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ÍNDICE

Introducción…página 4
1. Por qué sí creo que puedes vivir libre de ansiedad…página 7
2. ¿Cómo entiendo a la ansiedad?...página 8
3. ¿Qué son los ataques de pánico?...página 10
4. Mi experiencia con la ansiedad y los ataques de pánico…página 13
5. ¿Qué fue lo que hice para superar los ataques de pánico?...página 16
6. Me rendí y acepté que tenía que hacer algo diferente…página 17
7. Me anclé de mi respiración…página 19
8. Le escribí al miedo…página 20
9. Me dejé llevar…página 21
10. Me acerqué a mi familia…página 22
11. Realmente creí que había cura…página 23
12. Me sentí ave fénix…página 24
13. Me llené de fe y sentido…página 25
14. Me puse a trabajar en mi…página 26
15. Aprendí a relajarme…página 27
16. Dejé de controlar…página 28
17. Hice cambios en mi relación de pareja…página 30
18. Le dije a los demás mis pensamientos suicidas…página 31
19. Me di la oportunidad de vivir…página 33
20. Tomé mi primera decisión…página 35
21. Acepté que yo sí me enojaba…página 36
22. Me expuse a mis más grandes miedos…página 38
23. Confié más en la realidad…página 40
24. Me dejé sentir las sensaciones…página 41
25. Abandoné las ventajas que recibía por la ansiedad…página 42
26. Dejé de creerme tan especial…página 43
27. Decidí vivir un año al 100…página 44
28. Sané a mi niña interior…página 46
29. Le puse un alto a mi juez interior y descubrí quien soy en realidad…página
48
30. Dejé de preocuparme tanto por los demás…página 50
31. Me liberé de la codependencia…página 51
32. Decidí en qué quería creer…página 52
33. Le di la vuelta a mis hábitos mentales negativos…página 53
34. Me desidentifiqué de la melancolía…página 54
35. Aprendí de la naturaleza…página 55
36. Descubrí que ser adulto no era pesado ni difícil…página 56
37. Aprendí a cuidarme y amarme…página 59
38. Aprendí a decir que “no”…página 61
39. Me dejé experimentar…página 63
40. Pinté como 30 botellas…página 65
41. Aprendí a vivir en el presente…página 66

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42. Dejé de criticar mi cuerpo Dejé de criticar mi cuerpo Dejé de criticar mi
cuerpo…página 67
43. Me estiré…página 68
44. Aprendí a pedir lo que necesitaba…página 69
45. Abrí mi corazón…página 70
46. Conclusión…página 71
47. Libros recomendados…página 72

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INTRODUCCIÓN
Hola, mucho gusto, yo soy Fabiola Cuevas, y en este libro te quiero
contar cómo fue mi experiencia con los ataques de pánico y la
ansiedad, y cómo ese momento de mi vida se convirtió en un trampolín que me
impulsó a liberarme de lo que no me permitía ser yo misma y disfrutar de lleno
la vida, convirtiéndose en una crisis que me llevó a despertar mi conciencia y
poder llegar al día de hoy en el que puedo decir: ¡Gracias ansiedad!
Sé que quizás pueda parecer difícil de creer o te suene a psicología positiva,
pero, te lo digo de corazón, le estoy eternamente agradecida a la ansiedad que
llegó a revolcarme y sacudirme por dentro y por fuera a tal grado que me
orilló a renacer, a reinventarme, a sanarme y a dejar salir mi verdadera
esencia de nuevo.
Le doy gracias a la ansiedad y a los ataques de pánico porque pude tocar
fondo después de muchos años de andar surfeando en las orillas de la
melancolía, la depresión y la ansiedad por la comida. Lo podía sobrellevar,
pero al final del día no era completamente feliz, al menos no como descubrí
que podía serlo después de la ansiedad.
Gracias a la ansiedad pude realmente entrar en mi mente, descifrar mis
pensamientos, mis creencias y patrones más profundos, para poder
cuestionarlos y elegir en cuáles creer. Logré por fin entender mis emociones,
las cuales por más que había estudiado psicología no había logrado aceptar y
potenciar. Gracias a la ansiedad descubrí lo que es rendirme y aceptar que no
siempre tengo la razón, aprendí a ser humilde de verdad y al mismo tiempo
reconocer el poder y la gran valentía que llevo dentro.
Gracias a los ataques de pánico pude ver lo fuerte que puedo llegar ser, y al
experimentar tanto dolor y sufrimiento en mi interior, conocí esa sombra que
habitaba en mí, la cual ni si quiera sabía que existía, pero al iluminarla, al
llevarle conciencia, fue que pude integrarme a mí misma para poder ser una y
alcanzar mi potencial.
Así es que sí, si me doy gracias a mí misma por haberme generado la
ansiedad, pues yo en el fondo sabía que podía ser más plena en mi vida, intuía
en momentos que existía la posibilidad de vivir sin tanta depresión que iba y
venía, algo me decía que tenía que derribar los muros que no me dejaban salir
y expresarme a mí misma tal y como soy, y fue así que una parte inconsciente
de mí, o quizás mi alma, o las 2 en conjunto con el Universo, se organizaron
para generarme una experiencia que de una vez por todas me despertara del
sueño en el que vivía.
Y eso es la ansiedad, una experiencia interna que podemos usar para nuestro
favor, es algo que sucede en nuestro interior para nuestro propio beneficio,
pero hemos de ver más allá del malestar y de la angustia, más allá del querer
controlarla y erradicarla rápido, y tomarla como lo que es: una oportunidad
para renacer de entre las cenizas.
Es por eso que he elegido al ave Fénix como símbolo de portada y del
mensaje que hoy te quiero transmitir, pues fue esta ave la que me acompañó
en mi proceso de transformación, recordándome a cada momento que podía

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renacer, re-construirme, re-aprender, y que por más polvo que me sintiera
podía unirme a mí misma y ser quien en realidad merecía ser.
Claro que en los momentos difíciles todo esto me parecía ilógico, una mentira
inventada por la mercadotecnia para vender figuritas de aves fenix, pero...
pasando esos momentos también venían los rayos de luz que se asomaban de
vez en cuando y me recordaban la verdad. Aunque como te digo, a veces es
difícil mantenerte en la verdad pues cuando tienes ataques de pánico y
ansiedad muy elevada, normalmente pierdes hasta el gusto por la comida, al
igual que por la vida, la cual ya no te sabe.
Ves la tele como si todo fuera ficticio, los demás te parecen tan lejanos a ti; tú
te sientes tan lejano a ti, como si fueras un extraño en el espejo. La acidez se
vuelve parte de la cotidianidad y todas las frases como tú puedes salir
adelante, ten actitud positiva, te saben a mentiras y hasta de malas te ponen.
Sientes que no puedes estar sólo, pero a la vez la compañía de los demás te
inquieta, quisieras llorar, pero no salen las lágrimas.
Tener ataques de pánico es algo que jamás le desearía ni al peor de los
criminales, ya que, aunque no he estado en una cárcel, creo que no ha de ser
tan agobiante como sentirse encerrado por uno mismo en su propio cuerpo.
Afortunadamente, los ataques de pánico tienen cura, y yo pude experimentarla
en carne propia, y hoy en día, agradezco a Dios, a la vida y al Universo que
los tuve porque pude mejorar mi vida y ahora ayudar a otros a hacer lo mismo.
Definitivamente los ataques de pánico y la ansiedad elevada son de lo peor
que he podido sentir en mi vida, pero al mismo tiempo, es de lo mejor que me
pudo haber pasado, pues a partir de que los superé y que transformé la
ansiedad en mi interior, aprendí y experimenté lo que realmente significa ser
libre y plena.
Mi intención con este libro, es compartirte mi testimonio y mi experiencia
personal sobre lo que hice para lograrlo, y que puedas encontrar ideas,
estrategias, recomendaciones o lineamientos para hacerlo tú mismo y sobre
todo, para ser más libre y feliz.
A partir de que superé la ansiedad, me he dedicado a transmitir el mensaje de
que sí se puede ser libre del sufrimiento que vivir así conlleva, siempre y
cuando estés dispuesto a dejar de luchar con ella, escuchar su mensaje y
generar una transformación interior y exterior.
Cuento con una página en internet donde muchas personas se acercan y me
preguntan si realmente se puede superar, si realmente yo ya no tengo
ansiedad y cómo le hice para lograrlo. Así es que independientemente del
programa o de la terapia que ofrezco a través de Desansiedad, decidí escribir
este libro para hablarte desde mi experiencia personal, y platicarte cómo fue
que sí pude liberarme del pánico y la ansiedad, más allá de la metodología que
he ido creando o de mi experiencia como psicóloga.
En general, te puedo decir que lo principal que hice para superarla, y como yo
digo, transformarla, es que generé un cambio importante en mi manera de
pensar ante la vida, ante los demás y ante mi misma; transformé muchos
hábitos mentales y costumbres que no me funcionaban, aprendí a reconocer

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mis emociones y canalizarlas y, sobre todo, creo que lo más importante, es que
me hice responsable de mí y conquisté mi libertad interior y exterior,
dejándome ser yo misma.
Si tú estás pasando por ataques de pánico o si simplemente vives con
ansiedad generalizada, quiero decirte que yo en lo personal sí creo que puedes
vivir libre de esos estados a pesar de que no te conozco, pero lo que también
sé, es que dependerá 100% de tu disposición para transformarte y enfrentar
tus miedos, ser auténtico y mostrarte al mundo como eres, y sobre todo, de
creer que sí puedes lograrlo.

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Capítulo 1
POR QUÉ SÍ CREO QUE PUEDES VIVIR
LIBRE DE ANSIEDAD
Sé que cada persona es diferente, y que las causas de la ansiedad pueden
ser multifactoriales, que quizás a algunos les cueste más trabajo que a
otros dependiendo de su cuerpo y mente. Aun así, con todas estas diferencias,
estoy segura de que todos tenemos el derecho, el potencial y la capacidad de
vivir plenos y satisfechos con quienes somos y nuestras vidas.
Independientemente de tus condiciones físicas, económicas o sociales, de tu
infancia o de las enfermedades que tu cuerpo pueda tener, la ansiedad es una
condición principalmente emocional y cognitiva, así es que en el momento en
el que aprendes a usar tu capacidad mental y manejar tus emociones a tu
favor,
puedes liberarte de ella.
Inclusive en el caso de que tu ansiedad sea principalmente heredada por
factores genéticos, he podido comprobar y observar mucha gente que es
capaz
de ir en contra de esas predisposiciones y transformar su cuerpo y su mente de
tal forma que se sana a sí misma. Estoy segura de que puedes aprender a
regenerar tus células, tu memoria corporal, y como muchas investigaciones ya
lo están demostrando, tu ADN. Claro, en estos casos, el cambio de vida ha de
ser más radical.
He de aclarar que esta es una opinión personal, y sé que muchos
profesionales
de la salud piensan diferente a mí, pero si algo me consta por experiencia
personal y por lo que la ciencia nos ha venido demostrando, es que los límites
son puestos por nuestra “mente y que en el momento en el que cambias tu
perspectiva y tu actitud hacia tu pasado, tu genética, tus condiciones físicas,
económicas o familiares, puedes liberarte de depresiones y ansiedades.
Entonces, si modificas tu estilo de pensamiento, si pasas de evitar a enfrentar,
de ocultarte a mostrarte, de presionarte a entenderte, de reprimirte a
liberarte... ¿por qué habrías de seguir sintiendo ansiedad? Si cambias tu
manera de comer, de vivir y de ejercitarte, si mantienes relaciones sanas y
positivas... ¿por qué no habrías de ser feliz? pero sobre todo... si haces lo
que te apasiona, si dejas de hacer que tu vida gire alrededor de los demás y
tomas la rienda de la misma... ¿por qué no habrías de poderla disfrutar?
Así es que sí, yo estoy segura que puedes vivir sin ansiedad a pesar de tus
circunstancias, genética o experiencias, pues la ansiedad depende de la
manera en la que estás interpretando cada una de estas cosas, si cambias tu
interpretación y mejoras lo que puedas mejorar en tu vida...estarás del otro
lado del camino donde mirarás hacia atrás y agradecerás lo vivido.

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Capítulo 2
¿CÓMO ENTIENDO A LA ANSIEDAD?
Para mí la ansiedad no es una emoción adaptativa que te ayuda a
sobrevivir; eso es el estrés. La ansiedad no es una emoción, es un estado
en el que entramos donde hay diferentes emociones, pensamientos y
sensaciones físicas. Una cosa es sentir angustia, ansia, inquietud o
nerviosismo, y otra cosa es sentir ansiedad, donde puedes experimentar esas
tres y otras al mismo tiempo.
El ansia, meramente como experiencia interna, habla de querer experimentar
algo que no estás experimentando ahora, es necesitar algo y sentirte carente o
falto de. Sin embargo, en este libro y en la información que yo comparto, me
refiero a ansiedad como éste fenómeno que involucra al ansia, y a otras
emociones, pensamientos y sensaciones físicas.
La ansiedad es precisamente la consecuencia de vivir con mucho estrés no
canalizado, acumulado y reprimido en tu vida, y cuando la ansiedad aparece,
lo hace para darte el aviso desde tu cuerpo y tu interior, de que necesitas hacer
un alto y generar algún cambio para sentirte mejor.
Es por eso que yo entiendo a la ansiedad como una aliada y amiga, pues me
hace ver lo que no me he dado cuenta o querido negar por un tiempo, para que
pueda transformarlo, evolucionar y retomar el camino que me lleva a mi
plenitud personal.
Yo no digo que la ansiedad sea mala, pero tampoco es adaptativa ni funcional.
Y esto me ha quedado muy claro después de platicar casi con cientos de
personas que la experimentan, si fuera una simple emoción que te ayuda a
sobrevivir, la usarías como usas al estrés; para moverte, para actuar, para
sobrevivir.
Lo que sí es real, es que demuestra y denota que en tu interior llevas luchando
por sobrevivir mucho tiempo, seguramente contra peligros que no son reales,
los cuales te han hecho sentir en peligro o vulnerable, y es por eso que te has
refugiado en tu mente que quiere controlar todos esos factores y te has
olvidado de tus emociones, hasta ahora, que se han hecho muy intensas.
Tampoco creo que la ansiedad sea una enfermedad o un trastorno incurable,
quizás puede ser enfermedad en el sentido de que tu cuerpo no está
funcionando en sus óptimas condiciones y que, por el contrario, te está
diciendo que necesita de más cuidados. Pero de ahí a que sea una
enfermedad
o trastorno incurable, no lo creo.
Yo entiendo trastorno como lo dice su significado etimológico (tras-torno) que
significa que vas girando para el lado contrario, y en el momento que empiezas
a girar al lado correcto, el trastorno se transforma. ¿Y cuál es el lado
correcto? El que va en sintonía con quien realmente eres, con tu salud y con tu
calidad de vida.
¿Cómo es girar al lado contrario?
Girar al lado contrario significa que estás interpretando la realidad de una

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manera que no es real, además, estás actuando en contra de lo que realmente
quieres y eres, quizás llevas mucho tiempo con una máscara o traje que tu
crees que te protege de sufrir, pero en realidad sólo te ahoga. Girar para el
lado contrario es ir en contra de ti mismo, y por eso te sientes perdido de ti en
la ansiedad, por eso no conectas con los demás ni con la realidad, pues vas
¿Y cuál es el lado correcto?
El lado en el que tus acciones van de acuerdo a tu verdadero ser, a tu esencia,
a tu naturaleza. El lado en el que dejas de ver muros con trinchetes a tu
alrededor y observas la realidad tal y como es, el lado en el que dejas de ser
víctima de las circunstancias y te conviertes en responsable, el lado en el que
vives en el presente, en lugar de adelantarte al futuro u obsesionarte con el
pasado.
El lado correcto es simplemente girar hacia lo que te lleva a tu paz interior
genuina, el lado incorrecto, es el que te lleva a sentirte cómodo pero no
necesariamente en paz.
Así es que ni, aunque encontraran y confirmaran que existe un gen de la
ansiedad, creería que tienes que vivir sufriendo toda tu vida, pues inclusive, tu
color de cabello puede cambiar con el tiempo, ¿por qué habrías de estar
limitado por tu genética? En el momento que algo en tu interior se compone de
pensamientos y emociones, en ese momento, tú tienes control sobre eso y lo
puedes transformar.
Creo que nadie nace con ansiedad, se la va generando a lo largo de la vida,
consciente e inconscientemente, va aprendiendo estrategias de supervivencia
y maneras de pensar equivocadas, va acumulando sus emociones y
llenándose de tensión, además de que puede ser que va viviendo una vida
llena de abusos, presiones y exigencias, perfeccionismo y dependencias.
Así es que… si dejas de hacer todo eso, si perdonas tu pasado y confías en ti
mismo ¿por qué habrías de seguir sufriendo?

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Capítulo 3
¿QUÉ SON LOS ATAQUES DE PÁNICO?
Los ataques de pánico son una de las máximas expresiones de ansiedad
que podemos experimentar, ya que son episodios intensos de angustia,
desesperación, sensación de ahogo, taquicardia, sudoración, temblores,
hormigueos, entre otros síntomas. Tienes la sensación de estar a punto de
perder el control o morir, con pensamientos de miedo sobre lo que está
pasando y lo que podría pasar.
Los ataques de pánico involucran muchas sensaciones físicas, emociones
densas y pensamientos negativos, normalmente duran entre 1 a 10 minutos,
aunque por nuestros pensamientos y el miedo que nos generan, pueden durar
más tiempo. El primer ataque de pánico normalmente llega de la nada, o sin
avisar, y después nosotros, al adelantarnos a los hechos o por tener miedo a
que vuelva a ocurrir, nos los volvemos a generar.
Imagina una montaña rusa, tú vas arriba del carrito y puedes elegir la
intensidad de las curvas y la altura de las subidas y bajadas. Si la vida fuera
esta montaña rusa, lo ideal sería que te mantuvieras con subidas y bajadas
leves, con curvas no tan pronunciadas y a una velocidad agradable, en
momentos rápido y en momentos más despacio dependiendo de tu estado de
ánimo.
Cuando vivimos así, aunque estemos en constante movimiento y con
momentos de estrés fuerte, podemos vivir en equilibrio. Imagina que los
momentos de estrés son las subidas, después de que vivimos esos momentos,
necesitamos recuperar el equilibrio, yendo hacia abajo, esto sería,
descansando, reponiendo las energías perdidas.
Lo que pasa con los ataques de pánico, es que ese estrés no lo reponemos, y
seguimos subiendo por la montaña rusa, mientras más vamos subiendo,
empezamos a sentir ansiedad, pero quizás no nos damos cuenta,
descansamos tantito y seguimos adelante. Continúas con tus actividades
diarias, y no te das cuenta que sigues acumulando estrés, sigues tan al
pendiente de tus cosas que no estás viendo a tu alrededor, no te estás dando
cuenta a qué altura vas.
De repente, pasa algo que llama tu atención, y esto sería, algún disparador
como por ejemplo la pérdida de un ser querido, terminar una relación, que te
despidan de tu trabajo o cualquier otra crisis de vida, y entonces abres los
ojos, volteas a tu alrededor y te das cuenta que estás hasta arriba de la
montaña, pegas tremendo grito y te sientes en pánico.
O bien, puede ser que no haya un disparador tal cual, sino que simplemente tu
cuerpo se cansa de estar en alerta, y activa todo su sistema de defensa, sin
ningún peligro aparente. Por eso es que tu cuerpo se activa como si estuviera
en peligro, pero al no verlo, la lógica conclusión a la que llegas es que algo
malo te debe de estar pasando. Pero es una señal automática enviada desde
tu cerebro a tu cuerpo después de pasar mucho tiempo en alerta.
Bueno, en palabras más realistas, nuestro cuerpo puede aguantar mucho
tiempo con altas cantidades de estrés, lo hace porque tiene recursos con los

