás casos, la punta se formará en el contacto positivo.
Los platinos deben limpiarse con un paño humedecido con trielina y secarse con un chorro
de aire seco; además, hay que lubricar con aceite el eje del martillo, la leva, el patín
ventajas, especialmente en el momento del arranque, de una fuente de energía interna.
Después de casi 50 años, el ruptor es el punto más vulnerable del sistema de encendido
por distribuidor. Los aspectos negativos son: su corta duración, la necesidad de reglajes
delicados y periódicos, y la facilidad con que resulta influido por las averías de los demás
componentes de la instalación de encendido. De hecho, la duración del ruptor puede
superar fácilmente 20.000-30.000 km y, en ciertos casos, incluso 50.000 km, pero si la
distancia entre los electrodos de las bujías es excesiva, si el juego entre los platinos no es
regulado periódicamente o si los arranques en frío son muy frecuentes, la duración puede
reducirse a pocos miles de kilómetros.
La objeción fundamental que puede hacerse al ruptor es el número de revoluciones
máximo que puede soportar. Desde el punto de vista mecánico, el muelle no puede ser
sometido a más de 3.500 aperturas por minuto (7.000 rpm para un motor de 4 cilindros y
4 tiempos), mientras que desde el punto de vista eléctrico, los platinos no pueden soportar
más de 4-5 A; intensidad que, a regímenes elevados, es insuficiente para garantizar una
buena chispa. Por este motivo, a finales de los años sesenta aparecieron los primeros
sistemas de encendido electrónicos capaces de substituir la función del ruptor con
dispositivos magnéticos, ópticos, etc. (breakerless), en vez de mecánicos.

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