Imagen de la izquierda muestra la biodiversidad oceánica en zonas costeras y

oceánicas. Fuente: Tittensor, D., Mora, C., Jetz, W. et al. Global patterns and
predictors of marine biodiversity across taxa. Nature 466, 1098–1101 (2010).
https://doi.org/10.1038/nature09329.

Los patrones globales de riqueza de especies y sus fuerzas estructurantes han

fascinado a los biólogos desde Darwin1,2 y proporcionan un contexto crítico para los
estudios contemporáneos en ecología, evolución y conservación. Los impactos
antropogénicos y la necesidad de una planificación sistemática de la conservación
han motivado aún más el análisis de los patrones y procesos de diversidad a escalas
regionales a globales3. Mientras que los patrones de diversidad de la tierra y sus
predictores son conocidos por numerosos taxones4,5, nuestra comprensión de la
diversidad marina global ha sido más limitada, con hallazgos recientes que revelan
algunos contrastes sorprendentes con los paradigmas terrestres ampliamente
reconocidos6,7,8. Aquí examinamos los patrones globales y los predictores de la
riqueza de especies en 13 grupos principales de especies, desde zooplancton hasta
mamíferos marinos. Surgieron dos patrones principales: las especies costeras
mostraron la máxima diversidad en el Pacífico occidental, mientras que los grupos
oceánicos alcanzaron su punto máximo a través de amplias bandas de latitud media

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en todos los océanos. Los análisis de regresión espacial revelaron la temperatura de
la superficie del mar como el único predictor ambiental altamente relacionado con la
diversidad en los 13 taxones. La disponibilidad de hábitat y los factores históricos
también fueron importantes para las especies costeras, mientras que otros
predictores tuvieron menos importancia. Las áreas de alta riqueza de especies se
concentraron desproporcionadamente en regiones con impactos humanos medios o
mayores. Nuestros hallazgos indican un papel fundamental de la temperatura o la
energía cinética en la estructuración de la biodiversidad marina entre taxones, e
indican que los cambios en la temperatura del océano, junto con otros impactos
humanos, pueden reorganizar la distribución global de la vida en el océano.

Imagen de la derecha zonas de mas alta biodiversidad terrestre

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La mayoría de grupos taxonómicos siguen un Gradiente Latitudinal de Diversidad
(GLD) y son más diversos cuanto más nos acercamos a los trópicos, tanto en la
porción terrestre como marina del planeta.

INSTITUCION QUE GENERO INVESTIGACION: ACUARIO DE LA BAHIA DE MONTERREY

(https://www.montereybayaquarium.org/newsroom/press-releases/new-global-
biodiversity-study-provides-unified-map-of-life-on-land-and-in-the-ocean)
Comprender la distribución de la variedad de la vida ha impulsado a los naturalistas y
científicos durante siglos, sin embargo, esto se ha visto limitado tanto por los datos
disponibles como por los modelos necesarios para su análisis. Aquí recopilamos
datos de más de 67,000 especies marinas y terrestres y utilizamos redes neuronales
artificiales para modelar la riqueza de especies con el estado y la variabilidad del
clima, la productividad y muchas otras variables ambientales. Encontramos que la
diversidad terrestre se predice mejor por los impulsores ambientales disponibles que
la diversidad marina, y que la diversidad marina se puede predecir con un conjunto
más pequeño de variables. Los mecanismos ecológicos como el aislamiento
geográfico y la complejidad estructural parecen explicar los residuos del modelo y
también identifican regiones y procesos que merecen mayor atención a escala global.
Mejorar las estimaciones de las relaciones entre los patrones de la biodiversidad

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global y los mecanismos ambientales que los respaldan, debería ayudar en los
esfuerzos para mitigar los impactos del cambio climático y proporcionar orientación
para adaptarse a la vida en el Antropoceno.

Citation: Gagné TO, Reygondeau G, Jenkins CN, Sexton JO, Bograd SJ, Hazen EL, et al.
(2020) Towards a global understanding of the drivers of marine and terrestrial
biodiversity. PLoS ONE 15(2): e0228065.
https://doi.org/10.1371/journal.pone.0228065

Bajar el paper de:

https://journals.plos.org/plosone/article/file?id=10.1371/journal.pone.0228065&typ
e=printable

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A la izquierda el profesor Franklin Ormaza, especialista en Oceanografía Química y
Pesquerías, junto a la Dra. Sylvia Earle en el crucero oceanográfico que hizo Mission
Blue para el Hope Spot. El Dr. Ormaza fue invitado por su basta experiencia;además
de profesor de ESPOL, ha trabajado en el sector acuícola, pesquero y ha ejercido
cargos públicos como Director del Instituto Nacional de Pesca, y Subsecretario de
Recursos Pesqueros (se incluía Acuicutura y Pesca, 2004). Este crucero fue en
Octubre de 2019.