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cuales te permite estar enfrentando los retos diarios sin que te des cuenta de
que por dentro te estás desgastando. Pero en la vida cotidiana que llevamos y
con el tipo de creencias que tenemos, vivimos con muchos peligros y alertas
que nos ponen en tensión, en estrés, y con pocos momentos para descansar y
reponer.
Es así que el estrés se va acumulando hasta que nuestro cuerpo ya no tiene
más recursos para seguir aguantando ese ritmo y de cierta forma renuncia, en
otras palabras, se termina su carga alostática, la que te permitía apaciguar los
síntomas del estrés, y de un día al otro, todas las sensaciones que tu cuerpo
fue aguantando como taquicardia, sudoración o inquietud, aparecen de un
momento al otro, todas juntas. Lógicamente asustándote increíblemente.
Tú crees que estás en peligro, pero en realidad no lo estás. Los miedos
principales durante el ataque de pánico son a morir, enloquecer, desmayarse o
perder el control, y esto es porque de un momento al otro tu cuerpo se siente
fuera de control, y equivocadamente lo que buscas es controlarlo, quitar los
síntomas, callarlo; cuando la solución real es dejar que el cuerpo explote, que
libere toda esa tensión que está queriendo liberar, que tiemble, que sude...
Claro, es difícil dejar que tu cuerpo haga eso por sí sólo pues de inicio te
asustas y quieres dejar de sentir eso rápido, pero en realidad tu cuerpo está
haciendo lo que necesita hacer para sobrevivir: liberar la tensión para
recuperar el equilibrio.
Así es que la próxima vez que sientas un ataque de pánico, intenta dejar de
resistirte a él, y recibe los síntomas como vienen. Deja que el volcán haga
explosión, déjate llorar, temblar o lo que en el momento estés necesitando, y
verás que al final, no moriste ni enloqueciste, que sigues a salvo, y tu cuerpo
estará mucho más tranquilo.
Por otro lado, es importante que sepas que el primer ataque de pánico que
tuviste fue el original, y probablemente, los demás han sido ocasionados por tu
miedo de volver a sentir eso que sentiste, sin embargo, recuerda, si tuviste ese
primer ataque de pánico y no moriste ni enloqueciste, los demás tampoco lo
harán.
Terminando la explicación, los ataques de pánico son un tipo de trastorno de
ansiedad, y la ansiedad es ocasionada por altos niveles de estrés. A veces los
ataques de pánico vienen con agorafobia, pues si nos dieron fuera de casa,
relacionamos equivocadamente que estar fuera es peligroso, y que sería
vergonzoso que los demás nos vieran así.
Claramente necesitamos dejar de tenerle miedo a los ataques de pánico y
dejar de darle importancia a lo que piensen los demás de nosotros, para que
realmente te puedas ocupar de sanarte a ti mismo y liberar la tensión que has
venido acumulando, ya sea por estrés físico real, o por creencias y
pensamientos que te generan ese estrés, o sea, por interpretaciones
equivocadas que haces de la realidad.
Finalmente, desde mi punto de vista, los ataques de pánico son la llamada de

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atención más fuerte que podemos recibir, de que es momento de
reconectarnos con nosotros mismos, recuperar nuestro equilibrio interior,
confiar en nosotros y recuperar nuestra libertad.

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Capítulo 4
MI EXPERIENCIA CON LA ANSIEDAD Y
LOS ATAQUES DE PÁNICO
Si me observo a mí misma clínicamente, empecé a experimentar lo que es
la ansiedad alrededor de los 8 años, cuando por lo menos una vez a la
semana me dolía la cabeza saliendo de la escuela por la tensión acumulada.
Llegando a mi casa, me sumergía casi toda la tarde en la alacena buscando
cosas azucaradas, y finalmente, a veces en las noches, me iba a dormir
llorando sin saber bien por qué.
En la adolescencia la ansiedad se seguía manifestando a través de la comida,
y así se mantuvo realmente hasta la Universidad, donde aprendí a canalizarla
también a través del alcohol y las fiestas. Durante la carrera de psicología, me
conocí a mí misma y comprendí que tenía éste perfil ansioso, aunque hasta
entonces, había predominado más la depresión y melancolía; solía sufrir por
amor y escribir poemas existenciales y de desamor.
Fue hasta que terminé la carrera que me enfrenté a tener que tomar decisiones
“importantes”, que mis esquemas de perfeccionismo, miedo al fracaso y
exigencias se detonaron realmente, vivía muy presionada por mantener un
trabajo que me diera dinero para poder vivir fuera de casa de mis papás, por
ejercer mi carrera y darle un valor al esfuerzo que mis papás habían hecho
para que lo hiciera.
Fue así que un día, dentro de toda esa rutina de presiones económicas y
profesionales, un viernes decidí probar la marihuana. En sí la experiencia no
estuvo mal, pero al día siguiente me empecé a tener mucha paranoia de que
mis papas se fueran a dar cuenta, me sentía culpable, mala persona, me
juzgué tanto a mí misma que sólo sentía angustia y arrepentimiento.
Al día siguiente, en domingo, tenía que viajar 9 horas en camión para ir a dar
un taller en Cuetzalan, un pueblo mágico en Puebla, México. Pero me sentía
tan extraña y desprotegida que convencí a mis papas de llevarme. Así es, a las
dos de la tarde salimos a un viaje que para ellos era innecesario, por una
carretera de curvas y acantilados, sólo porque no quería ir sola.
Obviamente que en el camino me iba culpando más a mí misma por hacer que
mis papas se estuvieran esforzando por mi siendo que íbamos a un asunto de
trabajo mío; me sentía aún más irresponsable y presionada. Al mismo tiempo
mi paranoia aumentaba pues un fin de semana pasado había estado con mi
novio en el mismo hotel al que nos dirigíamos, cosa que obviamente mis papás
no sabían. No podía dejar de pensar ¿y si la recepcionista dice algo? ¿el
mesero? ¿la recamarera? ¿y si mientras yo voy a trabajar se enteran?
Llegamos como a las nuevas de la noche al hotel y empecé a sentirme aún
peor, pedí de cenar un chile relleno de queso el cual a pesar de que estaba
delicioso, me revolvió el estómago generándome náuseas y más malestar. Nos
quedamos en el mismo cuarto pues el argumento con el que convencí de ir a
mis papás era que no iban a pagar hospedaje. Pero fue horrible, ya que al
apagar las luces, empecé a pensar ¿y si la marihuana me cayó mal y se me
bota? ¿y si me hago daño a mí misma? ¿y si le hago daño a mis papas?

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Los veía dormidos tan inocentes y desprotegidos, mientras que yo estaba llena
de miedo, levantándome cada media hora al baño, tratando de hacer yoga, de
respirar, de escribir... por ahí de las cuatro de la mañana me bañé y con eso
pude relajarme un poco más, les escribí una carta a mis papás dándoles
explicación de a qué hospital psiquiátrico y con qué doctor llevarme en caso
de que enloqueciera.
Yo estaba segura que estaba escribiendo esa carta totalmente desordenada y
sin sentido, pero si ahora la vuelvo a leer, me río, pues es la carta más
ordenada, objetiva y cuerda que he escrito.
Después de eso me fui a acostar, claro, antes aventé un abrecorchos que
llevaba en la bolsa desde el viernes pasado a la barranca, no fuera a ser que
estando dormida perdiera la razón e hiciera daño con eso.
Así fue mi primer ataque de pánico, logré dormirme con música relajante y
por el cansancio, pero amanecí a las seis de la mañana totalmente asustada
por lo que me había pasado, por sentirme tan mal y por tener esos
pensamientos.
Le platiqué a mi papá lo que estaba sintiendo y reaccionó increíblemente bien,
eso creo que me ayudó mucho, pues no se asustó, lo cual indicaba que quizás
no me estaba volviendo loca y también indicaba que mi papá, quien yo
consideraba totalmente desconectado del mundo de las drogas... tenía algo de
experiencia con los “malviajes” que te dan por la marihuana.
Después le hablé a Paulina, la directora de mi carrera de Psicología y
tampoco se asustó, ambos me recomendaron acercarme a Dios y pedirle su
orientación y aceptar que necesitaba hacer algo conmigo urgentemente. En
esas condiciones no pude asistir a mi trabajo, añadiendo más culpa a la
ecuación.
Hablé para cancelar y nos fuimos a rezar a la Iglesia del pueblo, dimos una
vuelta por las calles principales... y nos regresamos a primera hora en
dirección a la Ciudad de México donde me quedé de ver con Paulina para
platicar.
Ya se imaginarán mi nivel de malestar, hice ir a mis papás a Cuetzalan para
regresarnos al día siguiente, cancelé el trabajo que me estaba dando poco,
pero algo de dinero para mantenerme y ser independiente, iba camino de
regreso a ver a la directora de mi carrera quien siempre me elogiaba por mi
buen desempeño, pero ahora totalmente quebrada y sin la estrellita en la
frente.
A veces creo que una parte de mi generó todo esto para que mis papás no se
quedarán solos en el hotel y no se enterarán de que estuve ahí con mi novio, a
ese grado me daba miedo que se enterarán que ya no era una niña y que les
mentía, a pesar de ser la hija perfecta que parecía ser. También creo que lo
generé porque en realidad no me gustaba el trabajo, y si me pongo a leer lo
que escribía meses antes, en general no me gustaba mi vida ni lo que estaba
haciendo de ella.
En fin... durante un mes después de esto estuve yendo a terapia al DF (Ciudad
de México) pero sin mucha mejoría, mi papá me llevaba una vez por semana, y

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toda la situación tan sólo me hacía sentir como si estuviera enferma y
desvalida.
En las noches procuraba irme a dormir antes que mis papás para evitar que
fuera más noche y hubiera más peligro de que realmente les fuera a hacer
algo, evitaba entrar a la cocina porque ahí estaban los cuchillos, veía la tele
durante el día, pero todo me parecía una mentira, un teatro. Por primera vez en
mi vida experimenté lo que es la acidez y el sin sentido de la existencia,
llegando a dudar de que existe un Dios o el amor en la vida, viendo tan sólo lo
negativo y gris a mi alrededor.
También evitaba salir a la calle por miedo a sentirme mal, me refugiaba en mi
novio y en que me distrajera de mi malestar, pero apenas se iba y me
encontraba de nuevo conmigo y mis fantasmas. Me sentía en una tremenda
pesadilla y no estaba encontrando la forma de salir, tan sólo pensaba en las
mil maneras en las que me podía suicidar, pues prefería terminar con mi vida
que hacerles daño a mis papás.
Fue por esto que me decidí a ir con una psiquiatra, la cual, gracias a Dios, no
me medicó, al contrario, me dijo que yo no necesitaba medicamentos, que yo
no quería dejar de vivir, sino que más bien, quería dejar de vivir así. Eso me
hizo todo el sentido, entendí y capté perfectamente que el problema no era
vivir sino cómo estaba viviendo, y que ese sufrimiento tenía solución.
Así es que saliendo de terapia hice mis maletas y me fui a vivir con una tía al
DF que amorosamente me abrió las puertas de su casa, en 15 días ya tenía un
nuevo trabajo que parecía tener potencial de gustarme, y una vez por semana
iba con la psiquiatra, quien en realidad me daba terapia Gestalt, y ahí fue
donde pude ver las raíces emocionales y de mi infancia que me estaban
generando todo esto.
A la par, hice prácticamente todos los ejercicios del libro de Adiós ansiedad
de David Burns. A los tres meses de estar yendo a terapia, renuncié a mi
trabajo que había conseguido en el DF y me fui a vivir a Cancún, y a partir de
ahí mi mejora se potenció aún más.
Fue así, entre otras muchas cosas más que te platicaré en este libro, que no
sólo dejé de tener ataques de pánico y ansiedad, sino que logré experimentar
una plenitud que no recuerdo haber sentido antes.
Después de esa experiencia, sólo he vuelto a sentir ansiedad en dos
momentos de mi vida y sin duración de más de una semana, pues escucho lo
que la ansiedad me quiere decir, hago los cambios en mi vida y ella se va. Lo
más importante, es dejar de luchar con ella o asustarte por su presencia, y
entonces, su intensidad se mantiene moderada sin tener que llegar a los
ataques de pánico.

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Capítulo 5
¿QUÉ FUE LO QUE HICE PARA SUPERAR LOS ATAQUES DE PÁNICO?
Dicho todo lo anterior, te platicaré a continuación qué fue lo que hice
específicamente para superar los ataques de pánico. Intenté ponerle un
orden a lo que fui viviendo, sin embargo, muchas cosas se dieron al mismo
tiempo o durante un largo período de tiempo intercalándose con las demás.
En general, lo primero que hice, fue enfocarme en superar los ataques de
pánico, como a la mayoría de la gente que les da. Después, trabajé en
transformar los patrones que me generaban ansiedad y depresión, y
finalmente, en liberarme al cien por ciento de ella y en volver a disfrutar de mi
vida conquistando la auténtica libertad. Claro, todo esto sin ser realmente
consciente del proceso, pero gracias a que lo fui escribiendo, ahora es que le
puedo poner ese orden.
En mi presente me dedico a generar la vida que anhelo y de disfrutar de cada
momento como es, y te puedo decir que si bien he vuelto a experimentar
ansiedad leve y moderada, como con los cambios físicos durante el embarazo
o a causa del cansancio, no he llegado a experimentar esa intensidad de
miedo tan agobiante como lo hice en el 2008, y mucho se lo atribuyo a que
realmente modifiqué patrones de conducta, de emociones, de pensamiento, de
creencias y de cómo me mostraba al mundo, de cómo me relacionaba con los
demás.
Si pudiera establecer los puntos más importantes para superar los ataques de
pánico, tienen que ver con recobrar el poder en tu interior, reactivar la fe y
confianza de que existe una salida, de que no tienes por qué vivir así toda tu
vida, necesitas tomar la responsabilidad de que esto se generó en tu interior
porque ignorabas muchas cosas que hacías y muchas creencias que tenías
que te hacen daño, necesitas modificar esas creencias y la manera en la que
te mueves en el mundo; alerta, con control, en desconfianza, anticipándote.
Prácticamente, necesitas liberarte a ti mismo y dejar salir a la esencia que
llevas dentro y que alguna vez la escondiste para no salir lastimado, esa es la
realidad, pues en el momento que te escondiste (lo cual en su momento quizás
fue por tu propio bien), empezaste a estar más alerta de lo normal y a activar
tu cuerpo para huir, esconderse o atacar. Y una vez que ese peligro (quizás
real) se fue, te quedaste en esa misma actitud ante la vida, y es eso lo que
ahora hay que cambiar para que te puedas liberar de los ataques de pánico y
ansiedad.
Y finalmente, recordar que la ansiedad tiene un aprendizaje para ti, tiene un
sentido; un mensaje.
Quizás suenan a muchas cosas, pero no creas que es tan complicado, pues en
el momento que descubras que tan sólo necesitas dejarte ser y confiar en ti y
en la vida... la tensión y el miedo se irán desvaneciendo al paso de que vas
desmintiendo tus pensamientos y creencias irracionales uno por uno.
Así es que ahora te platico paso a paso qué fue lo que hice para superar los
ataques de pánico y transformarlos en libertad.

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Capítulo 6
ME RENDÍ Y ACEPTÉ QUE TENÍA QUE HACER ALGO DIFERENTE
El día siguiente del primer ataque de pánico, mis papás, con toda su
buena voluntad y amor, me llevaron a la Iglesia del pueblo en el que
estábamos antes de regresar al DF, y ahí sentada en la Iglesia, totalmente sola
a las 8 de la mañana, activé dentro de mí una actitud de rendición, en el
sentido de que acepté que algo estaba pasando conmigo que no funcionaba,
que no entendía, que me daba mucho miedo, y que necesitaba recibir ayuda. Y
que, por eso mismo, me ponía en manos de Dios completamente para
superarlo.
En ese momento, le dije a Dios que estaba dispuesta a hacer todo lo que fuera
necesario para curarme, y que por favor me guiara para que me volviera a
sentir en paz. Hice de cierta forma un acuerdo con El, en el que yo me
comprometía a hacer a un lado lo que creía que tenía que hacer, y que me iba
a dejar guiar por lo que fuera necesario hacer para curarme.
Saliendo de ahí, todo me parecía tan extraño, la gente me daba miedo y me
sentía totalmente separada de la realidad. En la carretera de regreso, la culpa
por dejar el trabajo y la sensación de irrealidad seguían conmigo. Y llegamos
directo a mi Facultad de Psicología, donde platicando con la directora de
carrera, volví a activar ese sentimiento de rendición, pues ahora desde la
psicología, me hizo ver que iba a necesitar trabajar en mí misma para salir de
esta crisis.
Me ayudó mucho que me dijo que era tan sólo una crisis, que iba a pasar, y de
paso, también me dijo que tuviera fe en que iba a salir adelante.
De regreso a casa de mis papás, lo único que pensaba era que tenía que
hacer algo diferente si es que realmente me quería curar de esto, era una
sensación, en la que aceptaba que algo había estado haciendo con mi vida
que no estaba funcionando, y que iba a necesitar aprender a hacerlo diferente.
En ese momento, la aparente causa de todo esto, era la marihuana que había
fumado, y por eso en el fondo yo seguía con miedo al daño cerebral que eso
me hubiera podido causar, y de que en cualquier momento se me pudiera
realmente “botar” y enloquecer. Así es que ese miedo seguía conmigo y me
acompañó durante un mes más, sobre todo antes de dormir, pero me ayudaba
sentir que, aunque yo no tenía la respuesta, la podía encontrar.
Ese sentimiento de rendición estaba un poco entintado de humildad, en el
sentido de que creo que por primera vez en mi vida acepté que me estaba
equivocando y que no tenía una respuesta, acepté dejarme guiar por la vida
misma y por quienes sabían de esto para salir adelante, y aunque no creas en
Dios o en la magia, creo que sí es importante que te rindas en el sentido de
dejar de querer controlar y explicar lo que te está pasando y aceptar que si te
está pasando, es porque algo desconoces de tu interior que lo está generando.
Recomendación
Siéntate por unos momentos en un lugar tranquilo, cierra los ojos y siente
cómo dejas de controlar tu cuerpo para que esté derecho, ríndete en el sentido
de dejar de controlarlo, ponte en manos de algo en lo que tu creas que tiene

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poder, puede ser en manos de tu propia esencia, y siente lo que es dejarte
llevar para superar este momento.

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Capítulo 7
ME ANCLÉ DE MI RESPIRACIÓN
Durante los momentos más difíciles de los ataques de pánico, los cuales
llegaban casi siempre en la noche antes de irme a dormir, lo que me
ayudaba era acurrucarme en la cama y concentrarme al 100% en mi
respiración.
Sentía todas las sensaciones, la angustia y el miedo venir, pero sabía que no
podía hacer mucho al respecto más que esperar a que pasaran, obviamente
que mientras tanto tenía muchísimo miedo de que en cualquier momento
pasara algo más grave, pero en el fondo de mí sabía que todo esto era
emocional y que no me iba a morir por ansiedad.
Entonces nada más me agarraba de la almohada y me concentraba en mi
respiración hasta que pasara. Imaginaba que solamente existía eso: mi
respiración. Que era la única realidad, que era lo único que estaba pasando en
ese momento: estaba respirando. Así es que de cierta forma era un ancla o
una cuerda de donde me agarraba mientras pasaba en medio del huracán
hasta que me quedaba dormida.
Muchas veces al mismo tiempo rezaba mientras que lo hacía o trataba de
tranquilizarme a mí misma, digamos que hacía lo posible por pasar el
momento y esperar a quedarme dormida. Con el paso de los días, fui logrando
que mis respiraciones fueran un poco más profundas, que llegaran a inflar lo
más posible el estómago para que fueran efectivas, y que al exhalar mi cuerpo
se pudiera ir soltando.
Obviamente que fui logrando esto en el transcurso de unas 2 a 3 semanas, en
las que todas las noches tenía que luchar conmigo misma para dejar de luchar,
para soltarme y simplemente dejar que la respiración hiciera sus efectos en mi
cuerpo, los cuales en su momento no sabía bien cuales eran.
La respiración tiene el poder de activar tu sistema nervioso parasimpático, el
cuál es el encargado de relajar tu cuerpo y reponer la energía perdida mientras
que estabas en alerta o en tensión, sin embargo, para que realmente funcione,
necesita ser a nivel de diafragma, o sea, como lo hacen los bebes, inflando el
estómago más que el pecho.
Obviamente que al principio mis respiraciones eran cortas, aceleradas y me
hacían sentir que tenía el pecho como comprimido o adolorido, pero a poco a
poco los músculos se fueron aflojando hasta que pude respirar más profundo.
Recomendación
Pon tu mano derecha a la altura de la boca de tu estómago (donde
normalmente nos da la colitis), y tu mano izquierda en tu pecho. Mientras
respiras tranquilo, siente cómo tu mano derecha sube primero, y después tu
mano izquierda, o sea, intenta llevar el oxígeno primero al estómago y después
a tu pecho, y al exhalar, suelta tu cuerpo como si te estuvieras quitando todo el
peso que llevas encima.

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Capítulo 8
LE ESCRIBÍ AL MIEDO
Durante esa primera semana de máxima irrealidad, hubo un momento que
decidí sentarme frente a la computadora y empezar a escribir. Poco a
poco me fui soltando hasta que, sin darme cuenta, ya le estaba escribiendo al
mismo pánico que sentía. En realidad, le estaba escribiendo a la parte de mí
que tenía los pensamientos horribles de hacer daño a los demás, y de cierta
forma, lo puse en su lugar.
Por un momento sentí que le estaba escribiendo a un monstruo o fantasma
que vivía dentro de mí, le estaba diciendo lo mal que me sentía de que
estuviera aquí, escribí todos los pensamientos que estaba teniendo, y por un
microsegundo logré reconectar conmigo misma, con quién soy en realidad,
volví a sentirme yo y a reconocer que yo no haría esas cosas que mi mente me
estaba diciendo, y fue desde esa voz interna, que le dije al miedo que se fuera
de mi vida y me dejara en paz.
Entonces le empecé a hablar con más firmeza al monstruo, le dije todas las
razones por las que estaba segura que yo no le haría daño a mi familia, que yo
no me mataría a mí misma, y todas las razones por las que era poco probable
que enloqueciera, también le dije todo lo que pensaba sobre la muerte y que
no sería tan grave si me moría en ese momento.
De cierta forma le dije la verdad y la realidad a mi propia mente, a mi miedo,
le puse un alto, lo regañé, le grité pegándole a las teclas de los signos de
exclamación, desahogué mi enojo a mí misma, a esa parte de mí que me
estaba diciendo todas esas cosas tan horribles, y al terminar... por primera vez
pude volver a sentir una poquita de paz antes de dormir.
Claro, en cuanto tuve el siguiente ataque de pánico, todas esas palabras
parecían haberse esfumado con las teclas, pero siento que fue importante
conectar con esa otra parte de mí: la real.
Pues cuando estamos con los ataques de pánico, pensamos tantas cosas tan
feas de nosotros, de los demás y de la vida, que estamos en un extremo
totalmente negro y depresivo, así es que es muy importante reconectar con la
verdad detrás de todas esas mentiras, aunque sea por unos microsegundos.
Claro que tuve que hacer muchas más cosas para que el miedo me dejara
realmente en paz, pero lo importante es que después de escribirlo pude
conectar con un momento de tranquilidad y relajación, lo cual, para esos días,
era un lujo. Y me di cuenta, que mientras me enfocara en recordar quién soy
en realidad, y que pusiera en su lugar al miedo, más posibilidades iba a tener
de sanar.
Recomendación
Intenta conectar con tu verdadero ser, pregúntate tú qué quieres en el fondo, tú
en qué quieres creer, reconecta con esa parte pura, divina y luminosa que hay
en ti, para que pases de la energía densa y negativa a la ligera y positiva que
también radica en ti.

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Capítulo 9
ME DEJÉ LLEVAR
Fue así que, en esas primeras semanas, comprendí que lo que me estaba
pasando superaba mi razón y mi poder personal en ese momento, me
sentía rebasada y sin armas o herramientas para hacerle frente, pero muy en
el fondo sabía que esto tenía solución, y fue por eso que decidí dejarme llevar.
Ahora que he vuelto a leer lo que escribía en ese entonces para desahogarme,
veo que esta parte fue muy importante, pues decidí convertirme en hoja y dejar
que la vida me llevara en este proceso de sanación, confiando en que
seguramente todo esto, por más oscuro que parecía, a algún lugar luminoso
me estaba queriendo llevar.
Dentro de mi activé un switch que ahora entiendo como humildad, en cuanto a
que acepté que, por esta ocasión, no tenía la más remota idea de cómo salir y
resolverlo (cosa que estaba acostumbrada a “saber” cómo resolver casi todos
mis dilemas o los de los demás), y que necesitaba de una guía externa a mí
para resolverlo.
Lo que sentía en mi interior, era un huracán que giraba dentro y fuera de mí, y
si lo pudiera poner en metáfora, al mismo tiempo que me anclaba de mi
respiración para sobrevivir los momentos de más acidez, pesimismo,
incertidumbre y confusión, también me dejaba volar, como decimos en
México, me ponía flojita y cooperando con el proceso por el que iba pasando.
Como si estuviera yo amarrada por una cuerda muy larga a la respiración,
pero al mismo tiempo el viento me llevaba de un lado al otro.
Para ejemplificarlo mejor, es como cuando te revuelca una ola en el mar, y tú
sabes que por más que quieras salirte de ahí rápido, la fuerza del mar, es más
fuerte que tú. Entonces, lo mejor que podemos hacer en ese momento es
saber dentro de ti hacia dónde está el cielo, proteger tu cuerpo en posición de
fetal, y dejarte llevar por el movimiento, eventualmente… el mismo mar te
escupirá.
Esto lo pude activar porque para mí estaba muy, pero muy claro, que mi
malestar provenía de mis pensamientos y de asuntos no resueltos en mi
psique, y que por lo mismo, no podía seguir queriendo resolver y entender esta
situación a través de mis pensamientos, pues la realidad es que no me estaban
llevando a ningún lado.
En ese momento, tuve que soltar el control y entregárselo a la vida misma, a la
parte sabia dentro de mí que quería sanar, al amor y al Dios compasivo en el
que creía. Lo curioso de todo esto fue que al soltar el control… lo fui
recuperando poco a poco.
Recomendación
Es de suma importancia que te animes a soltar el control de ti mismo, pues
cada vez que te aferras a querer sentirte bien, más mal te sientes, cada vez
que quieres controlar el ataque de pánico cuando lo sientes, y controlar todo lo
que haces para no sentirlo, más te lo estás generando. Confía en esa parte de
ti más sabia que tus pensamientos, que sabe por dónde llevarte, y déjate
llevar.

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Capítulo 10
ME ACERQUÉ A MI FAMILIA
En los siguientes días, recuerdo que hablaba mucho con mis hermanas
mayores, una de ellas sabía lo que eran los ataques de pánico pues ella
misma los vivió, y me ayudaba mucho cuando me decía que “esto va a pasar,
no va a durar para siempre”. Esa frase me la repetía a mí misma a cada rato,
pues a cada rato me sentía muy mal, y me ayudaba de mucho.
También platicaba mucho con mi mejor amiga con la que había vivido durante
toda la carrera, quien es psicóloga también. Ella fue quien me ayudaba a
darme cuenta que mis pensamientos eran irreales y a debatir con mi mente,
me invitaba un par de días a su casa donde me hacía un té de lechuga con
miel, y de cierta forma me ayudaba a estar fuera de casa de mis papas donde
más se me activaban los miedos, específicamente, el de lastimarlos.
Además, ella fue quien me prestó el libro de Adiós ansiedad de David Burns,
el cual fue parte fundamental para mi recuperación.
Al mismo tiempo, mientras que estaba con mis papas, intentaba decirles todo
lo que estaba sintiendo, aunque claro que omitía mis miedos a volverme loca y
lastimarlos. Pero ciertamente, me acerqué más a ellos en el sentido de que me
desahogaba libremente, a veces, hasta el grado de decir cosas sin coherencia
de las que luego me arrepentía y me sentía culpable, pero al menos no se
quedaba toda la tensión dentro de mí.
Si bien este punto me ayudó, en el fondo he de confesar que era un tema difícil
para mí, y seguramente lo es para ti, pues quienes están a tu alrededor hacen
todo lo posible por ayudarte, pero a pesar de eso, seguramente a ti se te
dificulta sentirte entendido por ellos. Aquí hemos de entender también que
para quienes no tienen información sobre esto o preparación profesional, y
sobre todo, para quienes no han vivido los ataques de pánico, se les dificultará
realmente comprender lo que te está pasando.
Entonces, al final del día, ya sea que me entendieran o no, yo no me sentía
entendida, y esto fue generando en mí una sensación de aislamiento
emocional, en el que fui optando por hacer las cosas a mi manera, pues claro,
todos te dicen lo que ellos creen que es mejor para ti, pero en el fondo no
sentía que sus palabras me ayudaran del todo.
Así es que logré entrar en una mezcla en la que me dejaba recibir su apoyo,
pero al mismo tiempo sin esperar que ellos me curaran, tomé cierto nivel de
dignidad y me alejé en el sentido de que ellos no iban a salvarme y que yo
tenía que salvarme a mí misma, y fue así que empecé a auto terapiarme e
inventar mis propios métodos para sentirme mejor.
Recomendación
Realmente te recomiendo que dejes de esperar que tu familia, amigos, pareja o
terapeuta te curen o te salven, toma lo mejor de lo que cada quien te dice, pero
siempre pregúntate a ti qué necesitas hacer para sentirte mejor, pues en el
fondo sí lo sabes.

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Capítulo 11
REALMENTE CREÍ QUE HABÍA CURA
Una parte fundamental para que me pudiera curar de la ansiedad, es que
creía que sí me podía curar de la ansiedad. Claro que había momentos
que pensaba que así iba a estar siempre y era cuando me quería suicidar, pero
en momentos de lucidez, era totalmente consciente de que esto me lo había
generado por mi manera de pensar y de sentir, y que definitivamente me podía
curar.
Por otro lado, sabía que era yo quien me tenía que curar a mí, claro que
buscaba métodos en internet y bajaba audio libros, claro que quería que mi
psicóloga me sacara del pozo donde me sentía, que mis papas regresaran al
pasado y hubieran hecho las cosas diferentes, claro que quería haber nacido
en otro lugar, haber ido a otra escuela y que todo hubiera sido diferente...
Y por supuesto, le gritaba y le imploraba a Dios que se me manifestara y me
diera instrucciones claras sobre qué tenía que hacer, claro que le rezaba
rosarios a la Virgen María para que me hiciera el milagro y me quitara esto
que estaba sintiendo... pero agarrarme de Dios me ayudaba a darme
esperanza, a darme fe, más en el fondo yo sabía que El me respondía... yo
aquí tengo todo lo que necesitas pero tienes que venir a tomarlo.
O sea, quien se tenía que mover era yo.
Y entonces después de que suplicaba que alguien me salvara, llegaba la
realidad y me golpeaba haciéndome ver que así eran las cosas, y con enojo y
hasta rebeldía la escuchaba diciéndome sólo tú puedes curarte a ti misma, no
puedes cambiar lo que ya fue, no puedes cambiar a los demás, deja de
esperar que otros te salven, sólo tu podrás hacerlo.
Claro que estuve muy enojada cuando los resultados del laboratorio salieron
perfectamente bien, o cuando el electrocardiograma parecía de quinceañera y
hasta felicitada salí, claro que quería echarle la culpa a mi cuerpo, tomarme
una pastilla y salir librada de esto... pero de nuevo, tenía que aceptar y
resignarme a la realidad de que no era culpa de nadie, que nadie me echó
ningún maleficio, que yo tenía que buscar las herramientas, las personas y las
soluciones de mi situación.
Cuando realmente comprendí y acepté esta realidad, fue que pude empezar a
mejorar. Mientras estaba en la lucha de encontrar culpables o salvadores, lo
único que hacía era perder aún más el control sobre mí misma y dárselo a los
demás.
Recomendación
Es de suma importancia que retomes el poder y el control sobre ti mismo en el
sentido de creer y convencerte de que sólo tú puedes sanarte, los demás te
podrán apoyar o guiar, pero al final, quien necesita hacer el trabajo de
transformarse a sí mismo, eres tú.

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Capítulo 12
ME SENTÍ AVE FÉNIX
Apartir de que pude aceptar que todo esto se trataba de un proceso
personal de transformación, me topé en internet con una imagen del ave
fénix, eso me hizo buscar más y descubrí que mi signo Escorpión está muy
vinculado con el ave fénix, pues es el signo del horóscopo que tiene la mayor
capacidad de renacer y transformarse miles de veces a través de su vida.
En realidad, se supone que el escorpión pasa de arrastrarse por los suelos a
convertirse en águila que vuela por los cielos, pero esto lo descubrí mucho
tiempo después. En su momento, me clavé con la idea de convertirme en ave
fénix y resurgir de entre las cenizas.
La idea principal del ave fénix es que es un ave que cada 500 años ha de morir
para renacer con toda su gloria, en este renacer hace uso de sus poderes
curativos y de sus dones. Así es que mi misión se convirtió en redescubrir
quién era en realidad, descubrir mis dones y mis fortalezas para ponerlas a mi
favor y convertirme en quien realmente quería ser, siendo más espíritu que
humana por así decirlo.
Siento que con los ataques de pánico realmente toqué el fondo de mi malestar
emocional que había experimentado con picos en mi vida, yo pensaba que ya
sabía lo que era sentirme muy mal, pero no creo que haya algo peor que los
ataques de pánico y la despersonalización.
Entonces... yo sentía que ya estaba hecha ceniza, y que ahora, me tenía que
rehacer a mí misma. En algunos momentos sentía algo extraño, que era sentir
como si me estuviera haciendo una cirugía en mi cabeza, esto en cuanto a que
sentía que estaba cambiando tantas cosas en mi interior que tenía la
sensación de estar en recuperación post operatoria de mi mente.
Pero era una sensación buena en el sentido de que sabía que sí me estaba
transformando, y el imaginarme como ave fénix me daba mucha fuerza. La
parte importante de esto es que supe que aunque me sentía terriblemente mal,
esto significaba que estaba tocando fondo, y que solamente me quedaba
levantarme e ir hacia arriba.
Recomendación
Te recomiendo que busques algún animal o tótem que te inspire en tu proceso
de recuperación, quizás es la mariposa que antes era oruga, quizás es el
águila
que toma perspectiva de todo, el león que hace uso de su fuerza y valentía
para
sobrevivir... en fin, busca algún animal, imprime su imagen y déjate inspirar
por ella.

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Capítulo 13
ME LLENÉ DE FE Y SENTIDO
Antes de tener ataques de pánico yo solía cuestionarme mucho sobre las
cosas, filosofar, escribir y llegar a conclusiones, inclusive tengo mi
cuaderno donde voy anotando mis hipótesis y conclusiones sobre la vida, y de
algo estaba seguro que había comprobado muchas veces: todo pasa por una
razón.
Yo confiaba en que, si existía Dios, ciertamente no era un ser vengativo y
justiciero, estaba cien por ciento seguro que la vida tenía un propósito
positivo, un sentido que nos llevaba a experimentar emociones positivas,
aunque esto significara pasar por emociones negativas. Yo solía ver los
accidentes, las enfermedades y los conflictos como oportunidad para crecer
como personas y como experiencias que traían un aprendizaje.
Y por más trabajo que me costó, me fui llenando de fe y de motivación para
recordar que esto también era algo positivo para mí, aunque de momento no lo
viera. Sabía que si Dios me estaba mandando esto (cosa que no creo que sea
Dios sino mi esencia), era para algo positivo. Poco a poco fui dándome cuenta
de que esto era verdad, pues fue tan sólo una llamada de atención de que
necesitaba dejar patrones negativos de mi interior.
Pero me fue muy, muy importante mantener la fe, pues he de confesar que por
momentos la sentía perdida y fueron esos momentos los peores dentro de toda
mi crisis, esos momentos en los que realmente aseguraba que Dios no existía,
que el amor era una fantasía inventada por Hollywood, que vivíamos
engañados pensando que había algo mejor al final del camino... esos
momentos eran los que me llevaban a querer tirarme por la ventana.
Y después regresaba la luz y la fe, y hubo un momento en el que decidí en qué
quería creer, en que, si el mundo era un lugar hostil sin sentido, o si todo lo que
sucedía era por un propósito positivo. Elegí la segunda. Y me escribí letreros
con mensajes y con frases por todos lados, pegué hojas en mi cuarto que me
recordaban lo que me mantenía motivada.
Si no hubiera mantenido la motivación y la fe, creo que mi proceso hubiera
durado mucho más tiempo, pero estaba segura que todo esto era para mi bien,
que había un aprendizaje de por medio, de que todo lo que vivía podía tener
un sentido, claro, si estaba dispuesta a encontrárselo.
Recomendación
No importa si crees en Dios, si tienes religión o no, busca en tu interior esa luz
que te llene de fe y seguridad de que esto que estás viviendo es para tu bien,
nada más necesitas esperar y estar dispuesto a descubrirlo.

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Capítulo 14
ME PUSE A TRABAJAR EN MI
Prácticamente todos los días durante 2 meses me sentaba a escribir sobre
algún ejercicio que pensaba, que me dejaba la psicóloga o que veía en
el libro de Adiós ansiedad de David Burns. Tengo hojas y hojas y hojas de
escritos, razonamientos, cuestionamientos, ventajas y desventajas de mis
creencias, corroboración de pensamientos negativos, de positivos.
Me sentía en una especie de taller auto impuesto en el que cada día tenía una
nueva tarea o un nuevo ejercicio por hacer, me escribía cartas a mí misma, a
mis papas, a mis hermanas, al mundo, a la ansiedad... escribía sobre lo que
creía, lo que no creía, lo que me enojaba... realmente me puse a trabajar en
mí, pero, sobre todo, en lo que más trabajé fue en aprender a cuestionar mis
pensamientos.
Hay una tabla de David Burns que es sobre el registro de la emoción diaria,
realmente lo hacía todos los días, en los que escribía un suceso que me
conflictuaba en su momento y después todos los pensamientos que tenía al
rededor de ese suceso, junto con las emociones que me generaban. Después,
debatía cada uno de esos pensamientos con la verdad y la lógica y observaba
inmediatamente en mi interior cómo dejaba de afectarme.
Al hacer este ejercicio descubría creencias arraigadas, entonces, hacía listas
de ventajas y desventajas de tener esa creencia, de qué me ayudaba, de qué
no, y al final, llegaba a una nueva conclusión. Después, hacía registros de mi
nivel de ansiedad al enfrentarme a los miedos, registros de la realidad, me
convertí en una registra todo para ver realmente la verdad y desmentir mis
pensamientos mentirosos.
Recomendación
Es muy importante que estés dispuesto a trabajar en tu interior, en descifrar tu
mente y descubrir tu propia verdad, en conocerte, redescubrirte y
transformarte en quién eres en realidad, pero para eso, apóyate de
herramientas que estén a tu alcance para realmente trabajarlo como si
estuvieras en un taller o diplomado, ¿el tema? tú mismo.