A la derecha la profesora Maria del Pilar Cornejo, especialista en Oceanografía Física,

Variabilidad y Resiliencia Climática y Reducción del Riesgo de Desastre. Conoció a la
Dra. Earle en un evento deportivo naútico en 2017 en Corpus Christi- Texas, donde
todo el evento era sostenible, todo era reciclable, y a través de varios eventos se
promovió borrar la huella de carbono hecha por el transporte aéreo de mas de 200
deportistas y entrenadores de todo el planeta. La Dra. Earle fue la invitada de honor
para hablar sobre sostenibilidad y los océanos.

Visitemos estos hope spots por un momento y veamos lo que tienen para ofrecernos.
Tomemos 5 minutos y luego compartamos que es lo que nos llamó mas la atención

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ESPOL es parte de GEO; algunos profesores participan en los diferentes grupos de
trabajo. Debe quedar realmente claro que cuando hablamos de biodiversidad , sea
esta marina o terrestre debemos pensar inmediatamente en grupos
interdisciplinarios trabajando en equipo. La gran preocupación de hoy en dia es
como el cambio climático va a afectar la biodiversidad. Claro sin una línea base
ambiental que proporcione un inventario de recursos vivos y sus ecosistemas no
vamos a poder entender cuales serán los impactos del antropoceno. Para los que no
saben que es el antropoceno es la época actual, a partir de la revolución industrial (a
finales de los 1800) cuando nuestra actividad empezó a impactar el Planeta.
Recuerden que solo tenemos un planeta

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Imagen muestra la productividad neta anual de los océanos para el período 1998-
2006. Preparada por Oregon State y derivada de SeaWIFS (sensor de satélite que
mide dlorofila a como proxy de productividad primaria). Los datos fueron procesados
y proyectados en proyeccion WagnerII para que las áreas sean similares y no
distorsionadas. Es decir un rectangulo en zonas templadas de un determinado
tamaño, tiene la misma área en cualquier otro lugar que se lo coloque. Esta
productividad está relacionada con los mapas de biodiversidad. Las grandes zonas de
pesca están en el lado occidental de los océanos donde los procesos de afloramiento
de agua, traen nutrientes a la superficie.

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Entre todos los discursos de la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible, celebrada
en 2002 en Suráfrica, destacó, y sorprendió a la audiencia, el del ex presidente
ecuatoriano Gustavo Noboa. Su anuncio fue que, junto con los líderes de Colombia,
Panamá y Costa Rica, se comprometían a buscar mecanismos para lograr la
conservación y desarrollo sustentable de las áreas marinas de sus naciones en torno a
algunas islas. En un tiempo en el cual lo que más hace falta es la cooperación
voluntaria, tal proclama fue ejemplar y alentadora.

La iniciativa quedó en el ámbito conceptual hasta abril de 2004, cuando los cuatro
países suscribieron la Declaración de San José. Allí reiteraron su compromiso de
iniciar la implementación de lo que se llamó el Corredor Marino de Conservación del
Pacífico Este Tropical. Con esto, la región se situaba en la vanguardia de las
propuestas de manejo de ecosistemas marinos: mientras el concepto de áreas
marinas protegidas es conocido, sean de protección absoluta o de uso múltiple, la
idea de corredores marinos es extraordinariamente innovadora.

En la Declaración de San José se establecieron objetivos hacia los cuales los países
apuntarán a través de una acción coordinada y voluntaria, sin renunciar de modo
alguno a su soberanía. Algunos son la protección de especies de importancia para la

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conservación y con valor económico, el fortalecimiento de las áreas marinas
protegidas, la cooperación entre instituciones y actores relevantes, y el fomento de la
participación de todos los sectores. También se enfatizó en la necesidad de
consolidar alianzas entre gobiernos y organizaciones internacionales
gubernamentales, no gubernamentales, agencias multilaterales, otros países y
actores relevantes, para propiciar un espacio de diálogo, concertación y gestión
conjunta. Además, se exhortó a la comunidad internacional, estatal y privada, a
proveer recursos adicionales para apoyar las actividades y objetivos del corredor
marino. Tal ayuda no demoró: en menos de un año se movilizaron más de 40
organizaciones y se consiguieron más de 10 millones de dólares para establecer redes
de expertos en investigación, técnicos y administradores de las áreas marinas
protegidas, operadores y expertos en turismo, expertos legales y especialistas en
comunicación.