26
Capítulo 15
APRENDÍ A RELAJARME
ubo un momento en el que comprendí que mi cuerpo estaba
acostumbrado a estar tenso, en alerta, duro. Entendí claramente que
llevaba mucho tiempo acostumbrando a mi cuerpo a estarlo, y que no podía
pedirle que de un día para el otro se relajara, que iba a tener que echarle
muchas ganas para que aprendiera a estar diferente.
De cierta forma me hice a la idea de que si llevaba más de 10 años tensando
mi cuerpo, mínimo necesitaba la mitad de ese tiempo para re configurarlo a
una nueva forma de ser más relajada, lo bueno fue que no me tomó tanto
tiempo, pero dejé de exigirle a mi cuerpo que se relajara cuando en realidad
no sabía hacerlo.
Así es que empecé a enseñarle a mi cuerpo a relajarse, empezando por
aprender a respirar a nivel de diafragma, llenando mi estómago, reteniendo el
aire por 4 segundos, y liberando la tensión de mi cuerpo al exhalar. Hacía
también las relajaciones que aprendí en la carrera en la clase de “manejo del
estrés”, y poco a poco iba sintiendo cómo me quitaba capas de tensión de mi
cara y de mi cuerpo.
Lo importante aquí es que me tranquilicé en cuanto a que comprendí que no
iba a ser de un día para el otro, que tenía patrones de reacción aprendidas en
las que tensaba mi cuerpo en general, y que tenía que darme chance para
aprender una nueva forma de reaccionar.
Recomendación
Creo que es parte fundamental que aprendas a respirar correctamente y a
hacer
diferentes ejercicios de relajación como los de Jacobson, relajación
progresiva, tensar destensar, pero principalmente el ser consciente de tu
cuerpo y relajarlo cuando observas que se tensa, recuperar el control que
tienes sobre tus músculos.

27
Capítulo 16
DEJÉ DE CONTROLAR
De cierta forma, al reconocer que no podía cambiar mi pasado y que
tampoco podía cambiar a mis papas ni a mis hermanas, empecé a
darme cuenta de cuánto quería controlar lo que me pasaba, lo que me había
pasado, lo que me tenía que pasar... y a los demás.
Empecé a descubrir que era una experta en la manipulación emocional, claro,
lo hacía de manera pasiva y disfrazada de bondad y ternura, pero en el fondo,
sabía perfectamente qué decir y cómo decirlo para llevar a los demás a hacer
lo que yo quería que hicieran, que casi siempre tenía que ver con
acompañarme, llevarme o consentirme.
Me di cuenta también que mi costumbre de complacer a los demás era una
forma de controlarlos, pues, aunque en apariencia yo me sentía controlada por
ellos y que por eso no podía llevarles la contraria... en el fondo lo hacía para
quedar bien y después poder yo controlarlos a ellos. Por ejemplo, en la
escuela era experta para ganarme a los maestros en las primeras semanas de
clases, y después, podía hacer prácticamente lo que quería... honestamente.
Con mi papá era igual, de alguna forma me aprovechaba de su sobre
protección para que al final me terminara llevando a donde quería o fuera a
rescatarme de los lugares que ya me quería ir. Al final del día estaba
controlando a los demás y no me daba cuenta de eso. Aunque de lo que sí me
daba cuenta, era de cuando me molestaba y enojaba cuando no me daban
gusto en hacer lo que yo quería que hicieran, aunque eso fuera algo que desde
mi perspectiva fuera bueno para ellos.
Entonces no recuerdo bien cómo fue, pero sí recuerdo que todo esto me cayó
de sopetón cuando me di cuenta que era una controladora por excelencia,
cuando yo pensaba que era al revés. Y fue ahí que empecé a decirme el
mantra hago mi vida y dejo que los demás hagan la suya, y empecé a dejar
que realmente hicieran, actuaran, hablaran y se comportaran absolutamente
como quisieran, cosa que ya hacían... pero ahora no me molestaba.
Es como que le di libertad a quienes me rodeaban, les di la libertad de no
tener que complacerme, de no tener que ir por mí, llevarme o traerme, de no
tener que ser felices, de no tener que absolutamente nada, los liberé y con esto
obviamente que me liberé a mí misma. Al principio nos costó mucho trabajo
sobre todo, a mi papá y a mi acostumbrarnos a esta libertad, pues de repente
yo empecé a irme caminando y en camión o en taxi, pero al final esto nos vino
mejor a los dos.
Y, por otro lado, dejé de regañar a mi mamá sobre todo lo que hacía que no
me parecía, y también dejé de regañar mentalmente al mundo por ser como
era, a los políticos, a toda la gente en realidad. Me di cuenta que no puedo
controlar a los demás, que solamente puedo controlar la manera en la que yo
respondo a lo que hacen los demás, que yo puedo controlar cómo vivir, en
dónde y con quién estar, pero no cómo se comportan o lo que hacen con sus
vidas, y que tenía que dejar de controlarlos para hacer lo que yo quería.
Recomendación

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Identifica de qué maneras sutiles o no sutiles quieres controlar a los demás y
atrévete a abrirles la puerta de la cárcel mental en los que los tienes, te darás
cuenta que cuando los liberas no nada más te liberas a ti si no que todos
tienen la opción de respirar mejor.

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Capítulo 17
HICE CAMBIOS EN MI RELACIÓN DE
PAREJA
Con quien me acerqué mucho fue con mi pareja de ese entonces, él
tampoco había experimentado nada parecido, pero realmente me sentía
muy apoyada por él, pues sabía que contaba con su apoyo al 100%.
Pero al mismo tiempo que me sentía apoyada por él en la relación, empecé a
sentirme indeseable o inadecuada, culpable también por no poder disfrutar de
todo lo que él se esforzaba para hacerme sentir mejor. Empecé a sentir que no
me merecía estar con alguien que realmente me amara, y esto mismo fue
generando que me alejara emocionalmente de él, lo cual, más culpa y malestar
me ocasionaba.
Es curioso, que a pesar de que me sentía emocionalmente separada de él, al
mismo tiempo generé una dependencia emocional, la cual me generaba
ansiedad por separación cada vez que él se iba. Era una sensación de me
siento alejada de ti cuando estoy contigo, pero aterrada de que te vayas.
Esto, como en muchas personas con ansiedad elevada, generaba en mi la
ambivalencia de sentirme de cierta forma ahogada por la relación, con ganas
de salir a respirar, pero con mucho miedo de hacerlo. El ahogo en la relación
también apareció porque de un momento al otro, todo lo que platicábamos y
hacíamos giraba alrededor de mí, de mi bienestar y de la ansiedad (o al menos
yo así lo sentía), y cuando estás con alguien que se interesa genuinamente por
ti, esa persona hará hasta lo imposible por ayudarte a sentir bien, y
casualmente, la atención se aumenta hacia la ansiedad.
Fue así, que por donde volteara, mi realidad era ansiedad y no sabía cómo
salirme de ahí. En mi caso, terminé con mucho dolor esa relación de pareja,
sin embargo, me ayudó mucho a recuperar la confianza en que yo sola podía
estar bien y a desahogar la culpa y la sensación de ahogo que sentía.
Recomendación
Si estás en una relación de pareja, date cuenta que la misma ansiedad te
ayuda a generar dependencia con él o ella, te ayuda a que te ponga atención,
a que todo gire alrededor de ti, y a una parte de ti, esto le gusta. Por eso te
recomiendo que como pareja le quiten atención a la ansiedad, que no se
convierta en el tema principal de conversación entre ustedes. Por otro lado, no
te cierres, en el sentido que por sentir culpa o por sentirte inadecuado, te
empieces a quedar callado y alejar emocionalmente.
Y si en la relación ya se instauró la codependencia, necesitas enfrentarte poco
a poco a estar solo o sola más tiempo, y dejar de creer que sin tu pareja
estarás en peligro, pues no es real. También, pídele a tu pareja que de vez en
cuando haga sus cosas y salga con sus amigos o amigas, esto, para que
ambos vayan recuperando la libertad dentro de la relación y no caigan en la
codependencia que genera más ansiedad.

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Capítulo 18
LE DIJE A LOS DEMÁS MIS
PENSAMIENTOS SUICIDAS
Durante este tiempo, los ataques seguían en las noches, junto con la
irrealidad, el miedo a estar sola y el pánico a volverme loca y lastimar
a los demás. Y fue ahí que empecé a considerar la opción de quitarme la vida,
pues el sufrimiento era demasiado, y prefería morir que lastimar a la gente que
quería.
Al mismo tiempo, quitarme la vida me generaba aún más miedo y culpa, por un
lado, por lo que podrían pensar los demás de mí, por el sufrimiento que le
generaría a mi familia, y por la posibilidad de sufrir en las llamas del infierno
por toda la eternidad.
Entonces, estaba entre la espada y la pared, pues ambas opciones al final del
día representaban seguir sufriendo. Pasaron como 2 semanas con este fuerte
cuestionamiento, donde analizaba las dos opciones casi todo el tiempo, claro
que no se lo decía a nadie, también me daba miedo que pudieran
hospitalizarme o asustarse y preocuparse más por mí.
Pero ya no podía más, lo tenía que sacar de mi sistema, y se lo platiqué a mi
amiga psicóloga, a lo que que me respondió que ya necesitaba buscar
medicación. A pesar de que yo siempre había estado en contra de los
medicamentos y creía en la sanación a través de la medicina alternativa (cosa
que no estaba haciendo), era tanta mi desesperación, que acepté buscar a un
psiquiatra que me diera algo para dormir, pues quizás, mi problema era más
químico que emocional.
Después de eso se lo platiqué a mis papás y a mis hermanas, y esto nos
ayudó a ver la gravedad del asunto, aunque no me ayudó a mi en cuanto a que
me sentí más sobreprotegida y que los había preocupado de más, sin
embargo, me quitó el velo que traía en la frente y de cierta forma extraña me
sentí más ligera y tranquila de que los demás ya sabían en lo que estaba
pensando.
Esto también me ayudó ya que en terapia veía que era un patrón en mi el
querer evitarle preocupaciones y malestar a los demás, que me sentía como
con la obligación y responsabilidad de generarles bienestar, así es que trabajé
en el tema de confiar en que cada quien decide qué hacer con la información y
con la realidad, y que, si esa era mi realidad en el momento, no podía hacer
nada por evitar que les sintiera mal.
También me di cuenta que la ansiedad no era nada más un problema mío, en
el sentido de que también involucraba a mi familia, pues es como cuando un
miembro de la familia es alcohólico o depresivo, este miembro tan sólo pone
de manifiesto el conflicto que subyace en la dinámica familiar, así es que de
cierta forma a todos les ayudó a crear conciencia sobre lo que estaba pasando
con nosotros. La parte importante aquí es que yo reconocía que la ansiedad
que sentía no era nada más que yo tuviera un problema, pero al mismo tiempo,
sí era yo la única responsable por sanarme.
Recomendación

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Acepta la ayuda que los demás te quieren dar, es su responsabilidad y
decisión dártela, no porque te la den, ahora resulta que estás en deuda o que
les estás inquietando su vida.

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Capítulo 19
ME DI LA OPORTUNIDAD DE VIVIR
La primera sesión con la doctora fue increíble y siempre estaré
infinitamente agradecida, pues lejos de ser una plática en un consultorio
gris dentro de un hospital más gris, con bata blanca y separadas por un
escritorio, donde la atención está puesta nada más en enlistar los síntomas,
diagnosticar y mandar medicamentos, fue una sesión totalmente humana,
profunda y esperanzadora, en un lugar con naturaleza, sin objetos ni
propaganda de medicamentos entre nosotras, donde terminamos hablando de
Dios y el amor.
Recuerdo haberle platicado casi todos mis miedos y pensamientos
inquietantes, yo quería que los conociera para que si sí me estaba volviendo
loca, de una vez me mandara al hospital. Y recuerdo que me inquietaba ver
que su reacción era en realidad tranquila ante mis pensamientos, como si no
fueran tan horribles como yo los estaba pensando, lo cual al final del día me
dejo en claro que eran tan sólo pensamientos, y que no significaba que fuera
mala persona o que sí estuviera loca.
Al ver que ni con esos pensamientos me mandaba medicamentos ni se
asustaba, me abrí entonces a platicarle lo que más me inquietaba en ese
momento. Le dije que tenía ganas de terminar con mi vida, que ya no
aguantaba más y que realmente lo estaba considerando. De su parte obtuve la
misma reacción tranquila y empática junto con la respuesta que me hizo girar
de rumbo en ese momento, pues me dijo que yo en realidad no quería terminar
con mi vida, que lo que quería era terminar con el sufrimiento que sentía en
este momento de mi vida; que el problema no era vivir, sino cómo estaba
viviendo.
Y como balde de agua fría me cayó el veinte, el problema era cómo estaba
viviendo, y yo podía decidir cómo vivir, luego entonces, la solución estaba en
cambiar mi forma de vida.
Con esta noticia, al tener la opinión de una psiquiatra, y que no viera indicios
de que realmente me fuera a volver loca, realmente le creí, y eso me dio
mucha fuerza para entonces sí dedicarme a trabajar con lo que realmente tenía
que trabajar: mi interior.
Recomendación
Si estás pensando en terminar tu vida porque ya no aguantas más el
sufrimiento, significa que estás queriendo hacerlo precisamente porque quieres
vivir sin sufrimiento, o sea, en realidad, en el fondo de ti, lo que quieres es
vivir y ser feliz, solamente que de momento no lo estás experimentando, pero
eso no significa que no lo puedas experimentar después.
Si realmente quisieras dejar de vivir, sería porque estás viviendo la vida en su
máximo y aun así decidirías ya no vivir, pero si estás sufriendo, no estás
viviendo la vida, estás viviendo tus pensamientos distorsionados. Es por eso,
que te recomiendo que primero descubras lo que realmente es la vida, pues va
mucho más allá de lo que tú crees de ella, de las pocas experiencias que has
tenido o del sufrimiento que has conocido. Y atrévete a platicarlo, a sacarlo de

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tu sistema para que deje de ser tan sólo una interrogante interna que te
atormenta.

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Capítulo 20
TOMÉ MI PRIMERA DECISIÓN
Obviamente que salirme de casa de mis papás, en la condición en la que
estaba, causó conflicto, discusión y culpa en mí, pero yo sabía que si
realmente quería sentirme bien, tenía que empezar a hacer las cosas de
manera
diferente, dar un salto y poner distancia con mis papás, pues estando ahí era
cuando más sufría por el tipo de pensamientos que tenía y donde en realidad
no quería estar.
Al tomar mi primera decisión, dejé de verme como víctima de las
circunstancias y sin poder sobre lo que me estaba pasando, y siento que ese
día, la realidad se iluminó un poco más para mí, pues contacté con lo que
quería hacer, dejé de buscar la aprobación de mi familia para tomar mis
decisiones, me olvidé por el malestar que le estaba generando a mis papas y
como impulsada por un trampolín, me subí al camión.
Claro que seguía sintiendo ansiedad y por supuesto que la primera noche fuera
de mi casa fue horrible, pero al mismo tiempo esperanzadora en cuanto a que
me di cuenta que las puertas se me estaban abriendo, que habían personas
dispuestas a ayudarme, que me llegaban mensajes esperanzadores que me
dejaban ver que mi situación sí podía mejorar.
Al estar en casa de mi tía, prácticamente estaba sola en las mañanas, y esto
me ayudó mucho, pues pude escuchar aún más mis pensamientos, y sobre
todo, pude responderles en voz alta lo que pensaba al respecto, pude dialogar
con ellos y ponerles un alto.
A partir de aquí seguí tomando decisiones, como los lugares en los que
empecé a buscar trabajo y las personas con las que quería salir. Pero siento
que fue fundamental para mí el poner distancia de mi casa y del medio
ambiente donde ya me encontraba enviciada.
Recomendación
Cuando estamos con ansiedad, nos da miedo tomar decisiones, es más, nos
angustia tomar decisiones, pues por un lado no sabemos lo que realmente
queremos, y por el otro, nos da miedo de las consecuencias que decidir pueda
traer. Por eso te recomiendo que decidas lo que decidas, lo que necesitas
hacer es moverte, dejar de hacer lo que estás haciendo rutinariamente que
sabes que no te ayuda, hacerte caso y simplemente dar el salto.
Estoy convencida de que cuando más profundo caemos, es cuando más fuerza
tenemos para levantarnos y salir adelante. Claro, para saltar, necesitas confiar
en que hay piso debajo de ti, y en el mejor de los casos, de que tienes alas y
puedes volar.
Es como el pájaro, que su confianza no está depositada en la rama del árbol
sobre la que se para, sino en sus alas que le permitirán volar.

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Capítulo 21
ACEPTÉ QUE YO SÍ ME ENOJABA
a estando en el DF, iba a terapia una vez por semana con la misma
doctora, y puedo decir que cada vez que iba, convertía su consultorio
en un mar de lágrimas. Era casi imposible no hacerlo, tenía tantas cosas
acumuladas en mi interior, que, al hablar sobre ellas, sólo podía llorar y llorar.
Sobre todo, porque eran cosas que no le platicaba a nadie más, al menos no
de esa manera.
Al mismo tiempo que transformaba el consultorio en mar, me dediqué a
escribir en las noches sobre lo que sentía y pensaba, escribía sobre lo que
había visto en sesión e intentaba entender qué era lo que sucedía dentro de
mí.
Fue así que poco a poco fui destapando la coladera emocional y descubrí que
tenía la increíble capacidad de acumular, tragar, almacenar y negar mis enojos,
y que estos enojos se habían hecho más grandes de lo que imaginaba. Lo que
era quizá algo pequeño, ahora parecía todo un monstruo lleno de ira y
resentimientos. Es por eso que en este tiempo estaba demasiado intolerante
con mi familia en general y no sabía ni por qué.
Entonces decidí que durante una semana iba a escribir sin censura, sobre todo
lo que me enojaba en la vida, todo lo que me enojaba de mi pasado, de los
demás, de todo lo que me rodeaba, de mí misma... y así lo hice. Cuando digo
sin censura, me refiero a que por primera vez en mi vida me atreví a escribir
con groserías y con “malas palabras”, fui totalmente honesta desde detalles tan
insignificantes como me recontra molesta que los demás me llamen cuando
estoy dormida, hasta cosas más profundas como me enfurece que no soy
capaz de poner un límite cuando no quiero hacer algo.
Escribí sobre lo que me enojaba y causaba ira del mundo en general y de la
humanidad, saqué toda esa acidez que se había manifestado en mí. Era tanto
el enojo que inclusive en algunos momentos lastimaba y rompía la hoja de
papel con la pluma. Fue tan liberador…
Y cada vez lo confirmo más en mi experiencia clínica, hasta el grado que he
podido instaurar mi teoría que detrás de la ansiedad, en la mayoría de las
veces hay enojos, corajes, frustraciones y malestares reprimidos, no
aceptados, no reconocidos y no canalizados.
Entonces, descubrí que en el fondo yo lo que quería era ser amada, y que por
alguna u otra razón, me hice de estrategias para lograrlo, y una de ellas, fue
esconder mis enojos y frustraciones, y crearme una autoimagen equivocada en
la que simplemente yo no sentía enojos y frustraciones, yo siempre sentía
cosas bonitas y quería que los demás fueran felices.
Por eso al reconocer que sí los sentía, expresarlos y darme permiso de hacerlo
con libertad en una hoja de papel, pude liberar la tensión, y empezar a darme
cuenta en los momentos que guardaba mis emociones por agradar o por
cumplir con esa autoimagen equivocada.
Otra cosa que descubrí que me enojaba era el mismo hecho de dedicarme a
ayudar a los demás, pues al estar tan preocupada por los demás, me olvidaba

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de mí, y al final me enojaba de que los demás no hicieran lo que a mi punto de
vista “tenían que hacer”, e internamente, me enojaba no tener tiempo para mi o
que el tema de conversación no fuera yo.
Quizás es por eso que la ansiedad llega a nuestras vidas, para hacernos ver
que nosotros también somos importantes y que necesitamos de nuestra
atención.
Recomendación
Si de repente sientes que eres capaz de perder el control, como si un monstruo
se fuera a apoderar de ti y hacerte hacer locuras agresivas, es porque en el
fondo traes tantos enojos reprimidos que generan tensión física y emocional, y
te están diciendo que quieren que les pongas atención para que se puedan
liberar.
Con el simple hecho de ser consciente de estos enojos y de permitirte
reconocer que te enojas, que no eres ese concepto de “bueno e inmaculado”
que nunca siente emociones negativas hacia los demás y hacia ti mismo, lo
inconsciente se ilumina y empiezas a liberarte de ellos. Pues claro, no porque
traigas tanto enojo significa que vas a actuar en consecuencia a ellos, aunque
de repente quizás has arrancado en ira y terminas diciendo cosas que lastiman
a los demás, seguido de la inmensa culpa…
Pero de cierta forma siempre estás en control de ti mismo, y yo estoy
convencida que en realidad somos amor por naturaleza, y que es al no
experimentar ese amor que nos frustramos, después, no nos permitimos
expresar esa frustración, pues no va de acuerdo con la imagen que hemos
creado de nosotros mismos, la cual… es una imagen apta para conseguir
amor.
Así es que te recomiendo que empieces por aceptar que te enojas, que lleves
conciencia a esos enojos y que después encuentres la manera de expresarlos
o canalizarlos fuera de ti, con actividades físicas o artísticas, para que dejen de
generar tensión.

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Capítulo 22
ME EXPUSE A MIS MAS GRANDES MIEDOS
Durante los ataques de pánico, mi principal miedo era volverme loca y
hacerle daño a los demás o a mi misma. Claro que también me daba
miedo morir por ahogamiento o por un ataque al corazón. Pero principalmente
le temía a la pérdida de control y a la locura.
Para superar esto, lo que más me funcionó fue la terapia cognitivo conductual
que yo me auto aplicaba. Debatía con el pensamiento cada vez que me
llegaba, encontrando razones que demostraran la verdad, desmintiéndolo y
dejándolo en ridículo por así decirlo, al dejarlo sin argumentos. Fue con este
miedo que descubrí que no porque yo pensara algo significaba que era verdad,
y que no porque yo me sentía que estaba a punto de enloquecer significaba
que eso fuera verdad. O sea, empecé a dudar de mis propias conclusiones, y
activé una lógica mayor a mí misma: la de la realidad.
Y lo más importante, es que decidí creerle a esa realidad más que a mi misma.
Fue así que empecé a exponerme a la locura, para descubrir si realmente me
podía volver loca y perder el control o no. Claro que no fue fácil, pero poco a
poco me fui convenciendo de que era una total locura pensar que me volvería
loca.
Entonces empecé con mis experimentos. Mi mayor miedo era acercarme a la
cocina y entrar y ver un cuchillo o cualquier arma filosa con la que pudiera
lastimarme a mi o a otros. Entonces poco a poco me fui acercando a la cocina,
midiendo mis niveles de ansiedad y viendo qué era lo que en realidad pasaba.
Lo que en realidad pasaba era que del miedo y de la inquietud, no pasaba…
Así fui poco a poco hasta que logré tomar el cuchillo con mis manos, claro que
inmediatamente lo dejé y salí corriendo a encerrarme de nuevo en mi cuarto.
Lo volví a intentar un par de veces más, hasta que logré sostenerlo sin miedo y
observarlo como lo que es: una herramienta. Y me di cuenta que yo podía
decidir cómo usarla.
Mi máxima exposición fue tomar el cuchillo y subir las escaleras, llevarlo a
mi cuarto, tenerlo ahí conmigo, y después acercarme a mis papás con él. En
ese momento, se derrumbó la duda dentro de mi, y me quedó claro y
comprobado por la realidad, que yo no quería hacer daño, y que por eso no lo
iba a hacer, que al final estaba en control de mi misma y que yo siempre tenía
la última decisión.
Además de este miedo, también me expuse a las alturas, a la sensación de
que me iba a tirar por la barranca o por la ventana, o que manejando me iba a
ir contra el camión de a lado, me expuse a salir sola, a dormirme después de
mis papás, a platicar con gente desconocida, y como estos, miedos pequeños
que se presentaban cada día, cada vez que me llegaban, actuaba para ver si
eran ciertos o no.
Recomendación
Es muy importante que estés dispuesto a exponerte a tus miedos, te
recomiendo hacerlo rompiendo el miedo en pequeños pasos para que

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empieces por el que te sea más fácil. Al terminar la exposición date cuenta de
lo que realmente pasó, y confía más en la realidad que en tu pensamiento.

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Capítulo 23
CONFIÉ MÁS EN LA REALIDAD
Algo que me acompañó durante todo este proceso, era la necesidad de
conocer la realidad. De cierta forma me decía a mí misma prefiero
saber cuál es la realidad que vivir aterrada por una mentira. Entonces fue
así que poco a poco fui desmintiendo varias mentiras, no nada más estas
mentirotas tan grandes de los miedos limitantes, sino las pequeñas también
como por ejemplo ¿será verdad que de niña siempre fui callada? y entonces
iba y le preguntaba a mis papas y a mis tías, descubriendo que no siempre fue
así.
Me puse en el papel de científico y empecé a investigar cuál era la realidad
sobre mi infancia, sobre la idea que tenía de mí misma, sobre mis miedos del
futuro como si la gente sola era infeliz o si cuando decía que no era el fin del
mundo para la otra persona, o si mis papás se enojarían si les mostraba mi
enojo... en fin, casi cada idea que pasaba por mi mente la comprobaba con la
realidad, preguntando, buscando ejemplos que confirmaran una opción o la
otra.
También descubrí la realidad sobre pensamientos como siempre me siento
mal, registrando los momentos del día, con minutos incluidos... de cuando me
sentía mal y cuando me sentía bien, fue así que dejé de generalizar. Registré
los momentos de taquicardia, registré las veces que sí pasaba lo que temía
versus los que no pasaba. Y así... fue que realmente me di cuenta que casi
siempre lo que pensaba estaba equivocado, sobre todo cuando me hacía sentir
mal.
Aquí lo importante es que además de exponerme a la realidad, me dejé
convencer por ella, asumí con humildad que estaba equivocada, y que si eso
que temía no había sucedido o no estaba sucediendo, lo más probable es que
no iba a suceder, y que no porque yo sentía que podría suceder, significaba
que era un hecho que sucedería.
A partir de ahí estos aprendizajes me han ayudado en otros aspectos de mi
vida, en los que me abro a descubrir la realidad antes de juzgarla a partir de
mi pensamiento o mi sentimiento. Es por todo esto que llegué a una de mis
máximas, por así decirlo, que me guían constantemente y es que: Si me hace
sentir mal, probablemente es una mentira, si me hace sentir bien,
probablemente es una verdad.
Recomendación
Te invito a buscar sobre las distorsiones cognitivas, las creencias irracionales
y las falacias de pensamiento con los cuales manejamos nuestra mente e
interpretamos equivocadamente la realidad, pues cuando nos sentimos con la
visión nublada, deprimidos, confundidos, es porque estamos creyendo en una
realidad que no es verdadera, que es producto de estos pensamientos
distorsionados, y una vez que descubres la distorsión, la realidad se empieza a
abrir paso, y con esto, descubres y vives la verdad, y con esto, experimentas la
libertad.

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Capítulo 24
ME DEJÉ SENTIR LAS SENSACIONES
Me cuerdo que la ansiedad elevada llegaba de repente, casi sin avisar, en
los momentos menos oportunos, y en estos momentos, lo que aprendí a
hacer fue a escapar al baño a relajarme. Ahí lo que hacía era sentarme y
decirme a mí misma todo está bien, esto va a pasar, mientras que me decía
eso, cerraba los ojos y sentía todas las sensaciones que estaban llegando,
esto, mientras me agarraba por así decirlo de mi respiración.
Recuerdo una ocasión en la que me encontraba ya viviendo sola y tenía mucho
miedo de que algo malo pudiera pasarme, poco a poco fui sintiendo como se
acercaba un ataque de pánico, o quizás, cómo me lo estaba generando... y
entonces, me senté en el sillón, abrí las manos, cerré los ojos y le dije Ok
¡Aquí estoy! Haz lo que tengas que hacer! y mientras las sensaciones
empezaban a aumentar... le decía llégale-llégale-llégale, vas-vas-vas-vas, haz
lo que tengas que hacer (jeje).
Mientras tanto, yo era un mar de lágrimas en pleno pánico por dejar que el
ataque hiciera lo que tuviera que hacer, fue como aventarme de un precipicio
sin saber si caería en agua o en tierra ni que tan alto sería la distancia. En ese
momento, fue un volado, pues pensé que más valía saber si el ataque de
pánico me mataría o me volvería loca, que estarme resistiendo a él cada vez
que llegaba.
De cierta forma, yo sentía que al resistirme al ataque, al distraerme o al
“controlarlo”, impidiendo que las sensaciones llegaran a su pico, me estaba
manteniendo a salvo, libre del peligro de morir o enloquecer, entonces, al
soltar toda esa resistencia, me arriesgué a descubrir qué pasaría al final, pero
preferí hacer esto, para ya saber de una vez por todas a qué me estaba
enfrentando.
Para mi sorpresa, terminé riendo de alegría, el ataque de pánico no sólo no me
mató o enloqueció, sino que me dejó totalmente relajada y de cierta forma
liberada. Pero para lograr esto, tuve que sentir todo lo que estaba sintiendo, y
sí, mientras que lo hacía no lo estaba pasando nada bien, pero definitivamente
valió la pena hacerlo, pues ese fue en realidad mi último ataque de pánico que
tuve, ya que le perdí el miedo totalmente, no sólo por lo que “sabía” sino
porque ya había vivido la verdad: mi cuerpo quería liberarse, yo no estaba en
peligro.
Recomendación
Realmente te recomiendo que dejes de distraerte, controlar, rechazar o
reprimir los ataques de pánico, pues con esto solo aumentas la tensión,
necesitas dejar que tu cuerpo libere las sensaciones, que se expresen, que se
canalicen, para que pueda recuperar su equilibrio y ayudarte a relajarte.

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Capítulo 25
ABANDONÉ LAS VENTAJAS QUE RECIBÍA
POR LA ANSIEDAD
Así es, descubrí que el tener ansiedad y seguir con los ataques de
pánico, me estaba ayudando a muchas cosas que no me daba cuenta, me
di cuenta que estaba recibiendo ganancias secundarias que hacían que por
más que yo quería vivir sin ansiedad, ella seguía ahí. Este fue el punto decisivo
para que realmente pudiera dejar ir la ansiedad, si no hubiera hecho este
trabajo, yo creo que la ansiedad seguiría en mi vida.
Por ejemplo, llegó un momento en el que yo ya usaba a la ansiedad como
pretexto para echarle la culpa a los demás de mi sufrimiento y poder
victimizarme, como pretexto para aventarle mi enojo a los demás sin sentirme
culpable, y como pretexto de dejar de hacer lo que sabía que necesitaba
hacer… pues claro “tenía ansiedad”.
La ansiedad me ayudaba para evadir mis responsabilidades mal entendidas de
la vida adulta, para recibir la atención de mis seres queridos, para por un
momento, dejar de ponerle tanta atención a los demás y que por primera vez
en mi vida, desde mi perspectiva, se tratara de mí.
Además, en mi relación de pareja, la ansiedad me ayudaba para tener un
pretexto de no intimar sexualmente, cosa que me generaba mucha culpa en su
momento por la misma confusión de qué está bien hacer y qué no.
También, el tener ansiedad, reafirmaba mi personalidad melancólica y
depresiva que por mucho tiempo había tenido, ya tenía un pretexto para vivir
esa melancolía y acidez ante la vida al 100%. Digamos que la ansiedad me
ayudó a dejar salir lo que por dentro escondía muchas veces, pero que no lo
mostraba porque no iba con quien “debía de ser”.
Obviamente que la mayoría de estas ventajas provenían de mi niña interior,
que de cierta forma estaba haciendo berrinche y quería llamar la atención,
salirse con la suya y no crecer. Y otras ventajas simplemente eran ganancias
secundarias que de manera inconsciente hacían que me apegara a ella y no la
dejará ir.
Es por esta razón que muchas personas se encuentran en momentos felices y
contentos, y cuando se acuerdan que tienen ansiedad, vuelven a sentirla, es
como si no la dejaras ir porque ya es parte de ti de cierta forma, por esto es
importante que te atrevas a despedirte de las ganancias secundarias que la
ansiedad te da, y buscar la forma sana de satisfacer esas necesidades, pues
de lo contrario, tu querrás seguir sintiéndola.
Recomendación
Haz una lista de ventajas y desventajas de la ansiedad, pensando en las
ganancias secundarias que te da, en las necesidades infantiles que cubres, y
dale una puntuación a cada una, para que puedas sumar si valen más las
ventajas o las desventajas, cuando las desventajas sumen mas que las
ventajas, entonces estarás listo para dejar ir a la ansiedad. Y finalmente,
pregúntate de qué otra manera adulta puedes cubrir para ti mismo esas
necesidades que esta cubriendo la ansiedad.

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Capítulo 26
DEJÉ DE CREERME TAN ESPECIAL
Con esto me refiero a que yo creía que era la única con un problema de
ansiedad en el mundo, la única con esos pensamientos y miedos, la
única y diferente en el mundo. Ahora, claro que soy única, diferente y
especial... pero no desde el sentido en el que lo estaba tomando, pues de
cierta forma lo tomaba como todos necesitan atenderme y ayudarme a estar
mejor.
Inclusive tengo una tía que desde niña me decía “Reina Fabiola”, pues de
alguna forma era la consentida de mi familia y las cosas sí giraban un poco al
rededor de mí.
Entonces, de las cosas más sanas que he podido hacer en mi vida es dejarme
de ver tan especial, creer que todo tiene que ver conmigo y tomarme las cosas
de manera personal. Me di cuenta que lo que yo sentía lo sentían millones de
personas más, que tenemos una conciencia compartida, que como seres
humanos traemos de cierta forma los mismos retos y cuestionamientos, y que
no porque yo los tuviera me hacía más importante o especial que lo demás.
Así es que empecé a platicar sobre lo que me pasaba, y empecé a descubrir
que no era la única, que muchos de mis amigos también tenían o habían tenido
ataques de pánico, y que todos, al sentirnos especiales, no lo decíamos por
miedo a dejar de serlo. Estoy de acuerdo que cada quien vive la experiencia
de manera diferente, desde sus zapatos y desde su historia, pero al mismo
tiempo, hemos de reconocer que somos igual de humanos que los demás.
Por otro lado, dejé de esperar que los demás me dieran tanta atención y que
las pláticas y actividades giraran alrededor de Fabi se siente mal, hay que
actuar en función de eso, pues en realidad era muy agotador y hasta asfixiante
esta realidad. Así es que al hacer esto, indirectamente dejé de darle tanta
importancia y especialidad a la ansiedad en sí, a la tristeza, a la confusión y a
todas las cosas densas que me pasaban dentro.
Si me sentía mal, me buscaba un lugar tranquilo para ocuparme de mi, pero ya
dejaba de llamar la atención con eso o querer hacerlo más importante de lo
que era. De igual forma, dejé de reclamar sobre los conflictos de la infancia y
de decirles lo mucho que me afectó.
Me dediqué más bien a ocuparme por sanar, perdonar, ir a terapia y hacer lo
que me correspondía, y dejé de usar todo esto como llamada de atención para
los demás.
Recomendación
Identifica de qué manera le das más importancia o agrandas lo que te sucede
para llamar la atención de los demás, lo haces por cubrir una necesidad
emocional, y esa es la que has de cubrir tu mismo para ti.

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Capítulo 27
DECIDÍ VIVIR UN AÑO AL 100
Después de un tiempo de que iba a terapia, y hacía mis ejercicios, aún
seguía conmigo la depresión que me hacía pensar en que ya no quería
vivir así. Seguía con esa sensación de desconexión de mí misma, de las
personas y de la realidad, aunque ya sabía que no me iba a volver loca…
simplemente me sentía extraña y desconectada.
Y un día fui a una boda de un amigo y me sentía tan separada de los demás,
haciendo como que disfrutaba bailar, comiendo sin saborear… cuando
normalmente yo disfrutaba mucho de bailar y de la comida y de las bodas,
pero en este caso no estaba disfrutando absolutamente nada.
La mayoría de la boda estuve dándole vueltas a la idea de terminar con mi
vida, pues ¿qué caso tenía vivir si no podía ni disfrutar de una boda?
(equivocadamente pensaba).
Entonces, en una de mis múltiples idas al baño en busca de aire por respirar,
mientras que me veía al espejo, me dije a mi misma Ok, va, si quieres ahora
sí vemos la forma de terminar con esta vida, pero antes, te vas a dar una
última oportunidad para ser feliz, y vas a hacer lo que se te pegue la
regalada gana durante un año.
Y así lo hice. Decidí que me iba a regalar un año más de vida y que lo iba a
vivir como yo quisiera, que me iba a olvidar de cumplir mi supuesta misión en
esta vida, de aprovechar lo que había estudiado, de tener o no dinero, de
resolver mis asuntos o mis miedos… simplemente decidí dedicarme a mandar
a todos y todo a volar, incluyendo a la ansiedad y hacer lo que quisiera.
Y quizás te suena a rebeldía, pero en realidad no lo fue tanto. Para lo que me
ayudó esto fue para llegar a un acuerdo conmigo misma y dejar de darle
vueltas a la idea sin llegar a nada. Me ayudó a terminar de quitarme de la
cabeza todos los deberías que tenía dentro, todas las exigencias y presiones
de lo que tenía que hacer y de quien se suponía que tenía que ser, y pasé a la
acción.
Entonces, renuncié a mi trabajo un par de días antes de que me despidieran,
pues claro, en realidad no me gustaba estar ahí y se notaba, y me fui a vivir a
la playa con mi hermana mayor. Y durante los siguientes meses, seguí con ese
chip en mi cabeza de hacer lo que realmente quisiera sin mirar para delante y
sin mirar para atrás.
Me dejaba llevar por el día y por los antojos del momento, y cada vez que me
llegaban los pensamientos enjuiciadores o de presión como pero… ¿y qué vas
a hacer de tu vida?, simplemente, los mandaba a volar y regresaba a disfrutar
de lo que estaba haciendo. Me ayudó mucho el convivir con mis sobrinos,
quienes aún eran niños y como buenos niños, viven en el presente, entonces,
empecé a tener momentos ricos en el presente.
Recomendación
Si no te importara el dinero, el trabajar, el quedar bien... si no te importara
darle gusto a los demás o recibir su aprobación ¿qué harías en éste momento
de tu vida? ¿qué harías mañana? no importa si eso no te lleva a ninguna meta

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productiva, intenta hacerlo, siente lo que es vivir la vida como quieres vivirla.