La propuesta de un corredor marino tiene varias justificaciones. Por un lado, los

espacios marinos y costeros no han recibido ni de lejos la atención otorgada a los
terrestres, lo cual sorprende, pues casi la mitad de la población mundial vive cerca del
mar y depende en gran medida de sus productos, de las oportunidades económicas
que provee, y de sus servicios ambientales (generación de oxigeno, captura de
carbono, protección contra tempestades por sistemas de manglares y arrecifes). Por
otro lado, además de ser abundante, la biodiversidad de la región es única, hecho
ratificado por la UNESCO con la declaración de nada menos que cuatro Sitios
Patrimonio de la Humanidad: Galápagos en Ecuador, la isla Coiba en Panamá, la isla
del Coco en Costa Rica y recientemente la isla Malpelo en Colombia.
Esta naturaleza es-pectacular atrae una gran cantidad de turistas; de hecho, las islas
Coco, Malpelo y Galápagos son considerados paraísos mundiales del buceo con
tiburones. Sólo Galápagos sirve como puerta de entrada para más de 100 mil turistas
cada año, que también descubren y dan fama a otros sitios en el Ecuador
continental.

Además, si hay una palabra que abarca el carácter de las aguas de los cuatro países,
ésta es “conectividad”. En términos ecológicos, especies de importancia para la pesca
industrial, como los atunes o el dorado, son migratorias. También lo son animales en
peligro de extinción como ballenas y tortugas marinas, y otros seriamente
sobreexplotados a escala mundial, como los tiburones. Así como el plancton y
zooplancton, incluyendo larvas de especies de importancia económica, que se
mueven en grandes masas por un océano sin fronteras. Todos estos organismos
entran y salen de las áreas marinas protegidas de la región, en desplazamientos que
recuerdan los famosos movimientos de mamíferos de la sabana africana.

Finalmente, la declaración del corredor marino fue justificada porque, contrario a lo

que siempre se ha asumido, la riqueza marina es limitada y vulnerable. En sitios como

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Galápagos, la explotación humana, las especies invasoras y la destrucción de los
hábitats, no sólo ha ocasionado la extinción de razas de tortugas gigantes, pequeños
mamíferos, iguanas, pinzones y gavilanes, entre otros animales terrestres;
además, se ha ocasionado una reducción drástica de ballenas y lobos peleteros, y
han desaparecido peces, algas, una estrella de mar y más del 90% de corales. Pese a
que la causa principal de estas extinciones probablemente esté en los eventos El
Niño en su manifestación más fuerte, nadie duda que reducciones drásticas como las
de langostas y pepinos de mar sean resultado de su sobreexplotación. La demanda
global por mariscos y pescado, las modernas técnicas de captura y la posibilidad de
transportar mercadería a casi cualquier lugar del mundo están llevando a los
ecosistemas marinos cada vez más cerca de su punto de quiebre. Y también resulta
preocupante la hipótesis de que, tanto a escala regional como global, estas amenazas
humanas, al interactuar con otras como el cambio climático, podrían limitar la
capacidad de recuperación de especies y ecosistemas marinos afectados.

A pesar de que la iniciativa del corredor marino es de implementación voluntaria, y

que reconoce la soberanía de cada país, ha habido una fuerte presión interna para
que el Ecuador se retire. Tal oposición ha venido principalmente del sector pesquero
industrial: desde allí se apunta como una de sus razones principales para oponerse el
no haber sido consultados antes de la declaración. Con este argumento, los
representantes de la mayor flota pesquera de la región se han negado a participar.
Esta oposición también está basada en su cuestionamiento a la creación de la
Reserva Marina de Galápagos, donde desde 1998 se excluyó la pesca industrial en
una distancia de 40 millas de las islas, dejando un área de uso múltiple para el
turismo, la pesca artesanal y la conservación. Con semejante antecedente, resulta
difícil que el sector pesquero crea que el corredor marino no plantea la exclusión de
la pesca industrial ni la creación de una gran área marina protegida, y que lo que se
busca es fortalecer el manejo del mar a través de la cooperación entre naciones, con
la participación activa de –y en beneficio de–, todos los sectores, de acuerdo con los
mecanismos y convenciones existentes.

En octubre de 2006, el Consejo Nacional de Desarrollo Pesquero exigió al gobierno

del ex presidente Alfredo Palacio retirarse de la iniciativa. Éste, en cambio, pidió un
diálogo para debatir los costos y beneficios para el país y para aclarar los alcances del
corredor marino. La responsabilidad de este debate ha quedado en manos del nuevo
gobierno, mientras que los gobiernos de Colombia, Costa Rica y Panamá, los
donantes y los actores sociales que se han involucrado, cruzan los dedos para que el
Ecuador retome el liderazgo en la iniciativa visionaria que él mismo lanzó.

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Les puede interesar en algún momentover cual es su huella….en el planeta

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