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Capítulo 28
SANÉ A MI NIÑA INTERIOR
En el proceso terapéutico al que asistía una vez por semana, lo que
principalmente trabajé fue en sanar, salvar y aprender a cuidar a mi niña
interior. Es impresionante que, estudiando psicología, nunca había oído hablar
de mi niña interior. Pero aun así, ella vivía dentro de mí y con la ansiedad,
había despertado haciendo berrinche.
Así es que aprendí a conocerla, me atreví a volver a ver a quién era de niña,
contacté tanto con mis alegrías y libertades, como con mis necesidades no
cubiertas, aprendí a escucharla y ver qué era lo que estaba necesitando.
Y lo que me di cuenta que estaba necesitando, era una mamá que la hiciera
sentirse a salvo, una mamá que le pusiera atención y que estuviera orgullosa
de ella. Así es que me dediqué a ser mi propia mamá. Aprendí a darle a mi
niña interior el consuelo, el apapacho y la seguridad que necesitaba para
sentirse a salvo.
Al mismo tiempo, perdoné en su nombre a mis papas, por todo aquello que
ella sintió que no recibió o por todo aquello en lo que fue lastimada. Claro que
en el proceso me encontré muchas veces reclamándole a mis papas,
aventando dolor y hablando mucho del pasado. Esos momentos era cuando
ella se apoderaba de mí, pero desde el berrinche y el dolor.
Lo que tuve que aprender a hacer, era a reconocer cuándo estaba tomando el
control mi niña interior, y ponerle límites con amor, para que así, yo me
animara a ser la adulta en la que me estaba convirtiendo, y darle la seguridad
que ella estaba necesitando.
Aquí he observado que muchas veces en la ansiedad, nuestros niños internos
son los que se activan, y es por eso que nos sentimos tan desprotegidos y
vulnerables. Muchas veces he escuchado decir a muchos clientes me siento
como un niño, tan sólo quiero que me abracen y me protejan, ¡y claro!
Es en el momento de crisis, en ese momento en el que te das cuenta que estás
pasando a la vida adulta, con sus responsabilidades y decisiones, que nuestros
niños se activan para ayudarnos a resolver lo que no está resuelto, y de esta
forma, tomar el poder sobre nosotros mismos y entrar a la vida adulta con más
seguridad, y al mismo tiempo, con las cosas positivas de nuestros niños
internos: su esencia.
Fue así que, al volver a conectar con mi niña interior, que recordé quién soy en
realidad, quién soy en esencia, me di cuenta que fue poco a poco que me fui
haciendo de una personalidad que ya no me estaba funcionando, y decidí
retomar lo que sí me gusta de mí misma. Volví a sacar las fotos de mi infancia,
y rescaté todo lo que observaba que me encantaba: mi chispa, ternura, mi
mirada alegre, mi curiosidad por el mundo, mi imaginación de fantasía, mi
creatividad, mi ilusión por vivir, mi simplicidad.
Sin darme cuenta, al salvar mi niña interna, me salvé a mí misma.
Es por esto que te recomiendo que perdones lo que tengas que perdonar, y
que te des a ti mismo y a ti misma lo que estás necesitando para sentirte mejor:
atención, comprensión, empatía, reconocimiento, pertenencia, y, sobre todo,

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seguridad.
Recomendación
Es posible que te sientas como niño chiquito que lo único que quiere es
sentirse protegido y amado, y si es así, créeme que es tu niño interior el que
está en acción. Él o ella, también es el que está en acción cuando en los
momentos de ansiedad, sin darte cuenta, terminas llamando la atención de los
demás o poniéndote en un lugar de víctima frente al otro, es el que te hace
sentir que tú no puedes cuidarte a ti mismo y que necesitas forzosamente de
alguien más a tu lado para sentirte a salvo.
Por eso es sumamente importante que sanes a tu niño interior, y lo que te
recomiendo es que empieces por escucharlo y reconocerlo dentro de ti, por
darte cuenta cuándo es que emerge pidiendo de tu atención. Paso siguiente,
ese niño necesita protección y seguridad, pero quien se la necesita dar eres tú.
Por eso, conviértete en tu propia fuente de seguridad, sé tu propia mamá y tu
propio papá, sé inclusive tu propia pareja.
Esto lo puedes practicar llevando a cabo tú mismo las acciones que hacen los
“fuertes” que te rodean. El objetivo es que tú hagas por ti lo que los demás
hacen que te hace sentir protegido y a salvo, desde darte un abrazo, ponerte
atención o decirte palabras de aliento.
También puedes hacer una lista de cualidades, fortalezas y virtudes con las
que tú cuentas, y que te hacen una persona capaz de cuidar a alguien más,
pero ahora, pondrás esas cualidades a tu servicio. La bueno noticia es que
seguramente eres muy bueno para encargarte de otros, ya sabes hacerlo,
nada más es cuestión de ahora hacerlo por ti.
Cuando vuelvas a disfrutar de tu propia compañía, y confiar en que eres capaz
de cuidarte a ti mismo y protegerte, tu niño interior podrá volver a relajarse y
dejará de generar su parte de ansiedad dentro de ti.

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Capítulo 29
LE PUSE UN ALTO A MI JUEZ INTERIOR Y
DESCUBRÍ QUIEN SOY EN REALIDAD
Recuerdo a la perfección un momento en la terapia en la que pusimos a
dialogar a mi niña interior con mi juez interior. Después de varios
minutos de dimes y diretes, en los que el juez interior parecía llevar la
victoria, algo pasó con mi niña interior que se fusionó con quien era ahora, y
aparentemente de la nada, tomó una fuerza parecida a la del ave fénix,
interrumpió al juez interior y le dijo con fuerza pues no me importa lo que
dices ¡Primero voy yo! Y voy a hacer lo que quiero.
Fue increíble y demasiado liberador. El silencio invadió el consultorio y me
quedé atónita de sentir esa fuerza en mi interior, y supe, en ese momento, que
esa era quien yo era en realidad, que yo no era todos esos juicios y deberías,
que yo no quería todo eso que el juez interno decía que tenía que hacer, yo era
la que acababa de responder, y volver a sentirme… a mí misma, fue increíble.
Sentí como todas mis neuronas volvían a conectarse y yo me conectaba con el
mundo, sentí seguridad, fuerza y poder, claridad y una explosión interna de
satisfacción. Todo esto, obviamente, en menos de un minuto. Es aquí donde
puedo ver que el tiempo es tan relativo…
La discusión terminó ahí, y ya platicando con mi terapeuta, me di cuenta que
mi juez interno tenía sometida a mi niña interna; no la dejaba ser, no la dejaba
disfrutar de la vida a menos de que cumpliera con una serie infinita de
requisitos, y al mismo tiempo, tenía llena de miedo a mi adulta que pretendía
ser.
Descubrí cuáles eran todos esos requisitos que tenía supuestamente que
cumplir, como, por ejemplo, hacer siempre algo de provecho para los demás o
para el mundo, trabajar en acercarme cada día más a la perfección, dedicar mi
tiempo a cuestiones altruistas que pudieran salvar al mundo, hacer a un lado
mis deseos de placer y sacrificarme siempre por una causa con sentido en el
futuro, pensar siempre en mis metas y en alcanzarlas, y privarme de disfrutar
el presente sin antes haber cumplido con todos mis pendientes, o sea, primero
tenía que ser productiva, y ya después podía ver si me dejaba descansar y
disfrutar, lo cual… casi no sucedía, pues siempre hay algo nuevo por hacer o
algo más por lograr.
También descubrí que ese juez interno me lo había ido creando yo misma en
mi interior, a partir de lo que equivocadamente observaba que hacían las
personas que admiraba en mi vida, y a partir de que yo supuse, que si cumplía
con todo eso, entonces iba a ser digna de ser amada.
Con el tiempo fui descubriendo que realmente nadie cumple con todos esos
requisitos y otros más que mi juez interno me ponía, y que era mi idealización
de esas personas que admiraba lo que me hacía creer lo contrario. Empecé a
ver a los demás como lo que son, humanos, con deseos y con defectos, y al
mismo tiempo con luz y amor interior.
Yo pensaba que o era pura luz y puro amor, o me iría a lo profundo de la
oscuridad del pecado. Y con todo este descubrimiento de mi juez interno y de

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retomar mi propio poder, de cierta forma me integré a mi misma, integré mi
parte luz con mi parte sombra, y me di cuenta que todo eso me hacía quien
soy, y que quien era, con todo el paquete, era perfecto, y que no tenía que
hacer absolutamente nada más por merecer ser feliz o merecer el amor en mi
vida.
A partir de este momento, toda mi superación personal, dejó de ser guiada por
el rechazo a la maldad o al pecado, y empezó a ser guiada por el amor y por
las ganas de experimentar plenitud y felicidad en mi vida, y en lugar de querer
convertirme en alguien que no era, desde ahí me he venido dedicando a ser
quien en realidad soy, en irme descubriendo en cada momento y en cada
etapa de mi vida, y en decidir dejarme ser, y he podido comprobar, que al
dejarme ser, normalmente las cosas fluyen mejor y la satisfacción que siento
es genuina, profunda y real.
Recomendación
Siéntate un día a platicar con tu juez interno, con esa parte de ti que te exige,
te reclama y te presiona, dile lo que realmente sientes y cómo quieres que
funcionen las cosas a partir de ahora, escucha sus razones y arguméntalas,
acepta lo que pueda tener razón desde tu punto de vista y ponle un límite
donde sientas que nada más te está generando malestar.

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Capítulo 30
DEJÉ DE PREOCUPARME TANTO POR LOS
DEMÁS
En esa conversación con mi juez interno, el principal alto que le puse, fue
que le dije primero voy yo.
Yo estaba acostumbrada a pensar primero en los demás, en ayudarles a ser
felices, en salvarlos de sus problemas, en evitarles malestares o
preocupaciones, en hacer todo lo posible para que estuvieran a gusto, y me
preocupaba si no lo estaban.
Pero poco a poco, fui aprendiendo y descubriendo que cada quien decide
cómo reaccionar a lo que le sucede, cada quién define su vida y toma sus
decisiones, y que lo único que yo puedo hacer es compartirles de mi amor, una
vez que me lo he dado a mí misma.
En algún momento, desde muy chiquita, yo había decidido que tenía que
ocuparme por ayudar a los demás y salvarlos, específicamente tenía que
ayudar a que mis papas fueran felices, en realidad, yo quería ser feliz, y el que
ellos no lo fueran me impedía serlo.
Y durante mucho tiempo de mi vida, mi gran angustia era no cumplir mi misión
en esta Tierra, la cual yo creía que era unir a mis papas y que dejaran de
discutir. Ahora, he aprendido que sí me gusta ayudar a los demás, pero no por
miedo a que por mi culpa les paso algo malo, sino por amor genuino de querer
compartirles quien soy y lo que sé.
Cuando me liberé de las preocupaciones por los demás y de querer
encargarme de su felicidad, empecé a sentirme ligera en todos los sentidos,
principalmente, en cuanto a que dejé de cargar con enojos generados cuando
los demás no eran como “deberían de ser”, o cuando las situaciones no eran
como “tenían que ser”. Pues claro, al yo querer que todos los demás fueran
felices, los llenaba de requisitos de cómo tenían que comportarse, y ¿quién soy
yo para decirles cómo tienen que vivir?
Es así que ahora comprendo que cada quien tiene su proceso, que las
situaciones son perfectas tal y como son, y que mi única labor es descubrir el
aprendizaje en eso y aportar lo que está en mis capacidades aportar, confiando
en que cada quien tomará de eso lo mejor que pueda.
Y lo más importante de todo esto, es que al liberarme de cargar a los demás,
empecé a ocuparme genuinamente de mí misma, descubriendo que no eran
ellos quienes tenían que hacerme feliz al ser felices, sino que esa era mi
misión y solamente yo podía cubrirla.
Recomendación
Haz una lista de todas las cosas que tú crees que necesitas hacer por los
demás, y a lado, escribe todas las cosas que estás necesitando hacer por ti.
Una vez que termines de hacer la lista para ti, puedes empezar a hacer las
cosas por los demás, siempre y cuando nazcan de un genuino amor y no de
una codependencia o necesidad.

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Capítulo 31
ME LIBERÉ DE LA CODEPENDENCIA
Durante este tiempo, yo dependía mucho de mi relación de pareja para
sentirme bien, de cierta forma no podía despegarme de él y cuando se
iba sentía una opresión en el pecho impresionante. Me di cuenta que esto no
era saludable, y que ya no sabía realmente por qué estaba en la relación.
Fue así que le pedí darnos un tiempo, para que yo pudiera separarme de todo
eso y descubrirme y descifrar qué me estaba pasando. Al mismo tiempo, vivía
lejos de mis papás, de quienes también era codependiente, y al irme vivir con
mi hermana, les permitió tranquilizar sus preocupaciones de sobreprotección,
lo cual a mí me dio espacio para respirar.
Así es que encontré espacio para mí, el cual no hallaba por la codependencia.
Cuando vives relaciones codependientes, es normal que de repente te sientas
asfixiado, como si quisieras salir corriendo… y bueno, eso hice. Y con mucho
trabajo, empecé a tomar decisiones a pesar de que esas decisiones pudieran
lastimar a quienes quería, en este caso, a mi pareja y a mis papas, pero al
hacerlo, recuperé esa fortaleza que estaba escondida y me forcé, por así
decirlo, a estar conmigo misma y volver a confiar en que conmigo bastaba
para sentirme segura y feliz.
El trabajo con la codependencia siguió por muchos años más en mi vida, pero
ya no era un ingrediente de ansiedad elevada o ataques de pánico. Sin
embargo, encuentro mucha relación entre relaciones de pareja codependientes
y ansiedad, pues los ingredientes de enojo y miedo se mezclan muy bien.
Para poderme liberar realmente de la codependencia lo más importante fue
confiar en los demás, confiar en que ellos podían cuidarse a sí mismos, pues
de cierta forma al crecer con un papá que tomaba en exceso, aprendí a
preocuparme por él, por si iba a llegar en la noche, por si iba a llegar a
discutir con mi mamá... y después, mi mamá, al salir a trabajar, también me
preocupaba por ella. Y de cierta forma, no confiaba en que ellos pudieran
cuidarse a sí mismos.
Recuerdo los miles de veces que me angustiaba y preocupaba en exceso
pensando que algo malo podría pasarles, sin darme cuenta que eran unos
adultos totalmente responsables de sí mismos, y que si les pasaba algo yo no
tenía absolutamente nada de culpa, pero de niña yo sentía que era mi
responsabilidad cuidar de los adultos a mi alrededor, eso es codependencia y
para liberarme de ella, aprendí a regresarle al otro su propia responsabilidad
y confiar en que tenían la capacidad para auto cuidarse.
Recomendación
Si tu sientes que estás en una relación codependiente, te recomiendo que lo
platiquen, que vayan a terapia y que encuentren formas de volver a ser
independientes en la relación, gozando simplemente por el hecho de
compartirse mutuamente.

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Capítulo 32
DECIDÍ EN QUÉ QUERÍA CREER
Al darme cuenta de toda la cantidad de “deberías” y creencias negativas
que llevaba en mi interior, decidí hacer un listado de todas ellas.
Escribí todo lo que creía de mí, de los demás, de mi familia, de mi pasado, del
mundo, de la vida, de Dios… de absolutamente todo lo que podía imaginar
que tenía una creencia u opinión al respecto.
Creo que eran 3 cuartillas por delante y por detrás de puras creencias. Y
entonces me puse a revisar una por una, mientras que me preguntaba si esa
creencia me hacía feliz o me hacía infeliz, si de verdad me constaba que fuera
verdad o si me sonaba más bien a algo aprendido pero que podría no ser tan
real.
De esta forma, fui eliminando las creencias que no me hacían feliz, o
simplemente las que ya no quería tener en mi interior. Esto lo logre gracias a
que pude comprender realmente que yo podía elegir en qué creer, dándome
cuenta que, si hubiera nacido en otra familia en la India, tendría creencias
diferentes a las que estaría igual de apegada. Entonces, por primera vez en mi
vida, me sentí con la libertad de elegir en qué creer, como si estuviera
eligiendo qué tipo de vida tener.
Lo importante fue preguntarme ante cada creencia qué tan real era, en qué
estaba fundamentada, y, sobre todo, yo en el fondo desde mi conciencia... qué
creía al respecto de ella.
Al terminar el trabajo de revisar aproximadamente unas 60 creencias, terminé
con tan sólo 3 principales: estoy aquí para ser feliz, puedo elegir ser libre
en todo momento y tengo la capacidad y los dones para lograrlo, la verdad me
libera.
Creo que en lo principal que dejé de creer fue en que si no cumplía mi misión
de vida, decepcionaría a los demás y a Dios y probablemente me iría al
infierno, dejé de creer que existiera el infierno como un lugar de sufrimiento
eterno, dejé de creer que Dios estuviera evaluándome constantemente, dejé de
creer que yo tenía que hacer todo lo posible por salvar a los demás, dejé de
creer que en la vida las cosas fueran complicadas, que tuviera que ser exitosa,
que tuviera que tener una pareja para ser feliz… en fin, dejé de creer en las
mentiras sin fundamento que vivían en mi interior y nada más me
atormentaban y llegué a la conclusión de que si algo quiere Dios, es que sea
feliz con toda la creación que Él ha hecho para mí y que si algo no me lleva a
la felicidad lo sabré.

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Capítulo 33
LE DI LA VUELTA A MIS HÁBITOS
MENTALES NEGATIVOS
Durante los meses que viví en la playa, a lo que más me dediqué fue,
además de hacer ejercicio, nadar y pasear, a darle la vuelta a mis
hábitos mentales negativos. Empecé a darme cuenta que normalmente si
pensaba algo, me seguía pensando sobre eso, hasta que afectaba mi actitud y
mi estado de ánimo, y con eso bastaba para que me día se echara a perder.
Entonces decidí empezar a pensar al revés, y si pensaba algo, me iba para el
otro camino del que normalmente me iría, normalmente ese camino hacía que
me levantara de la cama o de donde estaba y que me pusiera a hacer cosas o
simplemente regresar al presente.
Aprendí a ponerle alto a los pensamientos que no me llevaban a ningún lugar
bonito, y a reconocer de dónde llegaban esos pensamientos, y a ver que
normalmente llegaban por asociaciones equivocadas, por memorias o por
costumbre.
Entonces digamos que, por un par de meses, me dediqué a hacer lo contrario
de lo que mi mente me decía. Si mi mente me decía mejor no digas nada
porque se pueden enojar, entonces lo decía. Si mi mente me decía qué flojera
levantarte de la cama, me levantaba, o si me decía qué pena ir a nadar y que
vean tus gorditos, me ponía el bikini y me salía a la playa.
Desde lo más cotidiano hasta lo más complejo, empecé a darme cuenta que al
hacer lo contrario de lo que mis pensamientos negativos me decían,
experimentaba la verdad, me ubicaba en la realidad, y disfrutaba de lo que
hacía.
Supongo que ahí fue que empecé a recuperar el gusto por la vida, por la
comida y por las sensaciones de mi cuerpo en general. Pues cuando estás
sumergido en la cadena de pensamientos negativos, dejas realmente de
disfrutar la vida. Al hacer esto, salí completamente de mi confort, y eso me
forzó a dejar de pensar tanto, aumentando la acción y las experiencias, el
contacto genuino con la gente, el tener mi atención en lo que estaba haciendo.
Otra forma de entender esto es como pensar al revés, y una vez que generas
ese nuevo pensamiento, la parte importante es actuar en correspondencia a él.
Y al actuar, te das cuenta que es más verdad este nuevo pensamiento que el
negativo que solo se fundamentaba en razones mentales también
equivocadas.
Recomendación
Cada vez que te llegue un pensamiento negativo, identifica que te está
generando malestar, ponle un alto, y genera un pensamiento que sea contrario
a ese, y después pasa a la acción de lo que este nuevo pensamiento te está
diciendo.

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Capítulo 34
ME DESIDENTIFIQUÉ DE LA
MELANCOLÍA
La melancolía era algo muy importante para mí, era el motor que me
impulsaba a escribir poemas de amor y desamor, de existencialismo y
filosofía. Mucho antes de que llegaran los ataques de pánico a mi vida, yo me
consideraba una persona conflictuada por sus emociones, con la necesidad de
tumbarme a la cama a observar el techo blanco y cuestionarme sobre la
blancura y su polo opuesto, la oscuridad.
Me gustaba cuestionarme las cosas, pero lo hacía desde un plano
existencialista y con una visión un tanto dramática.
Y gracias a la ansiedad, pude descubrir que la mayoría de lo que plasmaba en
los poemas, así como las canciones que escuchaba y sobre todo, los
pensamientos que tenía, eran total y absolutamente distorsionados, incorrectos
y semillas para mi malestar emocional.
Claro que me dolió darme cuenta que mucho con lo que estaba identificada de
mi misma no me funcionaba para ser feliz, y que, aunque yo pensaba que así
era la realidad, no lo era. Pasé por una etapa de duelo de esa parte de mi
misma que casi me completaba, pero la verdad… es que no extraño a esa
melancolía ni tantito.
Ahora tengo otros motores y otras motivaciones, me sigo cuestionando sobre
las cosas, pero ahora bajo una perspectiva más realista, y realmente, ya no
necesito sentir la profundidad desde la oscuridad, pero sí la siento ahora
desde otro lugar aún más satisfactorio. Sigo sintiendo con gran intensidad pero
digamos que… ya no duele, sino que se expande.
Para lograr esto, naturalmente me fui despidiendo de cierta música y de mi
ropa negra, de mis botas negras, de mis sweteres negros que me amarraba a
la cadera (quien me conocía sabe a lo que me refiero) y empecé gradualmente
a usar más color y a escuchar música más alegre y con letras no tan
distorsionadas, descubrí el reggae y realmente era lo único que escuchaba por
un tiempo.
Y ahora, sigo escribiendo poesía y sigo cuestionándome sobre la vida, pero
contacto y expreso con otra realidad, la cual, desde mi punto de vista, es
mucho más profunda y existencialista que la de antes, nada más que ahora al
hacerlo no me voy anímicamente para abajo, sino como mencionaba antes, me
expando y me ensancho desde mi conciencia.
Con esto me refiero a que no se trata de que abandones tu capacidad de
cuestionarte sobre la vida y sentir profundo, sino que dejes de creer que esa
profundidad es negativa u oscura, y que descubras que más allá de la
melancolía, existe una riqueza de sentimientos igualmente satisfactorios.
Recomendación
Date cuenta cómo tienes una imagen de ti mismo la cual es quizás negativa o
complicada, reflexiona sobre el hecho de que así no naciste, toma de esta
imagen lo que tú crees que si van con tu esencia y ve dejando lo que en
realidad la opaca.

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Capítulo 35
APRENDÍ DE LA NATURALEZA
Sumergirnos en la naturaleza tiene más poder del que podemos imaginar,
estamos íntimamente conectados con la naturaleza, pero no aprovechamos
de esta capacidad que tenemos y de los beneficios que nos da. En la
naturaleza
las cosas fluyen naturalmente, con sentido, no hay bueno ni malo, simplemente
hay vida queriendo vivir, y esa misma vida que late en la naturaleza que nos
rodea late dentro de nosotros, pues somos parte de ella.
Los meses que viví en Cancún prácticamente todas las noches me salía al
balcón a escuchar el mar mientras escribía sobre lo que me estaba pasando
dentro. Y cuando terminaba, me bajaba y me sentaba a la orilla del mar a
simplemente escucharlo. Por otro lado, en las mañanas salía a caminar un rato
en la arena. En estos momentos sentía que me era casi imposible enfrascarme
en mis pensamientos y que solamente podía observar.
Al observar con toda mi atención y casi con la mente vacía, llegaban
aprendizajes, información que me hacía sentir en paz, comprendía cosas sobre
las olas, sobre las piedras, la arena, los peces, las nubes, el viento... y después
volteaba y veía los edificios y los humanos, y comprendía esa separación de
nosotros con nuestra sabiduría interna natural.
Entonces empecé a contactar con la sabiduría de la naturaleza, como por
ejemplo, que cada ola es única, irrepetible, conformada por gotas de agua
igualmente, únicas e irrepetibles que están en constante movimiento, cada ola
le ayuda a la siguiente para llegar, y cuando se regresa se convierte de nuevo
en mar. Así fue que comprendí que todo era parte de un proceso perfecto, que
aunque yo sintiera que estaba desapareciendo. en realidad, estaba regresando
al todo que me conformaba para regresar de nuevo con más fuerza.
El sentir la brisa sobre mi piel me recordaba cómo mi cuerpo existe, a pesar
de todas las veces que me sentía como fantasma o como si la realidad sólo
existiera en mi mente, cuando sentía la brisa en mi cachete me quedaba claro
que estaba ocupando un espacio, que era un algo que se encontraba con el
viento, comprendí que las cosas existen cuando se sienten, y que yo podía
definir qué sentir.
Como estos aprendizajes tuve muchos más, pero definitivamente el
sumergirme en la naturaleza y observarla es sanador para mí y estoy segura
que lo es para todos los humanos, pues somos uno con ella, nada más que
con nuestro pensamiento y por miedo a salir lastimados nos hemos separado.
RECOMENDACIÓN
Desde el lugar en el que estés intenta salir a observar la naturaleza, céntrate
por al menos 10 minutos a observar cómo se mueven las nubes, las plantas de
los árboles, como cantan los pájaros, date cuenta cómo todo funciona de
manera perfecta e interconectada.

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Capítulo 36
DESCUBRÍ QUE SER ADULTO NO ERA
PESADO NI DIFÍCIL
Por este mismo conflicto entre que ya “tienes que ser adulto” pero tienes
asuntos sin resolver desde tu infancia, es que muchas personas con
ansiedad tienen miedo a crecer y quisieran seguir como están. Se sienten
abrumadas al tomar responsabilidades y con una presión sobre la espalda del
tamaño del mundo, difícil de sostener.
Al menos, así estaba yo. Y después de hacer las paces con mi infancia y
recuperar mi esencia (quien en realidad soy y quien quería ser), decidí
empezar a hacerme cargo de mi misma. Pero aquí lo importante es que
empecé
a hacerme cargo de la manera que yo quería hacerme cargo. Me olvidé por un
momento de lo que “se supone o debería” de estar haciendo con mi edad, con
mi carrera, con mi vida… y empecé a hacer por mí lo que quería hacer por mí.
Después de mi proceso de sanación en la playa, es que me hice un nuevo plan
dirigido a responder la pregunta ¿ahora cómo me quiero sentir en mi vida? A
partir de responder esa pregunta, me enfoqué en pensar en qué quería trabajar
que realmente disfrutara, más allá de que si había trabajo en eso o no, que si
era digno o no, que, si era fácil o no, si representaba éxito o si me fuera a dejar
dinero.
Fue así que retomé algo que me ilusionaba mucho y que me gustaba, que era
trabajar con grupos de personal de intendencia en empresas, dándoles
dinámicas de empoderamiento y superación personal. Creo que re conectar
con algo que me gustara y que después se convirtiera en pasión fue
fundamental para reactivarme a querer volver a vivir.
Creo que cuando estamos conectados con lo que nos apasiona en la vida
difícilmente la ansiedad elevada tiene en ella cabida. La pasión es esa fuerza
interna que te hace levantarte en las mañanas para conquistar lo que estás
soñando, lo que sabes que puede suceder, lo que te llena de vitalidad para
pasar a la acción.
Entonces creé mi propia marca Cree-se, por la idea de que cuando crees en ti
y en tu ser puedes crecer. Una amiga me ayudó a ponerle identidad, y con eso,
empecé a buscar en internet empresas de outsourcing que tuvieran personal
de
intendencia con el que yo pudiera ir a trabajar un día a la semana. Me
ilusionaba tanto esto, que estaba dispuesta a hacerlo gratis, yo sólo quería que
me prestaran a la gente y me dieran un rato de su tiempo.
Y con lo que me topé, fue que a la mayoría de este tipo de empresas no les
interesaba darles autoestima a sus empleados, por diferentes razones, pero
principalmente, no les interesaba generar pertenencia en ellos pues es un tipo
de personal flotante, que viene y va.
Claro que me desilusioné mucho, y claro que agarrar el teléfono y marcar
como vil desconocida al departamento de recursos humanos, era algo que me
angustiaba y generaba ansiedad, pero aun así lo hacía y veía que no era tan

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terrible como yo pensaba. Sin embargo, el recibir rechazos y “malas” noticias
no me detuvo, y me puse a buscar otras opciones.
Fue así que descubrí que había otro tipo de empresas, que se dedicaban a
capacitar personal de otras empresas en tema de integración de equipos de
trabajo y superación personal. Entonces me enfoqué en elegir las que me
gustaran para presentarles el proyecto y ver si a través de ellos lo podía
emplear.
Durante todo este proceso, yo tenía muy claro que fuera lo que fuera a lo que
me dedicaría, sería algo que me apasionaría, y sería en un ambiente
agradable,
y sería sin la presión de “tienes que cumplir un horario y objetivos, vestirte de
tal forma, aprovechar tus días contados de vacaciones, y si no cumples,
gracias por participar”.
Y fue así que me encontré con Coscatl, una empresa dedicada a integrar
equipos de trabajo a través de la toma de consciencia personal y grupal, y lo
que me capturó fue que en su sección de trabaja con nosotros decía… si
quieres un trabajo con horario fijo, prestaciones de ley y días de
vacaciones, haz click aquí y al darle click, te mandaba a OCC (página en
internet para encontrar trabajo en empresas). En otras palabras, si buscas un
trabajo como todos, este no es tu lugar.
¿Mi conclusión? ¡Este sí es mi lugar!
Y así fue que descubrí que existían más locos como yo allá afuera, locos que
querían hacer algo de provecho por el mundo y por las personas, pero sin
descuidarse a sí mismos, locos que les gustaba su trabajo y por eso no
necesitaban de un horario, locos que te aceptaban no por tu curriculum sino
por tu personalidad y tus sueños, locos interesados en temas de consciencia y
al mismo tiempo, generadores de ingresos económicos.
Entonces me di cuenta que la vida adulta no tenía por qué ser aburrida,
rutinaria y llena de presiones, que al cumplir con mis “responsabilidades” de
grande no tenía por qué hacer a un lado a mi niña interna, que no tenía que
sacrificarme en lo más mínimo para tener dinero y que era libre de crear mi
vida como yo quería.
Aquí también me di cuenta que yo podía crear mi propia realidad, que si yo
quería un tipo de trabajo, yo me lo podía inventar y que seguramente, iba a
existir alguien allá afuera que compartiera mi visión, comprobé que no estaba
sola en esta misión y que lo que fuera que soñara, lo podía lograr.
Recuerdo esos primeros meses en los que entré a “trabajar” en Coscatl, donde
di el salto de la ansiedad a la plenitud, mi papá me prestaba su coche y me iba
cantando de la alegría de un lado al otro, empecé a salir a conciertos de
música que me gustaban con gente que realmente me caía bien, disfrutaba de
mi compañía y de lo que hacía todos los días, realmente experimenté un tipo
de felicidad, en la que no dependía de cuánto ganaba, con quién andaba o
cómo me veía, simplemente era feliz porque me sentía libre.
El proyecto de Cree-se no llegó a las empresas, pero aun así fue perfecto,
pues al buscar implementarlo, descubrí nuevos caminos y nuevos aprendizajes

57
dentro de Coscatl que ni sabía que existían, y que me fueron llevando paso a
paso al lugar donde me encuentro ahora, y es por eso que tampoco hay que
aferrarse a los sueños como nos los imaginamos, sino mantenernos con la
visión clara de lo que en esencia queremos, y la forma en la que se
manifestará esa esencia puede cambiar y ser de mil formas diferentes, y no
pasa nada, así es perfecto.
Recomendación
Date cuenta que las presiones de la vida adulta están mal entendidas, y que
quienes la viven así, como presiones, es porque así lo han elegido, porque así
lo han aprendido.
Si tú eres una persona que todavía no entra a esa vida adulta, y más bien te
sientes presionado por lo que implica y evitas esas responsabilidades, estás en
un tiempo perfecto de reformular qué significa para ti ser adulto, qué tipo de
responsabilidades quieres asumir y de qué manera quieres cubrirlas.
Y si más bien, eres una persona que ya te encuentras en el mundo del adulto
presionado, con miedo a perder el trabajo porque tienes que tener dinero, con
la presión de ser exitoso y subir puestos o de mantener tu negocio a flote, lo
que más te puedo recomendar es que te acerques a una nueva forma de ver la
vida, donde confías en que tienes todas las posibilidades para salir adelante
pase lo que pase, donde la abundancia te rodea y tan sólo necesitas confiar y
actuar en consecuencia a esa verdad.
Pero sea cual sea tu caso, te recomiendo que escribas todas las creencias que
tienes acerca de lo que significa ser adulto y lo que significa ser responsable
de ti, y que puedas evaluar qué tan realistas y positivas son esas creencias,
para que en caso de que no lo sean, puedas modificarlas y empezar a actuar
diferente en tu vida.
También, es importante que reconozcas por qué sí eres capaz de ser
responsable de ti y cuidarte, como veíamos en el apartado del niño interior.
Creo que la vida adulta deja de ser algo que te presiona y difícil en el
momento que eliges cómo y con quién vivir, en el momento que tomas tus
decisiones dejando de pensar en cubrir expectativas de los demás, en el
momento que confías en tus dones y aptitudes, reconociéndote único, diferente
y valioso, confiando en que al hacer lo que eliges hacer, la abundancia
económica te acompañará.
Claro que se necesita de esfuerzo y constancia, pero el esfuerzo no es lo
mismo que sacrificio ni desgaste, el esfuerzo al que me refiero es la
motivación que te impulsa a vivir la realidad que quieres vivir hoy, en este
momento, en este presente, y se multiplique y expanda hacia tu futuro.
Los Kabalistas saben que puedes vivir en el 1% de la abundancia, o en el 99%
de la carencia donde viven las mentiras y la fantasía de la realidad. Pues la
verdad, es que la realidad no tiene por qué ser un sacrificio que duele o que
cuesta trabajo, mucho menos tiene que ser pesado, sea cual sea tu
circunstancias económicas o tu realidad, puedes estar satisfecho con lo que
haces y con lo que tienes, siempre y cuando lo que hagas sea tu propia
decisión, y no algo impuesto de lo que no te puedes zafar.

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Capítulo 37
APRENDÍ A CUIDARME Y AMARME
Una parte fundamental y básica de la recuperación de la ansiedad, es
aprender a cuidarte en todos los sentidos. Como yo y muchos de
quienes tienen ansiedad, estamos acostumbrados a tener nuestra atención
fuera
de nosotros ¿Me querrá? ¿Le gustaré? ¿Me aprobará? nos olvidamos de
nuestras necesidades y terminamos descuidándonos.
Fue así que poco a poco me fui dando cuenta de cómo me descuidaba, tanto
en mi físico como en mi espíritu. Me descuidaba al tener sed y no tomar agua,
al tener frío y no pedir un swetter, al tener ganas de ir al baño y aguantarme
por evitar las miradas. Me descuidaba en que lo que yo necesitaba podía ser
aplazado, pues claro, se trataba de mí, pero no se tratara de alguien más
porque eso podía ser aplazado.
Entonces dejaba para después las cosas que quería hacer o que necesitaba
hacer para estar mejor, desde cortarme las uñas de los pies hasta leer el libro
que quería leer.
Descubrí que en realidad no sólo me descuidaba, sino que también me
maltrataba a mí misma, en la forma en la que me hablaba y en la forma en la
que me trataba.
Me regañaba si me equivocaba, me exigía mejorar rápido, me presionaba por
tantas cosas y me castigaba si no las hacía bien o si el resultado no era el
ideal. Por esto mismo, claro que terminaba descuidándome y maltratándome.
Entonces le di la vuelta a esta situación, me hice mi prioridad y empecé a
consentirme. Cada vez que me hablaba feo y me regañaba, activaba dentro de
mí una actitud de amor y de comprensión, una actitud de empatía y de
paciencia. Lo bueno de todo esto, es que yo sí sabía amar a los demás, sí
sabía cómo ser con los demás, sí sabía cuidar a los demás. Entonces lo único
que tuve que hacer fue hacer todas esas cosas por mí.
Recuerdo haber hecho una lista de todas las cosas que hacía por los demás
que demostraba que los cuidaba y que los amaba, y durante un tiempo, me
dediqué a hacer cada día, una de esas cosas por mí. Después lo llevé a otro
nivel, y empecé a hacer por mí las cosas que hacía por una pareja, después,
agregué en esa lista todas las cosas que me gustaría que los demás hicieran
por mí, especialmente mi mamá.
Fue así, que aprendí a amarme. Pero no fue a través de una idea, fue a través
de acciones que me demostraban que yo me amaba a mí misma, y gracias a
esas acciones, de cierta forma me conquisté.
Por un momento quise sentirme mal por lo narcisa que me sentía, pero en
realidad duró sólo un momento, pues sabía que este amor por mí misma, este
autoenamoramiento era sano y positivo, y por primera vez, pude ver en mí y
disfrutar de mí, todo eso que otras personas me decían que tenía, siento que
antes ni si quiera les prestaba atención cuando me echaban flores de cualquier
cosa.

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Ahora yo me echaba flores, me echaba piropos y me mandaba besos, me
decía palabras de amor y me respondía con mi diálogo interno desde la
comprensión y la empatía. Realmente aprendí a dejar de juzgarme, culparme y
criticarme, y puedo decir que ahí es donde conocí un amor que no sabía que
existía.
Otra cosa que me ayudó en este proceso, fue hacerme una carta a mí misma,
pero esa carta la hice como si la escribiera la persona que más me amaba en
el mundo. Recuerdo que la hice cuando mis niveles de ansiedad todavía
estaban muy elevados, antes de enamorarme de mi, pero ahora que lo
recuerdo, ahí empezó el proceso de auto amor, en el momento que pude
darme el consuelo que necesitaba, en el momento que lo necesitaba más.
Recomendación
Escríbete una carta de amor a ti, escucha lo que te gustaría escuchar de los
demás, pero dítelo a ti mismo. Toda esa comprensión que buscas en los
demás, tú te la puedes dar, así es que cierra el libro y empieza esa carta lo
antes que puedas.

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Capítulo 38
APRENDÍ A DECIR QUE “NO”
Parte fundamental de aprender a amarme fue aprender a decir que no. Y
digo aprender, porque realmente no sabemos hacerlo. En mi caso me
costaba trabajo decir que no porque tenía miedo a llevarle la contrario a
alguien y que con eso pudiera generar conflicto, y le tenía miedo a los
conflictos. No me sentía capaz de tener un desacuerdo con alguien, pues me
ponía tan tensa tan sólo de imaginarlo que se me iban las palabras o los
argumentos.
Además, claro, no podía decir que no porque iba en contra de mi creencia de
debo de complacer a los demás, jamás debo de dar lata. Decir que no me
hacía sentir que estaba en peligro sin saber bien por qué, y era porque corría
el peligro de dejar de complacer o agradar, de mostrarme necia o intolerante,
y que con eso perdiera mi imagen de buena que me permitía sentirme amada.
Para aprender a decir que no, tuve que aventurarme a la posibilidad de perder
el cariño y la aceptación de los demás. Pero decir que no, no solamente es
diciendo la palabra “no”, sino haciendo cosas que tú sabes que a los demás no
les parece, o dejando de hacer las cosas que tú crees que a los demás sí les
parece pero que en el fondo no quieres hacer.
Y esta fue una parte fundamental para mi recuperación, pues al empezarme a
mostrar más como soy, tuve que empezar a decir lo que no me parecía, y no
solo eso, sino que tuve que empezar a actuar en consecuencia y arriesgarme a
dejar de ser amada. Para mi sorpresa, sucedió lo contrario, me sentí aún más
amada, pues ahora sabía que me amaban a mí tal y como soy, y no nada más
a la máscara de siempre complaciente que me ponía.
Aprendí que al decir que no o al expresar mi opinión contraria a la de los
demás, me ayudaba a conocerme a mí, en mis gustos y preferencias, y me
ayudaba a aceptar al otro en sus diferencias. Y esto me permitió darme a
conocer y ser distinguida por algo, a ser identificada por mis gustos, por mis
opiniones y puntos de vista, y aunque fueran diferentes a las de quienes me
rodeaban... esto no significaba que me dejaran de querer.
La forma en lo que lo logré fue simplemente haciéndolo, no había otra forma,
empecé a practicarlo frente al espejo, a ensayar escenarios donde no estaba
de acuerdo con algo y lo decía, o donde hacía algo que iba en contra de lo que
se esperaba de mí, y después lo hacía. Reconozco que en un inicio a mi
familia esto le causó confusión o incomodidad, pero con el diálogo logré
expresarles lo que me gusta y ahora puedo decir que me aceptan totalmente
como soy.
También lo logré con un ejercicio que hice de escribir durante todo un día las
veces que era asertiva (hacía o decía lo que pensaba) contra las veces que no
lo era (decía que sí queriendo decir que no o al revés). Me asombré de la
inmensa cantidad de momentos poco asertivos y de lo mal que me hacían
sentir. Al día siguiente dejé de hacerlo.
Recomendación
Observa para qué complaces a los demás, qué miedos se te activan cuando te

61
imaginas diciendo que no o llevando la contrario, y esos miedos hacen
referencia a alguna creencia sobre lo que debes ser o hacer, debate esas
creencias y date cuenta que tienes todo el derecho de tener tu propia opinión y
de hacer uso de tu tiempo como tú quieras.

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Capítulo 39
ME DEJÉ EXPERIMENTAR
Para estos momentos yo ya no tenía prácticamente nada de ansiedad y los
ataques de pánico se habían desaparecido, y más bien ahora me enfoqué
en descubrir realmente quién quería ser, pues ya sabía en qué quería creer,
pero me faltaba ponerlo en práctica en la vida y ver cómo es que realmente
funcionaba.
Así es que empecé a dejarme llevar por mi inspiración y por mis antojos del
momento, contacté lo que es la verdadera libertad al dejarme de preocupar por
lo que pensaran los demás, pues si se me antojaba irme a leer a un rincón de
la ciudad que siempre se me había antojado pero parecía propiedad privada
(cosa que no lo era), pues iba y lo hacía.
De esta misma forma empecé a ir a conciertos de música que me gustaban
aunque fuera de inicio sola, empecé a llegar a la hora que quería a mi casa a
pesar de generar malestar en mi papá (ya estaba de regreso de la playa),
empecé a salir con quien me invitaba, y sí se me antojaba iba y si no no.
Por ejemplo, durante mucho tiempo veía a los hippies que venden sus pulseras
en el centro con cierta envidia y celo, pues los veía libres, sin apegos...
entonces en el fondo siempre fantaseaba con hacer lo mismo y ser una de
ellos, y así fue que un día platicando con uno de ellos me sumé a su plan de ir
de viaje por el país haciendo pulseritas. Bien pues no lo hice, pero con un día
de convivir y estar sentada en el piso del centro de mi ciudad, me bastó para
darme cuenta que era más una fantasía y una necesidad de ser libre, que
realmente el quererme ir de viaje con ellos.
Y como esto, descubrí muchas otras cosas más, solamente experimentando y
pasando a la acción fue que me di cuenta si realmente algunas cosas me
hacían bien o me hacían mal, me di cuenta que no hay reglas en la vida sino
que más bien depende de la intención con la que haces las cosas, de la
expectativa que les pones, de los juicios y miedos que tenemos respecto a eso.
Y al liberarme de todo esto, creo que pude llegar a elegir lo que en realidad me
gustaba a mi como Fabiola en ese momento.
Fue así que llegué a mis propias conclusiones sobre la sexualidad, la religión
y el estilo de vida que quería llevar, antes nada más viajaba entre fantasía y
miedo, entre me gustaría hacer eso, pero es pecado, o me gustaría hacer eso
pero es mal visto, debería de hacer esto, pero me da miedo.
Y entonces me di cuenta que efectivamente tener relaciones sexuales sin amor
no es lo mío, que salir sola no era el fin del mundo, que podía relacionarme
con cualquier tipo de persona, que podía sonreírle al chavo del semáforo y no
me iba a hacer daño, que no es que el alcohol sea malo, sino que depende de
la intención y cantidad con la que lo usaba, que no puedo juzgar a una persona
por su apariencia (no porque tenga buena apariencia tiene buenas intenciones
y viceversa), que estoy conectada con Dios, aunque no vaya a misa los
domingos, que el pecado no me lo quita un padrecito, sino que tengo que
perdonarme y reparar los daños, que soy libre en todos los sentidos, que no
existe el castigo más que el que yo me daba.

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En fin, como estas, muchas otras conclusiones más, pero solo las pude
contactar haciendo prueba y error, viendo cómo me sentía al hacerlo, sin
juzgarme y sin criticarme, llegando a una conclusión que se adaptara
realmente a mi persona. Con esto, le di mucha razón a sermones que me
daban mis papás, pero ahora porque lo sabía desde mi propia experiencia, y al
mismo tiempo, observé en qué me diferencio y de ellos y por primera vez pude
sentirme un poco rebelde.
Creo que para eso sirve la adolescencia, para rebelarnos un poco o mucho a lo
que nos enseñan en casa y poder experimentar y llegar a nuestras
conclusiones, y si pudiéramos hacerlo acompañados de una comunicación
honesta y abierta con nuestros papas... o más bien, si no tuviéramos la
necesidad de escapar o huir, no tendríamos que llegar a estas conclusiones a
la mala.
Recomendación
Te recomiendo que te asegures de que estás convencido de lo que crees
porque
así lo has experimentado en tu vida, y que eso en lo que crees, te ayude a
sentirte mejor en lugar de sentirte prisionero en este planeta Tierra.

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Capítulo 40
PINTÉ COMO 30 BOTELLAS
Así es. Yo pensaba que no sabía dibujar, me consideraba muy mala y
hasta miedo me daba agarrar un pincel. Pero dentro de mí algo se
activó y me dieron ganas de pintar botellas de vino recicladas, y como estaba
en modalidad de experimentar, lo hice.
He podido observar que la mayoría de las personas con ansiedad, esconden
en su interior un artista reprimido. Algunos sí lo manifiestan y son muy buenos
en lo que hacen, pero una gran mayoría, lo reprimen y se consideran malos
para las artes. Esto es por la sensibilidad y emotividad que llevamos dentro,
pero que no permitimos que se salga a expresar, por las ganas de hacerlo
perfecto o por el miedo a la opinión de los demás.
Entonces me olvidé de que no tenía caso pintar botellas, me olvidé de cómo
podrían quedar, me olvidé de lo que mis papas me decían… y me puse a
pintar. Me compré pinturas que me gustaban y encontré diseños que me
inspiraban. Esto fue muy importante para mí porque pasé muchas tardes
pintando, depositando en cada pincelada las emociones y sentimientos tan
fuertes que habían dentro de mí.
Hacer esto fue una forma de expresar sin palabras y sin lógica, de plasmar mi
interior en el exterior, y de repente no podía parar, y cada objeto que veía ya
lo quería pintar. Pinté la silla de mi escritorio, los apagadores de la luz de mi
cuarto y el baño y estuve a punto de apoderarme de la puerta completa. Ahora
entiendo que esto se conoce como arte objeto, y ¡me encanta!
Lo increíble de esta experiencia es que realmente me olvidé de si me quedaba
bonito o no, y simplemente lo hice porque lo disfrutaba. Unos cuantos meses
después, con esas botellas construí un mueble con repisas, el cual me encanta
y simboliza esta etapa de evolución en mi interior, en la que pase de ser oscura
y disque intelectual, a luminosa y expresiva.
Después, me uní con una amiga y pusimos nuestra tienda de objetos
reciclados la casa de la pepena, porque andábamos pepenando por la ciudad
cosas que tuvieran el potencial de convertirse en algo bonito. Nos fuimos a
parar en exposiciones y escuelas, nuestro trabajo fue reconocido y valorado,
pero eso sí, no muy comprado...pero eso no nos importó, éramos felices en
nuestro taller de reciclaje.
Tiempo después nos ganó la necesidad económica y nos pusimos a trabajar
en otras cosas, pero lo padre de todo esto es que no me quedé con las ganas
de hacerlo, y que aprendí que lo que empieza como un pequeño antojo se
puede convertir en un gran proyecto y hasta negocio. Por eso, desde ahí hago
mi mayor esfuerzo por dejarme llevar por lo que me inspira, y me olvido de
“¿me saldrá bien o no? ¿tendrá caso o no?”, y simplemente lo hago.
Recomendación
Olvídate de tus creencias de si eres bueno o no en lo que te gusta hacer, y
simplemente hazlo, ya sea como hobbie o como algo a lo que te dediques,
pero libera al artista reprimido que llevas dentro y déjalo disfrutar de ésta
experiencia.

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Capítulo 41
APRENDÍ A VIVIR EN EL PRESENTE
Como sabrás, en la ansiedad nos vamos al futuro constantemente, sobre
todo a fantasías y recreaciones imaginarias nada agradables, rara vez
estamos realmente en el presente, la mayor parte del tiempo estamos
pensando
en lo que estamos por hacer, hacia donde vamos, lo que va a pasar en la
noche… en la siguiente navidad… etcétera.
Gracias a Mindfulness redescubrí lo que es vivir en el presente, el cual no es
el día de hoy, sino cada microsegundo de cada momento por el que vamos
transitando. Vivir en el presente es tener tu mente en tu cuerpo, sintiendo y
experimentando lo que sucede dentro y fuera, cada segundo, liberándote del
apego del pasado y de la obsesión hacia el futuro.
Cuando logré experimentar el momento en su instante exacto, me sentí
completa, conectada, plena. Realmente es de las sensaciones más increíbles
que he sentido. El estar en el presente inclusive me hizo ver los colores más
nítidos, los colores más brillantes, a las personas más humanas...
Al principio me costó trabajo darme cuenta de cuánto viajaba mi mente en el
tiempo, también me costó contactar con mi cuerpo y descubrir los miles de
sensaciones que tiene en cada momento, pero aprendí a absorber toda esa
información a través de la aceptación y la auto compasión, y con el paso del
tiempo logré realmente experimentar esa sensación tan prometida que nos da
la meditación: la plenitud del ser.
Y el ser no necesita de nada más que de existir, y para contactar con la
existencia ha de ser en el momento presente, donde te encuentras ahora.
Entonces, más que aprender a vivir en el presente, aprendí a ser y disfrutar por
eso.
Para vivir en el presente es importante poner atención a lo que está pasando
dentro y fuera de ti, pero esta atención es sin juicios, sin apego y sin
resistencia, o sea, con total aceptación. Cuando aceptas la realidad en la que
estás en cada momento presente, descubres su sentido y logras sentir lo que
está pasando dentro y fuera y con esto de cierta forma completas la
experiencia, la integras, y ahí es lo que yo experimento como ser.
Recomendación
Escucha los sonidos que te rodean, siente tus emociones, tus sensaciones, tu
respiración, escucha tus pensamientos... acepta todo esto y déjalo ir.

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Capítulo 42
DEJÉ DE CRITICAR MI CUERPO DEJÉ DE
CRITICAR MI CUERPO DEJÉ DE CRITICAR
MI CUERPO
Una parte muy importante en mi recuperación, fue el aprender a amar mi
cuerpo y dejar de criticarlo. Desde muy niña aprendí a rechazarlo, me
comparaba con las demás y me sentía gordita, aunque ni lo estuviera. Acepto
que de momentos sí tuve algo de sobrepeso, pero fue generado por los
atracones de comida que el mismo rechazo a mi misma me generaba.
Descubrí que me limitaba de hacer muchas cosas, de expresarme y dejarme
ver, porque no me gustaba lo que yo veía en mí. Entonces poco a poco fui
aceptando mi cuerpo tal y como es. Por primera vez en mi vida dejé de querer
cambiarlo, me olvidé de las dietas y de los cuerpos perfectos, y simplemente
me dediqué a conocer el que tenía.
Literalmente, me dediqué a conocerlo, contaba mis pecas, me observaba en el
espejo, veía mis diferentes ángulos en el espejo, cambiaba mi peinado de
diferentes formas… sin obsesión y con aceptación, me dediqué a conocerme
físicamente.
Y el resultado fue que hice las paces conmigo misma en muchos otros niveles
más profundos, fue como si yo misma me hubiera liberado de una cárcel en la
que estaba, una cárcel en la que no podía moverme como quería, caminar
como quería, hacer las cosas que quería.
Y como en la mayoría de los procesos de evolución, lo que funcionó para
generar el cambio en mí fue la acción. Pues entonces, ahora, aunque me
sintiera insegura de ser vista o de ponerme el traje de baño en la reunión,
ahora, con más razón, lo hacía, y mientras que lo hacía, practicaba el hablarme
bonito y decirle cosas bonitas a mi cuerpo.
Ya dentro de mi práctica de Mindfulness, años después, tuve también una
experiencia profunda en este sentido, en el que ahora aprendí a sentir mi
cuerpo desde dentro, poniéndole atención plena, descubriendo las maravillas
que hace todo mi cuerpo a cada segundo, y dándole las gracias, amando cada
parte.
Sin embargo, fue fundamental para mi aceptar mi cuerpo y dejar de
compararme y criticarlo porque al hacer las paces con él, quité ruido que no
me permitía sentirme plenamente en paz.
Recomendación
Haz el ejercicio de observarte en el espejo durante 5 minutos y cada vez que te
encuentres diciendo un juicio, respóndele con las palabras que te diría la
persona que más te ama en la vida.

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Capítulo 43
ME ESTIRÉ
Al aceptar y sentir mi cuerpo me di cuenta de lo apretado y contracturado que
estaba, con tanta tensión acumulada que no me dejaba estirarme con
flexibilidad. Empecé clases de Yoga y pude darme cuenta de la impaciencia
con la que le hablaba a mi cuerpo, de la exigencia de hacer los movimientos
perfectos y de llegar lo más lejos que pudiera en cada estiramiento.
Obviamente que al practicar frecuentemente yoga aprendí precisamente a
aceptar la flexibilidad que tenía en cada momento, aprendí a escuchar hasta
dónde se sentía cómodo mi cuerpo y hacerlo así sin exigirle más, logré
estirarme cada vez más y con eso empecé a abrir espacio en mi pecho, lo que
me permitía desahogarme emocionalmente al final de la práctica, dándome
cuenta de qué cosas traía dentro acumuladas.
De cierta forma hacer yoga me ayudaba a contactar con lo que traía y al mismo
tiempo liberarlo y reubicarme en el presente. Los días que practicaba yoga en
las mañanas eran diferentes, me movía tranquila, consciente y en paz.
Después empecé a hacer una rutina diaria en mi cuarto todas las mañanas, y
realmente esa rutina me ayudaba a enfocarme en qué intención quería vivir el
día, a veces lo lograba y en otros momentos no, pero me hacía la diferente.
Creo que estirar los músculos y el cuerpo es fundamental para deshacer las
contracturas ocasionadas por tensiones emocionales, y al hacerlo a nivel
físico, de cierta forma sucede a nivel mental y emocional, reconozco que
desde que aprendí a hacer yoga, soy mental y emocionalmente más flexible.
Además de la yoga también es bueno de vez en cuando darnos un masaje
para ayudar aún más a nuestros músculos relajarse, además, de que al ser
seres sensibles, el contacto físico y la relajación nos ayudan muchísimo.
Recomendación
Ojalá que puedas encontrar una clase de yoga o de Chi kung cerca de donde
estás, para que por lo menos 2 días a la semana practiques de estos ejercicios
y descubras sus beneficios.

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Capítulo 44
APRENDÍ A PEDIR LO QUE NECESITABA
Algo fundamental es hacerte cargo de ti mismo y dejar de esperar a que
los demás te resuelvan la vida o lo que quieres en el momento. Me di
cuenta que yo normalmente esperaba que me leyeran la mente o me
adivinaran mis deseos y que me dieran lo que estaba necesitando, y si no me
lo daban, me enojaba en silencio.
Así es que para experimentar la libertad aprendí a encargarme de lo que
necesitaba en cada momento, pidiendo lo que necesitaba, esto involucraba
desde pedirle al mesero cuando iba pasando que me trajera un vaso con agua,
hasta pedirle a la vida que me pusiera en el mismo camino de un hombre con
quien compartir una vida.
Me he dado cuenta que más que pedir, se trata de agradecer por adelantado lo
que sabes que mereces, y entonces nada más pasar a la acción certera hacia
eso que deseas, sabiendo que ahí está para ti. Esto es lo que yo he entendido
en cuanto a que tenemos el poder de crear nuestra vida, y consiste en actuar
con la fe y certeza de que eso que tu corazón anhela siempre ha sido tuyo.
Al actuar de esa forma, te sintonizas con esa realidad en ese momento, y
entonces ya nada más es cuestión de segundos o minutos, a veces días, para
que se materialice.
Así es que se trata de agradecer lo que quieres pedir, porque desde antes tu
sabes que eso que deseas es para ti. Claro, siempre y cuando sea algo que
realmente va a favor de tu evolución y del amor.
Esto también lo aprendí a aplicar pidiendo un abrazo cuando lo necesitaba,
pidiendo que algunas personas dejaran de hacer ciertas cosas que me
afectaban, poniendo límites cuando yo no me iba a permitir experimentar algo
que sabía que me hacía mal. De cierta forma aprendí a pedirme a mi y darme a
mi misma lo que necesitaba, encargándome de que sucediera, inclusive si eso
significaba pedírselo a los demás.
Un punto importante aquí es que me di cuenta que casi siempre que quería
algo de los demás era lo que yo estaba necesitando darme, si quería atención,
me tenía que dar atención yo a mí misma, si quería amor, me daba amor a mi
misma primero, y ya después iba y lo pedía, pero desde otro lugar, sin tanta
necesidad y más bien con mucho amor.
Recomendación
Identifica en qué momentos te ubicas desde la víctima que espera a que los
demás le lean el pensamiento, y salte de ahí, hablando y diciendo lo que estás
necesitando, eso sí, intentando dártelo a ti mismo antes de pedírselo a los
demás.

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Capítulo 45
ABRÍ MI CORAZÓN
Después de la ansiedad, o más bien, durante que transitaba por ella, me
sentía con el corazón lastimado, como si me hubieran dado una paliza
emocional; la fatiga y la desconfianza hacia el mundo y a hacia los demás eran
como el pan de cada día. Así es que volver a abrir mi corazón no fue fácil,
pero ciertamente fue lo mejor que he podido volver a hacer para vivir libre de
ansiedad.
Para mi abrir mi corazón significó atreverme a amar a quien me nacía amar,
sin esperar nada a cambio, sin esperar un resultado o un futuro. Abrir mi
corazón es agradecer que alguien más me está dando la oportunidad de
experimentar amor, y olvidarme de que si lo merece o no. Me dejé llevar por
este sentimiento de amor genuino que había experimentado hacia mí, y ahora
lo abrí hacia los demás.
Ahí fue que pude entrar en una relación de pareja que hasta ahora me es
intensamente satisfactoria, que he podido llevar una relación positiva con mis
papás, que aprendí a amar a los gatos (los cuales según yo no me gustaban),
que nació el proyecto de Desansiedad y que ahora me permite amar a mi hijo.
Abrir mi corazón implica perder el miedo y darme en todos los sentidos, sin
miedo a la crítica, al juicio, a la separación o a la pérdida. Para abrir mi
corazón fue muy importante aprender que el momento presente es lo único que
tengo, y que prefiero aprovecharlo que reprimirlo o limitarlo por miedos
infundados.
Así es que, como conclusión, te puedo decir que esto ha sido lo más
importante para no sólo liberarme de la ansiedad, sino vivir feliz, y es confiar en
que estoy a salvo para abrir mi corazón, y ¿sabes algo? He descubierto que
me siento más segura cuando lo hago que cuando no.
Recomendación
A medida de lo posible, sana las situaciones que te han hecho cerrar tu
corazón, dándote cuenta que los demás te lastimaron porque cargan con sus
propios miedos, proyecciones y conflictos, intenta dejar de tomarte las cosas
personal y decide abrir tu corazón por el gusto de hacerlo.

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Capítulo 46
CONCLUSIÓN
Esta fue mi experiencia personal en cuanto a los ataques de pánico y la
ansiedad, de verdad espero que te ayude para que tomes el valor
necesario de hacer lo que tu bien sabes que necesitas hacer para ser más
feliz.
En el momento que hagas lo que te hace feliz, canalices al exterior tus
emociones, dejes de interpretar la realidad de manera distorsionada y vivas
realmente en el presente, la ansiedad no tendrá cabida en tu vida, y si vuelve a
venir, no será algo malo, será un aviso, un llamado de alguna transformación
que necesitas llevar a cabo en tu interior.
Para más información, visita www.desansiedad.com donde podrás encontrar
más de 300 artículos gratis de tu interés, y guías que he creado para ayudarte
a pasar por los 5 pasos que propongo para transformar la ansiedad en libertad.

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Capítulo 47
LIBROS RECOMENDADOS
Estos son los libros y recursos que me acompañaron durante este proceso
de transformación en específico:
Adiós, Ansiedad, por David Burns.
Pensar bien, sentirse bien, por Walter Riso.
El libro de los secretos, por Deepak Chopra
Amar lo que es, por Byron Katie
Conversaciones con Dios, por Neale Donald Walsch
Tú puedes sanar tu vida, por Louise Hay

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